La socialdemocracia  alemana fue considerada la guía de los socialdemócratas de todo el mundo; el  SPD fue el referente desde el punto de vista ideológico y modelo organizativo.  Sin embargo, el partido socialista más antiguo de Europa está en crisis, la tan  reconocida capacidad de los socialdemócratas de adaptarse, fortalecerse y  sobrevivir en cualquier momento histórico, es hoy un hecho discutible.
  El SPD abandonó  oficialmente el marxismo en 1959, para asumir sin ambages lo que ya se sabía  que era: un partido reformista, férreos defensores de la democracia  representativa y fuerza garante del orden constitucional. En 1959 el congreso  del partido declaró oficialmente que no lucharía contra el capitalismo, que su  objetivo no era cambiar el sistema sino mejorarlo. Oficialmente sostenía que su respaldo  al sistema capitalista, se mantendría en tanto éste funcionase. El SPD se reafirmó como una fuerza  de la izquierda sistémica, que contribuyó desde la oposición o en  el gobierno afianzar sus postulados, todo esto condicionado por los caracteres  socialdemócratas del desarrollo de la sociedad alemana, apoyados en las teorías  keynesianas. Todo esto generó un potente Estado de Bienestar, producto del desarrollo y la hegemonía del  capital que siguió su ciclo natural de acumulación; cuando el modelo económico  puso en peligro el proceso de acumulación y de expansión del capital, fue  eliminado. En Alemania los gobiernos socialdemócratas se concentraron en el  desarrollo económico y en el empleo de la cogestión en una industria, que logró  obtener un lugar preponderante en los mercados mundiales, sobre todo por la  calidad de sus productos, obteniendo elevadísimas ganancias. Creyeron que con  el crecimiento económico sostenido mantendrían el pleno empleo y el Estado  Social, pero la crisis económica del 73-75 acabó con ese sueño. Fue el  agotamiento del modelo lo que llevó a las contradicciones insalvables dentro de  la coalición de gobierno desde mediados de 1980, cuyo punto culminante llegó en  1982 con la caída del gobierno socialdemócrata, un año antes de la elecciones  generales y después de 16 años de mandato, tres en coalición con la CDU/CSU de  1966 a 1969 y trece en colación con el FDP de 1969 a1982, coaliciones en cuales  el SPD fue la fuerza política dominante. 
  Las décadas que  siguieron presenciaron a una socialdemocracia que había perdido la hegemonía y  se encontraba en situación de soporte más que de líder. Las sucesivas  direcciones del partido, los congresos y los planes y programas que produjeron  buscaron vías diversas para relanzar al SPD al centro del sistema político  alemán. De tal manera, su accionar en la oposición y el gobierno solo pueden  caracterizarse como una permanente búsqueda de apoyo electoral y de  concertación con el resto de la clase política germana. 
  La década y media  fuera del gobierno fue el marco temporal de los intentos de readecuar sus  plataformas políticas a los cambios globales y nacionales en los diversos  ámbitos, la modernización del discurso y el relevo generacional. A su vez, fue  escenario de discrepancias y conflictos internos que contribuyeron a darle  formas novedosas y a mantener algunos rasgos tradicionales, así como a cambiar  el espectro político, en especial el sistema de partidos. Posteriormente, una  década reinsertada en el núcleo del estado, encabezando una coalición (con Los  Verdes, 1998-2005) o de segundo violín (con la CDU-CSU, 2005-2009), asoció a la  socialdemocracia alemana con un vasto proceso de reformas, de acuerdo con sus  socios y opositores políticos, pero con muy poca retroalimentación positiva de  sus bases y del mundo sindical.
