BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

DIVERSIDAD CULTURAL IDENTIDADES Y TERRITORIO

Héctor Ruíz Rueda y otros




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3. Los referentes culturales

Entre los referentes culturales más importantes de los pai pai, se encuentran las costumbres, la lengua indígena, los rasgos físicos, la herencia familiar/ sangre y la idea de comunidad. Con respecto al rubro de las costumbres, al preguntar “¿qué o cuáles son las costumbres de la comunidad?”, algunas respuestas hicieron referencia a la fiesta tradicional con baile kuri kuri e intercambio “cultural”, por ejemplo, para Aarón Cañedo la costumbre es: “Pues, este, el baile ese de kuri kuri. Este, cuentos de las comunidades, sí, de las comunidades pues, vienen gente de varias partes de las comunidades. Cada quien canta, baila, los niños bailan, personas adultas”. Dentro de lo tradicional, se enumeraron las comidas de antes (como el atole de bellota), pero sobre todo la manufactura de artesanías: “[…] Es lo que acostumbra la gente aquí en Catarina, las mujeres” (Emilio Arce); “[…] pues nosotras también todavía estamos haciendo pues, estamos haciendo y, pues ahorita yo hago ollas de barro, canasta de pino y la fibra de agave, haciendo redes y guaraches, las redes chiquitas, las bolsitas para, para echar cosas así, y para cargar, los grandes. Antes, la gente de antes no tenía nada de, de costales para echar cosas [...] Y nosotros todavía estamos haciendo esas” (Teresa Castro). De la misma manera, una costumbre patente entre los pai pai son las reglas de cortesía, que constituyen parte de “lo que es bien visto” en la comunidad, y una característica vital de la identidad pai pai: “¿Qué es lo que me hace identificarme con los pai pai? Pues hay cosas, muy bonitas. Este, muy bon, yo digo muy bonitas, de, de darle el mejor trato a la gente que venga a visitarnos, una. Segunda, invitarle un café, este, si tienen necesidad, ayudarlo con lo que se pueda, y esa es una costumbre, máxime que nos la inculcaron nuestros padres, de poder ser, servir, a la gente. [...] Pero eso es, identificarnos como un todo pai pai […] Pues no, creo que no [se deja de ser pai pai si deja de practicar las costumbres de cortesía], pero sí es lo básico por, para que, sea, puro pues” (Amado Albáñez). Entre las reglas de cortesía quizás pueda incluirse el respeto por el luto, costumbre que a juicio de Armando González se está perdiendo: “[…] más antes era como una tradición o costumbre, como quiera ponerle uno, se moría una gente aquí, ¿verdad?, y se guardaba el dolor, toda la comunidad lo guardaba. Y ahora pues ya, eso ya pues se acabó porque ahora pasa algo así por el estilo y, y nomás la que le duele es la familia”. Finalmente, hablar la lengua también es considerada una costumbre, que al igual que el respeto por el luto se está perdiendo, en palabras de doña Anacleta Albáñez: “Ya se está acabando todas las costumbres, todos los, todo pues. Ahora, estos ya no entienden pai pai, ni lo hablan tampoco. Por eso yo ya. Ya nosotros, cuando acabamos nosotros somos unos cuantos, ya vamos a morir, cuando me muera yo pues ya no, ya no hay pai pai”.

