UN NUEVO MODELO DE DESARROLLO LOCAL

UN NUEVO MODELO DE DESARROLLO LOCAL

Alejandro Hernández Renner (CV)

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CAPÍTULO 6. DESCRIPCIÓN DE UN NUEVO MODELO PARA EL DESARROLLO LOCAL

6.1. CONSTRUCCIÓN Y EVOLUCIÓN DE UN MARCO TEÓRICO

Para aglutinar todo lo visto anteriormente y poder ordenar las ideas adecuadamente, he utilizado mapas mentales. Estos mapas fueron teniendo un aspecto razonablemente estructurado, e iban avanzando a medida que progresaba mi indagación acerca de cómo inciden las instituciones favorablemente en el desarrollo local. Los mapas se fueron solidificando en forma de marcos teóricos, y dieron paso finalmente a un modelo completo. He pensado que la mejor forma de compartir tanto los caminos recorridos como la conclusión es, sencillamente, reproducir cómo lo fui haciendo.
Pero antes quisiera puntualizar algunas cuestiones. El modelo de desarrollo local innovador construido finalmente no pretende ser exhaustivo, sino que ha diseñado como un marco donde articular en forma lógica ciertos factores del desarrollo que me parecen relevantes, y ubicar la posición relativa de las Instituciones Comunitarias, y de la comunidad a la que sirven, en relación con estos factores o elementos. Ya mencioné en el capítulo anterior que considero que este marco, si bien está basado en la compleja red de funciones que pueden desempeñar las IC, debe interpretarse de forma flexible para que cualquier institución con cualquier forma jurídica lo ponga en funcionamiento adaptándolo a su caso, sus intereses y sus posibilidades específicas. 
El modelo de desarrollo que propongo es, fundamentalmente, un esquema descriptivo  de cómo creo que se producen las dinámicas mediante las cuales las Instituciones Comunitarias inciden sobre el desarrollo local. Me sirvió para articular adecuadamente la parte teórica y la parte empírica de la investigación que sirvió de base a este libro. Por eso, mis conclusiones seguramente no son las únicas posibles, y podrían afinarse en el futuro para alcanzar mucha mayor precisión, en la práctica del desarrollo local o de otras investigaciones en esta materia. Por eso, creo que es importante entender que más que una “fórmula”, es una herramienta para reflexionar acerca de cómo funciona y cómo podemos mejorar nuestro propio sistema local.
La construcción de mi modelo teórico fue objeto de una evolución progresiva, dando lugar a sucesivas versiones del mismo. En un primer momento, fruto de la confluencia de ideas generadas por las teorías analizadas, elaboré un mapa mental de partida, en la confianza de que me sirviese tanto para la construcción de un marco teórico, como para definir los objetivos precisos en una investigación empírica, asumiendo que pudiera sufrir modificaciones para adaptarse a medida que avanzase el trabajo. Para la elaboración del Marco teórico seguí los principios del método sistémico. Dado que un marco no deja de ser un sistema que inter-relaciona diversos elementos, ésta parecía la mejor metodología para abordar su definición. Evidentemente, es necesario tener en cuenta las limitaciones del método sistémico, y ser conscientes de la necesidad de huir de la búsqueda de un sistema total y perfecto, por ser esta una tarea irrealizable.
Respetando estas prevenciones, me pareció buena opción este método de trabajo porque, como dice García Echevarría, la economía de la empresa orientada en los sistemas como “disciplina configuradora” tiene necesariamente un carácter interdisciplinario (Rodríguez et al., 2005). Es necesario reconocer que he mencionado  numerosos elementos que no se suelen utilizar en la doctrina económica más extendida, y rozan con otros campos vecinos de las ciencias sociales, y en algún caso  con la filosofía. Espero que esto no se entienda como un déficit, sino como una postura correcta que enriquece y amplía el potencial de la Economía (Rodríguez et al., 2005). Coincido plenamente con estos autores en que esta metodología puede ser muy útil en el conocimiento de la realidad empresarial, y de la realidad económica en general, permitiendo controlar el conocimiento gracias a la retroalimentación, y llegar así a construir modelos operativos (Soldevilla, 1987, cit. por Rodríguez).     
