Contribuciones a las Ciencias Sociales
Marzo 2009

 

LA RELACIÓN ENTRE SOCIOLOGÍA E HISTORIA: LA SOCIOLOGÍA HISTÓRICA COMO ALTERNATIVA
 


 

Roide Orlando Alfaro Velázquez
ariagnis@uclv.edu.cu  



I. Los antecedentes de la convergencia:

Historia y sociología son dos ciencias que han convergido desde la génesis de la sociología, que se alista a tratar de explicar todos los procesos que la modernidad trae aparejado (urbanización, industrialización como parte del desarrollo del capitalismo, secularización por citar algunos) y hasta el momento eran totalmente desconocidos en la proporción mayúscula en la que se patentizan. La preocupación fundamental radicaba en explicar y comprender los procesos que se gestaban como consecuencia del paso de la sociedad tradicional a la moderna.

La relación entre historia y sociología necesita estar siempre delimitada por el hecho fundamental de que la perspectiva histórica precisa del elemento esencial sociológico: la relación entre individuos, el protagonismo humano, las formas de asociación; es decir, la estructuración de las relaciones sociales.

Sin embargo, persisten los que de una manera u otra han sido escépticos sobre las ventajas teóricas y metodológicas que encierra esta relación, al negar la historia en todas sus vertientes e interconexiones con otras ramas del saber; incluso, ciertos formalistas sociológicos son partidarios de afirmar que la sociología aparece como ciencia una vez que se liberó de la historia.

Estas doctrinas constituyen solamente interpretaciones ahistóricas del análisis social, dejando al margen el carácter evolutivo, transformador y multicausal de los procesos sociales, de ahí que la comprensión de su génesis (de los procesos sociales) deparará elaboraciones cada vez más acertadas de cualquier objeto de estudio en cuestión. En este ámbito el papel de la historia es insustituible, si sostenemos que como ciencia, tiene como objeto de estudio la naturaleza de las sociedades humanas y su desarrollo a través del tiempo. Además, sería en extremos difícil concebir la sociología sin tener en cuenta los previos progresos tanto de la historiografía iniciada en la Grecia clásica (Herodoto y Tucídides por citar sus máximos representantes) como de los historiadores del siglo XVIII.
 



Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Alfaro Velázquez, R.O.: La relación entre Sociología e Historia: la sociología histórica como alternativa, en Contribuciones a las Ciencias Sociales, marzo 2009, www.eumed.net/rev/cccss/03/roav.htm



II. De la historia divina al desarrollo de la sucesión histórica. Giambattista Vico y su Scienza Nuova.

Precisamente los historiadores del siglo XVIII (entre ellos Voltaire, Montesquieu y Condorcet) revolucionaron la forma de concebir la historia como ciencia, más allá de las constantes elaboraciones divinas del momento, cortando de raíz la conexión historia-teología. Ocupaban espacios relevantes en las narraciones y elaboraciones de estos pensadores, el concepto de progreso como tema histórico, a partir del triunfo de la razón como meta del propio progreso. De este siglo, saldrían mentes ilustradas incluso para la propia Ilustración, como es el caso de Condorcet y la magnitud de las doctrinas sociales que defendía.

Por su parte, Voltaire fue el primero en destacar la necesidad de replantear desde un sentido crítico el análisis de la costumbre de los pueblos y no ajustarse a concebirlo como una mera cronología, aunque sesgado por el empirismo reinante como forma de pensamiento. Este ilustrado francés, cuando atacó el concepto milagroso de historia a partir del término que introduce (filosofía de la historia), estaba rompiendo con las doctrinas místicas de concebir el mundo, realizando dos tareas esenciales: exigir datos dignos de confianza y pedir una relación de hechos más amplia de la vida social que la estrictamente relevante para una especial teología.