Efectivamente, las lenguas indígenas de la comunidad son tenidas como símbolos vivos de su identidad étnica, aunque al igual que todos los referentes culturales que aquí menciono —con excepción de la herencia familiar/sangre— no son lo determinante en la identidad pai pai. Así lo expresan las respuestas que obtuve al preguntar si una persona de Catarina que no sabe el idioma deja de ser pai pai: “No. […] Orita, orita éste [apunta hacia Benjamín, su sobrino] no entiende pai pai, no, mi sobrino. Pero mi hermana es de aquí. Porque habla mexicano pues. Se acostumbró ¿verdad?, a su costumbrita, a lo mejor su padre, ¿verdad?, por allá [...]” (Brígida Arballo); “Pues de todos modos no, si habla español o que tiene, si habla inglés, de todos modos es indio. […] Porque es de aquí pues, de Catarina. Porque nació aquí en Catarina” (Teresa Castro). Al respecto, cabe señalar que si bien en la comunidad se hablan dos idiomas nativos, el pai pai y el ko’ahl, la identidad étnica de las personas no está dividida en dos grupos distintos. Efectivamente, los hablantes de ko’ahl reconocen sus lazos familiares con los pai pai, de manera que se identifican con ellos y como ellos: “Hablan pai pai y ko’ahl [los pai pai de Santa Catarina]. […] No [son un grupo diferente los que hablan ko’ahl de lo que hablan pai pai] porque, porque mi papá era pai pai y mi mamá es, el papa de mi mamá era pai pai y su mamá era ko’ahl, o sea, como que está muy ya familiarizados” (Telma Cañedo); “Pues no [los ko’ahl no se piensan como un grupo diferente]. Lo único que buscan es un respeto ¿no?, que fuera reconocida su lengua. […] Siguen la misma línea que los pai pai pues. Son nacidos y criados aquí mismo pues, en pai pai” (Amado Albáñez).

Otro referente cultural de los pai pai son los rasgos físicos de la gente de Santa Catarina, aunque discursivamente éstos no son percibidos de manera negativa: “Muy bonitos [risas]. Muy guapos, ¡ay sí! [risas]. No pues, o sea, o sea que aquí nosotros, los pai pai pues, somos muy sanos, muy, muy bonitos, muy, pues lo que sí es que estamos muy gorditos digo yo [risas]. Mucha tortilla de harina, ¡ay sí! No pues, yo pienso que, así somos, somos más o menos. Más o menos a como eran los indios antes, ya no estamos, porque ya estamos más cruzados creo, menos” (Rogelia Cañedo); “Pues la mayoría somos morenos, altos, bueno, yo estoy muy chaparra pues, sí, la mayoría son morenos, altotes, fuertes, igual las mujeres también, no nomás los hombres” (Laura Mariscal). A partir de los rasgos físicos se contrastan con gente de otra comunidades nativas, o bien, con los mexicanos: “[...] en una comunidad hay personas que son, eh, de color moreno oscuro, y hay otros más claros y hay otros más claros y así, hasta, incluso los de San José de la Zorra hay niños que son güeros de ojos azules, o sea, se distinguen por, por lo blanco pues” (Laura Mariscal); “[…] hay gente muy güera y hay gente más, morena así. De los nuevos pues. […] Poquito más trigueños. No mucho, no mucho. Porque hay otra raza ahí, hay de otros indígenas que son más prietos. Sí. [...] Ellos viven allá en la, en La Huerta” (Ernesto Flores); “Pero la sangre más pesada [risas]. La sangre más pesada, y los mexicanos para mí, son más así pues […] sí somos iguales todos, pero nomás que, que tenemos así como, no sé, yo por mi parte como miras aquí, mi modo de ser, así soy. Pero, en mi cara o en mi cuerpo cómo, soy muy pesadota pues, como no soy mexicana [risas]. Pero sí es diferente una, cómo van a ser igual, un mexicano con un indio [risas]. Porque en el color y todo, bueno, muchas cosas hay ahí”.

En el rubro de la autoidentificación, la herencia familiar o la sangre —como he mencionado párrafos arriba— es determinante. Incluso, quizás este sea el rasgo fundamental de la identidad étnica entre los pai pai. Así, una persona puede no hablar ni entender pai pai o ko’ahl, no bailar kuri kuri en una fiesta, no saber los cuentos tradicionales o hacer artesanía, ni gustarle las comidas de antes y de hecho no vivir en Santa Catarina, y aún así, seguirá siendo pai pai si sus padres y cierta ascendencia familiar lo son. La membresía étnica se extiende hasta los que no nacieron en la comunidad, como ya ocurre con toda una generación de jóvenes que nacieron en la ciudad de Ensenada o en otros centros más urbanizados, como el ejido Héroes de Independencia o el Valle de la Trinidad, pero que descienden de esta línea familiar. Un ejemplo de ellos es Aarón Cañedo, de 18 años, quien llegó a Catarina a los cuatro, después de haber vivido desde su nacimiento en Ensenada: “[…] lo pai pai lo lleva en la sangre uno”. La herencia familiar o de sangre como requisito fundamental para la identidad pai pai me fue confirmada por Emilio Arce, es una frase más que contundente: “Usted no puede ser pai pai. […] Si su mamá o su papá hubieran sido de aquí sí”. Por supuesto, que con mis pocos méritos de antropóloga avecinada en la comunidad no aspiraba a serlo, como tampoco pueden serlo las personas que llevan muchos años viviendo ahí si no tienen ese lazo familiar directo. Así, toda la gente de Catarina es pai pai, menos “[…] las mujeres que están casadas con indígenas pues no, son […]” (Amalia Cañedo). Lo anterior incluye de la misma manera a los hombres casados con indígenas.

