Contribuciones a las Ciencias Sociales
Abril 2010

ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE LA HISTORIA COMO CIENCIA Y EL CONOCIMIENTO HISTÓRICO
 

 

Lidia Rosa Ordaz Sánchez
lidiarosa@fcsh.upr.edu.cu


 

Palabras Claves: Historia, Conocimiento Histórico, Ciencia, Subjetividad, Carácter, Tiempo, Hombres.

Resumen: El artículo aborda diferentes problemáticas del conocimiento histórico que en muchas ocasiones han sido esgrimidas por las diferentes teorías que enjuician el carácter científico de la historia. Sin embargo este debate ha fortalecido a la historia que ha demostrado su importancia no solo como la ciencia del pasado sino del presente y del futuro. La necesidad de la interrelación con otras ciencias sociales y el intercambio de conceptos y términos, además de la necesidad del trabajo en equipos multidisciplinarios para el análisis de diferentes fenómenos, han colocado a la historia en un lugar cimero por la amplitud de su conocimiento y las herramientas que brinda. Ningún fenómeno puede ser analizado lejos del contexto histórico-social donde surge. Y ¿Cúal es el objeto de estudio de la historia? Pues el hombre o los hombres que transforman la sociedad y es precisamente el hombre quien cada día se preocupa más por su entorno. Por tanto, ante esta situación, el análisis teórico debe ir paralelo a la investigación y al quehacer del historiador que debe dominar cuales han sido las principales corrientes historiográficas y la huella que han dejado en él, así como determinar el significado de cada concepto con el cual trabaje y los principales modos de hacer de sus antecesores. Es un llamado a los historiadores a preocuparse más por los problemas teóricos de su ciencia ya que como bien decía Julio Aróstegui: “sin teoría no hay avance del conocimiento”.
 



Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Ordaz Sánchez, L.R.: Algunas reflexiones sobre la Historia como ciencia y el conocimiento histórico, en Contribuciones a las Ciencias Sociales, abril 2010, www.eumed.net/rev/cccss/08/lros.htm 


INTRODUCCIÓN

“La crisis de la historia…proviene de que un excesivo número de historiadores jamás reflexionaron sobre la naturaleza de su ciencia”

Henri Berr

En la actualidad, a pesar de un desarrollo importante del pensamiento teórico sobre el quehacer histórico, esta frase de Berr, que aparece en su obra “La síntesis en la historia” parece seguir vigente. ¿A qué se debe esto? Una de las causas más importantes parece ser las peculiaridades del conocimiento que ésta produce. ¿Cómo aparece la historia ante los historiadores? ¿Tenemos esta interrogante siempre presente?

Es quizás la historia, dentro de las ciencias sociales, la que más problemáticas presenta por las características que identifican su conocimiento. Sin embargo esto no limita su accionar ni mucho menos su importancia dentro de este campo, al contrario nos brinda a los profesionales que de ella hacemos uso, inmensidad de herramientas para acercarnos al estudio de cualquier fenómeno, suceso o proceso. ¿Qué es la historia? ¿Es solamente el mero relato de acontecimientos? ¿Es una ciencia? ¿Cuál es nuestra función como historiadores? Estas, entre otras interrogantes, conviven diariamente con los que de una forma u otra caminamos por diferentes senderos en busca de la verdad histórica y la esencia de los fenómenos históricos. Lo cierto es que, como plantea Aróstegui, “sin teoría no hay avance del conocimiento” por lo que cada historiador debe preocuparse por los problemas del conocimiento que produce. En ese sentido Julio Aróstegui también analiza que “por desgracia, en los propios círculos de los historiadores se ha considerado durante demasiado tiempo que el historiador no es un teórico, que su ocupación no es filosofar, que historiar es narrar las cosas como efectivamente sucedieron…” (1)

De ahí que nuestro principal objetivo sea caracterizar el conocimiento histórico a partir de las principales problemáticas que lo identifican, teniendo en cuenta que historia designa al mismo tiempo una realidad y su conocimiento, en un contexto, donde cada vez más, se hace necesario recurrir a éste para entender la actualidad que vivimos..

