Contribuciones a las Ciencias Sociales
Junio 2008

 

NOTA SOBRE EL CONCEPTO “PERIFERIA”
 


Francisco José Calderón Vázquez
Universidad de Málaga, España




Pocos conceptos en las ciencias sociales han tenido el fulgor y la enorme aceptación del el concepto Periferia, y por ende del modelo Centro-Periferia. Pocos materiales conceptuales han sido tan ampliamente tan utilizados, instrumentados o utilizados para justificar, referenciar o explicar determinadas estrategias de intervención y, en definitiva, determinadas opciones de política económica. Podría por tanto, resultar de interés una breve revisión del concepto y de su trayectoria, a veces olvidados bajo el peso enorme de tantas utiizaciones, a veces creativas, tantas veces deformadoras.

El concepto Periferia, supone la introducción del territorio o del elemento espacial en la consideración de la problemática del desarrollo económico, (Wallerstein I. 93) en este sentido, el modelo centro-periferia ha sido utilizado para explicar y describir las relaciones económicas de signo desigual entre diferentes planos espaciales, ya sean regiones de una misma nación, áreas urbanas y rurales, o áreas continentales y costeras, entre diferentes países (nivel bilateral) o grupos de países (a nivel internacional o multilateral) o entre áreas regionales continentales, etc.



Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Calderón Vázquez, F.J.: Nota sobre el Concepto “Periferia”, en Contribuciones a las Ciencias Sociales, junio 2008. www.eumed.net/rev/cccss


En la doctrina económica la utilización de dicho modelo ha resultado profusa, tanto por distintas tendencias doctrinales, como en diferentes áreas geográficas. Así, autores como Meier y Baldwin, emplean el modelo centro-periferia para explicar el proceso de desarrollo económico norteamericano en el siglo XIX. Asimismo, instituciones como la Comisión Económica para Europa de las Naciones Unidas, utilizaron dicho modelo en trabajos elaborados a mediados de la década de los cincuenta, para destacar que la proximidad relativa a Inglaterra y a la región del Rhur, era un factor determinante del desarrollo industrial en Europa. Puesto que dicha estratégica localización aumentaba el atractivo para la localización industrial de las regiones europeas próximas a dicho “centro”, reduciendo el de las regiones situadas en la “periferia” (Muñoz Cidad, 1992) (1).

Igualmente, en el caso de Estados Unidos, se ha estudiado el proceso de polarización industrial en la zona del Atlántico Medio y posteriormente, en la región de los Grandes Lagos en función del modelo centro-periferia, entendiéndose que el crecimiento de dichas regiones produjo efectos acumulativos, atrayendo recursos y factores de otras regiones en función de la propia demanda y de las disponibilidades de dicho “centro”.

El modelo centro-periferia también se ha empleado con asiduidad para el estudio de las relaciones entre los núcleos urbanos y metropolitanos con su hinterland. En la ciudad y sus proximidades se logra el más alto grado de eficacia de la organización económica, especialmente en lo que se refiere a los mercados de bienes y factores. En estas concepciones el desarrollo se produce dentro de una matriz urbano-industrial (Muñoz Cidad, 1992).

Posiblemente, sea François Perroux, (1950 (2), 1955 (3) y 1960 (4)) el autor que con mayor notoriedad ha descrito el proceso de desarrollo económico, como un proceso que se focaliza o polariza en determinados puntos o nodos espaciales, denominados “polos de crecimiento” donde se concentran y se aglomeran sus efectos, en contraposición a las áreas periféricas, pasivas en este proceso y quienes posteriormente reciben los impulsos o señales del centro, y, en este sentido, aparecen supeditados o dependientes del leader que marca el camino a seguir.

Entre los argumentos más frecuentes sobre la aparición de una estructura centro-periferia pueden citarse los siguientes (Muñoz Cidad C.1992):

• Concentración en el centro de las innovaciones. El centro es el núcleo receptor de la revolución tecnológica permanente.

• Coincidencia del centro con el gran mercado de demanda.

• Localización de los servicios de apoyo a la industria en el centro.

• Dificultades para percibir las oportunidades de inversión en la periferia que, además, es un mercado más estrecho.

• Insuficiencia de inversiones auxiliares e infraestructurales en la periferia.

• Carácter menos dinámico en la población (por la menor movilidad, hábitos, presión social etc.)

Ello hace que los efectos difusores del desarrollo no aparezcan en la periferia o lo hagan sólo en etapas muy avanzadas o por coincidencias históricas muy favorables, por lo que la estructura polarizada tendería a mantenerse indeleble al paso del tiempo.

Para contrarrestar esta tendencia a la polarización del crecimiento en determinados puntos, determinados autores como Gunnar Myrdal (1957) (5), promueven las políticas distributivas compensatorias territoriales.