Pero fue el italiano Giambattista Vico en su obra Scienza Nuova (1725-1744), quien introduce la idea del valor fundamental de la evolución histórica y su relevancia en el análisis de los procesos sociales, una vez que fundamentara su doctrina del valor fundamental de cada época en la preparación de la siguiente y destaca el desarrollo de la sucesión histórica como un todo, modificando de este modo el interés predominante simplemente de la meta de la historia para dar lugar a la utilidad de la sucesión histórica, y la conversión de una historia teológica a una verdadera historia científica. De esta manera, se sientan las bases para el apoyo que la misma (historia), conjuntamente con la filosofía, va a brindar una vez que, con el nacimiento de la sociología, ésta enfrente sus primeros problemas teóricos y metodológicos por lo convulso y contradictorio de su objeto de estudio, el cual, curiosamente, provoca su nacimiento como ciencia.

El pensamiento de Vico constituye pieza fundamental en los antecedentes de la teoría sociológica clásica, que si bien comenzaba con Comte como su padre fundador, algunos autores afirman que en su lugar, si el italiano hubiera acuñado el término sociología y no Comte, Vico fuera su primer gran teórico y esta ciencia contara con un siglo más de antigüedad. Este pensador anticipa a Comte al sostener que existen tres períodos en la historia de las sociedades humanas: una primera de los dioses, una segunda de los héroes y la tercera correspondiente a la etapa de los hombres. Las similitudes entre estas consideraciones y la ley de los tres estadíos de Comte no son difíciles de detectar.

La idea de la vinculación entre la sociología y la historia va a primar dentro de los modelos teóricos que comienzan con Comte y su Curso de Filosofía Positiva, obra que le amerita el título al francés de padre de la Sociología, encaminada a establecer las leyes del orden y la regularidad de los acontecimientos sociales. Esta vinculación está atravesada en los modelos teóricos de los principales pensadores y pioneros del pensamiento sociológico clásico (Comte, Spencer, Durkheim, Weber), en el pensamiento de Marx como máximo exponente de esta convergencia científica y en los aportes teóricos y metodológicos que sobre esta relación desarrolla la Escuela de los Annales franceses, de incalculable valor conjuntamente con el materialismo histórico de Marx, para la aparición y progresivo desarrollo que experimenta la sociología histórica (como conexión entre la sociología y la historia) hasta nuestros días.

III. La versión evolucionista-organicista y la historia comparada.

Dentro de la línea organicista y fundador del evolucionismo sociológico encontramos al francés Augusto Comte (1798-1857), explicando como núcleos duros de su teoría dos conceptos fundamentales: estática y dinámica social, reconfigurados con posterioridad con el modelo organicista de Spencer. Comte afirmaba que para entender todos los procesos evidenciados con la llegada de la modernidad, era prioritario entenderlo en un contexto histórico más amplio y juzgarlo como un período más en el transcurso de la historia humana.

La comparación histórica de los sucesivos estados de la humanidad no es solo el principal instrumento científico de la nueva filosofía política. Su… desarrollo racional constituye el substrato de la ciencia en cuanto es esencial a esta.

El sociólogo francés constituyó un enemigo acérrimo de los historiadores tradicionalistas de su época, manifestando que los acontecimientos ocurridos con el florecimiento de la modernidad no pueden ser concebidos ni al azar ni desde otro condicionamiento superficial, sino que son procesos naturales y necesarios de etapas anteriores, aunque los móviles que dirigen el cambio se encuentran en el terreno del espíritu o de la mente y las condicionantes que estos provocan sobre las más diversas esferas de la vida social. De estas doctrinas brotaría su interés de estudiar las leyes que regulan el comportamiento humano y de ahí su ley de los tres estadíos: el primero denominado teleológico (que a su vez pasa por el fetichismo, el politeísmo y el monoteísmo), el segundo metafísico y el tercero positivo, este último como manifestación de los procesos industriales que se constataban en la realidad circundante al autor, donde la ciencia se mueve eternamente hacia delante y se acerca cada vez más a la realidad, basado en la experiencia o empiria (según Comte) .

