Rodolfo Cruz Vadillo
Emma Verónica Santana Valencia
Paulina Iturbide Fernández
Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla, México
rodolfo.cruz@upaep.mx
ISBN-13: 978-84-17211-56-1
Resumen
  El  presente trabajo es resultado de una investigación cuyo propósito principal fue  “identificar los recursos y las habilidades profesionales y didácticas que los  docentes consideran se despliegan al trabajar con estudiantes con  discapacidad”. Con este texto pretendemos aproximarnos a las creencias sobre la  atención de estudiantes con discapacidad de profesores de educación básica y  media superior, haciendo hincapié en los aspectos positivos y negativos que  tiene dicha incorporación o trabajo. La aproximación a los datos fue desde un  paradigma cualitativo. Se aplicaron cuestionarios a 61 participantes que  cursaban la Maestría en Pedagogía en la Universidad Popular Autónoma del Estado  de Puebla (UPAEP). El instrumento constó de 13 ítems abiertos. Encontramos que  es escaso el reconocimiento de los profesores sobre los aspectos positivos de  la educación inclusiva, pues sólo ven en ésta la oportunidad de igualdad y  equidad de algunos grupos vulnerados y no el espacio de aprendizaje y  construcción de nuevos conocimientos que por ende lleven a una nueva  profesionalización de una docencia en el siglo XXI.
  Palabras clave: discapacidad, educación  inclusiva, profesores, creencias, política educativa
  Abstract
  The present work is the result of an investigation whose main purpose  was "to identify the resources and the professional and didactic abilities  that the teachers consider are deployed when working with students with  disabilities". With this text we intend to approach the beliefs about the  care of students with disabilities of elementary and junior high education  teachers, emphasizing the positive and negative aspects of said incorporation  or work. The data approximation was from a qualitative paradigm. Questionnaires  were applied to 61 participants who completed the Master's Degree in Pedagogy  at the Autonomous Popular University of the State of Puebla (UPAEP). The  instrument consisted of 13 open items. We found that the acknowledgement of  teachers about the positive aspects of inclusive education is scarce, since  they only see in it the opportunity for equality and equity of some vulnerable  groups and not the space for learning and building new knowledge that will lead  to a new professionalization of teaching in the 21st century.
  Key words: disability, inclusive  education, teachers, beliefs, educational policy
Para citar este libro puede utilizar el siguiente formato: 
Raúl Calixto Flores (2018): “Investigaciones y prácticas pedagógicas en educación inclusiva”, Biblioteca virtual de Derecho, Economía y Ciencias Sociales (febrero 2018). En línea: 
//www.eumed.net/2/libros/1704/educacion-inclusiva.html
Introducción
El  presente trabajo es resultado de una investigación realizada el interior del  cuerpo académico de “Profesionalización Docente” del área de Posgrados en  Artes, Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Popular Autónoma del  Estado de Puebla (UPAEP). Dicho proyecto lleva por título “Inclusión social,  educativa y familiar” cuyo objetivo central, “Identificar los recursos y las  habilidades profesionales y didácticas que los docentes consideran se  despliegan al trabajar con estudiantes con discapacidad”. Se considera que  cuando se habla de educación inclusiva o inclusión educativa se hace referencia  a un proceso que conlleva la interacción y desarrollo de varios elementos que  son reconocidos como valiosos en el ámbito educativo, sin embargo, los  discursos de cambio sobre inclusión han iluminado posibilidades de  reconfiguración de espacios de estar en pro de la diversidad, reconociendo el derecho humano que tienen las personas con  discapacidad de convivir y aprender en los mismos lugares (escuelas) que los  demás,  pero poco han contribuido a  eliminar la discriminación y la exclusión que es todavía existente y que tiene  que ver con una serie de discursos que hacen pensar que la inclusión, como  proceso y derecho, es un beneficio sólo para un determinado número de grupos vulnerados  y que poco tiene que ver con el desarrollo de habilidades y movilización de  recursos relacionados con la práctica docente, su eficiencia y  potencialización.
Por  tanto, en este trabajo lo que se pretende es poner en evidencia el escaso  reconocimiento del desarrollo de habilidades que tienen los docentes cuando en  su aula se encuentra un alumno con discapacidad. Viendo a la educación  inclusiva como algo exclusivo para grupos vulnerados en su reconocimiento de  derechos y como nula o escasa oportunidad de desarrollar otros elementos  formativos relacionados con su práctica docente, lo cual es una fuerte  limitante para poder avanzar en la construcción de verdaderos espacios  educativos inclusivos. Esta investigación se  justifica desde diferentes ámbitos. Por un lado, se aproxima a algunos  elementos de los discursos de los profesores sobre la inclusión o educación  inclusiva para identificar las lógicas que se han constituido para pensar dicho  proceso. Sin duda ésta es una información valiosa para comprender, en un primer  momento, las posibilidades que tiene hasta el día de hoy un proyecto que lleve  por título la inclusión. 
