Contribuciones a las Ciencias Sociales
Diciembre 2011

HACIA UNA LECTURA SUPERIOR: LA HABILIDAD DE LEER

Guillermo Manuel Guevara Moya (CV)
Betsy Bilbao Carballo (CV)
C. Belkis Cárdenas Marrero (CV)
Marla Iris Delgado Knight (CV)

ida@moron.cav.sld.cu




Resumen

Leer es un proceso mental, en el que quién lee debe concentrase en lo que el texto está diciendo, al mismo tiempo que indaga, cuestiona y se mantiene una actitud crítica frente al mismo. El problema es que la mayor parte de la lectura que se realiza es acrítica, utilitaria, objetivista y sólo se hace para adquirir información de las generalidades del texto. El reto es enfrentarlo y ganar la batalla de la comprensión, obtener el gozo de expresar que se ha entendido, comprendido, captado sus tesis y los mensajes que el escrito quiere comunicar. Resulta imposible lograr este fin sin antes desarrollar la habilidad de leer. Sin ellas, no hay, naturalmente, lector; sin lector, no es posible que se realice la comunicación por la vía del texto escrito, la cual, en la actualidad, ha alcanzado casi la paridad con la comunicación oral. Por lo tanto sin lector no hay ciudadano contemporáneo. Se forman profesionales en las Universidades de Cuba, dentro de ella los que cursan carreras de corte humanístico que por su perfil y radio de acción, necesitan eliminar dificultades notorias en relación con las competencias lingüísticas. Se hace necesario trabajar en función del desarrollo de la habilidad de leer a través de las correlaciones textuales, pues los estudiantes no saben interpretar correctamente ni extraer la información que pueda ampliar el universo de sus conocimientos con empleo racional del tiempo dedicado a la lectura, la cual se realiza de forma rutinaria, afectando de esta manera su capacidad de aprendizaje y condicionando el papel pasivo del alumno en su propio desarrollo personal.

Palabras claves: Lectura, habilidades, correlaciones textuales.



Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Manuel Guevara Moya. G,.: "HACIA UNA LECTURA SUPERIOR: LA HABILIDAD DE LEER ", en Contribuciones a las Ciencias Sociales, diciembre 2011, www.eumed.net/rev/cccss/16/