En cuanto a los medios de investigación también es constatable dentro del pensamiento comtiano la interconexión de la sociología como ciencia superior jerárquicamente con el resto de las ramas del conocimiento en su clasificación, de ahí que dichos medios deben ser en parte peculiares (directos) y de cierta manera indirectos o derivados, como parte de las relaciones de la sociología con las demás ciencias y por la complejidad del objeto de estudio a explicar . Su concepción de las leyes sociales invariables, así como sus generalizaciones sobre el curso de la historia del mundo, carecen de sentido y objetividad.

Comte profesaba un carácter lineal en la relación de las ciencias, donde ocupa un lugar central las ciencias naturales, sin embargo, la cúspide de su pirámide científica era ocupada por la filosofía positiva (la sociología) y su constante interés por el estudio de la subjetividad, o sea, por las ideas y su evolución. Esta doctrina lineal de las ciencias carece de sentido dada la complejidad de los procesos sociales, además de tener en cuenta que Comte no realizó realmente ninguna investigación empírica, por estar inmerso en establecer generalizaciones sobre los estadios humanos y la evolución del mundo.

Como continuador de las ideas evolucionistas de Comte encontramos al inglés Helbert Spencer (1820-1903) quien reconfigura la estática y la dinámica social y concibe la sociedad a partir de dos procesos básicos de constitución: estructuración primero y funcionalización después, manifestado en los cuatro períodos distinguibles de la sociedad que, como un organismo vivo, transita constantemente por un proceso de complejidad e implementación de las funciones. Además, establecía como objeto de estudio fundamental de la sociología, el estudio de la evolución en su forma más compleja, implementada por sus analogías entre la sociología y los organismos vivos .

El paso de las sociedades simples (caracterizadas por la identidad de actividades realizadas por sus miembros), a las sociedades complejas ( apareciendo la división del trabajo entre sus miembros), de aquí, a las sociedades doblemente complejas (identificadas por un sistema legal y un territorio común incluyendo una constitución) y como escalón supremo de la complejidad social a las sociedades triplemente complejas, no son más que una muestra de la dirección evolutiva spenceriana y de las contradicciones que se van produciendo con el paso de la sociedad militar a la sociedad industrial.

La evolución procede, para el pensador inglés, por medio de constantes diferenciaciones sucesivas que se mueven de lo simple a lo complejo, de lo homogéneo a lo heterogéneo, de la indiferenciación de las funciones a la especialización y diferenciación. El estudio social, desde la consonancia con los organismos humanos y la estructuración y diferenciación funcional manifestada en el orden societal en las instituciones, marcaron con creces los análisis spencerianos como intento de estabilidad y orden social.

Spencer, contrariamente a Comte, se preocupaba por la evolución pero desde un sentido estructural y funcional, y cuestionaba la visión lineal de Comte de clasificación de las ciencias considerando que estas estaban interconectadas y eran interdependientes. Para Spencer la sociología era la historia natural de las sociedades o, más específicamente, un orden entre los cambios estructurales y funcionales que experimentan las sociedades.

La evolución de la sociedad constituye un eje central en el sistema teórico de Spencer, que se fundamenta a través del paso de las sociedades más simples a las más complejas y de las militares a las industriales, además de particularizar la evolución de diversas instituciones sociales así como su estructuración y funcionalización. Sin embargo, sus concepciones del darwinismo social legitiman las diferencias de clase a través del libre ejercicio de sus potencialidades humanas. Pero, tanto la objetividad de sus análisis, como las relaciones interdependientes entre las ciencias, son fuentes de incalculable valor, y aún más por las particularidades del contexto que proporcionó su producción teórica.

Como parte del proceso de institucionalización de la sociología y la aspiración de varios de los más lúcidos representantes de este movimiento en legitimar esta ciencia, queda relegado el interés de la vinculación sociología e historia, precisamente para buscar adeptos y lograr credibilidad e importancia de la sociología como ciencia. Entre estos pensadores encontramos al francés Emile Durkheim (1858-1917), quien prestó sumo interés en la construcción de interpretaciones generalizadoras del desarrollo social, buscando como variable fundamental del progreso de la sociedad, la creciente división del trabajo y la diferenciación de tareas .

