Contribuciones a las Ciencias Sociales
Noviembre 2011

BREVE ACERCAMIENTO A LA ÉTICA CRISTIANA DE JOSÉ MARTÍ



Lourdes Calzadilla Pérez (CV)
Universidad de Granma. Cuba
lcalzadillap@udg.co.cu
Antonio M. González Beritán (CV)
Universidad de Granma. Cuba
gonzalezb@udg.co.cu


RESUMEN

Escribir sobre la ética cristiana de José Martí Pérez ha resultado un reto, teniendo en cuenta, la enorme cantidad de volúmenes dedicados a ponderar las tesis que expuso el nacido en la calle de Paula de la capital cubana: sobre patriotismo, antimperialismo, antirracismo, antianexionismo, entre otras tesis defendidas y conocidas del más universal de los cubanos, ante el escaso estudio de la ética cristiana en la formación de la personalidad del apóstol cubano. Nuestro objetivo es brindar elementos que posibiliten conocer la significancia de la doctrina cristiana en Martí, y cómo formaron en él, al hombre comprometido en su obra escrita y acciones definitorias, con el hombre dueño absoluto de marcar dos épocas en el mundo: antes y después de Él.
Utilizamos en primer lugar, los escritos legados por Martí, sustancia esencial de carácter personal e intransferible, los que abren de manera diáfana a la lectura única y posible, así como a investigadores acuciosos que han aportado opiniones concluyentes en el tema abordado, lo que posibilitó a los autores el hallazgo encontrado y validado: el Martí influenciado por la doctrina cristiana y los escasos estudios de esta faceta.

Palabras clave: El bien, amor, perdón, divinidad, pobreza, espiritualidad, patriotismo, sacrificio, Martí, Cristo.



Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Calzadilla Pérez, L; González Beritán, A.: "Breve acercamiento a la ética cristiana de José Martí", en Contribuciones a las Ciencias Sociales, noviembre 2011, www.eumed.net/rev/cccss/15/

¿Por qué en el país donde nace y muere Martí se ha notado un escaso estudio sobre la ética cristiana? Según el investigador e historiador Delio G. Orozco González , fueron tres las causas que influyeron en este “silencio”, que brevemente resumimos.

  1. Problemas que en los primeros años del triunfo de la Revolución se presentaron con algunos líderes católicos, reaccionarios a las medidas tomadas por el Gobierno triunfante.
  2. Consideraciones ideológicas que presentaban a la religión como el opio de las naciones.
  3. La intención de presentar a Martí en las facetas del patriota, luchador, escritor, maestro, etc.,  por la incidencia de estas en la formación de los valores sociales y morales de los ciudadanos.

 A estas causas, le añadimos el distanciamiento inicial entre líderes revolucionarios y cristianos, así como la sostenibilidad de la teoría evolucionista como única tesis a proponer en los diferentes centros de estudios, solventado en parte lo primero, con la admisión de creyentes en organizaciones políticas y el acercamiento a personalidades religiosas, más flexibilizado después de los años 90 del pasado siglo, con el proceso de rectificación de errores y tendencias negativas, el derrumbe del campo socialista y un real acercamiento en Cuba a los presupuestos evangélicos. Sobre esto es justo destacar el notable reconocimiento que ha tenido la comunidad creyente por parte del Estado en las últimas décadas, que si bien aún se declara abiertamente laico en el discurso político, amparado en el artículo 8 de la Constitución, ha obtenido notables avances que van desde el año 1991 con la aceptación en las filas del Partido de creyentes hasta la visita de grandes personalidades y líderes religiosos a nivel mundial, llegando en los últimos años, incluso a la transmisión televisiva de ceremonias religiosas, algunas de ellas con la participación de líderes políticos y viceversa. Oportuna, además de necesaria, fue la especial referencia hecha por el actual Presidente de los Consejos de Estados y de Ministros en el Informe Central al VI Congreso del Partido sobre la espiritualidad, “asunto de la actualidad, no menos significativo”, dijo, donde reconoció lo que constituye la esencia de nuestro trabajo: “Múltiples son los pensamientos en esta temática del Héroe Nacional José Martí, hombre que sintetiza esa conjunción de espiritualidad y sentimiento revolucionario”. Más adelante, en su discurso en el Séptimo Período Ordinario de Sesiones de la VII Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular, hizo alusión nuevamente al tema religioso, específicamente, sobre una fricción entre la militancia religiosa y política, derivado de conceptos obsoletos y el pensamiento retrógrado que aún subsiste en algunos dirigentes a diferentes niveles. La atención personal del asunto, el reconocimiento del error cometido y la indemnización moral de la afectada, todo sustentado en lo articulado en el cuerpo de la Ley de Leyes, es muestra de la importancia del tema y del interés estatal por superar estas concepciones.   
Partiremos de que es real la influencia de la vida de Jesús, el hijo de Dios, en la formación de la personalidad, carácter y actitudes asumidas por Martí, según los datos numéricos que aparecen en las Obras completas, computadas por Orozco: menciona a Jesús en 177 oportunidades, Cristo 135, Nazareno 8, Salvador 2 y Crucificado 1.  
 Pero las estadísticas serían cifras frías si no son enriquecidas por conceptos, ideas y razonamientos salidos del propio Martí y que constituyen su testimonio documental.
Al decir de Cintio Vitier, de obligada referencia en este tema, en Martí la ética estuvo signada por vivencias significativas, que marcaron para siempre su forma de pensar y actuar, así como por las enseñanzas de Mendive y el pensamiento independentista y anticolonialista de  Félix Varela y José de la Luz y Caballero. Con sólo 9 años vio en Hanábana a un esclavo colgado en “un ceibo del monte”, siendo apenas “un niño lo vio y tembló”, jurando lavar con su sangre el crimen. Escucha el grito de guerra que lanza el pueblo cubano, motivo del poema “¡10 de octubre!”, donde da “gracias a Dios” porque al fin Cuba rompe el lazo que la oprimía. Se enfrenta a su padre, sargento español y figura paterna estricta. Y por supuesto la experiencia de presidio, “la experiencia decisiva en la vida de Martí”,ceñida a su recuerdo como el anillo de hierro a su dedo.
La eticidad cristiana en Martí se alimentó precozmente de experiencias vividas y no demoró en manifestarse con igual fuerza. Escrito a la temprana edad de 18 años, El presidio político en Cuba, es a nuestro entender uno de los textos más reveladores de la creencia espiritual de Martí, no sólo por el hecho de que menciona a Dios, literalmente, en una treintena de ocasiones, o por el sentido bíblico y dantesco del escrito, haciendo referencia a Jesús, Nazareno, Pilatos y Caín, sino porque supo traducir el verdadero significado de Dios. No es falsa ni casual la referencia al Libro Sagrado,  el cual fue consultado por el joven Martí durante su estancia en la Isla de Pinos tras la salida de la cárcel, en “El presidio…”, uno de los primeros escritos de envergadura que sucedió a esta etapa es la mejor muestra de ello, constituyendo una gran influencia en su pensamiento y ética cristianas.


