Contribuciones a las Ciencias Sociales
Septiembre 2009

 

LA POSTMODERNIDAD: ¿RECURSO O ACTITUD?
 


Leduan Ramírez Pérez
leduanr@uclv.edu.cu

 

Resumen

La postmodernidad resulta un tema de especial controversia entre los diferentes estudiosos del tema, sobre todo de aquellos que encuentran en ella la continuidad del movimiento de la modernidad, mientras que otros estudiosos lo asocian a una ruptura con esta. Para todos es importante la participación del Hombre como sujeto revolucionador o victima de las teorías monopolistas y enajenantes de las sociedades de consumo, llegando a convertirse en una mercancía más del mercado globalizado del valor comercial. Comprender cuál es el destino de la humanidad en consecuencia con las teorías de la postmodernidad se convierte entonces en un mecanismo de liberación individual y social. Cada resultado lleva en sí su contradicción y su posibilidad de superación. La postmodernidad no se convierte entonces en la vitrina expositiva del hombre del nuevo siglo, sino que en consonancia a sus presupuestos se transforma en la oportunidad de asumir actitudes emancipadoras con un objetivo social e indestructible.

Palabras claves

Postmodernismo, modernidad, enajenación, hombre, sociedad, consumismo, emancipación, revolución, economía, monopolio.
 



Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Ramírez Pérez, L.: La postmodernidad: ¿recurso o actitud?, en Contribuciones a las Ciencias Sociales, septiembre 2009, www.eumed.net/rev/cccss/05/lrp.htm


¿A qué llamamos postmodernidad? ¿Será qué no estoy actualizado?

M. Foucalt

La modernidad es una etapa diferenciada en el desarrollo histórico de la sociedad humana. Esta sociedad moderna representa una ruptura radical con el carácter estático de las sociedades tradicionales. La relación hombre-naturaleza ya no está gobernada por el ciclo repetitivo de la producción agrícola, en su lugar, particularmente desde la Revolución Industrial particularmente la inglesa; las sociedades modernas se caracterizan por el esfuerzo sistemático de controlar y transformar su entorno físico. Las permanentes innovaciones técnicas, transmitidas a través del mercado mundial en expansión, desatan un rápido proceso de cambio que se extiende por todo el planeta. Las relaciones sociales atadas a la tradición, las prácticas culturales y las creencias religiosas se ven arrastradas en el remolino del cambio.

En este sentido Marx expresa que:

… una Revolución continua en la producción, una incesante conmoción de todas las condiciones sociales, una inquietud y un movimiento constantes distinguen la época burguesa de todas las anteriores. Todas las relaciones estancadas y enmohecidas, con su cortejo de creencias y de ideas veneradas durante siglos, quedan rotas; las nuevas se hacen anticuadas antes de llegar a osificarse. Todo lo sólido se desvanece en el aire, todo lo sagrado es profanado y los hombres, al fin, se ven forzados a considerar serenamente sus condiciones de existencia y relaciones recíprocas…

Según Marshall Berman:

…Ser moderno es halarnos en un ambiente que nos promete aventura, poder, alegría, desarrollo, transformación de nosotros mismos y del mundo, pero que, al mismo tiempo, amenaza con destruir todo lo que tenemos, lo que sabemos, lo que somos…

La modernidad se proyecta hacia el futuro desechando el modelo empírico según el cual cada época es producto directo de la anterior, de esta manera la proyección futurista se realiza desde el propio presente con la mirada en una lejanía alcanzable, en gran medida, por la fuerza innovadora y capacitada del ser humano, máximo constructor de esa visión y realidad. Es entonces fruto directo de las ideas principales de los pensadores en la Ilustración, como Saint –Simon y otros, donde se proyectaba una sociedad donde la industria predominara por encima de la teoría, quizás se encuentre aquí uno de los problemas más importantes que comienzan a verse en la modernidad, entre ellos la enajenación de los individuos, problema planteado por Marx en sus Obras Completas.