Los ejes centrales del esquema del sociólogo francés nos lo explica Alain Basail en su obra Metáforas de la historia. La sociología clásica del cambio social:

Durkheim propuso una orientación de la evolución universal de los grupos e instituciones por tres pares y más de oposición: basada en la calidad de los lazos sociales (solidaridad), mecánica/orgánica; en el nivel de las instituciones en el que cristalizan estas relaciones, difuso/diferenciado; en el nivel de las sociedades en sí mismas, simple/compuesto; y hasta en el carácter de los fundamentos jurídicos, derecho represivo/derecho cooperativo.

El primero de estos pares categoriales fue el más desarrollado en su análisis teórico, al destacar que el movimiento de la historia está dado por el paso de la solidaridad mecánica a la orgánica, basadas ambas en el nivel de complejidad de las funciones y tareas sociales (o sea, en la división del trabajo) .

Durkheim fue muy crítico con la historia de su tiempo, inscribiéndose en varios ocasiones en afirmaciones totalmente ahistóricas, estigmatizando las causas de los fenómenos sociales en el interior de los procesos (causación endógena), independientemente de realizar enérgicas críticas a la historia historizante de su tiempo, fundamentadas en el rechazo al determinismo y al evolucionismo.

El uso de la historia en este pensador está inscrito dentro de la historia comparada, estableciendo balances entre diversas variables en contextos y pueblos totalmente diferentes. Muestra de esta afirmación es una de sus obras cumbres dentro de su producción teórica, emergiendo en 1897, la primera obra de investigación sociológica con datos y análisis estadísticos: el Suicidio.

Los efectos de su obra propiciaron un repensar en la forma de escribir la historia, al tratamiento de los documentos históricos y a la defensa del espíritu sociológico en el seno de la especialización e institucionalización de las ciencias. Estos aportes van a ser retomados por la influencia que ejerce el pensamiento durkhemiano sobre la escuela francesa de sociología y sobre la Escuela de los Annales franceses.

La idea de progreso siempre que sea concebido como transcurso lineal o unidireccional carece de sentido (desde nuestra visión) y es esta precisamente una determinante en la teoría evolucionista de Comte, al constituir una imagen específica del cambio social e histórico donde se determinan y establecen leyes generales que obvian completamente contextos y particularidades históricas. Sin embargo, con Spencer, la evolución social no es vista como un proceso unilineal e invariable (por ejemplo, al estudiarla durante el paso de las sociedades militares a las industriales, caracterizándolo como un proceso lento y duradero), produciendo un movimiento evolutivo en espiral. Se establecen, también dentro de esta vertiente evolucionista, modelos causales básicos (Durkheim), evadiendo la revolución social y fomentando la reforma, centrando interés la introducción de mejoras para el funcionamiento societal, procurándole sentido a las diferencias de clase pero encontrando reconciliación en las asociaciones profesionales.

IV. El materialismo histórico de Marx y el sistema histórico-comparativo-comprensivo de Weber

Completamente opuesto a esta línea organicista del estudio social y de la evolución, encontramos el materialismo histórico de Carlos Marx (1818-1883), quien enunciaba el contenido de sus postulados y la materialidad de sus concepciones al enunciar en la oncena tesis sobre Feuerbach: Los filósofos se han dedicado a interpretar el mundo de formas distintas. Sin embargo, de lo que se trata es de cambiarlo.

Para Marx, la historia no es la trayectoria del espíritu o la idea, sino la secuencia de cambios operados en la sociedad humana cuyo principio motriz radica en la actividad humana, en la praxis. Concebía, de esta manera, el progreso como un proceso histórico natural, identificando la historia hacia delante y desde adentro, con el despliegue de fuerzas intrasociales inminentes. La historia es producida por los hombres como sujetos históricos, mediante la relación que entre ellos se establece dado las particularidades de las formaciones económico-sociales y el lugar que ocupan en el proceso productivo, derivado de las diferencias de clase. De ahí que, la economía constituyera el esqueleto sobre el cual, descansa todo el entramado de estructuras sociales e ideológicas y sobre las cuales se erige la lucha de clases como motor impulsor y protagonista del desarrollo social.