Antes de abordar la descripción del marco teórico propiamente dicho, empezaré con lo que he denominado “mapa mental” general, una especie de borrador en bruto del marco teórico, que elaboré al comienzo del recorrido. En particular, seguí fundamentalmente en esta fase las teorías de Vázquez Barquero (2005), en lo referido a lo que él denomina desarrollo urbano del territorio, queriendo con esto denominar una serie de procesos de desarrollo endógeno como son la proximidad entre empresas y actores, la diversidad en la producción, la interacción,(...) el aprendizaje, y cómo en estos procesos interactúan con las dinámicas propias de las redes y las instituciones, para llevar a una nueva política de desarrollo. Ello se combinó con una serie de elementos y dinámicas no endógenos (Brunet y Böcker, 2007) cuya relevancia es indudable, porque, como dice el propio Vázquez Barquero (2005), para que una economía pueda acceder a una senda de desarrollo auto-sostenido es condición necesaria que disponga de economías externas potentes que permitan a la empresas aumentar la productividad y competitividad. Para que ello sea posible, necesita que su sistema productivo esté bien servido de infraestructuras económicas (como son las de transporte o energéticas) y sociales (como las de salud o educación y formación).
Es importante reseñar que este mapa mental constituye el punto de partida del proceso inductivo que me lleva a proponer un modelo teórico al final del mismo, y lo incluyo aquí con la pretensión de mostrar de qué forma arrancó el trabajo de formación de mis primeras ideas acerca de una posible relación sistémica entre las IC y el desarrollo local. Por esta razón, no lo llamo marco teórico, y creo que su valor reside en mostrar la evolución experimentada desde ideas generales hasta el inicio de la construcción del marco teórico propiamente dicho.
Sucintamente intentaré exponer de qué elementos se compone este mapa conceptual inicial, que constituye una especie de rápido repaso general a la teoría analizada hasta ese momento. Parte de la economía concebida esencialmente como intercambios entre individuos, empresas y otras organizaciones, instituciones y comunidades humanas, que buscan normalmente producir valor para uno o más de los que intercambian. La economía es a la vez un sistema y una ciencia social. Las instituciones son las normas y estructuras de que nos dotamos las personas, las organizaciones y las sociedades humanas para  crear condiciones de confianza, reducir costes de transacción y regular estos intercambios, que pueden ser bilaterales o multilaterales, y tener o no carácter estable (dando origen, cuando lo tienen, a redes sociales y económicas).
En determinadas circunstancias, a partir de una institución-norma se genera una forma organizativa dotada de naturaleza y personalidad propia, bien pública, como pueden ser los ayuntamientos (la etimología deriva del hecho de juntarse todos los vecinos de una villa y de los acuerdos adoptados por los mismos), o bien privada, como son las fundaciones. Cuando estas normas y organizaciones tienen como fin último el desarrollo de su comunidad, y son de naturaleza institucional, las llamo Instituciones Comunitarias.
El desarrollo económico se basaría en el aumento del número de actores y de intercambios, así como en el aumento del tamaño y de la intensidad en el tiempo y el espacio de ambos factores. Por ello, la naturaleza y la efectividad de las instituciones y de las redes jugaría un papel esencial, facilitando u obstaculizando los intercambios y el desarrollo económicos.
Dada la importancia central que progresivamente parece adquirir el conocimiento y la tecnología para la economía y para los individuos, las organizaciones, las instituciones y los flujos que la componen, y dado que el conocimiento se conduce o dirige en buena medida a través de redes formales e informales, tangibles o virtuales, establecidas entre personas y organizaciones, es presumible que los flujos de conocimiento y tecnologías a través de redes, funcionando en el marco de determinas instituciones, tengan considerable incidencia sobre el desarrollo económico en general y también a escala local, dentro del contexto cada vez más complejo en que nos sumerge la realidad actual, como hemos visto, de un nuevo entorno informacional y global.
¿Cuáles serían los elementos y las fuerzas que determinan el desarrollo económico de un determinado territorio? En primer lugar, existen elementos físicos propios de ese territorio, independientes de toda intervención humana, como son los recursos naturales de que dispone, y la ubicación de ese territorio respecto de otros (su localización geográfica). Otros elementos sí tienen que ver con la intervención humana, como son las instituciones, la apertura de ese territorio al comercio, el cambio tecnológico y el desarrollo financiero (Bloch y Tang, 2004).
Parece que dos tipos de fuerzas de origen humano propician el desarrollo. Por un lado, fuerzas exógenas que inciden sobre ese territorio, sus actores económicos y las decisiones que éstos adoptan; por el otro, fuerzas de carácter endógeno. Ambos grupos de fuerzas tendrían importancia equiparable en el complejo proceso por el que un territorio determinado alcanza un mayor nivel de desenvolvimiento.
Entre las fuerzas exógenas cabría destacar:

  1. el entorno macroeconómico, entendido como la situación económica global del territorio y de todos los demás territorios con los que el que aquél que es objeto de estudio mantiene relaciones o intercambios relevantes, fundamentalmente de tipo comercial;
  2. el entorno institucional tanto jurídico como político, financiero y del conocimiento (conocimiento en un sentido amplio, incluyendo aprendizaje en todas sus formas, educación, formación e I+D+i) en los territorios anteriormente mencionados;  
  3. las infraestructuras y los grandes proyectos de inversión, públicos y privados, que se ejecutan en el territorio objeto de estudio, pero que se deciden esencialmente fuera de él.

Y las fuerzas endógenas (o sea, aquellas que originan en el territorio) que tienen influencia en el desarrollo económico parecieran ser esencialmente, siguiendo en esto literalmente a Vázquez Barquero (2005):

  1. la creación de empresas, y de redes, acuerdos y agrupamientos entre las organizaciones, entre los individuos y entre ambos, hacia dentro y hacia fuera del territorio;
  2. la difusión del conocimiento y de las innovaciones;
  3. las dinámicas existentes en los centros urbanos, y el número y tamaño de los mismos;
  4. el marco institucional territorial. Es dentro de este último aspecto del esquema o mapa mental inicial donde de encuadra concretamente la cuestión acerca de la naturaleza, funciones y desempeño de las Instituciones Comunitarias en relación con el desarrollo local. El marco institucional se completaría con el resto de instituciones y organizaciones institucionalizadas públicas y privadas existentes en el territorio, y con la cultura, la ética y las redes existentes en la sociedad o sociedades que viven en el territorio, así como los avatares históricos que han sufrido, factores que determinan en buena parte los anteriores elementos.

Un análisis exhaustivo del marco institucional territorial lleva a abordar otra serie de cuestiones relacionadas con el mismo: el tema de la confianza entre los agentes económicos, y sus derivados como el capital social; la importancia del liderazgo; cómo se producen los fenómenos de auto-organización o emergencia; y el sentido actual de la planificación económica. 

