Jorge Luís Guach Estévez *
David Guach Hevia **
Universidad de Holguín “Oscar Lucero Moya”, Cuba
jguash@fh.uho.edu.cu
Resumen:
  En el trabajo se aborda  el complejo proceso de construcción  de  la igualdad de las razas como una de las estrategias maestras de la revolución  cubana desde su mismo surgimiento en medio de grandes realizaciones  de inclusión y superación de prácticas  discriminatorias y racistas en la república burguesa neocolonial. A pesar  de los avances paradigmáticos que se han  alcanzado en estas seis décadas sobre el tema, aún subsisten concepciones y  prácticas estructurales e ideológicas que han reciclado  estereotipos, prejuicios y formas de actuar  en relación a la necesaria equidad racial y que tienen una  visible connotación en las brechas de  desigualdad racializadas que persisten por herencias no superadas y políticas  que han privilegiado la igualdad y no la equidad a partir de los diferentes  puntos de arranque de cada uno de los grupos sociales. Los actuales cambios del  modelo cubano han acentuado las diferencias. Se necesita repensar la solución  del problema desde un enfoque desprejuiciado, objetivo e integral. 
  Palabras clave: Políticas sociales, raza, racismo, discriminación.
  Abstract:
  The work analyses the complex process of construction  of the races equality as one of the master strategies of the Cuban revolution  from its very beginnings, in the middle of great social achievements of  inclusion and improvement of discriminatory and racists practices in the  neocolonial bourgeois republic. Despite of  the paradigmatic advances reached along these six decades, considering this  particular topic, there are conceptions and structural and ideological  practices that still subsist, recycling stereotypes, prejudices and forms of  acting in relation to the necessary racial justness, that have a visible  connotation in the breaches of racial inequality  that remains due to  not overcome inheritances and politics that  have privileged the equality and not the justness regarding the different  points of outburst of each one of the social groups. The current changes of the  Cuban social model have accentuated the differences. It is necessary to rethink  a solution to the problem starting from an objective, deep and out of  prejudices perspective. 
  Key words: Social politics, race, racism, discrimination.
Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato: 
Jorge Luís Guach Estévez y David Guach Hevia  (2018): “El color de la piel como fuente de las políticas sociales en Cuba”, Revista Contribuciones a las Ciencias Sociales, (octubre  2018). En línea: 
https://www.eumed.net/rev/cccss/2018/10/color-piel-cuba.html
//hdl.handle.net/20.500.11763/cccss1810color-piel-cuba
1.- INTRODUCCIÓN:
Los estudios y  polémicas sobre las razas, la racialidad y la discriminación se han  incrementado exponencialmente en el mundo y Cuba. Fuera de la isla y dentro de  ella existe un hervidero intelectual que cada vez incursiona más en el tema no  siempre con los mismos propósitos. Para unos, se trata de un ejercicio  científico cuyos resultados deben contribuir a una mayor equidad y bienestar de  los grupos pretéritos en otras épocas históricas. Para otros, se ha convertido  en un ejercicio político con el avieso objetivo de denigrar, confundir y  tergiversar los acontecimientos, la situación real. No faltan además los  oportunistas de siempre, que al resucitar el tema negro, buscan ventajas de  diferentes signos incluyendo las monetarias y las dádivas que pueden venir  allende los mares para descalificar la obra realizada y que goza de  reconocimiento universal.
A pesar de las  políticas de igualdad social y racial desarrolladas por la Revolución en estos  años con fuertes impactos en la erradicación progresiva de las prácticas  racistas,   discriminatorias  y autodiscriminatorias,  heredadas de la república capitalista profundamente desigual y excluyente, han  reemergido  en  el   entorno  actual, con los cambios a  partir de los 90 del siglo XX,  fenómenos  discriminatorios por el color de la piel que deben tener una prioridad en las Políticas  Públicas y Sociales en Cuba. Superar atavismos  ancestrales, concepciones y prácticas seculares de dominación y discriminación  es mucho más difícil que promulgar políticas de igualdad-más allá de las buenas  intenciones de los grupos decisorios. Las complejidades del tejido social  heredado sobrepasan con creces la voluntad política y los más hermosos de los  idealismos y utopías. Porque  si el problema es cubano -como decía Nicolás Guillén,  “el problema negro en Cuba es el problema del  blanco”.
DESARROLLO:
La historia de Cuba  como el resto de América está transversalizada por las asimetrías entre las  diferentes clases y razas1  que incluye a los grupos originarios.
Desde el mismo inicio  del proceso de formación de la nación cubana, el color de la piel sirvió como  un diferencial con respeto al acceso del ciudadano a cierto  modelo de bienestar. La  etapa neocolonial   acrecentó el racismo estamentador de grupos  sociales según la cantidad de melanina en la piel con el objetivo de evitar la  unidad nacional, propiciar el sojuzgamiento esclavizador y convertir a los  seres humanos “inferiores” en meras magnitudes de fuerza bruta para el  enriquecimiento de las élites dominadoras. Ello determinó desde entonces la  articulación en diferentes grados de un fuerte movimiento antirracista como  componente esencial del proceso emancipatorio nacional. 
El miedo a la africanización de la isla, los deseos de “blanquear” el país y las tentativas de consolidar  una nación con coherencia étnica y cultural, equivalente a un país “blanco”,  encontraron las diferentes soluciones, que según los momentos adoptaron, en las  teorías científicas y creencias populares que establecían fuertes desigualdades  culturales y sociales entre los individuos según su  Fenotipo (cualquier característica o rasgo  observable de un organismo, como su morfología, desarrollo, propiedades  bioquímicas, fisiología y comportamiento. El fenotipo es el resultado de la  interacción de los genes y el ambiente, para la característica o rasgo en  cuestión y la  Melanina: (sustancia  natural, producida por células cutáneas llamadas melanocitos, que le da color o  pigmento al cabello, la piel y al iris del ojo.
En 1887 la esclavitud  quedó abolida en la en Cuba de forma oficial pero no el racismo como fenómeno  estructural e ideológico. La trilogía aniquiladora de antaño: El Barracón, el Cepo y el Látigo se han  transfigurado, reciclado, “blanqueado” pero no eliminado como símbolos de  diferenciación y dominación. Los antiguos esclavistas han encontrado nuevas  formas más refinadas para mantener el poder con formas postmodernas y  encubridoras.  Para ello, utilizan cada  vez con más eficiencia las ventajas que les otorgan las brechas de equidad  racializadas, heredadas de una sociedad colonial profundamente estratificada y  que 60 años de Revolución justiciera, no han podido superar de forma radical  como se creía. Cambiar instituciones y  arquitecturas sociales es mucho más fácil y rápido que remover siglos de  prejuicios y estigmas.
«Yo soy también el  nieto, / biznieto, / tataranieto de un esclavo. (Que se avergüence el amo)». Nicolás  Guillén
     Las “razas puras” son  pura fábulas que han servido como sostén ideológico a las élites dominantes  para eternizar su poder colonizador eurocentrista. Particularmente en América  Latina y el Caribe, por su profundo mestizaje carecen de cualquier  fundamentación y seriedad científica.
