Rogelio de Jesús Morales García *
Universidad de Las Tunas, Cuba
rogeliomg@ult.edu.cuResumen 
La interrupción del  modelo económico socialista en países europeos y la Unión de Repúblicas Socialistas  Soviéticas impactaron enormemente en la vida económica, política e ideológica  internacional; los ideólogos de la sociedad exclusiva enfatizan desde entonces la  omnipotencia del capital sobre el trabajo. Tales realidades exigen ser  abordadas desde la docencia en las universidades cubanas, máxime si tenemos en  cuenta que en el contexto de la actualización del modelo económico cubano  emergen disímiles actores económicos que se desvinculan de la propiedad socialista  y desde otra perspectiva producen y reproducen sus relaciones sociales, en  estos individuos se irá conformando un sentimiento de dueño privado en  oposición al sentimiento de dueño colectivo que es indispensable formar. La  asignatura Economía Política para la carrera Marxismo Leninismo e Historia  tiene en esa dirección mucho que aportar. La formación de la nueva conciencia  económica resulta imprescindible para la construcción de la sociedad  verdaderamente humana. 
Palabras  claves: conciencia económica-formación-subjetividad-dueño colectivo-modelo  económico cubano
Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato: 
Rogelio de Jesús Morales García (2018): “Necesidad de formar una nueva conciencia económica”, Revista Caribeña de Ciencias Sociales (enero 2018). En línea:
 http://www.eumed.net/rev/caribe/2018/01/conciencia-economica.html
http://hdl.handle.net/20.500.11763/caribe1801conciencia-economica
1  LA ASIGNATURA ECONOMÍA POLÍTICA Y LA FORMACIÓN DE LA NUEVA CONCIENCIA ECONÓMICA.
   Profundas  transformaciones ocurrieron en el mundo en las postrimerías del siglo XX y la  primera década del siglo XXI  como  resultante del desmontaje del socialismo en Europa del Este y la desintegración  de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) que impactó enormemente  en la vida económica, política e ideológica internacional. La teoría  Marxista-Leninista, especialmente la Economía Política, es impugnada. 
   Esa realidad deviene un  desafío para la docencia en las universidades cubanas que deben formar un  profesional competente para diseñar su propio futuro desde su aporte laboral y  defender la sociedad inclusiva que estamos dándonos, porque en el proceso de la  construcción del socialismo es donde precisamente el hombre se convierte en  hacedor de su propio camino, donde el factor subjetivo adquiere una importancia  notoria.
   La sociedad inclusiva  como fenómeno de conciencia exige de la escuela cubana una ingente misión: la  formación del hombre nuevo. Guevara  de  la Serna, E (1964) destacaba que la sociedad comunista no sería posible si no  se desarrollaba una aptitud diferente hacia el trabajo que de medio de vida se  transformara en un deber social. Alertaba que no era posible llegar a la nueva  sociedad centrando la atención exclusivamente en indicadores económicos, sino  que resultaba imprescindible la conjugación de estos con la formación del  hombre nuevo. 
   La formación  de la nueva conciencia económica adquiere entonces una importancia notoria para  lograr construir la sociedad verdaderamente humana, sin embargo ese asunto  crucial no ha estado incluido en el currículo universitario para la carrera de  formación de profesores de Marxismo Leninismo e Historia,  por consiguiente no se ha encontrado ningún  referente investigativo que denote que desde la didáctica de la enseñanza del  marxismo exista una investigación encaminada a la apropiación de la nueva conciencia  económica por los docentes en formación inicial. 
   La asignatura Economía  Política para la carrera Marxismo Leninismo e Historia tiene en esa dirección  mucho que aportar. Desde nuestra experiencia pedagógica de 33 años impartiendo  la asignatura y los instrumentos aplicados a docentes que la imparten y a  estudiantes se revela que:
Es  notorio que existe una contradicción entre la exigencia del modelo del  profesional de Marxismo Leninismo e Historia, en lo relativo al sentido de la  responsabilidad individual y social que deben alcanzar los futuros educadores y  la insuficiente aportación de la asignatura Economía Política en lo relativo al  sentimiento de dueño colectivo social que es esencial en el logro de la  implicación consciente del individuo en la sociedad que construimos,  principalmente en el contexto de la actualización del modelo económico cubano. 
