Contribuciones a las Ciencias Sociales
Noviembre 2012

EL ANIMADOR SOCIOCULTURAL. ÁMBITO PROFESIONAL Y TIPOS



José Luis Muñoz Corvalán (CV)
joseluis.munoz2@murciaeduca.es
IES San Juan Bosco



1.  RESUMEN.

El retraso en su desarrollo como ciencia de las Ciencias Sociales ha provocado que el proceso de institucionalización de aquellas profesiones que se sustentan en estas doctrinas se ralentice.
Este es el caso de las formaciones en Educación No Formal, que han tenido que esperar mucho para ser reconocidas y reguladas como cualificación profesional, para desarrollar una labor social. Hasta hace bien poco los animadores ejercían sin una titulación específica ni una acreditación homologada de sus conocimientos que les permitiera identificarse y situarse en el mercado de trabajo del país.
Mientras en otros países de Europa esta profesión ya gozaba del conocimiento y respeto sociales, en España hemos tenido que esperar a que la formación profesional y, concretamente, los módulos profesionales de tercer ciclo habilitaran al Animador Sociocultural para ejercer su profesión.

Más allá de los aspectos profesionales desde que el hombre moderno vive en comunidades siempre han existido personas que han movilizado a sus vecinos a realizar trabajos y actividades para el grupo.

Aunque esta figura sigue vigente, la complejidad de las relaciones sociales en la actualidad han facilitado la aparición de esta profesión que desde las instituciones pretende revitalizar el carácter espontáneo de la animación en las comunidades y la organización de las mismas para su propio desarrollo y autonomía.

PALABRAS CLAVE: Animador, funciones, valores, capacidades, actitudes.




Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Muñoz Corvalán, J.: "El animador sociocultural. Ámbito profesional y tipos", en Contribuciones a las Ciencias Sociales, Noviembre 2012, www.eumed.net/rev/cccss/22/

2.  EL ANIMADOR SOCIOCULTURAL.

El acercamiento a la figura del animador sirve para definir y acotar el ámbito de la Animación Sociocultural y para centrar nuestra perspectiva sobre un campo de acción tan amplio.

Hemos visto que la legislación española ya recoge y tipifica la figura de este profesional, pero mucho antes de que esto sucediera ya la CE dedicaba a este tema uno de sus  Simposios sobre su Proyecto Animación, el celebrado en Bruselas en 1974 que se  centró en el tema de “ la deontología, el estatuto y la formación de los animadores”.
Diferentes autores dan distintas definiciones sobre el Animador Sociocultural:

Para E. Ander-Egg, (1992),  “Designa a quien realiza tareas y actividades de animación. Persona capaz de estimular la participación activa de la gente y de insuflar un mayor dinamismo sociocultural, tanto en lo individual como en lo colectivo. Actúa como un catalizador que desata y anima procesos, cuyo protagonismo se procura que corresponda fundamentalmente a iniciativas de la misma gente”.

Dice A. Valle  (1993) que “El Animador es el elemento dinámico de la Animación de un grupo; su objetivo es la promoción de la colectividad,  siendo su sector de acción y compromiso el tiempo libre”.

“El animador es un educador nuevo, que activa y dinamiza las posibilidades de los individuos, estableciendo entre ellos relaciones fecundas, lográndose un beneficio social y participando como grupo en la cultura que se concreta y matiza al fomentarse sus capacidades de creación cultural”.  (A. Maillo, 1.979: 36)

Vemos que estas definiciones centran su atención en varios puntos de interés:

  • El animador como educador cuya función se define en la medida que contribuye al desarrollo de los destinatarios de los programas.
  • El animador como agente capaz de generar la participación de los otros sin restar iniciativa ni importancia a los verdaderos protagonistas de la acción: los destinatarios.
  • El animador como dinamizador cultural capaz de promover la creación cultural y a un tiempo posibilitando el acercamiento de los participantes a la cultura.

Dado que el animador no tiene por qué ser profesional, su figura no sólo puede considerarse como Ul1a profesión específica sino también como un talante, estilo o actitud que puede darse y de hecho se da en diferentes profesiones.

