EL MUNDO DE HOY Y LOS ENTORNOS VIRTUALES

EL MUNDO DE HOY Y LOS ENTORNOS VIRTUALES

Miguel Ángel Guerrero Ramos (CV)
Universidad Nacional de Colombia

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El mundo actual se apropia de nuestras apetencias emocionales

Sobre los vacíos emocionales

Hoy en día vivimos en un mundo fluido y líquido, en términos de Zygmunt Bauman (2005), es decir, en términos de un aceleramiento de las relaciones humanas, en donde las relaciones interpersonales son fugaces y destinadas a ciertos fines emocionales específicos. Unas relaciones que, en su fugacidad, hacen que las dimensiones emocionales tiendan a experimentarse de forma inmediata, dejando en lo más hondo de las personas, al acabarse o al interrumpirse dichas relaciones, por esto o lo otro, varias carencias y vacíos afectivos de todo tipo.

Facebook y otras redes sociales, por ejemplo, son medios que facilitan las relaciones interpersonales de una forma más fluida y rápida que las relaciones interpersonales de antaño, puesto que dichos medios propician que la comunicación se pueda llevar a cabo en tiempo real. Pero no solo eso, dichos medios también propician, y casi que hasta se podría decir que de una u otra forma fuerzan, a que nosotros, en especial los jóvenes, construyamos, perfilemos o inventemos una imagen de nosotros mismos para mostrar en nuestros círculos sociales o ante el mundo entero. Por esa razón, puede decirse que las relaciones interpersonales de hoy en día no giran tanto en torno a las interacciones cara a cara, sino a las ficciones performativas que las personas idean de sí mismas. Esto, tomando en cuenta la gran importancia de las TIC y las redes sociales informáticas actualmente.

Ahora bien, de acuerdo con Georgina Remondino (2012), la principal característica de nuestro tiempo, es decir, lo que más identifica a las tecnologías actuales y al uso que les damos, es la máxima de “Muéstrate a ti mismo”. O, en otras palabras, vivimos en una época en donde una de las cosas que más se comparten es la imagen que armamos de nosotros mismos así como todo el entramado de argumentaciones que giran en torno a ella (una imagen como lo puede ser la foto que de nosotros coloquemos en el Facebook). El problema, a mi modo de ver, no es el hecho de que creemos una imagen de nosotros mismos para compartir ante el mundo, sino de dónde proviene el entramado discursivo que nos dice que, ante todo lo que podamos o no hacer, lo primordial es mostrarnos a nosotros mismos así como a nuestras principales aficiones, para mantener relaciones interpersonales y satisfacer una que otra de nuestras apetencias emocionales.

Ahora bien, en lo que atañe a estas apetencias, como ya lo he insinuado líneas atrás, el mundo líquido y fluido de hoy en día crea varias de ellas, es decir, varios vacíos que buscamos saciar de alguna u otra forma. Por otra parte, también podemos tomar en cuenta que algunos estudios afirman que los modos de crianza actuales impiden el desarrollo saludable del cerebro de los niños. Yaiza Martínez nos dice, por ejemplo, que "las prácticas sociales y las creencias culturales de la vida moderna están impidiendo el desarrollo saludable tanto emocional como cerebral de los niños", ya que al desaparecer la familia extensa hay menos personas encargadas de ellos. Por otra parte, la flexibilización del mundo también es una flexibilización del ámbito familiar y la disciplina, por lo que los niños, a corto o a largo plazo, a raíz de lo que se ha dicho, quedan con grandes vacíos emocionales. Unos vacíos que generan apetencias de las cuales se apodera el mundo del consumo actual y, en especial, el neoliberalismo.