Martí en presidio

Describe los ajenos más que los pesares propios: las llagas de Nicolás del Castillo, la inocencia de Lino Figueredo, la idiotez de Juan de Dios, las lágrimas y el sufrimiento de su padre cuando vio las secuelas físicas del trabajo en la cantera de San Lázaro.
Del texto se derivan varias ideas de la significancia martiana de Dios: el bien, el sufrimiento y el perdón. Nos dice el Maestro: “Dios existe (…) en la idea del bien, que vela el nacimiento de cada ser, y deja en el alma que se encarna en él una lágrima pura. El bien es Dios. La lágrima es fuente de sentimiento eterno”.
Más adelante sigue diciendo: “Ni os odiaré, ni os maldeciré. Si yo odiara a alguien, me odiaría por ello a mí mismo. Si mi Dios maldijera, yo negaría por ello a mi Dios”. Asimismo la idea del sufrimiento se revela cuando expresa: “Presidio, Dios: ideas para mí tan cercanas como el inmenso sufrimiento y el eterno bien. Sufrir es también gozar. Sufrir es morir para la torpe vida por nosotros creada, y nacer para la vida de lo bueno, única vida verdadera”. Sin embargo lo hace más evidente cuando compara el sufrimiento humano, en la persona de Lucas del Castillo con Jesús, catalogándolo de “Nazareno infortunado”. Y nos dice: “Los hombres de corazón escriben en la primera página de la historia del sufrimiento humano: Jesús. Los hijos de Cuba deben escribir en las primeras páginas de su historia de dolores: Castillo”.
De estas ideas, el perdón es la más grande, cómo aquel “día tan amargo”, en que su padre logró verle e intentó colocarle las almohadillas confeccionadas por su madre para evitar el roce de los grillos, cuando este vio “aquellas aberturas purulentas, aquellos miembros estrujados, aquellas mezcla de sangre y polvo, de materia y fango, sobre que me hacían apoyar el cuerpo, y correr, y correr”, rompió a llorar, y el joven Martí por aplacar su llanto, hasta que un “brazo rudo”lo arrancó de su padre, “y él quedó de rodillas en la tierra mojada con mi sangre”, que grandeza la del joven Martí cuando después de describir esta inmensa pena también escribe el perdón: “¡Día amarguísimo aquel! Y yo todavía no sé odiar”. Al respecto, nos dice Cintio con acierto  que “otro adolescente igualmente sensible hubiera salido lleno de legítimo odio y sed de venganza”. Mas no Martí, pues salió victorioso y lo que una vez marcó sus carnes lo hizo también en su carácter y proyección, pero no con odio, sino todo lo contrario, así, del examen de la vida del maestro comprobamos que no fue una pensamiento aislado sino que se corroboró a lo largo de su vida: a través de sus versos sencillos donde predica el amor al prójimo y el cultivo de la amistad, o reflejado en su concepción sobre la guerra necesaria, la cual debía ser rápida y con el menor costo de vidas posible, que no era contra el español sino contra el gobierno que oprimía a Cuba o mediante su concepción y labor periodística contraria a la aplicación de la pena de muerte y cómo intercedió ante Gómez en los consejos de guerra y la aplicación de la justicia mambisa en defensa de los condenados.
Esencia aprendida por Martí, de la postura tomada por Jesús que aún y cuando lo están crucificando, le pide a Dios que perdonara lo que han hecho los malhechores que junto a Él fueron crucificados. La ausencia de la ira, la cólera como sentimientos humanos, es característica concluyente e intrínseca en Martí y plantea: “Pero esta falta de odio, no nos quitará energía. Clementes en medio de la adversidad; pero ni una línea atrás de n/ absoluto derecho; y ciegos, si es menester en la hora del combate. / Ni odio contra los que no piensan como nosotros. Cualidad mezquina, fatal en las masas, y raquítica e increíble en verdaderos hombres de estado, ésta de no conocer a tiempo y constantemente la obra e intención de los que con buen espíritu se diferencian en métodos de ellos!”
Una de las dudas mayores de las personas es la relacionada con la existencia de Jesús; la mayoría le da atributos de mito, leyenda, historia antigua, no obstante, sorprende que Martí no dudó de la real existencia de “Jesús y los que propagaron su doctrina” , es decir, lo sitúa en una época determinada del desarrollo de la humanidad y deja de ser un mito como es Zeus, o una aventura como gracias a la pluma de Cervantes, se conoció del Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha. Y es que para él, Jesús fue un hombre imperecedero. “Jesús no murió en Palestina, sino que está vivo en cada hombre”.
