INTELIGENCIA HOLISTICA. Segunda edición

INTELIGENCIA HOLISTICA. Segunda edición

Fredy H. Wompner G. (CV)
Universidad de Los Lagos

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CAPITULO 9. EL ARTE DE ENSEÑAR HOLÍSTICAMENTE

En la enseñanza actual cada vez se hace más hincapié en la idea de que el alumno/a a de jugar un papel activo en su propio aprendizaje, ajustándolo de acuerdo con sus necesidades y objetivos personales. Por tanto,  se aboga por introducir estrategias innovadoras de aprendizaje en el sistema educativo que permitan al alumnado beneficiarse aprendiendo a utilizarlas desde el inicio de su formación hasta su egreso en la etapa universitaria. Una de estas estrategias que nos proponemos transmitir es la de enseñar al alumno a “aprender holísticamente” y será, por tanto a los docentes a los que se le encomendará la tarea de entregar una enseñanza holística.
La palabra aprendizaje no siempre ha contado con una definición clara. Se ha pasado de una concepción conductista del aprendizaje a una visión del aprendizaje donde cada vez se incorporan más componentes cognitivos. Y aunque existen tantos conceptos de aprendizaje como teorías elaboradas para explicarlo, se podría afirmar que el aprendizaje sería un cambio más o menos permanente de conducta que se produce como resultado de la práctica.
Desde esta perspectiva el aprender holísticamente supone dotar al individuo de herramientas para aprender del conjunto, integradamente y de este modo desarrollar su potencial de aprendizaje (las posibilidades del aprendizaje que posee). En este sentido el conocimiento más importante es el conocimiento de uno mismo, o "meta cognición": esto implica el conocimiento sobre el propio funcionamiento psicológico, es este caso, sobre el aprendizaje. Es decir, ser conscientes de lo que se está haciendo, de tal manera, que el sujeto pueda controlar eficazmente sus propios procesos mentales. Por tanto al alumnado no sólo habrá que enseñarle unas técnicas eficaces para el estudio, sino que también deberá tener un cierto conocimiento sobre sus propios procesos de aprendizaje. La vía fundamental para la adquisición de ese meta conocimiento será la reflexión sobre la propia práctica en el contexto.
El objetivo último de todas las estrategias de aprendizaje es "enseñar a pensar", lo que induce a la consideración de que no deben reducirse a unos conocimientos marginales, sino que deben formar parte integrante del propio currículum y proceso formativo. Lo que finalmente se pretende es educar al alumno para lograr su autonomía, independencia, y juicio crítico, y todo ello mediatizado por un gran sentido de la reflexión. El profesor/a debe desarrollar en su alumnado la capacidad de reflexionar críticamente sobre sus propios hechos, y por tanto, sobre su propio aprendizaje, de tal manera que la persona logre mejorar su práctica en el aprendizaje diario y la comprensión integral de todos los nuevos conocimientos, relacionándolos, unos con otros, desde un enfoque holístico y profundo que escudriña tanto lo interior como lo exterior, convirtiendo esta tarea en una aventura personal en la que a la par que descubre el mundo del entorno, profundiza en la exploración y conocimiento de su propia personalidad.
Todo lo dicho anteriormente nos conduce a la idea de desarrollar el potencial de aprendizaje y favorecer el aprendizaje holístico a través del aprendizaje y uso adecuado de las estrategias cognitivas. El concepto de estrategia cognitiva sería el conjunto de procesos que sirven de base a la realización de tareas intelectuales. Son manifestaciones observables de la inteligencia, por tanto, un uso adecuado de estas estrategias implica una mayor inteligencia.  La educación, la intervención y el entrenamiento cognitivo, además de los diversos modelos de aprendizaje, favorecen la adquisición y posterior uso de estrategias cognitivas.
Algunas herramientas que pueden resultar útiles dentro de esta estrategia para desarrollar en el alumno la capacidad de aprendizaje holístico son:

  • Dotarlo de habilidades pertinentes para hallar información.
  • Enseñarle los principios formales de la investigación holística.
  • Desarrollar en el la autonomía en el aprendizaje.
  • Conseguir que domine técnicas instrumentales de base como lectura, escritura, cálculo, técnicas de estudio, y otras más.
  • Ayudarle a que desarrolle una actitud metodológica de descubrimiento y desarrollo personal.
    • Analizar los cambios en su propia condición y naturaleza frente al aprendizaje del que es sujeto.
    • Integrar interna y externamente los conocimientos adquiridos, haciendo de lo particular un todo o una generalidad.