Con estas premisas, el materialismo histórico de Marx constituye una teoría de inapreciable cuantía por su marcado carácter sociológico y práctico, entendiendo la sociedad como una totalidad social, pensándola como formación económica social, y el movimiento histórico como un movimiento real. El materialismo histórico se convertía en la teoría más compleja del cambio social e histórico de todo el siglo XIX como analizara Piotr Sztompka:

El materialismo histórico intentaba salvar la creencia evolucionista en un método general progresivo de la historia humana y mostrar cómo ese modelo emerge del funcionamiento de la sociedad como resultado complejo, acumulado de las acciones humanas. En otras palabras, Marx todavía creía que había un destino histórico, pero veía ese destino modelado no por dioses ni por el Geist o la providencia, sino por la gente misma. En este sentido el materialismo histórico proporciona un puente entre las teorías tradicionales y las modernas del cambio social. Uno de los pies de Marx parece firmemente asentado en el siglo XIX, pero otro se adentra bien al siglo XXI. El materialismo histórico de Marx anticipó y preparó el campo intelectual sobre el que los dos influyentes enfoques del cambio histórico dominarían al final del siglo XX: la sociología histórica y las teorías de la agencia. «

El pensar el desarrollo social, a partir de la concordancia de los principales cambios operados en las estructuras sociales, y que considera la particularidad y la diversidad histórica resguardada por criterios comparativos de casos particulares como regreso a las doctrinas de Durkheim, han provocada el descifrar, en la obra del sociólogo alemán Max Weber (1864-1920), la aplicación de una sociología histórica para establecer las acciones que hicieron posible alcanzar consecuencias decisivas para los órdenes sociales y de esta manera distinguir los acontecimientos que contribuyen a superar o conservar cierta estructura en el ámbito social.

Quizás fue este pensador alemán el que más se empeñó en profundizar en la historia con voluntad sociológica. Constituye el cierre de la tradición básica de concebir el progreso y sobre todo la relación entre historia y sociología, proponiendo alternativas muy particulares de la evolución, que versaba a través de un ataque constante tanto a la teoría evolucionista como al materialismo histórico, aunque no pocos veces se acercó en pasajes de su construcción teórica al último de estos modelos.

Su énfasis radicó en el carácter histórico y singular de los procesos de desarrollo, es decir, en una comprensión histórica de los procesos que originan el cambio social y en una concepción de la historia como construcción humana.

Weber sustenta que los sociólogos tienen la capacidad de verstehen los fenómenos sociales, algo totalmente imposible para los científicos naturales. Establece como característica fundamental de la ciencia histórica y sociológica, el ser ambas comprensivas de la forma de conducta, y, además por esencia, causales, de ahí que ambas quieran explicar de forma causal en la misma medida que interpretar de manera comprensiva. De esta manera se dilucidaba en su sistema teórico el desarrollo de un sistema histórico-comparativo, que aunque se apreciaba con Durkheim, encontraba en Weber su máxima concreción: la sociología persigue formular conceptos distintivos y generalizar las uniformidades de los procesos empíricos. Esto la distingue de la historia, que está orientada al análisis causal y a la explicación de acciones individuales, de estructuras y de personalidades poseedoras de una significación cultural.

Esta relación que se establece entre la historia y la sociología en el pensamiento weberiano , se manifiesta claramente en su concepción de los tipos ideales, entendido como aparatos heurísticos destinados a ser usados en el estudio de las proporciones de la realidad histórica. Esta noción constituye el centro de la doctrina epistemológica de este pensador, al definir a la sociología como la ciencia que ha de estudiar e interpretar la acción social, a través de la explicación causal de su desarrollo y consecuencias.