Otra  dimensión tiene que ver con un referente político que subyace al proyecto de  educación inclusiva, pues desde las políticas educativas mexicanas, (véase   por ejemplo el Modelo Educativo 2017 de la Secretaría de Educación  Pública), la palabra inclusión es una constante para entender la calidad  educativa, sin embargo, no deja de ser problemática en el sentido que deja a un  libre entendimiento lo que debemos pensar cuando se habla de este significante  y cómo desde los profesionales de la educación, es decir, los profesores se  debe trabajar para el logro de esta política y su instrumentación como elemento  pedagógico y didáctico. 
En  general, este trabajo puede coadyuvar a la construcción de una “pedagogía  inclusiva” basada en los apoyos que el docente debe dar cuando atiende a la  diversidad; donde el reconocimiento de la mejora de la práctica sea uno de los  ejes centrales considerados valiosos en dicho proceso. Con esto se quiere  evitar que la educación inclusiva se vea sólo como un estandarte de algunos  sobre otros donde los primeros son los beneficiados. 
En  México se vive lo que Popkewitz (1994,  2007) ya en varias ocasiones ha llamado la “Era de la reforma escolar”. En  las últimas décadas el Sistema Educativo Mexicano se ha visto “bombardeado” por  una vorágine de aires de cambio que promueven y constituyen un ideal  de mejoras e innovaciones en el terreno  educativo. Desde el Acuerdo para la  Modernización Educativa (Zorrilla 2002) y la Alianza por la Calidad de la  Educación (2011) se habla de integrar a personas con discapacidad al aula  regular, promoviendo así una política de Integración Educativa que buscaba  poder problematizar las Necesidades Educativas Especiales que presentaban los  estudiantes de educación básica para poder darles una respuesta desde espacios  no segregados con principios como el de normalización, sectorización e  individualización de la enseñanza (SEP  2000, 2006, Cruz 2014), primeros espacios de oportunidad para pensar una  política del cambio y conforme a una lógica de derechos humanos.
Posteriormente,  la Reforma Integral de la Educación  Básica  (RIEB, 2009) , así como el Programa Sectorial de Educación (2007) también sentaron las bases para poder hablar ya no sólo de integración, sino de  inclusión, es decir, cambiar las prácticas educativas con la finalidad de que  no sólo bastase con que los estudiantes con discapacidad estuvieran en los  mismos espacios, sino que en lo social, se empezará a hablar de discursos  abordados desde el paradigma de los Derechos Humanos (Naciones Unidas 2008, Brogna 2009, Palacios 2008). Visión donde la  existencia de alumnos diversos en los mismos lugares o aulas regulares, se  puede dar con la premisa y el imperativo de que no es un favor o un acto de  caridad del sistema que ahora voltea a ver a los históricamente excluidos, sino  una voluntad normativa que viene dada desde la reconfiguración de los  ordenamientos con el impulso de políticas y acuerdos internacionales como  la Declaración  de Salamanca (1994), La Conferencia Mundial de Educación para todos (1990).
Hoy  en día México vive otro espacio de reforma, la presentación del Nuevo Modelo para la Educación Obligatoria  (2017) representa otro intento por reconfigurar la educación formal y  obligatoria en México. Dicha modificación apunta principalmente a un nuevo  entendimiento de la calidad educativa, la equidad y la inclusión como  principios que recorren todo el documento que describe dicho Modelo. El  problema hasta este momento es que los cambios educativos no se dan sólo por el  establecimiento de la ley, al menos no como debieran hacerlo. Si bien, la  presencia en leyes y políticas del tema de la inclusión ha sido significativa y  necesaria, pues sin duda ha abierto espacios así como reconfigurado algunas  prácticas consideradas excluyentes, no ha sido suficiente, las imposiciones  como forma de poder muchas veces terminan teniendo otros efectos no esperados.  Así, hoy en día se tienen más estudiantes con discapacidad en la escuela y aula  regular, pero poca información sobre el éxito de dichas inclusiones. 
Este  marco lleva a cuestionarse sobre ¿qué necesidades formativas se requieren para  avanzar en espacios verdaderamente inclusivos? ¿Cómo deben ser las experiencias  de los docentes para que movilicen recursos y desarrollen habilidades desde y  en su práctica? ¿Qué papel juega la formación en la inclusión o educación  inclusiva? Como ya se había apuntado, reformas se han ido y otras han venido,  sin embargo, en un plano secundario se ha trabajado en la formación de los  profesores y su instrumentación (Barba  2010, Díaz Barriga e Inclán  2001,  Huamán, 2007), con el reconocimiento de una profesionalidad que debe estar  acorde a un tipo de calidad que devenga en inclusión y equidad como principios  o puntos nodales. Hoy se siguen esperando reformas significativas para los  docentes y sobre todo una fuerte presencia en los curricula del tema de la  inclusión, lo cual desde los planes y programas de las escuelas Normales en  México sigue siendo un tema pendiente. 
