Contribuciones a las Ciencias Sociales
Diciembre 2011

"LA MODERNIDAD BURGUESA CUBANA: PRECISIONES PARA UN CONCEPTO”



Sira Delia Varona Vega
Yaima Rodríguez Gonzáles
sira@suss.co.cu
Universidad de Sancti Spíritus "José Martí"



RESUMEN

La modernidad, proceso universal y contradictorio que en los últimos tiempos se ha convertido en punto de referencia para la investigación social, será el objeto de la reflexión del presente trabajo. Contextualmente, se parte de la precisión de sus características fundamentales: el imperio de la razón sobre la fé medieval, la creación de las condiciones objetivas para la delimitación de la individualidad en la colectividad humana, la consolidación de las relaciones mercantiles de producción; y del entorno polarizante en cuyos marcos se fueron abriendo paso en la historia.

La modernidad burguesa cubana, parte de la universal, madura en diálogo crítico con las condiciones históricas de una nación que se consolidó en la lucha anticolonialista y en la asimilación creadora de las tendencias filosóficas y políticas que definieron a la modernidad burguesa universal.  

El presente trabajo explica, a partir de la obra de uno de los intelectuales más trascendentales del siglo XIX: Enrique José Varona (1849 – 1933) las características y directrices  fundamentales de la modernidad burguesa nacional. Se asume como objeto de estudio la obra de un pensador que defendió las potencialidades de la modernidad burguesa para la emancipación humana hasta la década del veinte del propio siglo; pero finalizó su vida académica convencido de su agotabilidad histórica.



Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Varona Vega , S.; Rodríguez Gonzáles, Y.: "La modernidad burguesa cubana: precisiones para un concepto", en Contribuciones a las Ciencias Sociales, diciembre 2011, www.eumed.net/rev/cccss/16/

El  orden económico capitalista  liquidó  la  estructura económica y la superestructura  política y jurídica del orden feudal, a la  fragmentación le  antepuso la consolidación del Estado – nación.   y  la divinización del universo, fue  sustituida por la visión racionalista de la naturaleza.
 
La transición social hacia las relaciones mercantiles, que el capitalismo convirtió en predominantes, estuvo precedida por la reestructuración epistemológica que  justificó y catalizó los nuevos cambios y  liberó al hombre de todas las  ataduras al transformarlo  en protagonista,  libre e  ilustrado  de  sus procesos sociales. Por otra parte, en sus marcos convirtió a la razón y al derecho  en obligatorios  mediadores  de  las  multivariadas relaciones humanas.

El liberalismo y  el racionalismo  fundamentaron  la nueva concepción del universo, que sintetizó las emergentes  relaciones humanas, en cuyos marcos, los individuos  y la ciencia constituyen   las principales fuerzas del universo, de igual manera, con ellos la interdependencia e interpenetración económica suplió a la desintegración económica medieval.

El esquema feudal fue desplazado por el capitalista que ampliaba las condiciones objetivas para la definición ininterrumpida del individuo  en la sociedad.

En los marcos de las  nuevas relaciones sociales,  los conceptos: lo moderno, modernizar, sociedad moderna, pensamiento moderno, entre otros, fueron cada vez más  recurrentes y consustanciales a su nueva esencia. .

El presente trabajo, desde el análisis de la obra de uno de los pensadores cubanos más sistematizado del siglo XIX: Enrique José Varona, explica las particularidades de la modernidad burguesa nacional Para lo cual se precisan los conceptos de moderno, sociedad moderna, pensamiento moderno, modernidad y se puntualizan la esencia  universal y contradictoria de la modernidad burguesa.

Ser moderno fue  la condición indispensable de la eficiencia económica – factor determinante del éxito de los propietarios individuales - en tanto producir por debajo del costo social constituía el principal estímulo de la producción capitalista, por lo anterior, la incesante introducción de los adelantos de la ciencias en la actividad  se convirtió en uno de los principales rasgos del sistema capitalista desde su aparición en la historia.  

La sociedad moderna, el paradigma de los  pensadores que definieron al capitalismo como la nueva organización humana – antítesis de la medieval- predominantemente anticlerical y laica,  símbolo de la libertad, la igualdad, la fraternidad, la dignidad humana,  asentada en el respeto de los derechos de todos los miembros de la sociedad a los cuales declaró iguales ante la ley; sociedad que, junto a la liquidación  de  la compleja estratificación clasista feudal, terminó con la supeditación de las instituciones sociales a los designios de la Iglesia, con la subordinación de la razón a la fé.

Por su parte, por pensamiento moderno se conoce el movimiento teórico, epistemológico y cosmovisivo  que sustentó la liquidación  del esquema de pensamiento feudal  y el afianzamiento del nuevo, el cual  asumió a la razón y al hombre como los principales objetos de su preocupación teórica y que ofreció nuevas interpretaciones a antiguas interrogantes histórico – filosóficas: el problema del origen y el método del conocimiento, la definición de la naturaleza de lo humano; la búsqueda de respuestas a la pregunta sobre la redefinición de las formas organizativas democráticas a la luz de los cambios que se suscitarían en los fundamentos del feudalismo.  

