BIBLIOTECA VIRTUAL DE TESIS DOCTORALES, DERECHO, ECONOMÍA Y CIENCIAS SOCIALES


INVESTIGACIONES Y PRÁCTICAS PEDAGÓGICAS EN EDUCACIÓN AMBIENTAL

Capítulo 1. EDUCACIÓN PREESCOLAR
Comunidad de indagación para la construcción de valores ambientales en preescolar

Rosa Elia Cruz Martínez

Universidad Pedagógica Nacional, México

rcruz.m@hotmail.com

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RESUMEN

La educación ambiental en el nivel preescolar es fundamental, juega un papel importante en la construcción de valores ambientales en los niños, los cuales les ayudarán a prevenir y enfrentar los futuros problemas que se les presenten.
La actual problemática ambiental que enfrentamos requiere un cambio del modo en que los seres humanos nos relacionamos con el mundo. 
En las escuelas se debe ir más allá de acciones remediales sobre la conservación del medio ambiente, si bien, es algo importante, es necesario que los niños sean creadores y no solo receptores de información. La comunidad de indagación ayuda a los niños a establecer relaciones de distintos tipos; entre ellos y sus ideas, entre sus propias ideas y las de sus compañeros, entre sus propias experiencias y los conceptos y criterios que los ayudan a interpretarlas.
Este pensamiento valorativo o cuidante, no sólo valora o estima, sino que al preocuparse, pone atención y toma en consideración las consecuencias de lo que hacemos y pensamos, y de cómo lo hacemos y lo pensamos, actúa sobre el mundo y sobre los demás, intentando hacer real una idea, buscando una transformación de nosotros mismos y de la realidad para  acercarnos a la persona que queremos ser y al mundo en que queremos vivir.
El presente documento pretende mostrar una parte de los referentes teóricos del proyecto de investigación sobre comunidad de indagación para la construcción de valores ambientales en educación preescolar, desarrollado en el marco del programa de la Maestría en Desarrollo Educativo de la Universidad Pedagógica Nacional de México.
Palabras clave:  Educación preescolar, educación ambiental, valores ambientales, comunidad de indagación.
Abstract
Environmental education at the preschool level is fundamental, it plays a key role in the construction of environmental values in children, which will help them prevent and address the problems they will face in the future.
The current environmental problems we are facing require a change in the way we relate to the world as human beings.
Schools should go beyond remedial actions with regard to the conservation of the environment, even though this is important, it is necessary for children to be not only receivers, but also creators of information. The community of inquiry helps children establishing various types of relationships; between themselves and their own ideas, between their own ideas and the ideas of their classmates, between their own experiences and the criteria and the concepts that help them understand these experiences.
This caring and evaluating thinking does not only value or appreciate, but also pays attention to an considers the consequences of what we do and what we think, and how we do things and think about the things we do, it has an effect on the world and on others, trying to make an idea come true, seeking a transformation of ourselves and of reality in order to get closer to the person we want to be and the world we want to live in.
The purpose of this document is disclosing part of the theoretical references of the research project on the community of inquiry for the construction of environmental values at the preschool education level, developed within the framework of the Master´s Program in Educational Development of the Universidad Pedagógica Nacional de México.
Keywords: Preschool education, environmental education, environmental values, community of inquiry.


Para citar este libro puede utilizar el siguiente formato:

Raúl Calixto Flores (2018): “Investigaciones y prácticas pedagógicas en educación ambiental ”, Biblioteca virtual de Derecho, Economía y Ciencias Sociales (febrero 2018). En línea:
//www.eumed.net/2/libros/1714/index.html