   Constituye  una exigencia de la sociedad que el individuo se entregue al proceso de su  construcción de manera plena, pero ello no ocurre sistemáticamente en tanto no  se siente dueño colectivo social; Raúl Castro Ruz lo connota al expresar que  “(…) uno de los más difíciles retos del trabajo ideológico es lograr que el  trabajador se sienta dueño colectivo de las riquezas de la sociedad y actúe en  consecuencia. Es algo que se logra casi de forma espontánea en los momentos de  definiciones cuando hay que enfrentar una gran y decisiva tarea o un peligro  inminente amenaza a la Revolución, pero es más difícil alcanzar en el trabajo  cotidiano.” (Castro Ruz, 2006:2) 
   Para encarar la  docencia de la asignatura Economía Política desde la realidad cubana se debe  incorporar lo que en la práctica se está realizando en la actualización del  modelo económico, donde la formación de la nueva conciencia económica es esencial.  Resulta entonces indispensable elaborar una estrategia didáctica  que enfoque desde los objetivos y el sistema de conocimientos de la asignatura  Economía Política la apropiación del sentimiento de dueño colectivo en interés  de favorecer la formación de la nueva conciencia económica, que resulta una  condición previa ineludible para lograr transitar hacia la sociedad comunista,  en un contexto de cambios generados por la actualización del modelo económico  cubano.
   El autor considera que el modelo  económico cubano es un proceso de  direccionamiento del sistema socioeconómico cubano caracterizado por un  escenario de propiedad y formas de gestión multidimensional, que tiene como  sustento la posesión social sobre los medios fundamentales de producción, lo  que asegura desde la perspectiva económica la proyección estratégica trazada  por el Partido Comunista, con la imbricación consciente de lo económico y lo  axiológico, para la construcción del socialismo como alternativa ineludible. 
   No obstante la  diversidad de actores económicos que el modelo admite, genera que un segmento  significativo de la población, que pierde el vínculo directo con los medios de  producción fundamentales, se piense y actué como dueño privado y por tanto el  pensarse dueño colectivo social, grado más alto de madurez de la nueva  conciencia económica, resultará muy difícil de alcanzar. 
  1.1 Necesidad de  la formación de la nueva conciencia económica como condición para la  construcción de la sociedad verdaderamente humana.
   Miles de  años trascurrieron para que surgiera con la aparición del hombre acabado: la  sociedad. Una cualidad distintiva marcó en el hombre su distanciamiento del  reino animal: su esencia humana, que se objetiviza en el conjunto de sus  relaciones sociales; desde esa perspectiva el hombre creó la cultura al forjar  las condiciones materiales para su propia existencia, transformándose a su vez  como ser social, cada vez más pleno en la misma medida en que su subjetividad  se objetiviza, desde esa óptica entendemos el planteo de martiano de que “Dos madres  tienen los hombres: la naturaleza y las circunstancias.” (Martí Pérez,  1975:256)
   Y  en ese entramado categorial hombre, cultura, sociedad, educación, está latente  una categoría no menos importante: la conciencia. Desde la Filosofía Marxista Leninista  se estudia la conciencia como un aspecto medular de su concepción del mundo;  posesionándola en el materialismo. Las condiciones materiales en que los  hombres y las mujeres producen y reproducen su vida material son las que  condicionan sus ideas, sus opiniones, su conciencia, que tienen a su vez una  independencia relativa. Tal axioma ha estado y estará marcando el devenir de la  sociedad, cualquiera que sea su forma. 
   En  los albores de la sociedad esclavista por obra y gracia de la propiedad privada  basada en la explotación de trabajo ajeno, los hombres se dividen en clases. La  ruptura social de la sociedad primitiva originó la exclusión social, la que se  fue reproduciendo y acrecentando en una dimensión espacio temporal que incluye  a las formaciones económicas sociales subsiguientes. La exclusión marcó desde  entonces la sociedad, entendida como el resultado de la acción recíproca que se  estable entre los hombres. 
   La dicotomía social,  referida más arriba, se exacerba con el capitalismo en tanto las condiciones  materiales en que se produce están en manos de los que no trabajan como  propiedad privada, mientras los que trabajan solamente son propietarios de la  condición personal de producción: sus capacidades físicas y mentales. La  ruptura se produce además en lo axiológico entre lo que es el bien para  determinados individuos y lo que es el bien para el género; se produce, en  opinión que compartimos de (Fabelo Corzo, 2011:95), “(…) la separación entre  valores objetivos y escalas subjetivas (…)” En unos se configura la conciencia  de dueños y en los otros, la mayoría, la conciencia de no dueños que trasciende  ese modo de producción.