Un último referente cultural de la identidad étnica entre los pai pai es su noción de comunidad. Esta refiere al territorio —“La comunidad pues es la, es el, mmm, la comunidad es por decir de acá por la puerta trampa, ¿verdad?, de ahí pa acá es la comunidad indígena pai pai” (Amalia Cañedo)—, pero también a la relación de las personas que lo habitan con éste: “[La comunidad es] Que aquí trabajan en común la gente. Todos, unidos. Unos pa allá y otros pa acá pero están en la comunidad. Nomás pa afuera no pueden” (Emilio Arce); “Pues la comunidad somos todos, una. Y la comunidad significa, algo muy, muy profundo y muy serio para nosotros. Es una herencia que nos dejaron nuestros antepasados, que hasta ahorita la hemos podido guardar, quizás mañana no sabemos, que son, como lo dije hace, como lo dije, estas tierras no son vend, no se pueden vender, no se pueden dar, no se pueden empeñar, no se pueden, cambiar, nada. Y esa es la comunidad, y eso somos nosotros” (Amado Albáñez); “[…] a donde quiera que vaya, a donde quiera que estuviera pues pienso que, pues soy pai pai, pues sí, porque soy nacida y criada aquí […]” (Rogelia Cañedo).

4. Valoración de lo étnico

Elicité la valoración de lo étnico a partir de los contrastes con otros grupos indígenas (nativos y migrantes) y los mexicanos, así como con gente que habla otras lenguas (que podía incluir indígenas, mexicanos y extranjeros), gente que vive en otras comunidades y ejidos (igualmente indígena y mexicana) y con gente que vive en las ciudades. Cabe señalar que la pregunta base de este aspecto de la identidad étnica, según el guión de Villasana (1995) cuestionaba por la valía de los pai pai, por ejemplo, “¿los pai pai valen menos o valen más que la gente que vive en otras comunidades?”. Así, la abrumadora mayoría de respuestas apuntaron hacia la igualdad entre el “nosotros” (los pai pai de Catarina) y el “ellos”, aunque sin dejar de mencionar que existen diferencias entre unos y otros, por ejemplo, con respecto al tipo de trabajo y los rasgos físicos: “Que los mexicanos. […] Son iguales. […] No, no, no diferencia en nada. […]. Lo único nomás de los trabajos se diferencea [los pai pai de la gente de las ciudades]” (Emilio Arce); “En el aspecto físico, pues pues, pues nuestra piel está más, más quemada, de nomás trabajar, y de la ciudad pues nomás, pura computadora nomás, más fina” (Aarón Cañedo). Sin embargo, también hubo opiniones que enfatizaban la ventaja o la superioridad de los pai pai: “Pa qué te digo, nosotros estamos muy arriba por la, el dialecto que hablamos nosotros. Nosotros no tenemos vergüenza para, si hay gente mexicano […], nosotros le hablamos delante de ellos. Para que entiendas, y si no le entienden pa que la escuchen ¿no?” (Cesareo Arballo); “Pues, nosotros somos el raíz de México. De todos, así, nosotros parece que estamos muy por arriba, en mi pensar, así” (Brígida Arballo). Para don Cesareo Arballo, la razón de que los pai pai estén por arriba es la siguiente: “O sea que valemos más. Porque el gobierno, el gobierno mexicano, o sea el presidente nos respeta […], todo Baja California, todo. […] que en Ensenada que en Mexicali, todo. Y nos respetan porque nos respetan, por qué, esas son cosas que, que meramente de Baja California somos nosotros. No no no somos unos traídos de, de otra persona, o de otro estudio, «tu vienes de este lado, tu vienes de otro lado»”. De la misma manera, para doña Anacleta Albáñez el alto valor de los indios está relacionado con su originalidad, notada no por ellos, sino por los mexicanos: “Pues dicen que, que los indios valen mucho. Dicen. […] los mexicanos, nos dicen. […] Para ellos nosotros somos los, valemos mucho para ellos. […] Porque somos indios o porque, no se, será por eso o, o no se. O, ellos quién sabe qué pensarán, que somos los meros indios y que, y no quieren que, eh, perdemos nuestro costumbre ni, nuestro idioma y, y nos dicen así”.