Introducción: la capacidad de asombro, la creatividad y la educación ambiental.
Los niños en edad preescolar son curiosos y creativos, en ellos existe una capacidad de asombro innata que les permite querer conocer, comprender e indagar para construir conocimientos.
De acuerdo con García (2013) “El asombro es la fuente del saber que provo­ca el pensar y que nos posibilita que avancemos más profundamente en el acto del conocer, lo­grando con ello no sólo modificar nuestros pen­samientos sino nuestras vidas y nuestro mundo” (p.79).
Los niños poseen una concepción del mundo muy diferente a la del adulto; son muy sensibles a los problemas concretos que observan en su entorno, hay un modo de pensar en el mundo y en este sentido puede hablarse de un cierto saber, que hemos olvidado, que nos es ya muy difuso o que hemos traducido como “gracias” infantiles y que, a veces, se dejan pasar como ilógicas.
Se comunican fundamentalmente por medio de preguntas, y preguntas muy inteligentes, muchas veces difíciles de responder. Observan y construyen sus ideas a través de la asimilación, de analogías, por cadenas de semejanzas, siendo grandes creadores de metáforas.
Para los niños el mundo es un descubrimiento constante, son grandes exploradores y observadores, convirtiéndose en grandes investigadores desde pequeños, deseosos de conocer todo lo que se encuentra a su alrededor, disfrutan observando su entorno, les maravilla ver la transformación de una oruga en mariposa, de observar la luna y las estrellas, de observar las nubes e imaginar seres increíbles que habitan en ellas.
Exploran, crean, cuestionan, plantean hipótesis, observan, analizan, y comparten con sus pares y adultos sus ideas y emociones. Juegan y construyen asombrándose de todo lo que pueden observar, tocar, sentir, oler; formándose su propia concepción del mundo.
El asombro infantil es recuperar la vida misma del saber, del investigar, del reflexio­nar y del pensar echando a volar la imaginación que permite establecer conexiones con el mun­do, las formas de pensarlo y las diversas mane­ras de vivirlo, imaginar, es la forma continua de asombrarse, pues si bien la imaginación es una manifestación del ser humano, por tal es nece­sario mantenerla viva en cada instante, a cada momento pues en ella misma está la capacidad de asombro y descubrimiento constante (García, 2013, p.79).

El trabajo sobre educación ambiental debe entonces, tomar en cuenta la capacidad de asombro, la creatividad y la imaginación propia de la niñez para construir nuevas formas de relacionarse con el mundo.
De acuerdo con Sauvé (2003) La educación ambiental es una compleja dimensión de la educación global, caracterizada por una gran diversidad de teorías y de prácticas que abordan desde diferentes puntos de vista la concepción de educación, medio ambiente, de desarrollo social y de educación ambiental.
Es por ello, que la Educación Ambiental es fundamental para construir nuevas conexiones con el mundo. Desde pequeños los niños pueden aprender otras formas de relacionarse con el medio ambiente, con los otros y consigo mismos. Considerando importante que para ello, deben de construir otros sistemas de valores, y la escuela juega un papel determinante en dicha construcción.
De acuerdo con Barraza (2002) “El aprendizaje efectivo de los niños sobre cuestiones ambientales está fuertemente relacionado con la práctica pedagógica que utiliza el educador en la escuela y al trabajo que desempeñan los padres en el hogar”. (p.2)
Sin embargo, es lamentable, que tanto padres como educadores en su rol de adultos formadores insisten en crear actitudes de inculcación, instrucción, información, más que en dar lugar o crear condiciones para que los niños tengan un espacio y un tiempo para reflexionar y construir sus propias ideas sobre lo que van descubriendo y experimentando.
La escuela debe brindarles espacios en donde se sientan seguros de pensar, de expresarse, de relacionarse con los otros, de jugar, de maravillarse, asombrarse, de ser creadores y de aprender en un ambiente que los motive a investigar, dialogar, reflexionar, cuestionar y construir.
Para abordar la Educación Ambiental en preescolar es importante reconocer que no es un tema o una competencia más dentro el currículo escolar, es parte de la formación de los niños, la cual los acompañará a lo largo de su vida.
Para Sauvé (2003) los Objetivos de la Educación Ambiental deben ser:

  • Descubrir o redescubrir su propio medio de vida; explorar el “aquí” y el “ahora” de las realidades cotidianas, con una mirada nueva, apreciativa y crítica a la vez; redefinirse a sí mismo y definir su grupo social en función de la red de relaciones con el medio de vida; desarrollar un sentimiento de pertenencia; reconocer que su medio ambiente inmediato es el primer lugar para el ejercicio de la responsabilidad.
  • Establecer o reforzar el vínculo de pertenencia con la naturaleza; explorar las relaciones entre identidad, cultura y naturaleza; reconocer los vínculos entre diversidad biológica y diversidad cultural; apreciar esta diversidad.
  • Adquirir conocimientos básicos (entre otros, de orden ecológico, económico o político) y aprender a buscar la información pertinente para mejorar la comprensión de los fenómenos y de las problemáticas ambientales, sean de aquí o de otra parte; valorizar el diálogo crítico entre los saberes de distintos tipos (científicos, experienciales, tradicionales y otros) con el fin de emitir diagnósticos y tomar decisiones acertadas.
  • Reconocer las relaciones entre lo que está “aquí” y lo que está “allá” o “lejos”, entre el pasado, el presente y el futuro, entre lo local y lo global, entre la teoría y la práctica, entre la identidad y la alteridad, entre la salud y el ambiente, la ciudadanía y el ambiente, el desarrollo y el ambiente, etc. Aprender a establecer relaciones de manera sistémica. Desarrollar una visión global (holística) de las realidades socio-ambientales.
  • Ejercitarse en la resolución de problemas reales y en el desarrollo de proyectos ambientales (particularmente socio-ambientales); desarrollar competencias para reforzar el sentimiento de “poder-hacer-algo”. Asociar la reflexión y la acción (en el proceso de la praxis) con el objetivo de desarrollar una teoría propia de la acción ambiental, y en un sentido más vasto, una teoría de la relación con el medio ambiente.
  • Aprender a vivir y a trabajar juntos. Aprender a trabajar en colaboración. Aprender a discutir, escuchar, negociar, convencer. El medio ambiente es un objeto compartido, fundamentalmente complejo y sólo por medio de un enfoque colaborativo se puede favorecer una mejor comprensión y una intervención más eficaz.
  • Construir un sistema propio de valores ambientales. Afirmarlos, justificarlos y vivirlos de manera coherente.

Es importante resaltar que los objetivos antes mencionados pueden entrelazarse en las diferentes competencias que actualmente se encuentran establecidas en el programa de estudios de educación preescolar, a través de estrategias que posibiliten a los niños ir más allá de la conservación, del reciclaje y de actividades remediales.
De acuerdo con González-Gaudiano (2003): 
La educación ambiental atañe a toda la sociedad, debe tener un enfoque amplio, para potenciar un pensamiento crítico e innovador, que sea capaz de formar una opinión acerca de los problemas socio-ambientales. Con la educación ambiental se pretende fomentar el compromiso de contribuir al cambio social, cultural y económico, a partir del desarrollo de valores, actitudes y habilidades que permitan a toda persona formarse criterios propios, asumir su responsabilidad y desempeñar un papel constructivo.(p.45)

  • Valores ambientales

 La escuela desempeña un papel determinante en la formación de valores, actitudes y conocimientos ambientales en los niños. Para promover su participación ciudadana y su responsabilidad ambiental, la escuela necesita buscar un cambio en sus políticas, su organización y su estructura. (Barraza, 2000, p.8)

El presente documento no busca una clasificación extensa de valores ambientales y sus definiciones, sin embargo coincidiendo con diferentes autores, los valores ambientales que se pueden fomentar desde la educación ambiental son: Respeto, solidaridad, tolerancia y responsabilidad. Son valores que favorecerán las relaciones que los niños establezcan con su propio medio de vida.
En este sentido:
los valores son factores nodales para coadyuvar en el mejoramiento sociopersonal y ambiental. En la construcción de mejores modos de pensar, de actuar y de ser, los valores son “cualidades estructurales” que se encarnan en las personas, instituciones y sociedades, en nuestro entorno vital, si éstas son capaces de apropiarse de los mismos. (González-Gaudiano, 2009, p.14).

