REMOVIENDO LAS ESTANCADAS AGUAS DEL TURISMO

Francisco Muñoz de Escalona
mescalafuen@telefonica.net

33 ¿A quien favorece la explotación del turismo?

 
La estructura del turismo se caracteriza por una creciente oferta hotelera en receptores y aviones cada vez mayores en emisores, una fórmula que beneficia a los emisores (ricos) a costa de los receptores (pobres).

Hace una década participé en un evento singular, el “Master Internacional de Turismo Sostenible” que, en octubre de 2001 organizó la Universidad de Concepción con apoyo científico del Instituto de Economía y Geografía del CSIC (España) y financiero de la Cámara de Turismo de Chile. Como se habrá observado, el evento tuvo lugar poco después del brutal atentado de las Torres Gemelas de Nueva York. Los tres españoles que participamos en calidad de profesores teníamos que viajar en avión tanto a Chile como en Chile y, obviamente, se nos planteó la posibilidad de suspenderlo por pura precaución. Si al final lo hicimos fue porque se me ocurrió argumentar que el riego de que se repitiera un atentado similar era, si no inexistente, sí insignificante, habida cuenta de que atentados como aquel no se hacen, afortunadamente, todos los días.

El master fue seguido por numerosos estudiantes chilenos, desde La Serena a Puerto Mont, pasando por numerosas ciudades intermedias (Santiago, Concepción, Valdivia y Pucón). Se trataba de cumplir con la fase presencial de un master que llevaba un año funcionando de forma virtual (por Internet y por videoconferencia. En todas las ciudades en las que estuvimos, los científicos españoles gozamos de una excelente acogida y con una efervescente participación de estudiantes y empresarios. Fue un éxito aquel master.

Pues bien, si hoy lo traigo a colación es porque acabo de leer una noticia reveladora en www.abc.es sobre el A380, el avión más grande del mundo junto con el Boeing 747. Dice así la noticia:

“ABC cruza el Atlántico en un Airbus A380, que impresiona por sus motores, por la longitud de sus alas, por los pasajeros que puede llevar y por su gracilidad al despegar y tomar tierra. Todo es a gran escala en el A380, por ello una de las premisas que cualquier compañía que decida operar con él tiene que seguir es conseguir llenar los aviones al máximo. En Lufthansa lo saben y por ello tratan de operar -siempre desde Fráncfort- a ciudades donde puedan combinar el pasajero de negocios con los que van por placer, a visitar a familiares o turismo”.

Habrá quien se pregunte qué tiene que ver la noticia con el master de la Universidad de Concepción. Si es así paso a explicarlo. Al final de la ponencia que yo presenté en el abarrotado y magnífico salón de actos de la Universidad de Concepción hubo un animado coloquio a cuyos efectos se incorporaron a la mesa varios expertos chilenos y extranjeros. Uno de estos expertos, extranjero porque trabajaba en Francia y autóctono porque era chileno se dirigió al auditorio, y a través de él, a la sociedad y a los gobernantes de Chile con estas palabras:

“Miren ustedes: trabajo como asesor del ministro de Turismo de Francia. Y en base a lo que conozco de la forma de entender el turismo emisor en Francia les puedo decir que Francia poco o nada puede hacer para incrementar significativamente la emisión de turistas franceses a Chile. ¿Y saben por qué? Muy sencillo: Porque ni los gobierno de Chile ni los inversores privados chilenos se dedican a aumentar la oferta de plazas hoteleras como tendría que hacer para que Francia enviara turistas a Chile”

Cuando oí tan sincero y realista mensaje en boca de aquel chileno residente en Francia me convencí aun más si cabe de la necesidad de aplicar mi personal visión del turismo. De ellas se desprende que desde hace siglos el turismo se viene enfocando como una industria que beneficia a los países en los que se localizan las verdaderas empresas turísticas, las turoperadoras, aunque esa realidad se camufla bajo la máscara de que favorece a los países receptores. Lo demuestra es frase tomada de una publicación de la OMT:

“Los Estados deben considerar el turismo como resultado de una obligación contraída por ellos por razones de progreso social”

La frase está redactada de una forma, en el mejor de los casos, neutral, pero enmascara que, bajo la creencia de que los emisores favorecen a los receptores porque implica una transferencia de rentas de los primeros a los segundos son los segundos los que terminan beneficiando a los primeros por dos vías: 1) porque las utilidades del turismo las disfrutan los residentes en los emisores y 2) porque, además, una parte del valor añadido por el negocio lo acaparan los emisores explotando el territorio y los servicios de los receptores.

Relacionemos la noticia de ABC con las palabras del asesor del ministro de Turismo de Francia. Nos percataremos sin dificultad de que las turoperadoras, localizadas en los países emisores, basan su negocio en dos factores básicos: en la explotación de aviones propios de capacidad creciente que aprovechan la existencia de destinos con abundante oferta de plazas hoteleras. Conocen muy bien que, gracias a la implacable ley de la oferta y la demanda, abaratan los llamados paquetes gracias a un bajo coste unitario de los vuelos y de las plazas hoteleras.

Cualquiera puede entender, conociendo esta dura realidad, que fomentar el crecimiento de la oferta de plazas hoteleras en los países que no tienen otra forma de aumentar sus entradas de divisas que la creciente llegada de turistas empaquetados por los turoperadoras extranjeros es un procedimiento que los condena a ceder a empresas extranjeras una parte sustancial de los beneficios reportados por el negocio. Y que por ello deberían darse cuenta los gobernantes y los inversores de estos países, generalmente desfavorecidos, de que si quieren recibir más beneficios deberían abandonar esta estrategia y cambiarla por otra, por la estrategia acorde con la nueva situación de los mercados, la que se fundamenta en la visión microeconómica del turismo, que propugna invertir en empresas turoperadoras dedicadas a fabricar programas de visita con contenido verdaderamente innovadores y de calidad. Solo así podrán competir con ventaja con los simplistas y básicos paquetes de las turoperadoras extranjeras.

Los compradores de estos paquetes suelen elaborar sus propios programas de visita. Es como comprar las viandas en el mercado para cocinarlas en nuestro hogar en vez de acudir a un restaurante para consumir un menú.

Si nos fijamos, cada vez son más los productos que se consumen después de haber sido sometidos a un proceso de elaboración lo más completo posible. El turismo es todavía en gran parte una excepción a esta regla, pero es por falta de una decisiva actuación de los inversores y de los gobiernos de los países llamados “turísticos”. ¿Hasta cuando? Como respuesta véase esta noticia de La Nueva España del 22 de junio de 2011:

“El auténtico motor del turismo asturiano: Más de quinientos invitados arroparon a los empresarios galardonados anoche en Oviedo por Hostelería de Asturias. La asociación aboga por aprender a promocionar «la nueva Asturias»”

Nada más viejo y equivocado. Como se puede comprobar, siguen en pleno vigor dos errores: 1) que quienes piensan que son empresarios turísticos son, simple y llanamente, empresarios hoteleros, 2) que para aumentar las ventas tienen que acudir a la promoción pública y privada, una fórmula que pudo ser eficaz hace tiempo pero que ya no es o lo es cada vez menos porque lo que deben hacer es atreverse a fabricar programas de visita con contenido, es decir, producir turismo y no para el turismo.

34 ¿Por qué nos interesa saber lo que es el turismo?

Como dice Aurelio Arteta, hay quienes se “limitan a contemplar su objeto de estudio desde todos los ángulos, menos desde ese en el que ese objeto muestra el sufrimiento que produce y demanda entonces una acción justa. Así llegan bastantes a tomar por teoría pura lo que es un conocimiento de y para la práctica o la acción. Aristóteles ya nos enseñó que en ética "no investigamos para saber qué es la virtud, sino para ser buenos" (Aurelio Arteta “En boca cerrada” (www.elpais.com 17 de nov. 2010)

¿Nos interesa saber lo que es el turismo para hacerlo? Puede que sí. Tal vez haya gente que no sepa cómo se hace turismo y se interese por saberlo. Que antes de salir de su entorno habitual quiera saber qué es lo que hacen los demás cuando salen de ese entorno. Y por eso busquen algún libro que se lo explique o que observe lo que hacen los que hacen turismo. Y cuando se enteren sabrán que unos salen para conocer lugares que aun no conocen, otros para visitar un santuario milagroso, otros para descansar en un paraje tranquilo, otros para buscar pareja. Incluso los habrá que salgan de su entorno habitual para consultar con un especialista en la enfermedad que padece y hasta quienes lo hagan para hacer un buen negocio o para investigar algo de su especialidad científica. Se enterará por cualquiera de los dos métodos (lectura u observación) que la gente hace turismo por infinidad de motivos pero que siempre quienes lo hacen terminan por volver a su querido entorno habitual una vez que han cumplido con su propósito.

No creo, sin embargo, que sea esta la razón por la que nos interesa saber en qué consiste el turismo. Porque, como nos ilustran los turisperitos, tan turismo es salir con un propósito concreto como prestar servicios de todo tipo a quienes salen para volver. Tan turismo es lo que hace el turista (demandante consumidor) como lo que hace quien produce los servicios que consumen los turistas desde que salen hasta que vuelven. Lo que acabo de decir es tan obvio que roza lo perogrullesco. Si embargo es igualmente obvio por frecuente que hay cada vez más gente se dedica a estudiar el turismo por motivos más selectos. Por ejemplo, para aumentar su erudición. O para escribir ponencias, libros o artículos de revista porque si es un profesor y no los escribe no puede medrar en su Universidad o en su organismo público de investigación (OPI). Y no es que estudiar el turismo con estos fines sea malo. Ni es malo ni es criticable. Lo que es criticable y no es ni bueno ni útil es estudiar el turismo solo y exclusivamente para ganar méritos académicos. ¿Qué esto no acontece? Bueno, una cosa es que no debería de acontecer y otra que no acontezca.

Veamos.

Hay quien cree que el turismo se ha estudiado demasiado tratando de mejorar la gestión de las empresas turísticas pero muy poco para desentrañar su naturaleza de fenómeno socio-antropológico. Personalmente no lo creo pero eso es lo que creen algunos turisperitos. Y, puestos manos a la obra para remediar este olvido empiezan por donde hay que empezar, por preguntarse qué es el turismo. Una vez hecha la pregunta y acuden a la bibliografía disponible constatan que hay muchas definiciones de turismo, por lo menos una centena. Algunas de ellas les aclaran que el turismo es un fenómeno social (parece que no hubo nadie que dijera que es un fenómeno socio-antropológico) que abarca el mundo entero desde el punto de vista geográfico (sic) y todos los estratos y grupos sociales.

Puestos en orden de ataque, aseveran con contundencia que el turismo deber ser estudiado como un todo. Qué se quiere decir con esto es lo de menos porque la frase queda de lo más correcta. Nada de estudiarlo por partes, hay que estudiarlo como un todo. Y es ahora cuando se topa con Deleuze, el francés que propone estudiar las sociedades humanas como si fueran un rizoma.

¿Que qué es un rizoma? Para saberlo hay que acudir a la botánica. Un rizoma es un tallo con una constitución específica que se desparrama horizontalmente por debajo de la tierra de forma poco controlable y en cualquier parte crea raíces formando nuevas plantas totalmente independientes. Y es entonces cuando viene la iluminación porque no cabe la menos duda de que el turismo, que como ya se ha dicho, abarca todo el mundo y todos los estratos sociales y que se desparrama descontroladamente a través del tiempo y el espacio, es un verdadero rizoma.  Ergo apliquemos el método rizomático a su estudio y habremos asegurado que lo estamos estudiando, por fin, como un todo.

No dudo en absoluto de que quien haya aportado la teoría del rizoma al estudio del turismo habrá conseguido honores académicos y será citado por otros investigadores que se propongan lo mismo. Pero con tantos ímprobos esfuerzos, con tanto derroche de originalidad, ¿se ha conseguido conocer mejor cómo se produce el turismo, cómo se comercializa y cómo se gestionan las empresas que ofrecen servicios a los turistas? Personalmente no lo creo. Sostengo que lo que hay que hacer es investigar estos tres aspectos y no irse por los cerros de Úbeda de la erudición a la violeta.

Hagamos como nos recomienda Aristóteles. No se trata de saber qué es el turismo (la virtud, el aspecto teórico) sino cómo se produce el turismo de la forma más eficiente (ser buenos, el aspecto práctico)

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