LA AGENDA DE LA EFICACIA DE LA AYUDA EN AMÉRICA LATINA. Cooperación Hispano- Venezolana

LA AGENDA DE LA EFICACIA DE LA AYUDA EN AMÉRICA LATINA. Cooperación Hispano- Venezolana

Francisco José Tomás Moratalla (CV)

IV-Venezuela y España ante la Agenda de la Eficacia de la Ayuda.

 A continuación y antes de abordar el desempeño específico de la Cooperación Hispano-Venezolana en términos de la AEA se revisan tanto las posiciones de España como de Venezuela frente a dicha Agenda, así como algunas de las principales críticas realizadas a la DP y el PAA.

4.1-Venezuela y la eficacia de la ayuda.

4.1.a-Las críticas de Venezuela frente a la eficacia de la ayuda.

Venezuela es sin duda uno de los países del Hemisferio más crítico con todo el discurso que se genera en relación a la AEA. Este planteamiento responde bien al carácter revolucionario del Gobierno Bolivariano y a su deseo de construir una “nueva geopolítica internacional” basada en un mundo “multipolar” (GOB 2007:6). Sin embargo la posición del GBV no fue siempre tan crítica. Durante los primeros años de mandato del presidente Chávez, éste todavía no se había desmarcado tan claramente de los consensos internacionales relacionados con la eficacia de la ayuda; sin embargo la posición del Gobierno Bolivariano se fue radicalizando con el pasar de los años. Un buen ejemplo de esta evolución lo podemos encontrar en el posicionamiento venezolano ante la agenda de mejora de la financiación al desarrollo.

Para el año 2002, el Gobierno Bolivariano todavía sostenía la utilidad del  Consenso de Monterrey en cuanto al financiamiento de los organismos internacionales y las estructuras de cooperación internacional. De hecho se abogaba por fortalecer el trabajo de los organismos financieros internacionales en favor de los países en desarrollo, como se menciona varias veces en las “Reflexiones de Venezuela-Post Monterrey”, a saber: “La asistencia de las Organizaciones Internacionales a los países en desarrollo es necesaria para corregir problemas de orden estructural, a la par de solventar los de origen coyuntural. Igualmente es importante la experticia de tales Organismos, a fin de desarrollar programas de carácter productivo y social”. (RBV 2002:2)

Después la postura se endurece, pues mientras en Monterrey no hay una crítica de fondo al sistema financiero internacional, salvo la necesidad de mayor participación en la toma de decisiones por parte de los países en desarrollo, ya para el año 2008 se habla abiertamente de la necesidad de establecer un nuevo sistema financiero internacional. En este sentido en el Discurso del Embajador Jorge Valero, Representante Permanente de Venezuela ante NNUU, con motivo de la Conferencia de Doha sobre financiación al desarrollo de 1 de Diciembre 2008, se plantea “la necesidad de relanzar, sobre nuevas bases, el sistema internacional de financiación al desarrollo, a cuyos efectos es imprescindible transformar estructuralmente, los sistemas financieros, económicos y comerciales internacionales, que han dominado el mundo, desde el término de la Segunda Guerra Mundial” creando “una nueva institucionalidad financiera internacional…” (GBV 2008: 2).En este sentido el embajador Valero señala también que “Venezuela impulsa iniciativas financieras de Cooperación Sur-Sur, que responden a la voluntad de gobiernos soberanos que impulsan alianzas basadas en criterios de cooperación, solidaridad y complementariedad” (GBV 2008: 5). Propone además, la necesidad de contar con nuevas instituciones financieras regionales “que responderán efectivamente a los objetivos de desarrollo económico y social de estos países” (GBV 2008: 6).

En el marco de esa posición crecientemente crítica y siguiendo lo planteado por Ojeda Medina (2010), existen al menos tres elementos a destacar de la crítica de Venezuela frente a la AEA, a saber: En primer lugar el “Rechazo a la injerencia por parte de organizaciones internacionales en las actividades soberanas del país” que según esta autora es “un rasgo característico del perfil de la Venezuela cooperante de inicios del SXXI”. (Ojeda 2010: 172). Lo anterior podría interpretarse como una clara crítica al principio de la “Mutua Rendición de Cuentas” e incluso, por extensión, a todo el espíritu de la DP. En este sentido Ojeda, citando a Reyes (2007), señala que “En su condición de nación en desarrollo, la República Bolivariana de Venezuela considera que […] la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) no debe estar sujeta a criterios evaluativos y condicionalidades por parte de los países desarrollados o de las instituciones multilaterales financieras, interfiriendo en la autodeterminación de los pueblos, su forma de Estado, sistema de gobierno, rumbo de la economía y destino sociocultural” (Reyes 2007: en Ojeda 2010: 172). Sin embargo, es importante señalar que la cita no se entiende igual sin el espacio entre […] de la frase original, en la que Reyes suaviza el sentido de toda la cita al plantear también que “las estrategias de desarrollo acordadas en el ámbito multilateral deben ser compatibles y acompasadas con las necesidades, peculiaridades, recursos, posibilidades y contar con el consenso colectivo de cada país. Para ello…”. (GBV: 2007b). Es decir, que tomada la frase en su sentido global parece claro el interés del GBV en los principios de Alineamiento y Apropiación, aunque siendo crítico con la Mutua Rendición de Cuentas en lo que suponga de interferencia a la autodeterminación de los pueblos.

