INTELIGENCIA EMOCIONAL

INTELIGENCIA EMOCIONAL

Miguel Mauricio Cueva Estrada
Universidad de Guayaquil

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UNIDAD CUATRO: INTELIGENCIA EMOCIONAL

En 1924 el fisiólogo suizo, Walter R. Hess, manifestó la enorme importancia del hipotálamo. Este mismo científico, quien años mas tarde ganaría el Premio Nobel, comenzó insertando tubos delgados dentro de los tallos cerebrales de los gatos, a través de los cuales inyectaba pequeñas dosis de productos químicos. Esto producía cambios extraordinarios en el comportamiento de los animales, como si hubieran dado en el centro de sus emociones.

Asombrado por lo que había descubierto, comenzó a estimular eléctricamente la misma área, mediante cables muy delgados pero rígidos que estaban completamente aislados, excepto en la punta, envió una corriente eléctrica débil hacia el hipotálamo del gato. Esto, también provocó cambios dramáticos de gran variedad. Estimulando un punto determinado, podía hacer que el gato se comportara como amenazado por un perro.  

Lo que pudo observar era que los animales, escupían, resoplaban o gruñían, sus pupilas estaban dilatadas, echaban sus orejas hacia atrás o realizaban movimientos hacia delante y hacia atrás  adelante y atrás, con obvias intenciones e ahuyentar a su enemigo. Cuenta el científico que el gato estaba tan furioso que lo atacó. La estimulación en otros puntos, sólo a milímetros, les cambiaba el ritmo de la respiración, la presión sanguínea, los hacía comer, beber o vomitar, los excitaba sexualmente o los hacía dormir.

Se considera al  hipotálamo como tan poderoso y complejo que se lo ha determinado ‘un cerebro dentro del cerebro’. Regula todo el sistema nervioso autónomo, y por lo tanto el medio ambiente interno del cuerpo, incluyendo su temperatura, balance químico, sus apetitos, como así también las emociones. Este científico relata que no tuvo confianza en las técnicas existentes sobre la exploración cerebral, en la que los investigadores sostenían los electrodos en sus propias manos. Si el mover un electrodo un milímetro podía provocar diferencias tan extremas en el comportamiento, el sistema manual era demasiado inexacto. También requería que los sujetos estuvieran físicamente restringidos o anestesiados a lo largo de todo el experimento para que yacieran totalmente inmóviles, impidiendo cualquier reacción normal.

En vez de eso, Hess ubicó los electrodos dentro de los cerebros de los gatos y los dejó allí, unidos a un terminal fijo en la piel que cubre el cráneo. Demostró que una vez terminada esta operación, los gatos se comportaban normalmente. Luego conectó cables flexibles a los terminales de sus cabezas y conectó éstos con unos instrumentos suspendidos del techo, permitiendo que los gatos se movieran de un lado al otro como atados por una correa. De esta manera podía estimular el cerebro tan frecuentemente como quisiera, siempre en el mismo punto exactamente, mientras los gatos estuvieran activos y conscientes. Además, luego de haber finalizado sus pruebas, podía estudiar los cerebros bajo un microscopio para determinar con precisión dónde habían estado los electrodos.

Nadie podía dudar de la evidencia de Hess: cuando estimulaba ciertas partes del hipotálamo de los gatos, éstos reaccionaban airadamente. Pero, ¿significaría esto que los gatos estaban realmente enojados? Muchos científicos sostenían que no. Aunque sabían que la estimulación eléctrica de la corteza cerebral podía producir movimientos físicos, éstos eran considerados como respuestas puramente mecánicas.

Las emociones eran una cosa diferente, mucho más privada, más próxima al alma. Cuando uno se enoja, toda la persona está afectada. Seguramente las emociones no se podían localizar o impulsar en el cerebro tan simplemente como el movimiento de un pie. Por lo tanto, sus colegas sostenían que lo que Hess producía con su estimulación cerebral, era únicamente un fingimiento de cólera o temor, solamente la manifestación física de la emoción, no la emoción en sí.