Un punto que no debemos olvidar es la necesidad de generar un entorno apropiado que facilite por un lado la investigación a través del acceso expedito a libros, Internet, cintas magnéticas y diversas fuentes de información y por otro lado generando características que promuevan o faciliten la concentración y el estudio a través del silencio, la meditación, una alimentación apropiada y la falta elementos distractores.  Desde este punto de vista resulta fácil entender las diferencias detectadas entre establecimientos privados y públicos por la prueba de selección universitaria (PSU) , en el sentido en que las diferencias de estrato social asociadas a los establecimientos privados facilitan el desarrollo de la estrategia del aprendizaje holistico, al disponer, estos últimos, de mayores recursos económicos que fomentarían la generación de un entorno apropiado para el proceso del aprendizaje. En esta misma dirección la familia juega un rol clave al promover valores como la responsabilidad, compromiso y esfuerzo, los que desde el punto de vista psicológico del alumno influenciarían positivamente sobre su rendimiento académico.
Por otro lado en la actividad docente siempre existe el peligro de caer en una práctica unilateral y a veces mecanicista donde el profesor actúa desde su posición, en un extremo de la sala, transmitiendo conocimientos e información a un alumnado, en el otro extremo, que pasivamente escucha y trata de internalizar estos nuevos conocimientos. No puedo sino lamentar y condenar esta practica que es contraria a mi forma de entender el proceso educativo. Creo el rol del profesor debe contemplar una relación mucho mas cercana y directa con sus alumnos, en la teoría de la comunicación se diría que para que un orador captura la atención de su publico y comience a ser escuchado debe ser capaz de sintonizarse primero con la audiencia. Al respecto podríamos utilizar el ejemplo de Jesucristo, quien enseño su mensaje o doctrina a sus discípulos de forma radicalmente personalizada, conviviendo con sus discípulos y siendo de esta forma el primer maestro holístico de nuestra era. Esto nos lleva a pensar en metodologías mas personalizadas de realizar la labor docente, donde el docente comienza por centrar su atención en conocer poco a poco a sus alumnos, recordemos que esta misma metodología (sin  contar lo de usar la risa como terapia) llevada al campo de la medicina le valió a Pach Adams el premio Nóbel, entonces conviene preguntarse ¿por que no?, ¿Por qué no conocer mejor a cada uno de nuestros alumnos, sintonizarse con ellos y transmitir nuestro conocimiento a quien esta abierto a escucharnos y confiar en nosotros como un verdadero guía y líder intelectual. ¿Por que no? Si uno de los mejores regalos que podemos dar a otro ser humano es nuestra presencia incondicional. Para hacerlo bien, debemos poder ser receptivos, sin prejuicios o expectativas, poniendo a un lado nuestras propias necesidades o preocupaciones y quedando verdaderamente disponibles en forma cordial y empática. Vivimos hoy en una cultura que nos enseña y premia exactamente lo contrario: ser reactivos, defensivos, egoístas y autorreferentes. Como resultado, mucha gente escucha con pasividad y poco interés. También nos ha enseñado esta cultura a vivir distraídos, distantes de la conexión íntima con los demás. Si bien hoy como nunca podemos comunicarnos rápida y eficazmente con personas de todo el mundo, esto no sustituye la presencia humana incondicional que mencionábamos.
Entonces ¿podremos aprender a estar totalmente presentes con y para nuestros alumnos? Podemos hacerlo aprendiendo a escuchar de verdad, con atención, concentración y apertura a lo que el auditorio quiere decir. Cuando lo hacemos, estamos totalmente disponibles y presentes para detectar esas señales que en el desarrollo de clase se pueden observar. No tenemos nociones preconcebidas sobre lo que le está ocurriendo con los demás. Nos acercamos con naturalidad, abriéndonos a lo que quieran trasmitirnos. No estamos ocupados en la forma en que refutaremos lo que nos dicen, o buscando el paralelo con nuestras propias experiencias, esperando el momento de interrumpir para decir lo nuestro. No tenemos necesidad de defendernos o mostrar que somos brillantes, profundos o ingeniosos. Tenemos, por el contrario, el deseo ardiente de entregar a la otra persona lo mejor de nosotros, sin pedir nada a cambio. Esto permitirá a los demás abrirse, confiar, y mejorará sustancialmente la relación entre docentes y discentes. Nos permitirá conocer mejor aún a quienes creemos conocer al dedillo, y la respuesta del resto también será más abierta y receptiva a la transmisión del conocimiento. Muchas veces una mala comunicación lleva al deterioro de la relación entre alumnos y profesores, entonces la capacidad de recepcionar un nuevo conocimiento y analizar sus alcances o aplicaciones se interrumpe abruptamente.