El cristianismo puede resumirse en amor, concepto asimilado desde edad temprana por Martí con el cual supo ser consecuente. Para él, Cristo es amor, sencillo y puro. “Cristiano quiere decir semejante a Cristo”, les dijo el Maestro a los hombres del campo, Cristo: “Fue un hombre sumamente pobre, que quería que los hombres se quisiesen entre sí, que el que tuviera ayudara al que no tuviera, que los hijos respetasen a los padres, siempre que los padres cuidasen de los hijos; que cada uno trabajase, porque nadie tiene derecho a lo que no trabaja; que se hiciese bien a todo el mundo y que no se quisiera mal a nadie./Cristo estaba lleno de amor para los hombres. Y como él venía a decir a los esclavos que no debían ser más que esclavos de Dios, y como los pueblos le tomaron un gran cariño, y por donde iba diciendo estas cosas, se iban tras él, los déspotas de entonces le tuvieron miedo y lo hicieron morir en la cruz”. La anterior cita pertenece al texto Hombre del campo, donde Martí les habla acerca de la verdad sobre el cura del pueblo, representando en él a la Iglesia, pero separando a esta de Dios, lo cual no es muestra de la ideas anticlericales del Apóstol, sino del rechazo a aquella institución y sus seguidores aliados al poder monárquico y colonial contra el que luchaba. Los que hablaban de “hacer un gran bien”, y conceder la “salvación” a cambio de “unas monedas de plata. / ¿Qué idea te haces de Dios, si fuera Dios de veras quien enviase semejantes mensajeros? (…)”Para Martí hay un “Dios Padre”, portador de lo bueno, del amor, que es el principio de todas las demás cosas. Y otro Dios. “Ese dios que regatea, que vende la salvación, que todo lo hace en cambio de dinero, que manda las gentes al infierno si no le pagan, y si le pagan las manda al cielo, ese Dios es una especie de prestamista, de usurero, de tendero. ¡No, amigo mío, hay otro Dios!”   
También, entremezclado con la naturaleza –otro concepto que en Martí cobra dimensiones inimaginables y que supo expresar inigualablemente a medida que interactuaba con ella, para lo cual no alcanzarían los textos para describirlo–, nos lega su creencia espiritual, pues alternando con el universo, lo físico, material y espiritual, ve en la naturaleza y el hombre una unión. Una especie de conspiración natural y divina para la creación misma. Y poniendo en boca de Emerson, afirma que “todo se parece a todo, que todo tiene el mismo objeto, que todo da en el hombre, que lo embellece con su mente todo, que a través de cada criatura pasan todas las corrientes de la naturaleza, que cada hombre tiene en sí al Creador, y que cada cosa creada tiene algo del Creador en sí, y todo irá a dar a cabo en el seno del Espíritu creador, que hay una unidad central en los hechos, –en los pensamientos, y en las acciones(…)”.  El pensamiento cuestionador y siempre intranquilo del Maestro cuando se siente en coqueteo con la naturaleza, como testimonian los niños, que le conocieron de caminata con el Generalísimo por las montañas orientales, aquí se pregunta: “¿Pero está Dios fuera de la tierra? ¿Está sobre la naturaleza? ¿La naturaleza es creadora, y el inmenso ser espiritual a cuyo seno el alma humana aspira, no existe? ¿Nació de sí mismo el mundo en que vivimos?” Y seguidamente se advierte que son ideas de “Emerson”, pero cuestionamientos martianos. “Y se pregunta entonces si no es fantasmagoría la naturaleza, y el hombre fantaseador, y todo el Universo una idea, y Dios la idea pura, y el ser humano la idea aspiradora, que irá a parar al cabo, como perla en su concha, y flecha en tronco de árbol, en el seno de Dios”.  
Y es que Dios, mezclado mancomunadamente con los conceptos de naturaleza y espíritu, se fisiona en el origen y creación misma del hombre. “Como en lo humano todo el progreso consiste acaso en volver al punto de que se partió, se está volviendo al Cristo, al Cristo crucificado, perdonador, cautivador, al de los pies desnudos y los brazos abiertos; no un Cristo nefando y satánico, malevolente, odiador, enconado, fustigante, ajusticiador, impío”.
Quizás el cuestionamiento más usado entre los no creyentes, es el referido a la credibilidad de los milagros de Jesús, porque sin el conocimiento de los presupuestos creacionistas es inimaginable aceptar que un hombre sane a un leproso , devuelva la vista a los ciegos , haga caminar a un paralítico de nacimiento y convierta el agua en vino , sin embargo, el maestro recrea en la poesía “Entre las flores del sueño” uno de los pasajes bíblicos más imponentes: “Jesús camina por las aguas” . Y en el titulado “Muerto” nos sorprende con la aceptación de la resurrección cuando escribe:

“¡Desde que aquel cadáver ha vivido,
El Universo todo está despierto!”

Y con toda firmeza y arrojo, no dando lugar a duda alguna, entiende el carácter eterno del hombre de la cruz al decir:
“¡Un siglo acaba, nace otra centuria,
Y el hombre de la cruz canta abrazado,
Y sobre el vil cadáver de la Injuria,
El Universo adora arrodillado!”

En la actualidad, cada país o nación enseña a las diferentes generaciones a conocer y venerar la vida de los hombres o mujeres que realizaron aportes en diferentes esferas: Gandi en la India, Pasteur en Francia, Ferry Fox en Canadá, Lincoln en Estados Unidos, Mario Benedetti en Uruguay, Che Guevara en Cuba; sin embargo, resulta impactante conocer como Martí resalta el ejemplo de Jesús para la humanidad y expresa: “Desagrada (tener que) reconocer que el hombre de mayor idealidad del Universo, el Cristo, pueda tener el rostro deslustrado, cansado, caído, sin aquella beldad y aquella gloria que aun a los rostros sube de la inocencia y confianza del alma no probada, en la edad de la juventud, ignorante y fiera. Pero la verdad es que la vida come, y por donde pasa deja huella de su diente; y en los que viven con más intensidad ya por el amor de sí o por el de los demás, más la deja. La verdad es que en los rostros de los hombre de más belleza moral decaen y pierden gran luz conforme viven, y los ojos se fatigan y se apagan y la piel se descolora, y el cráneo se despuebla de cabello, y la piel se enjuta, y las mejillas se ahuecan, y sólo en las divinas horas de la acción o el discurso supremo les sale al rostro la gloria del alma.” . A estos, los autores añaden que seguros deben sentirse los pueblos que enseñen a sus hijos las virtudes del que refleja en el “rostro la gloria del alma”. Parecen palabras de un Martí que está a punto de lanzarse al combate, de probar que no sólo es digno de su grado y cargo, aunque no le gustaba que le llamaran Presiente, sino que puede aventurarse en los campos de Cuba. Nótese como separa las condiciones físicas –las   que mueren y se gastan, las que hacen desagradable el hecho de tener que reconocer que hasta Cristo, que fue un hombre, murió– de las espirituales e imperecederas –las que asoman en las vividas horas de la acción.  
Asimismo, la “luz” a la que se refiere, entre otras cosas, cuando hace mención a estos temas, tiene gran significancia en él, recuérdese el archiconocido verso suyo donde existe proporcionalidad entre la oscuridad y la traición y el ser bueno con la luz, con el sol, esto se refuerza además en el verso que aparece en sus escritos:

“Cuando al peso de la cruz
El hombre mirar resuelve
Sale a hacer el bien, lo hace y vuelve
Como de un baño de luz”.

