El ALBA-TCP: integración bolivariana en Nuestra América

El ALBA-TCP: integración bolivariana en Nuestra América

Eugenio Espinosa Martínez*
Universidad de La Habana

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Los Tratados de Libre Comercio con los EUA y el ALCA 1

Los Tratados de Libre Comercio de los EUA y la propuesta de un Área de Libre Comercio para las Américas no son propuestas solamente hemisféricas ni tampoco son nuevas. Las propuestas estadounidenses en las negociaciones multilaterales de la Organización Mundial de Comercio, por ejemplo, son las mismas que en las negociaciones del ALCA y en los TLCs bilaterales que ha firmado con varios países. Tampoco se trata solamente del asunto del libre comercio.

Apenas 13 días después de los atentados terroristas contra las torres gemelas de Nueva York y contra el Pentágono, el Wall Street Journal de los EUA publicaba un artículo referenciando las declaraciones del Secretario de Comercio de los EUA (USTR) en el Instituto de Economía Internacional (Institute for International Economics, con sede en Washington, tanque pensante del Consenso de Washington, diseñador del neoliberalismo) en que este apuntaba que “El comercio global libre ha devenido más importante que nunca a raíz del ataque terrorista contra los EUA, declaró el lunes el Representante de Comercio de los EUA, Robert Zoellick¨2 .  Valdría la pena una lectura in extenso del citado artículo en que se explicita el vínculo entre la política de guerra y la política de forzar el libre comercio de bienes y servicios así como la apertura a las inversiones extranjeras en otros países:
El Congreso debe reafirmar su compromiso con el libre comercio otorgando un poder negociador más fuerte conocido como Autoridad Presidencial para la Promoción del Comercio o TPA, señaló Zoellick, reconociendo el avance logrado por el Congresista Republicano por California y Presidente de la Comisión de Ways and Means de la Cámara de Representantes, Bill Thomas, al obtener el apoyo de legisladores antes escépticos. Zoellick planteó que a la luz de la última propuesta de Thomas el Congreso aún puede otorgar la Autoridad Presidencial para la Promoción del Comercio antes de que la Organización Mundial de Comercio lance su nueva Ronda de negociaciones multilaterales este noviembre (2001) en Doha, Qatar. La OMC está planeando proceder con su reunión en la capital del Golfo Pérsico en nov 9-13 a pesar de las preocupaciones resultado de posibles ataques y de la potencial respuesta por parte de los EUA. La reunión retomará las negociaciones en el punto en que fueran dejadas por los negociadores de la fracasada reunión de la OMC en Seattle con la incorporación  de China y Taiwán como dos importantes objetivos¨   La importancia de la reunión de Doha ha sido destacada por el terrorismo y el estancamiento económico global experimentado este año¨, apuntó Zoellick.¨"Los mercados financieros están inquietos y temerosos del proteccionismo señaló¨ "El movimiento hacia la liberalización comercial es ahora vital para nuestra recuperación económica y para sostener las reformas globalmente" (Walsh 2001)
Los países mencionados por el Secretario de Estado para el Comercio de los EUA, como de interés inmediato, fueron Singapur, República Dominicana y Chile como base para acuerdos posteriores con el resto del sudeste asiático y de Latinoamérica; la renovación y ampliación del Acta Andina de Comercio Preferencial; y, finalmente, los países del Mercosur y de Centroamérica.
A partir de ese momento, la rama ejecutiva del sistema político estadounidense desataría una fuerte ofensiva política en el Congreso de los EUA para lograr aprobar la TPA (Trade Presidential Authority), conocida también como fast track o vía rápida, que consiste en otorgarle al Presidente de los EUA la autoridad para negociar tratados de libre comercio con otros países y presentar -para su aprobación o rechazo en bloque y sin enmiendas- ante el Congreso de los EUA los resultados de dichas negociaciones. La TPA fue finalmente aprobada con la restricción de que no podría significar alteraciones a la Ley de Comercio de los EUA ni al mercado agropecuario estadounidense ni a los subsidios agrícolas ni a las cuotas de importaciones.