Para los pai pai, ser indio tiene ventajas, y esas ventajas se vinculan en ocasiones a el apoyo que llegan a recibir del gobierno por su condición, traducible a fuentes de empleo temporales dentro de la comunidad: “[Tiene] Ventajas [ser pai pai]. […] ventajas porque, porque... porque somos pai pai y vivimos contentos de uno, de nuestra tierra, cuidando lo que es la naturaleza que tenemos dentro de nuestra comunidad. Y porque también por parte del gobierno pues recibimos ayuda. Pero de todos modos ¿verdad? lo que hemos recibido, pues, yo ya muy personalmente como Armando pues, me siento, pues no me conformo ¿verdad? con lo que, con la ayuda, yo siento que, como pai pai merecemos más” (Armando González); “Sí. Es algo muy, que va por, que llevas por dentro, que corre por tu sangre, por todo tu ser, y eso es ser pai pai. Y aparte pues también son garantías que tiene ¿no?, como, como pai pai, como indígena” (Amado Albáñez). En el peor de los casos, ser pai pai “[…] No me beneficia ni me… […] Ni me afecta” (Amalia Cañedo).

En párrafos pasados he mencionado la importancia de la lengua como referente cultural para los pai pai. Y como se manifiesta en las respuestas de don Cesareo Albáñez, la lengua es un factor que pone “por arriba” a los pai pai. Cabe agregar que las personas entrevistadas son en su mayoría hablantes de pai pai y/o de ko’ahl, o bien, lo entienden pero no lo hablan. Al preguntárseles si alguna vez han tenido vergüenza de hablar su idioma frente a gente extraña, todos invariablemente contestaron que no, con algunos con razonamientos que —lo confieso— me hicieron avergonzarme a la vez a mí de mi pregunta: “No, nunca. [...] No se, porque... porque pienso yo pues los gringos hablan su, como hablan ellos y no les da vergüenza, pues yo tampoco. ¿No? O o usted que habla, como habla, ¿no le da vergüenza no? ¡Ah!, pues yo tampoco [risas]. Pues sí, a mi no, no me da vergüenza” (Amalia Cañedo). En general, las personas se declaran orgullosas de hablar o entender el idioma: “Pues no no no, me es igual, no tengo por qué avergonzarme de mi lengua. Al contrario, sentirme orgulloso. […] No pues yo me siento orgulloso de saber, la lengua de mis antepasados, y no, no perder la costumbre, de entenderlo de perdida. De hablarlo” (Aarón Cañedo); “No nunca, al contrario, yo creo, pienso que si entre más supiera más hablaría o practicaría porque sí a veces algunas palabras sí están difíciles” (Laura Mariscal). No obstante lo anterior, habría que contrastar el orgullo de los entrevistados con el estigma que ser indio o hablar el idioma puede acarrear: “[…] me ha tocado convivir con esas personas que igual llegan mexicanos y y ya no hablan el dialecto. «Cállate, que van a decir la gente», sí hacen ese tipo de comentarios. […] por la, cómo se dice, la costumbre que traen desde familia pues, que muchas veces nosotros como papás a lo mejor somos orgullosos al decir «no andes diciendo que eres indio», a lo mejor el niño está blanco, o de ojos azules, «oye no vayas a andar diciendo que eres indio» porque qué va a pasar con la familia fulana, a lo mejor son personas adineradas o algo y yo quiero quedar bien con, con la familia esa entonces, muchas veces suele pasar por, por querer quedar bien con otra gente” (Laura Mariscal).


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