     Entre los antropólogos  y etnólogos, entre otros, no existe unanimidad acerca de la cantidad de razas  en que se divide la población de nuestro planeta, aunque existe una  generalización que advierte tres grandes grupos: amarilla, negra y blanca y, en  los trabajos científicos, se mencionan tres troncos raciales fundamentales:  mongoloide, ecuatorial / negroide y, europoide (caucásica)2
     En la primera mitad del  siglo  xx se propone y se demuestra la  validez de la Teoría Cromosómica de la Herencia, se avanza en el desarrollo de  técnicas de mapeo, se caracteriza el fenómeno de recombinación genética, y se  sientan las bases teóricas de la genética poblacional.
     La segunda mitad del  siglo se inicia con logros extraordinarios. Así, se completa la demostración de  que la información hereditaria se encuentra almacenada en el ácido  desoxirribonucleico (ADN), se determina la estructura secundaria del ADN, se  esclarecen los mecanismos de replicación, transcripción, mutación y reparación  del ADN, y de expresión de la información genética.
     Las últimas  investigaciones sobre el Genoma Humano (también conocido como mapeo de  mestizaje) han desbaratado las teorías de una heterogeneidad genética esencial,  cuando demostró que todas las razas humanas son portadoras de los mismos genes  fundamentales del ADN. Los  humanos tienen mucha diversidad genética, pero la gran mayoría de esta  diversidad refleja la singularidad individual y no la raza. No existe una jerarquización  genética determinada que demuestre la superioridad de uno sobre otros.
     El Programa mundial del  Genoma Humano (PGH), terminó oficialmente desde 2003, logró la secuencia de 99  % del genoma en el mundo, con una precisión de 99,99 %. Se demostró la  existencia de una identidad genética a nivel del ADN de 99,6 % entre los seres  humanos, sepultando cualquier intento de fundamentación biológica del racismo. Con  los chimpancés  tenemos una identidad de  secuencias de ADN de aproximadamente 99 %.
     Históricamente, la  «raza» ha sido clasificada sobre la base de características socioculturales y  biológicas que incluyen cultura, religión, etnicidad, origen geográfico, así  como la morfología y el color de la piel y otros atributos externos.
     La secuenciación del  genoma ha mostrado que los seres humanos somos idénticos entre nosotros en el  99,6%-99,8% de nuestro material genético. El 0,2%-0,4% restante, que indica lo  diferente en cuanto a las bases nitrogenadas que conforman el ADN, da lugar a  unos diez millones de variantes en características humanas (referidas, por ejemplo,  a color de los ojos, del pelo, forma de la nariz, etc.), sobre la base de las  cuales se explica la biodiversidad de nuestra especie. La mayor diversidad a  nivel del ADN ha sido encontrada en los individuos que mayor proporción de  ancestros africanos poseen en su genoma 3. Estos elementos sugieren que «raza» es un  concepto construido socialmente, con un sistema de estratos no argumentado por  diferencias naturales o biológicas.
     El carácter uniétnico,  multirracial y multicultural de la nación cubana como proceso en formación, en  tanto construcción cultural diversa, representa una cualidad histórica válida  para el conocimiento de otros pueblos del área y del orbe.
     De igual forma los  estudios del Genoma humano cubano4  realizados a la población en el país han demostrado un alto mestizaje de los  ancestros:  
En los estudios antes  señalados se destaca la prevalencia en la combinación de los genes en  dependencia del color de la piel con datos de gran interés científico en los de  piel negra y mestiza:
     Piel blanca. En las personas analizadas  dentro de este grupo, 91% de sus genes ancestrales fue, como promedio, de  origen europeo y 5,8% de origen africano.
     Piel negra. Los individuos de piel negra  mostraron, como promedio, que 45% de sus genes ancestrales son de origen  europeo y 49.6% de origen africano. 
     Piel mestiza. Los individuos de piel  mestiza mostraron, como promedio, 64% de sus genes ancestrales de origen  europeo y 28,6% de origen africano.
     Existen personas negras  con el 85% de genes caucásicos, y blancos con el 72 % de genes africanos. El  color de la piel no dice toda la verdad sobre la raza. Ello  demuestra aquello que el Poeta Nacional Nicolás Guillén dijo en su poesía: que  en la composición étnica de Cuba, «todos  somos un poco nísperos» 5                                                                                                                                               
     La ciencia ha  demostrado que no hay un valor inherente ni un significado real detrás de lo  que se ha llamado identidad racial. La literatura afirma que “la raza” es un  concepto ideológicamente calibrado y construido en el ámbito social como  instrumento de clasificación de las poblaciones según  criterios totalmente arbitrarios sin ningún  basamento científico, más allá del color de la piel, la textura del pelo, la  morfología de la nariz o los labios que se constituyen como rasgos secundarios  en la determinación de las personas.
  1.2.- Racismo, prejuicios raciales y discriminación.
     Desde la antigüedad  hasta hoy las ideas y prejuicios racistas han evolucionado con el tiempo y los  sistemas sociales. En el fondo subyacen los intereses de las clases y los  sistemas de dominación. En el siglo XIX y XX varias escuelas  desde el pensamiento científico de entonces,  trataron de demostrar la inferioridad   del negro, su capacidad intelectual y ausencia de espíritu emprendedor.  El racismo biológico y el racismo social se entronizaron como verdades de  última instancia.  
     A finales del siglo  XIX, en el auge de la revolución científica, surgieron una serie de ideas que  en su conjunto se conocen como  “racismo  científico” o “racialismo”, todas ellas son teorías pseudocientíficas que  defienden un supuesta jerarquización racial evolutiva de los seres humanos y  cuyo fin fue la justificación de la supremacía del hombre blanco respecto al  resto de seres humanos, entre ellas el darwinismo social, ligado al  determinismo genético y del cual parte el discurso de la eugenesia racial.
     En este sentido son muy  elocuentes las diferentes concepciones que se encubaron por el fascismo y el  régimen racista de Sudáfrica, entre otros, con la justificación de la  ghetización de los negros como raza inferior e incluso como una subespecie  animal que no llegó a la esencia humana. Uno de los teóricos y políticos principales  de esta dirección- Pieter Botha afirmaba: “El  hecho de que los negros se parezcan a los seres humanos, no significa que lo  sean”6 .
  Los negros han sido presentados como una raza maldita. En  esa dirección se desarrollaron sofisticados programas de esterilización masiva  de hombres y mujeres negras para evitar la reproducción de los mismos como  ocurrió en Sudáfrica. En América Latina han existido prácticas similares con la  población indígena, sobre todo el Perú cuando el mandato del dictador Alberto Fujimori.  
     Las concepciones de subalteralidad que disminuyen la valía y el papel de los negros y mestizos ha calado hondo  también en los propios discriminados, que de tanto asumir un papel secundario  como “raza inferior” llegan a creer y practicar los propios prejuicios que los  laceran y ante la imposibilidad de encontrar una explicación coherente desde la  ciencia, buscas las causas en el más allá. En el magisterio del autor de este  trabajo en aulas universitarias en África, al discutir este tema, pudo escuchar,  con cierta regularidad, la siguiente  expresión:    El culpable del racismo fue Dios «…que nos hizo a los negros brutos,  pobres y feos» Ello demuestra hasta dónde los estereotipos y prejuicios  raciales se han afirmado como creencias en las propias personas que deberían  combatirlos y no aceptarlos de forma resignada.
