LAS NOCIONES DE SER HUMANO Y CIUDADANO EN LA FILOSOFÍA GRIEGA

LAS NOCIONES DE SER HUMANO Y CIUDADANO EN LA FILOSOFÍA GRIEGA

Diego Alfredo Pérez Rivas (CV)
Universidad Complutense de Madrid
diego.perez.rivas@ucm.es

 

INTRODUCCION:

Mentar el concepto de “hombre” o “ser humano” simultáneamente al de “ciudadanía” implica adentrarnos en el campo de reflexión de la filosofía y las teorías políticas. Si eso sucede en general en todos los períodos históricos, en el caso de Grecia Clásica se hace más manifiesto. Las distintas posturas filosóficas que surgieron en aquel lapso temporal nos dan cuenta de la importancia que tiene el concepto de ser humano u hombre para entender de mejor manera quiénes eran ciudadanos y por qué razones. En el presente trabajo intentaremos vincular la filosofía política con la metafísica a través de los horizontes de reflexión que se construyeron para explicar el “conocimiento político”, así como la relación de éste con el de ciudadanía y con las preferencias respecto a formas de gobierno específicas.
 
Al referirnos al conocimiento político en la actualidad es inevitable cuestionarnos por las influencias que puede absorber de ideologías o concepciones del mundo. El conocimiento científico requiere de cierto rigor y objetividad en el tratamiento de su objeto de estudio. Por lo mismo, las disciplinas ética y moral son vistas en diversas ocasiones como el gran obstáculo que se erige en torno al conocimiento político para alcanzar su objetividad anhelada.

En la última mitad del siglo XX, los teóricos de la epistemología hermenéutica han tratado de resolver ese problema ofreciendo una diferenciación entre conocimiento idiográfico y nomotético. De tal manera, surge la ineluctable relación entre filosofía de los valores, metafísica y ciencia política. Tras de sí se encuentra el reclamo que aspira a que doctrinas éticas y conocimiento político se distancien enteramente. Pero, simultáneamente, existe otro reclamo paralelo que considera que las disciplinas ética y moral son el eje por el cual tiene que transitar necesariamente el conocimiento político para ser fiel a sus verdaderos objetivos. La cuestión acerca del conocimiento político “con o sin” ética y moral se desdobla en la interrogante de si las últimas dos pueden ser objetivas o más bien relativas a cada espacio o época.

La historia de la teoría política puede darnos cuenta de que muchas han sido las direcciones y determinantes que se han atribuido al conocimiento científico cuando se analizan cosas humanas. Por la misma razón, el ente u objeto sobre el cual se ha venido construyendo el saber político ha variado en diversas ocasiones de forma y contenido. Por ejemplo, las “formas de gobierno”, el “Estado”, “las relaciones de poder”, el “poder político”, las “elites en el poder”, las “instituciones políticas”, la “constitución política”, la “justicia”, la “soberanía” y, actualmente, en lo que se conoce como Análisis Sistémico, el “sistema político”; han sido los diferentes “entes” específicos (o formas de observar el fenómeno político) que se han propuesto y utilizado con la finalidad de erigir los principios del conocimiento político. Los marcos teóricos han cambiado en muchas ocasiones provocándose la necesidad de replantear continuamente a la política en el marco del lenguaje en el que está escrita.

En la actualidad, una de las reorientaciones importantes que ha adquirido vigor es el estudio de las “democracias representativas”, al grado que se han convertido prácticamente en su objeto de estudio por antonomasia. En suma, hemos llegado paulatinamente y después de cierto proceso de repliegue a la reducción de la ciencia política en estudio de las democracias representativas o de partidos: a la descripción de sus principios, fenómenos y alteraciones. Sin embargo, con dicha reducción se ha perdido un centro crítico de análisis que nos permita concluir que tal conocimiento es imparcial, neutral y objetivo como es su afán. Entendiendo, en todo caso, que la objetividad viene dada por la ausencia de visiones éticas y morales.

De lo que no nos hemos percatado es precisamente de que una ciencia que determina su objeto de estudio de tal manera no sólo no ve más allá respecto de las organizaciones humanas y sus particulares posibilidades, sino que, contrariamente, se encuentra condicionada por una ideología muy particular que la observa como la mejor forma de gobierno. En otros giros, es muy probable que las indagaciones políticas que miran en las democracias el especial objeto de estudio del conocimiento político se encuentren predeterminadas por un paradigma ético muy específico del ser humano, en el mismo sentido en el que “el estudio del poder por el mero poder” presupone la legitimidad otro paradigma específico muy diferente al democrático. 

