PRINCIPIOS DE ECONOMÍA VITAL

PRINCIPIOS DE ECONOMÍA VITAL

Mario Blacutt Mendoza (CV)

La Versión Marxista

Al otro extremo están los marxistas y populistas. No aceptan la importancia del individuo y afirman que “sólo las masas existen”. Los teóricos de las visiones al por mayor también quieren hordas para manipularlas. Los portavoces de ambos bandos quieren que seamos o autistas sociales o soldaditos de plomo de un ejército liderado por la arbitrariedad. A ninguno le conviene saber que, entre ambos extremos, existe una gama de posibilidades para que el ser humano, libre de la alienación, pueda elegir. Hay un sitio en ese espectro para ubicar el Justo Medio, que Aristóteles consagra como guía de todo comportamiento, identificado en algún punto entre los extremos. Para los fines del presente trabajo, ese Justo Medio en el que se basa el análisis, es la Unidad Población-Territorio, tal como queda descrita en el capítulo respectivo. La identificación de una de estas unidades, como escenarios de estudio y de aplicación de medidas, no significa establecer conjuntos autónomos, sin relación alguna con las otras poblaciones-territorio del país. Precisamente, postula que el Principio de Relación Interactiva es el que rige las relaciones entre las Poblaciones-Territorios y entre los subgrupos y los individuos dentro de cada una. Además el Principio de lo Razonable es la antítesis de la llamada Elección Racional, a la que considera una entronización de los instintos más oscuros del Ser, en su afán de acumular más y más. La denominada “Elección Racional” es un retorno a la edad en que el Ser aún estaba dominado por sus instintos, nada más que por sus instintos de sobrevivencia. Instintos que le permitieron sobrevivir por la selección natural. Pero hoy, esos instintos han sido convertidos en la imperiosa necesidad de consumir más, más y más… hasta reventar.

La llamada “acción humana”, tal como queda planteada en la visión del espiritismo teórico, no responde a ninguna norma, es la renovación de la ley de la selva para modelar la  versión moderna del hombre instintivo. El que, presa de una fuerza atávica poderosa, ha vuelto a la edad primera en su afán de satisfacer una feroz antropofagia que ahora le impele a devorarse el planeta.