¿Qué tantos vacíos emocionales puede entonces producir en nosotros esta sociedad líquida y desaprensiva en la cual vivimos? ¿Cuántas carencias afectivas, frustraciones, deseos reprimidos y falta de atención que luego se transformarán en apetencias emocionales que se querrán saciar de alguna u otra forma? ¿Es acaso el internet, y más exactamente las redes sociales informáticas, un medio en el cual los jóvenes vuelcan algunas de esas apetencias emocionales al crear una imagen y una argumentación medianamente estandarizadas de sí mismos? ¿Se aprovecha acaso el sistema económico neoliberal de ello? El presente texto, cabe decirlo, es una reflexión que aborda dichos interrogantes desde un punto de vista sociológico. Una reflexión en la cual se nos muestra la gran importancia que le damos a las relaciones interpersonales mediadas para saciar nuestras apetencias emocionales, y el poco peso que le damos a nuestra participación real en el mundo. Es decir, el poco peso que a la hora de la verdad le damos al ejercicio de una democracia verdaderamente participativa, en un mundo que posee un desenvolvimiento claramente líquido y fugaz. Un mundo que constantemente nos seduce y nos encanta, que insta a nuestras emociones a ser también parte del consumo, y que nos insta mucho más a desear que a tomar decisiones.

El Mainstream, las relaciones interpersonales y nuestra participación en el mundo

Hasta hace unos pocos años se hablaba, al momento de analizar la cultura a nivel mundial, en especial en los análisis literarios y artísticos, de la llamada cultura de masas. Un concepto con el cual se designaba al ancho espectro de producción cultural de naturaleza anticanónica que tenía por objeto seducir a las masas mediante productos de fácil consumo, unos productos no muy elaborados, por cierto, para que no requirieran gran esfuerzo intelectual el apropiarse de ellos. Unos productos que no eran sino imitación y reproducción, e incluso hasta engaño con respecto a la realidad, tal y como llegaron a sostener algunos autores como Theodor Adorno, Max Horkheimer o Vattimo (Amar Sánchez, 2000) al diseñar sus respectivas críticas ante el mundo de la técnica. Según estos autores, la televisión, el cine y otros medios de entretenimiento masivo ofrecen la satisfacción inmediata de las apetencias emocionales, y ahí es donde radica el encanto de los grandes medios de entretenimiento. Un encanto que, sobra decir, es sumamente alienante.

No obstante, hoy en día ya no se habla de cultura de masas, puesto que los discursos se han entremezclado a tal punto que cualquier persona puede consumir un producto de lo que antiguamente se consideraba alta cultura (bajo ciertos esquemas occidentales), o de baja cultura. Debido a ello, hoy en día se habla de Mainstream, o de corriente dominante. Ahora bien, respecto a lo que se ha venido hablando en el presente texto, hasta el momento, se puede aseverar que una de las más importantes corrientes dominantes del mundo actual es la máxima de "Muéstrate a ti mismo". Y no solo eso, sino también las relaciones interpersonales y más exactamente el bienestar subjetivo, del cual, de la mano de Malo Cerrato (2012) tenemos lo siguiente:

Desde las ciencias sociales, Glatzer y Mohr (1987, en Casas, 1996) definen que el bienestar subjetivo constituye el componente psicosocial de la calidad de vida, la cual entienden como un constructo que incluye, además de medidas de las condiciones materiales de vida, medidas de percepciones y evaluaciones de las personas en relación a dichas condiciones. Este constructo multidimensional integra por definición aspectos objetivos y subjetivos, tanto de la vida globalmente como de diferentes ámbitos de la vida. Su componente objetivo se refiere a la disponibilidad de bienes y servicios, mientras que el subjetivo se refiere a la autovaloración de la propia vida (Glatzer y Mohr, 1987, en Casas, 1996) (Malo Cerrato: 28).

