Idéntico cuidado

Ricardo Contreras Soto

1993

Las brujas son identidades sintetizadas por el santo oficio y nuestros miedos

Sabemos que chupan los tobillos de los niños, se acercan en el campo,

En las copas de los cerros, en las bocas de las cuevas se ríen, acosando de día y noche,

Son bolas de fuego, atacan bailando en danzas de desconocidas coreografías:

Circulares, triangulares y cuadradas,

A quien lo atrapa el pánico.

Nunca pisan el suelo caminando,

Lo hacen deslizando los empeines del pie en el piso

Cuando viven en ciudad, habitan casas grandes, viven solas acompañadas por gatos.

Adormitan a las familias que son sus presas,

en él escudriño de víctimas: Principalmente niños.

Son atractivamente feas contrastes esbelticas,

Sabiduría que desborda secretos ocultos,

Ancianidad voluptuosa,

Carcajadas estridentes,

Enigma del ermitaño.

El encuentro con ellas provoca:

1º. Seducción

2º. Fascinación

3º. Inmovilismo

4º arrepentimiento

5º. Terror

En ese orden, con esa secuencia son mujeres.

Y cuando las atrapan, cuando se ha descubierto los signos de su aparición,

Se deja en el suelo tijeras o machetes en forma de cruz,

Se reza un rosario, haciendo nudos en una cuerda o en cualquier otro objeto que se pueda,

Entonces ellas caen...

Se identifican con el mito asignado, ocultando lo más íntimo.

Lloran en la impotencia, procuran sobornar a los ambiciosos,

Proponiéndoles riqueza.

Prometen ausencia sin limpiar las culpas, sin remediar los problemas.

Piden clemencia, en la turbulencia de la confusión,

Implora perdón cuando agota recursos.

Entonces no hay moral,

El mal necesario se vuelve injusticia eterna,

La formula es infalible: aniquilación.

La imagen de nuestros miedos se esfuma con el fuego de leña hoguera

Y en el se alza la ignorancia

Para protegernos contra ellas

Sin entender el idéntico cuidado

Que nos separa la realidad de la leyenda.