Esta etapa se afianza en la racionalidad y en la libertad mediante las cuales y por medio de las ciencias y la técnica que construyen al ser humano, se lanza a la aventura de forjar su propio mundo como obra de su voluntad y destreza. Como puntos destacables entonces en esta concepción es importante señalar que se conciben ciertos principios, burgueses en sí, pero que negarlos sería ir en contra del valor de esos postulados. Encontramos el respeto a la identidad, propia y colectiva como nación, el establecimiento de la democracia con el Estado-Nación, y por supuesto, el amplio respeto a la soberanía nacional.

Ahora queda en claro que la sociedad moderna se basa en patrones de industrialización donde cada individuo ya no se concibe separado e individual sino que su realidad objetiva se ve supeditada a un mero objeto de valor comerciable, o sea , se ve involucrado directamente en esa sociedad que le impone nuevas tareas, cada miembro de esa sociedad ahora está determinado por las funciones que cada uno de ellos realiza en ese sistema altamente diferenciado, que es un producto exigido por la industrialización de esa sociedad.

Por esta razón es que se llega a la afirmación de que la modernidad es un tipo de civilización o sociedad configurada por el desarrollo del modo de producción capitalista y por el dominio global del mismo, en otras palabras asistimos a la génesis de la globalización de este modelo de producción caracterizado por el consumismo desenfrenado de sus miembros.

Aquí entonces se produce una consecuencia palpable de esta situación y es que el burgués se encarga de comercializar el arte que pasa a convertirse en el espejo donde se refleja esa mercantilización de las producciones artísticas, no es por vana casualidad que las principales vanguardias estéticas y pictóricas fuesen concebidas en las primeras décadas del siglo XX. El arte se convierte en un rechazo de la racionalidad instrumental de la cotidianidad burguesa, el distanciamiento frente a un mundo social invadido por el fetichismo de la mercancía.

Marx, Nietzsche y Saint-Simon pueden ser considerados los fundadores de las tres maneras más influyentes de la modernidad. Los tres toman como punto de partida la Ilustración y a la vez poseen una concepción distintiva de la época moderna inaugurada por la doble revolución industrial y política de fines del XVIII.

Cuando hablamos de postmodernidad nos adentramos en un terreno sumamente escabroso y difícil porque es precisamente en este tema donde los más avezados estudiosos encuentran diversos puntos de convergencia y a la vez, chocan con diversos obstáculos que los invitan a reflexionar sobre una categorización u afirmación determinativa sobre el tema. La postmodernidad se define como una teoría cuyo interés fundamental parte de la situación contemporánea de la sociedad occidental marcada por el capitalismo consumista. Entonces, ¿es un recurso de los individuos frente a la sociedad o es una actitud para disfrazar la verdadera realidad a la que se enfrentan en la postmodernidad?

Según Alex Callinicos en su libro: Contra el Postmodernismo se define el término como la convergencia de tres movimientos culturales diferenciados. El primero incluye, según su parecer, los cambios ocurridos en las artes durante el transcurso de las décadas anteriores, estas variaciones se dan fundamentalmente en la arquitectura. En segundo lugar se muestra cierta corriente de corte filosófica, considerada como la expresión conceptual de los temas explorados por los artistas contemporáneos como el rechazo a la austeridad y al funcionalismo. Algunos franceses como Jacques Derrida, llamados post-estructuralistas (donde la clave que la rige es poder-saber), enfatizaron el carácter fragmentario, heterogéneo y plural de la realidad, negaron al pensamiento humano la capacidad de alcanzar una aplicación objetiva de esa realidad y redijeron al portador de este pensamiento, el sujeto, a un incoherente mundo de individualidades.

El tercer punto lo ocupa el arte y la filosofía. Estas manifestaciones reflejaban los cambios ocurridos en el mundo social. El término de postmodernismo se comienza a utilizar a partir del libro publicado a finales de los 70 por el francés Lyotard llamado: La condición postmoderna. En el libro se esbozan criterios que siempre están relacionados con el postmodernismo. Encontramos al arte postmoderno, a la filosofía post-estructuralista y a la sociedad postindustrial.