DESARROLLO

A partir del siglo XIX la necesidad de encontrar soluciones a problemáticas importantes marcó el quehacer científico de forma general, de lo que la historia no estuvo exenta aunque sí muy marcada por el matiz filosófico que le imprimieron los principales pensadores de la época. No obstante el siglo XX trajo consigo importantes avances científicos y tecnológicos, unido a este proceso marchó paralelo un complejo proceso de reorganización, desde el punto de vista teórico, tanto de las llamadas ciencias naturales como de las ciencias sociales, proceso del cual hoy seguimos siendo parte. ¿Qué papel ha jugado la historia en este contexto?

Pues la historia no es de las que mejor ha sido tratada, se ha cuestionado incluso hasta por su carácter científico, se han criticado sus métodos, objetivos y hasta sus resultados, teniendo como colofón la teoría de Fukuyama del fin de la historia que partía de la caída del campo socialista lo que significaba para él el fin de la historia en el sentido del fin de las contradicciones entre dos sistemas opuestos que generaban guerras y otro tipo de conflictos no de la historia como la ocurrencia de acontecimientos. Su teoría, muy vinculada a las ideas que Hegel, años antes, había planteado ha sido rebasada. Por encima de todos estos criterios que niegan su carácter científico, la historia emerge como una ciencia social fortalecida, demostrando así su importancia y la necesidad de su utilización. Ningún fenómeno puede ser explicado sin el análisis del contexto histórico-social en el que surge, incluso fenómenos de índole natural como por ejemplo, el hecho de que un golfo muy profundo se seque, lo que a simple vista parecería objeto de estudio de otras ciencias, tiene mucho que ver con el impacto de la sociedad en ese medio natural “…Porque sin duda, el colmataje fue cuando menos favorecido por la construcción de diques, por la desviación de canales, por desecaciones: todos actos humanos, nacidos de necesidades colectivas y que solo fueron posibles merced a una estructura social determinada” (2) Detrás está la invisible mano del hombre.

Dentro del quehacer histórico, paralelamente a todo este proceso de reorganización dentro de las ciencias sociales, se ha producido una situación de policentrismo en la innovación historiográfica (3). Toda esta renovación en el campo historiográfico y en las teorías de la historia más allá de lo que implican sus resultados, ante todo demuestran que la importancia de todo este cuestionamiento radica en el surgimiento del debate sobre cual es el futuro de la ciencia histórica y cual es la función de los historiadores, problemática que hoy sigue latente ante un siglo XXI tan complejo desde todo punto de vista que ha llevado a la necesidad de recurrir a corrientes de gran importancia como el Marxismo, los Annales, el Positivismo. Nuevas tendencias que se basan en los principales postulados de estas corrientes, los neo, que se expresan no solo en la historia con el neopositivismo, sino también en otros aspectos de las relaciones internacionales como el neoliberalismo o el neopanamericanismo. Esta diversidad nutre y enriquece el debate teórico y la aplicación práctica de estos temas.

Esta situación es analizada muy bien por Elena Hernández Sandioca cuando plantea: “De algún modo la fragmentación que caracteriza hoy a nuestra disciplina vendría a derivarse obligatoriamente del incremento de los objetos de análisis del cruce aleatorio de perspectivas, de la cantidad ingente de información acumulada por distintos cauces y con diferente origen de resultados dispares, no sistematizada y ni siquiera sometida a los designios selectivos previos de los proyectos de investigación. Desde esa misma perspectiva de pluralidad, el reconocimiento –cada vez más extendido – de que existe una dimensión subjetiva muy potente en el seno del conocimiento historiográfico ha venido a significar, en los últimos tiempos, buena parte de la teorización sobre el conocimiento histórico y ha dejado su huella singular en los desarrollos empíricos más notables de factura reciente, aquellos para los que se augura –al menos a la fecha – mayor duración y trascendencia. (4)