En el 2002 el Congreso de los EUA y el ejecutivo Presidencial de George W. Bush aprobarían la nueva Ley Comercial. Dicha Ley declara lo siguiente en sus puntos 1) y 2) (b - Recomendaciones) de la Sección 2l01 del Título XXI: "La expansión del comercio internacional es vital para la seguridad nacional de los Estados Unidos. El comercio exterior es un elemento crítico para el crecimiento económico, el poderío y el liderazgo de los Estados Unidos en el mundo. La seguridad nacional de los Estados Unidos depende de su seguridad económica que, a su vez, está cimentada en una vibrante y creciente base industrial. Los acuerdos comerciales deben maximizar las oportunidades de los sectores más importantes de la economía. La expansión del comercio ha sido el motor del crecimiento económico. Los acuerdos comerciales maximizan las oportunidades para sectores críticos y componentes esenciales de la economía de los Estados Unidos, tales como la tecnología de la información, las telecomunicaciones y otras tecnologías de vanguardia, industrias básicas, bienes de capital, equipos médicos, servicios, agricultura, tecnología ambiental y propiedad intelectual. El comercio creará nuevas oportunidades para los Estados Unidos y preservará la fuerza incomparable de los Estados Unidos en los asuntos económicos, políticos y militares".

Los vaivenes y avatares de la negociación política entre las ramas ejecutivas y legislativas de los EUA respecto a la firma de los tratados de libre comercio han sido, desde entonces, no sólo el escenario de lucha y debate político entre republicanos y demócratas en el Congreso y fuera de él sino, también, un instrumento en la negociación política externa con otros países –tanto en la bilateral como en la multilateral, y esta última principalmente en el marco de las negociaciones del ALCA, pero también en la OMC y otros organismos multilaterales.

La presidencia republicana de George W. Bush, se ha caracterizado por darle continuidad a las dos líneas de política externa e interna respecto a este tema:

  • La iniciada por la administración republicana de George Bush padre con la Iniciativa para las Américas, sus marcos de negociación bilateral y el Tratado que preparó para firmar con Canadá y México, el TLCN (Tratado de Libre Comercio de Norteamérica), entre otros3 .
  • La iniciada por el ejecutivo demócrata de William Clinton en 1994, con su marco multilateral de negociación continental y su proyectado Acuerdo de Libre Comercio para las Américas, que debería ser firmado en el 2005.

Este doble juego de negociación persigue, sin embargo, el mismo objetivo: utilizar el poder negociador estadounidense para continuar imponiendo la apertura de las economías latinoamericanas, entre  otras, a las mercancías, servicios, capitales, tecnologías y recursos humanos procedentes de los EUA sin abrir su propio mercado.

Latinoamérica y el Caribe constituyen la única región del mundo con la cual la economía estadounidense mantiene superávit  comerciales y de cuenta corriente, cuestión que ha vuelto a ser de primera prioridad a partir del retorno en el incremento de los déficit comerciales y de reducción en el superávit de la cuenta corriente de los EUA, y aun más con el retorno en el déficit presupuestario resultado del incremento en los gastos de guerra.

La principal diferencia entre republicanos y demócratas respecto a estos acuerdos se refieren a sus respectivos posicionamientos en los temas ambiental y laboral –tanto en las implicaciones al interior de los EUA como en su proyección externa. Sin embargo, las coincidencias entre ambos partidos son numerosas: promulgar la apertura internacional de los mercados de bienes, servicios, capital y tecnología a través de insistir en la libre movilidad de los factores –excepto de las personas-; privilegiar las privatizaciones; favorecer la vulnerabilidad sindical y de la sociedad civil; estimular los gastos militares. 

Las reacciones gubernamentales latinoamericanas a los TLCs con los EUA y al ALCA se han caracterizado por la aceptación casi incondicional por parte de la mayoría de los gobiernos centroamericanos y de algunos sudamericanos; así como por las contrapropuestas del gobierno de Brasil, de una buena parte de los gobiernos del caribe insular y de algunos gobiernos de países continentales de la Cuenca del Gran Caribe como Venezuela.