6.1.1. EVOLUCIÓN DEL MARCO TEÓRICO

Los fundamentos en los que baso mi noción de desarrollo y el resto de mi esquema teórico son, como se ha adelantado en el capítulo 4, esencialmente cinco: las teorías estratégicas, la teoría del desarrollo endógeno, las teorías económicas institucionales, las nuevas teorías del bienestar, y la teoría del desarrollo sostenible. El marco teórico que utilizo es un modelo lógico y dinámico: se ha construido a partir de ciertos elementos recogidos en todos estos grupos de teorías, y es fruto de un proceso evolutivo que se describe con detalle a continuación.
La elección de estas bases teóricas no ha sido fortuita, sino el resultado de recorrer diversas vías paralelos. Primero: estudiando los clusters o agrupamientos de empresas llegamos a Alfred Marshall y su obra. Y a través de la relectura de Marshall por autores contemporáneos a dos ramas: las teorías estratégicas de Porter, y la de recursos y capacidades, en un lado; y el pensamiento de Vázquez Barquero y la teoría endógena del desarrollo, con diversos referentes como P.M. Romer, en el otro. Por un camino lateral, buscando definiciones más completas y satisfactorias de la noción de “desarrollo” que las convencionales, se encuentra la obra de Amartya Kumar Sen. 
Segundo: dos de las líneas de investigación fundamentales contemporáneas han venido siendo las referidas a la creación de empresas (lo que se viene llamando “entrepreneurship” o emprendimiento), y a la innovación. Ahondando en los fundamentos teóricos del desarrollo en este contexto, nos podemos encontrar cómodos con las tesis de Joseph A. Schumpeter, por un lado, con la teoría económica neoinstitucional, bien representada por Douglass C. North, por otro, y con la escuela austríaca de economía en general, y la economía evolutiva, en último lugar.
Tercero: algunos escritos de Friedrich Hayek me pusieron sobre la pista de la teoría de sistemas, y de los sistemas complejos y sus propiedades como parte específica de esta teoría, y sus aplicaciones a las ciencias sociales y en especial a la economía; de aquí se llega a la economía regional y espacial, a Danny Quah, Paul Krugman y Jane Jacobs. Otra línea de pensamiento, derivada de la gestión del conocimiento, nos acerca a la noción del capital social, en especial con Pierre Bourdieu y R. Putnam, y de ésta a la de capacidad comunitaria de Backman y Smith. Una tercera nos lleva a profundizar en la noción de las redes formales e informales, físicas y virtuales, como un  armazón básico de la economía, encontrando aquí de nuevo a Vázquez Barquero.   
A partir de estas fuentes, comienza propiamente la construcción de un marco teórico, de la siguiente manera: la creación de valor económico, a cargo de personas o de organizaciones, es un proceso que implica el uso de recursos (Moran y Ghoshal, 1999). Para muchos autores, el problema económico consiste en asegurar el mejor uso posible de los recursos, bien por parte de empresas (Penrose, 1959) -recordemos que son esencialmente las empresas, más bien que las naciones, quienes compiten en los mercados internacionales (Porter, 1991)- o bien por parte de la totalidad de la sociedad (Hayek, 1945). El desarrollo ( 1) se define por la puesta en práctica de nuevas combinaciones de materiales y fuerzas (Schumpeter, 1944). Las empresas son los patios marshalianos donde los recursos de la sociedad son reunidos, desarrollados, y, por medio de combinaciones e intercambios, usados para iniciar y tirar de los procesos de desarrollo económico (Moran y Ghoshal, 1999).
Mi planteamiento teórico, tal y como se componía en los inicios de la construcción del marco teórico, comenzó con la asunción de que la utilización adecuada de los recursos, a fin de lograr el desarrollo económico, requiere necesariamente del conocimiento adecuado (subrayo en las páginas siguientes y a partir de este punto aquellos elementos que van apareciendo reflejados en el marco teórico). En consecuencia, el desarrollo estaría determinado en función tanto de la disponibilidad de aquellos recursos como de la existencia de un conocimiento contextual y relevante en las personas y organizaciones que realizan la combinación de estos recursos. Las empresas, organizaciones institucionales y comunidades serían, desde este punto de vista, “sistemas o cuerpos de conocimiento” con capacidades -C tácito- y recursos -C explícito- (Wernerfelt, 1984) que se recrean dentro de las mismas. En cada organización y comunidad, estas capacidades crecerían y se transformarían, mediante una serie de procesos o rutinas innovadoras entre personas