V. La Escuela de los Annales y el materialismo histórico como bases teóricas de la sociología histórica.

No podría analizarse una relación de la Historia y las Ciencias Sociales pasando por alto los aportes experimentados por la Escuela de los Annales francesa , la cual en 1929 abría sus puertas al repensar teórico y metodológico de la Historia en particular, pero también ampliando su diapasón a otras ramas del conocimiento social.

Las doctrinas de los primeros Annales franceses a través de sus máximos representantes Marc Bloch y Lucien Febvre, estuvieron encaminadas a romper los estrechos límites de una herencia anterior, concebida como una historia eminentemente hechológica y cronológica, avanzando hacia el logro del estudio y acercamiento de la explicación histórica por medio de la multidisciplinaridad y el interés por la reconstrucción de los procesos, más que por los hechos históricos.

En estos primeros Annales, el concebir la historia total y no fragmentada en ramas independientes, estuvo presente como mecanismo para evitar la oposición entre cada una de estas esferas del saber, de ahí que la comprensión de esta historia total no pudiera encontrarse exclusivamente dentro de la propia historia, lo que abrió las puertas a los más disímiles especialistas de otros campos de la investigación social.

Con el fin de la Segunda Guerra Mundial y el comienzo del período de posguerra, se abría una nueva etapa en la producción intelectual de la escuela de los Annales, caracterizado por una reapertura e incorporación de zonas oscuras de la agenda temática del período anterior, y de la influencia de la demografía y del despegue como campo historiográfico de la historia de las mentalidades de Febvre. Sin embargo, la segunda mitad del siglo XX, contemplaba la propuesta de Fernand Braudel (como máximo exponente) de los ritmos de desarrollo de los distintos niveles sociales, ayudado por la marcada tendencia a la multidisciplinaridad desde etapas anteriores.

No se puede negar que, con frecuencia, historia y sociología se reúnen, se identifican, se confunden….Las razones de ello son simple……una identidad de naturaleza: historia y sociología son las únicas ciencias globales capaces de extender su curiosidad a cualquier aspecto de lo social. La historia en la medida que es todas las ciencias del hombre en el inmenso campo del pasado, es síntesis, orquesta. Y si el estudio de la duración bajo sus formas se abre, como yo creo, las puertas de lo actual, entonces se encuentra en todos los lugares del banquete. Y se encuentra por lo general al lado de la sociología (que también es síntesis por vocación) a la que la dialéctica de la duración obliga a volverse hacia el pasado, lo quiera o no.

De esta manera, la historia es una dialéctica de la duración, y gracias a ella es el estudio de todo lo social y por tanto del pasado y del presente, ambos, inseparables, por cuestión esencial y correlativo, por la evolución y complejización en el tiempo de todas las estructuras sociales y la sociedad en general. Se perfilan entonces en opinión de Pierre Vilar dos posiciones posibles:

Una consiste en encerrar al historiador precisamente en el terreno de lo empírico y lo incierto que por experiencia se atribuyen a las decisiones y a los acontecimientos políticos. La otra consiste en empujarle, al contrario, hacia un análisis sociológico con la penetración suficiente para eliminar la apariencia de incertidumbre de la mayor parte posible de hechos sociales.

La primera de estas posiciones se refiera a los historiadores positivistas encargados de hacer el relato exacto de los acontecimientos políticos, militares y diplomáticos principalmente, sin tener en cuenta las interconexiones que en su esencia se reflejan y la génesis de fenómenos que se han ido perfilando y transformando con el decursar del tiempo, pero que en su esencia continúa siendo el mismo. De ahí que el objetivo de la historia no es hacer revivir el pasado, sino comprenderlo, desconfiando de supuestas experiencias vividas y de juicios probables y relativos, que no dejan de estar exentos de intereses ideológicos y personales en torno al hecho abordado.