A medida que las negociaciones del ALCA y de los TLC con los EUA avanzaban ignorando los reclamos de las sociedades civiles de Norteamérica, Latinoamérica y del Caribe, también ha aumentado el rechazo popular a la misma por parte de los movimientos sociales y políticos organizados. La organización de masivos plebiscitos populares en todo el hemisferio, de foros paralelos, de manifestaciones y protestas constituye una expresión de ese rechazo.

La doctrina librecambista actual le dice a los farmer de los EUA y Canadá que podrán vender más productos agrícolas en el hemisferio, que les mantendrá los subsidios y que continuarán protegidos. A los campesinos latinoamericanos y caribeños les dice que podrán acceder al gran mercado de Norteamérica, y que con el mayor comercio vendrá el crecimiento económico. Esa doctrina les miente a unos y a otros. La realidad es que México, por ejemplo, ha pasado a ser importador neto de maíz y los ejidatarios se ven obligados económicamente a vender sus tierras ancestrales para lograr sobrevivir. A su vez, los farmer estadounidenses y canadienses también se ven obligados a vender sus tierras porque sus producciones no son ya rentables. Mientras, las corporaciones agroindustriales incrementan sus ganancias, o encubren sus pérdidas para vender altas sus acciones y comprarlas baratas cuando bajen los índices en las bolsas de valores. La historia en las industrias o los servicios es similar.

A los obreros de Norteamérica  la doctrina librecambista les dice que los capitales que se exportan no reducen el empleo porque no exportan puestos de trabajo sino que aumentan el comercio, que traerá más crecimiento económico y más empleos. A los obreros latinoamericanos les dice que llegarán más inversiones extranjeras y con ellas más empleo, mayores salarios, más capacitación y más crecimiento. Esa doctrina les miente a unos y a otros.

Los capitales que salen de Norteamérica reducen la inversión en los EUA y con ello la oferta de empleo y las ganancias que logran obtener afuera y que retorna a Norteamérica se invierte en tecnologías que ahorran mano de obra.

Los capitales que entran en Latinoamérica se invierten, principalmente, en la compra a remate de empresas ya existentes y las que tienen la suerte de no ser clausuradas sino reorganizadas, lo hacen reduciendo su plantilla de empleados.

A los sindicatos en unos y otros países, la doctrina librecambista les dice que deben renunciar al nivel de salario, y/o al nivel de empleo, y/o a los pocos o muchos beneficios sociales que tengan, ya que unos deben perder para que otros puedan ganar. Les dice que los mercados laborales deben ser flexibles, esto es, se reduce el mercado de venta o de compra y deben reducirse los salarios, el empleo y los subsidios laborales pero no las ganancias de las empresas.

A todos los capacitan para no resistir el cambio, lo que no se enseña es a identificar cual es la dirección real de ese cambio. Ofrecen capacitar para negociar a partir de los intereses de sus adversarios. Basta ver los programas de conferencias, talleres y cursos vinculados con las negociaciones del ALCA y de los TLC con los EUA. Basta ver los asesores financiados por organismos hemisféricos o por las propias agencias estadounidenses para capacitar a los negociadores latinoamericanos que se sentarán a la mesa de negociación con los funcionarios estadounidenses.

En noviembre de 2003 fue realizada la Octava Reunión Ministerial del ALCA en Miami la que marcó un hito en las negociaciones en la medida en que formulaba una postura intermedia entre la propuesta brasileña y del Mercosur de una ALCA suave, "light" o parcial y la estadounidense de un ALCA fuerte y homogénea. El acuerdo fue el de un ALCA flexible con acuerdos plurilaterales entre los países a partir de un "conjunto común y equilibrado de derechos y obligaciones aplicables a todos los países" en las áreas de negociación: acceso a mercados; agricultura; servicios; inversiones; compras gubernamentales; propiedad intelectual; política de competencia; subsidios, antidumping y derechos compensatorios; y solución de controversias. Es esto lo que fue objeto de negociación en febrero de 2004 en Puebla. El ALCA parecía ir tomando la forma no de un acuerdo homogéneo y obligatorio para todos los países sino de acuerdos parciales a partir de los intereses de cada país.

