Contribuciones a las Ciencias Sociales
Septiembre 2011

ACERCAMIENTO A LOS FUNDAMENTOS EPISTEMOLÓGICOS DE LA CULTURA POLÍTICA



Kenia Ramírez Aguirre
Instituto Superior Minero Metalúrgico Dr. Antonio Núñez Jimñenez, Cuba
kramirez@ismm.edu.cu


RESUMEN

La cultura política constituye un fenómeno de elevada complejidad. En torno al concepto son múltiples los autores que se refieren a la política, por la pluralidad de paradigmas teóricos existentes, por la multiplicidad de disciplinas a partir de las cuales se le intenta explicar, por la gran diferenciación de formas y niveles en que la misma puede manifestarse en la vida real y por su medición en el plano empírico.

Estas razones explican su naturaleza estructural multicomponente, al igual que marcan las ideas que justifican por qué continúa el debate acerca de este fenómeno aún después de casi cinco décadas de iniciada esta terminología, así como la pertinencia de plantearse a la cultura política en sí misma como un problema urgido de nuevos análisis y enfoques que nos aproximen, a una solución más lograda del mismo.

Un rasgo característico de la producción teórica en este campo lo constituye el reconocimiento de la necesidad de proceder a una revisión crítica de los presupuestos teóricos generales en los cuales se revelan no pocas ambigüedades e incertidumbres, lo cual no niega la existencia de algunas propuestas y líneas de acción que bien merecen tenerse como puntos de referencia en futuros empeños investigativos que se emprendan en este campo.

En tal sentido la presente investigación propone un acercamiento a los fundamentos teóricos que sustentan el concepto de cultura política partiendo del análisis de las disímiles definiciones que existen alrededor de la problemática planteada.

Palabras claves: cultura, política, fundamentos, teóricos, conocimientos



Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Ramírez Aguirre, K.: Acercamiento a los fundamentos epistemológicos de la cultura política, en Contribuciones a las Ciencias Sociales, septiembre 2011, www.eumed.net/rev/cccss/13/

INTRODUCCIÓN

El término cultura política es un resultado de la combinación del binomio cultura-política cuyos sendos componentes encierran en sí mismo un alto grado de generalidad y profusión conceptual, términos que por demás gozan de un amplísimo uso dentro de las ciencias sociales contemporáneas. Sin entrar a enunciar la gran diversidad de definiciones que sobre los mismos existen, sólo nos limitaremos a ofrecer algunas consideraciones al respecto.

El término cultura proviene del latín “cultura” que significa desarrollar, perfeccionar, cultivar. La misma se entiende como el modo específico en que se organiza y desarrolla la actividad vital de los hombres representados en los productos de su producción social, en el conjunto de relaciones que el sujeto creados por la humanidad a través de la práctica socio-histórica establece en relación con la naturaleza, en relación con los hombres, como también respecto a sí mismo, en el cual conjunto de valores materiales y espirituales.

Fundamentos epistemológicos de la cultura política. Su conceptualización, estructura y funciones.

En el concepto de cultura se fijan tanto las diferencias generales de la actividad vital de los hombres con respecto tanto a otras formas biológicas de vida, como a las particularidades cualitativas de las formas histórico-concretas de la actividad vital de los hombres en las diferentes etapas del desarrollo histórico. De esta forma podemos hablar de cultura antigua o moderna, de actividad vital de los hombres en diferentes esferas de la vida social. De esta manera podemos hablar de cultura económica, cultura artística, cultura filosófica, cultura jurídica, entre otras.