  La globalización neoliberal  representó un desafío para la economía y la sociedad alemanas; este desafío se  hace extensible a los partidos políticos, especialmente al SPD, pues la  propuesta neoliberal representó desde el punto de vista económico un modelo  totalmente contrario a los principios socialdemócratas clásicos, y desde el  punto de vista ideológico un “enemigo”, si tenemos en cuenta que el auge y la  implantación del neoliberalismo globalizador parte de una crítica al  estado  controlador de la economía y  benefactor, al estado que actúa fundamentalmente en los marcos nacionales y que  entra en contradicción con la internacionalización económica. Los ajustes  económicos del modelo neoliberal redujeron el estado nación, en tanto este ya  no contaba con el control de amplios recursos que les permitiera llevar a cabo  sus políticas de justicia social. Es por ello que unos de los factores que  influyeron en la crisis del SPD como partido de masas fue la transformación de las  estructuras socioeconómicas, especialmente aquellos cambios que se  refieren a las estructuras de clases, en especial el debilitamiento de la base  social del partido, la clase obrera. Es cierto que en las condiciones actuales  del capitalismo cambiaron las relaciones de trabajo; la automatización y la  informática transformaron el mercado laboral. El uso de las nuevas tecnologías  elevó la productividad, pero al mismo tiempo redujo la disponibilidad de  puestos de trabajo tradicionales, las elevadas cifras de desempleo aumentaron  desmesuradamente los subsidios para los desempleados, lo cual elevó el déficit  fiscal. 
  A partir de 1982, Alemania entró  a formar parte de la triada exitosa del neoliberalismo, aunque es justo decir  que el caso alemán fue mucho más moderado que el reaganismo o el thatcherismo:  se implementaron muchos de los principios del neoliberalismo pero se intentó  minimizar las afectaciones a sus políticas sociales. Los cambios y la críticas  al modelo de la post guerra a los cuales me he referido derivaron  inevitablemente en el inicio del desmontaje del Estado de Bienestar,  pero el fenómeno es mucho más profundo. 
  Otro elemento a tener en cuenta  son las divisiones internas. El SPD se caracterizó siempre por  tener una sólida disciplina partidista, que en diversas ocasiones en su  historia le permitió salir de grandes dificultades. No es que no hubiese discrepancias,  siempre las hubo, de hecho desde sus inicios el SPD se caracterizó por ser un  partido de facciones, pero hubo también consenso en puntos clave, lo cual les  permitió salir a la luz pública como una fuerza cohesionada. En los últimos  años las divisiones en el partido fueron continuas y cada grupo o personalidad  determinada vendió a la opinión pública y a sus bases versiones diversas de un  mismo tema. Como organización en función de su credibilidad y de mantener la  confianza de sus bases necesitó hallar una unidad dentro de las diferencias, lo  cual resultó sumamente difícil. Parafraseando a Wolfgang Merkel, los partidos  socialdemócratas deben sus triunfos o sus fracasos a los procesos “internos”  más que a los externos, a sus decisiones políticas y a sus estrategias, dentro  del partido. 
  La era del consenso  socialdemócrata y la posibilidad que esta dio para responder a las demandas y  necesidades de la mayoría de los miembros del partido y las organizaciones  sindicales hicieron que el SPD dejara de ver al capitalismo como su contrario,  esto condujo al debilitamiento ideológico. Herbert Marcuse  afirmaba que el bienestar del capitalismo post bélico había “adormecido” a las  clases trabajadoras, que había “mellado” sus instrumentos de lucha. El SPD se  propuso como estrategia convertirse en un partido de masas, y acabo siendo el  partido de las clases medias y de la aristocracia obrera. La socialdemocracia  alemana perdió su identidad, se desorganizó, se fragmentó y se desorientó. En  el periodo de gobierno de 1998 a 2002, se movió hacia el centro, mientras que  en el mandato siguiente del 2002 al 2009 se desplazó a la derecha, adoptó las  políticas neoliberales, pero no ofreció una respuesta coherente, una  alternativa, que no afectara a esa gran mayoría de la que siempre fue  representante.  Como un elemento de este  debilitamiento cabe analizar que se produjo además un paralelismo, pues el  debilitamiento del SPD fragilizó a la DGB. Esta convergencia muestra que las  organizaciones sindicales no encontraron un lenguaje común en su lucha contra  la aplicación de la agenda 2010 a pesar del rechazo mayoritario a esta. 
