BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

DIVERSIDAD CULTURAL Y SALUD

Ma. Guadalupe Ojeda Vargas y otras




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La sumisión en la mujer

Como ya lo mencionamos, la sumisión, que sería lo opuesto a la dominancia, ha sido ligada fuertemente a sentimientos de derrota y de inferioridad que a su vez son considerados como indicadores de estrés, ansiedad y depresión (36), además, mujeres depresivas se consideran a sí mismas sumisas e inferiores (37).

Históricamente, ya desde las primeras civilizaciones egipcias o mesopotámicas, a la mujer se le otorgaba un mero papel reproductor, y pasaba su vida confinada a las tareas del hogar y el cuidado de los hijos. La cultura griega y romana eran predominantemente patriarcales. En muchos países, y a lo largo de muchos siglos, las mujeres musulmanas estuvieron recluidas en el harén, sin posibilidad de abrirse al mundo. En este mundo musulmán, el varón asumía el rol principal, dejando a la mujer (esposa, hija o hermana) el de acatamiento y sumisión; situación que se prolongó durante la Edad Media. Fue en ésta época, también, cuando el número de mujeres encontraron una válvula de escape en el ingreso a los conventos, alejándose así de matrimonios impuestos o de regresos no deseados al núcleo familiar tras enviudar.

Solo a partir del movimiento de Liberación Femenina empiezan a cambiar algo las cosas y la mujer comienza a perder ese nivel de dependencia que la anulaba como persona, impidiéndola ejercer desde derecho al voto, hasta a tener opinión propia, e incluso alcanzar un incipiente estatus equiparable al del hombre: incorporación al mundo laboral, alfabetización, impulso de demandas sociales, exigencia de derechos civiles, etc. y así llegamos al siglo XIX, en que es fácil encontrar un amplio sector de mujeres educadas de clase media que se abren camino prácticamente en todos los ámbitos laborales, sociales, sobre todo en la sociedad occidental.

Múltiples factores han impedido, durante siglos la independencia de la mujer, entre ellos muchas religiones predominantes, tradicionales, dogmáticas y androcéntricas.

Otro factor que ha impulsado un concepto de dependencia, sumisión y docilidad para la mujer, han sido las costumbres, desde las más ancestrales hasta las mas modernas, en distintas partes del continente: el vendaje de los pies o la política de un solo hijo (preferiblemente varón), en China; la mutilación genital femenina, el “sati”, o la inmolación de la mujer en la pira funeraria del marido en algunas regiones de la india, los matrimonios forzosos, las lapidaciones en Nigeria, o el maltrato doméstico como forma más vejatoria de sumisión, ya que se desarrolla en silencio, dentro del hogar (38)

Diferencias de género y la respuesta al estrés

El genero ha sido un determinante importante en la salud humana, existen claros patrones de prevalencia de desordenes tanto físicos como mentales severos diferenciales entre las mujeres y los hombres. Los hombres son generalmente más susceptibles a enfermedades infecciosas, hipertensión (enfermedades cardiovasculares), conducta agresiva y abuso de alcohol o drogas. Las mujeres, por otro lado, tienen altas tasas de enfermedades autoinmunes, dolor crónico, depresión y ansiedad en comparación con los hombres (39-42). Algunas de estas diferencias de género emergen durante la vida reproductiva de la mujer, y gradualmente van disminuyendo en la menopausia (depresión, enfermedades cardiovasculares), lo que sugiere que los patrones observados de enfermedad diferencial respecto al género, pueden ser particularmente atribuidos a los efectos de hormonas sexuales (43).

Recientemente, diferencias individuales en la reactividad al estrés se han propuesto como un riesgo potencialmente importante para los problemas de salud específicos del género en hombres y en mujeres, en adición a factores genéticos, socioculturales, como las conductas dominantes y sumisas y el medio ambiente (44-47).

Las respuestas fisiológicas a estresores agudos han sido relacionadas con activación del eje hipotalámico-pituitario-adrenal (HPA) (elevación del Cortisol) y/o del sistema nervioso simpático (alteraciones en la Frecuencia cardiaca y presión arterial), tanto en hombres como en mujeres, sin embargo se ha encontrado que los hombres adultos presentan una mayor y aguda activación autonómica y del eje HPA comparados con las mujeres adultas, usando estresores psicosociales (47,48). En mujeres, la fase del siclo menstrual, la menopausia y el embarazo tienen efectos marcados sobre las respuestas fisiológicas al estrés. En particular, los estrógenos han mostrado afectar la activación simpática y del eje HPA. (47,49). Es importante mencionar que las mujeres resultan más afectadas por los eventos interpersonales que los hombres, lo cual puede ser un factor tentativo que delinea, la emergencia de las diferencias de genero en relación con la depresión según Cyranowski y col. (2000) (50).

En la actualidad la mujer se encuentra inmersa en un sin número de actividades que van desde el rol constante de ama de casa, pasando por las obligaciones y responsabilidades con su pareja e hijos, hasta sus actividades laborales, ya sea como profesionista o como empleada y fuente principal de ingresos familiares. Lo anterior la coloca constantemente en situaciones que le exigen alta capacidad de adaptación y reacción ante las exigencias laborales y personales de su vida cotidiana. El efecto de las constantes experiencias estresantes en el trabajo y en la vida diaria pueden afectar de manera severa su salud física y mental, lo anterior ha sido bien documentado en un gran número de estudios epidemiológicos, (51-60). Godin y col. (2005), documentaron consistentes asociaciones de experiencias estresantes en el trabajo con la emergencia de novo de problemas en la salud mental, usando cinco indicadores mentales, tales como depresión, ansiedad, somatización, fatiga crónica y consumo de drogas psicotrópicas; concluyendo que las mujeres son mayormente afectadas por el estrés laboral acumulativo, el cual a su vez fue asociado con alto riesgo de padecer problemas en la salud mental (61). Además del estrés laboral, el estrés social generado por las relaciones sociales de cooperación, caracterizadas por un contrato formal o por acuerdos informales de obligaciones mutuas, como las relaciones maritales y parentales (62), así como relaciones cívicas. A este respecto, los aspectos negativos de las relaciones sociales cercanas, debidos a la violación de las normas de reciprocidad relacionadas al rol están fuertemente asociados a emociones negativas fuertes y por tanto asociadas a reacciones de estrés. Existen en la literatura, reportes que han evidenciado la asociación entre la falta de reciprocidad en relaciones sociales cercanas con reducción significativa de la salud tanto física como mental (62-64).


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