En la literatura especializada, el concepto modernidad  es la síntesis teórica que distingue el  enfoque de organización  económica, política, cosmovisiva, moral,  artística, científica, tecnológica, entre otros aspectos; que hizo de la igualdad, la libertad, la democracia, la racionalidad,  la tolerancia, la legalidad e ilegalidad,  la institucionalidad, la ciudadanía, entre otros,  sus valores fundamentales y que les otorga nuevos contenidos y sentido.    

La modernidad   se define en su oposición esencial con la postmodernidad. Si el primero es el ideal contrastante de  la divinización medieval del universo, el segundo, su realización en los marcos de unas relaciones de producción que lejos de liquidar la explotación del hombre por el hombre, solo las simplificó. Son dos momentos de un mismo esquema de la actividad socio histórica.

El citado proceso caracteriza el período  progresista y humanista  del capitalismo  en cuyos marcos, los ideales ilustrados, corporaciones teóricas que condensaban las relaciones feudales en degeneración histórica y el nacimiento  de un nuevo sistema de realización de la esencia humana, se fueron abriendo paso en contraposición con las relaciones económicas de producción que condicionaban la concentración de la propiedad en un polo y de la miseria y la depauperación histórica en el otro.

La consolidación de la modernidad burguesa es un proceso contradictorio que incluye en sí mismo la interiorización de las dicotomías entre la racionalidad pensada en contraste con el medioevo y  la naturaleza polarizante de la economía capitalista que en su asentamiento los convierte en formales y desbordantes de su esencia.

La  postmodernidad es  el despliegue y la agudización extrema  de las   contradicciones internas de la modernidad burguesa y la toma de conciencia teórica de sus manifestaciones en las distintas esferas de la sociedad.  

Según el filósofo alemán Jurgen  Habermans, la modernidad, como fenómeno filosófico-social, ha producido un cambio en la relación que existía entre filosofía y ciencia y hombre como ente social impulsor de las transformaciones. La filosofía al comprender este nuevo paradigma se convierte en crítica y concibe y entiende al hombre como un elemento reflexivo de la actividad social. Con respecto a la ciencia,  establece que ésta ha de acercarse a las cuestiones prácticas, por lo cual es necesario propiciar una comunidad de igualdad comunicativa para así cerrar la fisura existente entre práctica y teoría. La modernidad es, por tanto, un momento en la historia en donde el conocimiento teórico y el conocimiento experto se retroalimentan de la sociedad para transformarla.

En lo filosófico, la modernidad burguesa nació en la crítica de  los presupuestos epistemológicos,  axiológicos e ideológicos medievales, la búsqueda de las vías para trascender la  supeditación de la razón y el hombre a los designios de lo sobrenatural y en el enfrentamiento a la  preponderancia de la Iglesia en la sociedad.  

El nuevo proyecto de la actividad humana, enaltecedora de la razón, la libertad y el hombre nació en los marcos de los adelantos científicos que contradijeron la concepción religiosa del mundo y determinaron la aparición de apreciaciones cosmovisivas nuevas y más ajustadas con el progreso de las ciencias y las gestantes relaciones de producción.

La formulación de las leyes de la Mecánica   Clásica: la ley de la gravitación universal por el genial naturalista Isaac Newton, el desarrollo de las concepciones químicas por Boyle, las concepciones físicas de William Gilbert, los adelantos de la biología de William Harvey, los estudios legados por los filósofos Cartesio y Leibniz en las matemáticas, la mecánica, la física y la fisiología son los procesos de las ciencias naturales que compulsaron la transición de la cosmovisión religiosa feudal a la nueva concepción del mundo, dentro de la cual, el hombre y la Ciencia se establecían, continuamente, en los principales sujeto – objeto del conocimiento humano.

La teoría de los ídolos de Francis Bacon (1561 – 1626) y la duda cartesiana marcaron la transición  hacia la racionalidad ilustrada que maduró en la cultura europea con  distinciones en sus interpretaciones según  las demandas nacionales, la tradicionalidad filosófica, la profundidad de los procesos revolucionarios burgueses, las peculiaridades del desarrollo científico y las fortalezas políticas de las burguesías en los distintos contextos históricos referenciales.

Referente a la cuestión del origen y método del conocimiento el movimiento preparador de la modernidad burguesa se bifurcó en dos tendencias;  que pese a ser tradicionales en la historia de la filosofía, adquieren nuevas dimensiones en la etapa que se estudia: el sensualismo inglés con sus apreciaciones materialistas e idealistas de los siglos XVII y XVIII y el racionalismo cartesiano que tuvo en el enciclopedismo francés del XVIII   y la Filosofía Clásica  Alemana ,  a sus principales representantes.

Junto a las problemáticas teórico – cosmovisivas que sentaron las bases de la modernidad burguesa; las nuevas condiciones económicas, fundamentadas en la producción mercantil y la libre competencia en contraste con el aislamiento económico - político  y la preponderancia de la Iglesia como institución aglutinadora de la vida medieval, se conformó el nuevo ideal político social, atemperado a las relaciones de producción en formación, las cuales se apoyaban en la necesaria interrelación entre los actores productivos y las regiones económicas.

El materialismo inglés del siglo XVII y el enciclopedismo francés con su resuelto enfrentamiento al poder político eclesiástico conformaron las bases de la doctrina social de la modernidad burguesa. De tal manera, se defendió la idea de que el absolutismo feudal se sustituyera por formas de gobiernos más democráticas y defensoras de los intereses de los integrantes del tercer estamento.