En este complejo contexto de reorganización y de debate, la historiografía, que es la ciencia que se ocupa del desarrollo de la ciencia histórica, ha diversificado su objeto de estudio. La historia de las mentalidades, de la marginalidad, historia social, historia oral, la microhistoria, la historia de la gente sin historia, la historia de las estructuras son algunas de las temáticas que hoy se trabajan y que investigadores como Julio Aróstegui han denominado sectores históricos. Esta diversificación ha reducido el objeto de estudio de cada una de estas historias en particular logrando un mayor dominio, profundización o totalización de esos temas en contra de lo que se pudiera pensar sobre la especificación o parcelación del conocimiento que propicia esta diversificación y sus consecuencias negativas. Pues si analizamos todas estas historias al final vemos su relación con el todo, con el proceso histórico como un ente del cual no puede abstraerse, pues ese sector de la historia está determinado inevitablemente por la influencia de múltiples factores. Nos encontramos aquí, que dentro de los propios historiadores, hay una redefinición de los conceptos y funciones pues: “…en contra de una visión tradicional y reductora de la historia que había sobrevivido hasta 1968 y que afirmaba que la historia era solo la ciencia del pasado, los últimos 30 años van a presenciar en cambio la afirmación de una postura que, cada vez más difundida y aceptada, afirma que la historia es la ciencia de los hombres en el tiempo…”.(5) De lo que podemos concluir que se ha producido una reivindicación de la historia como ciencia, un reconocimiento a su importancia y a la legitimación de sus métodos. Este concepto de historia como la ciencia de los hombres en el tiempo fue aportado por Marc Bloch en su obra Apología de la Historia, cuando en medio de una conflagración bélica con las características de la II Guerra Mundial y que le costó la vida por su procedencia judía, manifiesta su preocupación por el devenir de la ciencia histórica. Después de tantos años seguimos planteando estas problemáticas, no es acaso algo por lo que preocuparse.

En general el conjunto de ciencias denominadas sociales han presentado diversos problemas tanto teóricos como metodológicos que han supuesto diversas polémicas y soluciones. Precisamente la historia se encuentra dentro de estas ciencias sociales. Al respecto hay múltiples debates por lo que se ha producido incluso una división en dos campos: ciencias sociales y ciencias naturales lo que ha llevado a la existencia de lo que se conoce como “dos culturas”. Término que puede ser muy debatido y tener sus interpretaciones. De todas maneras ha sido una constante la preocupación por resolver estas polémicas. En el caso que nos atañe un gran por ciento de las reflexiones y las teorías sobre la historia no han sido realizadas por historiadores sino por filósofos y otros cientistas sociales que han tratado de encontrar un hilo lógico en la producción histórica. Un tema sobre el que debemos reflexionar, ¿es que no tenemos capacidad para filosofar, teorizar o abstraernos del contenido para analizar la forma? entendiendo por forma, la manera de acercarnos a determinado tema y la capacidad creativa de reflexionar sobre él. Algunos plantean que carecemos de un aparato conceptual propio por lo que debemos pedir prestado a otras ciencias. Algo que no considero cierto, en todo caso habría que ver quien tomó de quién, recuerden que la historia es la más antigua. Las áreas que marcan el desarrollo de esta producción teórica y reflexiva son la teoría de la historia, la metodología de la historia, la filosofía de la historia y la historiografía. Cada una de ellas tiene sus propias características que la definen y que al final abordan la historia en su sentido más general y se preocupan por la manera en que se hace. Pero ¿qué es la historia?