Mientras otros como Albert Hirschman (1958)(6) partiendo de la idea del crecimiento desequilibrado propone la concentración de inversiones en puntos de rápida expansión urbano-industrial. Aunque Hirschman sostenía que la inversión en infraestructuras es imprescindible para el desarrollo de regiones atrasadas, éste en todo caso sería un mecanismo inductor pasivo, lo decisivo es la creación de actividades industriales, agrícolas y de servicios que generen continuamente mecanismos inductores o enlaces. (Hansen N., 1993) (7)

Posteriores desarrollos del modelo centro-periferia, serán los realizados por la escuela estructuralista latinoamericana y las corrientes dependentistas, para explicar la situación de subdesarrollo de América Latina y del Tercer mundo en general, a partir de la hipótesis Prebish (1949)(8) Singer (1950)(9), de los trabajos de la CEPAL (10) y de las teorías de P. Baran (11), autores y escuelas que parten de un nexo común: la idea de que el crecimiento económico genera desarrollo en los centros y paralelamente subdesarrollo en la periferia, por lo que es definitorio cambiar la estructura de las relaciones económicas internacionales.

La Llegada de la Globalización en los 90, y de los paradigmas liberales globalizadores del desarrollo, no parece haber alterado ni mucho menos el brillo del concepto, probablemente lo haya acentuado, si bien dándole una categoría dinámica, de la que antaño carecía. Es decir, a niveles planetarios, la evidencia empírica de las ultimas décadas muestra un cierto crecimiento económico, bastante focalizado en tierras asiáticas, unido a una cierta estabilización con algo de crecimiento en zonas como Latinoamérica, junto a la impotencia de determinadas zonas del mundo para acceder a la economía global como grandes zonas de África, Latinoamérica y Asia.

En paralelo, se observa una tendencia evidente a la acentuación de la pobreza y desigualdad mundiales. Tendencia que parece alcanzar magnitudes preocupantes en el Tercer Mundo. Asimismo, comienzan a tomar cuerpo problemas de exclusión social de relieve dentro de los propios países considerados antaño como “desarrollados”, ya de los estados de la Europa occidental, ya de los países del fenecido “telón de acero”.

Por ello, una primera impresión sobre el crecimiento económico derivado de la globalización, sería que éste parece ser en términos territoriales, bastante discontinuo, generándose un mapa de “manchas de leopardo” en términos de distribución geoeconómica de la riqueza//pobreza, por cuanto que se superan los antiguos compartimentos estancos de países ricos y países pobres, o centros y periferias típicos del fordismo internacional, por los actuales puntos focales de riqueza y pobreza dentro de un mismo país o de una misma unidad continental. Este seria el caso, en términos peyorativos, de Rumania o del Mezzogiorno italiano, entendidos como zonas pobres dentro de unidades continentales ricas como la Unión Europea. Mientras que los casos de Bangalore (India), Shangai (China) y del área paulista (Brasil) serían de puntos focales o zonas ricas dentro de países “pobres”.

A niveles sociales, parece tratarse de un crecimiento muy desigual, en cuanto que parece acentuar las diferencias entre ricos y pobres en vez de mitigarlas, subrayando la ruptura entre bienestar y malestar. Por ello, podría hablarse de crecimiento socialmente empobrecedor. Si bien, a niveles genéricos continúa dándose una notoria diferencia entre el Primer y el Tercer Mundo, la desactivación en acto del Welfare State en muchos países occidentales tenderá a crear condiciones, paulatinamente menos privilegiadas en dichos países con respecto al resto del mundo. Aunque este sea un proceso path-dependant que tardará todavía en manifestarse.


1. Muñoz Cidad, C. (1992): Estructura económica internacional, Editorial Civitas, 1ª edición, Madrid.

2. Perroux, F. (1950): Economic space: theory and application. Art. En revista Quarterly Journal of Economics, nº 64, pp. 89-104.

3. Perroux, F. (1955): Note sur la notion de pole de croissance. Art. en revista Economie Appliquée, nº 8, pp. 307-320. Paris.

4. Perroux, F. (1964): L'Economie du XXe Siècle, 2nd edn. Ed. Presses Universitaires de France. Paris.

5. Myrdal, G. (1957): Economic Theory and Underdeveloped Regions. Ed.Duckworth. London.

6. Hirschman, A.O. (1958): The Strategy of Economic Development. New Haven, CT: Yale University Press.

7. Hansen N. (1993): “Polos de Desarrollo” en “Desarrollo Económico” Eatwell, Milgate, Newman(Coords). Icaria-Fuhem. Barcelona

8. Prebisch, R. (1959): Commercial Policy in the underdevelopment countries. En revista, American Economic Review , Nº 49.

Prebisch, R. (1964): Una nueva política comercial para el desarrollo. Fondo de Cultura Económica. México City.

9. Singer, H. (1950) "Gains and Losses from Trade and Investment in Under Developed Countries", ed. AER.

10.CEPAL(1951): Propagación del progreso técnico a la América Latina y problemas que plantea. Ed CEPAL. Santiago de Chile.

CEPAL(1949): Estudio Económico de América Latina. Santiago de Chile.

11.Baran, P. (1957): the Political Economy of Growth Monthly Review Press, Nueva York.

Baran, P. La Economía Política del crecimiento, Fondo de Cultura Económica, México.

 


Editor:
Juan Carlos M. Coll (CV)
ISSN: 1988-7833
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