BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

EL LIBRO Y EL BIOS: ALGUNOS MOMENTOS EN SU HISTORIOGRAFÍA. LECTURA DESDE EL PARADIGMA ECOLÓGICO
(VOLUMEN II)

Germán López Noreña



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7.5.3.1 El Libro, La Imprenta y La Cultura Colombiana En La Colonia

Tradicionalmente se ha referenciado a Colombia como un país históricamente letrado –recordemos, la célebre denominación “Bogotá La Atenas Suramericana”-, sin duda alguna herencia del insigne fundador de su capital, Don Gonzalo Jiménez De Quesada quien desde su formación disciplinar en las leyes cultivo el gusto por las letras. Aspecto comentado por Carlos Valderrama Andrade (1965), quien recurriendo a los trabajos de Fray Pedro Simón (1892), Lucas Fernández Piedrahita (1881), Manuel Ballesteros Gaibrois (1957), Fray Pedro Aguado (1956), Constantino Rayle (1942), y Manoel Cardozo (1955), nos da una semblanza de este aspecto del conquistador español:

Gonzalo Jiménez De Quesada

http://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:Gonzalo_Jimenez_de_Quesada.jpg

“Era hombre que sabía bien su facultad de Derecho, y aunque pudo escribir, en ellos, no lo hizo por sus ocupaciones, si bien éstas no fueron bastantes a estorbarle el componer tres libros de las conquistas de este Reino, que les intituló los Ratos de Suesca, aunque no llegaron a ver la imprenta, y así han sido hasta ahora de ningún provecho. Escribió también, y quedaron de su mano, unos sermones de las festividades de Nuestra Señora, para que se predicaran los sábados de Cuaresma a la misa que se ordenó se dijera en todos ellos de la capellanía de los conquistadores" \ Murió en la ciudad de Mariquita en 1579. De la nobleza de su estirpe da testimonio otro cronista, Fernández Piedrahita: "De cuyas razones modestas se reconoce la calificada nobleza que heredó y representó después la ciudad de Granada a su Majestad para que lo titulase, y los nombres propios de sus padres y naturaleza de aquella ciudad...".

Por la lectura del Antijovio se concluyen las vinculaciones que tenía Jiménez de Quesada con el Renacimiento italiano, que había penetrado profundamente en los medios universitarios españoles. Es lo cierto que Jiménez de Quesada era hombre de letras, como lo deja muy en claro el cronista Aguado: "que aunque hombre criado entre las letras y sosiego y reposo del estudio, moraba en él un vigor y excelencia de ánimo y buena fortuna que le convidaba a abrazar aquesta trabajosa y dificultosa empresa" de la conquista de un Reino. Condiciones de Quesada que también abona ampliamente Simón: "porque aunque era hombre que profesaba letras, y no pocas, era también mozo gallardo y de gallardo brío, y que las letras no le habían acobardado las fuerzas, antes corregídolas, pues la prudencia, que es muy hija de las letras, tiene por principal ejercicio templar los bríos para que con sazón y a su tiempo se empleen en empresas generosas hijas de los altos, nobles y hidalgos pensamientos, y así las letras como esmalte sobre el oro de la nobleza, de los bríos y fuerzas naturales". Tan cierto fue esto que Bayle pudo decir: "Sabido es que entre los conquistadores de primera fila el único letrado fue Ximénez de Quesada". Concepto que será ratificado por Manoel Cardozo: "the most erudite of the conquistadores".

El legado del fundador de Santafé de Bogotá, fue continuado en la Colonia, en las nobles ciudades de Bogotá, Cartagena, Tunja y Popayán, de cuyo seno emergieron ilustres hombres en las letras como Juan De Castellanos, Fray Pedro Simón, Fray Pedro de Aguado y el arzobispo Don Lucas Fernández De Piedrahita: sobresaliendo como connotados historiadores. Y en la fina poesía Hernando Domínguez Camargo, y en la prosa, Juan Rodríguez Freyre y sor francisca Del Castillo.