   La explotación a  que era sometida una parte de la sociedad por otra se reflejó en la conciencia  individual y social como un hecho común, como algo natural, por tanto al decir  de (Marx, s.f:49) “(...) no tiene nada de asombroso que la conciencia social de  todos los siglos, a despecho de toda variedad y de toda diversidad, se haya  movido siempre dentro de ciertas formas comunes (…) que no desaparecerán  completamente más que con la desaparición definitiva de los antagonismos de  clase.” 
   En Cuba, el proceso de arraigó  del sentimiento de no dueño tiene su historia. Según las evidencias  arqueológicas la isla de Cuba ya estaba habitada por comunidades desde el año  1000 ANE. Sus pobladores posteriores, procedentes de Suramérica en su  peregrinar, se adentraron  en las  Antillas Menores y Mayores. En 1510 habitaban la isla 112 000 aborígenes: el 90  % eran Tainos y 10 % Siboneyes. Estos pobladores no tenían noción alguna de la  apropiación de trabajo ajeno. 
   Los descubridores trajeron, para su desasosiego y  exterminio, las formas de explotación conocidas y probadas sobradamente en la  vieja Europa. Así la América Española nació,  como afirmó (Martí Pérez, 1975:136), “(…) del  perro de presa. Una guerra fanática sacó de la poesía de sus palacios aéreos al  moro debilitado en la riqueza, y la soldadesca sobrante, criada con el vino  crudo y el odio a los herejes, se echó, de coraza y arcabuz, sobre el indio de  peto de algodón. Llenos venían los barcos de caballeros de media loriga, de  segundones desheredados, de alféreces rebeldes, de licenciados y clérigos  hambrones. Traen culebrinas, rodelas, picas, quijotes, capacetes, espaldares,  yelmos, perros. Ponen la espada a los cuatro vientos, declaran la tierra del  rey, y entran a saco con los templos de oro.” 
   En el año 1544 había en  Cuba 893 nativos. ¿Qué ocurrió con los otros 111 107? Fueron aniquilados fundamentalmente  por exceso de trabajo. Con el descubrimiento, conquista y colonización llegó la  noción de propietario. Un propietario siempre estuvo omnipresente: el Rey. Los  otros propietarios, autorizados por la Corona, se diferenciaron entre sí por la  cuantía de “indios” encomendados. La encomienda pretendía cristianizar a los  nativos y “enseñarles” a trabajar, pero estos fueron explotados como esclavos  aún cuando la Corona no legalizó esa “condición”, la que si era “otorgada” a los  que huían de sus encomenderos y a los capturados en incursiones fuera de la  isla. Para los esclavizados aquel estado de cosas, de la cual no tenían  vivencia alguna, seguramente resultó algo insólito. 
   Los amos trajeron en  1513 un reducido número de esclavos blancos y negros provenientes de Sevilla,  que tenían incorporado, seguramente, en su imaginario su condición de no  dueños. Ante la carencia de fuerza de trabajo es autorizada la entrada de  negros esclavos a partir de 1526, procedentes directamente de África. (Marx, s.  f: 699)  destaca que antes “(…) de la  trata de negros, las colonias no daban al mundo antiguo más que unos pocos  productos y no cambiaron visiblemente la faz de la tierra (…)”
   Los encargados de la  trata “de personas”, desarraigaban a los negros desde la zona subsahariana del  África occidental hasta el sur de Angola. Estos eran agricultores y les tocaría  compartir, con los nativos, su condición de esclavos y el sentimiento de no  dueños.
   De esa manera se fue  configurando una sociedad exclusiva donde los propietarios eran: su Majestad el  Rey de España y los españoles encomenderos, que posteriormente se convierten en  latifundistas. En estos se arraigó la conciencia de dueños. Los desposeídos de  los medios de producción eran los indios encomendados, los esclavos negros y  los esclavos indios. En estos se fue anquilosando el sentimiento de no dueños.  Posteriormente destaca (Torres Cuevas, 2005:82) con el “(…) cambio del tipo de  inmigrantes peninsulares que (…) se basó en agricultores (…) se propició el  nacimiento del campesinado (…)” Una parte de ellos se incorporaron a la pléyade  de dueños y otros se convirtieron en fuente de explotación de los  latifundistas, en no dueños.