En segundo lugar y tal y como plantea Ojeda “Atendiendo al discurso y la postura antiimperialista del Gobierno Venezolano, es posible visualizar que el espacio que impulsa la agenda de la eficacia de la ayuda, en el que participa el CAD/OCDE, algunas organizaciones internacionales y las instituciones financieras internacionales, no es precisamente el espacio político por el que un país como Venezuela muestre interés” (Ojeda 2010: 172).

En este sentido parece claro que el interés del Gobierno Bolivariano en todo este proceso es muy bajo y “… no hay señales de que el país haya firmado o tenga intenciones de firmar la Declaración de Paris sobre Eficacia de la Ayuda o la Agenda de Acción de Accra” (Ojeda 2010: 172).

Aun siendo ciertas las afirmaciones de Ojeda Medina, también en la misma intervención de Reyes hay otras expresiones que podrían interpretarse como el alineamiento de Venezuela con el espíritu de la AEA a saber: En materia de ayuda al desarrollo, se requiere de manera urgente, un incremento sostenido y previsible, de la ayuda oficial al desarrollo, así como del cumplimiento del compromiso permanentemente postergado de los países desarrollados de asignar el 0,7% de sus respectivos PIB en la ayuda oficial para el desarrollo”. (GBV 2007b). O bien, “La jornada que estamos concluyendo ha evidenciado la necesidad de interrogarse sobre la verdadera voluntad de la Comunidad Internacional para avanzar en la consolidación de los Objetivos de Desarrollo del Milenio. La mutua responsabilidad del desarrollo debe avanzar con paso firme para responder a las necesidades de los pueblos empobrecidos del planeta” (GBV 2007b:2), que sin duda es una referencia explícita del GBV a favor del espíritu del principio de mutua responsabilidad recogido en la DP.

Además Venezuela también recoge algunas de las críticas de la sociedad civil a la DP y el Plan de Acción de Accra, como por ejemplo la idea de que “Las metas de desarrollo, incluidos los Objetivos de Desarrollo del Milenio, solamente podrán cumplirse si se logra un cambio real en el intercambio comercial internacional y sus postulados y una verdadera voluntad de los gobiernos en la reducción de la pobreza. Los compromisos que se adoptaron en Doha y Monterrey deben conducir a un sistema mundial de comercio que beneficie a los países en desarrollo. Es imprescindible establecer un nuevo orden mundial que dé respuesta a los nuevos desafíos de este Milenio y que corrija las desigualdades existentes entre el mundo en desarrollo y los países desarrollados”. (GBV 2007b:2)

En resumen, todo lo expuesto nos lleva a pensar, que si bien Venezuela es un país crítico con el conjunto del proceso de la AEA, dicha crítica pudiera interpretarse más como una suerte de “pose ideológica” general, en contra del tradicional orden geopolítico internacional, dentro del cual, situaría el GVB a la DP y el PAA, que como una crítica en lo concreto al espíritu de la AEA.

En este sentido y en nuestra opinión, la oposición de Venezuela a la AEA no estaría suficientemente contrastada con buena parte del espíritu de los principios de la DP, que sin duda están, en gran parte, en sintonía con la visión internacional del GBV, a tenor de lo expuesto hasta aquí. Tampoco con el propio discurso venezolano de “ampliar y fortalecer mecanismos de cooperación para el desarrollo” como se señala al analizar la meta 13 del informe “Cumpliendo las metas del milenio”, pero que también está ligada con el ODM 8 (RBV 2010:99). Ni por último con el deseo venezolano de lograr que la cooperación externa en Venezuela esté totalmente alineada tanto con las prioridades nacionales como con las visiones políticas recogidas en el PDES 2007-2013. Fue precisamente ese deseo de alineamiento el que alentó el muy controvertido borrador de Ley de Cooperación Internacional, aprobado en la Asamblea Nacional en primera discusión a finales del 2010, pero que no entró finalmente en vigor. También, en parte, fruto de esa voluntad se aprobó la “Ley de Defensa de la Soberanía Política y Autodeterminación” de (RBV 2010b), para limitar y controlar el financiamiento externo de “organizaciones con fines políticos, organizaciones para la defensa de los derechos políticos o las personas naturales que realicen actividades políticas” (artículo 1º) (RBV 2010b).