NATURALEZA DE LA PLANEACIÓN ECONÓMICA. RECUENTO DE LA PLANEACIÓN ECONÓMICA EN MÉXICO Y EL MUNDO.

Rodrigo Hernández Gamboa

Capítulo 2
Historia del primer paradigma de la planificación económica

En este capítulo reconoceremos la historia incipiente de la planeación y sus antiguas concepciones, además que profundizaremos en la primera puesta en marcha de la planificación formalmente durante el experimento socialista de la URSS, y su forma concebida en los países adherentes a esta forma económica y política que se privilegio sobre otras en la Europa del Este.

Antecedentes.

La previsión del futuro es una constante en todas las culturas y en todos los humanos que se precien de serlo. La ocupación y preocupación del más allá del presente se ha intentado averiguar desde siempre, mediante sortilegios primitivos o creencias místicas. Pero estas preocupaciones que han sido constantes en civilizaciones anteriores a la era actual -en la que se acostumbra la aplicación del método científico para formalizar el perfil del análisis de los fenómenos humanos- no dejan de tener gran relevancia en el presente. Pues se denotan ciertas reservas que se intentan averiguar arriesgándose por análisis provisorios y temporales, marcando la pauta con ello de las estructuras socioeconómicas de buena parte de la sociedad en su conjunto; esto en clara referencia al modelo financiero especulador que controla buena parte del futuro de la sociedad. Tanto mayor es esta apuesta en la era tecnología, en donde los cambios son muy veloces y la postura por ciertos factores económicos conlleva a la ganancia o la ruina de naciones enteras. Pero por lo pronto, en este apartado nos dedicaremos a apreciar lo anterior a ese nuevo mecanismo moderno que aplica el Estado, y que refleja estos mismos sentimientos que se demostraron en la antigüedad. Nos referimos a la planificación y a sus formas arcaicas y pre científicas de la aproximación al futuro, a esa “dimensión temporal de lo incierto” (Arana Aguilar, 1990: 23).

En los relatos bíblicos, en los primeros libros del génesis se dice que el Faraón tuvo un sueño; “el estaba en las orillas del rio Nilo cuando vio que salían del rio siete vacas hermosas y muy gordas. Detrás de ellas salieron otras siete vacas feas y flacas que se pusieron de lado de las primeras en la orilla del rio. Se quedó de nuevo dormido y vio siete espigas granadas y buenas que salían del mismo tallo. Después de éstas brotaron otras siete espigas pequeñas y quemadas por el viento, y estas espigas pequeñas y quemadas por el viento se tragaron a las siete granadas y repletas. Se despertó el faraón, y se dio cuenta que era un sueño”. José hijo de Jacob y avecindado con el faraón, interpreta estos sueños y le manifestó al faraón que Dios le aseguraba por medio de la ensoñación la catástrofe que se avecinaba para Egipto. Vendrán siete años de abundancia y siete años de escasez. Una previsión del futuro.

Después de esta interpretación del sueño, el Faraón conmina a José de hacer él las veces de planificador; de recaudar parte de los siete años de buenas cosechas para repartirlo en las aldeas, y no quedar sin nada en los siete años subsiguientes de escases. Pero más allá de esta prototipo de planificación y previsión del futuro en esta época bíblica, es indispensable subrayar que en la mayoría de la veces no se vuelve forzoso establecer esta necesidad de ir más allá del presente para cambiarlo, y en lo más de lo posible se establece la posibilidad concretizar el futuro ya previsto, pues se tiene la fatalidad que “poco se podría hacer” para matizar sus consecuencias. El faraón tuvo un sueño, y le profetizaron reacciones a futuro, es una categoría en la que interviene la planificación axiomáticamente, pues gran parte de su devenir se a pilastra en la condicionante de intentar entender los sucesos cercanos o tal vez lejanos y actuar en consecuencia, pero siempre con estas facultades preventivas. Sin embargo, lo que nos es relevante en este capítulo, es pues, los métodos de acceder al futuro por esfuerzos anteriores a este instrumento económico-político del Estado moderno, y que se contrae en lo dogmático a estos esfuerzos preliminares de la planificación del siglo XX

Lo que el Faraón recibió de José, no fue otra cosa que un augurio, y por augurio entendemos presagio o indicio de algo futuro. Otro caso de búsqueda del futuro es la profecía, que se entiende como un don sobrenatural que consiste en conocer por inspiración divinas las cosas distantes o futuras. Uno más de estos métodos pre científico se puede denominar como presagio, que a fin de cuentas es una especie de adivinación o conocimiento de las cosas futuras por medio de señales que se han visto o de intuiciones y sensaciones. Una última puede ser adivinar, que corresponde a la tarea de predecir lo futuro o pretensión supersticiosa de descubrir las cosas ocultas por medio de agüeros o sortilegios.

De estas categorías se pueden resumir varias características en que las confluyen. Al igual que la planificación, intentan descifrar el futuro, todos ellos a partir de hechos o de acontecimientos que les dan indicio sobrenatural, místico y nebuloso de las nuevas porvenir. En contraste a la planificación, su base de acercamiento a lo futuro se da por estas fuerzas sobrenaturales y sortilegios diversos. Sin embrago, su capacidad para incidir en el futuro es nula y razonablemente mortal, en comparación con la grandeza del destino; simplemente intentan saber para asumir y sufrir lo venidero e inevitable (Arana Aguilar, 1990: 23-25).

Estas categorías son fundamentales para entender los antecedentes de la planificación, pero es más es indispensable entender que la planificación está repleta de indicios científicos, pues utilizan el método y la razón para acceder a sus conclusiones, y que al igual que los anteriores, intentan desentrañar parte del futuro en una búsqueda de concordar sus acciones presentes, para obtener mejores resultados en el futuro, pero claro, estos últimos basados en circunstancias alejados de lo racional.

La previsión es en sí un antecedente de la planeación, pero también es una fuerza integradora de todo el instrumento; por tanto, se concibe su tarea dentro de la planificación, como la  conformación de escenarios más probables que podrían enfrentarse en el futuro próximo. Esta instrumentación es necesaria para cualquier programa planificador, ya que antes de acceder a cambiar algún punto de lo presente, se vuelve necesario escrutar lo que podría ocurrir con cierto grado de certidumbre. Pero aún así, es intrínseco a las propias características de la previsión su carácter de aleatoriedad y de incertidumbre inherente a su propia condición, aunque su nivel de vacilación varía conforme al lapso de tiempo por el cual se intente prever (Arana Aguilar, 1990: 26). Pero más allá de ser la previsión el antecedente de la planeación o de aplicarse anterior a la misma, se comprende que la previsión no es un esfuerzo en el que convergen las tareas del Estado, pues la función de la previsión no es la de modificar factores, sino la de percibir estos factores e interpretarlos, al contraste de la planeación estatal que actúa de una forma u otra conforme a estas interpretaciones. Esta tarea de previsión puede ser más comprensible si se mira desde su utilización en campos donde se empleen datos duros e inmutables, como podría ser el caso de cifras macroeconómicas, pero en situaciones en donde la ambigüedad gobierne, es muy difícil aplicar la previsión con responsabilidad, sin tomar en cuenta el alto grado de incertidumbre que ésta trasmite.  

El pronóstico es otro concepto que encierra tareas semejantes o complementarias a la de la planificación. Por éste hay que entender el resultado de conocer antes lo que vendrá a través de señales o indicios que permitan la conjetura. Aunque no es más que un procedimiento estadístico de proyección a corto plazo y para variables coyunturales (Arana Aguilar, 1990: 35-35).   

La prospectiva es un concepto más cercano que por si sólo implica una visión o investigación de las posibilidades futuras, basándose para su estudio en los datos ya conocidos o previsibles. Es decir, la prospectiva consiste en “elaborar un cuerpo de hipótesis sobre el curso de la historia, que responda progresivamente sobre métodos y técnicas de control tomadas del cuerpo de disciplinas científicas, de tal manera que sus enunciados y sus conclusiones siempre provisionales, sean en grado creciente creíbles y hagan la idea de que no está prohibido razonar sobre lo posible o lo probable sin un alto grado de arbitrariedad” (Arana Aguilar, 1990: 37).

Como se puede notar la tarea de prospectiva se deriva de muchos esfuerzos exhaustivos tanto de búsqueda de información, de las relaciones que entre ellas se puedan hilvanar y los sucesos aleatorios que se puedan dejar entrever.

Si no antecedentes en lo próximo, los conceptos enumerados si se sitúan dentro del mismo campo de investigación científica y no científica, basándose para ello en su función de búsqueda ilimitada del futuro, y por su carácter, en algunos de ellos, de intervenir en el mismo. Estas concepciones anteriores tuvieron ha bien tratarse, ya que su funcionalidad radica en hacer de éstas una reseña elemental de lo más cercano que podría facilitar el funcionamiento y la puesta en marcha en la época contemporánea de la planeación; en adonde se eligen, en algunos casos los mismos instrumentos con esencias y características muy similares, aunque se aprovechan, tal vez, de las aportaciones científicas y las facilidades presentes para hacer de esta comprensión del futuro algo provechoso en el mejor de los casos. Aún así, en esencia la planificación presenta funciones que los gobiernos hacían hace siglos, y que siguen haciendo.

Algunos economistas y planificadores creen que estos esfuerzos pre científicos como la pronosticación del futuro son inherentes a la economía espontanea pre socialista. Otros creen que la pronosticación esta integrado de fondo en el socialismo económico científico; pues señalan que hay algunos fenómenos que no pueden planearse y solamente se tienen la posibilidad de pronosticarse, como el estado del tiempo o la eficiencia de las cosechas o la presencia de depósitos naturales en la tierras; son simples pronosticaciones que se integran en el plan como oscilaciones dentro las previsiones de los objetivos.

Pero en la perspectiva de Khachaturov, estudioso de la economía planificada soviética, enuncia que el pronóstico no debe contrastarse con la planeación, sino verse como una etapa anterior a la elaboración del plan. Esta etapa anterior revelaría las tendencias de estabilidad en el desarrollo económico nacional, reflejando las operaciones de las leyes económicas y recomendando las versiones óptimas. El pronóstico al convertirse en científico, debe proveer de variantes preventivas para asegurar que el país se vea abastecido por ejemplo, de combustibles y minerales necesarios para la industria. Es con esta pronosticación llevada a la planeación socialista, que se intentan comparar tendencias del progreso tecnológico que se notan factibles a mediano y a largo plazo, así como posibles descubrimientos científicos que de igual manera aportarían a la causa socialista. Deben hacerse estos pronósticos en áreas específicas para equipararlas con los pronósticos agregados de la economía nacional. Finalmente, la etapa de elaboración del pronóstico nos conducirá a la proposición de soluciones óptimas, en las que se apoyara el Estado socialista para mejorar las metas en la rápida construcción del comunismo (Khachaturov, 1983: 45-46).

Así pues, estas herramientas pre científicas de la planificación intervienen en la concepción de las teorías socialistas económicas, y algunos autores aseguran que estos, basados en el conocimiento de las leyes económicas, contienen en gran medida la esencia de la teoría socioeconómica marxistas-leninista. Como un paradigma de esta tendencia de pronosticación científica marxista, se puede observar la inevitable transición del capitalismo al socialismo, trazando el camino a la construcción comunista. Es así que se constituye en la planificación socialista las herramientas anteriores a la planificación y en especial al pronóstico, como una importante base científica de la planeación en específico a largo plazo, cuya existencia es anterior al plan mismo (Khachaturov, 1983: 46).       

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