Contribuciones a las Ciencias Sociales
Agosto 2011

LA VERDAD Y LOS SIETE PECADOS CAPITALES



Nelson Fiol Santos
nelsonfiol@fcmec.sld.cu




RESUMEN
El término “verdad” no tiene una única definición en la que estén de acuerdo la mayoría de los estudiosos y por tanto, las teorías sobre la verdad continúan siendo ampliamente debatidas. Hay posiciones diferentes acerca de cuestiones como:
Palabras claves: Verdad, mentira, humanidad, Pecados capitales.

Abstract

The term "truth" has no single definition which agree most scholars and therefore theories of truth continue to be widely debated. “Truth” is an abstract concept difficult to define and is associated with the agreement of what is said with what one thinks or feels.


Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Fiol Santos, N.: La verdad y los siete Pecados Capitales, en Contribuciones a las Ciencias Sociales, agosto 2011, www.eumed.net/rev/cccss/13/

Qué es lo que constituye la verdad

  • Con qué criterio podemos identificarla y definirla
  • Si existen las revelaciones o la verdad puede alcanzarse tan sólo mediante la experiencia, el entendimiento y la razón
  • Si la verdad es subjetiva u objetiva
  • Si la verdad es relativa o absoluta
  • Y hasta qué grado pueden afirmarse cada una de dichas propiedades.

Realmente no es nuestro objetivo adentrarnos en disquisiciones filosóficas y semánticas tratando de encontrar respuestas adecuadas a las anteriores interrogantes. En tal sentido, nos limitaremos a expresar de forma sencilla nuestro criterio.

Interesa a la Sociología, por cuanto, el aprecio hacia la verdad y la condena de la mentira o del error cambia en intensidad según las épocas y las culturas, pues tanto el concepto verdad como su valoración, no siempre es el mismo a lo largo de la Historia y de la evolución de la cultura, por tanto, es menester analizar su contenido en este momento donde las crisis de valores humanos nos conducen a disímiles interpretaciones de la verdad.

INTRODUCCIÓN

La palabra “verdad” por su etimología proviene del vocablo Latín “veritas”. Verdad es un concepto abstracto de difícil definición y está asociado con la conformidad de lo que se dice con lo que se piensa o siente. Sin embargo, todo indica que en la actualidad el concepto “verdad” ha cambiado radicalmente su significado, a tal punto que en ocasiones se interpreta como una mala palabra o sencillamente se convierte en una herramienta que cada cual utiliza como le viene en ganas, a tal punto, que muchos consideran la dichosa palabra como sinónimo de “mentira”. (Expresión contraria a la verdad.)
No hay que ir muy lejos para constatar lo expresado. Baste leer la prensa, navegar por Internet o escuchar la radio, en fin, cualquier medio de comunicación masiva, para darse cuenta de inmediato de la imposición de ideas absurdas, a veces tan burdas y atentatorias a la inteligencia humana.

Lo expresado está totalmente alejado de prejuicios, apreciamos lo que somos: seres humanos y estos criterios están dados, no por el mero hecho de comparar, discrepar y mucho menos atentar contra las normas cristianas y sus valores, no obstante, si en nuestras catarsis damos rienda suelta a los sentimientos y analizamos objetivamente los hechos, nos damos cuenta de que  las manifestaciones globalizadas dirigidas a las mentes de los habitantes de nuestro mundo de hoy son una mercancía más que transforma inobjetablemente al ser humano, (felicidad de aquellos que están ajenos a esta  situación viviendo en la virgen profundidad del  Matto Grosso brasileño.

DESARROLLO

¿HACIA DONDE VAMOS? Realmente no sabemos, es la verdad objetiva, me refiero en este caso a los miles de millones de seres humanos que habitan nuestro planeta. No es escepticismo, ni una aseveración superficial, basta analizar brevemente la situación actual de este mundo nuestro para darnos cuenta de que el camino escogido por los que pueden hacerlo, dista mucho de ser el más viable para la especie humana. Unos pocos dictan (a pesar de no ser catalogados como dictadores), otros, la gran mayoría, se deja llevar, o mejor dicho, los llevan por el abrupto sendero del nunca jamás, lo que equivale a las penurias diarias de la subsistencia. De tal forma, del concepto y aplicación de la democracia y el derecho creado por los griegos solo quedan vestigios.