Así, en Francia se ha distinguido entre la animación institucionalizada, para referirse a los animadores voluntarios o profesionales, y la animación difusa para hacer referencia a la animación presente en otras profesiones.

J. M. Moeckli, quien en su informe presentado en el mencionado Simposio de Bruselas al hablar del animador distingue al profesional del semiprofesional u honorario y de los voluntarios. (V. J. Ventosa, 1.993:112).

Según lo dicho podríamos preguntarnos si cualquiera puede ser animador, a lo que E. Ander-Egg contesta de forma rotunda y contundente No cualquier persona puede ser animador por razones obvias:

No puede animar quien no está animado.
No puede animar quien es incapaz de infundir animación.
No puede animar quien no cree que los otros pueden animarse.
No puede animar quien no es capaz de establecer relaciones interpersonales productivas y gratificantes.

También cita y a continuación cita las cualidades humanas que un animador sociocultural debe poseer  para realizar bien su tarea, a saber:

  • Capacidad de infundir vida. Infundir vida respetando toda voluntad de vivir con la misma consecuencia con que respetamos la nuestra.
  • Mística y vocación de servicio. No se trata de manipular objetos, sino de trabajar con personas.  El servicio a los demás se concreta en cuatro puntos: sensibilidad ante las relaciones humanas;  disponibilidad hacia la gente; entrega a las otras personas y a la tarea;  acogida cordial  a todas y cada una de las personas.
  • Convicción y confianza en que la gente tiene capacidad para salir de su situación y para ~ hacerse protagonista de su propia promoción social y cultural. Dejando a un lado el paternalismo, el animador debe creer profundamente en las potencialidades de las Personas con que trabaja.
  •  Habilidad para motivar. En buena medida el éxito de un programa depende de la motivación y el interés de las personas involucradas, por tanto el animador como catalizador del proceso de cambio debe mover a los demás,  y por lo mismo sentirse motivado para alcanzar sus objetivos y continuar con el programa.
  • Don de gentes. Esta cualidad se justifica en el continuo trato con la gente y se manifiesta en la amabilidad y simpatía hacia el otro, buen humor y capacidad para saber escuchar, palabra fácil y convincente, facilidad de comunicación, capacidad de acogida, apertura y disponibilidad a los otros.
  • Sentido del humor, ya que es un ingrediente más que hace agradable a la persona y cantera de grandes ideas.
  • Madurez emocional. Esto es: la capacidad de actuar equilibradamente, con espíritu sereno y quieto, cuando se está bajo diferentes tipos de presiones.
  • Fortaleza y tenacidad para vencer dificultades

(Ander-Egg, 1.992:180).

Pero esta tendencia personalista de los pioneros en la Animación Sociocultural encuentra hoy sus detractores que consideran innecesarias las exigencias de cualidades personales para ejercicio profesional.

Según Besnard (1980) la práctica de la profesión de Animador Sociocultural se caracteriza por:

  • El acceso a la profesión viene dado a través de la experiencia y la obtención de títulos y diplomas profesionales.
  • En la formación es requisito indispensable un amplio período de prácticas, siendo el tiempo de formación, por otra parte, breve.
  • Es una profesión militante en que son fundamentales tanto la competencia como los ideales. Es una profesión abierta y multiforme, es una profesión de vocación y carisma.
  • La profesión es ambivalente en todos los niveles (institucional, pedagógico y técnico).
  • Cubren múltiples funciones y sus tareas son múltiples y pluridimensionales (gestión, animación, pedagogía,...).
  • Las remuneraciones no siempre son las mismas, varían según los puestos y funciones y según la entidad contratante.
  • El tiempo de trabajo es, frecuentemente, superior a las cuarenta horas semm1ales; a veces cubren más de cincuenta horas semanales.
  • Es una profesión considerada como agotadora, pero compensadora a nivel vocacional.
  • No puede hablarse de una profesión única, en ella caben pluralidad de formas.