Ahora, si tomamos en cuenta que vivimos en un mundo con muchos vacíos emocionales y que el bienestar subjetivo y las relaciones interpersonales son tomadas como aspectos muy importantes de la persona, en especial en los jóvenes, y que las redes sociales se muestran como el medio indicado para llevar cabo dichas relaciones interpersonales, lo que tenemos es que muchos jóvenes se verán instados a volcar casi todas sus apetencias emocionales en aquellos medios. En principio, eso no encierra mayor problema en sí, puesto que este texto no busca decir que los medios de comunicación y las redes sociales son enteramente alienantes y, por tanto, negativas con respecto a la esencialidad del ser humano. El problema surge cuando el sistema, en general el sistema neoliberal, saca provecho de nuestras hondas apetencias emocionales, no solo para reproducir continuamente el sistema, y no solo para insertarnos en el mundo del consumo, cosas ante las cuales podemos vivir con un adecuado sentido de la crítica y la proporcionalidad de las cosas, sino cuando el sistema no nos deja desarrollar dicho sentido de la proporcionalidad de las cosas, y únicamente nos inculca que debemos satisfacer nuestras relaciones interpersonales, nuestro bienestar subjetivo (máximo interés individual, y no comunal, de la vida posmoderna), y, en general, nuestras apetencias emocionales (ya sea de apetencias de afecto, de relaciones de amistad, o de emociones que podemos disfrutar a través de los productos de entretenimiento).

El problema surge entonces, en este marco de ideas, cuando el neoliberalismo provoca que nuestra participación en el mundo se limite única y exclusivamente a "mostrarnos a nosotros mismos".

El neoliberalismo económico y cultural

Rápidamente, para acabar este breve ensayo, diré que el neoliberalismo no solo se produce en el ámbito económico sino también en el ámbito cultural, y que una condición inherente al neoliberalismo, es provocar sectores de economía y cultura sumergida.

Antes de ahondar un poco más en el neoliberalismo como sistema cultural, o como creador de sistemas sumergidos, aun cuando ese no es el propósito de inmediato del presente ensayo, hay que recordar que el neoliberalismo es un sistema económico inspirado en la teoría clásica económica de Adam Smith, es decir, en el liberalismo económico. Una teoría que afirma que la competividad en una economía que se desarrolle de forma libre, garantiza a la larga el máximo de bienestar para todo el conjunto de una población determinada (un esquema, de gran libertad económica, que ha fracasado varias veces, por ejemplo, en la crisis de los años 30 del siglo XX, o luego del colapso de Lehman Brothers Holdings Inc. el 15 de septiembre de 2008, que inició la actual crisis económica):

En nuestros países latinoamericanos, la economía de mercado desregularizado y desflexibilizado llegó bajo el modelo de “apertura económica” que transformó el modelo económico de “sustitución de importaciones” mediante el cual se restringían las importaciones adoptando altos niveles arancelarios con el fin de proteger la elaboración y distribución de productos internos, propiciando, de esta forma, una industria local (Guerrero: 2013).

Acerca de los efectos de la economía neoliberal, a nivel mundial, identifico los siguientes efectos o consecuencias (Guerrero: 2013): primero, la desaparición del Estado de Bienestar y la flexibilización de los sectores laborales (Sassen, 2003). Segundo, la creación de una nueva cartografía que se inaugura en los escenarios urbanos. Una cartografía motivada por los movimientos poblaciones y las dinámicas de la economía global que provocan la interacción continua y discontinua de sujetos, territorios y prácticas socioeconómicas y culturales” (Lozana Caro, 2008). Tercero, esta cartografía mencionada no solo favorece la creación de una ciudad global, sino el origen de sectores precarios de economía ocupados en su gran mayoría por personas de escasos recursos.

Ahora bien, partiendo de lo anterior, nos encontramos con que el neoliberalismo crea nuevas cartografías en donde el común denominador es una economía y una cultura sumergida. Una economía que no está regularizada, razón por la cual, en estos focos de economía se presentan nichos de explotación laboral. Estas explotaciones y el hecho de que alguien se llegue a ver acosado por los gastos diarios dentro de estos esquemas de economía desregularizada, hacen que los vacíos emocionales se multipliquen. Pero además del neoliberalismo económico, como ya lo he dicho, hay también un neoliberalismo cultural, un neoliberalismo que llega a nosotros a través del inmenso aparato propagandístico imperante hoy en día en el mundo. A través de dicho aparato estamos siendo dominados, y nuestros actos de resistencia, que hoy en día, en el mundo entero, se traducen, la gran mayoría, en marchas (tal parece que vivimos también en la época de las marchas), no parecen tener gran efecto sobre el sistema en su conjunto. David García Casado, respecto a esto, nos dice lo siguiente:

“La resistencia es un mito cuya multiplicidad de significaciones y aplicaciones que se han venido dando en nuestras sociedades se ha homogeneizado -y por tanto, depotenciando bajo nuevas y más sutiles formas de represión caracterizadas no ya por la usurpación o trasgresión de los derechos fundamentales de los individuos sino por la contención y homogeneización de sus pasiones bajo el paraguas liberal en el cual el individuo se siente obligado a ceder a sus pasiones singulares a cambio de su protección por el ámbito económico global” (García: 93).