“Entendida como sistemas en interacción de signos interpretables.-como apunta el antropólogo cultural Clifford Geertz-, la cultura no es una entidad, ala que puedan atribuirse de manera causal acontecimientos sociales, modos de conducta, instituciones o procesos sociales: la cultura es un contexto dentro del cual pueden describirse todos estos fenómenos de manera inteligible es decir densa” (1).Geertz destaca que “la cultura es esa urdimbre, y que el análisis de la cultura ha de ser, por lo tanto, una ciencia interpretativa en busca de significaciones. Lo que busco es la explicación, interpretando expresiones sociales” (2)

Por su parte, el término política ha encontrado a lo largo del desarrollo histórico una gran multiplicidad de definiciones y de enfoques en el plano teórico (3). Estos elementos parecen condicionar, como apunta la Dra. Talía Fung (1997:7),”la propia indeterminación conceptual de la política” (4)

Como bien apunta esta autora, “la política se ocupa de las relaciones de poder ejercidas por el gobierno y el Estado y el curso efectivo de dichas acciones en los sujetos a los que se les impone. Son relaciones comportamentales, luego subjetivas, pero no son unidireccionales, implican interacción constante entre sujetos colectivos y también singulares” (5).

Partiendo de las referencias anteriores podemos entender la política como el proceso social mediante el cual los sujetos que en él intervienen(individuales o colectivos) producen y distribuyen acciones y decisiones vinculantes (relacionadas principalmente con el poder, la dominación, la autoridad, los recursos) que teniendo fuerzas y vigor en un espacio temporal dado, y estando determinadas por sus objetivos e intereses cardinales, les guían en la consecución de los mismos. Un momento de esencial importancia para la comprensión de la cultura política lo constituye la necesidad de distinguir la actividad política real del sujeto social en uno u otro momento. La actividad política es el prisma a través del cual se manifiesta la esencia de la cultura política, es el elemento que permite que se revelen e integren de forma sistémica los conocimientos, y los valores políticos, así como también los modelos de comportamiento político que adopta el sujeto social en un determinado sistema de relaciones políticas históricamente configuradas.

Desde su inserción original en el discurso de las Ciencias Sociales, el concepto de cultura política introdujo una ambigüedad que no ha sido fácil evacuar posteriormente. En su formulación original – el concepto remite más bien a la cultura cívica, valga decir, a una forma específica de cultura política que condicionaría o facilitaría el desarrollo y el funcionamiento de los sistemas democráticos. Pero al mismo tiempo, para adquirir un claro estatuto en el discurso científico, el concepto de cultura política requiere convertirse en un instrumento neutro, que sirva para analizar o investigar la diversidad de esas matrices culturales que permiten orientar la actividad política en una sociedad en un momento dado. Así como puede hablarse de una cultura política democrática, puede resultar justificado hablar, en otro contexto, de una cultura política autoritaria, cuando predominan ciertas actitudes culturales que más bien favorecen la instalación o el mantenimiento de regímenes políticos autocráticos, de la cultura política: sistemática, explícita y constituida por valores, actitudes y conocimientos, que pueden ser aprehendidos mediante encuestas o entrevistas, Merelman opone lo que él llama una concepción mundana de la cultura política: tal y como esta aparece en la vida cotidiana, de manera sistemática e implícita, en las conversaciones e intercambios que expresan la manera peculiar como los individuos construyen, usan e interpretan las ideas, los términos y los símbolos que pueden resultar centrales en el quehacer político.

Pero una de las diferencias quizás más significativas se refiere a la forma en que se plantea el problema de la estabilidad política: “¿Cómo puede entonces la cultura política ayudar a explicar la estabilidad política? –. La respuesta reside en el carácter multivalente y a menudo contradictorio de las ideas y símbolos de la cultura política en su desconexión de la acción política vigorosa y en el vacío de las instituciones sociales y políticas.

Hay que tener presente que, desde la gestación misma del concepto de cultura política, concebido bajo la forma privilegiada de cultura cívica, la preocupación por el tema de la participación política estuvo en el centro y bajo el foco del análisis de sus proponentes. Esa participación aparece como condición del quehacer democrático. Para que la democracia funcione, la participación no sólo no puede estar ausente sino que tampoco puede ser excesiva(6).