3.  AMBITO PROFESIONAL Y TIPOS.

3.1.  Ámbito profesional.
Al ser una profesión relativamente nueva desde el puntpo de vista reglado el ámbito profesional está en fase de definición.
Si bien la mayor parte de los autores coinciden en señalar tres ámbitos de intervención del animador, a saber (Ventosa, 1993:24):

  • Cultural. En él se pretende el desarrollo de la creatividad, expresión y creación cultural y artística. Los objetivos están centrados en la actividad y el producto. En este caso los espacios de trabajo más comunes serán: casas de cultura, centros y equipamientos culturales, escuelas y talleres artísticos, museos y bibliotecas.
  • Social. En este caso se reconocen dos dimensiones diferenciadas: la comunitaria (centrada en el desarrollo de la participación y el asociacionismo, mejora de las relaciones humanas) y la asistencial (enfocada a la realización de actuaciones de tipo compensatorio o de carácter paliativo, animación con colectivos de problemática social y necesidades especiales). Los espacios en que se desarrollará la actividad serán: Asociaciones y movimientos colectivos ciudadanos, centros cívico-sociales, centros de acción social o servicios sociales.
  • Educativa. Orientada al desarrollo de la motivación para el aprendizaje, la formación permanente, la optimización de recursos personales para la inserción social o la educación en r el tiempo libre. Este ámbito profesional se desarrollará en: universidades populares, centros de educación permanente de adultos, centros de equipamiento de ocio.

El Ministerio de Educación y Cultura, en el mencionado RD 2058/1995, al definir las unidades de competencia del Técnico Superior ,en Animación Sociocultural acota así los ámbitos profesionales que le corresponden:

  1. Organizar planificar y gestionar una pequeña empresa de tiempo libre y socioeducativas.
  1. Organizar, dinamizar y evaluar proyectos de intervención comunitaria.
  1. Organizar, dinamizar y evaluar proyectos de animación cultural.
  1. Organizar, dinamizar y evaluar proyectos de animación de ocio y tiempo libre.

Como vemos, la normativa vigente coincide en señalar estos cuatro como los ámbitos más frecuentes de actuación del animador. Pero en el desarrollo del RD se puntualiza también que  “en general, podrá integrarse en cualquier estructura u organización empresarial que contemple la realización de actividades de intervención comunitaria, trabajo con grupos, colectivos o asociaciones, programas de dinamización cultural o de ocio y tiempo libre”. (RD 2058/1995).

3.2. Tipos.
Tan amplio como pueda llegar a ser el ámbito de trabajo es la práctica de la animación, por tanto ante una actividad tan diversificada, y a veces difusa, las posibilidades de definición de tipologías de los profesionales que la realizan son muy grandes.
Existe una literatura importante sobre el tema, que parte de la práctica que de la animación se ha venido haciendo para agrupar y reagrupar las funciones y roles que el animador desarrolla según diferentes categorías.
Siguiendo la tipología que A. Maíllo publicó en 1979,  se establece:

  1. Según la índole y amplitud de sus actividades:
  • Generalistas: sus actividades están relacionadas con la promoción global de un grupo humano.
  • Especialistas: sus funciones son técnicas y generalmente limitadas a una sola técnica.
  1. Según su estatus económico y jurídico:
  • Por la remuneración que perciben: profesionales o voluntarios.
  • Por el tiempo que se dedica a la esta actividad: a tiempo parcial o a tiempo completo.
  • Por el organismo en que realice su trabajo: Animación de estatuto público (Casas de Cultura) o Animación de estatuto privado (Asociación de voluntarios).
  1. Según las características de los grupos en que actúan:
  • En atención a la edad de los destinatarios: de grupos infantiles, de preadolescentes, de adultos o de personas de la tercera edad.
  • De acuerdo a los ámbitos sociológicos: de medios urbanos “normales”, de medios suburbanos, de ambientes deteriorados económica y/o socialmente, de ambiente rural o de zona costera.
  • Según la “normalidad” o no de los individuos: personas sanas, disminuidos físicos, enfermos crónicos, deficientes, predelincuentes y delincuentes o marginales sociales.
  1. Según  el tipo de colectividad en que se desarrolla la Animación:
  • Animador en Instituciones específicas (Centros sociales, en empresas,...).
  • Animador  de conjuntos sociales (de bloques de viviendas, de barrio,...).