Mora (2007) resalta la importancia de incluir en la formación de los profesores la educación moral, traducida en valores ambientales que desde su punto de vista son: la Solidaridad (cooperación), Tolerancia (dialogo de saberes), Autonomía (espíritu crítico) y la Responsabilidad (trabajo útil socialmente).
La educadora debe brindar a los alumnos las herramientas necesarias para que ellos mismos puedan reflexionar acerca de los valores, que puedan analizar desde qué intereses se promueven, cuáles son las consecuencias de sostenerlos, pero no para que abandonen dichos valores, sino para que puedan decidir con una importante cantidad de elementos si los asumirán y por qué (Santiago, 2004, p. 80).

Al respecto, (Kohlberg, 1997) menciona:
los profesores no deben suponer que enseñar valores es una actividad que estimula el pensamiento en menor medida que enseñar a leer o a razonar matemáticamente. Cree que los profesores tienen la responsabilidad de enseñar valores, aunque no tienen el derecho de imponer a los alumnos su propio conjunto de valores.

 No se trata de imponer los valores que la educadora o la escuela crea pertinente, sino de proponer oportunidades para que los niños puedan construir un sistema de valores propios, los cuales los definan como personas y los ayuden a tener una relación más armónica con el ambiente.

  • Comunidad de Indagación

La comunidad de Indagación surge del programa “Filosofía para niños”, el cual se origina en Estados Unidos a finales de los años sesenta, partiendo de la noción de que no es posible lograr sociedades verdaderamente libres y solidarias, si no se forman personas capaces de pensar por sí mismas en el marco de un proceso solidario y cooperativo de discusión.
Matthew Lipman, creador del programa, pretendía una educación que anime y permita a los niños pensar por sí mismos desde sus propios elementos significativos. Por ello, mencionaba:
las escuelas han de dedicarse principalmente a ayudar a los niños a encontrar significados apropiados para sus vidas; esto no se logra aprendiendo simplemente los contenidos del conocimiento de los adultos, debemos enseñarlos a pensar por sí mismos. (Lipman, 1992, p. 60)

En este sentido, la propuesta de transformar las aulas en una comunidad de indagación, es una necesidad en la educación actual, dado que es un espacio donde sus participantes están invitados a pensar reflexivamente, es decir, conlleva al fomento de un ambiente propicio en la clase; ese espacio donde se le permite a los niños reflexionar y ser autónomos al momento de aprender lo que desean, lo que les parece asombroso, lo que los invita a investigar y experimentar.
Se busca que los niños desarrollen su creatividad al momento de ser partícipes de la misma, pero también que sea altamente críticos con su propio pensamiento y con el de los demás, pero para llevarlo a cabo, se necesita ser cuidadoso al participar en sus espacios, porque no se busca dañar al otro, por el contrario se busca aprender de los demás (Lipman, 1992).
Transformar el aula en una comunidad de indagación es una forma de resistirnos a lo que la educación ha logrado hasta el momento, es una forma de liberarse de las prácticas tradicionales, en donde la búsqueda de significados no tiene lugar. 
De acuerdo con Lipman (1992), Pensamiento y valoración están íntimamente ligados, en el pensamiento pueden distinguirse varias dimensiones, las más importantes son la crítica, la creativa y la sensible. Una mejora de cada una de estas dimensiones derivará en una mejora del pensamiento en general. Pensar mejor significa “desarrollar un pensamiento más crítico, más creativo y más sensible”.
A continuación se mencionan brevemente algunas características y herramientas que se utilizan en cada dimensión:
Dimensión crítica: es aquella que nos permite evaluar, juzgar, analizar, establecer conexiones, predecir, etc. Es decir, aquella mediante la cual razonamos de un modo lógico. Un niño que logre mejorar esta dimensión del pensamiento será alguien que razone mejor, que pueda analizar por sí mismo aquello que se le presenta, que sea capaz de evaluar y juzgar acerca de si prefiere hacer tal o cual cosa.
Si aprender a pensar críticamente permite mejorar la capacidad de emitir un juicio, de analizar y evaluar las diferentes razones para sostener una posición, una de las consecuencias directas será que permitirá a los niños tener mayor firmeza ante el avance de la postura valorativa proveniente de los medios de comunicación.
Dimensión creativa: Es aquella que nos permite ir más allá de lo dado, construir algo diferente.
Dimensión sensible o ética: Nos lleva a plantear que pensar mejor, es pensar teniendo en cuenta a los demás.