Nada que ver con la esencia de la democracia y el derecho a ser escuchado, a alimentarse, a tener un techo donde protegerse, a vestirse y las mínimas condiciones para crear y mantener una familia. Es la verdad que vivimos. Entiéndase, una imposición contraria a los más elementales vínculos entre los seres humanos.

Sería utópico adentrarse en disquisiciones políticas o filosóficas para tratar de comprender la magnitud de esta catástrofe de la cual ya tenemos desgraciadamente algunos ejemplos palpables: La hambruna en el cuerno africano, el desempleo en la Unión Europea y otras latitudes, la gran deuda del que se afirma es la mayor economía mundial, me refiero a los Estados Unidos de Norteamérica, los desastres naturales y tecnológicos en Japón ( segunda economía mundial ), las enfermedades como el SIDA que llevan a la muerte millones de personas sobre todo en el continente africano, las guerras impuestas a modo de rapiña, la emigración masiva, la adicción incontrolable a los estupefacientes creados por el propio hombre, las secuelas del cambio climático y el  consecuente deterioro de la naturaleza, en fin, nuestro futuro no es nada provisorio.

Algunos no ven más allá del próximo día, porque sus intereses son en gran medida inmediatos o a corto plazo (hay que comer para vivir). Los que piensan y se detienen a valorar el futuro, además de ser muy pocos, solo tienen la voluntad de expresarlo sin esperar un resultado positivo a sus reclamos. Es obvio, los intereses de la sociedad actual no se definen por las necesidades, sino por los criterios de lucro, o sea, a muy pocos les importa la humanidad, porque precisamente desarrollan sus fortunas a costa de los grandes males que nos azotan, donde hasta el hambre constituye un negocio. Existe hambruna, sin embargo, se vierten en ríos y mares o se incineran miles de toneladas de leche, de granos, o de cualquier alimento, solo para mantener o incrementar los precios del producto. Las Bolsas comerciales y los bolsillos de pocos se nutren a despecho de las calamidades del ser humano.

Protestar es delito, te reprimen salvajemente, hablar se teme, escribir en contra de las desigualdades es un riesgo, so pena de que te sitúen en una gran lista negra a nivel mundial. Las cámaras de video, la observación mediante satélites, la implantación de marcadores en el cuerpo para conocer todos tus movimientos, las escuchas de todas las comunicaciones y otros avances, solo sirven para controlar el quehacer del hombre. ¿Por qué? Los poderosos con todos sus recursos garantizan no tener competencia para continuar su derroche, los miserables esperan pacientes o impacientemente el final.

No es menos cierto que nuestro planeta a pesar de ser agredido constantemente puede permanecer formando parte de nuestro sistema solar por un tiempo indeterminado, no obstante, si la Tierra perdura, tal vez sean sus habitantes quienes desaparezcan antes de que ello suceda. No nos referimos a las premoniciones Mayas y pensemos en el 22 de diciembre del 2012, tan solo nos motiva el hecho de que seamos nosotros mismos quienes propiciemos la debacle, ni tampoco ser tan pesimistas como para pensar que cuando nace un nuevo ciudadano las palabras de bienvenida sean “Perded toda esperanza”, según expresara Dante en su obra.

Pocos se han detenido a pensar y muchos menos a tratar de paliar la situación del hombre, los tildan de utópicos, de comunistas, de izquierda, terroristas, extremistas, fundamentalistas o indignados (ahora llaman así a los pueblos cansado de tanta demagogia y sufrimientos)  y muchos más epítetos que tratan de satanizar las ideas contrarias al poder, ese poder que algunos ostentan a la fuerza o por la fuerza de los derechos nada humanos, que representan la imposición absurda de ideas y criterios manidos y obsoletos disfrazados de credibilidad por un marqueting bien diseñado, que hace del lobo un tierno cordero, con el agravante de que son los propios ciudadanos los que refrendan el plagio a través de consultas populares (entiéndase elecciones), donde todo es manipulado, dinero o conciencias, para que tal o cual personaje elegido de antemano se haga del poder y con ello sumar nuevos poderosos a la sociedad. No importa quién, solo basta su incondicionalidad al egoísmo, a la falta de escrúpulos, de conciencia y la decisión expresa de utilizar cualquier medio, hasta el genocidio para mantener el estatus preconcebido por el poder.