Desde la segunda mitad de los 80 en América Latina, y un poco más tardíamente en Colombia -más o menos desde finales de esa década y comienzos de los 90-, algunos sectores intelectuales y círculos de opinión empezaron a utilizar ampliamente la noción de "cultura política". El interés por las cuestiones político-culturales estuvo relacionado en ese momento con el fenómeno de la transición a la democracia luego de varios años de dictadura en los países del Cono Sur, y la reflexión que empiezan a desarrollar varios analistas de las ciencias sociales alrededor del apoyo que distintos sectores sociales (entre ellos las clases medias) prestaron a los regímenes autoritarios. Tal apoyo hizo que muchos analistas empezaran a plantearse la cuestión de cómo jugó en esa inflexión de las orientaciones políticas de las capas medias hacia posiciones conservadoras y de derecha (por ejemplo en el caso de la Unidad Popular de Allende), la demanda de orden y de superación de las sensaciones de inestabilidad y caos que la confrontación política interna había generado en amplios sectores de la población. El interés por los aspectos relacionados con la cultura política se ligaba al mismo tiempo al reconocimiento de la importancia de los factores culturales (y entre ellos de aquellos particularmente relacionados con la subjetividad de los actores políticos y sociales), en la consolidación de la recién restaurada democracia.

Con la noción de "Cultura Política" se ha abordado un conjunto de fenómenos, de temas y problemas bastante amplios y heterogéneos. Para algunos investigadores la cultura política tendría que ver con los conocimientos, valores, creencias, sentimientos, predisposiciones y actitudes de los individuos ante la política y los asuntos a ella ligados. Esta visión prioritariamente psicológica de la cultura política se relaciona sobre todo con las disposiciones y orientaciones de los individuos y los grupos hacia los objetos políticos, las cuales son estudiadas y medidas a través de encuestas o escalas de actitud.

Algunos analistas políticos se refieren en este sentido a la necesidad de conocer los imaginarios y las mentalidades de distintos actores de los conflictos presentes en nuestras sociedades, bien para tenerlos en cuenta en los procesos de negociación, o bien para desde la crítica social estimular transformaciones en las actitudes y valores autoritarios de algunos de estos actores. Las actitudes democráticas o autoritarias estarían relacionadas con la manera como las personas establecen, individual o colectivamente, una posición abierta o una actitud cerrada e intransigente ante el conocimiento humano, ante el problema de la "verdad".

Uno de los cientistas sociales que ha contribuido a la reflexión sobre la cultura política en América Latina, Norbert Lechner, ha titulado uno de sus trabajos Los Patios Interiores de la Democracia. Subjetividad y política (FLACSO Santiago de Chile, 1988), aludiendo con esa idea de "subjetividad" al mundo cultural y valorativo de los sujetos participantes en la vida política.

Varios de estos análisis subrayan la pertinencia de una mirada que muestre cómo en la organización de la vida cotidiana de la gente (en el hogar, la relación de pareja, el funcionamiento interno de la familia) se construyen día a día modelos de orden, actitudes en torno al ejercicio de la autoridad y a la relación con el poder, formas de obediencia social o de distanciamiento crítico con el poder y con lo establecido.

Para otros analistas, la problemática de la cultura política se relaciona íntimamente con la cuestión de la identidad o de las identidades (nacionales, étnicas, sociales, regionales, locales, sexuales, de género, etcétera), en un momento de configuración de actitudes y contextos posmodernos que han hecho mucho más visible la diversidad socio-cultural y cada vez menos posible subsumirla en los macro sujetos clásicos de la emancipación, el proletariado o el campesinado, que han estallado como formas únicas y unívocas de representación política de la sociedad, en medio de la crisis y replanteamiento de las grandes narrativas de la modernidad ("progreso", "razón", "revolución", "vanguardia" "desarrollo").

Otra dimensión de los análisis de cultura política que introduce la aproximación histórica a su configuración y desarrollo, estaría relacionada con las distintas atmósferas generacionales que se suceden en el desarrollo de la sensibilidad política colectiva de una nación o de una comunidad (por ejemplo, las de las generaciones de los 60 y 70, o las de los 80 y 90), las cuales constituirían diferentes "climas" o contextos de socialización de los jóvenes crecidos bajo esos parámetros espacio-temporales, y por lo tanto dejarían herencias diversas en términos de valores e idearios grupales y formas de darle sentido a la vida personal.