     El racismo es una ideología mimética adaptativa a las circunstancias históricas. Tiene la capacidad de  transfigurarse y perpetuarse en diferentes modalidades y símbolos. No se elimina  sino se recicla y adopta nuevas formas. Ello determina su peligrosidad  contaminante como cuerpo subjetivo y práctica social  destructiva y desintegradora.
     El racismo y la  discriminación son un fenómeno secular y global. En el mundo hegemonizado por los  centros de poder se presenta como un valor agregado de la supremacía racial con  la trilogía de calidad suprema-según afirman: blanco, sajón y protestante.  Lo demás es estigmatizado como un subproducto de tercera categoría sin razón  independiente de existencia y necesitado de ser dominado por otros ante la  incapacidad propia de la autodirección- según afirman. La esclavitud no es cuestión del pasado. El socialdarwinismo está  más vigente que nunca al privilegiar a unos y desechar a otros como desechos,  incluso por el color de la piel. Sí alguien tiene dudas  sobre lo anterior que siga de cerca el actual  pensamiento y acciones de la cúpula de poder en Estados Unidos con su  presidente supremacista y xenófobo a la cabeza.
     La base real del  problema, para glosar términos anatómicos, no es epitelial, es decir,  «superficial», sino medular, o sea, «mucho más profunda». Se encuentra en la  conocida división de la sociedad en clases, grupos y capas, en las relaciones  de propiedad, generadoras de múltiples nexos sociales, condicionadora de la  estructura y la jerarquía familiar, en la propia psicología individual y  social, en las posibilidades del desarrollo pleno de las capacidades y en la  diversificación de aspiraciones y oportunidades.7 
  1.3.- Revolución, prejuicios y discriminación racial en  Cuba:
     El fenómeno del racismo  y la discriminación es  complejo y  multicausal. Obedece a causas estructurales-institucionales e ideológicas. Las  huellas de la subjetividad y las representaciones sociales se aferran como  hidras en la conformación de las prácticas culturales de los pueblos y  determinan los modos de comportamientos de los seres humanos. 
     La revolución cubana,  generosa, humanista y libertaria, dio voz a los sin voz y visibilizó a los  invisibles de antaño, todos juntos en la policromía de los colores de la  patria. Negros, blancos y mestizos han participado por igual en la epopeya  histórica. Como en ninguna otra parte, se alcanzaron importantes resultados en  la igualdad y equidad racial. Son logros innegables que nunca se podrán negar o  tergiversar por nadie, más allá de los intereses políticos.
     Propio de los países  dependientes, Cuba heredó una sociedad estratificada por las clases, la  convivencia espacial desigual y las razas. Se debe recordar sin embargo, que la  pobreza y la desigualdad van más allá de la pigmentación la piel e  históricamente se han convertido en atributos de los sectores populares  independientemente de la pertenencia racial. En los grupos   fundamentales de la sociedad cubana  tradicional se pueden establecer dos tendencias segmentadas fundamentales entre  los negros-mestizos  y blancos:
  Negros y mestizos 
     Grupo 1. Descendiente  de hombres y mujeres libres por varias   generaciones, portadora de una rica tradición laboral, poseedora de los  principales oficios y algunas profesiones de prestigio. (No pobres)
     Grupo 2. Descendiente  de la población esclava, hace sólo tres o cuatro generaciones, quienes han  padecido el desempleo y el subempleo crónicos, que han vivido en condiciones de  promiscuidad y hacinamiento y en la que se ha enraizado una marginalidad no  sólo espacial —en cuanto asentamiento habitacional— sino también psicológica  (Pobres)
  Blancos:
  Grupo 1. Descendiente por muchas  generaciones de pobladores urbanos y rurales con recursos económicos y con  posibilidades de abrirse paso en la sociedad.  Apellidos de abolengo y nombradía, muchos de ellos relacionados con los  antiguos esclavistas del país en sus diferentes manifestaciones y épocas (No  pobres)
  Grupo 2. Descendiente —en su inmensa  mayoría— de hombres y mujeres humildes, que han constituido el proletariado, el  campesinado y otros grupos y capas sociales, muchos de los cuales también han  vivido en condiciones Infrahumanas en épocas pretéritas y cuyas huellas y  secuelas se manifiestan hasta hoy (Pobres)
     Sin duda alguna, la  peor parte la han llevado los negros y mestizos, herederos del Látigo y el Cepo,  que durante ciclos les mutiló las potencialidades para el desarrollo  independiente y libre como seres plenos. Esas huellas son objetivas y persisten  hasta hoy como un lastre que influye en la inserción de esos grupos al  desarrollo y los comportamientos humanos.
     En Cuba, entes del  triunfo de la revolución existía una profunda segregación racial, no declarada  en documentos, convenciones constitucionales y discursos oficiales. La  hipocresía de la burguesía nacional (blanca,  hispana y católica) no permitía visualizar la verdadera envergadura del  fenómeno racial.  La supremacía blanca  hasta 1959 fue avasalladora aunque muy bien disfrazada  con repetidas declaraciones de concordia y  bienestar racial. Además de la pobreza y marginación social de los negros y  mestizos era común  la existencia de  sitios públicos cuyo acceso se permitía en dependencia del color de la piel  como playas, restaurantes, clubes, parques y otros. Ser negro era un estigma que casi siempre se acompañaba de la pobreza extrema y el abandono. Los negros  vivían formas nuevas de esclavitud con escaso acceso a las cuotas de poder y  los servicios básicos de la población.
     Las desigualdades e  inequidades raciales heredadas por el nuevo sistema fueron extraordinarias y de  grandes complejidades de solución hasta hoy. Siglos de esclavitud y marginación  no se eliminan con decretos  en un tiempo  históricamente limitado, a pesar de las buenas intenciones y deseos de los  mandatarios. 
     La Revolución Cubana  desde el mismo inicio tomó un conjunto de medidas tendientes a la eliminación  de la discriminación:
Con el romanticismo de  los primeros años, parecía que bastaba declarar la igualdad y la eliminación de  la discriminación para que ocurriera como hecho natural de existencia humana.  Una cosa es la oportunidad y otra distinta es la igualdad. A tales fines se  promulgaron diferentes políticas que indiscutiblemente repercutieron en los  avances de los distintos grupos sociales antaño marginados del desarrollo y la  participación sustantiva. En los años 60 del siglo XX se dio por superado tan  oneroso lastre para la nación. Tanto en discursos oficiales como en documentos  programáticos se ha evitado el asunto desde entonces.  
     Evitar la raza y su  hermano tutelar- el racismo, hasta fecha reciente en Cuba, ha sido un tema  tabú. Era algo del pasado, impensado en  medio de tanta justicia y humanismo. No se admitía por ser una llaga  vergonzante discordante con los objetivos propuestos, incompatible con el  socialismo en construcción-supuestamente libre de tales lacras propias del  capitalismo. ¡Todos éramos iguales y con  las mismas oportunidades!, se repetía hasta convertirse en verdad sacra,  aceptada por las mayorías. Una vez más   se demuestra que las palabras no pueden suplantar la vida real. La  realidad es superior a cualquier conjetura. No obstante, todo lo alcanzado, no  ha sido suficiente para erradicar centurias de exclusión, desigualdad y  desamparo de las mayorías. Los horrores de la colonia y la esclavitud aún se  aferran al mundo simbólico y   sociológico.