1.- La lectura en el proceso de comunicación pedagógica.
La comunicación como proceso, la formación y desarrollo de las habilidades en general, así como los antecedentes y la descripción de la enseñanza de habilidades durante el proceso de comunicación pedagógica, y el tratamiento de las correlaciones textuales constituyen la base teórica como proceso, los tipos de lectura, modelos y habilidades para su desarrollo durante la dinámica del proceso de comunicación pedagógica en la Universidad cubana actual.
Definiciones del concepto de comunicación señalan la transmisión de significados B. Berelson, citado por Mazorra, (1999); otros, atribución de significados C. F.Hockett, citado por Mazorra, (1999); algunos se refieren a la eficiencia con que se efectúa la comunicación, Salomón, citado por Mazorra, (1999) y si bien estos son aspectos importantes para establecer la comunicación, no pueden faltar elementos tan necesarios como los que plantean Roda y Beltrán, citados por Mazorra, (1999 P-34), cuando se refiere a que implica un proceso y a la interacción de los individuos en sociedad, lo que proporciona el intercambio entre los seres humanos de sus ideas, sentimientos y experiencias.
Ha de prestarse atención especial a los factores de la comunicación humana: las habilidades comunicativas (prácticas a entrenar, relacionadas con un conjunto de habilidades cognoscitivas y de la propia actividad verbal, tales como: lectura, audición, expresión oral y escrita, resumir, argumentar, definir, comparar, relacionar, dialogar, comentar, discutir, etc.) , las actitudes (predisposiciones con las que se efectúa el proceso comunicativo, tales como: prepotencia, subvaloración del interlocutor, credibilidad, etc.), el nivel de conocimiento (se tiene en cuenta no sólo el nivel de conocimiento acerca del tema, sino sobre el interlocutor) y la posición dentro de un sistema sociocultural (ventajas y desventajas proporcionadas para el diálogo por el propio contexto en el que se desarrolla el proceso de comunicación, por ejemplo la autoridad de que se dispone, la atención de las personas, etc.) Los aspectos de la actividad verbal como habilidades se pueden clasificar en codificadoras (expresión oral y escrita) y decodificadoras (audición y lectura).
Así se puede considerar que la organización cognitiva del vocabulario y el almacenamiento de expresiones, etc., dependen, entre otras cosas, de las características culturales de la comunidad o comunidades donde se ha socializado el individuo y donde se ha producido su aprendizaje. Las competencias sociolingüísticas se refieren a las condiciones socioculturales del uso de la lengua. Mediante su sensibilidad a las convenciones sociales (las normas de cortesía, las normas que ordenan las relaciones entre generaciones, sexos, clases y grupos sociales, la codificación lingüística de determinados rituales fundamentales para el funcionamiento de una comunidad), el componente sociolingüístico afecta considerablemente a toda la comunicación lingüística entre representantes de distintas culturas, aunque puede que los integrantes a menudo no sean conscientes de su influencia.
Las competencias comunicativas tienen que ver con el uso funcional de los recursos lingüísticos (producción de funciones de lengua, de actos de habla) sobre la base de guiones o escenarios de intercambios comunicativos. También tienen que ver con el dominio del discurso, la cohesión y la coherencia, la identificación de tipos y formas de texto, la ironía y la parodia. Respecto a este componente, incluso más que en el caso del componente lingüístico, apenas es necesario resaltar el gran impacto que ejercen las interacciones y los entornos culturales en el que se desarrollan las mencionadas capacidades.
La competencia comunicativa que tiene el estudiantado universitario de la lengua se pone en funcionamiento con la realización de distintas actividades de la lengua que comprenden la comprensión, la expresión, la interacción o la mediación (en concreto, interpretando o traduciendo). Cada uno de estos tipos de actividad se hace posible en relación con textos en forma oral o escrita, o en ambas. Como procesos, la comprensión y la expresión (oral y, en su caso, escrita) son obviamente primarios, porque ambos son necesarios para la interacción. Las actividades de comprensión incluyen la lectura en silencio y la atención a cualquier medio de comunicación.
Tanto en el ámbito educativo como en el profesional, muchas interacciones y actividades de la lengua corresponden al funcionamiento social que es normal en un grupo y no reflejan una conexión con tareas profesionales o de aprendizaje. El ámbito personal individualiza o personaliza las acciones de otros ámbitos. Sin dejar de ser agentes sociales, las personas implicadas se sitúan como individuos que se expresen no sólo en relación con el ámbito profesional, educativo o público del que, en un tiempo y lugar concretos, forme parte su actividad lingüística.
Existen dos términos muy utilizados en la competencia comunicativa que devienen en estilos de actuación y que incluyen actitudes y rasgos caracterológicos: La asertividad (ser honesto, estar seguro y respetar el derecho ajeno) y la facilitación (congruente, empático).En este sentido después de analizado algunos conceptos de competencia comunicativa. No es más que definirla como la preparación psicológica, lingüística y sociocultural del sujeto lo que implica asumirla como un proceso moldeado, formado y desarrollado a partir de la intervención pedagógica pertinente en el proceso de comunicación pedagógica de todas las disciplinas. Visto en el plano educativo y en consecuencia con estas ideas, se define la competencia comunicativa como La preparación psicológica, lingüística y sociocultural del sujeto que le garantiza la disposición, los recursos y los conocimientos necesarios para una ejecución eficiente y eficaz de la actividad comunicativa en correspondencia con las exigencias de los participantes y de los contextos de actuación. Manzano, M (2007)
2.- La lectura y el proceso de comprensión lectora. Etapas, modelos y habilidades para su desarrollo.
La lectura es puerta de entrada a la información: viajes fantásticos, hechos, situaciones y personajes encerrados en el mundo creado por el autor y sólo cobran vida mediante el cálido y enriquecedor coloquio con el lector, quien irradiado por el conocimiento se nutre intelectualmente y sufre transformaciones. La información contenida en el material leído se integra con los conocimientos previos que posee el lector. El proceso se adapta a los distintos propósitos de lectura, lo que requiere del lector, actuar estratégicamente. (Van Dijk, 2000 (a): 45-46).
¿Qué es leer? Algunos autores consideran a la lectura como una actividad que debe ser realizada en solitaria, silenciosa y como un hecho pasivo, pero entrarían en oposición con el objetivo de nuestros cursos que es que el estudiantado sea capaz de comunicarse efectivamente y con desenvoltura de manera autónoma en español, no le será suficiente la expresión oral. Una persona no puede ser un hablante competente sin ser un lector competente.  Imedio, G. (1997); por otra parte, "no puede decirse que se domine una lengua sin saberla leer, es decir, sin comprender sus producciones escritas en cuanto exponentes culturales" Fillola, A. (1994). La lectura siempre ha tenido un papel crucial en la cultura, y en los últimos años se ha convertido en una herramienta indispensable para acceder al enorme caudal de información que nos rodea.
 Afirma Bugelski, B. (1974), que “la lectura es el máximo logro del hombre, tal vez el invento más maravilloso de la mente humana y un proceso tan complejo que su interpretación equivaldría a entender cómo trabaja la mente”. Esta afirmación cobra más importancia si tiene en cuenta la estrecha relación entre pensamiento y lenguaje, donde la misma juega un papel primordial, no solo en la lengua materna sino en cualquier idioma.
La habilidad de leer para extraer información de textos científicos, literarios, sociales o pedagógicos requiere de diferentes aspectos en la interacción lector-texto, del primero se necesitan conocimientos lingüísticos, un amplio universo cultural y estrategias metacognitivas, del segundo se necesita una buena estructura; “Cuanto mejor estructurado esté un texto con arreglo a su unidad y marco textuales, mejor podrá ser comprendido y aprendido por el estudiantado”.
Para Adam, M. y Starr (1982) “Se entiende por lectura la capacidad de entender un texto escrito”.
La lectura es un magnífico instrumento para mantener la actividad mental, leer supone enfrentar nuestros conocimientos con los que proporciona el texto, supone ajustar estas dos realidades con una enorme dosis de construcción personal, donde ésta última se ve mediada por nuestras representaciones mentales que viene siendo algo así como la interpretación mental del acontecimiento o simplemente la apropiación del significado” (Garate, M. 1992).
Leer es un proceso de interacción entre el lector y el texto, proceso mediante el cual el primero intenta satisfacer los objetivos que guían su lectura y dar sentido a lo que lee para entender. "Entender" significa incorporar elementos nuevos a los que ya se tienen y hacer una interpretación razonable" Giovannini, A. (1996), Acosta, I. (2009). Es decir, un estudiante cuando lee no simplemente descodifica palabras, frases o párrafos, sino que interpreta lo que lee aportando a esta interpretación su conocimiento previo, sus vivencias y sus estrategias de lector en su lengua madre. "De ambos procesos, el semántico y el interpretativo, surge la comprensión integral del mensaje" Fillola, A. (1994).
La meta del profesorado es "ayudar a los estudiantes a aprender a entender mejor y más fácilmente los mensajes escritos, y a desarrollar la comprensión lectora" Giovannini, A. (1996) para llegar a ser lectores eficientes e independientes de todo tipo de texto, tanto breves como extensos.
En este complejo proceso como se había dicho anteriormente intervienen un conjunto de operaciones. Según Rosetti, citado por Vidal - Abarca (1995), está compuesto por dos componentes esenciales e interrelacionados:

El proceso de comprensión lectora, que implica reaccionar inteligentemente ante el contenido del texto, ha sido objeto de innumerables investigaciones, de las cuales han surgido tres modelos generales que tratan de explicar los procedimientos implicados en la lectura, ellos son: el modelo ascendente, el modelo descendente y modelo interactivo. Manzano, M. (2007), Acosta, I (2009)
Los tres coinciden en considerar la lectura como un proceso que tiene lugar a varios niveles. Difieren en la importancia que conceden a los diferentes tipos de análisis.
El modelo ascendente: se considera que el proceso de comprensión parte del reconocimiento de las letras, sílabas, palabras, frases y las relaciones sintácticas que se establecen entre ellas hasta extraer el significado completo. Este proceso es lineal y ascendente, la lectura se entiende como una conducta cuya adquisición equivale al aprendizaje secuencial y jerárquico de una serie de discriminaciones visuales.
El modelo descendente: explica el proceso a la inversa, pues se plantea que el lector se apoya en los conocimientos previos almacenados en su memoria a largo plazo sobre el tema y en sus conocimientos semánticos y sintácticos para anticipar o predecir la información, hipótesis que se confirma o rechaza en la medida en que el lector avanza en el texto. Parte de la elaboración de suposiciones abstractas o globales que se van comprobando en la comprensión de la estructura de oraciones, párrafos o textos.
Los modelos anteriores se complementan con el modelo interactivo, es decir, se integran en este. Consiste en considerar la comprensión lectora como un producto de la interacción simultánea de los datos proporcionados por el texto, de los conocimientos de distintos tipos (saberes culturales, históricos, filosóficos, sociales, identitarios, intelectuales, políticos, científicos) que posee el lector y de las actividades que realiza durante la lectura. En este sentido la comprensión del texto literario se torna más compleja por el carácter del registro artístico, que se basa en un lenguaje metafórico de traslación de sentido donde el procedimiento inferencial es la esencia para rellenar los espacios vacíos que deja la información explícita, descubriendo el significado oculto hasta ese momento. De esta forma, el lector elabora conjeturas que en las siguientes frases se pueden confirmar o refutar. Esta situación lo obliga a emplear nuevas estrategias para enmendar el error. Este modelo destaca como interactúa el destinatario con el texto, apoyándose en los saberes que posee.
El considerar la lectura como proceso interactivo implica; no sólo el aprendizaje de una serie de discriminaciones visuales; lo que no se excluye; sino también el de una serie de estrategias que van a facilitar la combinación de la información proporcionada por el texto y la procedente de los conocimientos del sujeto, de forma que este pueda construir una representación aceptable del significado de aquel y almacenarlo en la memoria para su uso posterior, representación que estimularía la comprensión alcanzada del texto (Roméu, A., 1999: 14).
Las investigaciones más actuales sobre comprensión lectora se sustentan en el modelo interactivo, pues, además de relacionar los dos procesos anteriores, destacan la participación activa que desempeña el lector ante el texto, quien apoyado en el cúmulo de conocimientos que posee sobre el tema busca y da sentido a lo escrito relacionándolo con el contexto. Presumiblemente es dicho modelo, en el que se destaca el papel activo del lector, que unido a los conocimientos, habilidades, y valores que posee, atendiendo al contexto e interactúa con el texto para construir nuevos significados.
Las nuevas concepciones, que ponen frente a la lectura como un proceso interactivo, consideran que se avanza de la mera traducción de signos lingüísticos al pleno convencimiento de que leer es comprender, que el texto tiene autonomía y el lector debe respetar la esencia del significado que posee la intención y finalidad comunicativas, con plena conciencia de que sus conocimientos previos son un factor decisivo en la manera de interpretar el texto y que, finalmente, es capaz de construir significados en un procedimiento totalmente interactivo que culmina con el disfrute de esta actividad, que fortalece el desarrollo del pensamiento crítico y creativo del individuo y lo motiva a crear nuevos textos, consciente de los procedimientos estilísticos, lingüísticos que pudo reconocer en los textos leídos y que será capaz de plasmar en los suyos. Al respecto se afirma que; la lectura es una traducción intralingual del código del emisor al código del receptor, cada lector reinventa códigos porque no lee solamente con sus facultades cognoscitivas sino con toda su personalidad (Florín Gattorno, B. 1999: 73).
La lectura es un proceso de interacción entre pensamiento y lenguaje y la comprensión es la construcción del significado del texto por parte del lector (Dubois, M.E. González, María I., 1999: 64). Los lectores desempeñan un papel activo dentro de ese proceso complejo de solución de problemas en el que el individuo debe seleccionar, predecir y organizar la información del texto basado en su conocimiento previo y el contexto del mismo (Artola González, T. González, María I., 1999: 67).