Si desde la cosmovisión medieval, el estado era uno de los engendros de lo sobrenatural; la nueva filosofía lo definía como una institución social gestada por determinadas condiciones sociales. Por ejemplo,  el filósofo inglés Hobbes  definió que la sociedad humana transitó del estado natural, caracterizado por el caos y las luchas descarnadas entre los miembros de la colectividad al estado artificial de la armonía y la concordia, por la renuncia voluntaria de los individuos a las libertades y derechos que cedieron al Estado.

Significa, que la modernidad burguesa es el imperio de la razón en la búsqueda de la explicación de la esencia de lo cognitivo como el proceso que se desdobla en la contradicción sujeto – objeto y la definición de la génesis y naturaleza del Estado, institución fundamental que concentra las relaciones políticas sociales.

Las problemáticas epistemológicas y sociales que concentraron el pensamiento inglés y francés de los siglos XVII y XVIII; también constituyeron el centro de las reflexiones teóricas de la intelectualidad alemana de los inicios de las últimas décadas  del XVIII e inicios del XIX. Sus representantes, a diferencias de sus antecesores, las trasladaron al pensamiento teórico.

De tal manera, la búsqueda de la síntesis teórica; como fundamento racional de la nueva lógica del proceso cognitivo, aglutinó a los pensadores alemanes de la segunda mitad del siglo XVIII e inicios del XIX  en la Filosofía Clásica Alemana. Fue Guillermo Hegel (1806 -1831) su máximo representante; el pensador en cuya obra, algunas  de las interrogantes que ocuparon a los filósofos ilustrados  que le precedieron, encontraron respuestas desde  la separación y consiguiente  anteposición del pensamiento a la realidad objetiva.  

La contradicción entre su método dialéctico propugnador de la transicionalidad continua y su sistema que establecía límites en la historia del universo; asimismo, su conservadurismo político, expresión de las ambivalencias y compromisos políticos  de la burguesía alemana en su revolución engendraron las necesidades del paso a enfoques filosóficos más afines con las demandas del progreso científico y la historia de la sociedad.

Desde su muerte, Guillermo Hegel  se convirtió en uno de los referentes más notables de los pensadores que le sucedieron: unos sublimaron sus facetas más oscuras conduciéndolo a concepciones irracionalistas; otros, desde el cuestionamiento de sus inconsecuencias asumieron, implícito o explícitamente,  su idea de la transicionalidad universal.

Después de su desaparición física y la desintegración de su escuela a partir de la segunda mitad del siglo XIX, la modernidad burguesa continuó cristalizando  sus fundamentos epistemológicos a partir del enjuiciamiento de las bases teóricas de la Filosofía Clásica Alemana y en  contrapunteo teórico  con el marxismo, doctrina filosófico – política definió sus límites históricos y lo trascendió al erigir una nueva concepción esencialmente  asistemática e interesada en la búsqueda de los nuevos caminos de la emancipación humana. 

Las relaciones sociales que  sustentaron a la modernidad  se internacionalizon a partir del afianzamiento de las relaciones de dominio de los centros de poder sobre las regiones geográficas menos desarrolladas. Estos países se convirtieron  en sus  fuentes abastecedoras de materias primas y mercado seguro.

El predominio de la cosmovisión racionalista,  la tecnificación del trabajo, la definición  continua del hombre como protagonista de  los procesos sociales en los marcos de sociedades, que por su naturaleza  condicionan la desigualdad social imprimen un sello especial a la consolidación de la modernidad burguesa.

La conquista y colonización que incorporó al Nuevo Mundo a la dinámica internacional del afianzamiento capitalista también   universalizó el esbozo racionalista que lo caracterizó, de tal manera le imprimió una marcada diversidad teórica, económica y política. Si la naciente burguesía europea que se preparó para protagonizar las grandes revoluciones en la citada zona geográfica, sustentaba sus intereses en la resuelta crítica del pensamiento medieval; ella misma utilizó el escolasticismo para justificar la esclavización de los llamados nuevos territorios

Según la concepción de Habermans, estudioso de la modernidad, la misma nunca es completa  pues lo nuevo se va reconstruyendo desde diversas formas, dependiendo de los tiempos. Mientras más lejos se está de sus paradigmas universales históricamente reconocidos más  se puede observar que la modernidad surge, de manera endógena, de las relaciones cara a cara de los entes sociales. A la inversa, mientras más lejos se está de lo pretérito, las normas se generan desde afuera a través de mecanismos expertos e impersonales que se van instalando en la sociedad.

Cuba, como parte de América Latina, construyó  su modernidad  desde la reflexión crítica de los fundamentos teóricos de la modernidad burguesa. Ella fue la toma de conciencia de las contraposiciones esenciales entre el sistema de valores burgueses elaborados por los ilustrados, que expresaban la superioridad de las relaciones económicas de producción capitalistas sobre las feudales, y las desigualdades económico – políticas y sociales que las caracterizaron.

Además es el enfoque liberador humano en la Isla durante el siglo XIX hasta la década del veinte del propio siglo  cuando la lógica internacional sistémica destruyó la infraestructura económica del capital nacional.