Sin embargo, a principios de la década de 1950, Hess parecía estar justificado. Para entonces, nuevas técnicas para la implantación de electrodos más delgados, muchos de los cuales podían ser implantados simultáneamente en un solo cerebro, llevaron a un nuevo resurgimiento de experimentos mediante la estimulación del cerebro.

Repentinamente un grupo de investigadores de la Universidad de Yale informaron haber encontrado algunas áreas del cerebro donde la estimulación producía ya sea temor o dolor, mientras un joven americano que trabajaba en la Universidad McGill de Montreal descubrió que podía generar placer artificial.

El experimento de Yale comprendía algunos gatos muy hambrientos con electrodos en sus cerebros. Se les ofrecía comida y corrían hacia ella, pero tan pronto comenzaban a comer, una corriente estimulaba ciertos puntos de su tálamo, que se encuentra justo encima del hipotálamo, y otras estructuras profundas. Los gatos dejaban la comida inmediatamente, como si hubieran sido picados por ella, y retrocedían. Después de varios intentos, la eludía, a pesar del hambre que tenían.

Otros gatos igualmente hambrientos que eran estimulados en distintas partes del cerebro parecían momentáneamente indiferentes a la comida, pero un segundo más tarde, iban hacia ella.

Si animales hambrientos aprendían a apartarse de la comida porque va apareada con una clase de estimulación cerebral, esa estimulación debe ser poderosamente desagradable. No puede haber nada fingido en esa sensación. De este modo el doctor José Delgado, un fisiólogo que trabajaba con los psicólogos Warren Roberts y Neal Miller, demostró en 1954 que el dolor verdadero puede producirse mediante una estimulación eléctrica del cerebro.

ORIGENES  Y  DEFINICIÓN

Nos hacemos la pregunta ¿De donde nace el concepto de la inteligencia emocional? Para contestarla debemos remontarnos a unas décadas atrás, hasta encontrar su inicio en uno de los disidentes de la escuela psicoanalítica, Otto Rank, el mismo que se distanció de las enseñanzas teóricas de su maestro, Sigmund Freud, y dijo en 1938 en una conferencia en la Universidad de Minnesota: ‘He aprendido de mi propia experiencia que el proceso terapéutico es, básicamente, una EXPERIENCIA EMOCIONAL, que tiene lugar con independencia de los conceptos teóricos del analista. (...) He aquí la definición de la relación personal, expresada en términos sencillos: UNA PERSONA AYUDA A LA OTRA A DESARROLLARSE Y A CRECER, sin manipular demasiado la personalidad del otro individuo’.  

La Inteligencia Emocional, es un término acuñado por dos psicólogos de la Universidad de Yale, llamados Peter Salovey y John Mayer  y que posteriormente fue difundida mundialmente por el psicólogo, filósofo y periodista Daniel Goleman. Este investigador presenta resultados y propuestas de las investigaciones que ha llevado a cabo sobre el tema del manejo conciente de las emociones en el ser humano.

Su conjetura nos habla de la armonía que debe de existir entre la mente emocional que es la que siente y la racional que es la que piensa. Alega que individuos con un elevado coeficiente intelectual tienen dificultades para triunfar profesional y socialmente, por otro lado, aquellas que tienen un coeficiente intelectual modesto, se desempeñan sorprendentemente bien en sus diferentes facetas de vida, la diferencia suele estar en el autodominio, la persistencia y la capacidad de motivarse uno mismo. Orienta su análisis desde varios puntos como son: el físico, el científico y el psicológico. Desde el punto de vista científico explica que "la amígdala" una estructura interconectada en el tronco cerebral, es la especializada en los asuntos emocionales, si queda separada del resto del cerebro, produce ceguera afectiva. Goleman asegura que la habilidades para desarrollar la inteligencia emocional se pueden enseñar a los niños y ofrece estrategias para mejorar actitudes en los adultos.