De tal forma, ¿a quién acudir?, ¿al supremo creador? Es lo único que alimenta a gran parte de la humanidad, sin embargo, al parecer son tantos los problemas, que el propio creador no puede intervenir en todo ni solucionar todo, sin tratar por cierto de ofender a los creyentes, de ahí que en la mayoría de las ocasiones salen a relucir en  nuestro pensamiento la manifestación por unos y otros de los famosos 7 Pecados capitales. si nó, veamos:

La ira: hay que tener en lugar de sangre otra sustancia que no afecte tanto al miocardio, ante tanto intento estúpido de darnos a comer gatos por liebres. La ira es generalmente un atributo innato de los que emplean la fuerza, aunque a veces surgen entre los débiles algunos temerarios que expresan su ira ante tanta infamia so pena de que los tachen de terroristas, no así en el caso de la ira de los poderosos, cuya verdad causa efectos catastróficos y genocidas bien  disfrazados de acciones humanitarias.

La gula: Nos atragantan de tanta patraña, que muchos llegan a la obesidad extrema por hartarse en demasía de las demagogias del amo imperial y sus súbditos  para justificar lo injustificable de sus acciones, aunque en muchos casos los propios promotores de verdades se creen lo que dicen y también terminan postrados de gordura.

 La pereza: Es lógico, buena parte del mundo, seres inmersos en sus propias vicisitudes y calamidades, no pueden ni tienen tiempo de ocuparse de hallar la verdad en todo lo que se dice o se hace, seres que se relajan plácidamente, a tal punto, que la quietud del reposo y del bostezo los invade, esos son los mejores receptores. Para ellos, la lectura de la prensa, ver y oír la TV y navegar por Internet solo significa un hábito sin pretensiones de romperse la cabeza o caer en el strees psíquico. Los poderosos tampoco están exentos de la pereza, ese breve tiempo que no pueden masacrar algún pueblo los lleva igualmente al aburrimiento.

La mentira: No es necesario abundar mucho, todo o casi todo atenta contra la verdad. Es una herramienta infalible para propósitos malsanos, probadamente efectiva, que poco falta para  llegar a convertirse en una ciencia con todos los atributos que le cuelgan, a tal extremo, que hasta los propios fabricantes de verdades, pasado el impacto inicial del éxito, también las llegan a consumir con sumo gusto.

La lujuria: Es notable la emoción y el disfrute casi orgásmico de esos Tanques Pensantes que palpan el resultado de sus verdades. Pienso en la euforia de tales sujetos,  incluidos los gobernantes de turno y lacayos afines, cuando se proyectan en las pantallas o leen los partes donde se minimizan las víctimas de sus verdades y al genocidio se le interpreta como daños colaterales y a los bombardeos indiscriminados se les justifica (incluyendo a la ONU) como ayuda humanitaria.

 La soberbia: Es natural, nadie en su sano juicio (aunque algunos llegan a jefes de gobierno), se manifestarían de otra forma. La soberbia es un ente común de las ansias de conquistas a cualquier precio, bajo cualquier justificación y bajo cualquier imposición de fuerza, proporcional a la debilidad de sus mentes. La soberbia está implícita en las ansias de  poder, no entiende de límites a la hora de conseguir sus propósitos nada humanos cuyas víctimas generalmente son los pueblos.

La envidia: La explicación es sencilla, los creadores de verdades nunca aceptarán que aunque pocos, exista alguien que mantenga firmes sus ideas, tengan una voluntad impermeable y no claudiquen ante la voz del amo supremo. A esos, a pesar de odiarlos, los respetan, les tienen una envidia acérrima porque piensan que respetarse es una cualidad de ficción. A esos seres raros  que no comen de la mesa servida de verdades, tratarán de eliminarlos bajo cualquier verdad (léase pretexto). 

