Contribuciones a las Ciencias Sociales
Enero 2009

 

VÍNCULOS ENTRE EL TRABAJO Y EL ESTUDIO
 


Nuria María Palanco López
jmariohv@yahoo.es


Una función fundamental que no puede dejar de darse en nuestra sociedad si quiere mantener la etiqueta de “capitalista” es el trabajo.

Esta reflexión que vamos a plasmar aquí, gira en torno a dicho concepto.

Podemos definir trabajo como aquella acción en la que se emplea tiempo, energía y conocimientos para lograr un objetivo.

Todos conocemos personas que trabajan, por lo que el trabajo está presente en nuestra vida. Se habla de él ( y en los tiempos de crisis que corren aun más ), en la tele, en la prensa, marcando nuestras relaciones y le dedicamos muchas horas al día.



Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Palanco López, N.M.: Vínculos entre El Trabajo y el Estudio, en Contribuciones a las Ciencias Sociales, enero 2009, www.eumed.net/rev/cccss/03/nmpl2.htm


Pero lo cierto es que, este concepto, es muy amplio y no es no ha sido ni será visto de la misma forma ni en todas las épocas, ni sociedades ni culturas.

Es habitual llamar trabajo a aquella acción en la que se emplea energía… ( véase definición ) fuera de casa porque el que se realiza dentro del hogar, relacionado con el quehacer hogareño, la limpieza, comida, cuidado de hijos, al no ser remunerado es frecuente no considerarlo como trabajo

Es decir, en nuestra sociedad, trabajar lleva consigo cobrar un sueldo, como reconocimiento a dicha tarea.

Vinculado con este razonamiento, en una sociedad tradicional el que trabaja y es productivo, por traer un sueldo a casa es el hombre, el otro tipo de trabajo, el de casa, es un trabajo que algunos estudiosos, sobre todo economistas, lo llaman pasivo o reproductivo, al carecer de salario cara al mercado.

No menos cierto a ello, es que la sociedad ha cambiado y que la mujer ya no trabaja sólo de manera reproductiva, si no que también realiza un trabajo productivo.

Durante la Edad Media, mujeres y niñas campesinas participaban en las actividades agrícolas, cultivaban el huerto, recogían la leña menuda, cuidaban de los animales, cocinaban, cuidaban los hijos/as y realizaban con exclusividad los trabajos de la casa. Las que vivían en núcleos urbanos también realizaban actividades productivas mediante su trabajo en talleres artesanos y comercializando sus productos. Ellas también tenían a su cargo los trabajos de limpieza, alimentación y cuidado de la familia.

Durante la Edad Moderna, las mujeres que no pertenecían a la clase alta trabajaban regularmente fuera de casa: eran comerciantes, se empleaban como niñeras, lavanderas eventuales o trabajaban en talleres. Una curiosidad es que estaba mal visto que una mujer se dedicara a amantar a sus hijos e hijas, de este modo las mujeres de la clase alta pagaban a otras mujeres con menos recursos económicos como amas de cría, para que alimentaran a sus hijos.

Esta situación no cambió mucho en la Europa industrializada. La producción textil, en este caso la industrial, continuó siendo un empleo eminentemente femenino, pero, debido a los bajos salarios que ofrecía y al pago en función de las piezas, las mujeres que realizaban este trabajo apenas podían subsistir.

Durante siglos, las mujeres han participado activamente en los trabajos productivos, pero de una forma invisible, recibiendo los salarios más bajos del mercado y socialmente menos valorados. Del mismo modo, tradicionalmente las mujeres también se han estado ocupando de realizar los trabajos reproductivos. Este trabajo empieza a ser reconocido gracias al esfuerzo de las asociaciones de mujeres y de economistas que están poniendo de manifiesto el valor económico que tiene esta actividad.

Por eso, debemos saber y recordar que las mejoras y reconocimientos de los que hoy disfrutamos son gracias al trabajo que otras personas han realizado en otros momentos de la historia.

El día 8 de marzo se celebra el Día de la Mujer Trabajadora, pero, nos hemos parado a pensar ¿por qué se celebra este día y no otro?

En 1909 murieron muchas mujeres reivindicando sus derechos como trabajadoras, pidiendo trabajar en condiciones más saludables, con mayor seguridad con una jornada laboral razonable y un sueldo digno.

