CULTURA POLÍTICA Y PARTICIPACIÓN ELECTORAL EN ELECCIONES LOCALES DE LA CIUDAD DE TEPIC, NAYARIT

CULTURA POLÍTICA Y PARTICIPACIÓN ELECTORAL EN ELECCIONES LOCALES DE LA CIUDAD DE TEPIC, NAYARIT

Lucina Aguilar Orejel (CV)
Universidad Autónoma de Nayarit

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1.4 La función de las teorías del comportamiento electoral para la investigación en curso

          El comportamiento electoral es uno de los aspectos centrales que se investigan de la cultura política en la presente investigación. Por ello, lo siguiente es abordar las teorías del comportamiento electoral, para así tener una base teórica a partir de la cual se analiza el comportamiento electoral de los ciudadanos de Tepic (parte de la cultura política), lo que permite, como último paso, hacer una clasificación de las características de la cultura política con especial énfasis en el comportamiento electoral.

1.4.1 Principales teorías del comportamiento electoral
          Teoría sociológica, Columbia ó Cleavages.
          Esta teoría, según Roche (2008), resalta la importancia de la integración social como elemento motivador de la participación política. Sus propuestas se construyeron sobre las investigaciones realizadas en materia de:

  • Influencia de los medios, principalmente de prensa y radio.
  • En la toma de decisión de los electores, concluyendo que el mayor peso para la decisión está motivado por su sentido de pertenencia hacia un grupo en particular: familia, trabajo, religión y lugar de residencia.