y grupos dentro de espacios diversos (llamados Ba, Nonaka, 1998 y 2000), en recursos de la organización. El conocimiento adquiriría una especial relevancia para el desarrollo local porque, a pesar de los últimos avances tecnológicos, en especial de las telecomunicaciones, el entorno de la empresa es aún fundamentalmente local en su sentido etimológico, es decir, relativo a un sitio o lugar. La teoría contemporánea de los derramamientos o externalidades de conocimiento, basada en la función de producción del conocimiento (Griliches, 1979, cit. por Audretsch, 2003), sugiere que la actividad innovadora es más propensa a agruparse espacialmente en aquellos sectores donde el conocimiento tácito tiene mucho relieve; este tipo de conocimiento, a diferencia de la simple información, puede transmitirse sólo informalmente, y demanda como norma contacto humano directo y repetido (Audretsch, 2003).  
El conocimiento saldría y entraría a través de las organizaciones y la comunidades a través de las redes sociales y empresariales (Vázquez, 1999), formales e informales, en que participan la organización, la comunidad y sus componentes individuales, (ecología del conocimiento, Snowden 2000), dentro de un marco definido por determinadas instituciones (North, 1993b). Se producirían intercambios y externalidades (Marshall, 1920; Krugman, 1995) que alimentarían la creación de nuevas empresas (Porter, 1991; Reynolds et al, 2004) y el crecimiento de las organizaciones y redes existentes en el entorno, originando una transferencia de recursos de las actividades tradicionales a las modernas, la utilización de economías externas, y la introducción de innovaciones, generando así el aumento del bienestar de la población de una ciudad, comarca o región (Vázquez, 1999; Schumpeter, 1944). 
De estas ideas generales derivé una primera versión del marco teórico de la investigación, que pretende ayudar a situar a las instituciones, y a definir su papel en el desarrollo local, acotando pues la problemática general del desarrollo a la reflexión sobre el papel de las Instituciones Comunitarias en el mismo. En esta primera versión combinaba elementos de la teoría del desarrollo endógeno, sobre todo de Vázquez Barquero (1999, 2005), como acabamos de ver, con otros de las teorías estratégicas, especialmente Porter (1991): parece que las instituciones tienden a incidir más directamente sobre la calidad de los factores de producción y la estructura y estrategia de las empresas, y menos sobre los sectores afines y la demanda interior. Se incluía la posible presencia, sin situación definida, de otras instituciones (el Gobierno) y de otros elementos (Casualidad, en el sentido analizado en el Cap. 3 de serendipia o emergencia o autoorganización, frente a una lógica de causalidad, que es en principio la que rige la política normal de las instituciones). A continuación muestro esta primera versión.
El marco teórico se convierte, desde el principio, en una herramienta para comprobar la validez de una proposición (“Las instituciones inciden favorablemente en el desarrollo local”), y por otro lado en un verdadero resultado global de investigación. Permite el entroncamiento entre evidencias empíricas y formulaciones teóricas. He seguido en esto la metodología propuesta por Grunow y por Yin respecto al diseño de la investigación, de retroalimentación o mejora iterativa sobre una teoría inicialmente formulada (Grunow, 1995, y Yin, 2003). El primer autor define en su artículo acerca del diseño de la investigación en los estudios de las organizaciones lo que denomina el “Proceso de investigación ideal”, cuyo esquema general es el siguiente:
Yin, por su parte, propone seguir una metodología análoga a la lógica del método de experimentos múltiples. Esta lógica es la de la replicación (no la de la muestra estadística), y se basa en el desarrollo inicial de un marco teórico rico en detalles, y en que si la evidencia muestra resultados similares y coherentes con ese marco teórico, podremos creer que tenemos un buen soporte para aquellas proposiciones iniciales. Los datos derivados de la evidencia se consideran información que debe replicarse en los demás. Yin utiliza un esquema gráfico muy similar en su lógica interna al de Grunow, empleando siempre las líneas de puntos en el sentido contrario a las agujas del reloj para describir lo que llama bucle de retroalimentación. Los hallazgos empíricos deberían llevarnos bien a un rediseño de la investigación, bien de las bases teóricas, antes de seguir adelante.
