Contribuciones a las Ciencias Sociales
Mayo 2009

 

HÁBITOS DE ALIMENTACIÓN SALUDABLES EN EL ENTORNO ESCOLAR


Joaquín Durán Reyes
jmariohv@yahoo.es

 

“Mens sana in corpore sano”. Es por todos sabido que una buena alimentación junto a la práctica de actividad física de forma regular y continuada favorece el bienestar y el desarrollo físico y mental de cualquier persona. Esto hay que tenerlo en cuenta para nuestros alumnos tanto de Primaria como de Secundaria, que están en plena época de crecimiento y desarrollo. Se podría pensar que éste no es un tema que podamos tratar a fondo en las aulas o que correspondería únicamente a los profesores de Ciencias Naturales (o Conocimiento del Medio) y Educación Física en alguna unidad de su temario, pero es tal la importancia de esta cuestión, no sólo para la salud en general del alumnado sino para el día a día en el aula y el rendimiento académico de los discentes, que todo el profesorado deberíamos tener en cuenta ciertos factores y dar a nuestros alumnos algunos consejos sobre factores determinantes:

El desayuno. Cuántas veces nos ha dicho algún alumno /a segunda o tercera hora (justo antes del recreo): “Profesor, me duele la cabeza, me encuentro mal”. Si le preguntamos si ha desayunado bien, la mayoría de las veces la respuesta es no. Y luego comprobamos que en cuanto llega el recreo y se come su bocadillo desaparecen todos sus males. El desayuno es la comida más importante del día, y gran parte de nuestro alumnado se lo salta o apenas desayuna; bien porque se levanta con la hora justa para vestirse e ir al colegio, bien porque a primera hora de la mañana no tienen apetito o bien porque no hay costumbre en casa y no le han inculcado la importancia de un buen desayuno en su familia. Nuestro cuerpo consume energía continuamente, sobre todo en períodos de alta actividad física y mental. Necesitamos un aporte de azúcares a primera hora de la mañana para rendir adecuadamente el resto del día; por eso, cuando nuestros alumnos no desayunan no rinden en las primeras horas de la mañana: les cuesta concentrarse, les entra hambre (todo docente ha pillado a algún alumno comiéndose el bocadillo a escondidas), les dan mareos y les duele la cabeza…
 



Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Durán Reyes, J.: Hábitos de alimentación saludables en el entorno escolar, en Contribuciones a las Ciencias Sociales, mayo 2009, www.eumed.net/rev/cccss/04/jdr.htm



¿Cómo podríamos conseguir en el alumnado que consigan el hábito de tomar un buen desayuno? Esta debe de ser una tarea fundamental del tutor del grupo. En horas de tutoría les debe explicar la importancia de desayunar bien y se debe realizar alguna actividad grupal sobre esta cuestión. También es fundamental explicárselo a los padres, que serán los que le pongan el desayuno en casa y los que realmente podrán controlar si el alumno desayuna bien o no. Otra idea a tener en cuenta en los centros de Educación Primaria que dispongan de servicio de comedor es la posibilidad de que los niños desayunen en el centro antes de empezar las clases. Si los padres no tienen tiempo de preparar un desayuno completo porque se tienen que ir a trabajar quizás el colegio sea una buena alternativa a tener en cuenta. El motivo de todas estas medidas es tratar de conseguir el máximo rendimiento académico por parte de nuestros alumnos y mejorar sus hábitos alimentarios y como consecuencia su salud.

El miércoles, Día de la fruta. Como se ha comentado antes, tradicionalmente ha recaído sobre el profesor de Educación Física la tarea de inculcar en el alumnado hábitos nutricionales saludables. Recientemente he presenciado una medida realmente curiosa que ha llamado la atención a los niños y ha resultado un éxito a la hora de fomentar la ingestión de fruta en el recreo. Se trata de lo siguiente: el día que le toca guardia de recreo, una de las profesoras de Educación Física de un centro de Educación Secundaria pasea por el patio con un bloc de notas, y cuando ve a un alumno que junto al bocadillo ha traído una pieza de fruta (una mandarina, un plátano, etc. ) le pone un positivo a tener en cuenta a la hora de evaluar la asignatura. Previamente la profesora a informado a sus alumnos de esta medida, e incluso éstos han confeccionado unos carteles que posteriormente se colocaron en los pasillos del instituto animando a sus compañeros a que se traigan fruta para comérsela en el recreo. Así, poco a poco los alumnos se acostumbrar a tomar alimentos con un alto contenido en vitaminas, muy necesarias a su edad. E igual que se puede hacer en Educación Física también se puede fomentar el consumo de fruta desde cualquier asignatura: por ejemplo, el profesor de Matemáticas puede trabajar este tema a través del planteamiento de problemas; el profesor de Historia les puede hablar de las enfermedades que sufrían los marinos en las grandes travesías por la no ingestión de las vitaminas que el cuerpo humano necesita para su correcto funcionamiento, y así con cada una de las asignaturas que cursan nuestros alumnos.