Tomamos de las declaraciones del mismo Goleman, para parafrasear lo que manifestó en una entrevista realizada en Argentina en 1999, donde deba su punto de vista sobre la importancia de la IE. Goleman no piensa que el coeficiente intelectual no importe, pero no cree que tenga toda la importancia que puede pensarse. Resalta su importancia en términos del trabajo que podemos conseguir y mantener, citando como ejemplo, que hace falta un coeficiente intelectual alto para ser ingeniero y quizá no tan alto para otros campos del trabajo,  es condición necesaria pero no  suficiente y peor aún un elemento de predicción certera, respecto de lo bien que a una persona le puede ir en el trabajo.

Este hecho depende de la Inteligencia Emocional: si tiene confianza en sí mismo e iniciativa, si puede adaptarse bien, si está motivado, cuán bien puede percibir cómo reaccionan los demás ante él y trabajar con las demás personas de manera eficiente (ya se trate de clientes o compañeros de trabajo). Pone como ejemplo también a los trabajadores-estrellas y los trabajadores medios, la inteligencia emocional tiene una incidencia dos veces mayor que el coeficiente intelectual. Para el liderazgo, la Inteligencia Emocional es el 90% de lo que separa a las estrellas del promedio”. Según él, los empleadores lo tienen presente cuando uno se postula para un trabajo, especialmente en una gran empresa. Y agrego que la gente con inteligencia emocional que busca trabajo lo consigue más rápido y mejor.

Lo que manifiesta Goleman para esta entrevista no solo se aplica al trabajo, sino a todas las etapas de formación y ámbitos de desempeño del ser humano, es así como para Goleman, la Inteligencia Emocional es aplicable también a la escuela, entiéndase por escuela a todas las fases de formación del ser humano; fundamentado en que el desarrollo de las aptitudes emocionales en los chicos garantiza menores índices de violencia, drogadicción y abandono escolar mientras que eleva notablemente el rendimiento académico.

El mismo Góleman termina expresando “Es que el camino para salir de la pobreza es la educación. Si se puede hacer algo para ayudar a chicos pobres para que sigan en el colegio más tiempo se estará haciendo algo muy positivo para mejorar su posición en la vida”.  

Quevedo Jaime 2000, en su libro Crianza con inteligencia emocional, define a la IE como: “la capacidad de percibir las emociones que ayudan al pensamiento para entenderlas, sopesarlas y para adquirir el conocimiento emocional, para regularlas reflexivamente y promover el crecimiento emocional e intelectual” P28. Definida de esa forma, la inteligencia emocional es una integración del cerebro racional con el cerebro emocional.

Otro autor ANÓNIMO la define como: “La capacidad de aplicar la conciencia y la sensibilidad para discernir los sentimientos que subyacen en la comunicación interpersonal, y para resistir la tentación que nos mueve a reaccionar de una manera impulsiva e irreflexiva, obrando en vez de ello con receptividad, con autenticidad y con sinceridad.
Cris Bolivar, define a la inteligencia emocional desde una perspectiva más empresarial como “ la capacidad para captar las emociones de un grupo y conducirlas hacia un resultado positivo. Talento  que  se puede aprender y cultivar en las organizaciones y es tarea de cualquier persona, determinar si posee dichas aptitudes.

En pocas palabra para el la IE, es la capacidad de: sentir, entender, controlar y modificar estados anímicos propios  y ajenos. La inteligencia emocional establece el modo en que nos relacionamos y entendemos con el mundo.
 COMPONENTES DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL

Según el autor Oscar Javier Salinas en su publicación “Componentes de la inteligencia Emocional”, afirma que está constituida de los siguientes componentes:

Autoconciencia: Salinas dice que en algunas ocasiones nos cuesta ser honestos con nosotros mismos, en aspectos que sabemos debemos mejorar y no lo reconocemos. Hace esta observación para referirse a la habilidad de reconocer y entender nuestros estados de ánimo, nuestras emociones, y su efecto en las personas que nos rodean. Así mismo la autoconciencia es lo que nos dice a donde vamos y en base al realismo fijarnos metas alcanzables. Nos permite también reconocer nuestros errores y nos llena de cautela al realizar una labor.

