UNA COMPARACIÓN DEL USO DE REMESAS: URBANO VS. RURAL, NAYARIT 200-2004

UNA COMPARACIÓN DEL USO DE REMESAS: URBANO VS. RURAL, NAYARIT 200-2004

María de Lourdes Montes Torres (CV)
Gabriel Estrella Valenzuela (CV)
Eduardo Meza Ramos (CV)

Universidad Autónoma de Nayarit

Volver al índice

Las remesas  en México

 México es  un  país cuyo  fenómeno migratorio  muestra  características  muy particulares. Su vecindad con Estados Unidos, la potencia económica más importante del mundo, ha propiciado históricamente un constante flujo de personas hacia ese país en busca de empleo y un empleo mejor remunerado, así como la generación de redes migratorias familiares que mantienen la constancia en esos flujos migratorios.
De acuerdo con esto tenemos que las remesas fluyen al país de diferente manera tanto en proporción, ritmo y frecuencia, dependiendo de diversos factores entre los que destacan al igual que en otros países expulsores de fuerza de trabajo, las características sociodemográficas tanto de los migrantes como de los hogares receptores del mencionado recurso.

De acuerdo con la línea de investigación del monto de las remesas, se tiene que pese a la importancia que representan estas para la economía de nuestro país, el estudio de las remesas se ha visto limitado por las dificultades técnicas de su medición y por la poca información que vincula a los montos de remesas con las características sociodemográficas y económicas de los hogares receptores, siendo estas características un elemento que influye de manera directa en el envío de las remesas a nuestro país, como ya se había mencionado anteriormente (Corona, 1998).

Por otro lado, algunas de las bases de datos que han sido utilizadas en muchas investigaciones para conocer los montos de remesas son el Censo, la Encuesta Nacional de Ingreso Gasto (ENIGH), la Encuesta de Migración Internacional a la Frontera Norte (EMIF), la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (ENADID) y el Banco de México entre otras. Debe recordarse que,  por su propia naturaleza,  estos datos están siempre subestimados dada la proporción de envíos canalizados por medios informales, como por ejemplo a través de algún familiar o amigo, o en otros casos las que traen consigo los propios migrantes y de los cuales no se tiene ninguna cuantificación.

Como hemos visto, la región tradicional de migración en nuestro país  es y ha sido la que recibe el mayor monto de remesas lo que resulta lógico pues es la que ha presentado una mayor emigración hacia los Estados Unidos. Sin embargo a lo largo y ancho del país cada vez es más el número de familias que se ve inmerso en el fenómeno migratorio, no obstante los acontecimientos suscitados en el 2001, que tuvo como  consecuencia  el reforzamiento de la frontera, el flujo de migrantes no se ha detenido y de la misma forma ha sucedido con las remesas. Esta tendencia ha continuado así hasta el penúltimo lustro,  pues la economía del país no ha sido muy favorable para las familias lo que hizo que el flujo de migrantes aumentara  día con día.

Por otra parte y como se ha mencionado, de acuerdo con la Encuesta de Ingreso Gasto de los Hogares (ENIGH 2000) el número de hogares receptores de remesas  ha ido incrementándose. El flujo de remesas representa cerca del 40% del monto global del ingreso total. De tal manera que se vuelven un factor importante en la economía de los hogares receptores, por lo que un contratiempo en el envío de esta transferencia, convierte a los hogares en altamente vulnerables.

La tendencia al crecimiento en el flujo de remesas que llegan a nuestro país es muy clara. Podemos visualizar también algunas características sociodemográficas  y económicas principales de los hogares receptores de remesas a través de algunos indicadores recabados con base en la ENIGH (Castro y Tuirán, 2000) como son: proporción de hogares sin jefe presente,  tenemos un 25%;  en cuanto a la relación de masculinidad, tenemos que esta es de 73.8% es decir hay 74 hombres por cada 100 mujeres, lo que demuestra la mayor participación de los hombres en el proceso migratorio; la relación de dependencia económica es de 108, mientras que en los hogares que no reciben remesas esta relación es de 75, lo que nos indica que los jóvenes en edades productivas son quienes migran la mayoría de las veces y también la  importancia que  tiene el flujo de remesas  para el sostenimiento familiar.