La racionalidad moderna endógena maduró en la reflexión teórica de los problemas contextuales de la región: enjuiciamiento del dominio colonial  español,  la   interpretación crítica del sensualismo y el racionalismo ilustrado europeo, la valoración del espiritualismo  de Cousín, intérprete irracionalista de las limitaciones teóricas del sensualismo inglés de los siglos XVII y XVIII y el racionalismo francés y alemán de los siglos XVIII e inicios del XIX respectivamente.

Dentro de la intelectualidad comprometida con el destino del país, por la profundidad, sistematicidad e impronta de sus planteamientos sobresalen figuras tan prominentes como José Agustín Caballero (1762 -1835), Félix Varela (1787 – 1853), José de la Luz y Caballero (1800 – 1862), la pléyade de patriotas que protagonizaron y dirigieron los procesos revolucionarios anticolonialistas de la segunda mitad del siglo XIX: Carlos Manuel de Céspedes, Ignacio Agramante, Antonio Maceo, Máximo Gómez,  José Martí (1853 – 1895), Enrique José Varona (1849 – 1933).

El impacto del bonapartismo en los procesos revolucionarios de Europa,  la filosofía especulativa de Víctor Cousín, - expresión filosófica de las conciliaciones clasistas de la Francia de la restauración - el auge y  triunfo del proceso emancipador continental; junto  a las dicotomías esenciales  entre el espíritu emancipador ilustrado y las estrecheces sociales para su consolidación fueron los presupuestos  que enmarcaron las propuestas filosóficas y políticas de aquellos que sentaron los primeros fundamentos de la modernidad burguesa cubana: José Agustín Caballero, Félix Varela (1787- 1853) y José de la Luz y Caballero (1800 – 1862)

La antinomia sensualista – racionalista europea, la antítesis entre las potencialidades democráticas emergentes del sistema que; por primera vez, potenció que el hombre trascendiera del colectivo y se afianzara como sujeto activo; y las estrecheces impuestas por la lógica sistémica; condicionaron la maduración de los primeros representantes del pensamiento cubano.

El  ideal republicano – democrático endógeno; contrario dialéctico de la supeditación económico, político, social, ideológico de la Isla a la metrópolis, es la síntesis de los ideales universales de la modernidad burguesa y tiene su principal objetivo en constituir la sociedad libre, equitativa, laica, democrática, incorporadora de todos los miembros de la nación cubana, fundamentada en la unidad, la pequeña propiedad privada,  la libre competencia,  el trabajo honrado y creador, la educación de sus habitantes  en las ciencias y la moral.

El humanismo  burgués cubano fue el  contenido esencial del ideal republicano – democrático burgués cubano, consiste en  la consolidación de las condiciones materiales y espirituales  imprescindibles para garantizar  la liberación del hombre   de las ataduras económicas, políticas, cosmovisivas, ideológicas¸ emergentes del dominio colonial capitalista impuesto a la nación;  ataduras que  supeditan su actividad sociohistóricas a fuerzas externas. El humanismo nacional es la consolidación ininterrumpida del activismo creador y liberador humano.

Uno de los paradigmas de la modernidad cubana fue Enrique José Varona (1849 – 1933) una de las figuras más importantes en la Primera República Dependiente (1901 – 1934), pensador que desde el legado ilustrado cubano de la primera mitad del XIX, el cual asumió  en el. espíritu de la Ciencia y el esquema civilizador positivista continental, preponderante en América Latina desde la segunda mitad del XIX hasta la década del veinte del siglo XX; diseño su programa reformador burgués alternativo a la política  neocolonial capitalista.   

En lo filosófico, Enrique José Varona a partir de sus  estudios de los adelantos de la biología y la incipiente psicología de  su tiempo, continuó con la tradición de los primeros ilustrados cubanos y definió las limitaciones del conocimiento sensorial en el proceso cognitivo humano y la superioridad esencial del conocimiento racional, además, profundizó en la valoración de la esencia de la Filosofía dentro del sistema de saberes humanos  y la naturaleza cualitativamente superior  del hombre  dentro del mundo animal.

El culto a la Ciencia, El hombre y la Razón humana, la crítica al escolasticismo, el enfrentamiento a la religión desde las posiciones de cierto ateismo científico – naturalista, el enfrentamiento al deductivismo lógico,  la lucha por la construcción del capitalismo independiente nacional a partir del enjuiciamiento crítico de las relaciones de producción capitalista en su fase imperialista y, para la década del treinta del siglo XX, la  significación que hizo de la agotabilidad histórica del sistema convirtieron  a Enrique José Varona en uno de  los representantes más importantes de la modernidad burguesa nacional.

Su obra  expresa la contradicción que caracterizó la década de los noventa del siglo XIX  y el primer tercio del siglo XX en la construcción y realización de la modernidad burguesa cubana: entre las potencialidades liberadoras del ideal republicano – democrático burgués nacional, expresión sintetizada de la modernidad burguesa cubana, y la  continua degradación de sus  fundamentos económicos, políticos, culturales a nivel universal.

El optimismo gnoseológico predominó en su pensamiento. Varona interpretó el conocimiento como el  proceso histórico, contextualizado por las necesidades sociales, de acercamiento ininterrumpido de los sujetos sociales a los objetos,  Además reconoció las potencialidades inagotables de los sujetos cognoscentes para asumir racionalmente la realidad objetiva.