De tal manera que, el valorar ocupa una dimensión del pensar; no todas. Pero incluso siendo las dimensiones crítica y creativa diferentes de la valorativa, el hecho de que sean distintas dimensiones de un mismo pensamiento hace que se encuentren muy estrechamente ligadas a él.
De acuerdo a Santiago (2002). La dimensión sensible o valorativa, no es una actividad meramente emotiva o afectiva sino también cognitiva y reflexiva. Cuando se está pensando constantemente se está prestando atención a aquello que consideramos importante o que necesita de nosotros para ser pensado. En este pensamiento que se genera no se trata sólo de “el cuidarse de”, sino que se busca trabajar “el cuidar a” cuando se trata de los otros, de nosotros mismos y de nuestro entorno, aquí el cuidado adopta la forma de ‘procura’ o “cuidado en pro de alguien”.
Es por ello que, la dimensión sensible o valorativa se encuentra fuertemente ligada a la Educación Ambiental. Como se ha mencionado antes, no es un tema o contenido, que se puede quitar o poner en cada reforma educativa. Somos parte de un sistema complejo y caótico; permitir que los niños se sientan parte del mismo, y colaboren en grupo para generar nuevos vínculos, que cuiden, investiguen, exploren responsablemente, solidariamente y respetuosamente, favorecerá a crear diferentes relaciones con el medio ambiente.
Permitir que se generen conexiones de afecto, de pensamiento y de creatividad como dimensiones inseparables del pensar; fomentará la capacidad de generar lazos afectivos no sólo entre el docente y los niños, sino entre los niños entre sí, además de entre la comunidad y los conocimientos que se generan en el aula.
En la comunidad de indagación se cree en el aprendizaje cooperativo, porque considera que es una manera indirecta de enseñarles a los niños el valor del respeto hacia los otros. Para Lipman (1992, p.105):
un ambiente de mutua confianza, sinceridad e imparcialidad, puede contribuir más a formar la responsabilidad y la inteligencia moral en los niños que ningún otro sistema que se limite a familiarizarles con las ‘normas’ y que insista en que ellos ‘cumplan con su deber’ de una forma acrítica.

Es así, como la educación debe de preocuparse por mejorar el pensar, respecto a ello, Sharp y Splitter (1996, p. 23) consideran que para ser una persona razonable se debe de pertenecer a una comunidad, ya que una persona razonable “respeta a los otros y está preparada para tomar en cuenta sus puntos de vista y sentimientos, hasta el grado de modificar su mismo parecer acerca de temas significativos y permitir conscientemente que su propia perspectiva sea modificada por otras”.

Por tal motivo, las aulas deben de impregnarse de cuidado, respeto, confianza, sin estos elementos no podemos esperar que los niños digan lo que piensan o sienten. Al respecto:
la comunidad de indagación es un imperativo educativo de máxima importancia, posibilita que los niños se vean a sí mismos como pensadores activos más que como aprendices pasivos, como descubridores más que como receptáculos y como seres humanos valiosos y valorados más que como recursos o mercancías (Sharp y Splitter, 1996, p. 41).

