EL TEXTO ESCRITO ARGUMENTATIVO

Virgen Onelvis Castellano Borlot

1.1.1. Algunas consideraciones acerca de la enseñanza del texto escrito argumentativo en la escuela primaria.


Los estudios realizados demuestran que la argumentación está presente en multitud de situaciones de comunicación que se dan en la cotidianidad, las cuales no son exclusivamente verbales y en las que alguien intenta justificar un pensamiento, un comportamiento o influir en la actuación ajena.
Lo que determina que se produzca la argumentación es la existencia de un propósito en el emisor: influir sobre las creencias o la forma de actuar del destinatario, propósito  que puede realizarse de dos maneras:

  1. Convenciendo al destinatario para tratar de que comparta una idea o realice una acción. Para ello se puede apelar a la razón.
  2. Persuadiendo al destinatario para que asuma una idea o realice una acción, para lo cual apela a los sentimientos y a veces se emplean conscientemente medios ajenos a la lógica. Dolz (1993) y Camps (1995)

Cualquier conducta argumentativa se caracteriza por dos rasgos fundamentales: su carácter dialógico y su carácter lógico. El carácter dialógico de la argumentación ha sido puesto de relieve por diversos autores. Así Dolz (1993), uno de los que más ha trabajado en el tema objeto de estudio, la ve como una especie de diálogo con el pensamiento del otro para transformar sus opiniones. Esto hace que la actividad se encuentre fuertemente ligada al contexto (Camps 1995), y por ello hay que tener muy en cuenta la situación comunicativa en que se produce. La cual está determinada por la relación que se representa en el siguiente esquema:

EMISOR             Modo de Comunicación         DESTINATARIO

El emisor es la persona que argumenta; el destinatario es la persona real o figurada a la que se dirige la argumentación y el modo de comunicación engloba aspectos tan importantes como si la argumentación se realiza en público o privado, directamente o a través de algún medio de comunicación, con probabilidad de respuesta o no.
Por su parte, el carácter lógico de la argumentación se expresa a través de su estructura lógica, en la que se confrontan elementos racionales para llegar a una conclusión. En tales casos se distinguen: el objeto, la tesis y los argumentos o razones, así como la postura del argumentador. La argumentación puede ser positiva o negativa; los argumentos pueden ser racionales (de hechos, de ejemplificación o de autoridad) y otros que apelan a los sentimientos del destinatario, (halago, compasión o amenaza), y por último las conclusiones. Ducrot (1990), Van Dijk (1995), Perelman (1999).
En lo antes expuesto se pone de manifiesto la teoría de la argumentación de Ducrot Perelman y Olbrechts-Tyteca, (1994: 48-199), la que parte de ciertas premisas generales que estipulan la situación de la argumentación y a partir de ella se delimita el alcance de su estudio y su metodología, la que además se conoce como la nueva retórica. Según estos autores, para que haya argumentación es necesario que se produzca una “comunidad efectiva de personas”, pues esta es eficaz cuando logra la adhesión de la audiencia o al menos crea una disposición para la acción.
A partir de los elementos hasta aquí abordados, se es del criterio que es posible la enseñanza de la argumentación como proceso, pues ella forma parte de la vida diaria y se manifiesta en las expresiones lingüísticas, incluso de los niños más pequeños, es inseparable de su proceso de socialización y de su desarrollo intelectual, ya que, desde las edades más tempranas, tratan de convencer a sus padres para conseguir algo o justificar en cierta medida sus deseos.
Se considera que estas capacidades deben aprovecharse sistemáticamente en la comunicación oral y escrita, y no olvidar que la enseñanza de la argumentación supera los simples objetivos de una enseñanza disciplinar. En este sentido se observa la ausencia casi total de esta en los diseños curriculares de la Educación Primaria en Cuba, y sí el predominio de los textos narrativos y descriptivos.
Según la bibliografía pedagógica consultada, en la que se destacan autores como Dolz (1993), (Camps 1995), Poblete Olmedo, C.(2005), Rodríguez, A. (2010) y otros, la enseñanza temprana de la argumentación no conlleva a dificultades insuperables, siempre que se tenga en cuenta la selección adecuada de los contenidos de enseñanza, la edad y el momento del desarrollo en que se encuentran los escolares, el establecimiento de una progresión coherente de los contenidos y niveles de complejidad, así como la realización de actividades que les resulten interesantes.
Otro elemento a tener en cuenta en la enseñanza de la argumentación son los argumentos que pueden ser planteados por los escolares de estas edades, entre los que se pueden encontrar: los criterios o ideas acerca de un tema y de los personajes que intervienen, la idea esencial de un texto o fragmento leído, un refrán, una adivinanza, carta, poesía, canción u otro texto según la situación comunicativa.
Un aspecto importante es el reconocimiento y uso de los conectores argumentativos de causa, culpa, consecuencia, concesividad, ejemplificación, explicación, oposición, entre otros, los que permiten la coherencia adecuada en los textos. Para ello es esencial la utilización de estrategias cognitivas y metacognitivas que pueden ser representadas a través de esquemas o sistemas de preguntas, que les servirán de guía a los escolares para la construcción del texto escrito argumentativo con la calidad requerida.
Se ha constatado, a través de la práctica pedagógica, que los conectores más utilizados por los escolares de estas edades son los de causa, explicación y ejemplificación, porque se corresponden con los conocimientos que poseen según sus características. El estudio de la argumentación desde los primeros niveles educativos, tiene en cuenta como fundamentales premisas, la capacidad casi innata que posee el niño para argumentar, (Editorial Santillana 2002), lo que permite enriquecer el trabajo para el desarrollo de motivaciones en los escolares para construir textos argumentativos. A partir de este análisis el Ministerio de Educación en Cuba propuso incorporar el trabajo con la argumentación en los programas de la Educación Primaria, desde el tercer grado con los siguientes objetivos: argumentar de forma sencilla las acciones de los personajes y redactar párrafos argumentativos.