Por la forma de presentación de sus ideas filosóficas y políticas, Varona  se inscribe en el estilo del positivismo continental en su variante socialdarvinista. Es cierto que los principios metodológicos que expone en su artículo El imperialismo a la luz de la sociología (1905) son socialdarvinista: la sociedad es un conglomerado de individuos que se desarrolla por la acción de las leyes biológicas y que similar a estos atraviesa por las fases de gestación, maduración y muerte, la lucha por la supervivencia es la ley fundamental del progreso histórico y causa de la constante trasgresión territorial, las organizaciones mejores adaptadas, cuyo desarrollo no se ha visto interrumpido por factores externos están llamadas a absorber a aquellos que por diversos factores externos han interrumpido su normal desenvolvimiento social.

Sin embargo, en el mismo artículo que se cita y en otros :”El azúcar y los optimistas”(1887),“El bandolerismo”(1891),:²El fracaso colonial de España².(1896), ²Cuba después de un año de guerra,(1896), ²La opinión de los cubanos y el mensaje de Cleverland², (1896), ²Se aprieta el nudo², (1897),²La política cubana de los Estados Unidos², (1897), ²Mirando hacia adelante²,(1899),²Las juntas de educación²(1901), “El imperialismo Yankee en Cuba”, (1922), entre otros; el pensador explicó las perspectivas emancipadoras nacionales en los marcos de la lógica y la dinámica del capitalismo en su fase imperialista, lo cual evidencia que sus valoraciones trasgreden los estrechos marcos de socialdarvinistas.

Por otra parte, en sus Conferencias Filosóficas de la década de los ochenta , Varona utilizó los resultados de la biología y la psicología en función de explicar las particularidades y diferencia cualitativa del conocimiento sensorial humano, el impacto de la razón en esa fase de la aprensión teórica del objeto .Es decir, lejos de intentar reducir la sensoriedad humana a sus formas inferiores, el pensador a partir del incipiente desarrollo de la fisiología valoró la s distinciones  de la sensoriedad humana.

Asimismo, contrario al predeterminismo de Spencer, declaró al hombre un ente  libre y capacitado para  conocer las limitaciones objetivas que pudieran obstaculizar  su actividad social y con plena disposición y posibilidades para   rediseñar constantemente sus esquemas de acción  en consonancia con los cambios que pudieran ocurrir en la  circunstancialidad objetiva;  “(..) el hombre no es libre, pero se hace libre. Empieza obedecer; acaba por escoger; pero no escoge por capricho, escoge determinándose (..)”

Con profundidad valoró  el problema de la religiosidad y las causas que la originaron. El intelectual  antepuso  a las intenciones de Augusto Comte y de Herbert Spencer  de conciliar la Filosofía y la Religión su visión científico naturalista sobre el origen y las causas de la conciencia religiosa.

Por otra parte, Varona enriqueció el legado de los ilustrados cubanos de la primera mitad del siglo XIX, quienes  desde la reinterpretación del principio escolástico  de la autoridad divina delimitaron la esencia y funciones de las citadas formas de la conciencia social, según su objeto del reflejo: la primera la primera persigue obtener la verdad científica y la segunda la verdad teológica; de acuerdo a la forma de reproducción del objeto: la filosofía por medio de los métodos científicos, la religión a través del estudio creador de las Sagradas Escrituras y el ejercicio de los Santos Sacramentos.

A partir de su ateismo científico – naturalista Varona explicó  que la divinidad era la expresión sintética de  las limitaciones cognitivas humanas,  ontologizadas y  personificadas en  lo sobrenatural  y base del culto y la veneración humana.   

En las sociedades, se generan ciertas relaciones cosmovisivas   alrededor de lo sobrenatural, dichas relaciones  se  concentran e institucionalizan en el poder eclesiástico. Al definir la esencia del poder eclesiástico  especificó;  “(..) uno y otro poder centuplican así su fuerza y su trabajo, sobre los sentimientos de los que les están subordinados (..)”

Para Spencer el desarrollo de la sociedad no ocurría de forma brusca a través de saltos, sino que el progreso sociohistórico constituía un proceso de acumulación paulatina de las nuevas condiciones de la sociedad. El evolucionismo spensariano está en la obra de Enrique José Varona y condicionó sus contraproducentes posiciones políticas en los distintos momentos de la Isla desde los finales del siglo XIX hasta la década del veinte del propio siglo: su larga permanencia en el partido autonomista pese a  sus discrepancias con su programa político, el rediseño de su proyecto de reformas sociales e intentos de ponerlo en práctica después de los acontecimientos de 1906 que le mostraron los cambios estructurales acaecidos  en los fundamentos de la modernidad burguesa, su asunción de la presidencia durante el gobierno de Mario García Menocal, cuyo proinjerencismo era esencialmente opuesto a su ideal reinvindicador de las naciones no industrializadas,  la lenta comprensión del peligro del imperialismo estadounidense para la democratización de la modernidad burguesa que se propuso realizar a partir de su programa de reformas.

El evolucionismo varoniano es fruto de  las interpretaciones que realizó  el autor de las  revoluciones religiosas, las cuales causaron  la diferenciación del cristianismo aglutinadas en la veneración de lo sobrenatural y sus valoraciones de los movimientos revolucionarios independentistas latinoamericanos de las primeras décadas del siglo XIX; los cuales, según su definición, sólo  sustituyeron  las antiguas relaciones coloniales por nuevas formas de dominación  bajo el mismo liderazgo  de las oligarquías nacionales latinoamericanas, sector clasista orgánicamente ligado al capital internacional.