La comunidad de indagación va más allá de la polaridad entre un docente que posee las respuestas y que plantea las preguntas “pertinentes”, y los alumnos que reciben dichas respuestas como verdades, lo que se propone es una práctica em la cual tanto el docente como los niños se involucren como investigadores, donde nadie posee todas las respuestas y todos se estimulan mutuamente a continuar en la búsqueda de nuevas respuestas y nuevas preguntas.
La idea de indagación entonces nos invita a dar un paso más en la noción de vínculo: éste ya no se entiende como una relación entre dos elementos sino como un entretejido que conecta a los múltiples aspectos que conforman la comunidad (afectos, ideas, personas, pensamientos, preguntas, sensaciones, miradas, deseos, entre otros).
Los niños son sujetos activos, capaces de generar conocimiento y modificarlo desde sus propias inquietudes. Se trata de poner en juego los conocimientos que se poseen, poniendo de manifiesto la estrecha relación entre lo que aprendemos en la escuela con aquello que aprendemos más allá de ella; es decir, tomar en cuenta los conocimientos previos y las experiencias de la vida cotidiana para generar nuevos aprendizajes.
En este sentido, las educadoras se convierten en facilitadoras de experiencias y creadoras de espacios para ayudar a los niños a expresar sus ideas, deseos, sentimientos y emociones.
De tal manera que, una tarea primordial del sistema educativo será potencializar en los niños su espíritu creativo y reflexivo que les permita entender sus formas de actuar y modificarlas de acuerdo a sus intereses, ideas, percepciones del mundo del cual son parte. Necesitamos una educación que sea congruente con las realidades que enfrentamos, una educación que nos lleve a asombrarnos con el conocimiento, que permita descubrir e imaginar un mundo diferente para todos.
Por tal motivo, transformar el aula en una comunidad de indagación es una propuesta urgente, ya que si permitimos a los alumnos, docentes, directivos ser parte del proceso educativo como agentes activos, entonces lograremos no solo reflexionar sobre la problemática ambiental que enfrentamos, sino reflexionaremos sobre las problemáticas del mundo en general. Es tiempo de replantearnos que el mundo en el cual nos desarrollamos no es un recurso que pueda ser comercializado.
La comunidad de indagación ofrece la oportunidad de integrarnos a un diálogo libre, abierto, participativo, con el reconocimiento de cada uno y la atención de todos, así como la crítica respetuosa y constructiva de todo lo que se dice. En este sentido:

permite a sus participantes la experiencia de la democracia al estimular el pensar de modo creativo, expresarnos libremente, ser de modo auténtico y al mismo tiempo reconocer al otro en su complejidad. La comunidad de indagación se vuelve un espacio de liberación y la educación una práctica de la libertad (Madrid, 2007, p. 11).

Para transformar las aulas en una comunidad de indagación se necesita en primer lugar un cambio en la noción de infancia, un cambio en los recursos educativos; se requiere un cambio en la ubicación espacial de quienes conforman una clase, asi como un cambio de actitud de todos los participantes, incluido el docente.
De acuerdo con Santiago (2002, p.25):
Los seres humanos no nos comunicamos exclusivamente a través del lenguaje verbal. La postura corporal, la expresión del rostro, los ademanes que acompañan a las palabras completan el sentido de lo expresado, en algunos casos contradicen lo que las palabras dicen.
Es por ello, que la estructura del aula debe transformarse, los niños deben estar ubicados de tal forma que todos puedan verse y escucharse, la estructura vertical tradicional, un niño detrás de otro, lo único que genera es desinterés por el otro y lentamente un silencio en su pensar.
Y no solamente debe de cambiar la ubicación de los participantes, los recursos educativos en preescolar son de suma importancia, los materiales didácticos y las estrategias pedagógicas que la educadora utiliza para el apoyo de su clase.
Es importante resaltar que en educación preescolar los cuentos y los relatos de tradición oral forman parte fundamental de dicho nivel; impulsan a los niños a crear, recrear y expresar emociones, sueños, preguntas y pensamientos.
La literatura en preescolar favorece el desarrollo emocional, cognitivo, cultural y lingüístico, es el arte de jugar con el lenguaje, no sólo con el lenguaje verbal, ni escrito, sino con múltiples lenguajes propios de la primera infancia.
Las narrativas tienen un gran potencial, facilitan al niño el acceso al mundo de los símbolos escritos, la experiencia de imaginar una historia a través de las imágenes, favorecen la construcción de significados. Permiten que los niños exploren sus emociones, compartan y expresen sus temores y sueños. No se trata de que los niños respondan preguntas sobre lo que la educadora ha leído, sino más bien, motivarles a conversar en un ambiente espontaneo sobre los libros y sus vidas.