Este verso define las raíces de su medular eticidad, espíritu cardinal en él es la presencia de un entendimiento y entrega amorosa por el mundo, con el entrañable afán de modificar las realidades, por difíciles que sean, aún a costa de altos sacrificios.
Por otro lado, cabría preguntarse ¿qué sistemas filosóficos incidieron en su formación ética? Los importantes estudiosos Vitier y Pita consideran el pensamiento martiano como independiente y autónomo, marcado por la manera de pensar de Caballero, Félix Varela y Luz, e influido por otras corrientes del pensamiento de la época, pero sin compromiso serio con estas, sino con su pensamiento propiamente dicho, donde no se puede dejar de hacer mención a la religiosidad y las ideas cristianas, so pena de no encontrarlo, de ver lo que queremos y no lo que nos dice, de no ser justos. Asimismo, Pita asevera que ”(…) en Martí hay una convergencia de principio con la ética del cristianismo, una perspectiva crítica que en ocasiones llega a ser apasionadamente evangélica… solo deja margen a una lectura posible, es decir: que su identidad moral era esencialmente cristiana (…)” Se añaden a estas cruciales consideraciones, la de los autores, que plantean como la estancia en el presidio fue sustancial en el cimiento ético-cristiano de Martí y basan su criterio en que a esa edad, él no había recibido directamente las influencias de los sistemas filosóficos, sólo la enseñanza de su excelente maestro Mendive y con seguridad a través de él, la doctrina del Padre Varela y la filosofía cubana expuestas en el siglo XIX por Luz y Caballero, para que de manera sorprendente su fragante texto “El Presidio Político en Cuba” compare al anciano de 76 años Nicolás Castillo con Cristo, cuando al conocerlo dijo de este: “…Nazareno infortunado… figura descarnada… noble como la figura de Jesús, inmensamente grande como él…” con esta sola descripción del anciano, queda probado que un gran hombre como Martí tenga como prototipo al más grande de los hombres.
En 1889 y bajo el patrocinio del editor brasileño Aarón Da Costa Gómez publicó una revista –o  periódico, como él mismo le llamó–, para niños, adolescentes y jóvenes, titulada La Edad de Oro, título que, según Martí, se debe al propio Da Costa. Dentro de su epistolario en ese año es frecuente la referencia a La Edad… con gran entusiasmo por parte de su redactor, así como las gestiones para divulgar la misma y atraer la atención del público, no por puro interés económico, al menos no por parte de Martí, que solamente le ayudaba al sustento, sino por que la misma “lleva pensamiento hondo”, y a pesar de no ser una carga ligera coadyuvaba al sentimiento latinoamericanista que lo guiaba. Sólo para que se tenga una idea de la significancia de este proyecto martiano basta leer una de las cartas enviadas a su amigo mexicano, donde lo considera “una empresa en la que he consentido entrar, porque, mientras me llega la hora de morir en otra mayor, como deseo ardientemente, en ésta puedo al menos, a la vez que ayudar al sustento con decoro, poner de manera que sea durable y útil todo lo que de pura sangre me ha ido madurando en el alma. Yo no quiero que esta empresa se venga a tierra”. O sea, como su propio texto refleja, equipara a la causa de Cuba –a  la cual dedicó no pocos esfuerzos–, la de esta empresa maravillosa de la cual hizo merecedores a nuestros niños de América, manifestando incluso su deseo de no dejar caer esta empresa, como real y lamentablemente ocurrió.  
Sucede que el editor le solicitó que hablara del “temor de Dios” y que “el nombre de Dios” estuviera en todos los artículos, lo que Martí consideró una ofensa al “credo dominante” en los países de la América de habla hispana, un “abuso de confianza y falta de educación”, además de que contradecía la idea por la cual había sido creada la revista –“la  instrucción ordenada y útil”, la enseñanza con apego a la moral según el deber y no por la sumisión a la fe o creencia religiosa. De esta contradicción prevalece la opinión de Martí, redactor de todos los artículos, por lo que sólo se publicaron 4 números de esta revista. Tales declaraciones demuestran el respeto de Martí para no interferir o dañar los preceptos religiosos de los lectores a quienes iba dirigida la publicación, que muy a pesar suyo terminó, prefiriendo así interrumpir su “empresa”. Si grande fue el tesón y “a pesar del amor con que la comencé”, dijo entonces Martí, grande fue también su pena al abandonarla: “Es la primera vez, a pesar de lo penoso de mi vida, que abandono lo que de veraz emprendo”.  
En este libro se encuentran relatos, cuentos, poemas, y artículos de alto vuelo artístico publicado desde aquella época y que hasta la actualidad aún conservan su vigencia, popularidad y necesidad de (re)lectura.
En el artículo Un juego nuevo y otros viejos se alude a la creencia que tenían en tiempos antiguos los griegos, los que decían que en el cielo había santos y dioses. Las niñas griegas ponían sus muñecas delante de la estatua de Diana para que las tuviese siempre lindas. Es concluyente Martí al decir: “Nunca hubo Diana ninguna (…) Ni hubo ninguno de los otros dioses  a que les rezaban los griegos en versos muy hermosos, y con procesiones y cantos”. Se refiere Martí a la religiosidad de entonces y que hoy llamamos mitología, a que el hombre se encontraba a merced de los elementos naturales, a los cuales les reza por los beneficios que obtenía de estos y porque no le fueran adversos, poniéndoles nombres de hombres y mujeres y figurándolos semejantes a seres humanos.
En “Nené traviesa” encontramos, un clásico de la literatura infantil, obra entrañable para los niños y niñas cubanos(as) y ha sido representada en obras de teatro, festivales y diferentes foros, incluyendo el prestigioso evento internacional Pedagogía, que honra a Martí con el logo de la linda niña que lee un libro. Este relato llega a la hondura de cada corazón y el final es sorprendente, porque la propia protagonista reconoce sus errores, la ofensa a su padre y pone a meditar a los infantes para que aprendan la lección con ella, recreado en la parábola del hijo pródigo.