El punto básico está en intentar comprender como experimenta cada uno de nuestros alumnos su propio proceso educativo, antes de buscar ser comprendidos en los conocimientos que debemos transmitir. Entreguemos a los demás el hermoso regalo de nuestra presencia incondicional, haciéndolo, crearemos la oportunidad de alcanzar una mayor profundidad en la comunicación y sintonía en la bella tarea de enseñar, lo que creara la posibilidad de integrar los conocimientos y despertar la visión holística. Recién entonces descubriremos que aprender fue primero que enseñar. Si enseñar correctamente es crear condiciones para producir conocimiento nuevo, entonces el que enseña aprende, y también, quien aprende enseña. Enseñar no existe sin aprender. Por tanto, podemos afirmar que aprender fue primero que enseñar. Enseñar correctamente es crear condiciones para producir un conocimiento nuevo. El que enseña aprende, y también, quien aprende enseña. Enseñar no existe sin aprender. 
Nuestro conocimiento es incompleto, inacabado y debemos aprender permanentemente, en esto se ennoblece la enseñanza holística. Al reconocer esto nos volvemos educables. Lo que nos hace educables no es la educación, sino reconocer lo inconcluso de nuestro conocimiento. De ahí que resulte tan sabia la frase celebre “solo se que nada se” que es una ejemplo manifiesto de la presencia de la inteligencia holística.
Al comparar, repetir, dudar, curiosear, experimentar, las personas desarrollamos la fuerza creadora del aprendizaje, nos hacemos curiosos y críticos. Comenzamos a aprender críticamente, lo que incluye aprender a pensar correctamente. 
Debemos aprender lo que ya existe pero también trabajar en la producción del conocimiento que no existe. Sabemos que ignoramos y también que conocemos. Se puede aprender lo que ignoramos y conocer mejor lo que ya sabemos. Al aceptar tanto nuestra limitación como nuestra capacidad nos abrimos al diálogo, al aprendizaje, no le tememos.
La ignorancia ayuda en la búsqueda del saber, y por eso el que enseña debe tener la humildad de revelar su propio desconocimiento. Pensar correctamente es difícil porque requiere vivir la humildad que nos hace reconocer nuestros propios errores y la transformación que venimos sufriendo. Es por eso que la enseñanza no existe sin la investigación, y viceversa. Se enseña porque buscamos, pero al buscar intervenimos y al intervenir, educamos y nos educamos. Todos tenemos curiosidad innata, pero se puede aprender a ser curiosos con método. Una curiosidad educada se vuelve crítica, y esto es una condicionante para la creatividad. Hay que cultivar la curiosidad, no maniatarla.
Sin curiosidad no hay aprendizaje ni enseñanza verdaderos. En el lugar de aprendizaje hay que lograr que las mentes estén en movimiento. Se requiere una postura activa tanto al escuchar como al hablar. En el buen aprendizaje las mentes se cansan, no se aburren. 
Al investigar aparece lo nuevo, que no debe ser aceptado o rechazado simplemente por ser nuevo. Tampoco el conocimiento anterior, que sigue vigente y válido, envejece, sino que continúa siendo nuevo. Se aprende a pensar correctamente reflexionando sobre la práctica de una manera crítica. Eso es lo que permite mejorar esa práctica. Al evaluar nuestra práctica constantemente, al indagar y dudar se va desarrollando nuestro buen juicio. 
Antes de discutir sobre técnicas, métodos y materiales de una enseñanza dinámica hay que saber que la base de todo es la curiosidad del ser humano. 
En el proceso de investigar, de experimentar para mejorar, hay que asumir los cambios con principios éticos. Pensar correctamente es hacer correctamente. Esto incluye el valor del ejemplo del que enseña, sin el cuál poco o nada valen sus palabras. 
La percepción que se lleva el que aprende del que enseña no solo depende de la actuación de quien enseña, sino de cómo el que aprende entiende esa actuación. Es por eso que la presencia del que enseña no puede pasar inadvertida al que aprende. El que enseña tiene la obligación de revelar al que aprende cómo analiza, como compara, como decide, como opta, cómo hace justicia y cómo no falta a la verdad. El testimonio de quien enseña tiene que ser, por eso mismo, ético. 
Al imponernos el esfuerzo de reducir la brecha entre lo que hacemos y lo que decimos vamos construyendo esas cualidades en nosotros mismos. Este esfuerzo conduce a una virtud indispensable en alguien que piensa correctamente: la coherencia.
En la comunicación entre el que enseña y el que aprende se busca que el que aprende produzca su comprensión de lo que viene siendo comunicado. Esta comunicación es esencial para poder entender. 
La comunicación entre el que enseña y los que aprenden ocurre en un grupo social, en donde tiene gran importancia lo informal, las emociones, la afectividad y el testimonio. 
Una parte esencial de la comunicación es saber escuchar. Solo escuchando paciente y críticamente al otro es que se habla con él. Al aprender a escuchar para hablar dejamos de hablar impositivamente. El que enseña debe aprender a convertir su discurso (a veces necesario) al que aprende, en un habla con él. 