I. Educación inclusiva o inclusión  educativa ¿para qué?¿Qué es? ¿Qué significa? 
La  educación inclusiva o inclusión educativa para muchos teóricos e investigadores  no hace referencia a lo mismo, sin embargo, en los discursos de los docentes  son dos significantes que se han entendido como sinónimos y que en rasgos  generales apunta a la inclusión de estudiantes provenientes de grupos  vulnerados a los espacios de los cuales se les había segregado. Dado este  punto, en este trabajo, si bien se entiende y reconoce la diferencia, se  tratarán ambos términos como uno mismo, términos donde se manifiesta que el  camino a seguir será lo que circula en los discursos de los profesores sobre el  tema.
La  educación inclusiva  se puede entender  desde dos miradas. En una primera está la parte de la ley, la política, el  ordenamiento o imperativo que desde discursos oficiales han permeado las  prácticas institucionalizadas y modificado elementos representacionales sobre  el lugar de los “diferentes”.
Desde  esta mirada, la educación inclusiva es algo que se tiene que cumplir, pues  representa un derecho humano de algunos grupos y por tanto, en ella subyace una  lucha más bien política, donde lo que debe darse en la reivindicación de  espacios que se han considerado excluyentes para algunos y segregatorios para  otros. Como toda lucha política (Ocampo,  2011), ésta está representada por el conflicto como condición constitutiva  de lo político (Fuentes 2010), lugares para la disputa y la discusión entre determinados grupos de interés. 
En  este marco, no se puede negar que es debido a movimientos como el de “Vida  Independiente” (Para más información ver la página del Movimiento de Vida  Independiente www.ovibcn.org ) en donde se  detalla la filosofía e historia de dicha organización, donde familiares de y  personas con discapacidad, se movilizaron en pesar la inclusión como un derecho  necesario e impostergable para poder tener o acceder a mejores condiciones de  vida. Así la aniquilación de principios altamente excluyentes tendría que  terminar en todas las esferas de lo social para dar paso a la inclusión. Dichos  principios llegaron a la escuela, pues la educación formal fue considerada uno  de los principales elementos que debían cambiar para iniciar dicha  transformación. 
En  este punto se reconoce que dichos cambios impactaron no sólo en la norma, sino  también en las prácticas que ya estaban más o menos sedimentadas por parte de  los encargados de dar educación. Los docentes se vieron de frente a estos  imperativos, pero al recibirlos de forma frontal, de arriba, hacia abajo,  unidireccionalmente, en muchos espacios los resultados no fueron los deseados;  dando paso a una serie de prácticas que no pueden ser consideradas inclusivas y  que sin duda en la experiencia de muchos padres de familia no han beneficiado a  los alumnos o hijos.
Por  otro lado, la educación inclusiva puede ser entendida más como un elemento  pedagógico y didáctico (Echeita, 2014), lo cual concierne a una serie de prácticas educativas y diseños  para todos (Verdugo y Shalock, 2013, Booth y Ainscow 2000, UNESCO 2003), que deberían desplegarse  y coadyuvar a que los estudiantes, sea cual sea su condición, puedan acceder al  currículum y sobre todo a conocimientos y habilidades indispensables para su  vida en autonomía y conforme a derecho. La educación inclusiva así es vista  desde el aula y como referente principal llevando al centro la relación  pedagógica entre el estudiante y el docente.
En  este trabajo se considera que ambas visiones son correctas, pero no pueden ser  abordadas por separado, es decir, una de las posibles dificultades que se ha  tenido para avanzar en este proceso de inclusión es que se ha atendido la parte  política y se ha descuidado la parte pedagógica; esta última a la “educación  especial” (Álvarez- Uría 1996, Skrtic 2009).  Así cuando se habla en México de una  pedagogía para atender a estudiantes con discapacidad, el referente o son los  profesionales de la educación especial o bien los especialistas que vienen  desde la medicina. Lo problemático hasta aquí es que por un lado se ve la  educación inclusiva como un derecho (por ejemplo para personas con  discapacidad) y por otro, como una obligación sólo de los expertos que poseen  el conocimiento. Esto es evidente en el nuevo Modelo Educativo (2017) donde se habla de educación especial cuando  se piensa en apoyos para alumnos con discapacidad y de educación inclusiva para  referirse a la ley o la política apegada a derechos humanos.
En  este juego ¿qué ha pasado con los profesores de aula regular? ¿Cómo han  construido sus representaciones sobre el trabajo y atención de estudiantes con  discapacidad? ¿Quiénes consideran que deben ser los que trabajen con ellos y  lleven a cabo la política de inclusión? ¿Qué tiene que ver esta construcción  representacional con el hecho de pensar a la educación inclusiva como beneficio  de determinados grupos vulnerados y no como un mutuo y dialéctico crecimiento?
