INTEGRACIÓN. TEORÍA Y PROCESOS. BOLIVIA Y LA INTEGRACIÓN
Alberto Solares Gaite
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Los dramas del subdesarrollo, en mayor o menor grado, afectan a todos los países en desarrollo, y lo peor es que es un fenómeno que difícilmente remite. Al contrario, si no se logra una inserción adecuada en el sistema internacional y en las ventajas que puede representar el proceso de globalidad, estas se convertirán más bien en riesgos que los sumirán en mayor atraso y en una mayor dependencia.
Si el sistema fracasa en la creación de bases de equidad y solidaridad, se diluirá la esperanza de un futuro más digno y justo para todas las sociedades humanas, con graves riesgos y posibilidades de perturbación y convulsiones a escala mundial.
En este sentido, es perentoria la toma de conciencia y la acción en procura de un desarrollo integral y equilibrado para todos los países. Este debería ser el objetivo y la ideología básica de nuestros pueblos. Pero no un desarrollo meramente “economicista”, con solo concepciones cuantitativas, sino un proceso de cambio cualitativo de la vida, que sirva y tenga como objetivo al hombre y la plena realización de sus potencialidades.
Sin embargo, la reivindicación del interés legítimo de nuestros países, el logro de una posición más equitativa en el sistema y la conquista de su desarrollo y bienestar, constituyen desafíos que rebasan la capacidad individual y la acción aislada de los países, especialmente de los menores. El desarrollo solo será posible desde posiciones más amplias y solidarias.
4. DESARROLLO COMO FENÓMENO MULTINACIONAL
El subdesarrollo no es un hecho endógeno o cerrado, es resultado de una combinación de factores internos y externos, pero ante todo no es un fenómeno aislado o exclusivo, sino que afecta a las dos terceras partes de la humanidad.
El mundo subdesarrollado no es de tipo nacional, tiene una dimensión multinacional y continental, incluso se le han asignado áreas geográficas (Asia, África y América Latina). A esta estructura multinacional del subdesarrollo, será necesario oponer una concepción del desarrollo semejante, con una dimensión proporcional a la realidad del fenómeno a ser superado. La complejidad de la vida moderna hace improbable que el desarrollo pueda lograrse en forma aislada. Solos nuestros países no podrán enfrentar la desigual competencia y rigidez del sistema ni de la globalidad. La única respuesta posible por tanto es el desarrollo conjunto y solidario, como proceso multinacional.