La historia no es más que la encargada de analizar los acontecimientos pasados para entender el presente y prever el futuro. Y su objeto de estudio: los hombres, transforman la sociedad y su entorno a su conveniencia. Son sujeto y objeto de un mismo proceso. A simple vista parecería sencillo, simple pero a veces las apariencias engañan.

Definir que es la historia, con un fin más profundo, resulta difícil si tenemos en cuenta que su origen es muy antiguo, sin embargo en el devenir de las sociedades, ha variado mucho su contenido. Por lo general hablamos de historia desde la aparición de la escritura y consideramos la etapa anterior como prehistoria. Se deriva de un vocablo griego utilizado para designar la narración de los acontecimientos pasados por lo que significó durante mucho tiempo el relato de los contenidos descriptivos del pasado de los pueblos. Estas preocupaciones del hombre por su pasado surgieron en Grecia en el siglo V representadas principalmente a través de la mitología donde se trataba de dar una explicación divina a los hechos que ocurrían. Se fueron desarrollando entonces las primeras manifestaciones históricas como las biografías antiguas, las descripciones etnográficas, la gesta historeae, las cronologías antiguas, entre otras. Estas se pueden considerar como antecedentes de la ciencia histórica al tratar de establecer una lógica en los acontecimientos históricos.

Además de todas las áreas que aborda “De todos los campos de investigación, la historia quizá sea la más difícil de definir con precisión, puesto que, al intentar develar los hechos y formular un relato inteligible de estos, implica el uso y la influencia de muchas disciplinas auxiliares” (6)

Cómo podemos definir entonces esta ciencia. Vamos a partir de tres conceptos de investigadores de diferentes tendencias y generaciones. El doctor Eduardo Torres-Cuevas, Presidente de la Casa de Altos Estudios Fernando Ortiz y Director de la Biblioteca Nacional José Martí, resume de la siguiente manera su significado: “…como materia de un conocimiento y como conocimiento de una materia, como los procesos reales acontecidos y como el proceso angustioso intelectual de conocerlos, interpretarlos y concatenarlos…” (7) Aróstegui se acerca a esta definición cuando lo resume de esta forma: como la realidad de lo histórico y como la disciplina que estudia la historia.

Sin embargo Marc Bloch nos presenta entonces a la historia como la ciencia de los hombres en el tiempo, “El historiador piensa no solo lo humano. La atmósfera en que su pensamiento respira naturalmente es la categoría de la duración” (8) Introduce aquí un nuevo elemento del cual Fernand Braudel, años más tarde, se convertirá en su principal exponente: la larga duración. Tan criticada por seguidores de la historia inmediata o la historia del presente, pero tan útil para nuestros análisis.

Carlos Antonio Aguirre resume así el significado de una palabra tan abarcadora: “…La historia es sin duda memoria, pero también contra-memoria, y más allá, también indagación crítica, reflexión creativa, reconstrucción problemática y búsqueda interminable de nuevos indicios, de pistas, de nuevas lecturas y de nuevas interpretaciones y explicaciones de los hechos históricos mismos…” (9) Los elementos que Aguirre nos propone tienen implícitamente resumidos los métodos que deben utilizar todos los que a la altura del siglo XXI quieran acercarse a la ciencia histórica y legitiman a su vez, el carácter científico de esta.

Esta multiplicidad conceptual la encontramos también al analizar que es la ciencia encontrando múltiples acepciones. Este quizás sea el principal problema de las ciencias sociales: las múltiples reinterpretaciones que de ella se pueden hacer y en este sentido la historia es uno de sus principales exponentes. ¿Qué es la ciencia? De forma general la identificamos con saber, conocimiento, validado por supuesto por los métodos que utilizan para desarrollar ese conocimiento científico. Nada más cerca de lo que pretende la historia, la cual va un poco más allá en su condición de juez, o sea el historiador no pretende solamente narrar los acontecimientos como pretendió el positivismo con una historia hechológica, sino analizar cada hecho, cada figura, cada situación, cada documento, cada testimonio y brindar nuestras valoraciones.