Lo  que en este trabajo se intenta demostrar es cómo ha sido desdibujado el pensar  una pedagogía inclusiva, ya sea por un déficit en la formación docente o por  una cuestión representacional de cómo se ha entendido la educación  inclusiva  lo cual ha llevado a pensar  dicho proceso como inherente de unos cuantos. 
II. Método
El alcance  de esta investigación fue descriptivo. La recopilación de los datos se llevó a  cabo por medio de un cuestionario con 13 preguntas abiertas aplicado a 61  docentes de educación básica y media superior de la ciudad de Puebla y que  estudian un posgrado en Pedagogía en su primer año. Los datos recopilados se  transcribieron fielmente para poder realizar un análisis de discurso y  categórico de los mismos. 
Se  elaboró una codificación colocando una “A” haciendo referencia a su condición  de alumno, posteriormente una “U” para denominar que es estudiante de la  universidad, las siguientes letras tienen que ver con una numeración asignada  cuando se recopilaron los cuestionarios y el nivel donde laboran “EB”, para los  de educación básica y “EMS”, para los de educación media superior.  Las preguntas o ítems construidos partieron  del objetivo central del estudio que fue: “Identificar los recursos y las  habilidades profesionales y didácticas que los docentes consideran se despliegan  al trabajar con estudiantes con discapacidad”, sin embargo para este trabajo se  aborda sólo un objetivo específico que emana del central y que busca “Explorar  las creencias que sobre la inclusión de personas con discapacidad tienen los  profesores al atender a un estudiante en situación”. Para ellos se pensaron las  siguientes dimensiones:
Cabe apuntar que por cuestiones de  espacio, los resultados que se presentan aquí sólo corresponden a la dimensión  “Aspectos positivos y negativos del trabajo con la presencia e inclusión de  estudiantes con discapacidad al aula regular en la práctica docente, sus  habilidades y competencias”, cuyos ítems se abordaron ya en la tabla anterior. 
III.  La educación inclusiva es para los alumnos.
   Uno  de los ítems analizados en este trabajo tiene que ver con los aspectos  positivos, los beneficios y fortalezas que los docentes identifican cuando  trabajan con un estudiante con discapacidad. En este marco las respuestas dadas  por los profesores apuntan principalmente a dos cuestiones. Una primera que  tiene que ver que la educación inclusiva es para los estudiantes con  discapacidad, pertenecientes a un grupo considerado vulnerado en sus derechos y  que es sólo a ellos a los que beneficia directamente. Del 100% de los docentes  que contestaron el cuestionario, el  67%  mencionaron  que  lo positivo   principalmente tiene que ver con la mejora de las relaciones y  aprendizajes de los estudiantes con o sin discapacidad.
   “Autoestima, empatía, estimular, motivar a  realizar las actividades una y otra vez” EU30EB
  “Apoyar el desarrollo  socioadaptativo” EU33EB
  “Los que tengan que ver  y ayudar a su desarrollo personal y para la convivencia” EU34EB
  “Logros de ellos mismos  para lograr su socialización, comunicación e integración a diversas actividades  logrando mejorar las condiciones del alumno” EU36EB
  “El autoestima que es  de suma importancia, que se puedan alcanzar metas, siempre y cuando se tenga  disposición y voluntad” EU26EB
   Como se puede observar en los  comentarios, éstos apuntan centralmente a los beneficios que por supuesto deben  ser parte de un proceso de inclusión, pero que sin embargo oscurecen otros  beneficios que no tienen que ver con los alumnos sino con el docente mismo, con  sus habilidades o competencias (Perrenoud, 1999)  para ejercer su  docencia, con una construcción constante de una práctica en donde su expertiz  esté centrada en cómo diseñar estrategias y actividades que respondan al  alumno, que estén ajustadas a él y que le permitan acceder a conocimientos  mediante una diversidad de formas y vías. El reconocimiento de la diferencia y  diversidad en el aula así como la respuesta educativa pertinente de acuerdo a  las necesidades áulicas.
   Por  otro lado, una de las problemáticas que se tendrían que analizar no sólo tiene  que ver con la separación entre docente y alumno, dejando los beneficios a los  segundos y todo el “trabajo extra” a los primeros, sino la propia separación  que se realiza entre los estudiantes, donde se hace la diferencia y una marcada  relación de extrañeza. Relación donde los valores que se ponen en juego llegan  con la presencia de alumnos con discapacidad, moviendo sentimientos como  generosidad, solidaridad y cooperación con el alumno considerado “diferente”.  No es que esto sea algo del todo negativo, más bien puede ser deseable, sin  embargo son prácticas y aprendizajes que en la relación con cualquier persona  al día a día tendrían que estar presentes sin necesidad de hacer la diferencia  y caer en un enfoque caritativo o sentimental de la discapacidad.