Este acuerdo significó que los EUA no lograron su objetivo de enrumbar las negociaciones en sus temas de interés, pero también, lo que hace es dar luz verde a la línea bilateral de negociación de los Tratados de Libre Comercio país a país o con grupos de países (ya firmado EUA-Chile, EUA-países del triángulo norte en Centroamérica y EUA-Perú). Permite, además, vincular ambos rumbos de negociación permitiendo a los gobiernos participar como observadores en las negociaciones en curso e incorporarse en cualquier momento de la misma.

La conjunción de la combatividad de los movimientos sociales en torno al Foro Social Mundial, el Foro Mundial de Alternativas, el Foro de Sao Paulo y a la Alianza Social Continental, y una mayor firmeza por parte de los negociadores gubernamentales de algunos países condujo a que el ALCA tomase el rumbo menos deseable para los negociadores estadounidenses, sin embargo, aún quedaba mucho proceso negociador por delante.

En la Cumbre de las Américas llevada a cabo a fines de 2005 en Mar del Plata, Argentina, los gobiernos de Venezuela, Brasil, Argentina y Uruguay reafirmaron su posición en contra del ALCA y a favor del ALBA.  Luiz Inacio Lula da Silva, Presidente de Brasil, planteó que el ALCA es una propuesta injusta ya que el gobierno de los EEUU subsidia la agricultura de su país, pero exige que el resto de los países no lo hagan. 
Hugo Rafael Chávez Frías como Presidente de Venezuela, Néstor Kirchner como Presidente de Argentina y Tabaré Vázquez de Uruguay denunciaron al ALCA como otra más de las recetas neoliberales que solamente empeora las injusticias sociales como la pobreza, el desempleo y la pérdida de independencia económica y política.4 También hubo reticencias por algunos de los países del CARICOM.

La oposición de gobiernos electos por mayorías populares y orientados hacia los intereses de sus pueblos, unido a los impactos de las protestas de los movimientos sociales y partidos políticos de izquierda, impidió que los EUA lograra su objetivo de iniciar el ALCA en el 2005. A partir de ese momento y con la incorporación de Bolivia y Ecuador  a la oposición al ALCA con la Presidencia de Evo Morales en el 2006 y de Rafael Correa respectivamente, puede afirmarse que el ALCA ha fracasado, derrotado por el avance de las organizaciones y partidos populares.     

1 Acuerdo de Libre Comercio de las Américas. Su antecedente más inmediato es el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (TLCN o Nafta). Para sus antecedentes y continuidad histórica de largo plazo: Espinosa abril-mayo 1992. 

2 Walsh 2001.

3 Tratado que fue finalmente firmado en 1994 por el entonces presidente demócrata William Clinton, coincidiendo con el inicio de la insurrección zapatista y del impacto de la crisis de bolsa sobre las economías latinoamericanas en general y mexicana en particular. Para dos valiosos análisis al respecto:  Estay 1998, Moneta 1998. Para los antecedentes, significado e implicaciones de futuro del TLCAN y del ALCA: Espinosa 1992.  El antecedente de largo plazo de la Iniciativa para las Americas, del TLCN y del ALCA, se remonta a la propuesta estadounidense de un área de libre comercio y una moneda única desde “Alaska a la Tierra del Fuego”, formulada en la I Conferencia Internacional Americana de 1889 por la administración demócrata de aquella época. El cubano José Marti y Pérez efectuó entonces valiosísimos análisis al respecto publicados en el periódico argentino La Nación. 

4 Chavez, Hugo.  Alo Presidente.  Programa televisivo.  15 de Noviembre de 2005.