Según sus palabras; “” (..) Básteme recordaros la gran reforma religiosa iniciada por Jesús? Quien hubiera podido reconocerla al cabo de dos siglos , en medio de los heterogéneos elementos que debía a su contacto y pugna con las religiones enemigas? Y en lo político, ¿Cómo no recordar las revoluciones de la América Latina, que parecen derrocarlo todo, y pasadas las primeras y grandes conmociones poco a poco van dejando al descubierto el mismo antiguo régimen, decorado con nombres nuevos?”

El consustancial racismo socialdarvinista, justificador de las formas de dominio por la supremacía de una raza por otra;  no predominó en sus valoraciones, pues en su obra lo social es el encuadre de todos los procesos que analizó y convirtió en objeto de sus valoraciones; pero   emergió, contextualmente,  en algunas de sus reflexiones,  en las cuales sobrevaloró  el factor biológico en el hombre. 

Contextualizado por las derivaciones cosmovisivas del desarrollo científico – naturalista y las  nuevas problemáticas que emergían de las especificidades históricas, que enmarcaron la obra de Varona; el pensador  asumió lo biológico y lo social como los dos factores fundamentales de lo humano. Varona definió lo biológico como una de sus condiciones y lo social, el principal fundamento.  

Regularmente, en Varona lo social determina las tendencias del proceso cognitivo, el perfeccionamiento continuo  anatómico – fisiológico del hombre  que lo hace apto para el reflejo psíquico – consciente.

De acuerdo con sus palabras; “(..) El hombre sólo es hombre en el trato de sus semejantes, por eso sus emociones más gratas ó más dolorosas, las mejor definidas, las que dejan trasoí las huellas más duraderas son debidas a la comunicación social”

Según el intelectual cubano  la contextualizad que enmarca la actividad humana define la esencia y las tendencias del progreso moral y científico naturalista. El autor encontró en la  historia, particularidades y  dinamismo  de la modernidad burguesa las causas de las  polarizaciones regionales que la caracterizaban y le otorgaba desniveles en su dinámica interior.

La conciencia colectiva, según su opinión,  de cada período expresa las contradicciones y tendencias históricas de la circunstancialidad social que  enmarca la actividad humana. Los cambios objetivos que ocurran en el entorno social impactan en la vida espiritual ; (..) la opinión: nace de las circunstancias objetivas y a ellas se acomoda, en virtud de las impresiones que hacen estas sobre esa especie de conciencia colectiva de cada pueblo (..)”

Sin que llegue a constituir una conceptualización teórica completamente elaborada, en su obra implícitamente está la idea sobre el papel determinante  de las condiciones sociales sobre la vida espirituall. En uno de sus escritos, el notable intelectual definió; “ (..) La industria no puede dar un paso sin dividir de algún modo el trabajo; aquí división es cooperación; para llegar de la industria al arte es forzoso que la primera haya adquirido cierta amplitud, por tanto, que sea mayor la cooperación (..)”

La constante presencia de lo social como trasfondo de lo humano  en los escritos de Varona, permite distinguirlo  dentro  del positivismo universal y el continental.

Dentro de las tendencias filosóficas predominantes en América Latina desde los finales del siglo XIX  y el primer tercio del XX, Varona sobresale como aquel pensador, cuya obra, por su forma de presentación se afilia  al esquema positivista continental y por su contenido es trasgredente a la tendenciia positivista continental.

Al respecto, uno de los estudiosos de las ideas, Francisco Larroyo explicita;  (..) Varona supera al comtismo y spenciarismo, pero sin ruptura oportunista, sin estridencia ruidosa; es de cierto, una de las figuras más prominentes representativas del positivismo en América (..) De Comte, con decorosa burla, rechaza todo constructivismo, cuyo extremo es la prédica de una nueva religión, la religión de la humanidad. De Spencer, rechaza, con dejo volteriano, la optimista idea del progresivismo humano (..)” 

La propuesta de reformas sociales de Varona, concebida por el autor para democratizar las estructuras democráticas de la modernidad burguesa, la cual motivado por la concentración extrema de la producción en la nueva fase del sistema degeneraban continuamente; se apoyaba en su tesis sobre la esencia transicional de la época; “(..) Vivimos ciertamente una época de transición; y sería difícil bosquejar en todas sus partes la concepción cabal del universo y el hombre que pueda presentarse como el resultado definitivo de la labor mental de nuestro tiempo (.. )”

Las naciones no industrializadas  con economías deformadas, vulnerables a los cambios estructurales del capital internacional, con estructuras económicas semifeudales y dependientes de la agricultura, a través de la puesta en práctica de programas reformadores durante el período de tránsito, democratizarían las estructuras de la  modernidad burguesa y posibilitarían que la misma ajustara su dinámica  a sus valores iniciales.

La asunción varoniana del liberalismo como ideología emancipadora a finales del siglo XIX e inicios del XX, cuando la  dinámica capitalista objetivamente lo degradaba debido a los cambios en la economía, estuvo condicionado por factores endógeno y exógeno del desarrollo social.