Este proceso de saber hablar y escuchar es imprescindible en una educación que estimula el diálogo. 
Quien tiene algo que decir tiene el deber y el derecho de decirlo. Pero también tiene que saber, sin sombra de duda, que no es el único que tiene algo que decir, y que por muy importante que sea lo que tiene que decir, no es necesariamente la verdad esperada por todos. Si no escucha lo que otros tienen que decir, termina agotando su propia capacidad de decir. 
Es por eso que quien tiene algo que decir debe desafiar a quien escucha a que diga, hable, responda. Si el que enseña no hace esto, su habla se da en un espacio silenciado. Por el contrario, cuando el que enseña estimula el diálogo aprende a hablar escuchando. Al escuchar al que aprende en sus dudas y su incompetencia temporal, aprende a hablar con él.
En el proceso de aprender a pensar correctamente hay que respetar lo que sabe el que aprende, aprovechar la experiencia que ha vivido y discutir con ellos cómo se relaciona esta experiencia con el contenido que estamos tratando de aprender. Al respetar al que aprende, su timidez y su curiosidad, se cultiva la humildad y la tolerancia en el que enseña. 
Si no se respeta como entiende al mundo el que aprende, si no se le escucha, si no se le habla, el papel del que enseña se reduce a depositar comunicados. Al respetar la lectura que hace del mundo el que aprende se debe de tomar como punto de partida para el desarrollo de la curiosidad como uno de los impulsores fundamentales del conocimiento humano. 
El que enseña no puede conocer por el que aprende. Lo que puede hacer el que enseña es mostrar al que aprende cierto contenido y desafiarlo que se vaya percibiendo a sí mismo en su práctica como alguien capaz de saber mediante el aprendizaje.
Enseñar no se hace sólo de ciencia y técnica. Se requieren otras cosas, como respeto, tolerancia, humildad, el gusto por la alegría y la vida, la apertura a lo nuevo, la disponibilidad al cambio, la perseverancia, el rechazo a los fatalismos, la identificación con la esperanza y la apertura a la justicia. 
Enseñar no es transferir conocimientos, y aprender no es repetir la lección dada. Hay que experimentar, comprobar y construir para cambiar y mejorar. El que aprende es el propio artífice de su formación, con la ayuda del que enseña. Esto requiere ante todo respeto tanto a la persona que quiera cambiar como a la que no lo quiera. 
Al enseñar hay que estar dispuesto a aceptar lo diferente. A pensar que podemos influir en el futuro y no creer que debemos esperar algo inexorable. Aquí juega un papel esencial la alegría en el aprender que genera la esperanza que nos permite luchar por un futuro mejor. Cambiar es difícil, pero es posible. 
El que enseña también debe estar abierto al gusto de querer bien al que aprende, de apreciar la práctica educativa en la que participa. No le teme a ser afectivo, pero tampoco permite que la afectividad interfiera en el cumplimiento ético de su deber. 
Enseñar es una experiencia alegre por naturaleza. La alegría no es enemiga del rigor. La alegría es parte del proceso de búsqueda, no sólo del encuentro con lo buscado. 
El verdadero educador es un formador y no un mero adiestrador, transferidor de saberes o ejercitador de destrezas. El verdadero educador trabaja con los sueños y las utopías de los que aprenden. Trabaja con personas y no con cosas.
La verdadera autoridad del que enseña estimula el ejercicio de la libertad, apuesta a ella. La libertad se ejercita tomando decisiones y asumiendo las consecuencias de estas. Se aprende a decidir tomando decisiones. Tomar la decisión de asumir las consecuencias de nuestras decisiones es también parte del aprendizaje. Toda decisión trae consecuencias, esperadas o inesperadas. La decisión es un proceso responsable. 
La educación es una toma consciente de decisiones. El verdadero educador apuesta por las mejoras, por la capacidad que tenemos de aprender a pensar correctamente. Se trata de una decisión que no es neutral. Por cumplir con ella lucharán hasta el cansancio. Pero esos educadores también apuestan a la libertad y es por ello que desarrollan su lucha respetando a toda prueba la voluntad del que aprende. 
Dondequiera que existan personas siempre hay algo que hacer, que aprender y que enseñar. 
Citando al educador brasileño Paulo Freire:

"De la misma manera que no puedo ser profesor sin sentirme capacitado para enseñar correctamente y bien los contenidos de mi disciplina, tampoco puedo reducir mi práctica docente a la mera enseñanza de los contenidos. Tan importante como la enseñanza de los contenidos es la decencia con que lo hago, en mi preparación científica expresada con humildad, sin arrogancia. Es el respeto nunca negado al educando, a su saber hecho experiencia, que busco superar junto a él. Es la coherencia entre lo que escribo, lo que digo y lo que hago."

1 Prueba de selección universitaria en Chile.