En algunos trabajos de historia de la educación, o de sociología de la educación, se han desarrollado también miradas que ven al sistema educativo como un componente básico o subsistema de la cultura, muy importante para comprender ciertas pautas históricas de socialización política de la población y las especificidades del acceso de esta a los valores de la modernidad (al libre examen, la idea de democracia, la autonomía individual, al reconocimiento de la pluralidad, etcétera).

En Colombia, buena parte de la reflexión adelantada sobre cultura política, se ha centrado en el estudio de las relaciones entre religiosidad católica, sistema educativo e intolerancia político-ideológica. Distintos analistas han encontrado allí algunos de los factores estimulantes de la tradición de intolerancia ideológica y violencia política característica de la experiencia histórica colombiana.

Por cultura política han entendido también la simbología del poder (emblemas, himnos, escudos, banderas, colores, consignas, mitos fundacionales), los discursos, artificios retóricos o teatrales desde los cuales se construye o se legitima la autoridad política, o los rituales y ceremonias a través de los cuales se renuevan los vínculos políticos en una sociedad (mítines, manifestaciones, celebraciones).

Como vemos de la presentación anterior, la noción de cultura política aborda una pluralidad enorme y compleja de fenómenos. El estudio de cada uno de ellos demanda igualmente diversas aproximaciones, diferentes confluencias interdisciplinarias, sociología política, la semiología, la antropología política, la psicología social, la ciencia política, la lingüística y los estudios de comunicación de masas. En América Latina, por ejemplo, el campo de estudios sobre comunicación y cultura, confluye con la sociología y la ciencia política en el estudio de los procesos de configuración de la nueva escena pública electrónica, el espacio público de nuestros días, marcado por el peso de la política televisiva o video política y de los sondeos de opinión.

Desde otro ángulo de análisis del problema puede señalarse, que la cultura política expresa la actividad que el individuo despliega en la esfera política y que provoca una importante influencia en el proceso de formación de su mundo espiritual, en la formación de sus sentimientos, de su voluntad, de su conciencia.

La cultura política se expresa en el nivel de conciencia y activismo político que sean capaces de desplegar las masas en general, y cada individuo en particular.

En la determinación de la cultura política intervienen todo un conjunto de factores los cuales en su unidad e interrelación inciden de manera decisiva en su funcionamiento y desarrollo. Dentro de los factores que influyen en la formación de la cultura política tenemos: la estructura social, los procesos políticos, las relaciones políticas y el sistema político.

En los procesos políticos interactúan no sólo individuos por separado, sino también formas de comunidad como pueden ser clases, partidos y otros tipos de asociaciones. Los vínculos que entre estos elementos se establecen en función del poder político existente son denominados relaciones políticas.

Los procesos y relaciones políticas que le son intrínsecas a una determinada sociedad, defienden el tipo de cultura política. Los procesos políticos, y las relaciones políticas son regulados por determinados institutos políticos que intervienen en el funcionamiento de la sociedad, como lo son el Estado, los partidos políticos y otros tipos de organizaciones políticas y sociales. Todos estos institutos intervienen de una u otra forma en la regulación de la actividad política del individuo, influyendo en sus orientaciones y comportamientos políticos. La cultura política se presenta como expresión concentrada de todo el conjunto de acciones, objetivos y funciones del sistema político constituyendo un eslabón fundamental dentro del mismo. Del nivel de incorporación de las masas en la participación política, en la gestión de ese sistema político dependerá la realización de determinadas pautas, orientaciones e ideales políticos que en calidad de normas y modelos, entran a formar parte del contenido de la cultura política, y a su vez adquieran representación concreta en las acciones políticas del sujeto social.

Por otra parte no puede descartarse, como factor que incide en la formación de la cultura política a las condiciones externas, ya sea existencia de un clima político favorable de convivencia pacífica y entendimiento mutuo, o un clima político de hostilidad, conflicto y confrontación. Tanto en una variante como en otra que sirvan de contexto externo a la cultura política, su influencia aún puede llegar a ser significativa en la formación y funcionamiento de la cultura política de los diferentes individuos, clases, grupos, naciones y pueblos.