     La  sociedad cubana de hoy, lleva implícitos los  lastres de la sociedad colonial y republicana, racista y discriminatoria, que a  pesar de profundos cambios con la Revolución, aún anida las condiciones para reproducir  el fenómeno del racismo a partir de mecanismos construidos o conservados de las  generaciones anteriores.
     La II Declaración de la  Habana proclamó el tema de la discriminación y el racismo como resueltos en el  país. Coincidentemente, en 1962, José Felipe Carneado que atendía los asuntos  religiosos en la nueva dirección, publica el artículo ―La Discriminación Racial  en Cuba no Volverá, con lo que se daba por cerrado el problema en lo  fundamental. Al decir de Ghote, la teoría hermano mío es gris, eteridnte  verde el árbol de la vida. La vida demuestra dramáticamente que los problemas y  lastres sociales acumulados durante centurias-más allá de los deseos y buenas  intenciones, no se resuelven por decreto o declaraciones triunfalistas.
     El color de la piel en  el mundo siempre ha sido un elemento de diferenciación social. Cuba no es la exclusión.  Se ha re-descubierto una cierta “geografía   de la pobreza” donde los negros y mestizos están sobrerrepresentados  y no solo por causas subjetivas. El empoderamiento, el sistema de competencias,  la calidad del empleo, las viviendas, los ingresos y el disfrute de la vida  cultural como una dimensión importante de la calidad de vida se mantienen  como elementos diferenciadores que marcan las  pautas de los grupos sociales racializados.
     Históricamente, la  raza, más que otras variables, ha sido un factor determinante del bienestar y  las oportunidades de las personas en el mundo incluyendo a Cuba. En la actualidad, los marcadores raciales no  constituyen solo un legado histórico —de larga o mediana duración— ya que  parecen reinventarse, adquiriendo nuevas formas determinadas por los tiempos  que corren y por las expectativas que sobre el futuro de la Isla tiene la  población.8 
     El racismo —entendiendo  por éste la marginación de un sector social en función del color de la piel— no  es coyuntural al estar afianzado en las culturas y en las sociedades a través  de creencias, mitos, actitudes y teorías pseudocientíficas que con mayor o  menor intensidad aparecen en determinados momentos. Este hecho, que hace que el  racismo subyazca en las sociedades, se ve reforzado por las relaciones de poder  y de clase.
     En la actualidad los  enemigos de la Revolución Cubana-sobre todo fuera del país, tratan de utilizar  el tema racial con fines políticos destructivos. Ante ello debemos estar  alertas y combatir las distorsiones. Cualquier discusión científica sobre el  tema,   con el objetivo de alcanzar una  mayor justicia y equidad es válida y necesaria. Otra situación es cuando se  tergiversan las realidades, se desconoce la obra realizada y se politiza el  tema, entonces se convierte en una farsa que debe ser combatida por todos los  medios hasta establecer la verdad.  
     Ello no puede evitar  que de forma responsable se trate el tema en el debate académico, para realizar  las rectificaciones necesarias y a la vez perfeccionar la justicia social en el  socialismo cubano.
     Los vestigios de  racismo y la discriminación en Cuba son una   perversa herencia colonial y republicana a partir de las relaciones de  dominación y hegemonía.
     El tema racial fue  subsumido, en virtud del idealismo revolucionario, dentro de la problemática  general de las clases, viéndose diluido en el contenido de la lucha contra las  desigualdades, la pobreza y la marginalidad, sin que hallara, o recibiera,  especificidad propia.
     No se puede negar que  las desigualdades raciales persisten en Cuba. Las mismas se han hecho más  visibles a partir de la crisis de los años 90. La funcionalización de formas de  racismo que han permanecida agazapadas en muchas personas. Es un racismo  sociológico que en el actual proceso de revalorización  simbólica y de espacios competitivos  encuentra capacidad para generar desigualdades9 .
     La retórica ambigua que  se ha entronizado en los medios académicos y oficiales, que deslegitima o  edulcora la existencia de brechas racializadas insuperadas, se convierten hoy  en un obstáculo que encubre la realidad profunda de la desigualdad a la vez que  no permite encarar desde la ciencia y la política, con prontitud y  racionalidad, las asimetrías heredadas o construidas. Los queloides raciales son imposibles de invisibilizar. Se impone  un tratamiento integral y focalizado de tan importante problema para la nación.
     Los actuales cambios  han ahondado las brechas de equidad por el color de la piel, fenómeno que  parecía  estar superado pero en realidad  se sumergió,  se transfiguró, se  invisibilizó en el discurso oficial y académico,  pero no llegó a resolverse como fenómeno  social. La funcionalización de formas de racismo que han permanecida agazapadas  en muchas personas han emergido y se manifiestan por diferentes vías.
     Para algunos autores en  Cuba existe un Neorracismo que se distancia de las concepciones y prácticas  biologicistas de otras épocas históricas o regiones del mundo. Siguiendo a Bourdieu, estamos en presencia de una violencia simbólica que  se enmascara de diferentes formas.
     Los  profundos cambios en el modelo, han ahondado  las brechas de equidad por el color de la piel, fenómeno que parecía estar  superado pero en realidad se sumergió, se transfiguró, se visibilizó en el  discurso oficial y académico, pero no llegó a resolverse como fenómeno social a  pesar de la voluntad política, las políticas públicas y sociales y de todo lo  avanzado en casi  años.  
  1.4.   Diferentes  formas de discriminación y racismo:
     Las medidas adoptadas  de bienestar y progreso para los diferentes grupos sociales heredados del  capitalismo neocolonial, no han podido evitar la supervivencia de distintas  formas y manifestaciones de racismo y discriminación, muchas veces de forma  solapada y transfigurada. En general se pueden señalar las siguientes formas:  
  Estructural-institucional (Relacionado con la relación histórica entre la pobreza y la raza así como  medidas discriminatorias, muchas veces sutiles y enmascaradas, en instituciones  enmarcadas con el sector emergente de la economía y la posibilidad real a la  igualdad de oportunidades a partir de las brechas racializadas herederas de un  condicionamiento histórico colonial que apenas hace un siglo que se superó, que  han persistido ante la ausencia de políticas focalizadas para esos segmentos de  la población tendientes a homologar los niveles de desarrollo económico y  cultural. Los vestigios del  Barracón  simbólicamente se resisten a desaparecer a pesar de los grandes avances en la  equidad racial y la voluntad institucional por superarlo radicalmente)
     A pesar de lo avanzado  en la eliminación de las prácticas racistas y discriminatorias mediante la  promoción de negros y mestizos a cargos decisorios del Estado,  el Partido, las organizaciones sociales y de  masas, predomina el poder blanco en la toma de las decisiones fundamentales, el  acceso a bienes y recursos de poder y la conformación de la mayoría de los  grupos luminosos en el país tanto en la posesión de bienes como acceso a los  compartimentos del poder.
