El resultado de las  elecciones de 1998 para el SPD, fue la expresión de la añoranza del electorado  por los años dorados de la socialdemocracia alemana, los votos que obtuvieron  mostraron un incremento de su popularidad, algo que no ocurría desde los  tiempos de Willy Brandt y Helmut Schmidt entre 1969 y 1980. El electorado vio en  el SPD a la fuerza política capaz de relanzar una política social, que  impidiera el proceso de enterramiento del Estado de Bienestar, pero sufrió una  decepción y vio frustradas sus esperanzas, cuando el partido que históricamente  luchó por los derechos sociales, dejó atrás sus viejos principios en aras de la  “modernidad”.
  Si analizamos las elecciones  federales desde 1983, veremos que estas no fueron más que un vaivén entre el  SPD y su más fuerte rival la CDU/CSU. A duras penas, logró el SPD reelegirse en  el 2002. El electorado alemán se volvió apático, indiferente, no sentía su  influencia y participación en las decisiones políticas; esto se hizo más  evidente en el electorado del SPD, pues este se desvinculó de sus bases, dejó a  un lado los asuntos concretos que a estos le interesan e incumplió sus promesas  electorales, lo que hizo que el electorado no sintiera que los gobernaban, los  representaban y defendían sus intereses. La socialdemocracia está en crisis y  el SPD es una prueba viviente de ello. El cuestionamiento al Keynesianismo y al  Estado de Bienestar se agudizo a partir de la crisis petrolera de los 70, este  fue el inicio de la decadencia del socialismo democrático, como señaló Wolfgang  Merkel, 
  …a  finales de los años setenta, la receta keynesiana de gobierno perdió su  influencia económica y su atractivo político, al dejar de registrarse un  crecimiento económico, sin duda el parámetro central del compromiso del Estado  del Bienestar, que no causara al mismo tiempo tan intensos conflictos de  distribución como consecuencias negativas en la economía exterior respecto de  la dirección global de la demanda. La antigua y eficaz interrelación de  keynesianismo y socialdemocracia parecía ahora invertir sus efectos, amenazando  la crisis del keynesianismo con arrastrar consigo a la socialdemocracia. En esa  situación, conservadores, neoliberales y marxistas olvidaron una vez más sus  diferencias y, como si una mano invisible dirigiera esa babilónica algarabía,  se unieron en un coro que con poderosa voz proclamaba la crisis, el declive, el  final de la socialdemocracia1 
  La socialdemocracia  sobrevivió en Alemania, se mantuvieron en el gobierno hasta 1982, cuando ya los  vientos del neoliberalismo azotaban al mundo.   Se habló de otro declive de la socialdemocracia, en lo que influyó la  crisis del SPD en el gobierno, el  neoliberalismo despertaba entusiasmo, sus  resultados macro económicos daban la sensación de que todo marchaba bien, el  pensamiento neoconservador parecía haber ganado la batalla, el cuestionamiento  a la necesidad y la eficacia del Estado de Bienestar arreció,  
  La  propia fórmula de paz establecida, se convierte en objeto de dudas, crítica  fundamental y conflicto político. Parece que el instrumento más ampliamente  aceptado para resolver problemas políticos se ha hecho problemático en sí mismo  y en cualquier caso la confianza indiscutida en el Estado de Bienestar y su  expansión futura se ha desacreditado rápidamente.2
  Los sucesos posteriores a 1989, que culminaron con  la desaparición del campo socialista y la consiguiente desmoralización de las  fuerzas de izquierda y por último la globalización de los noventa, acuñaron la  tesis de la victoria de la democracia liberal. Las fuerzas conservadoras  criticaban al Estado de Bienestar por el elevado gasto público, la elevada  carga fiscal al capital, el poder de los sindicatos, la excesiva asignación de  prestaciones, decían que todos estos elementos generaban la falta de  responsabilidad ciudadana y la falta de productividad. Estos procesos de  globalización neoliberal y los fenómenos que trajo consigo: la  internacionalización de la producción, de los mercados y de las finanzas, dieron  inicio al proceso de desmontaje del Estado de Bienestar.