En lo  exógeno: el sacudimiento de la economía capitalista por los efectos de la ascendente  concentración monopolista  comenzaron en la segunda década del siglo XIX, con la Primera Guerra Mundial, ----, y la Crisis Económica de la década del treinta del siglo XIX, los cuales señalaron bruscamente las transformaciones sufridas por la economía capitalista.  

Por lo tanto, si objetivamente las leyes del capital liquidaban las bases de la mediana empresa – célula económica  del liberalismo, en la percepción psicológico – ideológico social burgués, el liberalismo continuaba siendo la base doctrinal que propiciaba la humanización social y desde cuyos marcos se justificaba el proceso de ajustes  de la modernidad burguesa para liquidar sus desniveles y contradicciones internas.

El cuestionamiento psicológico – ideológico del liberalismo burgués comenzó  más tardíamente  durante y después de la Primera Guerra Mundial y de la crisis capitalista de los años treinta del siglo XX que conmovieron estructuralmente   la economía capitalista internacional y  presentó a la  modernidad burguesa a la teoría, desdoblada en múltiples contradicciones.  

En lo endógeno, por las particularidades de las economías de los países no industrializados, el liberalismo constituía  la ideología más ajustada  a la lógica interna de su desarrollo y con potencialidades para sustentar teóricamente la redefinición de la modernidad burguesa desde el protagonismo del mundo no industrializado.

Sólo la dinámica sistémica determinó que en la medida de que la humanidad se adentró en el siglo XX las polarizaciones interregionales por la acción de la concentración monopolista se agudizó y descolló en los conflictos bélicos internacionales y las crisis en las estructuras del sistema.

Por las citadas razones el pensador  fue uno de los máximos exponentes del liberalismo. Según Vitier; “Varona tiene su filiación política – no hablo de partido sino de doctrinas – en el liberalismo europeo del siglo XIX, savia que vivificó toda la centuria y estableció en todas partes el Constitucionalismo y el Parlamentarismo (..)”

La interpretación varoniana  de que la libre competencia y el mercado son los factores que propician el protagonismo  e intereses de cada miembro de la sociedad, dispuesto a construir las bases de su mejoramiento la sustentó en su concepción sobre el cooperativismo de las clases.

Según sus apreciaciones, el hombre orgánicamente unido por las imprescindibles relaciones sociales en las cuales convive,  propende a la cooperación,  a conciliar sus apreciaciones y metas con el del resto del colectivo. Las aspiraciones de los diferentes grupos sociales que componen la sociedad no son contradictorias entre sí, sino que se complementan mutuamente y conforman el ideal social históricamente determinado.

El autor afirmó; “(..) Desde el momento en que suponemos un grupo humano ocupando conjuntamente un lugar determinado del globo, implicamos que las unidades que le componen cooperan por lo menos para mantenerse, para subsistir como tal grupo (..),

Si los pensadores cubanos de la primera mitad  del siglo XIX comenzaron por lo social para llegar a lo individual; Varona  comienza  por el  mejoramiento del las condiciones de los individuos  para perfeccionar la sociedad. Los intereses individuales  lejos de contradecir a los sociales los concentran y convierten en posibles; “ (..) Apenas hay actos de la vida pública y privada de un individuo en que no obre, como motivo impulsivo ó represivo, el sentimiento ó la idea de que está obligado a concurrir con sus esfuerzos á una obra ó por un fin colectivos (..)”

El concepto de lo humano que había nacido en la primera mitad del siglo XIX, lo enriqueció Varona a la luz de los avances de  las ciencias de su época, especialmente las ocupadas del hombre: la biología, psicología y la fisiología. Para Varona, el hombre,  organismo, anatómicamente superior dentro del reino animal; bien formado y apto para pensar  es un ser socialmente condicionado, cuya esencia se despliega en el sistema de relaciones sociales  que contextualiza. su actividad histórico – transformadora

El hombre es síntesis de los factores biológicos y lo sociales; pero la determinación de los últimos  resulta decisiva. En este sentido, estudiarlo como   parte del reino animal  resulta racional;   siempre y cuando el investigador, concluida la abstracción científica necesaria, incorpore los resultados de la investigación en la imagen integral del hombre como ser social y racional.

Por lo anterior, para el intelectual la psicología como ciencia que se estudia al  hombre como organismo biológico está obligada a asumir;  ″ (..) todos los estados mentales dentro y fuera de la conciencia, toma en cuenta todo su organismo, establece sus relaciones, forma tal vez su teoría, y entonces compara, desde el punto de vista de su problema social, ese hombre con el hombre general, con todo lo que los actos, el lenguaje, la industria, el arte, la religión, las asociaciones de los hombres en el tiempo y el espacio descubren de su ida intima (..)″

A partir de los datos de las ciencias de la época, de  la fisiología y la psicología, Varona definió el concepto de vida como la constante asignación de funciones primordiales a estructuras cada vez más aptas, cuyo grado de complejidad, determina el nivel de organización de los organismos vivos.

El autor  deslindó al hombre del reino animal, entre otros factores,  por las particularidades de su  sensoriedad  que lo diferencia dentro del reino animal. La sensoriedad humana es esencialmente distintiva   por los parámetros siguientes: es consciente porque en lo humano la conciencia condiciona todas los procesos mentales; es integral, su  contenido  a las precedentes ya que incluye, junto a las impresiones dejadas por los órganos especiales, las sensaciones musculares que las pueden enriquecer  o distorsionar y la información residual que no siempre atraviesa la esfera consciente – lo inconsciente.