Sin embargo la historia no siempre tuvo un carácter científico, para el Occidente europeo la preocupación científica en cuestión de historia nace con el Humanismo, la Reforma y el Renacimiento, entre el siglo XV y el siglo XVI. Esta preocupación se expresó a través de la preocupación crítica que consistía en no aceptar la existencia de un hecho o la autenticidad de un texto hasta después de verificaciones minuciosas y por la preocupación constructiva que consistía en elegir determinado tipo de hechos, confrontarlos y buscar correlaciones con el fin de resolver un problema planteado.

Ya desde fines del siglo XIX y hasta principios del siglo XX está predominando en la ciencia histórica una corriente historiográfica (autores que siguen una línea historiográfica, una línea de producción, que tiene similitudes en cuanto a temas, inquietudes, métodos) el positivismo, que trata de hacer de la historia una ciencia por lo que le da un gran valor al documento y que enlaza con la tradición alemana del historicismo. El método que utilizan es tratar de descubrir la fiabilidad de los documentos, su principal característica es que tienden a realizar una historia descriptiva, tienen como resultado obras de grandes volúmenes, extensas, con mucha recopilación de datos. No existen análisis aunque ya a partir de la discriminación que van a realizar de las fuentes se está utilizando un criterio científico. Este proceso de crítica de las fuentes propició además el desarrollo de disciplinas históricas especiales como la genealogía, la heráldica, la numismática, la paleografía, entre otras, que con sus propios métodos, hicieron más científico este proceso. Uno de los principales exponentes de esta corriente fue Leopold Von Ranke que planteaba: “describir las cosas tal y como existieron” lo que estaba en concordancia con esa narración histórica descriptiva a la que hacíamos referencia anteriormente y con la producción de obras extensas con gran cantidad de contenido.

Sin embargo otros criterios consideran la historiografía positivista como la de los hechos, establecidos a través de los documentos, inductivista, narrativa, pero sujeta a un método que sería su aporte más importante.(10) La influencia del positivismo fue tal que incluso en la actualidad se recurre a su rescate a través de nuevas tendencias como el neopositivismo.

En este proceso de transformación teórica sobre como estudiar los procesos históricos un paso de avance hacia un carácter científico de la historia lo tiene el pensamiento de Carlos Marx y Federico Engels al proponer una teoría general de las sociedades en movimiento a través de la observación y el razonamiento. Sus métodos fueron utilizados por los historiadores encontrando diversas escuelas como la inglesa, la latinoamericana, con diversas interpretaciones de un mismo pensamiento. El marxismo y sus múltiples reinterpretaciones han marcado también nuestro quehacer. Más adelante la escuela de los Annales con Lucien Febvre y Marc Bloch difundieron la idea de una sola historia, no existen separaciones entre historia económica, política, el historiador avanza por medio de problemas. (11) Los annales a través de sus diferentes etapas y representantes contribuyeron además a la relación entre las diferentes ciencias sociales y a tratar temas que hasta ese momento eran vedados, introduciendo además la larga duración en el análisis histórico, a través de la obra de Fernand Braudel “El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II”. El análisis geográfico y económico y la necesidad de tomar de otras ciencias sociales, fue uno de los elementos a los cuales Braudel hizo referencia.

“La escuela de los Annales ha sido el primer movimiento historiográfico del siglo XX que nace en el campo mismo de la investigación histórica. El marxismo, por su parte, ha sido la teoría de las ciencias humanas que ha dado a la historiografía una dimensión de mayor alcance en el campo teórico general de la realidad histórica”. (12)

A pesar de las diferencias entre estas escuelas, corrientes o tendencias hasta la actualidad, el historiador produce un conocimiento que es el resultado de su trabajo. Y cuando nos referimos a conocimiento histórico hablamos del proceso cognocistivo mediante el cual es investigado el objeto de estudio de la ciencia histórica. Por supuesto hablamos de conocimiento científico cuando se definen claramente problemas, se formulan hipótesis y se proponen explicaciones a los fenómenos.