          Una teoría muy similar a ésta es la que señala Peña (2007) llamada análisis ecológico o de geografía electoral en la cual se explica que las características demográficas, económicas y sociales por regiones condicionan el voto de los electores (Peña, 2007:7).
          Otra teoría parecida es la que Valles (1990) denomina como modelo de determinación sociohistórica, donde “el voto es más un acto colectivo que una preferencia individual, donde esta preferencia individual es resultado de la pertenencia a un grupo definido por determinadas características sociohistóricas: clase, religión, etnia, lengua, etc.” (p. 197).
          Sáez (1998) habla de la teorías del voto determinado por la estructura social, la cual enfatiza la importancia de los factores socioestructurales como variables explicativas del comportamiento electoral. Los grupos sociales pueden diferenciarse en base a variables tales como el género, la pertenencia a un determinado colectivo social, diferencias étnicas, edad, religión...; y éstos, a su vez, permiten identificar a los votantes con determinados partidos (p. 143).
          Teoría sico-sociológico, Michigan, de identificación partidista o de identificación ideológica.
          Para esta teoría, según Roche (2008), el voto es considerado como un mecanismo de afirmación, pero no de pertenencia a una clase social, sino que es un proceso de largo plazo que ha llevado al individuo a identificarse con un partido en particular.
          Este teoría considera que el elector de Estados Unidos toma en cuenta los siguientes elementos al momento de tomar la decisión electoral: identidad político partidaria, imagen de los candidatos, los temas de interés en las campañas políticas, preferencia partidista, identificación partidista, movilidad poblacional, políticas públicas (Roche, 2008).
          A partir de esta teoría surge el concepto de voto por ideología y se habla de las etiquetas ideológicas como atajo informativo (Fraile, 2007).
          Por otra parte, Campbell et al (1980),  dice que en el enfoque psicológico se otorga mayor importancia a variables de naturaleza subjetiva, para acceder al denominado campo de construcción de sentido que los sujetos otorgan a sus acciones sociales; en otras palabras, a todos aquellos factores externos que son seleccionados y valorados como importantes en el acto de votar. En las conclusiones de Campbell se encuentra que las identificaciones partidarias de los votantes tienen su origen en los valores familiares a una edad temprana y en sentido inmediato de las orientaciones evaluativas que éstos manifiesten. De tal modo que son el conjunto de representaciones subjetivas o valorativas, las que inducen a la identificación partidista y ésta determina la orientación del voto (p. 10)
          La teoría de ‘decisión racional’, racionalista ó costo-beneficio
          En la década de 1970, la aplicación del enfoque de Columbia y el de Michigan empezaron a quedar desfasados a la hora de interpretar la participación del electorado. Surge a partir de ello este modelo, inspirado en los trabajos del economista Anthony Downs, quien considera, según dice Roche (2008), que el votante se comporta de forma racional, votando a partir de una sentencia de beneficio-costo particular
Downs, en 1957, formula la hipótesis de la ignorancia racional que dice: “como la probabilidad de que el voto de un votante sea decisivo en una elección con muchos votantes es muy pequeña, y como adquirir información o incluso entender información gratuita es costoso, los votantes preferirán permanecer desinformados en materia política, salvo que adquieran esa información por razones diferentes de las elecciones, por ejemplo en el curso de sus actividades profesionales” (Martinelli, 2006:229). Esto tiene una alta similaridad con la llamada paradoja de la participación electoral que dice: “si votar es costoso y no tiene ningún beneficio directo, votar no puede ser una decisión óptima para muchos votantes al mismo tiempo, y sin embargo comúnmente muchísimos votantes acuden a las urnas incluso en las democracias en las que no existen sanciones a la abstención” (Martinelli, 2006:215).
          Gramacho (2004) habla de la teoría del voto económico, que puede ser definida como “una función de castigo-recompensa usada por los individuos para evaluar el desempeño de sus gobiernos basándose en la percepción que tienen sobre el comportamiento pasado y futuro de la economía nacional” (p. 2). Dentro de esta misma perspectiva se considera el voto de castigo, llamado también voto por resultados o retrospectivo, donde es necesario identificar los argumentos que utiliza el elector para dictaminar su sentencia de premio-castigo.
           En relación al voto de castigo Maravall y Przeworski (2001) argumentan que la influencia de ese tipo de voto tiene una relación inversa con el arraigo de los partidos políticos. Lo cual quiere decir que el voto económico será más fuerte en sistemas políticos donde los partidos no tengan raíces profundas. Al respecto Valles (1990) dice que “cuando el elector vota lo hace a partir de una predisposición adquirida que se actualiza periódicamente y, al mismo tiempo, refuerza su identidad” (p. 197). “No es que los ciudadanos no castiguen a sus partidos por las malas condiciones económicas, sino que (si existen malas condiciones) los individuos no le dan tanta importancia o exculpan al gobierno por esos resultados, puesto que su marco interpretativo se deriva de las informaciones y juicios emitidos por líderes partidistas” (Gramacho, 2004:4). Debido a que si se simpatiza con un partido y se tiene que emitir una opinión respecto a un tema, es menos costoso repetir la posición del partido al que se pertenece (si se conoce) que recabar información necesaria para formar la propia opinión. En términos generales quiere decir que el desempeño del gobierno lo aprueban los que son partidarios, aunque haya resultados muy malos. Los contrarios lo desaprueban aunque haya condiciones muy buenas (Gramacho, 2004).
          Por su parte, Fraile (2007) dice que para aplicar un voto de castigo los ciudadanos deben de contar con un nivel mínimo de conocimiento y entendimiento de lo político, para juzgar a los gobiernos y partidos en función de su ideología o de los resultados de sus acciones.
         
Teoría ecléctica, esquema híbrido o mixto
          “Esta teoría parte de una nueva visión del comportamiento electoral que consiste en investigar las razones últimas que llevan a los votantes a optar por una determinada opción política, una de las ventajas que ofrece este enfoque es que permite incluir variables explicativas de distinta índole: ideológicas, partidistas, situacionales, psicopolíticas, etc.” (Sáez, 1998:139).
          Dentro de esa vertiente, se habla de funciones de voto, que son conformadas a partir de la integración de diversos aspectos de las distintas teorías, por ejemplo: se hace uso de funciones de voto multivariante, análisis de varianza, análisis factorial, modelos logits, etc. (Sáez, 1998).