Paralelamente a ello, podemos decir que, retomando la idea anterior, actualmente la mujer se ha incorporado al trabajo productivo y para desempeñarlo, tanto hombres como mujeres se preparan desde pequeños para incorporarse a la vida activa por medio de estudios pero siguen existiendo una separación entre los estudios a los que acceden unos y otras.

Es nuestro propio entorno el que en multitud de ocasiones nos anima a estudiar algo que no suponga una ruptura con la tradición social y a ello contribuye el hecho de que nos sentimos más arropados cuando estudiamos algo más conocido y/o aprendido como innato.

Sea como fuere, cuando hombres y mujeres terminan sus estudios, parece que las condiciones de contratación favorecen más al hombre que a la mujer, pese a los intentos legislativos de “paliar” de “arreglar” esta situación, ley de igualdad de género…

A ello va unido que las mujeres siguen accediendo a los sectores que se consideran tradicionalmente femeninos (sector servicios, principalmente sanidad y educación). Los hombres están ocupados sobre todo en el sector de la industria y la construcción, áreas que han sido y son todavía consideradas masculinas.

La discriminación existente en los sectores más masculinizados, ha provocado que, a menudo, muchas de las mujeres que finalizan carreras técnicas, no ejerzan luego a pie de obra, sino que se dediquen a la docencia como única salida laboral, al contrario que sus compañeros varones.

Todo ello es, sin duda, injusto y, aunque teóricamente podamos formarnos en cualquier profesión, basta con preguntar a los pequeños que nos rodean ( ¿ qué quieren ser de mayor? ) para darnos cuenta de que la realidad es muy diferente.

Basta con extraer las ofertas de trabajo presentes en anuncios periodísticos o en algunos tablones para darse cuenta de que estos puesto se ofertan teniendo en cuenta el sexo de la persona, cuando realmente este acto está prohibido constitucionalmente.

A la conclusión a la que me gustaría llegar, es que todas las personas tenemos derecho a ejercer libremente el tipo de actividad a la que nos gustaría dedicarnos y que, en los tiempos actuales, el trabajo reproductivo, dadas las circunstancias, ha de ser repartido igualitariamente entre hombres y mujeres.

Bibliografía

GRUPO DE TRABAJO DEL CPR DE GIJÓN, Materiales para la observación y el análisis del sexismo en el ámbito escolar, Consejería de Educación y Cultura y CPR de Gijón, 2002.

Fichas de observación del sexismo en los centros educativos realizadas en el CPR de Gijón por un grupo de profesoras y profesores; sigue básicamente el mismo esquema que el libro anterior, pero mucho más actualizado. Las fichas son de fácil aplicación.

• FERRER RIPOLLÉS, Mª PILAR y SÁNCHEZ VILLENA, ISABEL, Toma de decisión vocacional no sesgada por razón de género, Ministerio de Educación y Ciencia, 1995.

Manual de orientación con perspectiva de género, algo denso.

• INSTITUTO DE LA MUJER, Cómo orientar a chicas y chicos, Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, 1997.

Se trata de un cuadernillo de orientación que está dentro de la colección SERIE CUADERNOS DE EDUCACIÓN NO SEXISTA, nº 5. Es de muy fácil manejo y puede suponer un comienzo en una orientación laboral con perspectiva de género.

• BROWNE,N. y FRANCE, P., Hacia una educación infantil no sexista, ed. Morata, Madrid, 1988.

Es un manual que permite conocer investigaciones y líneas de reflexión ya consolidadas; para la gente que esté iniciada en coeducación, puede resultar ya demasiado conocido, habiendo manuales bastante más actuales y con datos más concretos de nuestro contexto educativo.

• URRUZOLA, Mª JOSÉ, Introducción a la filosofía coeducadora, ed. Maite Canal, Bilbao, 1995.

Es el manual más clásico de los que existen sobre Coeducación en nuestro país, es de obligada lectura para toda persona interesada en el tema; muy buena exposición y claridad de ideas. Muy fácil de encontrar en las librerías algo especializadas.

 


Editor:
Juan Carlos M. Coll (CV)
ISSN: 1988-7833
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