Autorregulación: es muy importante también, poder tener control de nuestros impulsos, emociones y lógicamente a pensar antes de efectuar cualquier actividad. Al enfrentar una situación desagradable donde lo más probable es que se produzcan reacciones de histeria, la autorregulación hace que pensemos antes de proceder, determinemos las causas de error cometido, factores que influyeron en el fracaso y cuáles mejores alternativas de solución.

Motivación: el ser humano no solo considera como elementos motivadores al dinero o la consecución de estatus, también para él, es importante trabajar y sentir gozo ante una meta finalizada. La pasión por su trabajo, el deseo de aprehender algo nuevo cada día, así como otros elementos motivadores son los que impulsan al ser humano a la consecución de un objetivo.

Empatía: considerar los sentimientos de otros y saber tratar a las personas, según las reacciones que éstas puedan tener, en ciertas situaciones, saber cómo decir las cosas y cómo proceder al percibir y entender el punto de vista de cada una de las personas, enfrentando situaciones problemáticas.

Habilidades sociales: es la capacidad de manejar las relaciones con los demás.

DESARROLLO DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL

Salta a nuestra mente la pregunta, ¿ Se puede desarrollar la IE?, ¿Qué podemos hacer para que la IE se desarrolle?, ¿Es suficiente con transmitir las nociones?, ¿qué ha de tener un programa de inteligencia emocional para que tenga éxito?

Según la escritora Cris Bolívar, una herramienta clave y por ende que debe ser empleada en todo programa para el desarrollo de la inteligencia emocional son los talleres de inteligencia emocional. La clave del éxito del desarrollo de la inteligencia emocional se encuentra en el propio desarrollo personal, en el esfuerzo de cada uno, a su ritmo y desde la introspección, la toma de conciencia y la voluntad de cambio y mejora continua de cada una de la personas. Si se quiere gestionar  y dirigir el desarrollo de la inteligencia emocional es necesario facilitar un clima de confianza y apertura, elevar el nivel de conciencia y auto-conocimiento de cada individuo meta e incrementar su motivación. Cris Bolivar continúa relatando que en los talleres de inteligencia emocional, se debe emplear una metodología vivencial y participativa con la finalidad de crear un espacio de reflexión y conocimiento de las áreas que cada participante deberá "trabajar" en sí mismo para alcanzar sus objetivos dentro del marco de las necesidades de su vida personal, estudiantil o profesional.

Para la consecución de su intención, que es desarrollar la inteligencia emocional, los objetivos deben estar muy bien definidos y hallarse dentro del área de la inteligencia emocional. Además es muy importante que  sean guiados por expertos en el área, desenvolviéndose en un clima de confianza, apertura y sinceridad, buscando la introspección, la reflexión y la toma de conciencia. Y es que, como bien se evidencia en la propia esencia de la inteligencia emocional, las emociones son el motor de cualquier acción. si no utilizamos métodos que contacten directamente con el interior y el "corazón" de las personas difícilmente lograremos provocar cambios en ellos, o en nosotros mismos, por eso, cualquier programa bien estructurado que pretenda incidir sobre las actitudes y conseguir energía para el cambio y la mejora, debe contar con talleres de inteligencia emocional.

En las últimas décadas se ha ganado mucha experiencia y acumulado mucha información, que permita sentar fundamentos para creer que el desarrollo de la inteligencia lógico-matemática y racional son suficientes para alcanzar la realización personal ni la felicidad futura.

De acuerdo con los que expresa Jaime Quevedo, la calidad del ser humano se encuentra dada en pequeña medida por las competencias intelectuales y en su mayoría, se debe, nos dice este investigador, a un serie de cualidades cobijadas bajo el término inteligencia emocional.