En el presente trabajo lo que intentaremos hacer es una revaloración acerca de lo que el conocimiento político significó originariamente para el mundo clásico desde los tópicos conceptuales del ser humano y la ciudadanía. De tal modo, nuestro interés está puesto primeramente en encontrar el objeto o la entidad que los filósofos más sobresalientes del período griego clásico propusieron para el estudio de la disciplina política. De la misma manera, indagaremos y descubriremos cuáles son los métodos de acceso para tal entidad desde tres puntos de vista diferentes. Nuestra hipótesis principal es la siguiente: la forma de observar el conocimiento político se encuentra estrechamente vinculada, en todos los casos que mostraremos, con una visión metafísica y axiológica muy precisa acerca del ser humano y/o ciudadano. De tal modo, en tanto que concebimos a la metafísica como un conocimiento especulativo e integral acerca del ser humano y su vinculación con la realidad, hemos de decir que el conocimiento político está escrito y descrito en lenguaje metafísico.

En el problema filosófico que nos aqueja están implicadas tres dimensiones que es preciso conocer y detallar. La primera dimensión la denominaremos como “ontológica”, en tanto que consideramos a la ontología como la ramificación de la filosofía que versa acerca de la configuración de los entes según su propia naturaleza o,  bien, según los principios a los que responden. Las preguntas fundamentales de este tópico serán: ¿Qué es el ser humano? ¿Cuál es su constitución ontológica?

La segunda dimensión es “ética”, en tanto que consideramos a aquella disciplina como la más apta para justificar y explicar en qué consiste la presumible condición moral del ser humano. Las interrogantes de esta dimensión serán: ¿Debido a su constitución ontológica, cuál es la condición natural y/o moral del ser humano? ¿Cuáles son las aspiraciones naturales o artificiales a las que responde su constitución?

Por último, la dimensión “metafísica” tratará de reflexionar con los resultados de las dos dimensiones anteriores para responder a las siguientes cuestiones: ¿De qué manera se relaciona la constitución ontológica del ser humano con la constitución ontológica de la ciudad o el Estado? ¿Es posible que exista conocimiento científico acerca de la organización de las cosas humanas? En caso de ser así: ¿Cuál es la tarea de la ciencia que se encarga de ordenar las cosas humanas? ¿Cuál es su objeto de estudio? ¿Cuál o cuáles son sus principios imprescindibles?

En consecuencia, observaremos de qué manera y en qué medida los sistemas filosóficos que expondremos contienen una visión integral del ser humano muy específica. Dicha visión se expresa sustancialmente en las preferencias respecto a ciertos regímenes políticos y a ciertos paradigmas de conocimiento político.

Los supuestos de los que partiremos para comprobar nuestra hipótesis central son los siguientes:

a)         En lo que respecta a la fundamentación del quehacer político como conocimiento existen dos posturas diametralmente opuestas. La primera es una versión negativa en lo tocante a las posibilidades de que en política pueda existir un saber cierto, universal y objetivo. Para los sofistas en general no puede haber ἐπιστἡμη de lo político sino única y exclusivamente δόξα. La consecuencia que se deriva de tal aseveración es que debido a que todos pueden participar de la δόξα, y en tanto que la δόξα constituye la dimensión de lo político, entonces todos pueden participar del ejercicio político. Por el mismo motivo, su defensa respecto al quehacer político será fundamentalmente de raigambre democrática.

b)         Por otro lado, existe una versión radicalmente positiva en la que se sostiene que en política puede existir saber cierto, universal y objetivo. Para Platón el conocimiento político puede darse a través de la τέχνη y también de la ἐπιστἡμη. Sin embargo, al ser dicho conocimiento un saber especializado que es exclusivamente asequible para unos cuantos, sostendrá una postura exclusivista. En tanto que el conocimiento político es considerado como epistémico y técnico, y en tanto que no todos pueden tener participación de dicho saber, sólo aquellos que tengan acceso a tal conocimiento serán considerados como potenciales participes del ejercicio político. En suma, la defensa de Platón será de raigambre monárquica en un primer período, y uno aristocrático constitucional en el segundo.

c)         En una postura intermedia se encuentra el pensamiento de Aristóteles, para quien el saber político se compone por una parte de lo epistémico y técnico, su parte más consistente, y por otra se hallará dispuesto a la δόξα. De su doctrina se desprenderá la conclusión de que para algunas funciones específicas de vital importancia tienen que gobernar los mejor preparados, los que poseen la ἐπιστἡμη y la τέχνη. Pero, por otro lado,  los que sólo posean la δόξα también tienen que participar de los beneficios del quehacer político. La consecuencia de tal afirmación será fundamentalmente de raigambre republicana, según la cual la mejor forma de gobierno tendría que ser una mezcla sui generis de las formas rectas de gobierno en la que el mando tendría que reunirse en la clase media.