Actuando con estricto respeto a estas bases metodológicas, concebí el marco teórico como un sistema evolutivo que, una vez formulado inicialmente sobre bases teóricas, fuera susceptible de revisión a través de cada uno de los cuatro ciclos (del estudio de cuatro casos) de un proceso de investigación empírica que realicé para apuntalar estas bases teóricas. De esta manera, la articulación de elementos teóricos y empíricos parecía dar satisfacción a los requerimiento de coherencia y calidad que son exigibles en un proceso de investigación. En concreto, tras el primer estudio de caso realizado ( 2), se evidenciaron determinadas carencias del marco teórico, que fueron resueltas con una revisión del mismo, en un primer “bucle de retro-alimentación”. Al terminar todos los estudios de campo, las ideas recogidas y luego vertidas al papel durante la redacción de los informes de cada caso, dieron lugar a la última versión del marco teórico (en un segundo bucle), que recoge y plasma definitivamente con forma teórica (en forma de modelo, como veremos) todas las ideas recibidas durante el proceso de investigación empírica.     
La primera versión de mi marco teórico resultaba claramente insuficiente,  especialmente porque dejaba de lado la esencial presencia de la comunidad (St. John, 1997), a la vez origen y ámbito natural de actuación de las Instituciones Comunitarias, (y en definitiva de cualquier institución).
Por otro lado, de las relaciones entre instituciones y desarrollo también resulta evidente que otras herramientas que estarían en la mano de las organizaciones institucionales para colaborar en la promoción del desarrollo local serían, aparte de las redes y el conocimiento, el dinero (Monroe, 2001), y la capacidad de elaborar estrategias (Kretzmann y Mc Knight, 1993).
Emplazando a las instituciones dentro del marco general de dinámicas favorecedoras del territorio, empecé a ensayar con su ubicación central como catalizadores del desarrollo, como elementos o espacios nucleares del desarrollo endógeno (Vázquez, 2005). Existe una interrelación absoluta entre las instituciones, que facilitan la interacción entre las empresas y los actores, y reducen el riesgo y la incertidumbre en los intercambios (Vázquez, 2005), y el territorio, que como dice Echeverría (1999) se compone de un entorno natural (previo a la acción del hombre) y un entorno urbano, resultado de la acción del hombre, a los que se suma recientemente el tercer entorno, el virtual, como vimos en el capítulo 1. Las instituciones toman formas específicas en cada territorio. Identificando los conceptos de comunidad – territorio urbano (humanizado) – y espacio urbanizado, empecé a articular, con elementos propios  del “diamante” de Vázquez Barquero (2005), una configuración lineal de tales componentes, intentando ubicar lógicamente a las instituciones con relación a la comunidad y también a las empresas (como elementos principales del desarrollo), y conectando así de forma más ordenada la perspectiva de desarrollo endógeno de Vázquez Barquero con la estratégica de Porter. Esta nueva configuración me llevó a incluir decididamente los otros dos elementos del diamante de Vázquez Barquero (2005),  desarrollo urbano y cambio institucional, de forma que así se completaba el cuadro.
La acumulación es estos dos grupos de elementos condujo a la elaboración de la segunda versión del marco teórico, que por primera vez tenía aspecto parecido a la versión final. La elaboración de todos estos esquemas, tanto los anteriores como los siguientes, la realicé con la ayuda de software específico de mapas mentales, en concreto la herramienta CmapsTools (IHMC.us).
 En esta versión 2.0. del marco teórico utilicé diversos colores con la intención de facilitar su interpretación. Así se distingue mejor, por un lado, a los agentes de los procesos; por otro lado, a los distintos momentos de estos procesos; y, finalmente (en la parte derecha), aparecen ordenados los otros elementos constitutivos del marco teórico, distinguiéndose los de un tono (teoría del desarrollo endógeno o “vazquezbarquerianos”) de los de otro (teorías estratégicas o “porterianos”).  