Otras clasificaciones complementan la que acabamos de ver.

Para Gloria Pérez Serrano el animador puede ser:

  • Animador itinerante.
  • Animador de temporada.
  • Animador permanente.

J. A. Simpson recoge otra tipología atendiendo a la dedicación y el grado de profesionalidad del Animador:
 

  • Personas que trabajan en servicios públicos, que comportan o pueden comportar un elemento de Animación Sociocultural (servicios sociales, servicios sanitarios,...).
  • Individuos y grupos que hacen de la Animación Social su modo de vida (grupos de acción, actores callejeros,...) y voluntarios.
  • Los trabajadores, cuyas principales obligaciones las ejercen en la Animación Sociocultural (Animadores Socioculturales).

4.  FUNCIONES, VALORES, CAPACIDADES Y ACTITUDES.

4.1.   Funciones.
Ya en 1972 A. del Valle proponía 1972 las siguientes funciones:

    1. Animar de manera global la vida comunitaria, ya sea iniciando el proceso o dándole continuidad.
    1. Realizar estudios de situación, de actividades o de proyectos de transformación.
    1. Promover y orientar grupos de acción y de reflexión.
    1. Suscitar y proponer iniciativas que puedan transformar la situación social y cultural.
    1. Programación de actividades y elaboración de planes globales.
    1. Formación de personas en conocimientos y actitudes.
    1. Realizar gestiones relativas a actividades que se estén llevando a cabo,  a la vida asociativa, o a los servicios sociales existentes.
    1. Proporcionar asistencia técnica, directamente, o a través de quien pueda facilitarla, para la ejecución y el desarrollo de las actividades que lo requieran.
    1. Asegurar una relación dinámica entre las personas y los grupos y las actuaciones comunitarias.
    1.  Controlar y medir resultados.

Como se hace patente A. del Valle confecciona esta lista de funciones fijándose especialmente en el trabajo del animador comunitario

Otros autores hacen aportaciones en diferente sentido. Así J. Franch y A. Martinell, basan su discurso en el animador socioeducativo y de tiempo libre y (1986) señalan como funciones las siguientes:

  • Funciones de encuadre: mediante las cuales se establecen marcos de referencia para las relaciones, las actividades,  etc.
  • Funciones de organización: establecimiento, regulación y análisis.
  • Funciones de animación de la vida del grupo: orientadas por la preocupación de que la calidad de las relaciones del clima del grupo sean óptimos.
  • Funciones de animación de las actividades: motivación y ayuda.
  • Funciones de relación personal: con cada componente del grupo.

Por su parte,  la profesora Gloria Pérez Serrano enumera las siguiente funciones:
 

  1. Funciones de investigación social y cultural. Estudio de situación.
  1. Funciones de motivación y dinamización.
  1. Funciones de relaciones intragrupo. Facilitador de la comunicación y la participación.
  1. Funciones de coordinación con otros grupos.
  1. Funciones de programación.  Propuestas,  proyectos,  y planes globales.
  1. Funciones de Evaluación.
  1. Funciones de organización.

Ya dentro de la enseñanza reglada,  dentro de los ciclos formativos,  el RD 2058/1995, define el perfil profesional del Técnico Superior en Animación Sociocultural, estableciendo las funciones dentro de la competencia general,  las unidades de competencia, y realizaciones:

  • La competencia general.

“Programar,  organizar, dinamizar y evaluar proyectos de intervención social,  aplicando técnicas de dinámicas de grupos y utilizando recursos comunitarios, culturales y de ocio y tiempo libre”.

  • Las unidades de competencia.

Unidad de competencia 1: Organizar, planificar y gestionar una pequeña empresa de actividades de tiempo libre y socioeducativas.
Unidad de competencia 2: Organizar, dinamizar y evaluar proyectos de intervención comunitaria.
Unidad de competencia 3: Organizar, dinamizar y evaluar proyectos de animación cultural.
Unidad de competencia 4:  Organizar, dinamizar y evaluar proyectos de animación de ocio y tiempo libre.
Cada una de estas unidades de competencia va unida a diferentes realizaciones que son,  también,  funciones que se le asignan a este perfil profesional.