La dieta mediterránea. Tenemos el gran privilegio de tener a nuestro alcance el disfrute de la dieta mediterránea: una dieta sana, tradicional y muy variada y completa que, en el caso de que la siguiéramos, nos aportaría los nutrientes y vitaminas propios de una dieta equilibrada tan necesaria para el desarrollo físico y mental de nuestros discentes. Pero una serie de factores hacen que nos alejemos cada vez más de esta dieta y vamos tomando hábitos alimentarios nocivos; hábitos que vamos inculcando día a día a nuestros vástagos consciente o inconscientemente. Algunos de los factores son los siguientes:

- La proliferación de la “fast food” o comida rápida; fácil de preparar, con un alto contenido en grasas y muy apetecible para la gente joven en general. El consumo frecuente de este tipo de comida potencia la obesidad infantil, un grave problema en nuestra sociedad que va aumentando en número de casos de una forma preocupante en nuestro país y del cual no estamos suficientemente concienciados como para ponerle freno y tomar las medidas suficientes para evitarlo en la mayor medida posible.

- La falta de tiempo para cocinar por parte de los padres. En ocasiones, seguir la dieta mediterránea conlleva también dedicar un tiempo a la elaboración de ciertos platos (potajes, cocidos...), tiempo del que no disponen muchos padres por motivos laborales tal y como decíamos en el apartado del desayuno. Es más fácil recurrir a precocinados u otro tipo de comida rápida, descuidando así la ingesta de verduras y legumbres.

- La permisividad con los hijos. “Esto no me gusta”. ”Esto no lo quiero”. Muchas veces, con tal de que nuestros hijos coman, cedemos ante sus caprichos y preferencias a la hora de comer. Sus preferencias suelen ser muy ricas en hidratos de carbono y grasas (pasta, hamburguesas, todo tipo de dulces y pasteles...) y muy pobre en vitaminas, fósforo y otros nutrientes necesarios. Si cedemos siempre ante sus peticiones le estamos haciendo un flaco favor a su salud.

Conclusión: En resumen, ya que está demostrado que seguir hábitos de alimentación saludables favorece notablemente en el rendimiento escolar de nuestros alumnos y en su salud, es nuestro deber intentar inculcarles dichos hábitos tanto a alumnos como a padres. Para conseguirlo nos pueden ayudar los consejos que se desprenden de estas páginas; e incluso se podría aportar alguno más:

- Los abuelos. Muchos padres recurren a sus progenitores como ayuda en el cuidado de sus hijos; por eso pueden ser de una ayuda fundamental para conseguir la ansiada dieta equilibrada: disponen de más tiempo para cocinar, pueden controlar qué desayunan, meriendan o cenan sus nietos y conservan una tradición en la elaboración de platos y hábitos alimenticios muy beneficioso para los niños, aparte por supuesto de las innumerables ventajas que tiene el hecho de que nuestros mayores dediquen un tiempo a sus nietos.

- Talleres o actividades extraescolares en los centros educativos. Quizás no baste con llevar a cabo estos consejos puntualmente desde cada una de las asignaturas del currículo del alumnado; sería conveniente realizar una serie de actividades complementarias fuera del horario escolar habitual, de carácter lúdico para captar el interés de nuestros alumnos, que sirvan de complemento a las enseñanzas que intentamos inculcarle en nuestra labor diaria.

Merece la pena tomarnos tantas molestias sobre este tema por el bien de nuestros alumnos; incluso nosotros mismos, los docentes, deberíamos tomar ejemplo y seguir estos consejos para mejorar nuestro rendimiento diario y nuestra actividad docente.

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