Quevedo, en su libro Crianza con inteligencia emocional, hace referencia que el coeficiente intelectual de las nuevas generaciones ha crecido en 24 puntos con relación a las de inicio del siglo pasado, tomando como referencia un estudio realizado por Goleman.  La lógica de este aumento, se fundamente en la mejor salud, alimentación, cobertura de salud pública, oportunidades educativas, materiales de apoyo didáctico más eficientes, etc. Pero por el contrario, no se ha aprendido a enseñar a las nuevas generaciones a ser felices y buenos.

Las capacidades emocionales están asociadas con la inteligencia , por lo tanto los mejores seres humanos las posee en un alto grado.

La competencia emocional, calidad humana, se basa en la adquisición de cinco elementos: autoconciencia o autoestima, motivación, autocontrol, confiabilidad  y empatía, que son los que determinan cómo nos comportamos nosotros mismos.

La autoestima: nos ayuda en el análisis interior para conocer nuestras capacidades personales, los recursos disponibles, nuestras fortalezas y debilidades que refuerzan o minan nuestra capacidad de actuación o decisión.
           
            La motivación: es la tendencia a moverse  hacia, o fuerza emocional que nos impulsa a proseguir detrás de metas , no importa  que tan alcanzables puedan ser.

            El autocontrol: nos da la capacidad suficiente para mantener controladas nuestras emociones, diseñar ventajes temporales y posponer logros para obtener mejores ventajas en el futuro; igualmente nos permite dominar impulsos y sentimientos negativos para evitar situaciones desagradables.

            La confiabilidad: se refiere a los estándares de honestidad e integridad que proyectamos a nuestros semejantes.
           
            La empatía: es la conciencia que adquirimos en relación con los sentimientos, las necesidades y preocupaciones de los demás. Es nuestra capacidad para meternos en los zapatos de nuestros semejantes, experimentar su problemas y ayudarlos  a sortear sus problemas y a solucionar sus necesidades.

            Estos cinco elementos discutidos, nos permitan a la vez conocernos a nosotros mismos y a entender el comportamiento de los que nos rodean incluidos nuestros hijos.

            El ser humano que logre adquirir estas capacidades para saber qué emociones está sintiendo y por qué; es capaz de establecer vínculos entre sus sentimientos y lo que hacen y dicen los demás, puede reconocer como sus sentimientos negativos afectan su rendimiento y encontrar los medios de someterlos, adquiere conciencia crítica que guía sus valores y su metas.

IE DESDE LA PESPECTIVA DE LOS PADRES DE FAMILIA

Ellos  se encuentran profundamente necesitados de buenos conocimientos afectivos, sino también porque son los principales  y más integrales formadores de sus hijos. Si  observamos la curva del desarrollo del  niño a la adultéz veremos  que el mayor impacto descansa en sus primeros años bajo la influencia afectiva de sus padres y familia. 

Pero ¿cómo es un niño educado  por padres afectivamente competentes?
                     
No es difícil describir al “ niño  educado “ independientemente de los rasgos personales que pueda tener,  se observa en él a primera vista  su actitud atenta, su interés  y por lo que ocurre a su alrededor, su preocupación por las personas  que le rodean,  su responsabilidad y sus buenas maneras.

En un trato más cercano  y personal se evidencia fácilmente sus cualidades de generosidad  y prudencia,  al igual que circunstancias de prueba moral y  adversidad emergen  su sinceridad, coraje y el honor.  Todos los padres quisiéramos  haber educado un hijo  que se ajuste a esa descripción; todas las sociedades  tienen como ideal y ejemplo  a este niño, cuyo modelo  anima a ser  el producto de los esfuerzos educativos  de padres, maestros y naciones; prueba de ello es el innegable  placer que se siente cuando experimentamos la presencia  de uno de estos niños; por sencillo y leve que sea  el contacto nos deja indeleble  el sabor de la   nobleza  humana y nos devuelve, aunque sea en forma momentánea, nuestra esperanza en el  futuro.