4.2. Valores.
Aunque no está aún establecido el código deontológico por el que debería regirse esta profesión, sí existen valiosas aportaciones de diversos autores que ya apuntar1 en esta dirección.
Los derechos y deberes del animador sociocultural no difieren demasiado de los de otro trabajador, sin embargo por la índole y envergadura de su profesión si se coincide en exigir de él una serie de respuestas en valores:
 

  • Democracia.
  • Lo humano (como confianza en las potencialidades de las personas).
  • La justicia (el derecho de todos a acceder a una igual situación bienestar social). .
  • La igualdad (de todas las personas y grupos, por encima de prejuicios).
  • La solidaridad.
  • La libertad (de los sujetos para ser protagonistas de su propia historia).

Pese a este acuerdo no hay que pasar por alto que hay voces que se alzan para criticar las exigencias (en cuanto a cualidades y valores personales) que muchos autores hacen al animador para poder cumplir con su tarea. Voces que abogan por la objetividad y profesionalización del animador en la realización de sus actuaciones.
Mientras que otros como E. Ander-Egg consideran que el animador debe poseer un código de valores que lo posicione en una situación de compromiso social más allá de la neutralidad política.

4.3.  Capacidades.
Para poder desarrollar con éxito las funciones encomendadas el animador debe poseer una serie de capacidades adquiridas ya en su formación profesional. A este respecto citaremos las capacidades profesionales que se establecen el RD 2058/1995.

Capacidades profesionales:

  • Programar intervenciones de animación sociocultural a partir de la información sobre el colectivo, tanto recibida de la empresa y organismo contratante como generada por él mismo, interpretando los objetivos de la entidad y los de los clientes y participantes, extrayendo las conclusiones y datos necesarios para el desarrollo de las actividades a que dará lugar dicha programación.
  •  2. Organizar los recursos socio-culturales que le sean asignados en el marco de un proyecto de intervención, haciendo cumplir las normas y legislación establecida, realizando las modificaciones necesarias para mejorar su rendimiento y elaborando los informes pertinentes que le sean solicitados.
  • Aplicar las técnicas de dinamización de grupos y adecuar las al tipo de actividad que realiza, de modo que se asegure la plena integración de las personas tanto en el entorno de la actividad, como en el entorno sociocultural de los participantes o clientes, favoreciendo el desarrollo de la autonomía y madurez de las personas en su inserción en comunidades o grupos, así como en el disfrute de su ocio y tiempo libre.
  • Programar y dinamizar las actividades asignadas, guiándolas cuando sea oportuno, motivando a las personas a su participación activa, tanto en la preparación como en el desarrollo de las mismas; y ofreciéndoles apoyo y asistencia técnica cuando le sean requeridos o la actividad así lo demande, informándose sobre y controlando el uso de los materiales y equipos empleados.
  • Aplicar los planes de evaluación de intervenciones y atención al usuario, valorando el desarrollo y el resultado de las actividades y comprobando su adecuación al programa establecido.
  • Poseer una visión global de los ámbitos en que puede insertarse su actividad profesional que le permita adaptarse a los entornos y a los cambios económicos u organizativos que se produzcan, implicándose en la consecución de los objetivos previstos, participando activamente en las actividades que se le encomienden y atendiendo a las personas de forma personalizada, con corrección y con las actitudes y medios de ayuda requeridos por su sistema de comunicación, condición socio cultural y estado personal.
  • Mantener relaciones fluidas con los miembros del grupo funcional en el que está integrado, responsabilizándose de los objetivos asignados al grupo, respetando el trabajo de los demás, organizando y dirigiendo tareas colectivas y cooperando en la superación de dificultades que se presenten con una actitud tolerante hacia las ideas de los compañeros y participantes.
  • Organizar y dirigir el trabajo de otros técnicos de situación inferior o personal colaborador, dando instrucciones sobre el control de las actividades en caso de modificaciones derivadas de los programas de intervención o prestación de servicios,  y decidiendo actuaciones en casos imprevistos.
  • Actuar en condiciones de posible emergencia transmitiendo con celeridad las señales de alarma, dirigiendo las actuaciones de los miembros de su equipo y de las personas participantes, aplicando los medios de seguridad establecidos para prevenir y corregir posibles riesgos causados por la emergencia e informando a las personas competentes cuando la emergencia sobrepase sus competencias.
  • Resolver problemas y tomar decisiones sobre su propia actuación o la de otros, identificando y siguiendo las normas establecidas procedentes, dentro del ámbito de su competencia, y consultando dichas decisiones cuando sus repercusiones en la coordinación con otras áreas sean importantes.