A la luz de las anteriores concepciones acerca de la lectura, leer es abrir las puertas de tu intelecto al pensamiento creativo del ser humano, actividad interactiva que te nutre intelectual y espiritualmente, cargado con tu universo del saber; (Eco), surge un verdadero constructor de significados. Es una actividad dinámica que promueve el desarrollo de la comprensión, la comunicación y la introspección dando como resultado el crecimiento intelectual y espiritual de la persona.
Todo esto es posible gracias a ese poder, casi mágico, que tienen los libros de acompañar, divertir, estimular a la actividad intelectual, despertar el gusto por el lenguaje, abrir al lector nuevas visiones del hombre y de sus problemas, enriqueciendo, así, su propia vida con la vida de los demás (Barrientos Ruiz-Rujano, Carmen. Libro; Fórum, una técnica de animación a la lectura).
3.- La habilidad de leer según las tipologías textuales. Tipos de lectura.
En lo que corresponde a los tipos de texto, los estudiosos de los procesos de producción e interpretación textual suelen considerar varias estructuras que predisponen su elaboración y su recepción (lectura). De todas ellas las más comunes son las estructuras narrativas, las estructuras expositivas o informativas, las estructuras argumentativas y las estructuras icónicas. Así, un lector empírico debe reconocer tales estructuras para alcanzar una satisfactoria interpretación del texto que lee. En un cuento, por ejemplo, debe reconocer sus personajes, sus partes (inicio, nudo y desenlace) y el ambiente del mismo (tiempo y espacio); mientras que en un texto expositivo, estos elementos en general tienden a ser sometidos a otras intenciones discursivas e incluso a desaparecer, como se puede ver, por ejemplo, en los textos que divulgan un hallazgo científico, en los que sólo se toman en cuenta los eventos y objetos y no tanto la participación humana en ellos. Igual ocurre con los textos argumentativos, en cuya estructura es determinante el esquema lógico premisa conclusión. Mientras que en un texto icónico, el lenguaje verbal entra en una correlación con las imágenes y produce significados en conjunción, por lo que el lector no debe limitarse a la lectura de las palabras, sino ampliar el campo de interpretación a dichas imágenes.
Se considera además que un texto literario (sea narrativo o argumentativo) precisa del lector habilidades para discernir las posibilidades del lenguaje polisémico, y por tanto, posee una complejidad que lo distancia del texto científico o cotidiano, los cuales suelen ser de naturaleza unívoca. Lo anterior, sin embargo, no tiene nada que ver con la complejidad de la lectura, pues un texto de naturaleza sencilla en su construcción debido, por ejemplo, a la familiaridad del lenguaje en que se ha escrito y a su carácter predominantemente unívoco como sería el caso de un texto periodístico informativo, puede ser atacado por el lector de tal forma que su lectura alcance un alto nivel de complejidad; mientras que, por el contrario, un texto complejo, como es el texto literario, puede ser asumido por el lector de una manera elemental y, en consecuencia, su lectura resultará más fácil. Esto suele pasar cuando la gente sólo se limita a tomar la literatura como disciplina con fines recreativos o como pasatiempo, limitándose, por ejemplo, a entretenerse en las intrigas de una novela y no se pregunta por otras cuestiones que el autor prevé como son, por ejemplo, sus implicaciones ideológicas y la relación entre la forma en que está escrita y su significado.
Además de las anteriores particularidades, llamadas esquemáticas en la medida en que subyacen como una especie de horma a determinados tipos de textos, las cuales, como se ha dicho, presuponen diferencias que deben tomarse en cuenta al analizarlos o interpretarlos; los textos en general comparten características en determinados aspectos de su estructura que determinan su interpretación. Así es posible comprender la información explícita de un texto, y no necesariamente interpretarlo adecuadamente, porque para esto se requiere reconocer también elementos implícitos del mismo. Es decir, amén de una lectura literal, esto es, que sólo toma en cuenta lo explícito en el texto, se deben realizar inferencias de aquellos aspectos no evidentes en la superficie, de todos modos marcan su significado y resultan indispensables para su adecuada comprensión. Es lo que se conoce, precisamente, como lectura inferencial. Por último, el lector, sólo realiza la lectura completa del texto cuando es capaz de criticar su contenido y su forma, esto es, cuando reconoce su relación con otros textos y discursos del mundo social. En este nivel es importante determinar las intenciones comunicativas del autor, así como la ideología y los valores que subyacen en el texto, aquello que él intenta hacer con las palabras, lo que siempre está marcado por su formación, su pertinencia a un grupo determinado y sus intereses en función de esa pertinencia.
La comprensión lectora de textos literarios, además de enriquecer el acervo cultural de los estudiantes, debe entenderse como una competencia, ya que supone la puesta en práctica de destrezas y microdestrezas, de habilidades específicas, en combinación con una serie de conocimientos que se materializan en el acto de la lectura. El profesorado ha de proveer didácticamente al alumnado de conocimientos con el fin de facilitar la comprensión lectora.