El proceso, en esta versión, aparece como una secuencia lineal, que tras ser revisado adolecía de una adecuada contextualización explicando “¿para qué?”, lo que en mi forma de pensar es una cuestión esencial. Tampoco explicaba bien el sentido de la promoción, por parte de las instituciones, de los factores de “estructura, estrategia y competencia de las empresas”, y “factores de producción”. Para dar solución a estas limitaciones, realicé la tercera versión (2.1, recibe este nombre porque no supone un cambio estructural relevante respecto de la 2.0, a diferencia de la siguiente, la 3.0, donde sí aparece un nuevo elemento estructural de retroalimentación muy relevante), versión que aparece a continuación. En esta versión 2.1 se incluyó la razón “determinan la competitividad de” (Porter, 1991), y una serie de vectores para explicar mejor la incidencia sobre los elementos estratégicos, así como una respuesta al “¿para qué?”, finalmente, hacen las instituciones lo que hacen: “para alcanzar mayor bienestar expandiendo las libertades y capacidades”. Esto facilita integrar la teoría de Sen (1995, 1999, 2008) con la teoría de recursos y capacidades (Wernerfelt, 1995, y Penrose, 1959) y con de la capacidad comunitaria (Backman y Smith, 2000), y también permite explicar de manera más precisa e interactiva el beneficio al sector empresarial.
Complementariamente, introduje un elemento destacado aparecido repetidamente en la literatura, el liderazgo (Feldstein, 1999), de acuerdo con lo que hemos analizado intensamente en el capítulo anterior (por ej. Mott Foundation, (2001), o Community Foundations of Canada, 2000).
La introducción de la explicación que devino en la aparición de un nuevo elemento del sistema (el “determinan la competitividad de”), tuvo, además de ser clarificadora, la virtud de hacer evidente que el proceso que trato de entender y a la vez explicar no es una secuencia tan lineal como parecía en un principio, sino que existen determinadas dinámicas que podríamos calificar como de retorno o iterativas, y que abren la vía a una versión más interactiva entre los agentes de los procesos propuestos. 
Con esta idea acerca de la interactividad muy presente, y con esta versión del marco teórico, proseguí el estudio empírico. Diversos informantes echaban en falta en el marco teórico ciertos elementos esenciales. Por un lado, no veían claramente presentes los objetivos y finalidades, o por mejor decir “la misión de la institución”, lo que contribuyó de manera decisiva, siguiendo el criterio de retroalimentación o mejora iterativa sobre la teoría inicialmente formulada (Grunow, 1995, y Yin, 2003), a que incluyera un nuevo elemento referente a la misión. Con este nuevo elemento llegué a la cuarta versión del marco teórico (3.0), en la que ya se establece claramente un flujo donde aparece esa misión de la organización llamada Institución Comunitaria, misión que en la perspectiva de Shaffer et al. (2006) se sintetiza en la potenciación de la capacidad comunitaria. De esta forma, siguiendo a estos autores, adapté la parte superior del gráfico, dedicada a la teoría de recursos y capacidades, a la especificidad del caso local, otorgándole además un carácter de ciclo dinámico, porque el refuerzo de la capacidad comunitaria y del capital social (Feldstein y Sander, 2001) conduce normalmente, como hemos visto, al aumento de la actividad filantrópica, y en consecuencia de las donaciones (Bekkers, 2003, cit. por Graddy y Wang, 2009), que a su vez refuerzan a la institución de la fundación comunitaria.     
Por otro lado, en la misma época apareció además como relevante el elemento de la confianza (Graddy y Wang, 2009) entre las herramientas de que dispone la institución para realizar su promoción del desarrollo local. Reparé en que (tal y como mencionaba un poco más arriba al explicar el proceso de construcción de la versión 2.0 del marco teórico) sabemos que las instituciones facilitan la interacción entre las empresas y los actores, y reducen el riesgo y la incertidumbre en los intercambios (Vázquez, 2005), y sin embargo este elemento de creación de confianza aún no aparecía expresamente en el esquema conceptual. Lógicamente, también fue incluido en la nueva versión 3.0.
En esta versión, finalmente, sustituí también el término “Instituciones” por “Instituciones Comunitarias”, ya que a estas alturas había llegado a la conclusión de que estaba utilizando un verdadero cuadro interpretativo que sirve no sólo para articular explicaciones teóricas, sino también para explicar las dinámicas que se pueden observar en el estudio empírico, en casos reales.   
Con estas modificaciones, me encuentro ya en condiciones de poder culminar la construcción de un modelo que describe cómo determinadas organizaciones de éxito reconocido en sus respectivas comunidades producen efectos beneficiosos sobre el desarrollo local. 

1      Aunque es conocido que la traducción original habla de “desenvolvimiento” económico, prefiero usar el término “desarrollo” .

2          El correspondiente a la fundación CEBI.