Sin embargo, y aunque resulta innegable la contribución que en materia de preparación han aportado estos objetivos, aún subsisten limitaciones que conducen a alternativas que no satisfacen las exigencias actuales de la enseñanza de la lengua materna en la escuela primaria, a partir de modelos didácticos integradores que valoricen los aspectos de un proceso de comunicación escrita, signado por su carácter social y contextualizado. Para lograr estos objetivos los docentes deben poseer conocimiento teórico sobre este tipo de texto, sus características esenciales, los términos propios y otros aspectos para motivar a los escolares a aprender su construcción.
Estudiosos del ámbito nacional e internacional como Parodi S. G. (2000), Perelman F., (2000), González Pinzón, Blanca Y. (2005), Poblete Olmedo, C. A. (2005), Roméu E., A. (2007) y Hernández Matos. E. (2008), han demostrado la carencia de un modelo que sustente el trabajo con este tipo de texto y que contribuya al logro de una competencia textual escrita, por parte de los escolares primarios, pues su mayoría ofrecen aportes para las enseñanzas secundaria, media superior y universitaria.
La literatura consultada permitió analizar diferentes definiciones que sustentan la interpretación de las categorías esenciales para la comprensión de la propuesta realizada. El diccionario Océano Práctico de la Lengua Española y el Gran Diccionario Enciclopédico Grijalbo expresan que un texto es un conjunto de palabras que constituye un documento escrito; un documento escrito en general; un pasaje citado de una obra literaria, o sea, cualquier escrito y su contenido.
Vega V. Frey (2003), lo define como un sistema de símbolos gráficos que constituye una unidad lingüística (que respeta las reglas del sistema); comunicativo (creado por y para la interacción comunicativa y que es fruto de una determinada intención).
Los autores consultados coinciden en la función comunicativa del texto. Parra, Marina (1989:27) precisa que es “la unidad comunicativa fundamental mediante la cual se intercambian los significados” Van Dijk (2000:265); refiere que “es una unidad de análisis, un constructo teórico y abstracto del discurso, una estructura superior a la simple secuencia de oraciones con conexión y coherencia”.
Por su parte Roméu Escobar (1996:128), con la que se coincide, concreta que es “un enunciado comunicativo, coherente y portador de un significado, que cumple una determinada función comunicativa, en un contexto determinado, con una determinada intención comunicativa y una determinada finalidad, que posibilita dar cumplimiento a ciertas tareas comunicativas para lo cual el emisor se vale de diferentes procedimientos comunicativos y escoge los medios lingüísticos más adecuados para lograrlos”.
Se aprecia el vínculo con el término contexto, visto como la estructura de todas las propiedades de la situación que son pertinentes para la construcción o recepción del discurso, a partir de la situación y la intención comunicativas, el estatus social de los interlocutores, así como los factores espacio-temporales; implica además, a los propios sujetos en calidad de miembros sociales, grupos o instituciones. Ella considera que todo texto posee un significado, y el resultado de lo que significa el emisor y su uso, está en dependencia del contexto y del tipo de texto, por lo que las características del contexto ejercen influencias sobre el texto y recíprocamente.
Con respecto al texto escrito argumentativo, se coincide con Parodi G., Perelman F., y Rodríguez A. (2000, 2010: 3-4), cuando señalan que “es entendido como dar las razones para tal o cual conclusión; estas razones se llaman “argumentos”. Ellos convienen en expresar que el texto argumentativo posee una organización estructural particular y sus propiedades difieren de otros tipos de textos. En toda conducta argumentativa hay, además de un mecanismo lógico racional, un mecanismo de persuasión. El argumentador puede enfatizar uno de estos dos aspectos”.
Por otra parte, en los diccionarios citados se expresa que: Argumentar es argüir, sacar en claro, poner argumentos contra una opinión o contra quien la sostiene. Argumento es el razonamiento que se emplea para demostrar una proposición, o para convencer a otro de lo que se afirma o se niega. La argumentación es la acción de argumentar.
Lo anterior coincide con lo planteado en el Diccionario Filosófico de M. Rosental y P. Ludin (s.a.e) cuando expresa que argumento: es un juicio o sistema de juicios aducidos para confirmar la veracidad de cualquier otro juicio o sistema de juicios, las premisas de la demostración; también es conocido como fundamento o razón de la demostración.
Desde la Lingüística, se asume, el análisis de la argumentación en distintos ámbitos comunicativos, lo que pone de relieve las peculiaridades de determinados discursos sociales en relación con el proceso retórico seguido, las estrategias pragmáticas privilegiadas y los recursos lingüísticos seleccionados. Para describir y explicar los procedimientos discursivos entendidos como técnicas argumentativas, se parte del marco de la lingüística del texto y de las aportaciones de la nueva retórica. Perelman y Olbrechts- Tyteca, Anscombre y Ducrot, (2010).