En un primer momento, miraremos en la concepción de ser humano, ciudadano y  conocimiento político en Platón. Plantearemos de qué forma su sistema metafísico tiene una incidencia vital en la forma en la que concibió la ciencia y la filosofía política. Lo mismo haremos en un segundo escenario en el que analizaremos la filosofía aristotélica para tratar de descubrir en qué medida su sistema y sus categorías metafísicas tienen cierta incidencia en su forma de analizar los fenómenos políticos. Miraremos cuáles son los conceptos de ser humano y ciudadano en Aristóteles tratando de relacionar los contenidos con el sistema metafísico en el cual se sostienen. En un tercer momento, veremos lo que las teorías de los “sofistas” exponen respecto a los puntos mencionados. No perderemos de vista que los cambios paradigmáticos más sobresalientes respecto a la fundamentación filosófica de las ciencias sociales y humanas se encuentran ya expresados, aunque sea sólo de una forma incipiente y escueta, en el mundo clásico. Entidad política, concepto de ser humano, sistemas metafísicos, teorías del conocimiento y preferencias en las formas de gobierno tienen  una íntima y estrecha vinculación que trataremos de mostrar, describir y exponer en el presente trabajo.

Las razones por la cuales hemos elegido exponer en ese orden el estudio responden a varias cuestiones metodológicas y sistemáticas. Primeramente, en tanto que los sofistas defienden a grandes rasgos una ontología negativa, y Platón y Aristóteles lo hacen con ontologías positivas, es preciso hacer el tránsito del pensamiento epistémico al pensamiento doxástico. En lo que podríamos denominar la transición del pensamiento fuerte al pensamiento débil, Platón es quien considera que el saber político pertenece al campo de lo epistémico, mientras que esa posición se irá debilitando gradualmente con Aristóteles y aún más con los representantes de la postura sofista.
 
 Desde otro punto de vista, debido a que el conocimiento de Platón y Aristóteles tiene fuentes históricas directas a las cuales recurrir, y dado que el pensamiento de los sofistas es en gran medida conocido a través de estos dos filósofos, es natural empezar disertando sobre material seguro. Además de lo anterior, dado que las ideas de los sofistas se encuentran condicionadas en la tradición por la crítica de aquellos dos filósofos, resulta preciso conocer primero cuáles son sus ideas generales respecto a conceptos tales como ser humano, ciudadano y conocimiento político, para, posteriormente, realizar una disertación que nos permita visualizar los puntos de acuerdo y disidencia.

En el apartado primero hablaremos de los conceptos de ser humano y ciudadano que aparecen expresados en Platón en sus textos acerca de la República, las Leyes y el Político. En el primero y segundo texto nos percataremos que el concepto de ser humano se encuentra estrechamente relacionado con el concepto de πόλις. Se mostrará que existe una analogía metodológica de la cual hace uso Platón para desenvolver la explicación acerca de la esencia de tales entidades. En el tercer texto, pondremos la mayor parte de nuestra atención en la indagación que lleva a cabo para determinar cuál es el objeto de estudio y el método propio de la ciencia política. De tal manera, observaremos cómo la preferencia platónica respecto a una forma de gobierno determinada, el gobierno monárquico del rey filósofo, se encuentra vinculada tanto con su sistema metafísico como con su concepto de ser humano y ciudadano ilustrado.

En el apartado segundo compararemos el concepto de ser humano que aparece expresado en Aristóteles en sus textos políticos con el que emerge en los éticos, biológicos y metafísicos, para descubrir si son correctas las opiniones de los pensadores que consideran que dicho concepto encuentra su culminación y máxima expresión en la definición del ser humano como ζῶον πολιτικόν. Observaremos a detalle cuáles son las propiedades y cualidades del ente acerca del cual tendría que construirse la ciencia política para el de Estagira. De tal forma, miraremos que la preferencia aristotélica respecto a una forma de gobierno determinada, la Politeía o el gobierno de las clases medias, se encuentra vinculada, al igual que en Platón, con su sistema metafísico y con su concepto de ser humano.

En el apartado tercero, haremos una breve revisión del pensamiento sofista para enfatizar la forma en la que su teoría del conocimiento y su concepto de ser humano son determinantes para comprender su preferencia por una forma de gobierno determinada: la democracia. Miraremos a la filosofía sofista no como un sistema cerrado, completo o perfecto en el cual encajen todos y cada uno de los conceptos en cuanto a su forma y contenido. Por el contrario, miraremos en el relativismo sofista una alternativa interesante en lo referente a la fundamentación filosófica de las ciencias humanas. La subversión de conceptos que llevaron a cabo en torno a lo que es competencia de la ἐπιστἡμη y la δόξα es imprescindible para entender el por qué de su concepción acerca de la imposibilidad de erigir principios estables para el conocimiento político.