Lo anterior es sencillamente una breve síntesis de algo que nos duele y gravita sobre la conciencia ciudadana, atentando en mayor o menor grado al intelecto. Si el siglo XX marcó un hito en la bochornosa hornada de mentiras y agresiones contra la humanidad, hoy en el siglo XXI se hace cada día más patente la violación de los derechos humanos. Prácticamente tiene vigencia como Carta Magna la ley de la selva, lógicamente más edulcorada pero exenta de todo vestigio de credibilidad pese a los inmensos esfuerzos en validar el criterio verdad. Si la ley de la selva es sustento y balance de la vida animal en entornos hostiles, hoy la ley que rige actualmente los destinos de la humanidad, es solo un papel ajado que solo sirve para fines fisiológicos.

La demagogia ocupa un gran espacio en las relaciones poder-ciudadano. Cada día se hace más hincapié en la creación de estados de opinión, gracias, entre otros aspectos a la globalización neoliberal, cuyos preceptos se consumen y digieren en tiempo real por las grandes mayorías. El poder mundial tiene nombre y no es precisamente el de los gobernantes de turno. El gran poder, ese que determina las verdades, sanciona y conquista. El gran dictador está detrás del set como productor de un gran filme  de horror y misterio, con todos los ingredientes: Lenguaje de adultos, violencia extrema, terror y algún que otro caso de pornografía. El elenco principal, los Top Star (protagonistas con más tiempo en pantalla), dan la cara, con poses bien concebidas y estudiadas, cuidando la imagen para expresar las verdades.

No es menos cierto que los creadores de noticias, los productores de filmes, los especialistas de relaciones públicas, muchas veces o la mayoría de las veces, son personas sencillas que solo dedican su tiempo y sus neuronas a tratar de sobrevivir adecuadamente sin el problemas de desempleo, o la falta de lo mínimo para llevar una vida lo más decorosa posible. Es sabido que el periodista, por ejemplo, busca la noticia o por encargo fabrica la noticia para  caer irremediablemente en las garras de los magnates de los medios de difusión, entonces surgen las elucubraciones para lograr que los consumidores interpreten lo que conviene a quienes pagan ( incluyendo a gobiernos). De ahí que desgraciadamente lo que nos imponen es pura mercancía nada barata si tenemos en cuenta el costo en vidas perdidas a nombre de la libertad de expresión, los derechos humanos y sobre todo, reitero, a nombre de la verdad. La solución, al menos por ahora no existe, en el futuro tal vez la dichosa palabra desaparezca o se le de otro sentido.

En cuanto a los espectadores, el resto de la humanidad, pobres seres inanimados por el sufrimiento, maltratados por los desastres y la hambruna, sumidos en su propia inconciencia, les importa  un bledo hacia donde marcha este mundo, aceptan lo que venga, se suicidan, o esperan pacientes la muerte. Unos pocos, los sobrevivientes, tendrán la posibilidad de constatar lo que perdure del bello planeta Tierra después de las Resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU, de la Comisión de Derechos Humanos y de tanta ayuda humanitaria (entiéndase genocidio) a nombre de la “verdad”.

CONCLUSIONES

No se requiere ser un erudito para entender y apreciar en su justa medida el concepto “verdad” pese a los intentos poco digeribles de manipular nuestras mentes hacia el objetivo que se quiere lograr. Las personas más sencillas, las menos agraciadas con el valor de una elevada cultura, aquellos que sufren las secuelas del desempleo, del hambre y de las enfermedades. Esos ciudadanos del mundo, sumidos en las penurias ocasionadas por los desastres en su amplia concepción, a esos, no es necesario convencerlos de que la verdad es patrimonio exclusivo de quienes dictan. Tal vez muchos no sepan definir la palabra “verdad”, no es necesario, sentirán en  carne propia sus efectos; Ello puede suceder en medio del enfrentamiento a las calamidades cotidianas o envueltos en una marcha de desesperados e indignados trabajadores desempleados que abogan por sobrevivir. Luego, no hará falta un diccionario para encontrar el significado de la dichosa palabra, bastará preguntarse y responderse asimismo ¿Esta es mi verdad?

BIBLIOGRAFÍA

  1. Concepto de la palabra “verdad”, Wikipedia, Enciclopedia libre.

Ms.C. Nelson Fiol Santos. Profesor Asistente, Universidad de Ciencias Médicas de la Habana, Facultad “Dr. Enrique Cabrera”, La Habana, 1939, Pedagogo, Especialista en Protección Civil, Organización de Servicios de Salud y de Medicina de Desastres.

agosto 2011