   Los desposeídos, que se  reprodujeron orgánicamente desde su estamento o grupo social, nunca se  sintieron dueños sobre los medios de producción, pero sí de sus cadenas que los  ataban irremediablemente, según sus representaciones de la realidad, inducidas  desde la superestructura. La emancipación de hecho resultaba un despropósito a  la razón del Rey, del gobernador, del amo.
   En el devenir de la  colonia surge un nuevo actor social que cambiaría con posterioridad, ese estado  de cosas: el criollo, que (Torres Cuevas, 2005:83)  define como “(…) resultado de la mezcla,  selección y creación de los elementos humanos y culturales que convergen en la  isla (…)”, de esa manera  se inicia el  proceso de construcción de un pueblo que “(…) elabora, transculturando (…)  una cultura nueva, tanto material como  espiritual (…)”(Torres Cuevas, 2005:85)
   La  conquista y colonización de los llamados territorios “descubiertos” trasladó a  estos las relaciones de producción de las metrópolis, amalgamadas con formas  caducas tomadas de contrabando del esclavismo y del colapsarte sistema feudal;  provocando, conjuntamente con el saqueo más despiadado de sus recursos, la  explotación brutal de sus poblaciones, su desarraigo y su exterminio, la  deformación económica y el inicio de un proceso de transculturación que se  impuso con la espada y la cruz.
   De 1838 al 1868 entra  en crisis la sociedad implantada en Cuba. El dueño fundamental continuaba  siendo el Rey y luego los peninsulares acaudalados: la burguesía esclavista  productora de azúcar; la burguesía manufacturera dueña de fábricas de tabaco,  de Jabón, de velas, de licores, y los grandes terratenientes. Otro escaño en la  estructura social lo ocupaban los campesinos y una clase media urbana  propietaria de pequeños comercios, todos ellos eran los dueños de los medios de  producción. Los no dueños, la mayoría, eran los trabajadores blancos, 212 602;  los libres de color, 85 901 y los esclavos, 85 132. 
   En 1868 inició,  precisamente en un ingenio propiedad de un terrateniente criollo, la guerra por  la independencia, cuyo acto preliminar fue darles la libertad a los negros  esclavos. La contienda estaba enfocada en lograr la independencia de España, a  poner fin a la oprobiosa esclavitud, a la crueldad del dueño foráneo y a  construir una República. Tres guerras se gestaron para lograrlo, hasta que  finalmente se alcanzó, al mismo tiempo que se frustró. La intervención  descarada del gobierno de los Estados Unidos de América en la contienda nos  legó una República caricaturesca, con una enmienda humillante y el   estatus de neocolonia.  
   La República nacida el  20 de mayo de 1902 resultó la continuidad de la sociedad exclusiva; si bien la  esclavitud oficial fue eliminada, comenzó otra forma no menos infame de  explotación de las mayorías, la esclavitud asalariada. Los patrones foráneos se  alteraron, el Rey despojado de sus predios los entregó al capital 1 norteamericano que se irguió como propietario de las riquezas fundamentales del  país. El nuevo amo se hizo acompañar por la burguesía nacional, los  terratenientes, los pequeños propietarios que tenían pocos trabajadores a  sueldos y los propietarios que a su vez eran productores. Coexistía la  producción mercantil capitalista y la producción mercantil simple.
   La mayoría, despojada  de medios de producción, simplemente era dueña de su fuerza de trabajo, de su  propia pelleja. La conciencia de no dueño en cada individuo se consolida, al  mismo tiempo que se convierte en conciencia social. Después de 466 años de  instauración en la subjetividad individual y social del sentimiento de no  dueño, nada tiene de extraño que con el triunfo de la Revolución el Primero de  Enero de 1959, la mayoría de los Juanes2  sin nada, no más ayer; al transformarse en Juanes con todo, a partir de la  expropiación de los expropiadores, no se pensasen ni actuasen desde la  perspectiva de dueños colectivos directos, indirectos y sociales.