- Conocimiento de las características del género (previsiones a partir de la idea de macro y superestructura).
- Conocimiento sobre conceptos generales de la teoría literaria.

- Conocimiento lingüístico general.
- Conocimiento lingüístico específico (características del lenguaje literario: polisemia, ambigüedad, sugerencia, expresividad, poca presencia de explicitud, etc.).
La propia estructura de los textos y su organización ofrecen pistas para formular y enseñarlos a formular preguntas sobre el texto. La comprensión lectora es un valiosísimo camino para dominar y fijar una L2, permite el desarrollo de las demás habilidades porque al enriquecer el léxico lo puede utilizar en la expresión oral y escrita, su conocimiento gramatical y dominio lingüístico lo que favorece la comprensión auditiva y que el estudiante sea un lector eficiente. Es muy importante que el profesorado aproveche el trabajo en grupo teniendo en cuenta las concepciones psicopedagógicas del aprendizaje cooperativo para que el objetivo de la actividad de comprensión se logre. También debe saber que la comprensión difiere de un estudiante a otro y de un texto a otro, no se puede pensar que todo el estudiantado desarrollará la habilidad de comprender un mismo texto de la misma forma, ni en el mismo tiempo.
No debe perderse de vista que el lector tiene un papel activo porque es capaz de hacer un recorrido por el texto, sumergirse en él y emerger fortalecido de la constante interacción con el autor y su obra, da significado al texto porque realiza aportes críticos, valorativos, elabora conclusiones y por consiguiente logra la recreación, el placer estético, la adquisición de nuevos conocimientos y el crecimiento espiritual; simbiosis que simultáneamente le permite ir recreando el texto, interpretarlo, analizarlo desde su óptica particular; sustentando su posición sin perder de vista el respeto que merece el autor y su intención comunicativa, al final también sufre transformaciones. La gran preocupación que se manifiesta es que los educadores viven el problema de la comprensión lectora en sus alumnos, porque no cuentan con las herramientas para hacerle frente, carecen del conocimiento y dominio de las estrategias adecuadas que faciliten la apropiación por parte de los jóvenes y el consiguiente desarrollo de habilidades y destrezas lectoras, siempre que se ponga especial cuidado en la selección del material que esté al alcance del lector, tomando en cuenta algunos factores como: su edad, el contexto sociocultural, su universo del saber.
El educador activo de hoy debe prepararse para emplear las acciones adecuadas para sus alumnos, tomando en cuenta sus particularidades, los distractores a que están expuestos, la facilidad con que otros medios les ofrecen la información. El educador como mediador debe preguntarse cuál es su objetivo fundamental: ¿Quiero convertir a mis alumnos en lectores? o ¿quiero alejarlos de los libros? Dependiendo de la respuesta habrá que sopesar por ejemplo los análisis extensos y tediosos que se aplican en las escuelas para examinar a los alumnos después de la lectura de un libro, que no dejan espacio para el deleite de la obra, provocan la frustración y el desánimo; hay que darle participación activa a los jóvenes en la selección de los libros que desean leer, dejándoles ver las bondades de la buena literatura, sólo que para que como un elemento importante de motivación, para que el alumno desee leer el libro debe provenir de las manos de un maestro lector .
El aprendizaje lecto-escritor supone el desarrollo de procesos, estrategias y habilidades cognitivas generales y específicas, a su vez requiere el conocimiento de un nuevo código de comunicación humana. En las investigaciones se ha demostrado que los alumnos tienen dificultades en el aprendizaje de las materias curriculares a causa de su dificultad en la lectura. De hecho el 90% de las dificultades en el aprendizaje están relacionadas con dificultades en la lectura (Salvador, 1999).
Muchos investigadores se han detenido a estudiar los tipos de lecturas, véase. 
Antich, R. (1988) describe varios tipos de lectura en general, según diversos criterios:

Según el objetivo o propósito del lector, la lectura puede ser:
1- De información general.
2- De estudio u observación.
3- De búsqueda de información específica.
4- De recreación.

Según el proceso mental la lectura puede ser:

Según la organización pedagógica:

Según el modo de realización por el alumno:

Otros autores como (Schleppegrell y Bowman, 1986; Abbot, G. 1996) mencionan cuatro tipos de lectura: “skimming”, “scanning”, extensiva e intensiva.

Al analizar los distintos tipos de lectura se aprecian diferencias en la clasificación dada por los autores citados, sin embargo, todos coinciden que depende de los objetivos que tengan los lectores.
Vargas, T. (1990) considera que los tipos de lectura y procesamiento de información conlleva al estudiantado a realizar un análisis desde los niveles microtemáticos a los macrotemáticos, según la finalidad lectora que se persiga, las mismas pueden ser:

(Alonso, C. 1991) clasifica el tipo de lectura según sea la situación y el texto al cual se enfrentan, aunque se sabe que en todos los casos se realiza la misma operación de captar el contenido del texto. También atendiendo a la diferencia entre los códigos oral y escrito, y siguiendo otros criterios:

Según los objetivos de la comprensión y la velocidad:

Según el tipo de velocidad lectora:

El Marco Europeo de referencia (2001), considera estos tipos de lecturas:

4.- Factores psico-pedagógicos que inciden en el desarrollo de la habilidad de leer.