De la misma forma en que todos los factores anteriormente expuestos inciden en el contenido y dinámica del desarrollo de la cultura política, ésta a su vez ejerce influencia sobre todo el conjunto de factores que determinan el progreso social. En la misma medida en que se eleva el nivel de conciencia política, de activismo político, se eleva potencialmente el grado de madurez del sujeto social, refortalece el dinamismo de los procesos políticos, se enriquecen cualitativamente las relaciones políticas, imprimen cohesión y estabilidad al sistema político.

La cultura política se presenta en su funcionamiento como un complejo sistema de relaciones, tanto desde el punto de vista de los factores tributan a la misma, como de su capacidad para influir en todo un conjunto de fenómenos de la vida social. Sin embargo, para representarse los verdaderos roles político que en sí misma desempeña, resulta necesario analizar cuáles son sus elementos estructurales fundamentales. Dentro de tales elementos estructurales se señalan a los objetivos políticos, los conocimientos políticos, la información política, los valores políticos, las orientaciones políticas, las convivencias políticas, las normas políticas, las posiciones políticas, la participación política, los comportamientos políticos.

Veamos brevemente cómo se relacionan entre sí. Los objetivos políticos son un importante componente de la cultura política. Estos no son más que conjeturas anticipativas que en los marcos del pensamiento se llevan a cabo sobre los posibles resultados de la actividad política, y que llevan implícitos las vías y medios para la consecución de determinados fines. Para esto último resulta necesario el tener una clara comprensión de las principales tendencias y perspectivas del desarrollo de la sociedad en uno u otro momento.

En la fundamentación y esclarecimiento de los objetivos políticos resulta de vital importancia la existencia de una teoría política que le sirva de sustentación. La teoría política se nos presenta en este caso, como un sistema de ideas y postulados generales orientados a explicar y fundamentar determinados fenómenos y procesos históricos. Sin la existencia de una teoría política que le sirva de base, no pueden conformarse sólidos conocimientos políticos, o sea aquel conjunto de ideas y postulados que una vez difundidas pasan a ser asimiladas por el sujeto social, adquiriendo éste la capacidad necesaria para el análisis político de los procesos y sucesos de la vida política.

Conjuntamente con los conocimientos políticos, un importante lugar dentro de la cultura política lo ocupa el pensamiento político, el cual se manifiesta en la capacidad de dar una valoración independiente de los diversos fenómenos de la vida social, y de incentivar al sujeto social a la realización de determinadas acciones políticas.

El hecho de que se acentúe el rol de los conocimientos políticos y del pensamiento político, no implica mucho, una subvaloración de los sentimientos, emociones, impulsos volitivos, o sea de la esfera emocional- motivacional. Esta juega un papel importantísimo en el tratamiento de las relaciones interpersonales, en el análisis del comportamiento de los individuos. Sobre la base de la vinculación orgánica de los niveles lógico-racional y emocional-motivacional, se forma otro componente de la cultura política que son las valoraciones políticas. La más o menos profunda valoración política sobre un determinado proceso o fenómeno depende del nivel de conocimientos alcanzados, así como del nivel de pensamiento político desarrollado en el sujeto.

Los conocimientos, sentimientos y valoraciones políticas forman en su conjunto las convicciones políticas. La formación de convicciones políticas supone la existencia en el individuo de sólidos fundamentos de una concepción del mundo que le permitan en el orden político e ideológico no sólo comprender la línea y objetivos políticos que se sustenta la actividad del poder político al cual se sirve, sino también al ser capaz de asumir una posición política activa y resuelta en aras de materializar los ideales en los cuales se está convencido. Otro importantísimo elemento dentro de la estructura de la cultura política lo desempeñan las normas políticas en las cuales se conjugan los derechos y libertades políticas del individuo con los modelos de comportamiento político conformados. Las normas políticas mediatizan el proceso de objetivación de los conocimientos políticos a través de la actividad política real desplegada por el sujeto social.

