PLANTEAMIENTO DE LA NECESIDAD DEL CAMBIO ESTRUCTURAL EN AMÉRICA LATINA

Luis Gutiérrez Santos

I: Panorama General Económico de América Latina

¿Qué se entiende por desarrollo y subdesarrollo? ¿Cuál es la relación entre los crecimientos económico y demográfico? ¿Qué papel juega la industria en el desarrollo y la agricultura en el subdesarrollo? ¿Cuál es el rol del capital externo y la ayuda económica en el crecimiento de los países latinoamericanos? Estas son algunas de las interrogantes que vamos a examinar en esta sección.

Desarrollo y subdesarrollo

Desarrollo es un término muy amplio y complejo, con numerosas variantes y sutiles implicaciones y sería un poco ingenuo e irresponsable intentar darle una definición precisa y rigurosa. El concepto es flexible y está cambiando de sentido; a menudo se le ha asociado con lo siguiente:

  1. En relación con el concepto de riqueza, según la Economía Clásica (el desarrollo se mide en términos del Producto Interno Bruto de un país).
  2. Con la evolución y el progreso (un país moderno y civilizado es desarrollado);
  3. En función de los índices de crecimiento asociados con la teoría macro dinámica moderna (desarrollo se define por el ingreso per cápita).1
  4. Tomando en cuenta el volumen de industrialización (el dsenvolvimiento industrial se considera como sinónimo del desarrollo económico).2

Como se puede notar, se ha ligado el concepto del desarrollo con algún indicador económico dado, pero ésto, aunque correcto en lo específico, resulta engañoso en lo general. Últimamente se le ha relacionado con el concepto de bienestar. El proceso de desarrollo está orientado a un objetivo último de mejoramiento de las condiciones de vida con justicia social. Esto se entiende, ante el reconocimiento de que el desarrollo económico carece de sentido si no se le liga a una finalidad social, de ahí que ahora se empieza a denominar desarrollo económico y social.
Así, “el desarrollo se debe medir en términos de varios indicadores –y no de uno solo– de índole económico y social, que expresen la dirección y la magnitud del cambio”3, de tal suerte que hay que buscar si se ha presentado un desarrollo integral en la economía.
Sin embargo, el concepto de desarrollo es aún más complicado. Para entenderlo partamos de su común denominador, el de ser considerado el medio a través del cual las naciones buscan elevar el bienestar de sus poblaciones. En consecuencia, el crecimiento económico deberá venir acompañado de cambios de tipo estructural, para evitar que algún incremento en la economía no se refleje en una mejora en el bienestar general; de lo contrario, a la larga, los aumentos económicos pueden dejar al país en el mismo punto donde empezó, o, quizá, relegarlo aún más, dado que determinados aumentos pueden significar que la riqueza se concentró aún más, con lo que se habrá hecho más patente el desequilibrio con respecto a los estratos más pobres. En los países subdesarrollados, la mayoría de la población es la que debe tomarse en cuenta para medir el desarrollo, pues es su peso relativo en la población total lo que determina el grado de desarrollo: entre mayor sea el peso relativo de los pobres en el total, menor será el nivel de desarrollo. En caso contrario, se puede hablar de riqueza, pero solamente en el ámbito de una clase en particular o de un sector privilegiado.
El desarrollo debe entenderse como un crecimiento aunado a un cambio. Esto es, el crecimiento estadístico de los volúmenes o valores de la producción no podrá ser comprendido como desarrollo por sí mismo, ya que esto debe de implicar, con el incremento de los indicadores económicos, las reformas estructurales, o sea, el cambio. El crecimiento económico sin la distribución eficiente y equitativa del ingreso, no es desarrollo. El desarrollo tiene que venir acompañado de la disminución de las diferencias económicas y sociales. En la proporción en que se produzcan más satisfactores que los simplemente requeridos por el incremento de la población se generarán ganancias que requerirán de cambios estructurales para que se distribuyan de manera eficiente entre los factores de la producción y equitativa entre los estratos de la población: no solamente se busca reducir la pobreza, también se pretende aumentar el ahorro para invertir en el crecimiento. El desarrollo económico sostenido, equilibrado y sustentable requiere no solo de la eficiencia en la producción, pero de la equidad en la distribución.
Como se sabe, todos los países a lo largo de su historia han producido y consumido socialmente; es decir, ningún pueblo ha dejado de tener actividad económica. Sin embargo, solo unos cuantos pueden llamarse desarrollados, porque cuentan con altos niveles de productividad y canales adecuados de distribución, generando constantemente mejoras en el bienestar material. Los demás países, que comprenden la inmensa mayoría de la humanidad, tienen características diferentes y se les denomina “subdesarrollados”, “en vías de crecimiento” o “en proceso de desarrollo”, aunque también se le llama “coloniales”, “semi-coloniales” o “sobre explotados”. Las características de los así denominados son, entre otras muchas, son aquéllas que se refieren a: población sujeta a altas tasas de crecimiento, con mayoría de población rural, alto porcentaje de analfabetismo, elevados índices de insalubridad, determinante participación de las actividades primarias en el producto total, gran índice de dependencia y vulnerabilidad externa, inutilización o mala utilización de los recursos disponibles, deshonestidad ambiental,4 escasez crónica de capital por falta de ahorro interno, incipiente desarrollo de la industria, danto todo ello como consecuencia bajos niveles de vida de la población. Con estas características se puede integrar una lista de países que agrupan alrededor del 80% de la población mundial.
Los estados desarrollados o ricos exportan su técnica y sus productos a los subdesarrollados; en esta forma, éstos reciben los resultados de la laboriosidad y la inventiva de los primeros, convirtiéndose así en países dependientes y receptores.
Desde este punto de vista, el desarrollo y el subdesarrollo nacen a raíz de las desigualdades existentes entre los países y entre las clases sociales al interior de cada país. Estas desigualdades de grado y de forma obedecieron en un principio a razones de índole geográfica, social y cultural, a dotación de recursos y persisten en la actualidad como producto de las diferencias entre las estructuras institucionales, sociales y económicas entre países, así como por la manera de proceder de las naciones entre sí.
En el caso de las economías iberoamericanas, los factores que han condicionado su desarrollo y lo siguen haciendo son, entre otros: el colonialismo, el librecambismo, el imperialismo, el tipo peculiar de capitalismo que surgió y se perpetuó en las economías de América Latina, la dependencia, la tendencia a la concentración de la riqueza, el deficiente proceso educativo, la falta de democracia real, la corrupción y la impunidad, así como el cuadro desfavorable en que se desenvuelve el proceso de acumulación de capital.
El colonialismo fue el primer canal de acceso del capital europeo a los países latinoamericanos, provocando un capitalismo incipiente y subordinado. Posteriormente cuando éste se empezaba a consolidar y las naciones americanas conquistaban su independencia, fue el librecambismo, en el marco conceptual de la filosofía liberal, el vínculo que mantuvo en contacto a estos pueblos con el mercado mundial. Al pasar el sistema de la fase competitiva a la del monopolio, surgió el imperialismo, agudizando la explotación y el atraso colectivo. Este marco histórico es sin lugar a dudas diferente a aquél en que se desarrollaron los ahora países ricos.
La tendencia a la concentración se debe al acaparamiento del poder por los grupos privilegiados, que buscan el beneficio personal y de grupo. La injusta y regresiva distribución de la riqueza perpetúa  el subdesarrollo, pues a bajos niveles de ingreso hay una reducida demanda efectiva y por ende se obstruye el ulterior crecimiento económico. Si cada vez que crece el país esos beneficios son mayores para los que más tienen, entonces el subdesarrollo se profundiza. Una manera simplista de ver el proceso de desarrollo es que entre mayor crece la clase media en relación a las clases rica y pobre, el país se está desarrollando.
Todo lo anterior nos lleva a la siguiente conclusión: en el marco actual del subdesarrollo, el atraso es una noción de tipo estructural. La distribución de oportunidades (a la educación, al trabajo justo y bien remunerado, a la salud, a votar y ser votado) requiere de reformas estructurales. Por eso, ningún estudio que no parta de un examen crítico de la realidad latinoamericana, tal cual es, podrá formular una correcta exposición del atraso y de las soluciones para lograr el desarrollo de América Latina.
El marco teórico en el que se desenvuelve este trabajo es el contexto analítico de los principales conflictos y contradicciones fundamentales –que caracterizan la escena internacional– que limitan y reducen el campo de acción y respuesta de los países latinoamericanos. El entendimiento de esta problemática es cardinal para trazar un proyecto de desarrollo sostenido para los países atrasados. A grandes rasgos esas contradicciones fundamentales son cuatro:

  1. Aquella que existe entre los países de alto poder económico y político y las naciones subdesarrolladas en su zona de influencia.
  2. La que determina la confrontación dialéctica entre el bloque socialista y el capitalista.
  3. Aquella que permite la confrontación de intereses entre las naciones de un mismo bloque.
  4. La que funciona entre las clases que detentan el poder y las fuerzas populares en cada país.

Dentro de este contexto, se analizarán los conflictos en que, paradójicamente, se ven envueltos y desgarrados los países latinoamericanos, ya que precisamente por ser atrasados, carecen generalmente de estructuras económicas, sociales y políticas defensivas.


1 A finales de la década del 50 y principios de la 60, estaba muy en boga el distinguir a los países de acuerdo a su ingreso per cápita; así, un país de alto ingreso por habitante era un país adelantado y lo contrario una nación atrasada.

2 Confundían el desarrollo industrial como el fin de la economía, siendo que es un medio de la economía para impulsar el desarrollo económico; es decir, identificaban los medios con los fines.

3 Osvaldo Sunkel, Los conceptos de desarrollo y de subdesarrollo (Santiago de Chile, 1968), p. 12.

4 Este concepto se refiere a la venalidad y a la corrupción existentes en los países subdesarrollados, que son en cierto modo formas institucionalizadas –y casi racionales se podría decir– en las economías de estos países. Las manifestaciones son el robo de los funcionarios públicos, el pago monetario (la mordida) para superar las “trabas burocráticas o legales”, el pequeño robo sistemático de los empleados, las faltas éticas y morales de los funcionarios públicos, los sobornos de los empresarios, etc. En dichos países se considera la dirección de los servicios del Estado como uno de los negocios más rentables. La deshonestidad ambiental lleva, tarde o temprano, a la violencia criminal y otras formas de delincuencia.

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