Contribuciones a las Ciencias Sociales
Noviembre 2009

 

EL TEATRO COMO ESPECTÁCULO
 


Nuria María Palanco López
jmariohv@yahoo.es



 

Félix Lope de Vega y Carpio fue uno de los principales exponentes del Siglo de Oro del teatro español y, por la extensión de su obra, uno de los más prolíficos autores de la literatura universal. El llamado Fénix de los ingenios y Monstruo de la Naturaleza renovó las fórmulas del teatro español en un momento en que el teatro comenzaba a ser un fenómeno cultural y de masas.

Las innovaciones que realizó el teatro de Lope de Vega, están expuestas en el Arte nuevo, escrita a pedido de la Academia de Madrid.

Lope intentó defender un teatro basado en el gusto de la época, pero sin enfrentarse para ello con la tradición académica, que era la principal fuente de oposición a su dramaturgia. En este sentido, el gusto de ese público se convierte en la vara de medir el valor de las obras, lo que se contrapone a la anterior medida, que era la razón.
 



Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Palanco López, N.M.: El teatro como espectáculo, en Contribuciones a las Ciencias Sociales, noviembre 2009, www.eumed.net/rev/cccss/06/nmpl5.htm


Dentro de las tres unidades dramáticas: acción, tiempo y lugar, aconseja respetar la unidad de acción, únicamente, para mantener la verosimilitud, rechazando las otras, Aconseja mezclar lo cómico con lo trágico, e identificar el verso con la situación dramática. Busca la dilación del desenlace mediante distintas técnicas como la introducción de historias secundarias. La temática de sus obras teatrales, gira en torno al amor y el honor. Los personajes se presentan como tipos. Su público era totalmente amplio.

El impulso que Lope dio a la tradición teatral supuso la creación del teatro como espectáculo nacional.

En el siglo XVII se pueden distinguir dos espacios teatrales: en la calle y en corrales, salones o aulas universitarias. A lo largo del siglo se irá estableciendo el corral de comedias como el principal espacio de representación. Esto traerá consigo el desarrollo de una completa reglamentación y el establecimiento del teatro como negocio.

La creciente afición del público obligará a la creación de edificios para las representaciones como el teatro Olivera de Valencia o los corrales de la Cruz y del Príncipe en Madrid.

Estos corrales en forma de patio de vecinos se caracterizaban por carecer de techo y de telón. El patio se dividía en dos partes: la más cercana al escenario contaba con lugares para sentarse, mientras que la más lejana carecía de ellos para permitir mayor afluencia de público. El piso bajo se rodeaba de gradas con poca visibilidad, sobre ellas unos aposentos similares a los palcos que hoy conocemos. Al fondo, la cazuela, reservada para las mujeres que acudían sin acompañante. En el último piso, el aposento para la población que acudía sin pagar (escritores, cargos públicos, curas, etc.)

El precio de las localidades variaba según la localización, siendo la diferencia entre unas y otras abismal. Sin embargo los ingresos de todos los grupos sociales eran suficientes para acudir al espectáculo habitualmente.

La decoración era pobre, no así la decoración verbal que llevaba a la imaginación del espectador escenarios imposibles de representar. En ocasiones se utilizaban piezas móviles, rudimentarias maquinarias como el bofetón (palo en el escenario que giraba), las tramollas (poleas para el ascenso y descenso de los actores), la trampa (para desapariciones súbitas).

Otra diferencia con los espectáculos teatrales actuales es la no utilización de luz artificial; para ello el horario de las representaciones se establecía en función de la época del año empezando a las dos en invierno y a las cuatro en verano.

Al teatro se acudía a diario, era el único espectáculo diario. Para el pueblo era un medio de establecer relaciones, y para los poderes un instrumento político. Aunque las obras iban destinadas a ellos, no era un arte hecho buscando sus intereses.

Se anunciaban en las calles con carteles y al no haber otro tipo de espectáculo diario, pronto generó una renovación constante de la cartelera.

La función duraba entre dos y tres horas. La estructura pretendía la constante diversión del público y normalmente era la siguiente:

o Música para silenciar al público.

o Loa de presentación.

o Primera jornada de la comedia.

o Entremés cómico.

o Segunda jornada de la comedia.

o Mojiganga, jácara o baile.

o Tercera jornada.

o Fin de fiesta.

Se puede decir que el éxito del teatro en esta época se debe a varios factores: por un lado la creación de lugares fijos de representación; por otro la aceptación, por una amplia parte la población, de la forma nueva de hacer comedia de Lope, que tenía como finalidad deleitar al público. Se produce así todo un fenómeno de masas que abarca a todos los estratos de la sociedad madrileña de los Austrias.

BIBLIOGRAFÍA

Alborg, J. L.: Historia de la literatura española. Madrid. Gredos. 1980.

Díez Borque.: Semiología del teatro. Barcelona. Planeta. 1975.

Huerta Calvo, J.: Historia del Teatro Español. Madrid. Gredos. 2003.

Fernández Montesinos, J.: Estudios sobre Lope de Vega. Salamanca. Anaya. 1967.

Rozas, J. M.: Estudios sobre Lope de Vega. Madrid. Cátedra. 1990.

 


Editor:
Juan Carlos M. Coll (CV)
ISSN: 1988-7833
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