Nené traviesa

Encontrándose Martí en los campos de Cuba, escribe su última carta, dirigida a su amigo mexicano Manuel Mercado, documento que quedó inconcluso en principio por la llegada de Bartolomé Masó y su tropa al campamento, y definitivamente porque fue a combatir a las tropas españolas donde la muerte le encontró. Ella es considerada su testamento político al reconocer el verdadero interés de Estados Unidos sobre Cuba, y a nuestra consideración su legado religioso, al dejar plasmada para la posteridad una frase muy citada, como muchas de la referida carta, desconociéndose, en muchos casos, que la misma proviene de un pasaje bíblico importante que Martí sintetiza en la expresión: “­(…) mi honda es la de David” , considerándose un guerrero pequeño ante el gigante Goliat, que como es sabido, se refiere al imperio. No es desidia del Maestro denunciar las ansias anexionistas del norte desde una posición bíblica, aprendida del Libro Sagrado y cuya enseñanza también transmitió a los niños en el cuento Meñique. Asimismo de manera íntima le confiesa a su amigo: “(…) que la emoción de este deber pudo alzar de la muerte apetecida al hombre que, (como Jesús para salvar almas y a él para salvar la Patria) ahora que Nájera no vive donde se le vea, mejor lo conoce, y acaricia como un tesoro en su corazón la amistad con que Ud. lo enorgullece” , o sea, que otra vez vemos al Martí que se siente renacer al tiempo que cumple con su deber con la patria, lástima que la idea corresponde a las últimas líneas que escribió antes de ser interrumpido por la llegada del Mayor General Bartolomé Masó y su tropa. Queda en el enigma qué otras ideas hubiera esbozado, cuál hubiera sido la historia de no acontecer la muerte del Maestro. 
Cuenta uno de los cronistas que el Apóstol, cerca del mediodía de aquel fatídico 19 de mayo, en un encendido discurso donde arengó a las tropas, quizás conmovido por la aglomeración de tantos patriotas y personalidades de la República en Armas, y acostumbrado como estaba a enlazar las palabras haciendo gala de su gran maestría como orador dijo: “Quiero que conste que por la causa de Cuba me dejo clavar en la cruz”. Esto podría tener dos interpretaciones, pero igualmente válidas para el tema que nos ocupa. La primera es ver la causa de Cuba como un sacrificio para el Presidente por su Patria, o sea, mostrar al mundo que es de la “raza de los buenos que marchan  intrépidos sobre las llamas”, o de lo contrario, diría Martí: “¿Dónde está el Cádiz, dónde la hostia del sacrificio (…)?” Lo cual se deriva del sacrificio hecho por Cristo, que murió en la cruz por los pecados de los hombres. La segunda se refiere a la concepción abolicionista de la pena de muerte esgrimido por Martí en algunos de sus escritos y labor periodística. A saber, la crucifixión era uno de los métodos antiguos y más terribles de ejecución de los creados por el hombre, siendo esto conocido por Martí, para él era preferible morir así, como “murió el hombre un día”, por la independencia de Cuba, lo cual es muestra asimismo de sacrificio y humanismo, a nuestro entender, la frase pasa de ser una mera expresión dicha en medio de éxtasis, extrañamente dicha a escasas horas de sobrevenir la muerte, para convertirse en revelación pura de su pensamiento, donde confluyen sus ideas patrióticas, religiosas y humanísticas.
Para concluir, que mejor forma de hacerlo que con las propias palabras del maestro, para ello reproducimos in extenso un texto suyo, donde a nuestra consideración resume la concepción martiana y ética de lo religioso, y aborda la necesidad de los pueblos de abrazar la espiritualidad, cualidad innata del hombre.
“Hay en el hombre un conocimiento íntimo, vago, pero constante e importante, de un GRAN SER CREADOR: Este conocimiento es el sentimiento religioso, y su forma, su expresión, la manera con que cada agrupación de hombres concibe a Dios y lo adora, es lo que se llama religión. Por eso, en lo antiguo, hubo tantas religiones como pueblos originales hubo; pero ni un sólo pueblo dejó de sentir a Dios y tributarle culto. La religión está, pues, en la esencia de nuestra naturaleza. Aunque las formas varíen, el gran sentimiento de amor, de firme creencia y de respeto, es siempre el mismo. Dios existe y se le adora.