En este sentido la primera característica que resalta es la relación temporal que existe entre el investigador y su objeto de estudio. Cualquiera que sea el objeto de estudio de nuestra investigación histórica, éste será un fenómeno acontecido, ya sucedido, por tanto no coincide en el tiempo con el investigador. Esta relación entre el presente del historiador y el pasado de su objeto de estudio influye notablemente en el resultado de su investigación. Hoy encontramos términos como el de historia inmediata que contradice este criterio pero que es cuestionable al encontrarse en las fronteras entre el periodismo y la historia. ¿Hásta que punto deja de ser historia si estamos contando la inmediatez y cuanta dosis de historia tiene el periodismo investigativo? Eso sin contar con la relatividad del significado de la palabra inmediatez. Ese instante refleja la vivencia pero no el análisis del hecho. Por tanto en lo histórico intervienen dos conceptos claves: el de sociedad y el de tiempo. El tiempo a su vez puede interpretarse de dos formas: el tiempo histórico como categoría fundamental en el análisis del proceso histórico, como el indicador fundamental de la existencia histórica y el tiempo en relación a la posición del historiador desde su presente y la ocurrencia del hecho desde su pasado.

De esta diferencia temporal se deriva uno de los principales problemas que afronta la historia como ciencia y es precisamente la imposibilidad que tiene el historiador de comprobar por sí mismo los hechos que estudia al no coexistir en el tiempo con ellos. Él necesita para su comprobación (la cual nunca será exacta) un elemento mediador que le permita de alguna forma comunicarse con ese pasado y estas son las fuentes históricas. Existen multiplicidad de fuentes con sus diferencias de procedencia y características, entre ellas encontramos mapas, testimonios, libros, censos, actas, constituciones, cartas, restos arqueológicos, registros y muchas más. Ante esta situación el historiador debe saber entrevistarlas en función de sus objetivos. Estas fuentes pueden tener múltiples lecturas por lo que se debe realizar ante todo una crítica muy rigurosa. La relación temporal entre el investigador y su objeto de estudio y la necesidad de la utilización de fuentes históricas como elementos mediadores en este proceso, fundamentan el carácter indirecto que tiene la ciencia histórica. Marc Bloch, tomando una frase de Francois Simiand, explicaba en este sentido: “La primera característica del conocimiento de los hechos humanos del pasado y de la mayor parte de los del presente consiste en ser un conocimiento por huellas” (13) explicando que se entiende por huellas la marca que ha dejado un fenómeno y que nuestros sentidos pueden percibir. Estas huellas no son más que la multiplicidad de fuentes a las que el historiador puede acceder. En este sentido aparece una nueva preocupación: el desarrollo de las comunicaciones, fundamentalmente la Internet y la fiabilidad de las fuentes, hasta que punto hay veracidad en las fuentes que se reproducen en dicho medio y que decir de los artículos que no muestran cuerpo referativo, cuidado con esto.

El carácter indirecto del conocimiento histórico, dado por la mediación de la fuente histórica, entra en contradicción con la dinámica misma de las ciencias naturales. La comprobación exacta de los fenómenos naturales, su experimentación, su exactitud, lo que le permite comprobar verazmente sus resultados es la causa de la barrera que siempre ha existido entre ciencias naturales y ciencias sociales. A partir de esta comprobación y experimentación las ciencias naturales pueden establecer leyes generales que se cumplen con regularidad. Sabemos que si unimos determinado tipo de sustancias químicas en un laboratorio se va a producir determinado fenómeno. En la naturaleza se da una reiteración de los fenómenos que aunque no sean iguales mantienen una regularidad, por ejemplo la temporada ciclónica en nuestro país, de estos fenómenos a través de su estudio, podemos deducir su posible trayectoria y comportamiento. No obstante en el conocimiento histórico no se establecen leyes generales. En la sociedad los hechos o fenómenos son irrepetibles y singulares aunque esto no quiere decir que no se puedan llegar a apreciaciones de carácter general basándonos en el estudio de elementos que se repitan o de actividades comunes. De hecho hay elementos que nos permiten precisar por que hay un grupo de revoluciones que identificamos como burguesas, otras como nacionalistas o sabemos cuando están creadas las condiciones para una situación revolucionaria a partir del estudio de los diferentes procesos. Cuando Marc Bloch exponía que “Todos los hechos humanos escapan a la posibilidad de una reproducción.” (14)