  El electoralismo fue  otro elemento clave. Ganar votos se convirtió en la razón de ser del SPD; sus  discursos, sus constantes cambios de estrategia; marcharon según la posibilidad  de atraer votantes. Generalmente usaron discursos en las campañas electorales  llenos de promesas tendientes a satisfacer las demandas de su electorado, en  muchos casos imposibles de cumplir cuando estuvieron en el gobierno, pues la  realidad socioeconómica impuestas por las nuevas condiciones no lo permitió,  obligándolos a hacer concesiones. Esto provoco que dejaran de ser percibidos  como una fuerza progresista, transformadora de la sociedad; fueron vistos como  un ente aislado de sus bases, lo que permite afirmar que su objetivo fue llegar  y mantenerse en el poder.
  Esta reconversión de  la socialdemocracia alemana no puede verse fuera del ámbito de la Unión  Europea, que en aras de responder a la necesaria integración que el modelo  requiere, promovió, defendió e impuso el neoliberalismo en consonancia con las  instituciones financieras internacionales, que ejercen sus presiones sobre las  naciones a ella integradas y a las que no escapa la “Locomotora Europea”. La falta de control estatal sobre la  economía y el mantenimiento de muchos de los servicios sociales, hicieron que  el déficit presupuestario se mantuviera o aumentara, aumentando la deuda  pública; este aplazamiento dejaría una herencia difícil a los socialdemócratas,  que debieron aplicar con mayor rigor las políticas de ajuste social acordes con  el modelo neoliberal.
  Condicionado, por estos factores,  a partir de 1998 la coalición SPD–Verdes comenzó un proceso de  modernización y de implementación de políticas de ajuste. Se propuso bajar los  índices de desempleo, sanear las finanzas públicas, elevar el crecimiento  económico, pero nada de esto ocurrió. El país giraba en un círculo vicioso, en  el 2002 la economía alemana no daba señales de recuperación y la promesa de  disminuir el desempleo no se cumplió. En ese contexto, el segundo mandato del  SPD y los Verdes se articuló entorno al intento de recuperar la economía  alemana, por lo que puso sobre la mesa la Agenda 2010. Esta agitó a la sociedad  alemana, provocó la profundización de las divisiones ya existentes en el SPD:  un grupo de sus parlamentarios se negaron a apoyar las medidas, a lo que el  ejecutivo respondió amenazando con dimitir, también los Jusos manifestaron su  desacuerdo. Además, potenció las divisiones entre los sindicatos, los que  tuvieron maneras diferentes de enfrentar el problema, lo cual agudizó como nuca  las divisiones entre la DGB y el partido, por otra parte los democristianos  hicieron oposición al SPD desde el Bundesrat donde eran mayoría. El SPD se  desgastó en conversaciones y negociaciones para lograr el apoyo de la derecha  en la votaciones, algo realmente contradictorio e irónico, la socialdemocracia  convenciendo a la derecha conservadora de votar a favor de los recortes de los subsidios  de desempleo. Al final, la Agenda 2010 no dio el vuelco en positivo  a la economía alemana que se esperaba y si llevó al SPD a niveles de  impopularidad inimaginables.
  A la  historia reciente de la socialdemocracia alemana se le puede aplicar la  periodización propuesta por Wolfgang  Merkel y Alexander Petring1. Durante  su período de gobierno de 1969 hasta 1982, la socialdemocracia alemana fue una socialdemocracia tradicional,  apoyada en el crecimiento  económico. Propuso más democracia y un paquete de reformas económicas mucho más  dinámicas que las que llevaron a cabo los gobiernos anteriores que mantuvieron  un crecimiento económico envidiable y bajísimas tasas de desempleo, por lo que  no fue difícil cumplir con los postulados clásicos de la socialdemocracia.