Entre las numerosas religiones, la de Cristo ha ocupado más tiempo que otra alguna los pueblos y los siglos: esto se explica por la pureza de su doctrina moral, por el desprendimiento de los evangelistas de los cinco primeros siglos, por la entereza de sus mártires, por la extraordinaria superioridad del hombre celestial que la fundó. Pero la razón primera está en la sencillez de su predicación que tanto contrastaba con las indignas argucias, nimios dioses y pueriles argumentos con que se entretenía la razón pagana de aquel tiempo, y a más de esto, en la pura severidad de su moral tan olvidada ya y tan necesaria para contener los indignos desenfrenos a que se había entregado las pasiones en Roma y sus dominios.
Pura, desinteresada, perseguida, martirizada, poética y sencilla, la religión del Nazareno sedujo a todos los hombres honrados, airados del vicio ajeno y ansiosos de aires de virtud; y sedujo a las mujeres, dispuestas siempre a lo maravilloso, a lo tierno y a lo bello. Las exageraciones cometidas cuando la religión cristiana, que como todas las religiones, se ha desfigurado por los malos sectarios; la opresión de la inteligencia ejercida en el hombre del que predicaba precisamente el derecho natural de la inteligencia a liberarse de tanto error y combatirlo, y los olvidos de la caridad cristiana a que, para afirmar un poder que ha comprometido, se han abandonado los hijos extraviados del gran Cristo, no deben inculparse a la religión de Jesús, toda grandeza, pureza, y verdad de amor. El fundador de la familia no es responsable de los delitos que cometan los hijos sus hijos. 
Todo pueblo necesita ser religioso. No solo lo es esencialmente, sino que por su propia utilidad debe serlo. Es innata la reflexión del espíritu en un ser superior; aunque no hubiese ninguna religión todo hombre sería capaz de inventar una, porque todo hombre la siente. Es útil concebir un GRAN SER ALTO; porque así procuramos llegar, por natural ambición, a su perfección, y para los pueblos es imprescindible afirmar la creencia natural en los premios y castigos y en la existencia de otra vida; porque esto sirve de estímulo a nuestras buenas obras, y de freno a las malas. La moral es la base de una buena religión. La religión es la forma de la creencia natural en Dios y la tendencia natural a investigarlo y reverenciarlo. El ser religioso está entrañado en el ser humano. Un pueblo irreligioso morirá, porque nada en él alimenta la virtud. Las injusticias humanas disgustan de ella, es necesario que la justicia celeste la garantice”.    
Una vez más, Martí no se equivoca, sus palabras parecen ajustarse a cualquier contexto, época o rama del conocimiento. Breve acercamiento…,no solo nos revela lo que para Martí significaba el hijo de Dios, sino el gran Martí que nos estábamos perdiendo, pues desde el punto de vista de los valores y facetas consabidas en las que se ha hecho hincapié en pos de la educación y comulgación con la ideología patria, la ética cristiana según la visión martiana, tributa en gran medida. Creación suya, la ética cristiana martiana propone los valores manantiales de la formación de un hombre de bien, adaptable a los principios y valores éticamente correctos, fíjese que la espiritualidad martiana se basa en la idea simple y pura de Dios, no tanto en las instituciones que con sus especificidades se encargaban de adorarle, quizás sea por eso que Martí, a pesar de declararse “pura y simplemente cristiano”, lo fuera de pensamiento y convicción propia, no probándose aún su adhesión a una religión oficial, aunque recientes estudios han probado la filiación masónica de él y su amigo Fermín, criterio que compartimos, es entendible que la masonería es una fraternidad que tiene por principio la creencia en un ser supremo, no es propiamente una religión.  