1.4.2 Nuevas teorías del comportamiento electoral
          Las primeras tres teorías analizadas son las que históricamente han tenido mayor atención, la cuarta, la teoría ecléctica es la que es el centro de atención actual, ya que permite hacer un análisis más real de la votación; sin embargo, existen muchos otros desarrollos teóricos recientes, útiles para comprender el comportamiento electoral. A continuación se abordaran los más importantes.
          La teoría espacial y direccional del voto: los votantes no eligen finalmente a aquellos partidos y/o candidatos más próximos, sino que optan por quienes defienden con mayor intensidad sus preferencias (Sáez, 1998:139).
          La teoría del votante dual: según esta teoría, “el votante dual se define como aquel ciudadano que no es fiel a un determinado partido, sino que cambia sistemáticamente el sentido de su voto en función del tipo de elección en la que participa” (Riba, 2000:61).
          Teoría de las elecciones de segundo orden, se refiere a que en las elecciones intermedias se acude menos a votar (Riba, 2000).
Lavezzolo (2006) habla de la ‘hipótesis de movilización’ sostiene que una situación de adversidad económica aumenta la participación electoral; asimismo, frente a unos malos resultados financieros la participación estará motivada por un afán de castigo al gobierno;  lo cual significa que si hay una mala situación económica se votará más y los que voten lo harán mayoritariamente con la finalidad de castigar al gobierno en turno que tuvo un mal desempeño económico. Este tipo de voto es de castigo y con él los ciudadanos pueden controlar la acción del gobierno de forma retrospectiva. Por otro lado, la ‘hipótesis de abandono’ defiende exactamente lo contrario: una persona que debe enfrentarse a ciertos problemas económicas resulta menos propensa a concurrir a las citas electorales (p. 4 y 5). Asimismo, hace una diferencia entre el comportamiento electoral de los países desarrollados y los que están en vías de desarrollo, diciendo que mientras que para los países desarrollados la influencia de una depresión económico-financiera supone una moderada disminución de la participación electoral, en los países en vías de desarrollo la misma situación provocaría un importante aumento en los niveles de concurrencia a las urnas (0.17 y -0.75 respectivamente) (p. 6).
          Buendía y Somuano (2003) dicen que acuden más a votar las personas que creen que los políticos se preocupan por la gente y que perciben el proceso electoral como limpio.
          Martinelli (2006) habla de diversos efectos: i) efecto tamaño, conforme aumenta el número de votantes en la mayoría y la minoría la participación electoral decae; ii) efecto competitividad, la participación electoral es mayor si la mayoría y la minoría tienen un tamaño muy cercano; iii) efecto minoría, los votantes en la minoría votan con más frecuencia que aquellos en la mayoría, y iv) efecto mayoría, la mayoría gana con mayor probabilidad que la minoría (p. 217).  
          Barreiro (2002) dice que lógicamente, “cabe esperar que aquellos individuos que piensen que no hay diferencias entre unos grupos políticos y otros sean más propensos a la abstención que los que sí vean divergencias” (p. 20), también dice que el fenómeno de la abstención depende esencialmente de factores puramente políticos, como el grado de compromiso del individuo y la evaluación que haga de la oferta política.
          Se cree que en torno a la abstención de la izquierda y sus razones, la gente más pobre es de izquierda y los partidos no lo representan (Barreiro, 2002).
          Domènech (2007) hace una serie de hipótesis sobre la participación en los procesos electorales, dice que las personas tienden a participar (la abstención militante o el voto en blanco o nulo también son formas de participar) en las elecciones cuándo: 1) Por motivos morales consideran que es su deber hacerlo: la participación, lejos entonces de ser un coste, puede llegar incluso a ser una fuente de satisfacción personal. 2) Ven su participación individual más o menos sólidamente incrustada en un marco de acción colectiva. La participación se encarna socialmente en afiliaciones o contribuciones a partidos, sindicatos, asociaciones, clubes, o aun en la inclusión en variadas redes sociales. Participan como parte de un ‘colectivo’ (o de varios). Y 3) creen que la acción colectiva, de la que su acto de sufragio es parte, tiene posibilidades reales de influir, directa o indirectamente, en el resultado final, en la configuración democrática de la vida social; participan sin perder la esperanza de incidir en el resultado.
          Existe una serie de teorías de las que hace mención Valdez (2008) que hablan sobre las motivaciones que tiene el elector para votar, las siguientes son algunas de ellas:
          Teoría individualista o del candidato: el elector basa su orientación del voto tomando en consideración el tipo o perfil de los candidatos postulados por los diferentes partidos.
          Teoría normativa: son el conjunto de leyes y normas las que regulan los procesos electorales y la participación de la sociedad en los mismos.