Somos dominados entonces a través de nuestros deseos, de nuestras pasiones, de nuestras apetencias emocionales, y resulta evidente que en los sistemas sumergidos es en donde más se ve aquello. Y resulta evidente que si el neoliberalismo se trata de desregularización, es muy fácil que una economía desregularizada o sumergida surja por doquier, y con ello, sus respectivas formas culturales.

Conclusión: los sistemas sumergidos y la apropiación de nuestras emociones

Debido a que el neoliberalismo también puede ser cultural, este puede impregnarse en la singladura emocional e identitaria de las personas. De ahí que el hecho de mostrar, por ejemplo, ante el círculo de amigos, con toda la presunción que amerita la ocasión, que se posee el último iPhone para comunicarse con las personas, y, de paso, satisfacer sus ansias de relaciones interpersonales líquidas y fluidas y, con ello, algunas de sus apetencias emocionales, reproduce en gran parte los esquemas sociales de los que se ha venido hablando. Es decir, los esquemas bajo los cuales el sistema nos insta participar en la configuración del mundo social únicamente construyendo una armazón “interesante” de nuestra propia imagen. Por otra parte, señalar a una persona o a un grupo de personas, por no tener los medios necesarios para participar activamente de esa construcción incesante de la imagen propia, también reproduce dichos esquemas. Los reproduce de modo cultural, puesto que crea una cultura sumergida en donde el dominio de las pasiones, o mejor dicho, la apropiación de las emociones, no es muy difícil de llevar a cabo por el sistema consumista y ultraliberal. De forma que el hecho de manipular adecuadamente las emociones de las personas, bien puede hacer que ellas pierdan interés en la crítica. Por otra parte, es en los sectores de economía sumergida en donde más se lleva a cabo dicha manipulación.

Bibliografía

Amar Sánchez, Ana María (2000): Literatura y cultura de masas, juegos de seducción y traición. BEATRIZ VITERBO EDITORA

Bauman, Zygmunt (2005). Amor líquido: Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos. México. Fondo de Cultura Económica.

Casas, Ferran (1996). Bienestar social: una introducción psicosociológica. Barcelona. PPU.

García Casado, David (2010). La resistencia no es modelo sino devenir. Crítica de lo radical contemporáneo. Revista Estudios Visuales.

Guerrero, Miguel Ángel, (2013) La inmediatez de las emociones al estar desnudas. Breves ensayos sobre género, historia, política y posmodernidad.

Lozano Caro, Inmaculada (2008): Guía de género, migraciones y empleo. Dinámicas de adaptación resistencias en los campos de acción transnacional. Madrid: ACSUR-LAS SEGOVIAS.

Malo Cerrato, Sara; Navarro Pou, Dolors y Casas Aznar, Ferran (2012). El uso de los medios audiovisuales en la adolescencia y su relación con el bienestar subjetivo: Análisis cualitativo desde la perspectiva intergeneracional y de género. Athenea Digital, 12(3), 27-49.

Remondino, Georgina (2012). Blog y redes sociales: un análisis desde las tecnologías de la gubernamentalidad y el género. Athenea Digital, 12(3), 51-69.

Sassen, Saskia. (2003). Contrageografías de la Globalización. Género y ciudadanía en los circuitos transfronterizos. Madrid: Traficantes de sueños.

Referencias tomadas de internet

Martínez Yaiza:
http://www.tendencias21.net/Los-modos-de-crianza-actuales-impiden-el-desarrollo-saludable-del-cerebro-de-los-ninos_a14684.html