Entre los indicadores que nos muestran un poco más a fondo las características de los hogares receptores de remesas, tenemos algunos que se refieren a los individuos que reciben remesas, como son: la distribución por grupos de edad, donde el 70% tienen entre 20 y 54 años. En cuanto al sexo, el 70% son mujeres, la mitad de esta población forma parte de la población económicamente activa, entre otros.

A continuación  se presenta  el  cuadro no. 2, que nos muestra el porcentaje de los hogares receptores de remesas en nuestro país para el año 2000. Y donde podemos observar la importancia que representan estas en el ingreso de las familias mexicanas.

Las diez entidades con mayores porcentajes de hogares receptores de remesas son los estados de Zacatecas, Michoacán, Durango, Nayarit, Guanajuato, San Luis Potosí, Guerrero, Jalisco, Colima y Aguascalientes; porcentajes que fluctúan entre el 13.03%  y el  6.69%. Estos estados pertenecen a la región  tradicional de migración.

Destaca en el cuadro como Morelos e Hidalgo tienen un porcentaje de hogares receptores de remesas por encima de la media nacional que es de 4.35%, y es importante principalmente porque estos estados se encuentran incluidos en lo que se ha denominado la región emergente de migración.
 Es interesante también  el caso de Chiapas que es uno de los estados del país con altos índices de marginación, ocupando a nivel nacional el número uno (CONAPO, 2000), y donde las remesas tienen uno de los porcentajes más pequeños de hogares receptores de este recurso, lo que muestra que el fenómeno de la migración no siempre está relacionado con la búsqueda de un mejor bienestar económico o bien que los costos de migrar son tan altos, que no permiten que la migración se de en forma masiva en esta entidad federativa y por lo tanto los hogares no pueden disfrutar del llamado efecto positivo de la migración.

 En los últimos años las remesas familiares han aumentado su participación en las cuentas externas del país, principalmente en la balanza de pagos. Podemos ver en la gráfica siguiente el comportamiento de las transferencias mencionadas: 
Este aumento en las transferencias monetarias que llegan al país,  parece deberse principalmente a la mejor cobertura de los registros que se han tenido de ellas así como al auténtico crecimiento en el monto de las remesas.
 Para el año 2000,  el Banco de México realizó un esfuerzo por aumentar y mejorar la cobertura de los datos sobre las remesas familiares. Por su parte los intermediarios financieros hicieron lo suyo para mejorar los registros de remesas. Posteriormente en octubre de 2002, el Banco de México emitió reglas para fortalecer las estadísticas de las remesas familiares. Se instruyó a las empresas que se dedican a los servicios de transferencias de fondos a registrarse en el Banco de México y proporcionar la información sobre los flujos de remesas hacia nuestro país clasificadas por entidad receptora.
Con lo anterior se pretendía estandarizar la información, crear un registro de las empresas que participan en el mercado de las remesas familiares  y tener información de calidad sobre las remesas familiares,  tanto a nivel nacional como estatal (Banco de México, 2007); lo  mencionado lo observamos en la siguiente gráfica.
México logró escalar a la primera posición mundial, en lo que respecta a recepción de remesas, como lo podemos ver en el cuadro no. 3:
De esta forma,  la exportación de fuerza de trabajo se ha convertido en uno de los mayores factores de estabilidad económica y  social, en un país que, como México, mantiene a 11 millones de personas en edad laboral, una cuarta parte de su población económicamente activa (PEA) en la economía informal, mientras otros 3.5 millones están ''subocupados'', según informes del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI).
De acuerdo con estimaciones oficiales, se calcula que cada año el número de mexicanos que cruzaron la frontera va de 400 mil a 500 mil, durante el gobierno del presidente Vicente Fox, lo que explica el aumento en el volumen de las remesas familiares, así como también lo explica el hecho de que esos recursos se mueven cada vez más por canales formales y a través del sistema financiero, lo que permite llevar un mejor registro del volumen (Lozano, 2003).
En un estudio titulado Implicaciones económicas de las remesas y la migración, el Banco Mundial estableció que, en el caso de México, las remesas han contribuido de manera importante a reducir la pobreza. Representan el 15 por ciento del ingreso per cápita en las zonas rurales; también, de acuerdo con el estudio, son responsables del total del capital en 20 por ciento de las empresas pequeñas en las zonas urbanas, proporción que aumenta a un tercio en los 10 estados con mayor migración a Estados Unidos (BM, 2006).
Aproximadamente el 25% de la población mexicana se beneficia de los ingresos de remesas, éstos envíos se dirigen principalmente a Guanajuato, Zacatecas, Jalisco, San Luis Potosí y Michoacán. De la misma manera, cuando los migrantes regresan a visitar sus lugares de origen propician que se expanda el turismo local así como sectores relacionados con los medios de transporte o los alimentos que consumen, entre otros;  beneficiando entonces no solo con los recursos que envían sino con los beneficios económicos que generan al realizar sus gastos (Salles Saint, 2004).