  “Se  utilizan diferentes estrategias de aprendizaje que no sólo favorecen al alumno  con discapacidad sino también favorecen al alumnado en general” EU12EB
   “En primer lugar los alumnos que se podría  decir normales aprenden a ser generosos con los alumnos discapacitados y se  desarrolla en ellos los valores para ser mejores personas” EU17EMS
  “Se ponen  en práctica valores como el ayudar, cooperación, ser más solidarios. Los  alumnos se apropian más de estos valores al verlo como algo normal” EU18EB
  “Da al  equipo en general un sentimiento de unidad, además que se le da un mayor valor  a los esfuerzos del estudiante con discapacidad” EU15EMS
En  general, el problema de esta visión limitada tiene que ver con que si para los  estudiantes es el beneficio, ¿qué es para los profesores? Así, cuando se  interrogó sobre los aspectos negativos del trabajo con estudiantes con  discapacidad, se encontró que muchas veces el mayor conocimiento y desarrollo  de habilidades no es algo positivo sino todo lo contrario.
  “Al implicar un reto  conlleva tareas extras para ti como docente” EU11EMS
  “Quizás un aspecto  negativo es que tienes poner más tiempo en informarte; quizás al principio el  trabajo para integrarlo al grupo va a ser difícil, primero es niños dependiente  de ti, pero tienen que lograr se independice” EU21EB
  “Mayor trabajo y  frustración porque los alumnos no siempre responden como se espera”EU23EMS
  “En las escuelas  carecen de personal especializado en el tema” EU32EB
  “Que requiere mucho  conocimiento y especialización para trabajar “ EU42EB
  “Involucra mayor  esfuerzo “ EU47EB
  “Documentarte  adecuadamente para brindar la adecuada atención” EU54EMS
   Si  se toma en cuenta que la docencia es una profesión que requiere una preparación  constante  y que su conocimiento  principalmente tiene que ver con un dominio didáctico y pedagógico sobre los  procesos de enseñanza, aprendizaje y evaluación, ¿por qué un mayor conocimiento  y desarrollo de habilidades de enseñanza es considerado negativo? Como se pudo  observar en los comentarios anteriores, no sólo es algo mal visto el tener  mayor conocimiento de su profesión, sino que todavía dicho conocimiento es  ubicado como algo no inherente a la labor del docente en su profesionalización,  donde el éxito de la inclusión depende también del personal especializado el  cual es el responsable de estar preparado.
   En  este trabajo no se puede dar cuenta  del porqué  de la razón de esta creencia por parte de los docentes, pues fue algo que no se  indagó, sin embargo, se considera que esto tiene que ver con el modo en que se  han formado los profesores en las instituciones de educación superior y con una  creencia donde la educación inclusiva es la presencia de todos en un mismo  lugar sin que se reflexione sobre la manera en cómo se van a atender la  necesidades específicas de los alumnos. También tiene que ver con el escaso  reconocimiento de la inclusión  como  oportunidad de enriquecer prácticas y no sólo como beneficio de los  estudiantes.
  IV. Educación inclusiva:  ¿desarrollo de valores o desarrollo de habilidades docentes?
   Hubo  otros docentes que vieron a la inclusión como un beneficio mutuo, donde los aprendizajes  más bien estaban dados a partir de la relación y como interacción había un ir y  venir de elementos formativos y por ende crecimiento de todos. Un 23% de los  docentes que respondieron el cuestionario apuntaron como beneficio o aspecto  positivo no a los estudiantes, sino a su persona, es decir, identificaron que  la inclusión tenía que ver principalmente con ellos y no sólo con los  estudiantes. No obstante este sesgo considerado deseable, se puede evidenciar  que los logros de la educación inclusiva están en el escaso reconocimiento de  aspectos positivos y desarrollo de habilidades, no sólo a los estudiantes, sino  a los agentes encargados de trabajarla. No todo lo considerado positivo tuvo  que ver con los mismos elementos.  
   Es  así que se presentan dos categorías construidas a partir de los datos de los  cuestionarios. Una que tiene que ver con una cuestión más valoral o axiológica,  nuevamente aparejada con todo el discurso político que sobre Derechos Humanos  está presente cuando se habla de educación inclusiva y otra categoría que  apunta a una cuestión pedagógica o didáctica, la cual es una segunda concepción  de la educación inclusiva. 
A  la pregunta sobre los aspectos positivos un 13% de los docentes participantes,  hablaron de crecimiento personal o profesional como principal fortaleza a  rescatar en el trabajo con alumnos con discapacidad, sin embargo, dicho  crecimiento más bien estuvo apuntado hacia elementos axiológicos. Este punto no  es negativo, más bien es una condición necesaria para iniciar procesos de  inclusión, sin embargo, si se reconoce que los participantes son docentes  frente a grupo, se espera que dicha sensibilización y puesta en práctica de  valores no sea lo único que en ellos se reconozca como positivo. Dichos  elementos podrían encontrarse en cualquier relación entre personas en lo  cotidiano y no en la escuela donde una de las interacciones tiene que ver con  un tipo de pedagogía o didáctica. En el ámbito educativo los propósitos son  claros y se relacionan con el favorecimiento de la autonomía y el desarrollo de  habilidades en el estudiante con discapacidad y no sólo un estar juntos de la  cual se puede extraer una mera convivencia.