Para Lyotard lo postmoderno es la incredulidad de esa sociedad frente a los metarrelatos, aquello que viene de afuera a que sea aceptado como válido y creíble. La sociedad postmodernista se define entonces como la sociedad de todos, en acuerdo a las individualidades porque de este planteamiento se parte, pues, para que esta sociedad sea posible, se necesita de un patrón general sobre el cual se fundamente la concepción postmodernista de una sociedad justa o verdadera, aquí se incluyen la pluralidad de criterios generales, o sea , toda concepción esta bien , no existe la mitad sino que no hay una concepción totalmente errada o una completamente verdadera, en su conjunto está lo mejor y más adecuado. En la época postmodernista el saber es el principal protagonista de la misma y pasa a ser la principal fuerza de producción.

Las raíces del postmodernismo se sitúan en las secuelas de la década del 60 en el mundo occidental y en las oportunidades de un estilo de vida sobreconsumista ofrecido por los países capitalistas más avanzados. El postmodernismo defiende la hibridación, la cultura popular, el descentramiento de la autoridad intelectual y científica y la desconfianza ante los grandes relatos.

Con la postmodernidad se desintegran los paradigmas como las ideologías, las utopías, el sujeto histórico, los sistemas, la racionalidad histórica. Radican aquí las principales tesis de su contenido como categoría. Con la postmodernidad entra en crisis la metafísica. Lyotard habla de la incredulidad como condición imperante en le era postmoderna respecto a lo ya considerado como verdadero, con esta etapa se produce la deslegitimación del discurso especulativo y emancipatorio de los individuos aún cuando se promueva la libertad, esa libertad entre comillas, incapaz de ser totalmente realizada por la sociedad de consumo, principal muestra de círculos postmodernistas.

Lyotard expresa que en la sociedad y la cultura de la contemporaneidad(o postmoderna), en la sociedad post-industrial y en la cultura de esa postmodernidad la cuestión de la legitimación del saber se plantea en otros términos, el metarrelato ha perdido toda su credibilidad.

Con la visión postmodernista queda suprimido el discurso emancipador y con él la emancipación del individuo que se ve por una parte esclavo de lo que los medios de comunicación desean establecer como ideología, y por otra se ve subordinado al valor del mercado capitalista, en la acaparación de bienes de consumo como realización. La filosofía parte de de la historia y hacia ella marcha siendo el conjunto de la praxis y la teoría. Ya la sociedad no representa ninguna legitimidad porque los sujetos que la componen están deslegitimados. Todo lo moderno pertenece al pasado y no tiene fundamento en esta etapa. (Algunos autores como el propio Alex Callinicos no apoyan este criterio. Para él, la postmodernidad es la continuación de la modernidad, debido a la insostenibilidad de los planteamientos expuestos por Lyotard).

Otro autor importante que marcó pautas en los criterios y principios que rigen la postmodernidad fue Jacques Derrida. Él planteó el concepto de deconstrucción como pilar fundamental en la concepción postmodernista. Se parte de la deconstrucción de los relatos, de la propia historia, de los sujetos, del arte y la política para proyectarse hacia nuevas visiones futuras, que a la larga, dan como resultado una nueva forma de organizar la economía mundial, la política, el arte y la vida social en general. Con la deconstrucción se logra la abolición de los relatos y con estos se produce el planteamiento de lo que se conoce como el fin de la historia, concepto manejado por los estudiosos y conceptualizadores del término posmodernista.

En la postmodernidad el sistema de valores de los sujetos que la desarrollan se ve radicalmente transformados, surge entonces la época del desencanto con la sociedad esclavizante evidenciada en la explotación del obrero a manos del burgués capitalista. No se cree en los sueños como las utopías, hay una gran alienación del individuo que no cree encontrar una salida a su situación, mucho menos logra encontrar el sentido de su realización como sujeto, provocando u refugio en los bienes de consumo, tras este disfraz se esconden los individuos y la sociedad que pasa de una fuerte economía de producción a una economía de consumo.