  Ideológico-doctrinal.  (Herencia de la historia colonial donde los negros y mestizos eran considerados  como bestias sin derechos. Hace apenas  un siglo que existían el látigo y el cepo  físicos. Hoy se han transfigurado en sofisticados mecanismos de hegemonía y  dominación suave por parte de determinados grupos y personas. Se mantienen los  prejuicios y las construcciones que se han afianzado en el imaginario con un  papel muchas veces negativo para las “personas de color”) 
     No menos  importante  son las diferentes formas en  que se manifiesta, lo que algunos estudiosos del tema han denominado como “el  complejo de las razas” que se traduce en recelos, estigmas hacia otros y al  mismo tiempo se evidencian actitudes de autodiscriminación y autorracismo y el  afán de imitar estereotipos físicos de los blancos como algo supuestamente  superior.
  Espontáneo-habitual (Se  ha entronizado en el imaginario habitual universal identificar el color negro  con manifestaciones negativas de existencia como algo peyorativo y no deseado.  Así por ejemplo se habla de mercado negro, página negra, oveja negra, mancha  negra, alma negra, esperanza negra, la mano negra, destino negro, etc., y un  sinfín de denominaciones, refranes, chistes, cuentos y expresiones habituales,  donde lo negro y por antonomasia los negros, son asumidos como algo de segundo  orden o causante de dificultades sociales cuando en realidad no existe ninguna  evidencia que lo justifique). El choteo cotidiano se nutre de expresiones e  imágenes racistas. De igual forma la  muerte, el luto y las desgracias se simbolizan con ese color con lo que se  acrecienta el supuesto maleficio simbólico por esa pigmentación.
     Para colmo, las  prácticas religiosas de origen africano de amplia difusión en Cuba, asumen al  color blanco como expresión de pureza que deben llevar en vestuario y otros  atributos aquellos que aspiran o adquieren los poderes mágicos de las deidades  como sinónimo de pulcritud espiritual, estatus de poder y sabiduría dominadora  que los diferencia de los demás, con lo que se perpetúa el predominio de ese  color en el mundo policromo de la simbología nacional e influye en la  estratificación racial que se pretende superar por los mismos que los sufren. 
     En el lenguaje popular en Cuba y América Latina, es común  escuchar un conjunto de cuentos, chistes, aforismos y criterios que de una u  otra forma expresan visiones racistas y supremacista blanca. En relación a la  población negra, sobre todo la femenina, es habitual escuchar expresiones que  no son ingenuas ni espontaneas y que denotan discriminación: 
Para la reconocida socióloga cubana  Mayra Espina “Se comprueba  en las representaciones raciales, de una  evaluación negativa hacia los negros y por ellos mismos y una positiva hacia  los blancos, lo que opera como un factor de reproducción a escala simbólica de  las desigualdades”10 . 
     
     Existen problemas  dentro de ese binomio  raza-desigualdad,  que merecen una atención priorizada; son los procesos de discriminación debido  a la estereotipación y a los prejuicios, que responden a los comportamientos,  aptitudes, valores que se les asignan a los rasgos raciales. 
     Esto es tan demostrable  como que incluso hoy algunos de los proverbios que se usan para inferiorizar a  los que no son blancos son muy parecidos; en Cuba se dice: “si ves un negro con  dinero, es músico o deportista”;  en  Brasil se dice  “si ves un negro conduciendo  un auto importado, es futbolista o narcotraficante”  y en Panamá dicen “blanco que corre es  deportista. Negro que corre es por ladrón”. Todo ello muestra una carga  simbólica con profundas interpretaciones racializadas en detrimento de los  negros y mestizos.
     Es llamativo que  incluso expresiones que a primera vista pueden parecer elogiosas y  dignificadora pueden contener una carga desvalorizadora hacia los negros.  Una expresión que se ha arraigado en el  imaginario popular puede servir de soporte al racismo:
  «La Revolución hizo  personas a los negros»
     La condición humana es  inherente a los individuos más allá del color de la piel. Se adquiere en el  acto del nacimiento y no por la existencia de una cualidad externa  que determina la distinción de la persona.
     De esa forma, no se  reconoce en toda su magnitud el protagonismo de los negros en la historia  patria (en las guerras de independencia más del 40% de los oficiales y del 70  de las tropas) y no solo como receptores de derechos otorgados.
     La Revolución ha hecho  mucho más por los negros que la sola condición humana.
     Existen también un  conjunto de expresiones con raseros valorativos y cualificadores diferentes en  dependencia a la pertenencia a una u otra raza. Ello se refleja en las  construcciones del lenguaje a nivel popular:
  1.5 Complejo de razas y Endorracismo:
     Los esclavistas  hicieron todo lo posible para invisibilizar a los negros. A mayor dependencia y  minusvalía de éstos, superior era su poder de dominación. Ello determinó la  existencia de una identidad racial frustrada y mutilada con profundas  deformaciones en la autoconciencia racial como grupo humano con similares  potencialidades de desarrollo a los demás. El racismo se apalancó y sustentó  desde entonces, en el Endorracismo y el complejo de inferioridad de la raza,  magistralmente explicado por el eminente etnólogo y antropólogo cubano Fernando  Ortiz en su quehacer científico.
     En la literatura se  pueden encontrar diferentes conceptos para singularizar el Endorracísmo. Así  por ejemplo se habla de racismo  interiorizado, etnorracismo, racialización, racismo internalizado,  emblanqueamiento, asimilación, enajenación, malinchismo11 , prejuicio problanco, racismo endógeno y  autodiscriminación.   Endo  significa "dentro", "en el interior de la propia raza" (que  se entiende como la autolimitación, la autorrepresión, la desvalorización del  propio sujeto hacia sus semejantes). Diversos estudios dan cuenta de que la  autoimagen de negros y mulatos está cargada de un alto contenido negativo,  producto de la endoculturación familiar, el imaginario social y la política  cultural, entre otros factores. Ello afecta la identidad y el orgullo racial y  a la vez la malsana práctica de imitar los cánones de los caucásicos.
     La vergüenza del  estigma racial se manifiesta a través de la autodiscriminación. El sujeto  racializado interioriza como propia la discriminación que se le ha impuesto y  la reproduce sobre sí y sobre aquellos pertenecientes a su grupo étnico. Es una  especie de autosegregacionismo por causas raciales con implicaciones políticas,  sociales, culturales y psicológicas para los sujetos dominados por los  complejos de inferioridad. 
     Se entiende el  Endorracísmo  como la interiorización y  re-producción de los prejuicios raciales por parte de la víctima de racismo.  Una parte de las personas determinan ellas misma que mientras más pigmentada  sea su piel menos estatus social poseen. Puede desembocar en un complejo  de dependencia en parte de los sujetos sometidos al endorracísmo. Esta ideología se reproduce de forma simbólica  o discursiva en el grupo de pertenencia étnica; ésta se puede manifestar de  forma consciente o inconsciente en el individuo.
     El siguiente proverbio  brasileño nos permite seguir registrando la situación que se viene planteando: “El mulato esconde en la cocina el retrato  de su madre negra, pero cuelga el de su padre blanco en la sala”12 . Este proceso lo denomina el prejuicio problanco:  deseo consciente o inconsciente de la mayoría de la población del Caribe de  origen africano de aproximarse lo más posible a los europeos.   
     En algunas comunidades  de América Latina y el Caribe, las madres y abuelas le estiran la nariz a los  bebes recién nacidos en procura de que la tengan “perfilada” y no “ñata”, como  es característico de la gente afro. Las bromas entre amigos tienen la tendencia  a aludir al fenotipo propio de la población afro como: “sombra”, “tizón”, “turruntutú”,  “carbón”, “azul”, “totí, chapapote, mono, gorila, macaco, petróleo, etc.