4.4.  Actitudes.
Siguiendo a Rogers  las actitudes del que el animador debe tener son:

  1. Aceptarse a sí mismo y a los demás como tal y como son.
  1. 2. Actuar con empatía, entendiendo ésta como sentir en, sentir dentro del otro y sentir con. Dado que es imprescindible la comprensión del mundo del otro para hacerla crecer y conseguir una actuación auténtica.
  1. Autenticidad y congruencia, como adecuación entro lo que se experimenta, siente y expresa: autenticidad intrapersonal y transparencia o apertura espontánea al otro.
  1. Aceptación incondicional, que supone admitir al otro como ser único, como individuo independiente. Sin paternalismos ni posesividad.

La profesora Pérez Serrano añade a lo dicho una serie de cualidades en las que se contemplan actitudes que el animador debe mantener para que su trabajo no encuentre obstáculos:

  • Respeto y humildad.
  • Actitud democrática.
  • Entusiasmo. Vitalidad. Dinamismo.
  • Sentido del humor. Optimismo.
  • Imaginación. Creatividad.
  • Madurez emocional.
  • Perseverancia y tenacidad.
  • Objetividad e imparcialidad.
  • Sentido común.
  • Sentido realista de su acción.
  • Actitud de búsqueda.
  • Voluntad de perfeccionamiento.

5. SU ROL EN LA INTERVENCIÓN DE PROGRAMAS SOCIOCULTURALES.


¿Debe el animador convertirse en el líder del grupo o debe interactuar con él desde una posición más marginal?
La experiencia ha llevado a los investigadores a distinguir tres tipos de liderazgo en la intervención socio cultural, a saber:

  • Liderazgo autocrático. Se trata del animador que impone su punto de vista y guía al grupo según sus convicciones, intereses y objetivos. No comparte el poder de toma de decisiones y protagoniza la acción. Sus manifestaciones más descriptivas son: magistral, despótica, caporalista, maniobrera y paternalista.
  • Liderazgo democrático. Es aquel en el que el animador actúa de conductor del grupo hacia su propia autonomía, protagonizando la acción de forma conjunta. Comparte la toma de decisiones y favorece las actitudes de respecto y democráticas en el seno del grupo.
  • Liderazgo laissez- faire. Consiste en limitarse a actuar como mero consultor del grupo, sin intervenir en su marcha ni en sus relaciones, permaneciendo al margen de la toma de decisiones y dejando todo el protagonismo en manos de grupo. Sus actitudes más comunes son: demagógica, bonachona, desamparada e indiferente.

Con las matizaciones pertinentes  se considera el liderazgo democrático, el más adecuado a la metodología propia de la animación,  y esto se explica desde la perspectiva de la democracia cultural como base para una verdadera participación. Uno de los objetivos comunes a cualquier modo y tiempo de la animación es lograr la participación del grupo en su propio proyecto de mejora.
El líder democrático es el que a la larga consigue resultados más duraderos y positivos. Ya que al compartir el grupo la toma de decisiones también se sentirá más comprometido con la responsabilidad final, lo que genera una mayor cohesión grupal y un más alto índice de independencia. Y ni esta participación ni la autonomía se podrán lograr desde el autoritarismo de un líder autocrático que ahoga los intentos de los individuos por comunicar y desarrollar sus propias iniciativas.