Algo muy importante, los centros de poder van a dominar los medios de comunicación como vía fundamental para la transmisión de las ideologías convenientes y el rejuego con la mentalidad del sujeto enajenado de su realidad objetiva, o sea, la nueva esclavitud a manos de la explotadora burguesía.

La postmodernidad se convierte en la precursora de una identidad universal que tiene como base la globalización de tecnologías y criterios diversos. La identidad universal de esa sociedad que derivan de esas concepciones postmodernistas va a estar dirigidas consecuentemente a una nueva integración global. El desafío está entonces, en definir la manera más adecuada para integrarnos a esos sistemas políticos, sociales y económicos. De esta manera se promueve la creación e integración de una sociedad planetaria que acepte la unidad de lo diverso, con la neutralización de los riesgos de transformarnos en meros consumidores de mensajes estandarizados erosionantes estos de nuestra identidad y valores propios, a la vez que evitamos la conversión de la sociedad en un juguete de estos planteamientos y evitamos la tan perjudicial uniformidad.

Nos encontramos frente a un modelo de globalización y transnacionalización económica, política, social y cultural que se van transmitiendo como paradigmas de la sociedad humana. Debemos ser capaces de formular claramente los riesgos que conlleva el pensamiento de las tesis postmodernistas sobre el fin de la historia y esa transnacionalización económica y política de esta sociedad. Debemos ser conscientes de asumir con eficacia y consecuentemente los diversos adelantos tecnológicos de la contemporaneidad para evitar con esta posición la condena a muerte de las culturas con sus diferencias y sus identidades.

Se teme a la robotización y la estandarización de criterios identitarios y consumistas, la globalización establece principios de enajenación de los individuos debido al consumo desmedido de los bienes puestos a disposición de la sociedad que no encuentra otra fórmula para escapar a esa limitante (la enajenación), problema planteado por Marx en sus escritos.

Se busca el cuidado de la identidad propia de cada pueblo y la interacción de todas las culturas, para encontrar así un concepto de universalidad a través del diálogo entre todos, encontrar la unidad en la diversidad. Para lograr este objetivo se debe practicar la integración y retroalimentación de las culturas con su propia historia en una gran mezcla donde cada uno sea «uno» dentro del conjunto heterogéneo.

La libertad se pierde desde el momento en que el ser humano deviene un número, un objeto intercambiable. La identidad se resquebraja cuando el sujeto es estandarizado. La soberanía y el Estado-Nación se diluyen cuando las decisiones dependen cada vez menos de un poder soberano y nacional para devenir en decisiones sin rostro adoptadas por un sistema transnacional que se sobrepone a cualquier interés genuinamente nacional. Es el reino de la razón instrumental, de la deshumanización y de la uniformidad total.

En tal sentido la postmodernidad defiende nuevos criterios en la posición del sujeto dentro de ella, así como el papel que le toca desempeñar en ella. Hay una marcada alienación con la realidad, a los individuos no les importa nada más que no sea el presente, para ellos el pasado y el futuro carecen de valor. Esto trae como consecuencias directas que al individuo solo le preocupe su propio bienestar en la medida que sea capaz de satisfacer unas necesidades cada vez mayores pues a medida que aumenta el nivel de industrialización aumenta el nivel de consumo de los sujetos.

Hay una exaltación del «yo» (el «ego»), es la época donde el individuo es capaz de transportarse a una nueva dimensión personal como método de liberación del cuerpo y del alma, con la respectiva reestructuración de la creencia en la vida ultraterrena y en la concepción de un Dios como lo concibe la Iglesia cristiana o de cualquier otra denominación. Pero esto también trae consigo que el individuo se vea separado de las instituciones dominantes, aquellas en manos de la burguesía, pues estas solo le han mentido, por lo que la pérdida de valores y de las ideologías predominantes en ese determinado contexto desaparecen de la mente y de la vida en esa sociedad postmoderrnista.