Para solventar lo anteriormente expuesto surge otra interrogante: ¿ somos los padres de ahora  afectivamente competentes para educar a sus hijos?

Lamentablemente frente a un modelo  ideal de “ niño educado “ enunciado              anteriormente, podemos afirmar que  un gran número de padres, sobre todo occidentales, no han desarrollado  las habilidades afectivas  necesarias para educar a sus hijos, siendo  para estudiosos y filósofos ésta una de las  principales causas  de la decadencia que  vive nuestra civilización.   

Pero ésta respuesta debe buscar   consistencia en su argumentación  por lo que Beatriz Moreno de Vaca, en el Congreso de Pedagogía Conceptual, sobre Inteligencia Emocional, realizado en Colombia el primero de Marzo del 2002, expresa a continuación los principales factores que intervienen  de este fenómeno etno-cultural que tanto afecta  al proceso  de humanización del hombre.

  • La influencia del movimiento del potencial humano, liderado por idealistas, creyentes  en la bondad  inherente en los niños, que  ponderan  la libertad y la  autorealización y que  inconscientemente  conducen  al niño a la vulnerabilidad  y al egoísmo.
  • La configuración de una ética “ centrada en el niño “  que a rodeado  de un marco  de indulgencia a la educación  infantil permitiendo  la multiplicación de doctrinas  “ permisivas  y corrientes de motivación   “ atrayente “  que han convencido  a los padres  a desmantelar  la tradicional y saludable  disciplina del hogar.
  • El inadecuado manejo de la polarización de las tendencias educativas  de “ permisividad “  y  “ autoritarismo”, la misma que ha dado fundamento  a  que los  prejuicios, adopten  una falsa  apariencia de principios, y el desmantelamiento  del principio de autoridad, que se a  constituido  en el nutriente de la corrupción.
  • El error cometido  por los defensores  de la educación permisiva al haber  descompuesto  el tablero emocional  infantil, mitificando las emociones  positivas  y satanizando las emociones negativas.  Es así como sin beneficio  de inventario  se han proscrito al miedo, la vergüenza  y la culpa, potentes emociones  formadoras.
  • La novedosa  y bien  intencionada producción  de libros  de  grandes autores como Benjamín Spock  para que los padres  aprendan  con su  lectura a educar  a sus  hijos, se convirtieron   Best Sellers  pero su concepción teórica es una franca negación  de la psicología  profunda y el desconocimiento  de una naturaleza  humana que gira ente lo positivo  y negativo.  
  • La presencia de  un movimiento  originado en la postguerra, que se ha robustecido en los últimos 25 años, que entre uno de sus principios propone románticamente evitar el castigo infantil para todo, excepto para la conducta extraordinariamente mala.  Tendencia ésta que rompe los saludables limites emocionales de los niños en sus primeros años y les impide asumir su “ sentido de realidad “ y su “ socialización primaria”, dejando la tarea acumulada para la escuela.
  • La ventajosa pesca de las trans nacionales de farmacéuticos en el río revuelto de la educación social y afectiva actual, ha beneficiado  la exorbitante comercialización de medicamentos tranquilizantes, antidepresivos, etc.  Esta tendencia se ha convertido en una práctica de atención  común en ausencia de otra mejor  profesional y seria, considerándosela al momento en el mejor medio disponible para tratar las nuevas patologías y mal formaciones del alma infantil y adolescente.
  • El enorme y eficiente poder educativo de la televisión cuyos métodos seductores y convincentes de enseñanza, develan impúdicamente  todos los misterios de la vida humana convirtiendo a los niños en cínicos bien informados que miran sorprendidos la ingenuidad de sus padres.
  • La notoria perdida  de la feminidad, producto de la disociación de los roles de hombre y mujer, que se ha configurado en la sociedad occidental que  a enervado una pugna de poder que se ventila en el hogar, el la escuela, en el trabajo y en la sociedad en general.

