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DERECHO DE ¿AUTOR?

Lillian Álvarez Navarrete




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Capítulo 11. EXPERIENCIA CUBANA

El 29 de abril de 1967, en clara anticipación al debate actual, Fidel expresó:

¿Cómo es posible pretender negarle […] a miles de millones de seres humanos que viven actualmente en la pobreza, en el subdesarrollo, cómo pretender impedirles el accesoala técnica que […] necesitan para algo tan elemental como es alimentarse, para algo tan elemental como es vivir? […] Nosotros consideramos que los conocimientos técnicos deben ser patrimonio de toda la humanidad, que lo que ha creado la inteligencia del hombre debe ser patrimonio de toda la humanidad.1

No me propongo abordar en detalle aquí la experiencia cubana. Baste decir que, aunque muy susceptible de perfeccionarse, ha demostrado que es posible defenderyfavorecer la creación en su concepto más amplio y hacer a la vez un uso adecuado de sus resultados en favor de la educaciónyla cultura de la sociedad.

La Ley 14, “Ley de Derecho de autor”, del 28 de diciembre de 1977, en su Artículo1establece que la misma tiene como

Fidel Castro Ruz, discurso pronunciado en Guane, Pinar del Río, el 27 de abril, 1967, en Granma,30de abril, 1967, p. 3.

objeto brindar la debida protección al derecho de autor en la República de Cuba, en armonía con los intereses, objetivos yprincipiosde nuestra revolución socialista,yensu Artículo 4 determina cuáles son los derechos otorgados al autor:

a)exigir que se reconozca la paternidad de su obra y, en especial, que se mencione su nombreo seudónimo cada vez que la misma sea utilizada en alguna de las formas previstas en esta Ley;

b)defender la integridad de su obra, oponiéndose a cualquier deformación, mutilación o modificación que se realice en ella sin su consentimiento;

c) realizaro autorizarla publicación,la reproducción ola comunicación de su obra al público por cualquier medio lícito, bajo su propio nombre, bajo seudónimo o anónimamente;

d) realizaro autorizarla traducción,la adaptación,el arreglo o cualquier otra transformación de su obra;

e) recibir una remuneración, en virtud del trabajo intelectual realizado, cuando su obra sea utilizada por otras personas naturales o jurídicas, dentro de los límites y condicionesde estaLeyysus disposiciones complementarias así como cuantas otras disposiciones legales se establezcan sobre la materia.2

Pero si importante fue el reconocimiento de estos derechos al autor, también lo fue el principio recogido en su Artículo 3:

La protección al derecho de autor que se establece en esta Ley está subordinada al interés superior que impone la necesidad social de la más amplia difusión de la ciencia, la técnica, la educaciónyla cultura en general. El ejercicio

“Ley 14. Ley de Derecho de Autor de Cuba”, en www.min.cult.cu/ legislacion/documentos/ley14.html.

de los derechos reconocidos en esta Ley no puede afectar estos intereses socialesy culturales.3

Esta práctica ha sido indispensable en el logro de los resultadosqueenlo educacionalycultural muestrala Cubaactual.

Los orígenes de la legislación autoral cubana se remontan ala Real Orden de 14 de enero de 1879, momento en el cual se hace extensiva a Cuba la Ley de Propiedad Intelectual Española y su Reglamento. Tales normas estuvieron vigentes hasta su derogación por la actual Ley No. 14. No nos consta que en la etapa republicana hubiese intenciones de adecuar la ley española a las necesidades nacionales. La mayoría de las normas de esa etapa se refirieron a reglas para la inscripciónde periódicosyrevistas, requisitos formales enla prensa y otros controles burocráticos.

En junio de 1946, en la Conferencia Interamericana de Expertos para la Protección de los Derechos de Autor, celebrada en la Unión Panamericana, hoy Organización de los Estados Americanos, en Washington, el gobierno cubano suscribió la Convención Interamericana sobre el Derecho de Autor en Obras Literarias, CientíficasyArtísticas. Este paso, al decir de Martínez Hinojosa, fue realmente sorprendente; pues Cuba no había participado en ningún convenio en la materia, ni podían constatarse avances en la vida cultural del país que lo exigiesen. Solo podemos entenderlo como consecuencia de la convocatoria del gobierno de los EE.UU. que intentaba utilizar a los gobiernos bajo su esfera de influencia para lograr la “panamericanización” de un sistema de protección del derecho de autor que ya avanzaba en el resto de Latinoamérica con signo europeo, diferente del sistema anglosajón.

Esta acción no nos benefició para nada durante la República ya que no estaba acompañada de un interés real porel fomentodela creatividad dentrodela sociedadysínos

Ídem.

hizo herederos en la etapa revolucionaria de compromisos que nada tenían que ver con las prioridades de la nueva sociedad.

En la década de los años 60, con el triunfo revolucionario, se producen transformaciones que van creando una estructura institucional de apoyo a la creación. Se fundan la Imprenta Nacional, antecedente del Instituto Cubano del Libro y del sistema editorial cubano; la Escuela Nacional de Arte; el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos; la Casa de las Américas; la Empresa de Grabaciones y Ediciones Musicales (EGREM);el Teatro Nacionalde Cubay el propio Consejo Nacional de Cultura como organismo rector y coordinador del trabajo cultural.

Con la Campaña de Alfabetización como punto de partida, va surgiendo un ciudadano más preparado para apreciar la literaturay el arteypara expresarseen estos campos.La cultura recibe un importante impulso desde la propia creación.

Hubo también que tomar algunas medidas que, aunque no constituían una política integral bien estructurada, daban solución a problemas vitales para favorecer el desarrollo.

El8deagostode1960,porlaLeyNo.860,sehabía creado el Instituto Cubano de Derechos Musicales (ICDM) con funciones propias de una entidad de gestión. Luego se crea la Oficina de Derechos Musicales y Propiedad Intelectual, en función hasta que el Decreto 20 del Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros, del 21 de febrero de 1978, la declaró disuelta y traspasó al Centro Nacional de Derecho de Autor (CENDA) sus funciones y recursos.

Pero el avance en el terreno culturaly científico, desde el inicio mismo de la Revolución, ha tropezado con el bloqueo económico de los EE.UU. y los obstáculos que nos impone nuestra condición de país subdesarrollado. Es por ello que el Gobierno Revolucionarioha adoptado una política consecuente con la ética que le caracterizó desde sus primeros pasos.

Resulta muy impactante releer los conceptos expuestos por Fidel en abrilde 1967, en Guane, Pinar del Río,ala luz del debate contemporáneoydel análisisdelas posicionesmás revolucionarias, surgidas como alternativa a la grave crisis que, cuarenta años después, aún enfrenta hoy la sociedad en relación con el derecho de autor.

Señala Fidel en el discurso mencionado:

Cualquiera que lea la biografía de Balzac, que fue uno de los grandes novelistas del siglo pasado, se conmueve de ver la penuria en que vivió aquel buen hombre. Por lo general muchos de los grandes creadores han pasado mucha hambre porque no han tenido ninguna ayuda. Muchas obras intelectuales incluso han tenido un gran valor, pero mucho después que ya perecieron sus autores […] Por lo general los productores intelectuales han vivido en la pobreza, han carecido del apoyo de la sociedady han tenido que vender muchas veces a cualquier precio sus producciones intelectuales.4

Y continúa:

consideramos todos los conocimientos técnicos un patrimonio al cual tiene derecho toda la humanidad y que tienen especialmente derecho los pueblos que han sido los pueblos más explotados. Porque, ¿dónde está el hambre, dónde está el subdesarrollo, dónde está la ignorancia, dónde está la falta de los conocimientos técnicos? Allí en todas las regiones del mundo donde los hombres fueron criminalmente explotados por el colonialismo durante siglosy por el imperialismo.

Por lo general los libros técnicos se producen en los países desarrollados ¿y entonces los países pobres, los países explotados durante siglos no tienen acaso derecho a hacer uso de esa técnica cuando de sus propias costillas —duran

Fidel Castro Ruz, en Granma, ed. cit., p. 3.

te siglos— salieron muchos de los recursos con que esos países, armados de una técnica moderna, se desarrollaron?5

En otra ocasión, según narra Rolando Rodríguez, Fidel dijo:

En qué cabeza cabe que no solo nos quieran matar de hambre con el bloqueo, sino que nos quieran matar de ignorancia, porque no nos dan los derechos para reproducir las obras que necesita nuestra educación. Constituye una vergüenza para el mundo que se bloquee un país en su cultura, en su educación, en la formación de su inteligencia.6

Casi textualmente, Fidel expuso hace cerca de cuarenta años los principios que hoy es común encontrar, por ejemplo, en la mesa alternativa de la Cumbre de la Sociedad de la Información(que representalos interesesdela sociedad),

o en elForo de Sao Paulo, o en los Foros antiglobalización, o en las Declaraciones del IFLA (Asociaciones de bibliotecariosde América Latina),oenla esencia del copyleft,oen los reclamos de los intelectuales de la mesa redonda En defensa de la Humanidad.A nuestro juicio, ese discurso contiene una visión de futuro que va más allá de las cuatro décadas que han transcurrido para seguir siendo un llama-
do de alerta sobre el destino que le espera al mundo del mañana si las tendencias privatizadoras del conocimiento, que ya llegan hasta el absurdo, siguen marcando la vida jurídica internacional.

En 1967, la Revolución Cubana se vio obligada a tomar decisiones radicales si pretendía enfrentar los retos del subdesarrollo. Fidel lo fundamentó así en aquel trascendental discurso:

En virtud de esos conceptos de propiedad intelectual nos veíamos en la necesidad, si queríamos satisfacer toda la demanda de libros que existía, de gastar decenas de millones de pesos en libros, pagándolos muchas veces por su precio.Y sin embargo, es tan difícil establecer en la práctica eso que se llama propiedad intelectual, que ya no era propiedad intelectual de los autores, del producto espiritual, sino de los que en el mercado, con dinero contante y sonantey a cualquier precio, es decir, porlo general, a bajos precios, habían pagado ese producto de la inteligencia.

Los que tenían el monopolio de los libros tenían el derecho de venderlos al precio que estimaran pertinente. Era necesario tomar una decisión, una decisión desafiante, sí, pero justa. Y nuestro país adoptó de hecho, la decisión de abolir también la propiedad intelectual.7

Fue de esta manera que empezaron a imprimirse las llamadas “Ediciones R”, Ediciones Revolucionarias. Dichos textos,de autores extranjeros, fundamentalmente norteamericanos, fueron imprescindibles para la formación técnica en campos tan importantes como la medicina, la ingeniería y muchos otros, donde la fuerza altamente calificada había emigrado en su mayoría a los Estados Unidos. Tales libros no podían ser objeto de lucro alguno y fueron entregados gratuitamentea los alumnos en las universidadesy otros niveles de enseñanza.

No obstante, no se abolió la propiedad intelectual en su conjunto. La Revolución fue capaz, diez años despuésysolo a uno de constituida la Asamblea Nacional del Poder Popular como órgano legislativo, de promulgar la Ley 14 de 1977

Fidel Castro Ruz, en Granma, ed. cit., p. 4.

que, defendiendo los más legítimos intereses de los auto-
res, colocaba el interés social en su justo lugar.

Pero Cuba ha tenido que diseñaryejecutar sus proyectos de justicia social en medio de la agresión y la adversidad.

Para obtener los recursos que necesita se ha visto obligada a colocar su producción intelectual en un mercado internacional monopolizado, ferozmente competitivo y a utilizar sus mecanismos, sin abandonar, en lo interno, los principios éticos socialistas. También en el plano internacional existen muestras suficientes de que, aun utilizando este mercado, la solidaridad ha sido un principio que nunca se ha abandonado, aun siendo difíciles las condiciones han sido.

En lo interno, la experiencia cubana en la investigación científica valida el papel de la cooperación en oposición al individualismo, a la competencia y al secretismo generado por la privatización del conocimiento. Al respecto, Agustín Lage argumenta:

El sistema de la Biotecnología Cubana fue desde sus inicios precisamente eso: un sistema. Cohesionado por la propiedad social y en función de los intereses del ‘dueño’ común que es el Pueblo Cubano, representado por el Estado Socialista, el sistema prioriza la cooperación (e integración) entre sus instituciones, y no la competencia.

Este concepto integrador se extiende fuera de los límites del sector de la Biotecnología, y abarca conexiones con instituciones de la Salud Pública, la Agricultura, la Educación Superiory otras, en una extensa y creciente red de interacciones cooperativas.

La construcción de redes de cooperación es así una forma concreta de crecimiento del sistema, que está llamada a ser más acelerada que el propio crecimiento orgánico de sus instituciones.

Nuestra ideología socialista siempre rechazó las relaciones de mercado y la competencia en busca de lucro, sobre

bases morales, por considerarlos generadoras de desigualdades e injusticia social. Continuamos rechazándolos sobre esas bases, pero hemos aprendido además, que a medida que se transita hacia una economía del conocimiento, las relaciones de mercado no son solamente fuente de injusticia, sino que son también fuente de ineficiencia.8

Más adelante, analizando la experiencia concreta del desarrollo alcanzado por la Biotecnología cubana, el mismo nos refiere:

Los productos de la Biotecnología Cubana se exportan hoy a más de 50 países de todos los continentes. De ahí provienen obviamente los recursos para la operación y el crecimiento del sistema.

La actividad exportadora del Polo Científico financia el componente en divisas de las producciones que se destinan al Sistema de Salud cubano,y ello permite no darle carácter ‘de mercado’ a las relaciones entre los Centros de la Biotecnología y el Sistema de Salud. Ello refleja un concepto ideológico muy importante: el Pueblo Cubano no es ‘un cliente’. Todo lo contrario: el Pueblo Cubano es el dueño socialista de las instituciones, y como dueño se le sirve.

Ciertamente hay una complejidad inherente al mantenimiento de relaciones de mercado hacia el exterior, y relaciones de distribución socialista hacia el interior; pero es precisamente una complejidad que tenemos que aprender a mane-
jar, pues ella contiene la semilla de una forma superior de distribución comunista de los resultados de la inversión social en ciencia y tecnología, semilla que hay que hacer germinar,
y que algún día, en la medida en que se vayan

Agustín Lage Dávila, “Cuba Socialista: La Economía del conocimiento y el Socialismo. Reflexiones a partir de la experiencia de la Biotecnología cubana”, ed. cit.

obteniendo términos justos de intercambio y relaciones de solidaridad, se irá extendiendo a las relaciones con otros países del Tercer Mundo. La cooperación en salud (que incluye el suministro de medicamentos y algunos productos biotecnológicos) con la República Bolivariana de Venezuela, ya comienza a anticipar ese futuro al que aspiramos.

A escala mundial, aun estamos lejos del establecimiento de relaciones ‘socialistas’ en el intercambio entre países, pero la realidad,yla racionalidad humana en la que hay que confiar, irá imponiendo formas de cooperación Sur-Sur, que irán desbrozando el camino. La economía basada en el conocimiento constituye un espacio especialmente propicio para ello.9

Respecto al Derecho de autor, hay que decir que Cuba es parte del Conveniode Berna,ypor nuestra condiciónde país miembro de la Organización Mundial de Comercio nos son aplicables también los Acuerdos de los ADPIC. Nuestra legislación ha tenido algunas adecuaciones —recordemos que la ley data de 1977— pero no ha abandonado sus principios básicos y en el ejercicio de nuestra soberanía siempre se ha tenido en cuenta, en primer lugar, que el reconocimiento de los derechos intelectuales está subordinado a los intereses de la sociedad y que no pueden nunca constituir un obstáculo para los planes educacionales, científicosy culturales que están siendo continuamente renovados.

El Estado cubano utiliza todas las variantes para hacer posible la remuneración a los autores por el uso de sus obras, ya sean nacionales o extranjeros. Forma parte de la política cultural, además, que la creación no solo se protege de esta formay son innumerables las vías utilizadas para ello, ya sea mediante la salvaguarda de la cultura popular tradicional, la protección y conservación de los bienes patrimonia-

Ídem.

les, la extensión de la enseñanza artística, la formación de instructores de arte para el trabajo comunitarioy otros programas de gran impacto en el desarrollo del talento, la creatividady enla difusiónde sus resultados.

La Ley 14, aún vigente, sigue siendo un ejemplo de lucidezde quienes tuvierona cargosu redacciónypromulgación, profesionales que supieron interpretar las necesidades de una sociedad diferenteyque, más alládelo acumulado enla doctrina, requería de formulaciones diferentes. El principio ético y jurídico que iluminó esta ley, es en la actualidad el gran ausente en las legislaciones llamadas “más desarrolladas” de Europaydel resto del continente,y eselprincipio del equilibrio, de la protección por encima de todo monopolio exclusivoyde los intereses colectivos de la sociedad.

Nuestro país, graciasala prácticadelos principios enunciados, no siente hoy en día las contradicciones que se suscitan en el plano social en el resto del mundo con motivo de rígidas legislaciones autorales. La realidad es muy diferente: los niños aprenden desde la enseñanza primaria a trabajar con novedosos softwares, programas que se utilizan de forma gratuitayque gran parte han sido desarrollados por nuestras propias instituciones. Nadie paga por ello un centavo.

Los más de 400 Joven Club cuentan con sedes en todos los municipios del país donde los jóvenes aprendenyse ejercitan sin costo alguno. En 325 casas de cultura se realizan a diario presentaciones artísticas, talleres, eventos teóricos, festivales, promoviendo las expresiones culturales de cada comunidad.

Los dos canales educativos transmiten cursos de los más variados temasyperfiles, disponibles para todos. Es gratuita la enseñanza en todos los niveles, incluidas las más complejas carreras universitarias. En el país existen casi 400 bibliotecas públicas, 49 escuelas de arte, 306 museos que conservan y promuevenel conocimientodela historiayla cultura nacionalesyde cada comunidad en específico. Hay una riquísima vida cultural protegida de los efectos del mercantilismo, accesible para todos.

A veces hemos padecido, en lo teórico, de una mirada excesiva hacia las legislaciones autorales foráneas, técnicamente impecables pero dañinas en cuantoa las consecuencias culturales y sociales de su aplicación. Esos países muestran una vida cultural que se empobrece, unos pocos autores favorecidos y otros muchos, de gran talento, en el total anonimato, y la presencia cada vez más fuerte y con mayor poderde las transnacionales del entretenimiento que fabrican mercancíasy consumidores y definen lo que debiera ser la vida espiritual de la sociedad sobre la base de criterios de rentabilidad.

En Cuba,enel mercadodel disco,la literaturay elaudiovisual, por ejemplo, el creador cubano se relaciona, para la explotaciónde sus obras, con las productorasyeditoras estatales cubanas, pero también con productoras y editoras extranjeras.

En el mundo de hoy es imposible vivir aislado. Esto hace que nuestros artistasy creadores tropiecen en un mismo tipo de relación con sujetos que asumen formas diferentes de apropiación. En el caso nacional, el porciento de los ingresos generados por empresas estatales y que no van a manos del artista se redistribuyen a nivel social —se revierten en fomento de la enseñanza artística, sistemas de seguridad social, subvención a proyectos no comercializables, protección al patrimonio, etc. Por otra parte, los ingresos que obtienede una semejante relaciónla transnacional ola productora filial enriquecen un patrimonio ajeno que tiendeala concentración cada vez mayor de la riqueza.

Ante esta dispar concurrencia, tiene la legislación nacional que proteger al creador ante la apropiación privada de un posible titular extranjeroybeneficiar al mismo tiempo la apropiación colectiva representada por las empresas estatales.

Asu vez, debela legislación protegera travésde los sistemasde excepcionesylimitacionesalasociedaddelos intereses económicos empresariales, aún cuando estos representan en última instancia —al ser empresas del Estado—, los de la sociedad misma.

El equilibrio, en tan excepcionales circunstancias se encuentra con problemáticas muy particulares. Está de más hablar sobre las contradicciones que se adicionan al tratar de insertarnos en un mercado internacional con estándares de protección diferentes o ante las presiones externas que abogan por la homologación de legislaciones. El bloqueoyotras situaciones económicas de emergencia han propiciado, además, políticas necesarias y soluciones puntuales de hondo significado,afinde salvarla creación artísticayqueno cuentan tampoco con referentes internacionales.

Al igual que sucede en la biotecnología, en la cultura también se han tenido que aplicar fórmulas muy propias para garantizar el desarrollo que en la actualidad exhibimos. Los beneficios económicos procedentes de la comercialización internacional de nuestros bienesyservicios culturales favorecen económicamente a sus actores (autores, intérpretes, etc.)y los ingresos de las organizaciones comerciales que participan en ello son destinados para proyectos que, por su naturaleza, no tienen una supervivencia posible dentro del mercado.

Ala luz de este análisis resultan comprensibles la particularidades de dicha realidad, que no puede hacer uso del Derecho comparado, ni tampoco asumir la práctica promovida por ejercicios académicos o realizados en foros internacionales, ni buscar referentes ajenos que conduzcan a conclusiones alejadas a nuestros objetivos. Cuba, no obstante sus especiales circunstancias, ha mantenido invariablemente en el centro de la política educacional, científicay cultural, la defensa de la soberanía nacional, de la identidad, la garantía del acceso al conocimiento para todos, la aplicación de los resultados científicos para bien de la sociedad en su conjunto, el fomento de la creatividadyla cooperacióny el desarrollode una activa vida cultural.Lo que nosha diferenciadoy nos diferenciaesel principiode alejar la creatividad, la cultura, el conocimiento, la investigación científica,entodala medida posible,desu mercantilización.

Pero si bien nuestra práctica ha estado signada por la solidaridad, por proyectosde amplio sentido socialyhumanista, nuestro pensamiento jurídico en esta materia no ha tomado la suficiente autonomía. En Derecho de autor heredamos el sistema romano-francés yla influencia española aún está presente. Nuestra legislaciónylos debatesasu alrededor han quedadopor debajodeloqueseha hechoenla prácticay en muchos aspectos ha quedado amarrada al Derecho de autor “occidental”. Se identifica la protección al creador con la regulación de las formas de explotación comercial de sus obras, aún cuando una gran parte de los procesos de creaciónydifusión discurren fuera del mercado. Falta una legislación cultural que reconozca y sistematice la impetuosa y creciente práctica cultural de la sociedad y los innumerables planes que se llevan a cabo.

Enel casodelas publicaciones científicasyparala educación, la política formulada y aplicada siempre ha sido la de promover el acceso libre al conocimientoylas publicaciones como medio para convertir la ciencia en un bien común y fomentar su avance. Siempre que ha sido necesario se han aplicado las fórmulas legales establecidas en nuestra legislación para la concesión de licencias por estos motivos. Como una importante experiencia de socialización de los conocimientosalaluzdelas posibilidadesque ofrecela nueva tecnologíala brindala red Infomed, dedicadaala información científica en la rama de la medicina y que permite el constante estudio y la actualización sobre temas de vital importanciay desde lugares muy distantes, a los profesionalesde la salud.

Apesar de no haberse desarrollado legislativamente fórmulas propiasal estilode Creative Commonsafinde propiciar la cesión de derechos, las editoriales científicasy educacionales han asumido tales principios como política.

Por ejemplo, Acimed, la editorial de las ciencias médicas, ha establecido que: “Se permite la reproducción total o parcial de los trabajos publicados, siempre que se cite su fuen te”, que la convierte, de hecho, en una revista de acceso abierto.10

Respecto al software, el bloqueo impuesto por los Estados Unidosala Islaha motivado que,al negárselela posibilidad de contar con las licencias de uso, se haya extendido la utilización del software propietario. Una gran parte de los programas que entran al país lo hacen mediante copias no autorizadas, las cuales, con posterioridad, se reproducen libremente entre los usuarios. Esto, si bien no encarece los costos de informatización, no resuelve el problema de la dependencia tecnológica, realidad sobre la que se está trabajando ya muy concientemente a fin de revertirla.

Desde el año 1994 se trabaja en la implementación del software libreypocoa poco se han ido organizando gruposy aumentando el número de suscriptores. Existe una estrategia diseñada por el gobierno para su uso y aprendizaje, así como para la migración de todo el sector de la administración pública del país a este tipo de programas. El gobierno cubano está haciendo énfasis en el desarrollo de la Industria Cubana del Software (ICS) que cuenta ya con importantes recursos humanos y materiales invertidos.


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