De acuerdo con los datos anteriores, podemos observar  la importancia que estas divisas representan para las familias mexicanas así como para la economía regional, es necesario hacer notar que las remesas se distribuyen a lo largo del territorio mexicano de manera desigual según la zona urbana o rural a donde estas llegan.

De acuerdo con Binford (2002), las remesas contribuyen a estructurar la actividad económica local de modo tal que la incidencia de la emigración descienda. Es decir, las inversiones de las remesas proveen la base para condiciones de trabajo humanas y un nivel de remuneración suficiente para sostener un modo de vida digno, solo así puede decirse que las remesas contribuyen al desarrollo económico de la región.

Por otro lado, es necesario mencionar que el solo hecho de recibir las remesas y gastarlas en la región, donde estas llegan, crean los llamados efectos multiplicadores pues reactivan la economía de toda la región, aunque se tiene que señalar también que si estas se utilizan en la compra de bienes importados los beneficios que tendría una región  al recibir una cierta cantidad de remesas no se presentaría en la misma proporción.

En ese mismo sentido, es necesario comentar que los migrantes por si mismos muy difícilmente podrían realizar inversiones productivas pues los ingresos que reciben por su trabajo, aunque bastante buenos con respecto a lo que recibirían en sus lugares de origen, no alcanzan para vivir en Estados Unidos de una manera holgada y además todavía llevar a cabo este tipo de acciones. Esto sin embargo, no quiere decir que ningún migrante pueda hacerlo, por supuesto que existen las excepciones.

Sin embargo, parece ser que una de las maneras en que esto parece posible es a través de las organizaciones transmigrantes, como son los clubes de oriundos, los cuales entre sus muchas acciones han realizado obras en beneficio de sus lugares de origen. De esta manera, el impacto de las remesas en las comunidades receptoras, en especial las llamadas remesas colectivas y su uso productivo son: la inversión para la generación de empleos, el mejoramiento de la infraestructura urbana y servicios y la capitalización de proyectos comunitarios (CESOP, 2004).  Autores como Goldríng (1999) y García Zamora (2000) señalan a este tipo de remesas como un subsidio al gasto público. 

De esta forma, organismos internacionales como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), Banco Mundial, entre otros, han planteado diferentes estrategias y programas, como resultado de diferentes conferencias y foros internacionales que han abordado esta preocupación de potencializar el uso productivo de las remesas, también como consecuencia de la iniciativa de los propios migrantes mismos que  a través del envío de las remesas colectivas han invertido por cuenta propia estos recursos en sus comunidades de origen (CESOP, 2004).