De acuerdo con Sharp y Splitter (1996, p.17)
la educación debe de capacitar a los niños para ir más allá de los límites de problemas y disciplinas específicos, y considerar preguntas como suponiendo que el futuro está en nuestras manos, ¿Qué tipo de mundo queremos? y ¿cómo deberíamos vivir en él?

A través de la comunidad de indagación las educadoras podrán brindarles a sus alumnos la oportunidad de pensar por sí mismos, de crear, de sentir, de sorprenderse, de buscar alternativas y soluciones, de preguntar, de dialogar, de imaginar otro mundo.

Referencias
Barraza, L. (2000). “Educar para el futuro: En busca de un nuevo enfoque de investigación en Educación ambiental” en Memorias Foro Nacional de Educación Ambiental, México, UAA, SEP y SEMARNAP, p.253-260.
Barraza, L. (2002). La formación de conceptos ambientales: el papel de los padres en la comunidad indígena de San Juan Nuevo Parangaricutiro. Gaceta Ecológica 66: 54-58
García, P.Y. (2013). “Del asombro, la imaginación y el diálogo al olvido, la ceguera y el silencio”. En: Revista crearmundos. No. 11. Pp.79-83
González Gaudiano, E., y Figueroa de Katra, L. (2009). Los valores ambientales en los procesos educativos: realidades y desafíos. REICE. Revista Iberoamericana sobre Calidad, Eficacia y Cambio en Educación, 95-115
González Gaudiano, E. (2003). “Atisbando la construcción conceptual de la educación ambiental en México”, en: Bertely Busquets, María (Coord.) Educación, Derechos Sociales y Equidad. La investigación educativa en México 1992-2002. Tomo 1: Educación y diversidad cultural y Educación y medio ambiente. México, Consejo Mexicano de Investigación Educativa. 463 p. pp. 243-275.
Kohlberg Lawrence, F.C. Pover y A. Higgins. (1997). La Educación Moral según Lawrence Kohlberg. Gedisa Editorial. España.
Lipman, M.; Sharp, M. y Oscanyan, S. (1992). La filosofía en el aula. Ediciones de la Torre, Madrid.
Madrid, M.E. (2007). “El derecho a la infancia y la comunidad de indagación”, en: Revista de educación y pensamiento. Vol.12 No. 14. Junio. pp. 6-11
Mora, P. (2009) “Educación ambiental y educación para el desarrollo sostenible ante la crisis planetaria: demandas a los procesos formativos del profesorado”. En: TEA (26), 7-35.
Santiago, G. (2004). El Desafío de los valores. Una propuesta desde la filosofía con niños. Novedades educativas. Argentina.
Santiago, G. (2002). Filosofía con los más pequeños: Fundamentos y Experiencias. Novedades educativas. Argentina
Sauvé, L. (2003). Perspectivas curriculares para la formación de formadores en educación ambiental. Conférence présentée dans le cadre du Primer Foro Nacional sobre la Incorporación de la Perspectiva Ambiental en la Formación técnica y profesional. Du 9 au 13 juin, 2003, Universidad Autónoma de San Luis Potosí, Mexique, 20 pages (CD-Rom non paginé; http://ambiental.uaslp.mx/foroslp/cd/)
Splitter, J. Laurance, Sharp M.A. (1996). La otra educación. Filosofía para niños y la comunidad de indagación. Ediciones Manantial. Buenos aires, Argentina.


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Recibido: Febrero 2018 Aceptado: Febrero 2018 Publicado: Febrero 2018



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