     El autor ha encontrado  en el trabajo de campo sobre el tema, mujeres negras que reniegan mantener  relaciones amorosas con hombres de igual color ya que ello significaría “ponerle luto a su sexo” e incluso  atraer la desgracia. Ello demuestra el grado de subvaloración que se puede  manifestar como consecuencia de la herencia de prejuicios y discriminación. De  igual  forma la siguiente expresión  recurrente: “Estoy trabajando como un  negro para ver si puedo vivir como un blanco”. En ambas construcciones  gramaticales se manifiestan el complejo de la raza y el deseo de imitar al otro,  una tendencia hacia la transetnicidad y la transracialidad, donde  el arquetipo europeo caucásicoes  la meta a alcanzar o imitar como esencia superior de existencia. Fenotipo  negroide con identidad caucásica-esa es la gran contradicción inculcada por los  amos de antaño.
     Lo anterior influye en  las variaciones  de cifras reales en los censos de población,  ya que muchos negros cubanos se autodefinen como mulatos o mestizos y estos a  la vez como blancos. Incluso existen evidencias de que poblaciones de origen  haitiano en la zona oriental del país, reniegan a sus troncos primigenios y se  catalogan como originarios de Francia, reclaman su origen caucásico y no  negroide, propio del país que creó el Vudú.
     Las mujeres negras  cuando se casan con hombres blancos adquieren la condición de mulatas o “negras recicladas” por el peso de la  percepción social de las identidades a partir de la inferencia de un valor  agregado  en el imaginario popular. Las mulatas cuando se casan con  blancos se transforman en blancas. Sí se divorcian pierden esa identidad y  estatus y vuelven a la condición anterior.
     Aunque de forma muy  aislada y episódica se manifiestan concepciones y prácticas que demuestran la  prevalencia de las concepciones discriminatorias y endoracistas. Existe el  testimonio de personas de piel negra que cuando eran alumnos de primaria,   ante la visita de los funcionarios externos  a su escuela, la maestra (también negra) alertaba que debían “recoger y esconder la bemba” frente las  autoridades como muestra de civilidad y urbanidad 13.
     En los medios de  difusión,  en programas humorísticos para  cabaret  son  habituales  los chistes donde se denigra  al negro- muchas veces realizados por humoristas negros,  su supuesta incapacidad intelectual y escaso  nivel cultural, su inclinación hacia la cleptomanía,  su adicción a las malas costumbres, etc; en  productos artísticos para el turismo y otros se reproducen estereotipos  raciales y prejuicios que perpetúan  la  subalteralidad de los negros y mestizos   dados más a la gozadera, al hedonismo, lo banal, lo superficial, la  cumbancha infinita, el toque de tambor sensual, la poca laboriosidad, la  hipersexualidad como atributo racial distintivo, la vida fácil y el vacío  espiritual- según se afirma en las representaciones que se difunden como gancho  propagandístico que folklorisa la cultura y la identidad nacional, hasta  reducirlos  a sustancias epidérmicas  que en nada son la expresión del verdadero  ser nacional más allá de los colores, sabores, olores e identidades que  conforman la cubanía y la cubanidad.  
     La mayor parte de los  muchachos y muchachas no blancos que en los 60 y 70 se dejaron crecer el pelo y  se hicieron un espendrum (síndrome Ángela Dewis), tenía una pretensión de  afirmación racial, de orgullo y rebeldía.   Eso ya no es así ahora en la mayoría de ellos, existen  personas orgullosas de su condición racial,  pero el pelo encrespado de los negros no les gusta, se lo desrizan y se lo  planchan. Muchos se declaran orgullos de su raza pero adoptan los símbolos y  atributos de los “blancos”. Es un fenómeno sociológico y psicológico complejo  donde la fuerza de la tradición y los estereotipos creados tienen un peso  avasallador. Incluso existen   entidades jurídicas y no jurídicas en otras  partes del mundo, que no les permiten a sus empleados usar el pelo rizo o afro  ya que “daña la imagen corporativa”. 
     Existen testimonios de  madres negras o mestizas colombianas, que envían a la escuela a sus hijas con  el peinado afro y al salir de las mismas han sido peinadas (al estilo  caucásico) por el personal docente. Al preguntárseles por qué lo hacen,  responden: porque es tradición de la escuela que los niños vuelvan limpios a sus casas ¿?.14 
     Cuando se pierde o  desvaloriza el orgullo de la pertenencia racial se crean las condiciones para  la crisis identitaria y la asunción de patrones y comportamientos  que consciente o inconscientemente  aceptan  la supremacía de unos sobre  otros. Se asume con resignación la dominación y hegemonía como un  acto natural y necesario. 
     Hay personas  afrodescendientes con cierta comprensión de su identidad fenotípica y, aunque  rechazan el modelo de dominación colonialista, no han podido desmarcarse de  comportamientos sociales que repiten el afianzamiento de la subalternidad como  paradigma de hegemonía cultural.
     Existen críticas de  académicos que se ocupan del tema, sobre el blanqueamiento que han sufrido las  pinturas y fotos de algunos de los más renombrados héroes nacionales de la raza  negra-como es el caso de Antonio Maceo, con el objetivo de acercarlo más al  color dominante, como muestra de pertenencia a un grupo racial que en realidad  no lo es.
     Se fortalece como  tendencia en el mundo la malsana práctica del blanqueamiento, particularmente  en África subsariana. Grandes  compañías  que lucran con la  pigmentación  artificial de los negros y  crean los estereotipos de la colonialidad blanca al estilo de Beyonce y Maikel  Jackson, entre otros muchos otros símbolos de esa cultura. Los atributos  “blancos” son asumidos como sinónimos de calidad suprema que debe ser imitada o  asumida. Millones de personas que tienen poco para comer y vivir, gastan sus  magros ingresos en diferentes cremas promocionadas desde las transnacionales  con la finalidad de cambiar “para mejor” el color de su piel. Se calcula que  más del 20% adquieren diferentes cánceres de piel por esa causa y aun así la  orgía blanqueadora no se frena. Llegar a parecerse a los blancos es la  prioridad suprema para no pocos, sacrificando dinero, salud  e identidad.
     En Cuba y muchos países  de la región y el mundo, uno de los productos más demandado por hombres y  mujeres es la Keratina, que a pesar de sus probados efectos cancerígenos, se  utilizan para “mejorar” el cabello, hacerlo más dócil y parecido al “pelo  bueno”.   
     Un  proceso parecido ocurre en los países de  población afrodescendientes de América Latina y el Caribe. Las ventas de  extensiones de cabello y alicer son un negocio muy lucrativo. Lasiado,  planchado y cambio de color del pelo-siempre  hacia lo claro o rubio, afinamiento de la nariz y los labios, transformaciones  en la pigmentación de la piel, uso de lentes de contacto verdes y azules y  otros, son prácticas crecientes en nuestras tierras. A ello se agrega el  incremento en la compra en más del 2,500% en el 2017 en los bancos de esperma  proveniente de Estados Unidos, para embarazos  tecnológicos, que permitan el blanqueamiento con genes de origen sajón y sí los  niños nacen rubios, con pecas y ojos azules se considera como la muestra  suprema de felicidad de la “raza superior”, la más inteligente y hacendosa,  según afirman. Para las familias es como una patente de éxito tener hijos así  de forma artificial.