  “Considero  que el tenerla como alumno a mí me hace más sensible y perceptiva” EU51EB
  “Tu  percepción de ver la vida cambia “ EU52EB
  “Vivir  de manera activa y consiente valores como la empatía, respeto, solidaridad,  compromiso, que muchas veces como docente, tendemos a olvidar en grupos  regulares” EU54EMS
  “Abrirse  las puertas a nuevas oportunidades, seguir aprendiendo motivación, desarrollo  de valores” EU55EB
  “Desarrollo  de nuestro lado humano, volvernos más solidarios y empáticos” EU61EB
  “Te  hace ser una persona más sensible a las necesidades de otros, es un incentivo para  la superación personal y profesional” EU57EB
  “Trabajar  con alumnos con discapacidad te vuelve dinámico e ingenioso” EU59EB
  “La  sensibilización y apertura hacia nuevas situaciones. La oportunidad para crecer  profesional y personalmente” EU60EMS
   Como  se pudo observar, para varios docentes lo humanitario está presente y media la  relación entre alumno y ellos.  Esto es  positivo y es resultado de toda la política inclusiva desplegada en las últimas  décadas. Sin embargo aún no se puede hablar de una “pedagogía inclusiva” que  supere la idea de educación especial como un espacio segregado aparte,  exclusivo para algunos y con conocimientos especializados que sólo “expertos”,  principalmente traídos del ámbito de la salud, deben encargarse. Desde este  análisis, el vínculo presente en una educación inclusiva debe tener su centro  en los apoyos pedagógicos, sí primeramente en una cuestión de empatía, pero  tiene que avanzar también a cuestiones didácticas, donde el docente, como el  encargado de llevar a cabo el proceso de inclusión, sea un elemento central del  apoyo, o más bien, sea él mismo el apoyo, ese puente (Aznar, 2008) entre el estudiante y el docente, por donde deberían  cruzar verdaderas  experiencias de  aprendizaje (Jacobo 2012, Larrosa 2006).
  b) Educación inclusiva: mejora de la práctica.
   Para  avanzar en el proceso de educación inclusiva se tendría que superar la visión  meramente política de la misma y pensar en una “pedagogía inclusiva”. Una serie  de elementos que no son meramente técnicos, pero que implican un verdadero  apoyo para la adquisición de conocimientos y desarrollo de habilidades  indispensables para que los estudiantes con discapacidad puedan ser autónomos y  tomar sus decisiones de acuerdo a la vida que quieran o deseen vivir. 
   Los  aspectos positivos reconocidos por los docentes también tienen que hacer un  llamado a conocimientos de tipo científicos, esos saberes que al desplegarse  brinden herramientas  para la vida en  sociedad, para el trabajo como parte de la cadena de inclusión que puede llevar  o no a formas de vida deseables.
   En  este sentido, las fortalezas, beneficios o aspectos positivos también para los  docentes tienen relación con:
  “Desarrollas tus  habilidades para elaborar actividades acordes a la discapacidad y que puedes  aprender de ese alumno” EU42EB
  “Abrimos un panorama de  formas de trabajo, nos inspiramos a diseñar o adecuar estrategias que nos  permiten conocer nuestras habilidades” EU44EB
  “Estar abierto a nuevas  formas de trabajo, fortalecer la profesión de ser docente” EU46EB
   El  diseño de actividades y estrategias son parte del reconocimiento que como  docentes debe estar presentes en cualquier relación pedagógica; la atención a  la diversidad se precisa en ese reconocimiento y la apertura a nuevas y  variadas formas de ejercer una docencia, de diseñar recorridos didácticos que  favorezcan a todo el grupo y no sólo a unos cuantos. Es así como los beneficios  también están situados un una transformación de una práctica pedagógica y  docente, elementos reflexivos necesario cuando se habla de  profesionalización docente y que hoy por hoy  es un tema medianamente abordado en las políticas educativas en México.
  “Nueva experiencia que  fortalece mi práctica” EU47EB
  “Permiten al docente  involucrarse en el tema, pues lo conduce a investigar y mejorar su práctica  docente” EU48EB
V.  Inclusión: ¿Modificaciones a la práctica educativa?
   Otro  de los ítems que fueron analizados para esta dimensión tiene que ver con cómo  la práctica educativa  cambia con la  presencia de alumnos con discapacidad.   Cuando se habla de atención a la diversidad o de alumnos con  discapacidad, que presentan alguna necesidad educativa especial o barreras para  el aprendizaje y la participación, el elemento de intervención que se pone al  frente es la adecuación o adaptación curricular. Es decir, las prácticas  educativas por lo regular se ven modificadas debido a la constante búsqueda de  recursos y apoyos que puedan servir como puentes entre un elemento curricular y  el alumno.
