DISEÑO DE UNA RUTA TURÍSTICA DE INTERPRETACIÓN CULTURAL PARA LA PROMOCIÓN Y EL DESARROLLO LOCAL DE LA ETNIA ABORIGEN WARAO EN EL ESTADO DELTA AMACURO, VENEZUELA

María V. Rodríguez

Creencias  Mágico - Religiosas Warao

La visión que los Warao tienen del mundo, se basa en un delicado equilibrio entre el hombre, la naturaleza y los seres sobrenaturales, según este principio, cada vez que el hombre interviene en la naturaleza, es necesaria una compensación, que ha de ser ofrecida por los espíritus, estas compensaciones implican sacrificios humanos simbólicos. 
En torno a los seres sobrenaturales existe todo un universo de principios que rigen muchas de las acciones diarias de los Warao. Estos seres están provistos de sexo, razón y voluntad, pueden ser positivos, negativos o neutros, dependiendo de su actitud hacia los seres humanos. La parte espiritual de estos seres es denominada “jebu”, mientras que su parte corporal se llama “kanobotuma” que significa nuestros antepasados.
Los “jebu” están presentes en todos los objetos y aspectos de la vida, y muchos controlan parcelas específicas del mundo material. Así, algunos habitan y controlan las aguas, otros administran las tormentas, mientras otros protegen los árboles.
El principal y más poderoso de todos es el “Jebu Kanobo” (nuestro abuelo), que reside en la piedra sagrada que custodian los “Wisiratu”, los shamanes más importantes. Los instrumentos sagrados más importantes utilizados en sus rituales, como la maraca grande, denominada “marimataro o jebumataro”, deben su poder a los “jebu benignos” que se alojan en los pequeños fragmentos de cuarzo que la hacen sonar; llamadas “kareko”. Estos cuarzos son capaces de ahuyentar a los “jebu malignos” menos poderosos que suelen causar enfermedades.
Entre los relatos religiosos Warao, recogidos por especialistas, un aspecto común es la explicación de la aparición del hombre, los animales, las plantas y todo lo presente en el entorno ambiental de estos indígenas a partir de otro elemento que se transforma hasta dar origen a un nuevo, es así como interpreta el Warao la vida y la tierra, como una constante cadena de transformaciones, en donde cada elemento se convierte en otro.
En este sentido, según la tradición oral, la palma de temiche surgió del cuerpo de la mujer, los hombres eran pájaros antes de ser hombres, entre otros. Se registran también varios relatos religiosos Warao que hablan de un grupo de deidades que guiaron a este pueblo desde Trinidad hacia las tierras deltanas.
Las investigaciones basadas en las tradiciones orales, evidencian que los Warao existe el concepto de la vida después de la muerte, según esta comunidad, después de morir se transforman en “jebu”, si se trata de shamanes ocuparán un lugar más privilegiado en comparación con los Warao comunes, pues han de convertirse en “jebu mayores” e irán al lugar que les corresponde según el tipo de actividad que desarrollaban en vida. Así, el chamán “joarotu” irá después de morir hacia el oeste, al lugar donde se encuentran las victimas de sus maleficios, mientras que el chamán “bajanorotu”, el que cura a través de canciones, y los Warao que ocuparon cargos relacionados con las actividades de este desarrollo, como el fabricante de curiaras, el experto cestero y el fabricador de chinchorros, irán todos al noroeste.
Ahora, en forma de “jebu”, el Warao que muere continúa presente entre los vivos y generalmente su presencia puede acarrear tormentos, tristezas, como es natural, ante la pérdida o pánico. Se sabe que en muchos casos, se le ha atribuido al “jebu” de algún Warao la muerte de otro, sobre todo si era cercano a él. Son comunes los relatos sobre apariciones de muertos a personas que han actuado con maldad o que han hecho alguna fechoría. También se cree que el “jebu” de cualquier Warao podría obligar a su familia a abandonar su casa o al menos cambiar su chinchorro de lugar.
La mayoría de las actividades diarias de los Warao tienen una carga religiosa, cada una de las áreas de la religión Warao está a cargo de una persona que normalmente se ha entrenado hasta perfeccionar sus conocimientos y dominio de la actividad, estas personas tienen un nombre derivado de la función religiosa que ejercen:

En cuanto a las actividades que desarrolla cada una de estas personas, sobresalen las figuras shamánicas del “Wisiratu”, el “Joarotu” y el “Bajanarotu”, los curanderos, cada uno de los cuales se encargan de eliminar un mal diferente.
El “Wisiratu” figura esencial en toda la comunidad, que trata las enfermedades ocasionadas por la introducción de los “jebu” en el cuerpo del paciente, aunque alcanza rango de autoridad, su principal rol es el de curar. Sin embargo, tiene también el poder de infligir, voluntaria o involuntariamente, males a las personas a través de los “jebu”, a los cuales puede hacer entrar en el cuerpo. El cargo de “Wisiratu” no es propiedad de ninguna persona en particular.
El individuo que escoge esta actividad crece y perfecciona las herramientas del oficio a través del ejercicio, hay varias etapas en este cargo, desde la fase de aprendizaje hasta llegar a una ceremonia formal que se realiza en algunas comunidades para ratificar en él a quien lo detenta. Cuando ha alcanzado el máximo desarrollo del arte, el “wisiratu” puede basar a ser “Kanobo a rima”, lo que lo responsabilizaría de la protección y correcto uso del “Kanobo”, la piedra sagrada, donde reside el  “jebu principal”: el “Kanobo Kobenajoro o Karosima”.
El “Bajanarotu” se encarga de curar las afecciones físicas que resultan de la intromisión de un objeto material en el cuerpo de la víctima, mal que recibe el nombre de “bajana”, también puede provocar dolencias, una práctica asociada al principio de la compensación.
El “Joarotu” se encarga de erradicar las “joa”, afecciones generadas por la introducción de sustancias de plantas y animales. Estos últimos shamanes tienen la función de restablecer el equilibrio natural ante alguna falta; esto puede lograrlo ocasionando una enfermedad a quien ha cometido alguna transgresión.            
Desde la colonización, la cultura occidental se ha introducido en el Estado Delta Amacuro fundando diferentes misiones religiosas con la finalidad de brindar a los Warao cambios sociales y lingüísticos, para “civilizar a los indígenas”.
Sin embargo, la etnia Warao ha mantenido sus creencias y cultura viva, es así que cerca de las casas, es frecuente la presencia de pequeños templos o “kuaijanokos” construidos para venerar al gran “jebu principal“. Allí se depositan las maracas sagradas y la fécula del moriche como ofrenda que se convertirá en yuruma para las fiestas rituales. Los Warao le dan una gran importancia a lo sagrado.   
Según la mitología, “Kuai-mare o Jebu-Betere”, el “jebu principal”  es un espíritu con forma de Warao que siempre anda con la cara tapada para no provocar vientos, huracanes o terremotos, pero que una vez al año se levanta y provoca las grandes crecientes del río. Otro fenómeno también asociado con el Jebu por su carácter cíclico y misterioso es la menstruación de la mujer, a quien se le recluye en casas especiales durante este período.

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