          Teoría contextual: parte en señalar que los procesos políticos que suceden en nuestro país o en algún estado de la república no son insulares, sino que forman parte de un proceso más global. Es decir, de acuerdo a esta visión los resultados de un proceso electoral son producto del contexto socio-político en el que se desarrollan y no solamente de lo que sucede en su interior. La aportación de éste enfoque es que tiende a globalizar los fenómenos locales e introduce variables exógenas en la explicación de los fenómenos políticos.
          Enfoque del voto ganador: los electores son predominantemente egoístas, maximizadores de la utilidad, buscan siempre aparecer como triunfadores, por lo que no determinan la orientación de su voto sino hasta los últimos días de los comicios esperando que las cuestiones se aclaren y se definan los posibles ganadores.
          Enfoque del miedo: la gente vota por miedo a que las cosas empeoren y se pierda lo que se tiene o ha logrado o porque se amenaza el sistema de creencias y valores predominantes. Asimismo, como garantía de seguridad pública, militar, económica, jurídica o social y como salvaguarda ante las amenazas y  peligros reales o imaginarios existentes.
          También se hablan de diferentes tipos de votantes: voto duro (identificación partidista), voto diferenciado, voto blando, independientes. Entre el voto blando destaca el voto de castigo que expresa el desagrado del elector con la situación presente. También es importante el voto táctico o útil que es votar por el candidato con más posibilidades de triunfar en vez del preferido en primera instancia pero que será derrotado. Se habla también del votante ético, que vota porque es su deber hacerlo (Martínez, 2009).
          Por otra parte Nohlen (2004) hace una lista de los factores que influyen en la abstención. Habla de: 1) factores estructurales: composición del electorado teniendo en cuenta la existencia de culturas étnicas; nivel de educación del electorado; características de la cultura política en general; concepción del voto por parte del electorado, por ejemplo como un derecho o como un deber; 2) factores contingentes: imposibilidad del elector/electora de asistir al lugar de votación (por ejemplo, por enfermedad o por cuestiones de distancia); criterios de elección racional (rational choice); tipo de elección: presidencial, parlamentaria, municipal; simultaneidad o no de los diferentes tipos de elecciones; 3) factores intrínsecos al derecho electoral: modo de registro de los electores (por ejemplo, inscripción individual, libre u obligatoria, versus automática); características del sistema electoral (por ejemplo, magnitud de las barreras naturales y artificiales que contiene, sencillez de la boleta electoral); 4) factores relativos al sistema político: tipo de competencia entre los partidos; grado de movilización del electorado a través de los programas (de mayor o menor polarización entre ellos); desempeño del gobierno saliente; expectativas vinculadas a los candidatos que se presentan (p. 144 y 145).
          Termina diciendo que son muchos los instrumentos de administración y justicia electoral que pueden influir en la participación electoral, es decir en las dimensiones del ausentismo. Por ejemplo: el grado de modernización de la administración electoral; capacitación del personal electoral; espacio electoral: distribución apropiada de los centros de votación, cercanos a la residencia de los electores; sencillez de la boleta electoral que influye en la facilidad del voto así como en su efectividad dado que el votante puede expresar su preferencia política en términos estratégicos; voto postal (por correo); adecuada convocatoria a votar; participación electoral incentivada por una imagen positiva de los organismos electorales en cuanto a su profesionalismo, imparcialidad y eficiencia (credibilidad) (p. 147).
          Nohlen (2004) también habla de que “el grado de desigualdad social, con independencia del tamaño de la participación electoral, tiende a expresarse en ella a través de un mayor desequilibrio de la participación en detrimento de las clases bajas. Asimismo que en situaciones de alta pobreza y desigualdad, gran parte del electorado percibe las elecciones no tanto como un acto a través del cual se transmite un mandato político, sino como un intercambio de productos y favores, fenómeno que se conceptualiza con el término de clientelismo. Así, por alto que pueda ser el grado de participación, tras ella se oculta un electorado con expectativas muy diferentes asociadas al voto según el grado de desigualdad social que rige en el país (en vías de desarrollo)” (p.133). 
          Concluye que es importante que estén reducidas al mínimo las circunstancias contradictorias para que la gente acuda a votar. En ese sentido, es vital que existan factores como: cultura política que sustente la participación política; credibilidad en el sistema democrático y en la clase política; tradición democrática: centralidad del sistema representativo, o sea rechazo de la violencia, y tolerancia con la disidencia y respeto por las personas con opiniones contrarias (p.154).