   A  grandes rasgos se puede pensar que la presencia de ajustes significativos a las  prácticas cuando el elemento de la diversidad está presente, sobre todo en el  tema de la discapacidad, es un imperativo. Aunque se pueda pensar que los  alumnos en esta situación pertenecen al grupo y son otros más, lo cierto es que  es imposible negar que su presencia implica por lo menos un mínimo ajuste en  las lógicas y estrategias que pueden ser la constante en las intervenciones  pedagógicas de los docentes.
   En  este sentido, las adaptaciones curriculares son un elemento nodal que no se  puede omitir, pues implican la posibilidad y el posible vínculo que, tomando en  cuenta al alumno en su particularidad, puede hacer la diferencia entre estar o  no incluido, aprender y acceder al currículum o no. 
   Como  ya se había planteado, las respuestas a la cuestión sobre el cambio con la  presencia de un alumno con discapacidad con respecto a la práctica educativa  fueron variadas, la mayoría de los docentes (86%) reconocen que hay un  modificación por mínima que sea.
   Antes de entrar de lleno a sus comentarios,  nos interesa poner en evidencia ese otro 14% de docentes que niegan esta  posibilidad, pues esta postura señala un tipo de representación sobre el  proceso de inclusión, una visión donde la lógica está puesta en no hacer la  diferencia, en tratar igual a todos, sin clasificar, sin señalar, sin embargo,  esta ausencia es peligrosa ya que puede llevar a un proceso de invisibilización  poco deseable y excluyente.
   En  este sentido el hecho de pensar que el docente debe seguir con su labor sin  hacer diferencia puede ser considerado por algunos docentes como algo justo e  igualitario, donde lo importante está en seguir la lógica de la práctica de  siempre, lógica que muchas veces está centrada en un determinado tipo de  control que se piensa todavía como sinónimo de aprendizaje: “No, él debe dar la clase de manera  habitual, controlando al grupo” EU6EB
   Otra  representación tiene que ver con un tipo de atención que más que pensarse como  ajuste o adaptación, es un tipo de dedicación que no implica una movilización  de recursos o estrategias,  más bien es  tiempo invertido por el docente: “Creo  que no, sin embargo sí se requiere de mayor tiempo para atender de forma  particular a esas personas” EU14EMS.   Por otra parte involucra también un encuentro persona a persona,  profesor alumno: “No es que cambie, más  bien creo que el apoyo se requiere de un trabajo personal con la persona que lo  requiere para trabajar a su ritmo” EU54EMS. En este marco, aunque estos  comentarios no reconocen modificación alguna, al final en lo señalado está un  primer espacio de configuración de una práctica educativa, una donde lo  personalizado y el tiempo de dedicación cobra fuerza con la presencia de un  estudiante con discapacidad.
  “No, porque un docente  atiende a cualquier diversidad, tal vez en la cuestión de materiales pueden ser  adecuados pero no siempre” EU16EB
  “No, finalmente es un  alumno como los demás, sólo requiere mayor apoyo y estrategias para aprender”  EU43EB
  “No, la práctica  educativa sigue siendo la misma, solamente se realizarán adecuaciones” EU13EB
  “No cambia, solo que en  el mejor de los casos busca diversas actividades (dentro de su poca percepción)  para la inclusión de todos los alumnos” EU25 EMS
  “No del todo, puesto  que se promueve la inclusión y al estudiante con discapacidad se le integra a  todas las actividades y sólo se le evalúa diferente sus aprendizajes” EU40EB
   Los  comentarios anteriores si bien no reconocen modificación en la práctica  educativa, identifican que algo es diferente, ubican una actividad “extra” que  debe estar presente. El problema es que al parecer estos docentes consideran  que dentro de la práctica educativa poco tienen que ver las adecuaciones o  adaptaciones. Es decir, pareciera que la inclusión o educación inclusiva tiene  que ver con el encuentro de la diversidad pero poco con un elemento pedagógico  que la acompañe. Se vuelve a hacer evidente un sesgo de educación inclusiva  como elemento legal o político y poco didáctico y pedagógico. Elemento donde la  integración, como ellos mencionan, es un estar presente en todas las actividades  sin que éstas precisamente hayan sido pensadas desde la lógica de esa atención  a la diversidad, donde los ajustes puede que no sean parte de la práctica del  docente del aula regular, pero sí del de educación especial.
   Por  otra parte, están los docentes que reconocen una modificación importante en su  práctica educativa que está presente y que incluso puede llegar a transformar  cuestiones más personales “Claro, lo  humaniza, lo reta, lo sensibiliza y los responsabiliza” EU1EMS. “Sí, valoras a  la vida misma y reconoces que todos somos diferentes” EU34EB. Cuestiones  que apuntan a un cambio en la propia constitución del docente como persona que  mira y comprende la vida de cierta forma. No obstante, mucho de lo comentado  por los participantes, si bien apunta a cuestiones de algún conocimiento,  habilidades y competencias, hubo visiones no tan positivas.