Sobre la base de la síntesis de los anteriores componentes, se forman las posiciones políticas en las cuales los objetivos y convicciones políticas se concretizan en acciones reales que el sujeto social desarrolla en su quehacer cotidiano. En su funcionamiento real la cultura política se nos presenta no sólo como el conjunto de determinados conocimientos, convicciones, valores, normas políticas, etc., sino también con el conjunto de acciones políticas concretas. Las posiciones políticas son un elemento esencial del comportamiento político siendo este último tal vez, el eslabón que da culminación al sistema de la cultura política en su funcionamiento.

Dentro de las acciones políticas que conforman la cultura política se encuentran aquellas relacionadas con el proceso de difusión y defensa entre las masas de todo un conjunto de ideas, argumentos y concepciones. En tal sentido se destacan las actividades de propaganda y contrapropaganda, por la estrecha relación que guardan con la cultura política.

La cultura política no puede ser concebida como un aspecto aislado, que guarda relación solamente con el sistema político. Esta en sí misma se comporta como un importante subsistema en el desarrollo de la sociedad en general que cumplimenta en este sentido todo un conjunto de funciones. Si se tiene en cuenta que la cultura política es expresión de los intereses políticos dominantes de una determinada clase en una u otra sociedad, es comprensible el hecho de que una de las principales funciones que desempeña la cultura política sea la de brindar cohesión y estabilidad al sistema político, o sea la función integrativa. Esta función juega un papel en las relaciones que se establecen entre los niveles cognoscitivo-informativos y conductual-participativo.

Algunos autores hablan de función reguladora en este caso, al observar el papel que la cultura juega con respecto a la actividad política, y a las relaciones políticas entre los diversos sujetos sociales.

La cultura política desempeña también la función de transmitir la herencia de una generación a otra, a través del traspaso de los conocimientos políticos, normas políticas, costumbres políticas, etc. Ésta fusión de la cultura política permite examinar el vínculo que guardan las tareas y objetivos del presente y futuro inmediato, con las tradiciones del pasado. El análisis de estas últimas se vincula también con otra de las funciones que realiza la cultura política, se trata de la función normativo-valorativa de la cultura política. Las valoraciones políticas acerca de los diversos fenómenos, al tiempo que son reflejadas en la cultura política, son un factor que incentiva la realización de determinadas acciones políticas, pudiéndose hablar también del desempeño de una función movilizativa.

La capacidad de la cultura política para activar la esfera motivacional del individuo y estimularlo a la realización de determinadas acciones, le permite cumplimentar la función de pronóstico, de proyectar la actividad política orientada al cumplimiento de determinados objetivos e intereses. La cultura política cumplimenta también una función instructivo-educativa, en tanto a través de ella se promueve la inculcación de determinados conocimientos, valores, etc., en la conciencia de las masas, así como también de formación de determinadas pautas de comportamiento que le permiten al individuo su incorporación a la vida política.

Los componentes estructurales de la cultura política, así como las funciones anteriormente mencionadas, actúan no de forma aislada e independiente, sino conformando una unidad orgánica, un todo interrelacionado.

La cultura política, por otra parte, la distingue determinados rasgos específicos resultantes de la interrelación dialéctica de ambos momentos que encuentran su esfera de realización en la vida política de la sociedad, la cual abarca los organismos, relaciones, concepciones, tipos de actividad.

Tales rasgos que dictaminan su especificidad permiten diferenciarla de otros fenómenos que igualmente encuentran su marco de manifestación dentro de la vida política como lo constituye la ideología política, la socialización política, la comunicación política, la opinión pública y otros. . La cultura política en síntesis constituye un conjunto de orientaciones, pautas y valores socio-sicológicos relativamente estables que caracterizan las relaciones entre los distintos sujetos sociales con respecto al poder político, y que condiciona la experiencia del desarrollo político de la sociedad.

CONCLUSIONES

NOTAS BIBLIOGRÁFICAS

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