  La crisis del 81-82 vino a  reforzar los problemas que había dejado la crisis del 73- 75, lo cual condujo  inevitablemente a la caída del gobierno socialdemócrata. En 1983 los  conservadores retomaron el poder y el SPD pasó nuevamente a la oposición. Entre  1983 y 1989 el partido fue relegado, se produjo el auge del  neoliberalismo y comenzó el ataque a las políticas sociales que fomentaban el Estado  de Bienestar, con lo que se puede hablar de la etapa de socialdemocracia  modernizada. Tras un período de ensayos, camino a las  elecciones de 1998, el partido incorporó los preceptos de “La tercera vía” de Anthony  Giddens y Tony Blair en una versión alemana que se conoció como Nuevo Centro. Con ello el SPD comenzó una segunda etapa de  modernización que consistió básicamente en la transformación del Estado de  Bienestar y sus conceptos fundamentales, adaptándolo al nuevo contexto de  competitividad, modernizando fundamentalmente el mercado laboral, con el objetivo de cumplir con  una de las promesas más importantes que habían hecho durante su campaña  electoral, que consistió en  un primer  momento en el intento por frenar el creciente desempleo, y en un segundo  momento trabajar en pos de su reducción, algo que se mantuvo sin mucha  variación en su segundo mandato entre 2002 y el 2005. 
  El  periodo comprendido entre 2005 y 2009 fue una socialdemocracia liberal, que remplazó en forma parcial las regulaciones estatales por las  soluciones de mercado, redujo los programas de seguridad social, la cual junto  al mercado laboral estaban sujetos solo a factores puramente económicos.  Analizando las tipologías que identifican Merkel y Petring, se puede decir que  en esta etapa el SPD fue más allá, como consecuencia de los procesos estudiados,  se convirtió más que en un partido socio liberal en un partido neoliberal,  pues las políticas públicas aplicadas por el SPD en el gobierno lo  llevaron a la desarticulación de gran parte del sistema de seguridad social, a las  privatizaciones; a la desregulación del mercado laboral. La orientación y  relativa subordinación del estado al mercado, provocaron su dependencia, el  estado dependía de las migajas que dejan las grandes empresas transnacionales.  El SPD en tanto partido sistémico, abandonó sus luchas por la transformación de  la sociedad capitalista en una sociedad más justa. 
  Fue  justamente en la última etapa en el gobierno donde la membresía del SPD  registró su mayor descenso, al no satisfacer las expectativas de su electorado,  al imponer durante su gobierno en coalición con la CDU/CSU, las medidas que los  afectaron. En este proceso el SPD no estuvo solo, junto a ellos estuvo la  burocracia sindical, pues ambos aceptaron los cambios que propuso la elite  capitalista alemana, lo que les impidió salvaguardar las conquistas de los  trabajadores e impedir el desmantelamiento del Estado de Bienestar, se  impusieron las exigencia de las patronales en contra de los intereses de los  trabajadores. 
  El  SPD no comprendió o no pudo comprender la nueva etapa, sobre todo los procesos  de tercerización de la economía y la evidente disminución de la llamada “clase  obrera (clásica) o proletariado” que no solo se debilitó desde el punto de  vista numérico, sino que además se decepcionó y llevó al debilitamiento a su  representación política. La dirección del partido no ha sabido establecer (si  es que ha tenido el propósito) una estrategia de alianza entre los trabajadores  del sector industrial y el terciario, haciendo coincidir algunos de sus  intereses comunes en la lucha por sus derechos La adecuación del  discurso y el accionar de la organización a la realidad actual ha sido por  tanto difícil. En más de una ocasión ya Willy Brandt llamó a dar respuestas  globales a los problemas globales y a los cambios en la estructuras socio  clasistas a los cuales se enfrentaba la sociedad alemana; el SPD no logró en  realidad dar solución a ninguno de esos imperativos y al intentarlo se  convirtió en un partido del núcleo político del modelo neoliberal.
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