Otro de los principales problemas que debe enfrentar el profesional de la historia es que el pasado es por definición un dato que ya nadie habrá de modificar (15) pero el conocimiento del pasado está en constante progreso, pude ser modificado e interpretado y reinterpretado cada vez que sea analizado. De aquí se deriva el carácter relativo del conocimiento histórico ya que este nunca será absoluto. Es absoluto en el momento que lo hago pero como tendencia histórica es relativo. Podemos comprobar la ocurrencia de un hecho a través de la documentación pero no se puede verificar una interpretación. Es absolutamente cambiante, pude venir otro investigador y apreciar cosas que yo no ví, se pueden llegar a conclusiones sobre un mismo hecho. Incluso un mismo investigador puede analizar sus resultados tres meses después y cambiar de ideas.

La relatividad del conocimiento histórico está también dada por la relación intrínseca que existe entre el sujeto (investigador) y su objeto de estudio. El investigador al analizar su objeto de estudio puede cambiar su concepción porque el mismo objeto lo hace cambiar y a su vez ese objeto puede cambiar porque dentro de cinco o seis meses ese sujeto ya no va a ser el mismo, ya en la búsqueda de la explicación de su hipótesis sus objetivos pueden haber cambiado. Por ejemplo si tomamos un tema de investigación “La emigración cubana a Cayo Hueso en el siglo XIX” y tenemos como objetivos fundamentales analizar las causas que propiciaron el desarrollo de esta emigración durante el siglo XIX específicamente a Cayo Hueso y no a otra ciudad. Sin embargo en la medida que investigamos descubrimos que la mujer jugó un papel fundamental en el desarrollo de esta emigración y que se puede desarrollar una investigación acerca de las asociaciones y clubes que ellas fundaron y que esto aportaría más al estudio de este fenómeno. Por tanto nuestro objeto de estudio nos hizo cambiar nuestra forma de pensar y de analizar un hecho y a la vez nosotros también modificamos este objeto pues ya no tenemos el mismo objetivo que cuando comenzamos además de dominar mucho más del contenido.

Esto también pasa a través de la subjetividad del investigador que al estudiar su objeto de estudio lo va a imbuir del contexto que lo rodea el cual inevitablemente ejerce influencia sobre su pensamiento que se indica incluso desde la definición de un tema de investigación, lo que se ha definido como el condicionamiento social del investigador. Tanto la clase social como el país, como su ideología como el mismo objeto de estudio pueden influir en el condicionamiento social del investigador. De ahí que como plantea José A. López Cerezo: “…la ciencia y la tecnología responden a patrones de objetividad con una neutralidad valorativa mientras que las humanidades no renuncian a la subjetividad humana manifestando una controversia entre valores, opiniones e ideas”. (16) Este conflicto entre objetividad y subjetividad pues incide también negativamente en la percepción que se tiene sobre el carácter científico de la historia.