En la medida en que el pasado es mal conocido e interpretado, los hombres y los grupos en los que se desarrolla su actividad, tienen una visión incorrecta de su presente y su futuro, de ahí la vitalidad e importancia de los vínculos entre las ciencias como mecanismo e instrumento de comprender mejor la realidad, como resultado de un pasado, con influencia activa en el presente, que podría tener consecuencias nefastas en un futuro, si no disponemos de las herramientas teóricas y metodológicas para un estudio coherente y profundo en aras de encontrar soluciones. De ahí que, como diría Fernand Braudel:

No habrá ciencia social, a mi modo de ver, más que en la reconciliación en una práctica simultánea nuestros diferentes oficios (sociólogo e historiador). Alzarles uno contra uno es cosa fácil pero ya demasiado oída. Lo que necesitamos es una música nueva.

Los aportes teóricos y metodológicos de la Escuela de los Annales, fundamentados por el materialismo histórico de Carlos Marx, han propiciado una ascensión notable de la producción teórica de la sociología histórica en los últimos tiempos, como rama del saber que encuentra su punto de origen en la conexión entre la Sociología y la Historia, adentrándose principalmente en los temas relacionados con el cambio social.

VI. La sociología histórica: su aparición, desarrollo y ventajas.

La sociología histórica encuentra sus antecedentes en la década del 50 y el 60, con la aparición de un conjunto de obras en el ámbito cultural, que atacaban directamente el parsonianismo presente en el seno intelectual norteamericano. Surge el término en los 60 con Barrington Moore y sus estudios históricos comparados de las transformaciones macroestructurales. Sin embargo, su reconocimiento (de la sociología histórica) no llega hasta finales de los 70, con la producción de los que hasta hoy han marcado su progresivo ascenso: Charles Tilly, Inmanuel Wallerstein, Perry Anderson y Theda Skocpol.

Este gradual ascenso no está despejado de problemas en el orden teórico y metodológico. De esta manera, Charles Tilly, nos comenta sobre los peligros inmersos en la convergencia de estas ciencias: No estoy de acuerdo con las propuestas que hacen emerger subdisciplinas a partir de técnicas y enfoques [approaches] y no de temáticas teoréticamente coherentes.

De esta manera, el peligro de concebir a la sociología histórica como un campo de especialización con una propia agenda temática, metodología y métodos claramente definidos, como parte de un subcampo o esfera de la sociología como ciencia y la unidad temática, teórica y metodológica que eso implicaría. Es por eso que, se ha convertido en una corriente de estudios transhistóricos, transdisciplinares y multiparadigmáticos, como nos comenta Ramón Ramos de la Torre en su ya referido artículo Problemas teóricos y metodológicos de la sociología histórica:

Transhistóricos porque, lejos de limitarse al estudio de una época o de un proceso paradigmático de cambio, han ido expandiéndose hacia la tematización del entero ámbito de la historia. Transdisciplinares porque, sin siquiera limitarse al estudio del cambio social, abordan universos temáticos de las más diversas especialidades sociológicas. Multiparadigmáticos porque en el empeño coexisten estudiosos de muy distinta orientación teórica.

La identidad emergente de la sociología histórica está dada por el cuestionamiento a varias generalizaciones realizadas a partir de construcciones teóricas de procesos de cambio social, modernización, desarrollo y otros, que han obviado con total conciencia el recurrir de manera sistemática y profunda a la historia. De ahí que la utilización de la sociología histórica en el estudio de procesos macro o micro sociales, como consecuencia de las transformaciones operadas en todos los ámbitos del plano societal, se convierta más que en un fraccionamiento de las ciencias, en una alternativa teórica y metodológica para acometer empeños mayores tras la complejidad y multicausalidad del estudio de los procesos sociales, sin que esto quiera decir que el cruce de fronteras entre la Historia y la Sociología signifique la disolución del objeto y la metodología de cada una de ellas, para dar paso a un híbrido que se erige como ciencia universal de la historia y la sociedad.

 


Editor:
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ISSN: 1988-7833
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