Por otra parte, para el autor la sensoriedad humana conforma la base emocional, volitiva de la actividad humana que atraviesa y fundamenta a  todos los procesos espirituales humanos.

Según el pensador, el perfeccionamiento de los órganos especiales lo condiciona la sociedad y la educación, la cual coadyuva a su constante  especialización“ (..) el hombre ha ido encontrando mayor variedad en los placeres que le proporciona el sentido del color, ha descubierto nuevas combinaciones, ha enriquecido su capacidad para esta suerte de placer (..)”

El hombre es la forma superior  de la organización de la vida y en ella  la sensoriedad y el intelecto desempeñan funciones importantes durante la asunción  del universo. El sujeto refleja la realidad objetiva racional y emocionalmente, de tal manera que  la sensibilidad, con su base en la sensoriedad;   mediatiza  toda la actividad transformadora humana: la cognitiva, la religiosa, las relaciones morales y constituye el contenido fundamental del sentimiento artístico

Es el hombre el  organismo, fisiológicamente, más  apto en el mundo animal;  y el  perfeccionamiento de sus aptitudes  no depende completamente  de  los factores biológicos, sino que es catalizado por los factores sociales;  “ (..) Hay,(..), aptitudes orgánicas, (..)  que hacen más favorable el órgano (..) Una nutrición abundante y una circulación libre y reparadora, (..) De modo  que la economía viene a ser una ley, para la adquisición de riquezas intelectuales (..)”

En tal sentido ni siquiera cuando explicó las particularidades biológicas que distinguen al hombre de la animalidad, Varona redujo lo social a lo biológico, al contrario, el primero lo comprendió como condición constante de todos los procesos humanos y de la actividad de los individuos.

Sin perder de vista el papel de lo social en lo humano y  apoyado en los datos de las ciencias de su época,  valoró el papel de la herencia en la formación y perdurabilidad de algunos rasgos conductuales y temperamentales en los descendientes;  que  no siempre son resultados de las impresiones dejadas por los órganos especiales ni por el impacto de la contextualizad inmediata, dentro de la cual convive  y desarrolla su actividad social.

Desde su  visión del hombre como sujeto activo, deslindado del mundo animal, protagonista de los procesos reformadores sociales que condicionan su actividad, construyó su programa social propiciador del bienestar de  las sociedades no industrializadas y el bienestar ciudadano, designado a liquidar las bases económicas objetivas de las contraposiciones existentes en la modernidad burguesa universal.

En Varona, el liberalismo complementado con el individualismo burgués, las ideas iluministas endógenas de  la primera mitad del siglo XIX, que interpretó   en las bases epistemológiocas socialdarvinistas¸ y  su concepción  de cooperativismo de clases; fueron los marcos teóricos de sus análisis de las condiciones sociohistóricas que enmarcarían la democratización de la modernidad burguesa desde el protagonismo y liderazgo de los países no industrializados. 

La anterior idea la concretizó a la experiencia cubana y precisó; ”  Hagamos de nuestra nueva República .. un país de veras nuevo. Donde el nativo y el extraño, el cubano y el español vayan olvidando todo lo que hizo dura y poco sociable la vida de nuestros predecesores y poniendo su corazón y su inteligencia al servicio de un presente  mejor y más seguro”

Según Varona, la sociedad educa a sus miembros inconsciente y conscientemente. La primera es la formación moral ciudadana por el influjo de las costumbres y las tradiciones que sintetizan las condiciones reales, en cuyos marcos los hombres actúan; es la colocación  de los individuos  dentro del sistema espiritual que caracteriza su entorno y el consiguiente acomodamiento de los miembros de un colectivo a las normas que dictamina la sociedad.

Cuando explicó la influencia de la vida espiritual  para la formación  ciudadana  puntualizó; “ (..) El individuo colocado en su seno (..) tiene que acomodarse a él, esta acomodación lo hace un factor útil y concurrente a la acomodación superior del agregado (..)”

La enseñanza escolástica no se apoya en la educación consciente, en ella los ciudadanos forman su moral por  el influjo del sistema espiritual del período  y no por la acción organizada y planificada del cuerpo social que prepararía  a sus miembros y a facilitaría  su adaptación a las adversidades y cambios impredecibles del medio natural y social donde habita; “ Es difícil muy difícil organizar debidamente la educación, pero si se lograra, podemos estar ciertos de que el hombre no posee en lo social ningún instrumento semejante de perfeccionamiento (..)”

Uno de los principales objetivos  que se situó Varona ante sí fue el de convertir a la educación en uno de los principales mecanismos reformadores de la sociedad y ponerlo en función de las necesarios cambios por realizar en la agricultura, las instituciones políticas y en la forja de la industria endógena.

Desde su concepto de educación, que comprendió en el sentido más amplio como la formación ciudadana de los individuos por la influencia de la vida espiritual colectiva, síntesis de la circunstancialidad social y en el sentido más estrecho en calidad de la influencia planificada y coherente de la social sobre los individuos; la reforma educacional que propuso el pensador, integra y sistematiza como un todo único el programa de cambios, dirigidos a sentar las bases de la democratización de la modernidad burguesa.

A MODO DE CONCLUSIÓN

BIBLIOGRAFÍA