Fermín Valdés Domínguez, el hermano espiritual de José Julián Martí

José Martí y Fermín Valdés Domínguez

Nuestra Constitución, en el Preámbulo, invoca el ideario de José Martí y las ideas político-sociales de Marx, Engels y Lenin como guía de nuestra ideología, quizás parezcan corrientes del pensamiento con tesis y planteamientos contrapuestos, en lo que a religión se refiere, recuérdese  que los clásicos del marxismo ven a la religión como el opio de los pueblos, por el hecho de que con anterioridad ha sido aliada de la clase en el poder, en ocasiones legitimando este, transfigurando el poder de Dios en la persona del gobernante, adjudicando cualidades divinas a los monarcas o coadyuvando en la explotación y conquistas de territorios mediante cruzadas o sencillamente exhortando a soportar las calamidades aquí en la tierra –entiéndase, someterse al poder del estado– para poder pasar a mejor vida en el cielo. No se olvide que si bien Martí conoció la personalidad de Karl Marx, es posible que no se haya introducido en su obra con profundidad, y aunque así hubiera sido, es muy probable que él, pensador independiente, hubiese seguido creyendo igual, mas, el punto de conexión al que quisiéramos referirnos es al hecho de que Martí no creía propiamente en la religión como institución, sino en el ser supremo que se adoraba, en sus postulados y en su caso, abogaba por una religión distinta, que aunara a las demás. Es la conexión perfecta entre patria y religión, tal y como dijo Raúl.  
Los autores consideran que Breve acercamiento de la ética cristina de José Martí, de manera modesta, expone la influencia de la doctrina de Jesús en la amplia concepción del mundo en el Héroe Nacional y también propone la invitación a los lectores, mediante el debate crítico y respetuoso de las ideas que defienden en el mismo, seguro que con ello se ampliará, el conocimiento de la obra martiana. 

BIBLIOGRAFÍA

Libros

  1. Cuadernos Martianos III, Editorial Pueblo y Educación, La Habana, 2000.
  2. Escobar González, Froilán: Martí a Flor de labios, Casa Editora Abril, La Habana, 2009.
  3. Ferrer Hechavarría, Orlando: Ética desplegada. Glosario, Editorial José Martí, La Habana, 2010.
  4. Hainchelin, Charles: Orígenes de la religión, Editorial Platina, Buenos Aires, Argentina, 1961.
  5. Martí, José: Obras completas, (en 28 tomos), Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975 y 1991.
  6. _________: Obras escogidas, (en tres tomos), Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 2007.
  7. _________: La Edad de Oro, Editorial Gente Nueva, La Habana, 2002. 
  8. _________: El manifiesto de Montecristi. El Partido Revolucionario Cubano a Cuba, Editorial de Ciencias Sociales, Centro de Estudios Martianos, La Habana, 1985
  9. _________: Diarios de campaña, Edición crítica (Investigación, prólogo, notas y anexos de Mayra Beatriz Martínez), Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2007.
  10. Vitier, Cintio: El padre Félix Varela como precursor delideariomartiano, ACEM No. 12, 1989.
  11. __________: Temas martianos 1 y 2, Editorial Letras Cubanas, La Habana, Cuba, 2004 y 2005.
  12. _________: Temas martianos, Segunda Serie, Colección del Centro de Estudios Martianos, Centro de Estudios Martianos, Editorial Letras Cubanas, 1982.
  13. Marx, Carlos y Federico Engels: Sobre la religión, Editorial Política, La Habana, 1963.
  14. Miró Argenter, José: Crónicas de la guerra, tomo 1, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1981
  15. Orozco González, Delio G.: Jesús de Nazaret: un paradigma ético de José Martí, Editorial Orto, Manzanillo, 2005.
  16. Ramón Pita, Julio: Explorando la religiosidad martiana, la Habana, Enero de 1999.
  17. Rosental, M y P. Ludin: Diccionario filosófico, Edición Revolucionaria, 1984.
  18. Suárez Suárez, Reinaldo: Todos los viernes hay horca…Martí y la pena de muerte en Estados Unidos. Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 2008.
  19. Torres-Cuevas, Eduardo: Historia de la masonería cubana. Seis ensayos, Imagen Contemporánea, La Habana 2005.
  20. Valdez Galarraga, Ramiro: Diccionario del pensamiento martiano, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2007.

Legislación

  1. Constitución de la República de Cuba de 1976.

Artículos e Internet

  1. Elizalde, Rosa María: Conversaciones con Cintio Vitier, periódico Juventud Rebelde, 3 de octubre del 2009.
  2. Hechavarría Calcerrada, Zaida, Julio Cesar Molina Martín y Yaimara Hernández Silva: Algunas consideraciones sobre el pensamiento religioso de José Martí  www.cocmed.sld.cu/no74/n74ori6.htm, visitado el 11 de octubre del 2011.
  3. Moya Méndez, Misael y Yosbany Vidal García: La Edad de Oro, empresa editorial martiana, disponible en www.josemarti.cu/files/02-La%20Edad%20de%20Oro.pdf, visitado el 14 de octubre del 2011.
  4. Vitier, Cintio: Sobre el humanismo de José Martí, por Cintio Vitier, disponible en www.josemarti.cu/.../Cintio%20Vitier.%20Sobre%20el%20humanismo%20en%20JM.doc, visitado el 12 de octubre del 2011. .

Fotos

  1. Martí en presidio: (tomada de http://articulos.sld.cu/cimeq/files/2010/08/marti-y-presidio-1-h.jpg)
  2. Nené Traviesa : (tomada de http: //www.juventudrebelde.cu /file /img /fotografia /2010/ 01/2993-fotografia-g.jpg)
  3. José Martí y Fermín Valdés Domínguez (tomada de http: //www.cmbfradio.cu /cmbf/ marti /marti_00000046.html)