  “El alumno no puede  seguir el mismo ritmo que sus compañeros” EU47EB
  “En ocasiones distrae a  los demás compañeros, no tiene reglas, por más que le diga él continua en su  espacio” EU30EB
  “Es como dar dos clases  de diferente forma, lo cual retrasa al grupo y los distrae” EU3EB
   En  los comentarios anteriores se observa que la modificación en presencia de  alumnos o estudiantes con discapacidad más bien es el encuentro con un  problema, una situación que es marcada por la diferencia del alumno, con su  ritmo y forma de aprender. Una visión que añora la representación de un grupo  de alumnos homogéneo, donde no hay lugar para el “retrasado” o el “niño  problema”, todos aprenden al mismo tiempo y ritmo. Aquí no hay mucho espacio a  pensar la diversidad y la diferencia como elemento que enriquece el aula y  sobre todo transforma las prácticas educativas de manera que sean respetuosas  de los estilos y ritmos de los estudiantes.
   No  obstante lo anterior, el reconocimiento al cambio por parte de la mayoría de  los docentes fue evidente en sus comentarios. En muchos de ellos se pudo  rescatar lo que en un primer momento no era reconocido como una fortaleza o  beneficio y mucho menos que estuviera directamente relacionado con su propia  práctica educativa. En este ítem más direccionado y enfocado a indagar sobre  esos cambios, se pueden ir reconociendo elementos para pensar en las  implicaciones que para las prácticas educativas tiene la presencia de la  diversidad, en este caso de la discapacidad.
   Visiones  que van desde una implicación de reto en su docencia y en ese sentido un  desafío: “Por supuesto, implica un reto y  la buena voluntad de integrarlo” EU32EB. “Porque implica un reto para poder  lograr clases inclusivas en todos los aspectos” EU41EB. Hasta un elemento  de índole más formativo, donde la reflexión de la propia acción y práctica se  pone en el centro para repensar las formas y lógicas desde las cuales se actúa  e interviene en el aula: 
  “Sí, pienso que  reflexionas más acerca de cómo realizar las actividades para lograr su  inclusión” EU18EB. 
  “Genera beneficios  específicos, cada día aprendes del otro, valoras sus esfuerzos y te motiva a  continuar con la búsqueda de adaptaciones y espacio educativo para ellos”  EU11EMS. 
  “Sí cambia, ya que su  clase se debe convertir más enriquecedora, no sólo explicaciones, mapas,  dispositivas, sino también formas de comunicarse, adaptar el material didáctico  al alumno” EU9EMS. 
  “Sí, muchas veces los docentes  nos casamos con una manera de enseñar que no siempre es la adecuada y en  algunas ocasiones existe una cierta resistencia al  cambio; cuando se trabaja con un alumno con  discapacidad el docente modifica su forma de enseñanza de manera natural” EU38EB
   El  reconocimiento de las modificaciones que impactan y hacen repensar y  resignificar una tipo de práctica educativa es un elemento valioso que tendría  que estar presente en cualquier espacio formativo, sin embargo, como ya se  observó en este trabajo, muchas veces no es considerado un aspecto positivo.  Pareciera entonces que la continua transformación docente nada tiene que ver  con un tipo de imperativo y función social. 
  Conclusiones 
   La  educación inclusiva o inclusión educativa es un proyecto político y pedagógico  que si bien busca la equiparación de oportunidades para algunos grupos  vulnerados, trae consigo beneficios que muchas veces no han sido visibles desde  las políticas educativas, pues éstas en su afán de propiciar espacios sin  exclusión y segregación, desde una lógica más bien vertical, no han coadyuvado  en el reconocimiento de la riqueza que tiene el contacto con la diversidad.
   En  este trabajo se mostró cómo los participantes docentes de educación básica y  media superior escasamente identifican los beneficios en su profesionalización,  es decir, la inclusión educativa tendría que ser mirada como la condición de  posibilidad u oportunidad para mejorar la práctica docente desde una postura  reflexiva, lo cual es visto más bien como algo negativo pues es considerado un  conocimiento que está del lado de los expertos y que poco tiene que ver con el  docente de “aula regular”. 
   Sólo  un 10% de docentes identifican que la educación inclusiva es una oportunidad  para aperturar nuevas formas creativas de docencia, donde sea el docente el que  sirva de puente y apoyo central entre los contenidos que se han seleccionado  como necesarios en la actualidad y un alumno que es parte de la diversidad. La  mirada todavía podría decirse que está en el plano de lo político, de lo  axiológico pero escasamente se ha transformado en verdaderas prácticas  pedagógicas e inclusivas, en un reconocimiento de una pedagogía inclusiva que  hace falta en las aulas y que sin duda es el complemento necesario de una  política inclusiva y conforme a los derechos humanos.
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Recibido: Diciembre 2017 Aceptado: Febrero 2018 Publicado: Febrero 2018