Todos los padres quisiéramos poseer las habilidades necesarias  para formar  “ niños educados “  y vivimos a lo largo  de nuestro  desempeño paternal, la ansiosa  búsqueda  de los caminos que nos conduzcan a moldear  de la mejor  forma  la infantil cera del corazón  de nuestros hijos.  Bien podría  yo ceder a la tentación  de seguir   hilo poético  del discurso y mencionar emotivamente  algunas frases   enternecedoras, pero el método de la  pregunta exige  respuestas  claras y concretas,  por lo tanto enumeraré   las fundamentales habilidades  que conforman la capacidad de un padre a ser afectivamente   competente.

  • Regirse por sus “principios” combatiendo permanentemente sus “ prejuicios”.
  • Promover en el hijo  la “ certeza” de su  amor.
  • Identificar su propio “principio de realidad“, para promoverlo  en su  hijo de acuerdo  a los niveles de  adecuación del pequeño.
  • Interpretar autoridad bajo el significado etimológico de “ ayudar a crecer ”.
  • No cambiar su rol de padre por el de  “ el mejor amigo de sus hijos “.
  • Ayudar  a su pequeño a afrontar  constantemente la  violencia propia y ajena.
  • No ceder a la tentación  de cambiar su “ rol parental”,
  • Enviarlo a la escuela para que ésta le “ ayude ” a completar su tarea y no que  “ le dé haciendo la tarea”.
  • Conocer sobre los altos poderes educativos de la televisión y temerla.
  • No apabullar el potencial erótico de su hijo con una “ incompetente “ educación sexual.
  • Ayudarle en forma permanente y sincera a diferenciar el bien del mal.

Sin duda las respuestas que se obtengan a estas y otras interrogantes similares, tienen profunda relación con la pedagogía, los procesos psicológicos  infantiles, la ética, la moral y hasta la política;  pero el interés fundamental que nos mueve es motivar a los padres a un incremento de su propia “ noción de   realidad “ con la que puedan intervenir en forma positiva y alentadora en el desarrollo afectivo de sus hijos, neutralizar conductas familiares disociadoras, fomentar las virtudes esenciales de coraje, generosidad y prudencia y proyectando  a la escuela y la sociedad ciudadanos  nobles y comprometidos.  

PORQUE LOS EDUCADORES DEBEMOS PREOCUPARNOS DE LA  IE

Se ha puesto a pensar en algún momento , ¿Por qué algunas personas brillantes en su estudio y de grandes habilidades no funcionan cuando de liderar un grupo se trata? o ¿por qué algunas otras sin ser tan brillantes logran ser reconocidas como personas líderes y de grandes aptitudes para ejercer posiciones de mando?.

Hoy en día no sólo es importante saber más y mejor las cosas. Si se quiere ser un líder exitoso, se debe tener una excelente Inteligencia Emocional. Las empresas no solo quieren gente con equilibrio cognoscitivo sino también con equilibrio emocional.

Es aquí donde ingresamos los educadores. Se acabó el tiempo en que pensábamos que solo  los más inteligentes eran los que tenían asegurado su futuro, y dejábamos de lado a aquellos que aún cuando tenían bajas calificaciones, sacaban a relucir m{as su lado emotivo.

Actualmente la búsqueda y selección  de personal por parte de la empresas, se basa tanto en sus nociones, como también en la capacidad de entender a sus compañeros de trabajo y buscar el desarrollo de un ambiente laboral positivo, donde no existan disputas y el trabajo se desarrolle mejor. Este esfuerzo, tiene como objetivo de importancia, tener individuos comprometidos, optimistas, alegres y encargados de generar un excelente clima laboral.

Este debe ser el objetivo del sistema educativo, formar individuos con sólidos conocimientos, pero desarrollando también la parte expresiva y afectiva, por lo menos eso es lo que desean las nuevas empresas.