La época se determina por el llamado kitsch, término utilizado para definir los modelos y estereotipos ampliamente difundidos dentro de la cultura postmodernista. El ser al que no le interesan los pensamientos ajenos con respecto a la identidad que se desea crear florece en estas circunstancias. Generalmente se asocia la postmodernidad por los individuos con modas llamativas, singulares, exclusivas, el uso de modelos y arquetipos a seguir define a estos individuos, también excluidos de la gran masa por no compartir pensamientos semejantes a la gran mayoría. A veces se ha calificado a la postmodernidad y a los individuos que se les asocia con ella, como una anarquía frente a esa sociedad. La ruptura con modelos preestablecidos en la cultura, en la sociedad, en la propia concepción del ser individual es resultado directo de esa búsqueda de lo individual dentro de los modelos estandarizantes de la postmodernidad. Los llamados hippies son un ejemplo de los estereotipos anteriormente enunciados.

Lyotard se desligó de las concepciones marxistas del socialismo. Aunque no expresaba un desacuerdo total con que la revolución fuese posible en el seno de la sociedad postmodernista si manifestó su insatisfacción con el modelo marxista. Algunos autores contemporáneos han hablado de la necesidad de revisar el término de Socialismo para implantar el llamado «socialismo postmoderno», atribuyendo las características de este tipo de sociedad a las tesis de Marx. Resulta entonces algo muy cuestionable esta tesis debido a la exclusión de los individuos en la sociedad postmoderna, de las desigualdades sociales provenientes de la lucha de clases entablada entre el obrero y el burgués. Entiéndase, por los elementos anteriormente referidos, que la concepción de una sociedad postmodernista se aleja de la construcción del socialismo por la presencia y la exaltación en grado sumo del sujeto individual, y por no reconocer a la sociedad como un sujeto objetivo en sí, regido por leyes y condiciones por encima del sujeto individual.

En tal sentido la postmodernidad se apega a las características de la sociedad capitalista, por las consecuencias sufridas por los individuos en la misma, por ser meros objetos dentro de la misma, por perder la identidad como un «organismo», para intentar una identidad particular. La sociedad postmodernista está preñada del egoísmo individual. El slogan: «lo mío primero», de una marca cubana bien pudiera servir de ejemplo de cómo el mensaje postmodernista está en nosotros. Vemos la exaltación explícita de que los valores individuales estén por encima de los colectivos, con tales programas es muy difícil concebir un apego entre la postmodernidad como modelo alternativo y la sociedad socialista. Algo que podemos salvar es la lucha contra la explotación capitalista pero esta lucha es pasiva y para nada violenta, como Marx la concebía. Se cree que a través de la democracia se recuperaran valores y derechos, cuando solo se disfrazan para volver a ser dominados por la sociedad de consumo que los ahoga(a los obreros).

El tema se presenta muy diverso y polémico como para abordarlo desde perspectivas simplistas y contextualizadas, marcadas por criterios que no llegan a ser determinativos para dar una conclusión única y específica sobre si es un recurso o una actitud de los individuos frente a la sociedad, aunque nos inclinamos por el primer elemento. Sobre si es o no continuación de la modernidad, nuevos criterios se podrán levantar y defender, pero sí hemos encontrado que hay diferencias entre la una y la otra, la búsqueda de lo industrial y las libertades burguesas frente a la búsqueda y exaltación del egoísmo de los postmodernos.

El hombre intenta encontrarse a sí mismo dentro de una sociedad marcada por la enajenación. Llamados estamos a salvaguardar la diversidad frente a la uniformidad y la estandarización, llamados a ser nosotros, engranados en la «unidad» marcada por la «diversidad». Levantémonos y propongamos un estudio crítico, municioso y acertado sobre esta complicada «señora»: la Postmodernidad. Solo así conoceremos como enfrentarla adecuadamente.

 


Editor:
Juan Carlos M. Coll (CV)
ISSN: 1988-7833
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