   Esta es la síntesis de  todo un proceso en la configuración del sentimiento de no dueño que, a 58 años  de la hora final de los expropiadores, no ha sido suprimido de la subjetividad  individual y social. Cuestión que pretendemos ayudar a solventar, a partir de  la apropiación del sentimiento de dueño colectivo en los estudiantes, como  jalón para la formación de la conciencia económica.
   El autor considera que  dueño colectivo social es un concepto que expresa la producción  simbólico-emocional sobre la apropiación   por todos los miembros de la sociedad de los medios fundamentales de  producción situados en diferentes espacios sociales y del resultado del trabajo  social que se produce con estos; expresa la participación, el comprometimiento  y actitud revolucionaria individual y social con el incremento, la conservación  y la defensa de la propiedad social para alcanzar un desarrollo próspero y  sostenible, conjuntamente con el crecimiento de los individuos en todos sus  aspectos. 
   Pero solamente una  parte de los dueños colectivos sociales se deberían realizar como tal en el  proceso productivo, de servicios y/o estudiantil que tiene lugar en empresas,  unidades presupuestadas, cooperativas y otras formas de gestión estatal; lo que  favorece que se identifiquen con los medios de producción y el resultado de su  trabajo directamente. Por tanto antes que el individuo se realice como dueño  colectivo social se ha de realizar como dueño colectivo directo.
   Dueño colectivo directo  es la producción simbólico-emocional sobre la apropiación conjunta por solo los  trabajadores y/o estudiantes de una empresa, unidad presupuestada, universidad,  centro de investigación u otra forma de gestión estatal, de sus medios de  producción y del resultado del trabajo; es la participación en la gestión  económica, de servicios, docente-estudiantil, científica; en la toma de  decisiones, el comprometimiento con lo planificado y sus resultados; expresa la  actitud revolucionaria de cada individuo con el incremento de la producción, la  conservación y la defensa de la propiedad social, enmarcada en su contexto  laboral y/o estudiantil, para contribuir al desarrollo próspero y sostenible  que se aspira y al crecimiento personal de cada cual, en todos sus aspectos. 
   Cuando el individuo  asume que su trabajo favorece a la rama a que su entidad pertenece; cuando en  su praxis se manifiesta a través del desempeño consecuente con el ministerio o  institución a la cual su entidad se subordina, se piensa como dueño colectivo  indirecto. (Guevara de la Serna, 2006:279) advertía ese tránsito cuando  destacaba: “(…) se va creando una conciencia nueva (…) si somos capaces de que  esta conciencia de conjunto, por lo menos en el Ministerio de Industrias, se  traspase del ámbito de una unidad, de una empresa, a todas las unidades del  ministerio, pues hemos creado realmente una conciencia social y lo que hoy  perdamos en desarrollo lo ganaremos en el futuro, cuando la gente de verdad  sienta lo que está haciendo (…)” 
   Dueño colectivo  indirecto es la producción simbólico-emocional sobre la apropiación conjunta  por los trabajadores y/o estudiantes de una misma rama, ministerio u otras  formas de gestión estatal que produzcan y/o presten servicios de manera  integrada como personalidad jurídica distinta de las partes, de sus medios de producción  y del resultado del trabajo y desde esa perspectiva integral se exprese la  participación en la gestión, en la toma de decisiones, el comprometimiento  desde una actitud revolucionaria con lo logrado y lo perspectivo, la  conservación y defensa de la propiedad social de ese contexto integrador, así  como su contribución al desarrollo próspero y sostenible que se aspira y al  crecimiento personal de cada cual, en todos sus aspectos. 
   Cuando el individuo  asume que su desempeño trasciende su rama al considerar que coopera con la vida  económica del país y que por consiguiente los medios de producción  fundamentales y el resultado del trabajo social creado le pertenecen, el  individuo se piensa como dueño colectivo social. Estos conceptos se encuentran  interrelacionados; en una relación que se mueve de lo singular a lo particular  y de este a lo general. El tránsito del individuo de dueño colectivo directo a  dueño colectivo social, formará la conciencia económica. 