De hecho la subjetividad es un fenómeno muy complicado y que es imposible de obviar y del cual todos estamos empapados algo que está muy ligado también al criterio sobre la verdad. Cuál es la verdad si sobre un mismo hecho encontramos diferentes versiones. No es la misma apreciación que sobre una batalla ofrecen los vencidos que los ganadores, ni será la misma tampoco la de los jefes que la de sus súbditos. Por tanto la imparcialidad u objetivad histórica a la que estamos llamados los historiadores es muy difícil de lograr porque somos hombres y mujeres con sentimientos encontrados. Creo que la rigurosidad científica y nuestro prestigio dependen de los métodos que empleemos y las fuentes que utilicemos.

Muchos serían los elementos que deben tenerse en cuenta al analizar las características del conocimiento histórico y su relación con otras ciencias, muchas son las interrogantes que pueden realizarse teniendo en cuenta la peculiaridad de la historia como conocimiento de una materia y como materia de un conocimiento.

CONCLUSIONES

Al escoger este tema me propuse reflexionar sobre un aspecto de la historia que a veces es obviado hasta por los propios historiadores. A veces nos centramos en el contenido y olvidamos la forma, sabemos mucho de determinada historia que puede ser de Cuba, América, Europa pero no sabemos quienes la escribieron y a que patrones históricos-sociales respondían y mucho menos reflexionamos críticamente sobre estas obras y sobre como hacer mucho más objetivas nuestras investigaciones. Las propias limitaciones de la disciplina que representamos también merecen ser analizadas.

Notas, citas y referencias

1. Aróstegui, Julio. Teoría y método de la investigación histórica. p.394

2. Bloch, Marc. Apología de la Historia. p.58

3. Para abundar más sobre el tema se pude consultar: Aguirre Rojas, Carlos Antonio. Itinerarios de la Historiografía del siglo XX. De los diferentes marxismos a los varios Annales. p.41

4. Hernández Sandioca, Elena.

5. Aguirre Rojas, Carlos Antonio. Ob. Cit. p.45

6. Rodríguez Rodríguez, Rodolfo. “Historia de la ciencia”

7. La Historia y el oficio del historiador, p.3

8. Bloch, Marc. Apología de la historia. p.25

9. Aguirre Rojas, Carlos Antonio, Ob. Cit. p.77

10. Aróstegui, Julio. Ob. Cit. P.396

11. Vilar, Pierre. Iniciación al vocabulario del análisis histórico. p.36

12. Aróstegui, Julio. Ob. Cit. p.363

13. Bloch, Marc. Ob. Cit. p.90

14. Ibídem. P.91

15. Ibídem .p.93

16. Cerezo, José A. “Acercando la ciencia a la sociedad: la perspectiva CTS su implantación educativa”

BIBLIOGRAFÍA

• Aguirre Rojas, Carlos Antonio. Itinerarios de la Historiografía del siglo XX. De los diferentes marxismos a los varios Annales. Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello, La Haban, 1999.

• Aróstegui, Julio. La investigación histórica: teoría y método. Barcelona, Editorial Crítica, 1995, pp. 134-140.

• Bloch, Marc. Apología de la historia. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1971.

• Bernal, John D. Historia Social de la Ciencia. Tomo I. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1986.

• Colectivo de autores. La Historia y el Oficio del Historiador. Imagen contemporánea, la Habana, 1999.

• Hernández Sandioca, Elena.

• Vilar, Pierre. Iniciación al vocabulario del análisis histórico. Grijalbo, Barcelona, 1988.

• Plasencia, Aleida. Oscar Zanetti. Metodología de la investigación histórica. Editorial Pueblo y educación, Ciudad de la Habana, 1985.

Fuentes Digitales

• Pérez Cedeño, Eulalia. “Institucionalización de la ciencia valores epistémicos y contextuales: un caso ejemplar”, en Cuadernos Pagu # 15, 2000.

• Rodríguez Rodríguez, Rodolfo. “Historia de la ciencia”, en: http://raguilarcubillos.galeon.com.

• Cerezo, José A. y Mariano Martín. “Acercando la ciencia a la sociedad: la perspectiva CTS su implantación educativa” (Proyecto de la Universidad de Oviedo)

 


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