En la antigüedad, las relaciones  sentimentales eran fundamentalmente una cuestión ética. La ética es uno de los  componentes centrales de la filosofía, que estudia las acciones del alma, los  hábitos del corazón, los modos en que se relacionan los seres humanos; a  partir de cierto criterio de valoración, se  determina y se selecciona los hábitos sentimentales que hay que rechazar o  cambiar, así como los que hay que cultivar, para tener una existencia más bella  y hermosa.
        En la antigua cultura griega, como afirma  Michael Foucault: “el concepto de ética, estaba íntimamente ligado a la  estética, el principal propósito de los griegos, era la construcción de una  ética que fuera una estética de la existencia”. Por lo que las relaciones  sentimentales bellas, estéticas, eran las que tenían mayor valor ético, como  las relaciones de amistad.
        “Más no sólo es la amistad algo  necesario, sino algo hermoso, y así alabamos a los que la cultivan, sobre todo  a la más bella relación que existe, que es la amistad entre los buenos, porque  son los que marchan juntos para las bellas y bondadosas acciones” afirmaba  Aristóteles. 
        Sócrates llega a la conclusión de que lo  bueno, lo bondadoso es lo que dirige al amor. Para Platón, el amor es el deseo  constante de lo bueno, lo que él denomina el bien, o la belleza absoluta. Para  los griegos, la belleza era una función de la armonía, surgía de una relación  armoniosa entre las partes, que podían relacionarse si era buena una para la  otra. De ahí que Platón, como nos ilustra Irving Singer, llegue a la conclusión  de que lo que es verdaderamente bueno ha de ser bello, porque el bien es lo  bello.
        Aristóteles en su  “Ética Nicomaquea”, dedica dos capítulos a la  amistad:
            “El alma bella es la de los hombres  con integridad de ánimo y bondad de vida. La amistad por excelencia es, la de  los hombres  bondadosos, porque lo que es  absolutamente bueno o agradable es amable y deseable. Queriendo a un amigo  quieren los hombres su propio bien, porque el hombre bueno que ha llegado a ser  un amigo, se convierte en un bien para aquel de quien es amigo. Cada uno, por  ende, ama lo que es un bien para él y devuelve otro tanto deseando el bien del  otro y dándole contento, porque de la amistad se dice ser igualdad, y ambas  cosas se encuentran señaladamente en la amistad de los buenos.
          Los hombres de bien se aman  recíprocamente, se dan mutua y reconocida afección. Las mismas cosas se reciben  de una y otra parte, se complacen el uno al otro, y ambos se comparten los  bienes  que corresponden al fundamento de  su amistad. Cada parte recibe de la otra los mismos o semejantes bienes, como  es entre amigos. Y el proverbio:”Todo es común entre amigos”, es correcto,  puesto que en hacer   comunidad consiste la amistad.
         Nada es más propio de los amigos que el  convivir. Si los necesitados desean el socorro de sus amigos, los felices a su  vez anhelan pasar juntos los días, la amistad entre ellos será durable y  excelente.
        Consistiendo, la amistad  sobre todo en amar, y siendo objeto de alabanza los que aman a sus amigos, la  virtud de los amigos consiste, al parecer, en el amar, de modo que aquellos en  quien este sentimiento se produce proporcionando al mérito, esos son amigos  duraderos y su amistad también.
        Por este medio, más que por  otro alguno, pueden ser amigos aún los desiguales entre sí, porque así pueden  igualarse, porque igualdad y semejanza son amistad, y sobre todo la semejanza  en la virtud. A cada hombre en efecto, le son causa de placer las acciones que  le son familiares y sus semejantes; ahora bien las acciones de los buenos son  las mismas o semejantes, por eso la amistad perfecta es la de los hombres de  bien y semejantes en virtud, porque estos se desean igualmente el bien por ser  ellos buenos, y son buenos en sí mismos. 
  Los que desean el bien a sus amigos por su propio  respeto, son amigos por excelencia. Por ser ellos quienes son, observan esta  disposición, y no por accidente. La amistad de estos hombres permanece mientras  ellos son buenos, ahora bien, la virtud es algo estable. Cada uno de ellos,  además, es bueno en absoluto y con respecto al amigo, porque los buenos son  buenos en absoluto y provechosos los unos a los otros. Y asimismo son  agradables, porque los buenos son agradables tanto absolutamente como en sus  relaciones mutuas.
        Esta amistad, por tanto, como  puede con razón suponerse, es durable. Vincúlanse en ella todas las cosas que  pueden concurrir en los amigos. Toda amistad es por un bien y por un placer, y  se funda en ciertas semejanzas. Ahora bien, en esta amistad reúnense  todas las características antes especificadas  como atributos primordiales de los amigos, porque en este caso los amigos son  también semejantes en las otras cualidades. Y siendo lo absolutamente bueno  también absolutamente placentero, y siendo estos atributos los más amables de  todos, síguese que el amor y la amistad existen en su más plena y perfecta  forma entre estos hombres.
   1.1  Hay  una falsa amistad  que es remedo de la  amistad:
           No es la amistad de  los buenos, sino una fingida amistad, la falsa amistad, la utilitaria que es  cosa de mercaderes, la que coloca la utilidad por encima de todas las  consideraciones, que sólo buscan lo que puede serles ventajoso. Solo quieren el  provecho pero no a la persona. Por consiguiente, estos supuestos  amigos, fingen sus afectos, para alcanzar un  bien para sí mismos. De ese modo se acercan por interés y provecho y no por el  ser mismo de la persona, sino cuanto les es útil. Son en suma fingidas  amistades por accidente, porque no se quiere a la persona por lo que ella es,  sino en cuanto proporciona beneficio.
        Los que por la utilidad  fingen ser amigos, en cesando el interés se separan, porque no eran amigos del  otro, sino de aquel provecho. Estas fingidas amistades fácilmente se desatan,  con sólo que los amigos no permanezcan con lo mismo que tenían, y así dejan de frecuentarlos  desde que ya no les son  útiles. La  utilidad, en efecto, no es constante, sino que según los tiempos, múdase en otra  distinta. Caducando, pues, el motivo porque eran amigos, disuélvase también la  supuesta amistad, ya que no era amistad sino  por aquel motivo. Los utilitarios nada tienen de estable, porque ni aún a si  mismos perseveran semejantes. Los amigos por utilidad duran poco, es decir  mientras puedan proporcionarse servicios, que tengan una ganancia, que les  venga alguna ventaja. 
           Esta fingida amistad, la  utilitaria es quejumbrosa. Como a los amigos se frecuentan en razón del propio  interés, reclama siempre para sí mismo lo mejor de la transacción, y se  imaginan obtener menos de lo que se les debe. Y así, se quejan y calumnian al  amigo, por no obtener todo lo que desean y que creen merecer, mientras que los  bienhechores no pueden jamás satisfacer a todas las demandas de los agraciados. 
        La amistad de los buenos no  está expuesta a la calumnia y es permanente, porque no es fácil dar a nadie  crédito contra aquel que por largo tiempo tiene uno experimentando. Entre la  gente de bien hay confianza, así como la seguridad de que jamás se harán  injusticia, y todas las otras cosas requeridas en la verdadera amistad. En las  otras, al contrario, nada impide que lleguen a surgir esos males.
        En  la falsa amistad que se funda en el provecho,  hallánse quejas, calumnias y reproches, en cambio los que son amigos ponen su  empeño en hacerse bien recíprocamente, pues esto es lo propio de la virtud y de  la amistad, entre ellos no hay recriminaciones ni querellas.
        En cambio los que son  fingidos amigos por utilidad, nunca están satisfechos, son personas de  condición áspera, fría y quejumbrosa que no producen amistad, porque hay en  ellos poco que sea placentero, y nadie puede pasar los días con quien anda con  enfado o quién por su mal humor no es agradable, ya que la naturaleza parece  huir de lo que causa malestar y ceder a lo que da placer, porque el trato fácil  y la sociabilidad, tienese por las señales y factores, más característicos de  la amistad.
        Dividiéndose las relaciones  en estas dos especies, los utilitaristas serán fingidos amigos por provecho,  pues en esto son semejantes; mientras que los buenos lo serán por sí mismo,  porque en tanto que son buenos se asemejan. Tales amistades son por supuesto  raras, porque los hombres buenos son pocos.
       La reciprocidad afectiva  implica elección, en cuanto a los que rápidamente entran en relaciones de  amistad, quieren seguramente ser amigos, pero no lo son aún. El deseo de  amistad nace pronto, la amistad no. Es preciso, además haber cobrado  experiencia mutua y alcanzado familiaridad, lo cual es sobremanera difícil.  Hace falta, además tiempo y trato, pues según el proverbio, no pueden conocerse  mutuamente los hombres antes de haber consumido justamente la sal, ni recibirse  o darse por amigos antes de que cada uno se muestre al otro amable y haya  obtenido su confianza, porque no todo es amado, sino sólo lo amable, la amistad  se dirige a los que son buenos, a los bondadosos.
        Es dicho común que al amigo  se le ha de desear todo bien y por su propio respeto. A quienes de esta suerte  desean bienes a otros, los llamamos benévolos y si hay de parte de los otros  reciprocidad, cuando la benevolencia es correspondida, es ya amistad. 
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