El proceso de enseñanza-aprendizaje de idiomas se basa en la teoría general de la actividad verbal. A. V. Petrovski (1982:221) define la actividad verbal como “... el proceso de utilización por el hombre del lenguaje con el fin de trasmitir y asimilar la experiencia histórico-social o el establecimiento de la comunicación o la planificación de sus actividades”.
El desarrollo de la habilidad de leer exige la formación y perfeccionamiento de una serie de habilidades lógicas que se basan en la teoría de la actividad, donde la tarea es la célula de dicha teoría. Sobre la actividad A. N. Leontiev (1981) expresó que no es una reacción, así como tampoco un conjunto de reacciones, sino que es un sistema que posee una estructura, pasos internos, conversiones y desarrollo. El propio autor expresó que “... la actividad son aquellos procesos mediante los cuales el individuo, respondiendo a sus necesidades, se relaciona con la sociedad, aceptando determinada actitud hacia la misma”.
Por otra parte H. Brito (1987) recrea las definiciones de A. N. Leontiev al plantear que toda actividad que lleva a cabo el hombre responde a un motivo que la distingue psicológicamente, que para ser realizada deben alcanzarse determinados objetivos a los cuales se subordinan acciones concretas, las cuales ocurren en dependencia de las condiciones existentes, mediante las operaciones. Por tanto, la realización de una actividad requiere de componentes inductores y ejecutores. (H. Brito, 1989; R. Bermúdez, 1996; H. Fuentes, 2008). Ambos componentes integran las esferas de autorregulación de la personalidad: la motivacional-afectiva y la cognitivo-instrumental.
Las unidades psíquicas inductoras integran la esfera motivacional-afectiva, las cuales abarcan la orientación motivacional, la expectativa motivacional y el estado de satisfacción. (Estos tres aspectos tienen un papel importante en el proceso de comunicación pedagógica en general y en el de la lectura en particular, porque influyen significativamente en la decisión del lector a comprender lo leído.) La instrumentación ejecutora y los estados cognitivos y metacognitivos integran la esfera cognitivo-instrumental. (H. Brito, 1989; R. Bermúdez, 1996)
Es preciso destacar que la instrumentación ejecutora comprende “... las habilidades, hábitos y capacidades en las cuales se expresa el funcionamiento en general, instrumental del sujeto”. (R. Bermúdez y M. Rodríguez, 1996:2-3)
En la lectura se manifiestan habilidades lógicas con sus respectivas operaciones. Entre ellas, se destacan el análisis y la síntesis, la inducción y la deducción, la observación, la comparación, la identificación y otras que constituyen la base del desarrollo de las habilidades del idioma y las conservan en la memoria del lector para que la lectura se realice de forma eficiente. (S. K. Folomkina, 1988)
A. V. Petrovski (1982:188) define la habilidad como “... el domino de un complejo de acciones psíquicas y prácticas necesarias para la regulación racional de la actividad con ayuda de los conocimientos y hábitos que posee el sujeto”.
Por otra parte H. Fuentes, (1998) ofrece una consideración didáctica de la habilidad al definir que “... es el modo de interacción del sujeto con los objetos o sujetos en la actividad y la comunicación, es el contenido de las acciones que el sujeto realiza, integrada por un conjunto de operaciones, que tienen un objetivo y que se asimilan en el propio proceso.”
En las definiciones aportadas por A. V. Petrovski y H. Fuentes se aprecian el carácter interactivo de la habilidad. La persona es un ente activo, que utiliza sus conocimientos previos para el desarrollo y la ejecución de las operaciones.
Los conocimientos previos son importantes en el desarrollo del proceso de lectura porque el lector aporta al texto todo su caudal de conocimientos por medio de distintas acciones y operaciones formadas con anterioridad, lo cual facilita la comprensión de la información escrita. En ese proceso, interviene todo el sistema de habilidades de las partes que conforman: la técnica de lectura y la comprensión lectora.
H. Fuentes (1998) clasifica las habilidades en tres tipos: específicas, lógicas, y del procesamiento de la información y la comunicación. La habilidad de leer se ubica en la última clasificación, por cuanto es la que permite a la persona obtener la información de textos escritos, reelaborarla en forma de resúmenes y socializarla de forma oral y escrita. Aunque se destaca que la habilidad de leer tiene una estrecha relación con las habilidades lógicas, pues la comprensión lectora permite construir conocimientos y forma parte de los procesos fundamentales del pensamiento.
En la teoría de la actividad un lugar importante lo ocupa el hábito, el cual no es más que  “... la acción que por medio de la repetición es llevada a un grado tal de perfección, con el cual dicha acción se realiza de manera correcta, con rapidez, y fácilmente y con un alto resultado cuantitativo y cualitativo”. (P. A. Rudik, 1990:74)
Por su lado A.V. Petrovski (1982:176) lo define como “... la automatización parcial en la ejecución y regulación de movimientos racionales en el hombre...”
Es indudable que las habilidades al relacionarse con los conocimientos y los hábitos, están íntimamente vinculadas con la actividad, estructurada en forma de acciones.
La formación correcta de los hábitos genera logros relevantes en la actuación de la persona: mayor rapidez y calidad en la realización de la acción; desaparecen operaciones aisladas, innecesarias o superfluas; disminuye la tensión y el esfuerzo al actuar, y mayor flexibilidad o variabilidad en la actuación. (H. Brito, 1984)
Se aprecia la importancia de tener en cuenta los conceptos aportados por los autores citados para todo sistema de ejercicios que pretenda desarrollar las habilidades previstas. En cualquier tipo de lectura, la automatización de operaciones hace más eficiente el proceso de obtención de información y su reproducción.La sistematización en la ejercitación es la repetición ideal de cada fenómeno lingüístico del proceso lector; motor, lógico o lingüístico que garantice la fijación de ese material para su uso de forma duradera y autodidacta.
5.- La habilidad de leer dentro del proceso de comunicación en la Universidad cubana actual.
En las escuelas cubanas desde hace algunos años, con toda intencionalidad didáctica, se fomenta el enfoque comunicativo y desde diferentes niveles de la formación de los conceptos se potencian los componentes funcionales: la comprensión, el análisis y la construcción de textos de diversas naturalezas y estilos funcionales. Desde el punto de vista didáctico el profesor  va  jerarquizando en diferentes momentos uno y subordinando el resto indistintamente, en dependencia del objetivo que se esté desarrollando. 
Este enfoque no solo es típico de las clases de Lengua sino que está presente en el actuar didáctico de todas las asignaturas, pues facilitan de forma integradora, el desarrollo de esas habilidades básicas para la adquisición de conocimiento de diferentes materias. No obstante, sí es contenido y medio en los momentos en que la lengua y la literatura se imparten, por lo que adentrarse en sus presupuestos teóricos y metodológicos debe constituir una meta profesional de todos los pedagogos en los diferentes grados y enseñanzas.
Cuando se prioriza el componente funcional de la comprensión, se profundiza en que se alcancen niveles superiores de lectura, entendiendo que leer es comprender,  en la medida en que el receptor de un texto se convierta en  lector u oyente, sea capaz de percibirlo fonológicamente y descubra el significado de las palabras  y  las relaciones que existen entre ellas, las redes y campos semánticos que se tejen y destejen, con el andar lector, devenido de la arquitectura textual con que lo ha construido el autor; y  esto se logra a partir de la lectura. Es  hacia  ello, y en particular a la lectura oral, que  se encauza este trabajo, pues es propósito reflexionar acerca de las posibilidades comunicativas que se alcanzan  mediante el ejercicio de  la lectura en alta voz. Siempre que  se realiza  algo a los individuos los mueve un fin, un propósito, una aspiración, un objetivo. ¿Por qué  enseñar? ¿Para qué aprenderlo?  Son preguntas que muchos y muchas veces  los docentes se formulan. 
Carlos Álvarez de Zayas, en su libro  Didáctica; la escuela en la vida, al referirse a los componentes del proceso docente-educativo considera como tales:
El aprendizaje, la enseñanza y la materia de estudio, sobre la cual trabajan los estudiantes y el profesor. No obstante, estudios más profundos lo llevaron a plantearse un componente esencial del proceso docente-educativo, considerado por él como el primero y relacionado con el objeto y objetivo. Es decir, el objeto es el portador del problema y el objetivo es la aspiración, lo que se pretende alcanzar en la formación de las nuevas y futuras generaciones.
El problema, este que se denomina encargo social y que consiste en preparar a los ciudadanos de esa sociedad (de su sociedad) tanto en sus pensamientos como sentimientos.
Es por eso que más de una vez, han aparecido en entornos docentes interrogantes como:

Enseñar es una manera excelente de aprender y los maestros  en este ejercicio pedagógico tienen que ser ejemplo de disciplina y dedicación en el arte de leer en alta voz.
Para aprender, apreciar y comprender un texto, lo esencial es leer. Resulta cierto que la lectura es uno de los principales ejercicios en  las escuelas; aún no es suficiente el tiempo que se le dedica a esta importante actividad y se activa más en las asignaturas relacionadas con la lengua y la literatura, aunque se intensifica y estimula a sistematizar en todos los años y  carreras, también se debe incentivar de forma independiente, porque la lectura es un arte, y como tal tiene que ser enseñada a los demás. No hay nada insignificante o minúsculo en el gran asunto de la educación y la lectura es uno de los elementos de la instrucción que durante toda la vida los individuos van a  emplear y el utilizarlo bien les ofrecerá valiosas oportunidades y positivos resultados en los diversos escenarios.
Algunos muy buenos lectores, aquellos que leen con perfecta corrección, sin cometer cambios, adiciones, omisiones, con fluidez, en un tiempo moderado, preciso, casi conversacional y con la expresividad y entonación que el texto y el contexto en que se lee necesitan, es posible que lo hayan adquirido por herencia familiar o en la escuela.  De cualquier manera los patrones a imitar deben existir, los buenos patrones  están en  escuelas, hogares, instituciones solo que hay que mantener la exigencia de tan digno acto en todo momento y circunstancia.
Leer bien un texto o una obra y representarla o dramatizarla, son cosas diferentes. El actor solo tendría que representar un papel; sin embargo, el lector los representa  todos. “El actor es un solista que toca en una orquesta; el lector es toda la orquesta”.
En la primera parte del proceso de la lectura, el alumno recibe las impresiones hasta el límite de sus capacidades de receptividad y comprensión, y en la segunda parte de este proceso es capaz de comparar, formarse juicios y hasta llegar a concretar una firme impresión acerca de lo leído. No todos los alumnos llegarán a ser lectores críticos, profundos, que expresen sus descubrimientos o impresiones lectoras; pero sí se  puede contribuir a la formación de lectores inteligentes, analíticos, que disfruten del arte de la lectura y del placer que significa la lectura. Gancedo Álvarez, K y Carrasco Medina, J. (2004)
En las carreras de corte humanístico, sin lugar a dudas, el cultivar de forma consciente la habilidad de leer, la formación de lectores críticos, resulta de gran importancia, es por ello que se considera que el tratamiento a la misma, no debe ser exclusivo de la asignatura, de una asignatura u otra, pues el resto de las que recibe el estudiante también necesitan de su desarrollo dentro del proceso de comunicación pedagógica.
Lo que caracteriza a una persona competente en el uso de las habilidades lingüísticas recae en la posibilidad que esta persona tiene de adaptar dichas habilidades a diversos propósitos y circunstancias. Esto aboga por diversificar en la enseñanza superior las experiencias educativas que se propone a los estudiantes con la finalidad de ampliar su competencia comunicativa en todos los ámbitos.
El docente debe explorar los verdaderos intereses del estudiante porque puede presentar desmotivación hacia contenidos como por ejemplo en este caso del desarrollo de la habilidad de leer. Deben realizarse actividades donde se vean reflejados, donde estén presentes sus amigos, sus familiares y los docentes que inciden en él, para lograr la emotividad en sus vidas, presentando situaciones donde lleguen a una solución.
En Cuba, en los nuevos enfoques de enseñanza de la lengua, ha cobrado auge una nueva perspectiva discursiva e interactiva de la significación para la interpretación del mundo natural, social y cultural. La que plantea la necesidad de asumir la enseñanza centrada en los procesos de comprensión y construcción de significados, y estudiar la lengua a partir de su uso en contextos de significación por lo que su estudio se debe hacer extensivo a todas las asignaturas del currículo.
6.- A modo de conclusiones.

 

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