DIVERSIDAD CULTURAL EN LAS CUESTIONES PSICOLOGICAS

Isaura Arreguin Arreguin

Ceremonias familiares y  tejuino

Una bebida presente en varias de las ceremonias Huicholas es el Nawa o Tejuino, que es un fermentado hecho a base del germinado de maíz. El Nawa se consume en algunas de las fiestas más importantes como hikuri neixa (la danza del peyote), tatei neixa (La fiesta del tambor), namawita neixa (la fiesta de la siembra), el regreso de los peyoteros del desierto y la fiesta de la limpia.

Esta bebida se relaciona simbólicamente con las diosas de la lluvia y con las del maíz, es preparada exclusivamente por mujeres, tan fuerte es esta prohibición que los hombres no pueden siquiera tocar los instrumentos con que se prepara so pena de echar a perder toda la bebida. Preparar el nawa es un proceso delicado, durante el tiempo que dura la preparación, las mujeres deben permanecer bajo estrictas reglas alimenticias y en abstinencia sexual; además deben permanecer despiertas durante muchas horas moviendo el tejuino y supervisando que la intensidad del fuego sea la correcta para que la bebida quede bien. Estas abstinencias y privaciones ayudan a que las cocineras entren en un estado de conciencia que les permita percibir otras realidades. Preparar nawa es un acto mágico, que requiere una iniciación previa, así como el abuelo fuego habla a los marakames al fermentar el tejuino las diosas del maíz y de la lluvia se comunican con las cocineras.

Tomar el Tejuino de una mujer implica de alguna manera tomar su energía, según la visión tradicional todo cuanto piensa y siente durante la preparación se plasma en esta bebida, especialmente al momento de moverlo, comenta la esposa de Pablo Taizán, Doña Lucía Lemus “La energía que te salga de tu mano que se junte en el tejuino o sea tú lo meneas, esa es tu energía, ahorita lo que estamos tomando, están tomando mi energía, yo estoy compartiendo con todos porque el dios me lo dio”

Sobre los motivos de elaboración del Nawa nos comenta la experta tejuinera, mara´akame Lucía Lemus en una entrevista realizada para el programa radio indígena de la Universidad de Guadalajara:

Nosotros lo hacemos eso por el costumbre de los abuelos que tenían, ese viene desde mucho atrás, nosotros todavía nos acordamos y hacemos el tejuino según para los dioses, pero simplemente tú tienes que hacer el tejuino hablándole a los dioses ¿Por qué lo estás haciendo? ¿Quién lo va a recibir?
El primero uno es Haramara, el dos es Rapawiyeme, el tres es Nariwame, el cuatro es Keymuka, ya que cuentas a esos dioses es para nosotros.
¿Qué pide el tejuino? Que le hagamos la ceremonia todos los huicholes.
En Haramara está el Dios Hikuri Iwi, Tejamuyma, Tejarianaka, Tatei Marrama, Muxaiwi, Ipuri, Todos esos dioses nosotros le hacemos este tejuino que estamos tomando ahora, ese dios son los principales para nosotros, porque esos son los que nos dan el agua, esos son los que nos dan la sangre, los que mojan la madre tierra. Los dos la madre tierra, el padre sol y la lluvia son más los importantes y por ese motivo nosotros hacemos siempre el tejuino, le matamos animales, velamos toda la noche, cantamos, le rezamos al dios, le rezamos al maíz y todo. (Carrillo e Ibarra, 2007)

Algunas fiestas liberan a la comunidad de las normas tradicionales, le permiten redefinirse y repensarse, abren espacios para expresar y resolver conflictos interpersonales. Entre ellas podemos citar algunos ritos en los adoratorios paténtales xiriki, donde durante la ceremonia emergen los problemas interpersonales y familiares. La presencia de los neógenos (Tejuino- Peyote) favorece la apertura de las emociones y sentimientos latentes, difícilmente expresables en otro momento, podríamos decir que disminuye la represión. Por otra parte también “justifica” la conducta de estos momentos como exabruptos propios del estado alterado, algunas de las cosas que se dicen quedan como “palabras de borracho” o “no sabía lo que decía”. Probablemente esta comprensión social de la embriaguez como atenuante genera en esos momentos un espacio de seguridad donde la persona puede decir cosas que en realidad siente pero que en otro momento sería mal visto que expresara. No es extraño que en estas ocasiones, cuando se ventilan los problemas y se ponen las cartas sobre la mesa, el mara´akame ejerza funciones de mediador y terapeuta, ayudando a resolver el conflicto.

Sin embargo la función del tejuino no se agota ni se limita a facilitar la expresión de sentimientos reprimidos o proporcionar una justificación social para hacerlo. Va mucho más allá de eso, hacia lo que podríamos llamar procesos de introspección. Al ser una bebida que simbólicamente contiene tanto poder el nawa habla con la voz de las diosas, en un dialogo interior. Escuchemos algunos testimonios recogidos por Carrillo e Ibarra (2007):

Es un estado de conciencia que no es una borrachera, te mete a un nivel emocional y te da una paz, porque te pone a pensar siempre en lo que estás meditando, un poco más. Y también cuando sueñas, sueñas con un poco más de profundidad que un estado normal. Pero no es una borrachera cualquiera como una cerveza o un tequila, de hecho no es borrachera es un estado de tejuino...
Yo siento que es como algo que me saca muchas cosas, a veces uno trae problemas, a veces uno está confundido… el tejuino habla, yo creo que es cierto, porque ahí uno se da cuenta de cómo anda y que está haciendo...
Se siente diferente, es mágico, ahí entra una magia en el cuerpo y uno se siente bien, bonito, amoroso, chiquito es el maíz como tierno, es tierno el tejuino.

Recordemos que la efectividad de la toma de estos brebajes esta mediada por la actitud del que las consume. Lo que aquí planteamos es que tomado dentro del ritual apropiado el tejuino ayuda a los huicholes a realizar una introspección y a colocarse en un estado de mayor receptividad hacia sus sentimientos y pensamientos que puede resultar en última instancia terapéutico.

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