   El término dueño colectivo social se hace corpóreo a través  de las personas que (González Rey, 2008:23) considera que “(…) son verdaderos  sistemas portadores, en su  subjetividad individual, de los efectos colaterales y las contradicciones de  otros espacios (…)”de la subjetividad social, entendida como la integración de  sentidos subjetivos de disímiles espacios sociales, que conforman un sistema en  el que lo que acontece en un espacio social dado está también influido por lo  que acontece en otros espacios, es decir la subjetividad social resulta de la imbricación  de los sentidos subjetivos de los individuos que actúan en diferentes espacios  interconectados, cuestión esencial para comprender el desempeño del individuo,  como dueño colectivo, en los diferentes espacios en los que actúa. 
   Que el individuo se piense y actué como dueño colectivo  directo, indirecto y social significa, para este autor, que ha incorporado como  “producción simbólico-emocional” el sentimiento de dueño sobre el espacio  social donde se desempeña y como “su actuación siempre ocurre dentro de redes  de subjetividad social” su posicionamiento puede favorecer que otros incorporen  “como sentidos subjetivos”3  el sentimiento de dueño.
   Por consiguiente  constituyen momentos o grados de madurez de la nueva conciencia económica, que  necesariamente tiene que ser una conciencia económica comunista, los conceptos  dueño colectivo directo, indirecto y social. 
   Consideramos que la  conciencia económica comunista es la objetividad subjetivada de la vida  económica de la sociedad inclusiva en construcción, la apropiación del  sentimiento de dueño colectivo directo, indirecto y social como producción  simbólico-emocional que se objetiviza en la praxis a través del desempeño  consecuente de los individuos en disímiles espacios sociales. 
   La  conciencia económica comunista debe ser formada, ¿pero qué entender por  formación?.  Compartimos el planteo de (Chávez,  J. 2003:14) que “(…) entiende por formación al nivel que alcance un sujeto en  cuanto a la explicación y comprensión que tenga de sí mismo y del mundo  material y social.” Es decir su cognición acerca del mundo externo e interior,  de lo que le es dado a través de sus sensaciones y su producción  simbólico-emocional, su subjetividad.
   En el siglo  XIX los cubanos J. de la Luz y Caballero (1800-1862) consideró que educar es  templar el alma para la  vida; E. J.  Varona (1887), ponderaba que la enseñanza es  obra puramente moral y J. Martí Pérez (1853-1895) vio en la educación la función de preparar al hombre para la vida.
   Otros  autores en la República neocolonial continuaron la tradición de formar hombres:  C. de la Torre (1904) quien opinaba que el fin de la instrucción debe estar  subordinado al de la educación; A. Montori (1908) quien a inicios del siglo XX  critica el  predominio de la instrucción,  resaltando lo necesario de la educación de los sentimientos; M. Vitier (1926)  consideraba que instruir no es formar; R. Guerra (1927) destacaba el valor de  la acción educativa en el perfeccionamiento espiritual del hombre. 
   L. Martínez  (1934)  ve en el maestro a la persona  encargada de ejercer una acción moral; A. Echegoyen y C. Suárez (1937)  coinciden en connotar lo educativo con respecto a lo instructivo; P. Maza  (1939) aprecia en la educación el desarrollo del pensamiento, actitudes e  intereses; D. González (1943) consideraba que la escuela debe aspirar a  desarrollar capacidades, aptitudes y A. Aguayo (1946)  enfatiza la función formativa de la  educación. 
   G.  J. García Galló (1977) consideró la educación como formación de actitudes y  asimilación de conocimientos; J. Chávez (1977) connota la  formación como el proceso único de la instrucción y educación; R. Avendaño y  A.  Minujín (1988) coinciden en resaltar  en el proceso formativo la unidad dialéctica de la instrucción y la educación;  G. Labarrere (1988) entiende la educación como proceso organizado, dirigido,  sistemático de formación y desarrollo del hombre; C. Álvarez (1992) considera  la formación desde la integralidad de lo cognitivo y lo afectivo. Como se  aprecia existen diferentes miradas al término formación. 
   Si entendemos que la formación expresa la dirección del  desarrollo, requerimos cuestionarnos hacia qué sociedad nos dirigimos, si es  hacia una sociedad inclusiva donde se alcance toda la justicia entonces debemos  lograr la formación del hombre como ser pleno, desarrollado en todos sus  aspectos para que pueda realizarse en ella. Desde las funciones de la  educación, a saber la instructiva-educativa, la formativa-desarrolladora y  la   socio-individualizadora, se ha de  favorecerse esa dimensión de la formación. 