Si bien es cierto y mencionado en este volumen –y obviamente en otros textos-,la consabida restricción por parte de la Corona Española de los libros hacia las Indias , considerado por ellos lesivos a la moral y a la religiosidad, y más que todo a sus intereses expansionistas de índole político-económico; los nativos se las ingeniaron, ya fuera por medio del contrabando o legalmente, para la consecución de los mismos; no en vano la historia del comercio del libro en la Colonia registra un significativo número de volúmenes llegados a tierras colombianas.

Tipos De Libro Que Ingresó A La Nueva Granada En El Siglo XVIII

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Este episodio es presentado con tino y sapiencia por José María Vergara y Vergara el primer historiador de la literatura colombiana, quien nos dice:

A las colonias tan celosamente guardadas, no venían nunca libros sino de cierta especie: quisieron hacer de nosotros un pueblo de ermitaños y sólo hicieron un pueblo de revolucionarios.

(Giraldo Jaramillo; 2006: Banco De La Republica y Biblioteca Luis Ángel Arango)

Retomemos nuevamente el excelente artículo de Gabriel Giraldo Jaramillo (2006), en el que aborda la temática en cuestión, en este apartado de la imprenta en Colombia, y quien con gran fluidez bibliográfica y mucha sapiencia, nos describe la utilización de libros traídos del viejo mundo, en las obras de nuestros más ilustres letrados en la Colonia:

La actividad del comercio literario en los días coloniales se encuentra plenamente comprobada en la huella dejada por la literatura europea, la española especialmente, en los escritores de todas las colonias a través de los siglos XVI, XVII y XVIII. ¿Cómo podría explicarse sin la presencia de libros la formación humanística de muchos de nuestros ingenios que nunca viajaron a la península o de aquellos escritores españoles que se formaron en América, aquí escribieron sus obras y aquí adquirieron todos los elementos culturales que les sirvieron de base para sus tareas literarias? ¿Cómo era posible que un Juan de Castellanos, un Pedro de Cieza, un Pedro Simón, un Rodríguez Freyle, una Francisca del Castillo pudieran inspirarse en los más insignes escritores de su tiempo, citarlos frecuentemente y aún plagiarlos, sin que sus obras hubiesen llegado a América? En la Tunja de comienzos del siglo XVI escribió Castellanos sus Elegías, y en ellas es patente la presencia de los clásicos griegos y latinos, de muchos ingenios españoles e italianos, como lo ha demostrado en erudito estudio María Rosa Lida. Hernando Domínguez Camargo sigue muy de cerca la enseñanza de Góngora, para quien tampoco sería desconocido el Nuevo Reino, ya que en su romance de Píramo y Tisbe recuerda las esmeraldas de Muzo. La lectura de la Biblia y de los místicos españoles, Teresa de Avila con preferencia, inspiran las bellas páginas de la monja del Castillo en su |Vida y en sus Sentimientos Espirituales. Las crónicas están llenas de citas que muestran lecturas constantes y eruditas consultas. Fray Pedro Simón menciona como autores familiares a Aristóteles, Plinio y Cicerón, entre otros muchos, y lo mismo hacen Fray Pedro de Aguado, Vásquez de Espinosa y en general todos los escritores "americanos". No debe olvidarse que nuestro Juan Rodríguez Freyle en su encantadora y escandalosa crónica santafereña - El Carnero- copia descaradamente párrafos enteros de La Celestina que convenían a sus acres sentimientos misóginos.

El siglo XVIII, es de significativa importancia para la cultura colombiana y la Nueva Granada en el período de la Colonia. En su diario vivir recibe los aportes excepcionales para el desarrollo del pensamiento y la ciencia en la Nueva Granada: de la introducción de la imprenta en 1737, propiciando que a más o menos un año se diera a la luz los primeros impresos; La Expedición Botánica , la Biblioteca pública, siendo entre otros, elementos dinamizadores de una nueva forma de pensar y gestar ciencia en suelos neogranadinos. Por cierto germen y antesala de los movimientos libertarios e independentistas, que dieron como resultado la independencia de la España Imperial de los países que conformaron el Virreinato de la Nueva Granada.


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