  A finales de los 90 llegaron nuevamente al gobierno,  pasaron de la socialdemocracia promotora, defensora y conservadora del Estado  de Bienestar, a una que privatizaba y desregulaba la economía,
  En los dos últimos años del  segundo gobierno de Gerhard Schröder, las políticas comenzaron a cambiar. La  reforma laboral Hartz IV, la propuesta del ministro de Trabajo, Franz  Müntefering, de extender la edad para la jubilación, y el nuevo programa  partidario para 2007 muestran, cada vez más, la inclusión de ciertos elementos  propios de la socialdemocracia liberal y modernizada.3
  En síntesis, desde la década los ochenta entró en  crisis la socialdemocracia (clásica). La estrategia de que se había valido en  las tres décadas anteriores, se hacía insostenible debido a las cambiantes  condiciones de la globalización y al ascenso del modelo neoliberal que en  apariencias se presentaba, más adecuado al contexto y ante el cual no se presentó  una contrapropuesta. 
  El SPD llevaba un largo periodo  de divisiones y escisiones, el partido necesitaba resolver esta situación y  convocó a un nuevo congreso. Antes de este, hubo dos grupos muy bien definidos,  uno lo formaban los partidarios de los recortes sociales propuestos en la Agenda  2010 (liderado por el ex presidente del SPD Matthias Platzeck y el  entonces  vicecanciller Franz  Müntefering), llamados los reformistas y otro grupo (Andrea Nahles, Ottmar Schneider y Kurt Beck) situado a la izquierda, llamados  los tradicionalistas,  que revisaron las disposiciones de la Agenda de Schröder, lograron  forzar la marcha atrás en algunas de la  reformas laborales  defendidas por  él y su grupo. El partido necesitaba  recomponerse, su credibilidad estaba en entre dicho, era necesario prepararse  para las próximas elecciones federales, necesitaban un plan urgente para  recuperar a su electorado, Los partidos  socialdemócratas son –como cualquier otro partido político– actores que  procuran obtener votos e implementar políticas. Su capacidad de reforma depende  del contexto estructural, pero también de su cohesión interna y del liderazgo4. No  solo la división y las bajas afectaron al partido, hubo además una evidente  crisis de liderazgo.  
  Franz  Müntefering quien sucedió a Gerhard Schröder  en la presidencia del partido, renunció después de la derrota en la elecciones  federales del 2005, por la falta de apoyo en la base y por la oposición del ala  izquierda. Lo sustituyó Matthias Platzeck otro de la línea del canciller, quien  dimitió en abril del 2006, lo siguió Kurt Beck del ala izquierda, que fue  electo para el cargo por mayoría.   
  El 24 de abril de  2006 Kurt Beck nuevo presidente del partido, presentó en reunión extraordinaria  los lineamientos para el nuevo programa, el documento titulado SPD:  La fuerza de la renovación. Justicia social para el siglo XXI, fue  la convocatoria oficial para el congreso, donde el programa sería aprobado. Desde  el primer párrafo, se mostró la intención aparente del SPD de retomar su camino:
  Nos  hemos reunido para elaborar un nuevo programa partidario en un mundo que está  cambiando. Los desafíos son verdaderamente enormes, y necesitamos respuestas  acordes con los tiempos que corren para poder hacer realidad nuestros valores  fundamentales de libertad, justicia y solidaridad, así como los objetivos de la  democracia social.  Sobre la base de esos  valores seremos juzgados. Queremos llevar adelante este debate en todos los  sectores, en todos los niveles de nuestra estructura partidaria, pero sobre  todo queremos hacerlo con la sociedad, para reconstruir así la confianza en la  política en diálogo abierto con la gente.5
  Más adelante se  planteó en forma de interrogante, el dilema en el que se ha visto envuelto el  partido desde que la coalición rojo-verde comenzó el desmontaje del Estado de  Bienestar:
  Con  su Programa de Godesberg, aprobado en 1959, el SPD dejo de ser el partido de  los trabajadores para transformarse en el partido del pueblo. Con su Programa  de Berlín, aprobado en 1989, la socialdemocracia recogió los impulsos de los  nuevos movimientos sociales, sobre todo en lo referente a la idea de  sustentabilidad. El primer programa del SPD para el siglo XXI deberá dar a su  vez respuestas nuevas: respuestas nuevas a los desafíos de la europeización, de  la globalización y de las transformaciones sociales, demográficas y técnicas.  Vivimos de sincronizados. Surge lo nuevo, pero lo viejo va perdiendo relevancia  en forma muy paulatina. ¿Cómo hacer para congeniar el cambio con la estabilidad  y la justicia social?, ¿Cómo podemos renovarnos y permanecer unidos?6
  El partido pretendía sobre  todo recuperar su rasgo distintivo, su signo de identidad desde su surgimiento,  su faz social. En consonancia con todo esto más adelante en los lineamientos  se planteó: 
  Por  eso, en esta fase temprana del siglo XXI, lo primero y principal es volver a  crear un consenso en torno de la cuestión del modelo de sociedad en el que  queremos vivir y de las tareas prioritarias a emprender. Para nosotros, existen  tres proyectos cuya importancia es vital:
  ● Debemos organizar la  globalización, fortalecer a la nueva Europa en lo político y continuar  desarrollándola en lo social.
  ●  Debemos renovar la economía social de mercado sobre la base de la competencia  limpia y la innovación.
  ●  Apostamos a un nuevo modelo del Estado social previsor.
  Estos “Lineamientos  para el nuevo programa partidario del SPD” describen los grandes desafíos a los  que deberá enfrentarse la política a comienzos del siglo XXI. Mencionan cuales  son nuestros valores fundamentales y nuestros objetivos sin dar respuestas ya  hechas. Se concentran con plena conciencia en aquellas tareas que deberían ser  tratadas en forma prioritaria7.
  Los lineamientos mostraron  un giro moderado a la izquierda, esa moderación fue un intento por lograr  algo esencial para el partido: la unidad; hicieron una propuesta intermedia que  satisficiera a los dos bandos en pugna, este giro estuvo condicionado además,  por la irrupción en el panorama político alemán del partido La Izquierda “Die  Linke”.
  El 26 de octubre de 2007, ante 525 delegados de toda Alemania, reunidos en  Hamburgo, se presentó el nuevo programa. En su redacción final intervinieron tres figuras del ala izquierda,  Hebertus Heil, Secretario General, Andrea Nahles y Wolfgang Tierse. Se le  hicieron 945 solicitudes de enmienda, las bases del partido rechazaron el  “Proyecto de Bremen”. Esto obligó a la cúpula del partido a radicalizar el  programa; este tomó un giro social y acabó con el consenso entre reformistas y  tradicionales. Fuera del ámbito del partido fue un golpe a la cordialidad en la  coalición gobernante, pues la CDU no estaba de acuerdo con la ampliación de los  subsidios a los desocupados.  La radicalización del programa se manifiesto por medio de la propuesta de Beck,  quien propuso prolongar la indemnización por desempleo a los desocupados  mayores de 50 años. Esto representó una modificación de las reformas  neoliberales aplicadas desde el 2003 por Schröder. Las reformas, trataban de  satisfacer las demandas de los miles de alemanes que se lanzaron a las calles  en el 2004, ante la más impopular de la medidas de la coalición gobernante,  descontento que se manifestó también en las encuestas, donde el electorado del  SPD mostró su intención de abstenerse o votar en contra de su partido.   
  El nuevo  programa, mezcló los postulados clásicos de socialismo democrático con los  retos de mundo globalizado de hoy; el programa abandonó la posición de centro e  intentó acercarse a las mayorías, que dejaron de confiar en él.  Al hacer la presentación del mismo, Kurt Beck  dijo, “Nos hemos esforzado por elaborar  un programa que se ajuste a nuestros valores y ofrezca respuestas a las  preguntas del presente y a los retos del futuro.” El programa fue aprobado  el 28 de octubre, con 523 votos a favor y 2 votos en contra. Algunos de sus  aspectos esenciales pusieron énfasis en las preocupaciones de los ecologistas,  una maniobra para ganarse el favor de los verdes con miras a las elecciones de  septiembre del 2009. Sobre esto decía:
  Trabajamos unidos en pos del  progreso sostenible, de la dinámica económica, de la justicia social y de la  razón ecológica. Por medio de un crecimiento cualitativo, queremos dejar atrás  la pobreza y la explotación, permitir que haya bienestar y buen trabajo para  todos y hacer frente a la amenaza del cambio climático. Es menester asegurar  los recursos vitales, también para las generaciones venideras, y mejorar la  calidad de vida. Para ello, queremos poner las herramientas que nos brinda el  progreso científico y técnico al servicio del hombre8.
  Otro elemento, para recuperar la confianza de los  verdes, trató sobre un aspecto que fue clave en la política de la coalición  rojo-verde, el uso de las energías renovables como forma de evitar la  contaminación ambiental, aumentar la eficiencia energética, generadora de  fuerza de trabajo y sobre todo como sustituta de la energía nuclear. 
  El programa arremetió contra el capitalismo, los  mercados financieros y contra los problemas que ellos generan: especulación,  falta de sustentabilidad y la obtención de ganancias como único objetivo de la  producción, que todo esto lo que generó fue más desempleo y que a la larga se convertiría  en un freno al desarrollo, decían que El  capital debe estar al servicio del valor agregado y del bienestar9. Un llamado cargado de ingenuidad  y nostalgia, los líderes del SPD olvidaron que en el mundo actual, las  estructuras de estado-nación que un día permitieron el consenso  socialdemócrata, fueron un freno para la expansión, la concentración y la  acumulación del capital, que el neoliberalismo y sus políticas de  privatizaciones, liberalización de los mercados y ajustes fiscales en esencia  eran excluyentes y su tendencia no se encaminada a buscar la equidad. 
  El partido reconoció sus orígenes en el movimiento  obrero, manifestó la importancia de los sindicatos unidos como pilar en la  lucha contra el desempleo, que en aquel momento tenía una cifra elevada y de la  cual culpaban los sindicatos a la coalición de gobierno, es dentro de los  sindicatos donde más se debilitaron sus bases y fue uno de los sectores donde  más tuvieron que luchar para recuperar la confianza. Otro elemento a destacar  en el programa es el tema de la cogestión señaló que era un elemento esencial para  la economía social de mercado, para la participación efectiva y activa en la  administración de las empresas por parte de los trabajadores, para la autonomía  de los convenios colectivos y para el derecho a la huelga, En una economía cada vez más europeizada, nuestro objetivo es ampliar  los derechos de los empleados y la cogestión a nivel europeo10.Sobre esto, el programa no expresó  una estrategia clara en la lucha contra las políticas de las patronales y los  chantajes de que fueron víctima los trabajadores.  
  Un aspecto fundamental en todos los programas de SPD  y lo patentizaron en este, es la lucha por lograr el pleno empleo: 
  La política socialdemócrata para  alcanzar el pleno empleo se basa en cuatro pilares: 
  Primero, en un crecimiento lo más  alto y cualitativo posible, en una posición adelantada en materia de productos  innovadores y en una dinámica especial de ocupación en el área de servicios, lo  cual conducirá a una oferta de puestos de trabajo claramente mayor. 
  En segundo lugar, a través de la  coordinación de políticas de mercado laboral, de educación, de igualdad y de  familia, el Estado social previsor apoya a las personas para que puedan  atravesar los cambios y las interrupciones en sus biografías ocupacionales  manteniendo sus posibilidades de empleo. 
  En tercer lugar, para las  personas que no tienen perspectivas en el primer mercado laboral, se necesitan  ofertas especiales de trabajo de fomento público y orientado hacia el bien de  la comunidad. 
  En cuarto lugar, se requiere una  política de horarios laborales moderna que promueva la autodeterminación y la  flexibilidad, al tiempo que permita ocupar a más personas gracias la reducción  de la jornada de trabajo11.
  El programa concluyó, haciendo un llamado a todos lo  que querían una Alemania solidaria, expresó El partido  socialdemócrata alemán lucha por lograr progreso sostenible y la justicia  social en el siglo XXI12.
  No hay dudas, el “Programa de Hamburgo” fue más  radical que los lineamientos contenidos en el “Proyecto de Bremen”, fue más  crítico del capitalismo, intentó levantar las banderas del socialismo  democrático, alejándose del centro y haciendo suyas la preocupaciones y  criterios de la base, sin embrago adoleció de una propuesta de acciones  concretas para lograr sus objetivos. El programa se contrapuso a los criterios  e intenciones de ellos mismos en la coalición de gobierno, fue contrario a la Agenda  2010, que venía aplicándose desde el 2003 primero en coalición con los  verdes y después en coalición con la CDU/CSU. No era posible plantearse una  política social y permitir que se llevaran adelante las reformas de la agenda,  dirigidas a la demolición del Estado de Bienestar. La única vía que tenía el  SPD para recuperar el terreno perdido era alejarse de las posiciones de centro  y de la aplicación del neoliberalismo, algo muy difícil de lograr en coalición  con la derecha donde impulsaron un paquete de medidas antipopulares, que el  mismo partido que aprobó este programa aprobó por mayoría en la cámara, fue la  confirmación del criterio generalizado de la separación entre el discurso y la  realidad. La socialdemocracia alemana enarboló a un discurso de izquierda y  aplicó en la práctica, fórmulas de derecha. El Programa fue aprobado en el  2007, pero realmente su adopción comenzó en la campaña por las federales del 27  de septiembre de 2009.
  Parecía que la  terapia que significó el congreso y su programa tendría algún resultado, pero  el SPD no lograba salir del marasmo. El 13 de junio el semanario Stern  publicaba una noticia nada halagüeña, sus bases continuaban debilitándose: el  36% de los militantes del SPD reconoció haber pensado en más de una ocasión en  devolver su carnet, el 6% tuvo intenciones reales de hacerlo y lo peor de todo,  la encuesta semanal de intención de votos, le dada al SPD solo un 20%. Estos  resultados en los sondeos se mantuvieron, más o menos igual en los primeros  seis meses del año.13
2Claus Offe. Contradicciones del Estado de Bienestar. Alianza. México. 1993. Pág. 136.
3Wolfgang Merkel y Alexander Petring. La socialdemocracia en Europa. Un análisis de su capacidad de reforma. Nueva Sociedad. N0.217. septiembre-octubre, 2008. htpp://www.nuso.org/
4Wolfgang Merkel y Alexander Petring. Obra citada.
5Kurt Beck. SPD: La fuerza de la renovación. Justicia social para el siglo XXI Lineamientos para el nuevo programa partidario del SPD, presentados el 24 de abril de 2006. Nueva Sociedad, septiembre de 2006, Buenos Aires, Argentina. htpp://www.nuso.org/
6Kurt Beck. Obra citada.
7Ídem.
8Programa de  Hamburgo. Programa de principios del Partido Socialdemócrata Alemán.
      http:/www.spd.de/.../1788/.../hamburger_programm_spanische_fassung-p
9Ídem.
10Ídem.
11Programa de  Hamburgo. Programa de principios del Partido Socialdemócrata Alemán.
      http:/www.spd.de/.../1788/.../hamburger_programm_spanische_fassung-p
12Ídem.
13Juan  Gómez. La socialdemocracia alemana se  hunde. Berlín 14/06/2008
      http://www.elpais.com/articulo/internacional/socialdemocracia/alemana/hunde/elpepiint/20080614elpepiint_9/
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