     Se ha incrementado  además el alquiler de vientres para procrear con un sesgo racializado que en el  fondo reproduce los patrones discriminatorios. El alquiler de un vientre de una  mujer sajona norteamericana, para procrear, puede costar $200,000 mientras que  el de una afrodescendiente en el mismo país alcanza los $50,000 o sea la cuarta  parte del valor de una reproductora blanca alquilada. Lo que ocurre en Brasil y  República Dominicana, países con grandes poblaciones negras y mestizas,  es paradigmático en esta dirección. Igual que  se fabrican zapatos, se hacen niños para diferentes fines, incluyendo la  prostitución, violando cualquier precepto ético. Los retos hacia el futuro son  devastadores, de no tomarse las medidas necesarias por la comunidad  internacional. 
     Cuba no es ajena a las  distorsiones de la autoimagen de las razas y el endorracísmo. Lo que ocurre en  el mundo se materializa también en el país en diferentes magnitudes e  intensidades. Somos un país occidental, abierto al cosmopolitismo universal, a  sus luces y sombras. 
  1.6 Cambios en los 90 y su impacto en la equidad racial:
     Los actuales cambios  han ahondado las brechas de equidad por el color de la piel, fenómeno que  parecía  estar superado pero en realidad  se sumergió,  se transfiguró, se  invisibilizó en el discurso oficial y académico,  pero no llegó a resolverse como fenómeno  social. El racismo y la discriminación no se han eliminado.
     Con los cambios  económicos, el turismo internacional y la inserción al mundo globalizado la  blancura se ha fortalecido como categoría de poder y hegemonía que marca una  jerarquía racial ideologizada en la política, la economía y todo el tejido  social de la nación. El color de la piel tiene implicaciones económicas, acceso  a cuotas de poder y de bienestar en general.
     Persiste una brecha de  equidad racializada. Las desigualdades por el color de la piel se verifican en  diferentes aspectos.
  «No basta nacer en el mismo hospital, asistir a la misma  escuela y al mismo centro de recreación, si unos retornan al solar, al barrio  marginal, mientras que otros disponen de una casa sólida, padres con buenos  salarios y condiciones de vida muy superiores, situación esta última que no  caracteriza a la inmensa mayoría de los negros»15 .
     Existe una  tendencia a no reflejar estadísticamente las  diferencias raciales. Es algo que afecta seriamente la especificidad y  direccionalidad de la política social. La relación raza-pobreza;  raza-desigualdad; raza-empleo; raza-equidad;   raza-población penal; raza-indicadores de salud; raza-mortalidad  infantil; raza-expectativa de vida; raza-niveles de educación; raza-calidad de  la vivienda y medios de existencia; raza-violencia-incluyendo la de género y  familiar; raza- niveles de bienestar, raza-poder y otros, afecta la necesaria  determinación de políticas públicas y sociales focalizadas para grupos  específicos que gozan de la igualdad social del sistema socialista pero no de  la realización de las  oportunidades por  las asimetrías de los puntos de partida en relación a otros grupos humanos.  Ello invisibiliza las diferencias y no permite realizar las correcciones  necesarias en el diseño macro y microsocial. La no utilización de las  dimensiones anteriores puede seguir enmascarando el fenómeno de la equidad  racial y a la vez profundizar las diferencias hasta provocar anomias de mayor  envergadura. Lo mismo se pudiera decir para la valoración de la pobreza y la  desigualdad.
     Los negros en Cuba,  herederos de la trata y la esclavitud- a diferencia de los blancos, no tienen  árbol genealógico conocido-al decir del profesor Esteban Morales, como ocurre  con otros grupos étnicos, que han creado incluso diferentes tipos de  asociaciones con relaciones transnacionalizadas, con ventajas económicas y  existenciales adicionales; todavía   existe sobrerrepresentación de estudiantes blancos en la educación  superior y en las carreras de mayor demanda y beneficio social y personal;  predominio de mujeres negras como pobres y a la vez jefes de familias; mayor  presencia de negros y mestizos en barrios marginales o cuarterías; es menor la  presencia negra y mestiza en el sector emergente, turismo y cuentapropismo.   
     Los cambios en los 90  han ahondado las diferencias e inequidades sociales, generacionales,  territoriales  y raciales. Las  estadísticas fragmentadas e incompletas que existen relacionadas con la  variable racial expresan tendencias preocupantes sobre el ensanchamiento de las  diferencias en vez de su disminución.
     Los negros y mestizos  son más bien obreros que no se relacionan con los turistas con menor acceso a  propinas; el predominio de negros y mestizos en actividades de la industria y  la construcción del sector tradicional; la mayor presencia de blancos en los  grupos socioocupacionales calificados y de trabajo intelectual en el sector  emergente; el mayor acceso de blancos a empleos del sector emergente bien  remunerados a través de redes familiares y otras vías no institucionalizadas;  El aumento de la proporción de blancos en la medida que se asciende en el nivel  de dirección; la concentración de las remesas familiares en la población blanca  (las remesas llegan alrededor del 50% de los blancos, 25 % de los mestizos y sólo  el 10% de los negros. 2.5 veces más que a negros y 2.2 que a los mestizos); la  sobrerrepresentación de la población negra y mestiza en las viviendas más  desfavorecidas, los cascos históricos de las ciudades siguen siendo  mayoritariamente de los blancos; los blancos hacen uso del trabajo extra 2,7  veces menos que los negros y 1,7 veces menos   que los mestizos.
     En estudios de campo  realizados en Ciudad de la Habana y otros lugares, se manifiestan prejuicios  hacia los negros por parte de la actividad policial. Los informantes plantean  que cuando se juntan más de dos negros en un mismo lugar en las calles de la  ciudad, existe mucha más posibilidad de que la policía les pida los carnés de  identidad y les pregunte los objetivos que persiguen que si ocurre  lo mismo con personas blancas. La paradoja es  que los policías, la mayoría son negros 16.  En este caso es evidente como los estereotipos y estigmas influyen en las  conciencias de las personas e incluso la práctica del endorracismo.
     Aunque en fase de  superación, hasta fecha reciente la proporción de presentadores, locutores y  otros comunicadores públicos en los medios de difusión era de 20 a 1 en  relación a la representación de negros y mestizos. Algo similar ha ocurrido en  los diferentes centros de estudio y otras instancias del ejercicio del  pensamiento científico. Ya en estos momentos se aprecian avances sustanciales  en la presencia de la representación racial en varias direcciones lo que  permite la visualización de la policromía en los colores de la nación como  justicia histórica, unidad del ser nacional y orgullo de los grupos  invisibilizados antaño.