Son de muy diversos tipos las relaciones que el animador puede o debe establecer con el grupo, por eso a esta altura es conveniente descifrar el papel que el animador cumple o tiene asignado en un marco más amplio, esto es en referencia no sólo a los destinatarios sino también a la institución.
Para ello nos vamos a servir de lo que J. V. Ventosa denomina el triángulo contractual de la animación. Se trata de una definición de cuáles son los agentes principales de la animación y qué interrelaciones se establecen entre ellos:

  • Los destinatarios de la animación: la población directamente beneficiaria de la intervención,  que debe irse implicando en el proyecto hasta llegar a convertirse en los verdaderos protagonistas del mismo.
  • La Institución Sociocultural: se trata del marco organizativo desde el que llevar a cabo los programas de intervención. Aporta la estructura funcional, los recursos y el soporte filosófico que orientará la tarea del animador.

El A11imador: debe actuar como intermediario entre las necesidades y demandas de una población determinada y el potencial de respuesta a las mismas propio de la Institución con que trabaja. Es el impulsor ejecutivo encargado de transformar, dados unos medios y presupuestos institucionales concretos, las aspiraciones y demandas de una población, en un programa organizado y sistemático de intervención.

 6.  LA COLABORACIÓN CON OTROS PROFESIONALES.

Como toda profesión incluida en el campo del trabajo social, el animador deberá colaborar con otros profesionales cercanos que puedan aportar otros puntos de vista y conocimientos teóricos a la intervención.
Podemos, pues, hablar de la interdisciplinariedad de los profesionales de la educación y del trabajo social, formando un equipo o simplemente manteniendo un contacto que permita a todos una perspectiva más amplía de la realidad social en que trabajan.
Así, un animador comunitario deberá mantenerse en contacto con los colegas que puedan trabajar en otras asociaciones o instituciones de la zona, con los agentes sociales, los representantes comunitarios y los profesionales de los servicios sociales que intervengan en el mismo escenario.
Los asistentes sociales de un barrio, los educadores de los centros escolares, los educadores de familias, educadores de calle y animadores socioculturales deben encontrar un espacio común de intercambio de información y opiniones que pueda revelar la situación en que se encuentran los destinatarios, y así procurar la mayor adecuación de sus respectivos proyectos.
Por otro lado estos encuentros facilitarán que los objetivos y recursos puestos al servicio de la población no se solapen mientras otras necesidades estén desatendidas e incluso pasen desapercibidas.

Por su parte en el RD 2058 en el apartado de formación en el centro de trabajo (capacidades terminales), refiere cómo el animador debe comportarse en el centro de trabajo y qué relaciones debe mantener con sus compañeros. A saber:

Debe integrarse en el equipo de trabajo asignado de forma activa y responsable, coordinándose con otros profesionales:

  • Analizar la información sobre programas, proyectos y propuestas de trabajo generados por el equipo en que se inserta.
  • Identificar sus funciones en el seno del equipo y las responsabilidades que se deriven de ellas.
  • Identificar el método, procedimientos y estilo del equipo de trabajo.
  • Participar en las estructuras organizativas y sociales, coordinando su actuación en la dinámica del equipo.
  • Comunicar de forma clara y tolerante las ideas,  los conflictos y propuestas que afecten al desarrollo del trabajo en el seno del equipo.
  • Mantener una actitud abierta y flexible ante las sugerencias, aportaciones y soluciones  generadas por el equipo de trabajo.
  • Seleccionar y aplicar las técnicas de dinámica de grupo que favorezcan las relaciones del equipo de trabajo.

BIBLIOGRAFÍA.

ANDER-EGG, E., (1992): La Animación y los Animadores. Madrid: Narcea.

BESNARD, P., (1980): Animador Sociocultural: una profesión diferente. París: EFS.

FRANCH, J. y MARTINELL, A., (1994): Animar un proyecto de educación social. Barcelona: Paidós.
 
MAILLO, A., (1979): Un método de cambio social. La animación socio cultural. Madrid: Fondo Cultural Popular / Marsiega.

PEREZ SERRANO, G., La Animación Socio-cultural. Madrid: UNED.

VALLE, A. (1972): La Animación Social y Cultural. Madrid: Fondo Cultural Popular / Marsiega.
 
VENTOSA PEREZ, J. V., (1993):  Fuentes de la Animación Sociocultural. Madrid: Ed. Popular.