La argumentación puede ser entendida como un saber estratégico que privilegia unas técnicas lingüísticas frente a otras en cada situación particular. El texto argumentativo está constituido por tres componentes: una aserción o afirmación inicial a la que se conoce como el planteamiento, propuesta o tesis, una afirmación final o conclusión y una serie de afirmaciones que hacen avanzar desde la primera hasta la segunda, que también es denominada cuerpo argumentativo. Van Dijk (1983:158),
Según Rodríguez, A. (2010), en estos textos puede hablarse de argumentación explícita o implícita en dependencia de la presencia o no de sus componentes. Ducrot (1973), señala que el esquema tripartito de premisas-argumentos-conclusión se puede aplicar a unidades discursivas mayores que un par de enunciados.
La tesis suele ser un enunciado con el que alguien plantea una información sobre la realidad física o mental. Consiste en atribuir cualidades a los seres o en describir sus acciones. Es la idea en torno a la cual se reflexiona. Puede estar constituida por una sola idea o un conjunto de ellas. La conclusión constituye una aseveración que tiene que derivarse de la afirmación de partida y del proceso de desarrollo del cuerpo argumentativo. La conexión en la tesis se establece siempre mediante relaciones de causalidad. Se puede presentar como la conclusión de la premisa o tesis.
El cuerpo argumentativo lo forman las diversas afirmaciones que permiten el paso de la tesis a la conclusión. Ellas ponen de manifiesto las creencias que han de compartir emisor y receptor para que pueda ser válido el vínculo que une las afirmaciones de partida y llegada. Los elementos que lo constituyen se llaman pruebas o argumentos.
En el cuerpo argumentativo, el sujeto argumentador puede estar de acuerdo o no con el planteamiento inicial. Si está de acuerdo lo defenderá, demostrará la verdad del planteamiento, lo probará, justificará, y si está en desacuerdo, entonces debe demostrar que ese planteamiento es falso. Eso entrañará igualmente desarrollar un acto probatorio, pero de carácter inverso, lo que se denomina refutación. En ambas circunstancias -justificación o refutación- puede tratarse de un proceso total o parcial.
La relación de causalidad que se establece entre el planteamiento y la conclusión se puede manifestar tanto con medios semánticos (relaciones de sentido entre ambas afirmaciones), como por medios gramaticales diversos: coordinación copulativa, disyuntiva, causal y consecutiva. En la relación del receptor con el emisor, puede darse un rechazo o una aceptación, según la valoración que haga del emisor como un individuo cualificado y competente para enunciar o defender su tesis.
Los dos sistemas más frecuentes que se dan como modos de razonamiento, de la argumentación son la deducción y la inducción, aunque son posibles también la asociación, la elección alternativa y la concesión restrictiva. La deducción, es un modo de razonamiento que se basa en la tesis o enunciado para llegar a la conclusión. La relación de causalidad está orientada desde la causa a la consecuencia.
La deducción puede darse por silogismos y deducción condicional. La primera, puede presentar elipsis, las cuales ofrecen variantes como: la parte por el todo, el todo por la parte o la relación de transitividad, la deducción pragmática, la deducción por cálculo (extrapolación) y la hipotética. La deducción condicional trata de razonamientos que parten de una suposición, y de ella se deriva todo. (Texto científico).
La inducción, por su parte, es el tipo de razonamiento que funciona de un modo inverso. En él la conclusión representa el motivo para tomar en consideración la tesis. Entre ellas la relación de causalidad se orienta desde la consecuencia hacia la causa. En ella pueden darse también casos de silogismos, como los ya analizados. El resto de los sistemas de razonamiento son menos habituales.
Para el desarrollo de la argumentación se pueden utilizar procedimientos que ponen de manifiesto de manera explícita la validez del proceso argumentativo. Estos procedimientos pueden ser de tres tipos: semánticos, los que se basan en la validez de juicios valorativos admitidos socialmente de forma general; discursivos, los que se apoyan en el uso de determinadas categorías lingüísticas (comparación, definición, citas, descripción, acumulación, interrogación) y los organizativos que  cumplen la función de ordenadores del conjunto de la argumentación. (Lineal-Inicio-Conclusiones, clasificatoria- de forma sintética los argumentos, resumen, esquemas, tablas).
Existen también los procedimientos lingüísticos-semánticos, que se traducen en la ponderación de la verdad, la belleza, los valores éticos, el hedonismo y lo práctico. Cada uno de estos puede optar por presentar modos de razonamientos diferentes. Estos procedimientos dan la posibilidad al escolar de lograr un proceso de construcción con calidad, a través de sus experiencias, formas lingüísticas, creencias, vivencias personales significativas, adquiridas de su intercambio con los diferentes contextos, además constituyen herramientas necesarias para que se logre un proceso de enseñanza-aprendizaje desarrollador, a través de impulsos psicopedagógicos.

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