     Los llamados en Cuba,  Nuevos Ricos 17 relacionados  con el sector emergente, dueños de pequeñas y medianas empresas privadas,  propietarios de Paladares y Casas de Renta, Redes de transporte privado, Fincas,  gerentes privados de redes de compra- venta de mercancías que importan del  exterior y otros con acceso a importantes fuentes de capital de manera lícita o  ilícita son mayoritariamente blancos y reproducen los patrones raciales que  perpetúa una determinada segregación como estatus de abolengo, poder y  distinción. Una vez más se verifica que la blancura está asociada a la riqueza  por razones de herencia  histórica y  además aprovechamiento de las oportunidades del nuevo sistema a partir de las  ventajas en la pirámide social que-como regla  adquiere tonalidades más claras en la medida  que se asciende en ella.  Una vez más  clase, riqueza y raza se relacionan y complementan  como entes estratificados y reestratificados  en la sociedad cubana actual.
     La sociedad cubana  transita de la ideologización extrema a la pragmatización existencial emergente.  A diferencia de décadas anteriores caracterizadas por el igualitarismo  sustentado en la espiritualidad, en las condiciones actuales, han cambiado  incluso los patrones para las uniones matrimoniales, donde además de la raza  desempeña un papel fundamental el estatus económico de las partes. El amor cada  vez más tiene un sesgo economicista. Las castas se hombrean y entrebuscan unas  a otras –decía José Martí.
     Se mantiene el predominio  en Cuba de la endogamia racial (matrimonios y familias dentro del mismo grupo  racial). La mayoría de las parejas interraciales son más comunes entre los  pobres y los barrios marginales de composición racial mixta. Muchos padres y  madres blancos-de grandes virtudes y valores sociales reconocidos, siguen  considerando como una vergüenza escandalosa, que los hijos formen familia con personas  negras o mestizas. Entre los blancos de mayores recursos se acentúa la  endogamia racial y la preservación de la «blancura» como atributo de poder.  Los negros y mestizos de los grupos luminosos-especialmente  de la música, generalmente se casan con blancas –rubias.  Igual ocurre con los deportistas de ese grupo  social dentro y fuera de Cuba. Como  dice la película: los caballeros las prefieren rubias.  Esta tendencia es menor en las mujeres negras  y mestizas de igual estrato social. 
     Otro elemento importante  es la raza y los indicadores de salud. Aunque no existen estadísticas públicas  de amplio acceso para las investigaciones, determinados científico han  inquirido sobre esta importante variable. Algunos  estudios hacen alusión además, a diferencias en algunos indicadores de salud  relacionados con expectativas de vida y mortalidad infantil a partir del color  de la piel. Ello puede explicarse por la relación raza-pobreza,  fundamentalmente.
     El color de la piel se  revelaba como un diferencial de mortalidad que hace depositaria a la población  no blanca, de una clara desventaja. Ello se relaciona con el color de la piel,  la pobreza y las  ataduras sociales  reales por herencia sociocultural o no desarrollo de las potencialidades  intrínsecas por diferentes causas. La mortalidad de los niños no blancos  menores de un año es superior a los blancos. Es mayor la cantidad de niños con  bajo peso al nacer negros que blancos. La esperanza de vida de la población no  blanca es casi dos años inferior a la blanca. La mujer no blanca sobrevive  3 años menos que las blancas. En el caso de la  mujer negra rural es más serio el problema. La mortalidad materna entre los 15  y 39 años es superior en las mujeres no blancas. Existe una sobrevulnerabilidad  de la población negra en la tercera edad.18 
     Al decir del  investigador Guanche, “Lo que enseña el color de la piel como diferencial de la  mortalidad en Cuba es que, a pesar del significativo progreso experimentado  como resultado de una voluntad política explícitamente orientada hacia la  erradicación de las desarticulaciones sociales, las tendencias de los  indicadores generales enmascaran la persistencia de inequidades y la evolución,  que se produjo a diferentes velocidades, no fue sino la expresión neta de una  desigualdad social que imprimió su sello en la clara  desventaja de la población no blanca hoy, en  términos de su capacidad de supervivencia”. 19 Lo anterior es válido para los negros y los blancos pobres.
     El silencio sobre el  tema racial, el tema tabú como antes ya no existe. Se asiste en las condiciones  actuales a una revalorización del tema del racismo y la discriminación, primero  desde el mundo académico y más lentamente desde los decisores políticos, que si  bien no tiene la fuerza material y simbólica de lo que se hace  con el movimiento LGTBIQ en la reivindicación  de sus derechos y la reparación de las injusticias cometidas, sí se aprecia una  creciente toma de conciencia sobre la necesidad de su priorización y atención  en la agenda pública y con total transparencia y objetividad de forma integral.  En fecha reciente la máxima dirección del país ha reconocido la seriedad del  problema de las desventajas de los negros y mestizos y el compromiso de “no  retroceder ni un milímetro en lo avanzado”  en la atención de este asunto de alcance estratégico para la nación.
     En la actual IX  Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular en Cuba,  el 2018, el 40,49 de los Diputados (as)  elegidos son negros y mestizos. En el Consejo de Estado la representación   alcanza el 45,2%. Ello sin dudas es un  avance sustancial en el camino de la equidad. 
     Pero no basta promover  en las jerarquías sociales a negros y mestizos a partir de la cantidad de  melanina en la piel. Eso es importante pero no suficiente.  Es necesario fundamentalmente, efectuar los  cambios estructurales-institucionales que superen las herencias ancestrales de  desventaja social y  equiparen los  niveles de desarrollo entre los diferentes grupos sociales en la totalidad de  sus miembros y no solo en una parte de ellos.
     A pesar de las  políticas de igualdad social y racial desarrolladas por la Revolución en estos  años con fuertes impactos en la erradicación progresiva de las prácticas  racistas, discriminatorias y autodiscriminatorias, heredadas de la república  capitalista profundamente desigual y excluyente,  han emergido en el entorno actual,  fenómenos discriminatorios por el color de la  piel que deben tener una prioridad en las políticas públicas y sociales. En  general,  convivimos “juntos pero no  revueltos”. Para alcanzar la justicia toda, se necesitan cambios que lejos de  aumentar la brecha entre los grupos humanos, los acerquen cada vez más. Ese es  el Socialismo al que aspiramos como expresión de la justicia plena.
  CONCLUSIONES: 
     Las brechas de  desigualdad y pobreza están matizadas por el color de la piel aun, lo que  deberá tener la máxima atención en el diseño e instrumentación de las políticas  sociales   para estos grupos en desventaja social. A la  universalidad del desarrollo social le ha faltado una mayor focalización en  dependencia de los puntos de partida de cada grupo social y sus necesidades y  potencialidades específicas. Cualquier rectificación de las concepciones de  desarrollo nacional que se determine aplicar debe partir  de esas realidades sí se quiere     superar  las herencias mutiladoras que hasta hoy lastran la verdadera inclusión con  igualdad de oportunidades y empoderamiento para todos independientemente del  color de la piel y otras dimensiones presentes en la desigualdad.
     La igualdad formal de  oportunidades a partir de diferentes puntos de arrancada de los grupos sociales  se convierte en una ilusión romántica,  un  factor que perpetúa la desigualdad y la inequidad al no contar con las  competencias para realizar las potencialidades existentes. Se necesita combinar  el universalismo en las políticas sociales y la focalización en dependencia de  las necesidades específicas a través de un proceso de empoderamiento que  combine el saber, el poder y el ser.
     Dentro de las  principales direcciones para eliminar los sesgos discriminatorios y repotenciar  la inclusión de negros y mestizos en igualdad de posibilidades, el autor  sugiere: