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FUNDAMENTOS TEÓRICOS PARA UNA GESTIÓN TURÍSTICA DEL PATRIMONIO CULTURAL DESDE LA PERSPECTIVA DE LA AUTENTICIDAD

Laritza Guzmán Vilar y Gelmar García Vidal



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1.3.1 La autenticidad en el patrimonio cultural

La correspondencia entre autenticidad y patrimonio cultural es tan trascendental que se debe destacar toda una serie de reglas y derivaciones que coexisten en torno al tema. La autenticidad es lo que permite creer en una obra que corresponde al patrimonio cultural. El Manual para el manejo de los sitios del Patrimonio Cultural Mundial , plantea que en cuanto un monumento o sitio histórico concebido como una obra de arte, el ser auténtico puede interpretarse en relación con el proceso creativo que lo produjo como un producto genuino de su tiempo, e incluye los efectos del paso del tiempo histórico.

La autenticidad deriva de la definición del bien, por lo que se puede entender de manera diferente, según el razonamiento de su expresión histórica. Si se trata de un bien patrimonial, su autenticidad histórica debe por lo general reflejar las fases significativas de su construcción y utilización a lo largo de las diferentes fases de su línea del tiempo histórico.

Un bien cultural que ha pasado la prueba de la autenticidad mantiene su integridad original, tal como se creó o como ha evolucionado a lo largo de la línea de su tiempo histórico. Mientras varios aspectos del bien cultural deben ser analizados para poder definir los grados de autenticidad, es importante llegar a un juicio comprensivo, pues un solo aspecto no es suficiente. De acuerdo con las Normas Operativas deben considerarse los cuatro aspectos siguientes:

• autenticidad del diseño;

• autenticidad de los materiales;

• autenticidad de la arquitectura; y

• autenticidad del entorno.

Para ser nominado en la Lista de Patrimonio Mundial, el bien cultural debe mantener su integridad respecto de estos cuatro tipos de autenticidad. Si por ejemplo el bien original se destruye, una copia no cumplirá con los criterios, pues el material auténtico ya se habrá perdido. La autenticidad en los materiales es un criterio básico de la autenticidad en el diseño y en la construcción, las cuales, junto con la autenticidad del entorno, definen al bien cultural patrimonial. De ahí que se resume en la Tabla 1.2, algunos puntos, que hay que tener en cuenta a la hora de cuestionarla, según las organizaciones rectoras referentes al patrimonio.

El manual que se cita en este epígrafe refleja que la autenticidad podrá mantenerse si se:

a) Permite que la mayoría del material histórico existente se conserve (autenticidad en los materiales);

b) Asegura la armonía con los diseños originales (color, tono, textura, forma, escala);

c) Impiden adiciones que dominen sobre la fibra original y respete su potencial arqueológico; y

d) Cumple con la prueba de autenticidad en cuanto a diseño, material, factura o implantación en el caso de paisajes culturales, sus características y componentes distintivos.

La prioridad es establecer el valor cultural por el cual el sito ha sido incluido en la Lista del Patrimonio Mundial. Todos los tratamientos de conservación (por ejemplo, protección, consolidación o restauración) deben garantizar la autenticidad del sitio cultural, prolongando la duración de su integridad y preparándolo para su interpretación.

A un bien cultural le debe ser permitido continuar con su uso tradicional, si éste no causa daños a su integridad histórica. Si la continuidad de su función no es posible, debe ser adaptado a un uso apropiado como parte de un plan cuidadosamente concebido que reconozca su valor universal y su papel educativo.

Según Martín (2003a) la supuesta autenticidad puede sufrir cinco tropiezos:

1. Idealiza algún momento del pasado y lo propone como paradigma sociocultural del presente, decide que todos los testimonios atribuidos son auténticos y guardan por eso un valor estético, religioso o mágico insustituible.

2. Elimina demasiado rápido (con la velocidad del prejuicio), todas las oportunidades de ampliar el acceso a la experiencia y la comprensión del propio pasado, y de otras culturas, que ofrecen las técnicas de reproducción contemporáneas (original y copia).

3. Puede olvidar que toda cultura es el resultado de una selección y una combinación, siempre renovada, de sus fuentes (congelar la escena urbana).

4. Un objeto original puede ocultar el sentido que tuvo - original, pero sin relación con el origen - porque se lo descontextualiza, o porque ha perdido su contexto.

5. Las narrativas históricas que cambian con la investigación (se van haciendo auténticas cada vez más) no llegan a los folletos y a los guías patrimoniales, por tanto, a veces tampoco es auténtico, no ya el patrimonio, sino lo que se cuenta de él.

Según Martín (2003a) el concepto de autenticidad no puede ser el mismo para diferentes tipos de patrimonio cultural. Y lo explica mediante un monumento histórico, con importancia cultural debido a su papel en la historia nacional o regional, en relación a este ejemplo el considera que la autenticidad debe ajustarse al concepto de lo genuino, teniendo en cuenta: materiales, diseño, métodos constructivos y artísticos y el entorno, tal como lo establece “La Carta de Venecia de 1964”.

En cambio un monumento religioso con importancia cultural en la sociedad actual sobre la base de su uso y funciones originales, en contradicción con el ejemplo anterior señala que la autenticidad podría incorporar al concepto de permitir añadidos, modificaciones y evoluciones culturales que se efectúen según normas y preceptos coherentes con los originales del monumento en cuestión. Esto es adaptable cuando estos monumentos continúan teniendo importancia vital en el desarrollo de las ciudades locales en sus aspectos religiosos, artísticos y laborales, en este caso seria arbitrario por parte de cualquier autoridad el limitar la función del monumento religioso a la de un museo, cuando su función original religiosa continua siendo la principal razón de ser del monumento y la voluntad de la comunidad continua siendo el de utilizarlo en su función original (Carta de Brasilia, 1995).

El estudio de Martín (2003a) aclara que el análisis de la autenticidad necesariamente se concentra en el entendimiento de los elementos principales de ciertos procesos dinámicos, y no en los atributos estáticos de la forma y los materiales. Es válido señalar que este autor profundiza en que el problema de la autenticidad en patrimonio histórico no se resuelve entre verdadero y falso, sino en encontrar pautas para una mejor comprensión y actualización de lo que se entiende por autenticidad.

Para finalizar es recomendable enunciar que hay tantos elementos que se deben tener en cuanta para determinar la subsistencia de la autenticidad y su repercusión, que ha sido necesario su atención por organizaciones y documentos internacionales que establecen normas que determinan si un bien patrimonial es auténtico o no. A raíz de esto se han señalado criterios de algunos autores (Asplet y Cooper, 2000; DeLyser, 1999; Hitchcock, 2005; Kelner, 2001; Martín, 2003; Naoi, 2003) que emiten que esta no se puede evaluar de forma estática, puesto que es necesario tener en cuanta componentes que incluso pueden variar según el bien patrimonial.


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