LAS CUATRO ETAPAS DEL APRENDIZAJE

El aprendizaje de una habilidad tiende a seguir cuatro etapas generales. Mientras lee estos párrafos, piense de qué manera el aprendizaje de una habilidad, como la de conducir, encaja en este marco.

La primera etapa recibe el nombre de INCOMPETENCIA INCONSCIENTE : no sólo ignora usted lo que ha de hacer, sino que tampoco tiene ninguna experiencia de ello. Esta es la etapa de la ‘ignorancia dichosa’. Para un niño, la conducción de un coche es un misterio.
La segunda etapa es la de la INCOMPETENCIA INCONSCIENTE. Ha empezado usted a hacerlo y no tardan en surgir los problemas. Esta etapa exige toda su atención consciente. Es la más incómoda, pero también es la etapa en que más aprende. Puesto que es incómoda, resulta importante que los formadores apoyen plenamente a los alumnos y les expliquen que esa incomodidad es señal de que están aprendiendo. Si la etapa de la incompetencia consciente se hace demasiado larga o demasiado incómoda, los alumnos pueden desalentarse, y por eso es importante dividir la habilidad en fragmentos manejables.

A continuación se llega a la etapa de la COMPETENCIA CONSCIENTE, en la que es usted capaz de hacerlo, pero aplicando atención y concentración.

Por último, está la etapa de la COMPETENCIA INCONSCIENTE. La habilidad se convierte en una serie de hábitos automáticos y su mente consciente queda en libertad para escuchar la radio, mirar el paisaje o mantener una conversación mientras usted conduce. El conocimiento, como vemos, no significa sólo acumulación de información, sino competencia para la acción.  

Lo primero es mantener un buen trato hacia las demás personas y hacia nosotros mismos, mirar siempre las situaciones en las que nos encontremos con total positivismo, expresar y defender nuestras ideas estando siempre abiertos a las críticas (constructivas, claro está), tener un nivel de tolerancia ante posibles escenarios de cambio y sobre todo, afrontar nuestras dificultades con total energía y buscar o crear las mejores soluciones.

Por tal razón, no es suficiente tener un nivel elevado de inteligencia, entendida como la capacidad de resolver problemas y elaborar soluciones útiles, si no se posee la capacidad de entender lo que piensan los otros y hacerse entender. Es así como existen hoy en día, eminentísimos profesionales que no son capaces de liderar un grupo y personas con un intelecto no muy alto, pero triunfadoras en sus negocios y en su vida personal.

Cuando una organización evalúa un posible aspirante a ocupar un cargo dentro de la compañía, lo que hace es medir no sólo su inteligencia, sino ésta ligada a su entorno emocional, probando sus capacidades de autoridad y liderazgo, su tolerancia ante situaciones cambiantes o adversas, su responsabilidad y su posible manejo de eventuales problemas.

Existen muchos aspectos por los cuales unas personas pueden desarrollar mejor su IE que otras. Se encuentra, por ejemplo, el medio ambiente en el que se haya desenvuelto determinado individuo, las experiencias que éste haya tenido ya sean positivas o negativas y, muy importante, la educación recibida no sólo por parte de maestros sino de su familia o amigos.

Debemos, como lo dijimos antes, buscar dentro de nosotros mismos aquellos aspectos que despierten nuestra IE y cultivarlos para que vayan creciendo y haciendo parte de nuestra vida, lo que ocasionará que nuestras relaciones laborales, familiares y sociales mejoren y sean un rasgo característico y muy importante de nuestra personalidad.

Además, esto nos servirá mucho cuando vayamos a acceder a la vida laboral, ya que sumado a nuestros conocimientos, estará la IE que muy seguramente será valorada en las empresas donde busquemos una oportunidad de desarrollar y mejorar nuestros conocimientos, así como nuestra relación y comunicación con todas las personas que vayamos a tratar.