   Si bien existen  distinciones entre las categorías formación y desarrollo, donde la primera  connota lo educativo como proceso y la segunda lo psíquico del que aprende, sin  desconocer las influencias de los espacios sociales en donde interactúa; sendas  categorías se enfocan en el hombre como ser “(…) biológico-espiritual  (psíquico), individual-social e históricamente condicionado.” (Chávez, J.  2003:15) 
   (López, J 2002: 53) y otros autores resaltan la  trascendencia de la educación en la formación multilateral y armónica del  educando. Consideramos que es posible lograrla desde la asignatura Economía  Política a partir de la intencionalidad en que se organice y dirija el proceso  y la sistematicidad con que se realice, cuestión cardinal para alcanzar los  fines propuestos, desde una estrategia didáctica centrada en connotar lo  axiológico para que el individuo, cada vez más pleno, se desarrolle en todos  sus aspectos y asuma una actitud diferente ante la realidad en tanto que se ha  formado en él una conciencia nueva.
   Existen  diferentes consideraciones sobre el término formación en el contexto de la educación,  para este autor la formación de la conciencia  económica comunista es la apropiación cognitiva y axiológica del individuo  sobre la vida económica en un espacio social dado, en su interacción con otros  individuos de su propio espacio social o de otros espacios sociales diferentes  pero interrelacionados, es decir lograr del hombre un ser pleno, con  conocimientos y valores, con una actitud revolucionaria y transformadora de la  realidad, en su doble condición de ser único y al mismo tiempo social, que  desde la responsabilidad y el compromiso se involucra apasionadamente en la  construcción de la sociedad inclusiva. 
   Desde  la asignatura Economía Política se deberá enfatizar, al explicarse la necesidad  de desmontar el arraigo  de la conciencia  de no dueño establecida en el devenir de las sociedades enajenantes, que un  individuo se sentirá cada vez más dueño colectivo directo, como individuo  aislado, mientras más se apropie de los preceptos sociales, mientras más  compromiso y responsabilidad sienta hacia la sociedad. La sociedad se torna más  completa cuando más originalidad produce en cada individuo y  consecuentemente la sociedad inclusiva en  construcción tiene todas las potencialidades, materiales y espirituales, para  lograr que el individuo alcance su desarrollo integral, se crezca en todos los  aspectos.  
   La conciencia económica  comunista puede ser formada a través de una estrategia didáctica para la  asignatura Economía Política que deberá:
1.2 Consideraciones generales.
   El hombre como ser  biosocial no solamente refleja la realidad objetiva en su subjetividad, sino  que produce su propio mundo subjetivo con independencia de lo reflejado por el  carácter generador activo de la psiquis, así en la producción social de su vida  los individuos interactúan desde disímiles espacios sociales en un proceso  continuo donde la objetividad es subjetivaba y la subjetividad se objetiviza,  formándose a tenor con la realidad socioeconómica una conciencia acerca de la  relación en que se encuentran con respecto a los medios de producción, si son  de su propiedad o si están libres de estos para producir; la reproducción de  ese estado de cosas genera una polarización social que se subjetiviza como  conciencia de dueño y de no dueño.
   Las sociedades  antagónicas enfocadas a perpetuar la subordinación de unos individuos por otros  propiciaron el arraigó del sentimiento de no dueños en las mayorías que como  producción simbólica emocional, se formó en la subjetividad individual y  social, como algo dado por naturaleza imposible de subvertirse. Por  consiguiente la educación en la sociedad inclusiva debe de enfocarse, si su  objetivo es arribar a la sociedad verdaderamente humana, a formar un individuo  axiológicamente apto para transformar desde una praxis consciente la realidad,  su subjetividad objetivada, lo que consecuentemente podrá hacerlo en la medida  en que se piense dueño colectivo social que presupone su actuación responsable  como dueño colectivo directo e indirecto.   
   En el contexto de la actualización del modelo económico cubano se  redimensionan las relaciones de propiedad, los actores económicos se  diversifican y el reflejo de la vida económica en los individuos en general y  en los estudiantes en particular es notablemente heterogéneo. Existen  condiciones para que la conciencia de no dueño se afiance o resurja en un  segmento poblacional en consonancia con la forma de propiedad o de gestión  donde se encuentren insertados, lo que haría mucho más lento el proceso de  formar al hombre nuevo. 
   REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 
BIBLIOGRAFÍA