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INVERSION EXTRANJERA EN EL DESARROLLO DE LA REGION MINERA DE ANTOFAGASTA (CHILE): HISTORIA Y PERSPECTIVAS.

Jan José Cademartori D.



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13.10. LA ACCION REGIONALISTA

"El Norte Grande" de Chile se construyó como espacio de conquista de territorios por parte de colonos que "hacían patria", lejos de la capital y en duras condiciones desérticas. Estos factores dieron origen a una activa acción regionalista, en respuesta a lo que se consideraba "la postergación del Norte por la oligarquía del centro sur del país". (Capítulo 3.6). En los tiempos actuales, se afirma que el proceso de globalización ha debilitado a los Estados Nacionales y agudizado los localismos o regionalismos615. Sin embargo, las economías de enclave construyen dependencia de la elite local respecto a empresas extranjeras y de la oligarquía central. Esto deriva en la conformación de elites regionales con poca audacia para transformarse en dirigentes de procesos regionales de desarrollo.

En la RA se percibe un discurso regionalista, que responde al sentimiento de cierta postergación respecto a Santiago (Cuadro 13.10.1) y del 80% que piensan que los beneficios económicos del crecimiento regional son apropiados por agentes externos, en gran parte, "afuerinos de la región" (Cuadro 13.10.2). Este sentimiento regionalista se recoge tanto en la gran prensa escrita como en la pequeña radio local. También fue una idea fuerza para unir sectores políticamente adversos contra la privatización de la empresa de agua potable planeada desde la capital y en las movilizaciones masivas debida a la crisis general de Tocopilla (Capítulo 5.10) y Mejillones. Como se indicó antes, la rica tradición organizativa de Tocopilla y la crisis económica explican que su población haya amenazado con boicotear las elecciones municipales de Octubre del 2000 para protestar por su abandono. Frente a la movilización colectiva el Gobierno de Chile aceptó en 2002 crear una Zona Franca Industrial para la comuna de Tocopìlla.

Los brotes de regionalismo antofagastino se acentuaron con la recuperación del gobierno por los civiles. Un diputado de gobierno logra que las regiones compartan las patentes mineras, lo cual mejora el presupuesto de las comunas pobres. Por otro lado, en los comienzos de los años noventa, el alcalde de Antofagasta, elegido por un partido de gobierno, organizó un Cabildo popular para apoyar la reinstalación de la Zona Franca Alimenticia (Capítulo 3.6) que permitiera reducir los precios. Esta iniciativa no tuvo hubo apoyo político ni en el gobierno ni en la oposición pues no tendría gran efectividad616.

Más fuerte fue el movimiento de Tocopilla. Tocopilla fue un centro proletario con una densa historia económica y de lucha social. Esto ayuda a explicar que el golpe militar de 1973 haya cometido tantos asesinatos en una ciudad tan pequeña617. Se sabe que ya en 1903, el fundador del movimiento obrero, Recabarren (ver Capítulo 3.3) viaja a Tocopilla, contratado por la Mancomunal de Obreros para que dirija un periódico618. En 1920, la población de Tocopilla alcanzaba a los 5.507 habitantes pero coexistían cuatro publicaciones: "El Proletario", "Los Tiempos", "La Tribuna "y "La Correspondencia". .

El sentimiento de abandono compartido se ha reflejado en un esfuerzo de integración trans-fronterizo. Empresarios, con el apoyo de las Universidades, vienen fomentando desde hace décadas la integración económica entre el Norte de Chile, el Norte de Argentina, Sur del Perú, Oeste de Bolivia, incluyendo la conexión con el Pacífico a través de Brasil. Para este fin se creó en los años ochenta el Grupo Empresarial Interregional Centro Oeste Sudamericano internacional (GEICOS). Su accionar fue un precedente importante para conseguir las rutas, los pasos fronterizos. Paralelamente, han surgido los eventos culturales, la red de Universidades (CRISCOS) y la coordinación entre autoridades de los países limítrofes (ZICOSUR).

De la misma forma, organizaciones civiles de grupos medios de Antofagasta (Corporación Proa) y de otras ciudades de la Región (Pro Loa) incentivan la identidad regional, el patrimonio cultural y los adelantos urbanos. Estas organizaciones no han tenido incidencia en los conflictos económicos, ambientales y sociales pero ayudan a construir redes sociales y consiguen obras de adelanto.

Posteriormente, a mediados de los años noventa, aparece la Agrupación Regionalista por el Desarrollo (Redes) de la ciudad de Antofagasta. Redes se define como regionalista y políticamente transversal. Incorpora sectores empresariales y profesionales. En la práctica, Redes actúa en la fiscalización de algunas situaciones específicas. Por ejemplo, logró revisar los valores de tarifas del agua potable con el apoyo de un estudio técnico. Respecto a la privatización del agua potable, Redes objetó más la forma que el hecho mismo. Tampoco Redes ha estado presente en conflictos por contaminación o en el tema minero. No cuenta con sede social, con funcionarios permanentes ni con medios de prensa propios. Su accionar excluye movilizaciones masivas; emplea más bien documentos técnicos y conferencias de prensa. De esta manera, su influencia se explica por la importancia de de las personas que la conforman pero no cuenta con un programa de Desarrollo de la RA.

En 2002, la expresión regionalista se acentuó retomando un problema crucial del modelo económico. El Comando por la Recuperación de los Fondos del Cobre de Antofagasta, demanda la restitución de la ley 11.828 (año 1955) eliminada por el régimen militar, según la cual las regiones productoras compartían 10% de las ventas de cobre (Capítulo 3.6). El Comando logró unificar la acción de destacadas personalidades que habían resistido la dictadura (partidarias y opositoras del gobierno actual), a líderes de organizaciones sociales (federaciones de estudiantes universitarios, CUT provincial, Unión Comunal de Juntas de Vecinos, micros empresarios de Antofagasta). Se logró convocar a manifestaciones ciudadanas y se consigue un acuerdo del Consejo Municipal de Antofagasta para convocar en fecha futuro a un plebiscito. También en la ciudad de Calama se formó un Comando del Cobre, bajo la iniciativa de la CUT provincial619. En Consejos Zonales de Alcaldes y consejeros regionales del Norte de Chile se demanda un cambio en la política minera a favor de mayores impuestos para las regiones.

Es importante destacar nuevamente que estas expresiones no son aisladas ni reflejan un mero sentimiento regionalista. Coinciden con la estructuración de varios Comités del Cobre en Santiago y en diferentes partes del país. En Santiago, fueron publicados diversos trabajos sobre el tema hasta que la política minera llega a la discusión parlamentaria a través de parlamentarios de otras regiones. Resultado de este nuevo ambiente, en 2007 surge una nueva agrupación en Antofagasta, que demanda la nacionalización del cobre. Por su parte, la nueva Confederación de Trabajadores del Cobre, sucesora de la Coordinadora Nacional de Trabajadores Contratistas de la Gran Minería del Cobre, se propuso recuperar la explotación de los yacimientos cupríferos actualmente en manos privadas 620

Otros grupos han intentado elegir representantes municipales y parlamentarios fuera de los partidos tradicionales, sin conseguir el éxito de Iquique. A comienzo de los noventa, se constituyó el Movimiento Regionalista Independiente (MORI) en Antofagasta, Taltal, y Calama; en Antofagasta alcanzó 1.500 adherentes621. En el año 2004, se inscribió en las tres primeras regiones del Norte, el Partido de las Regiones (PARE), transformado en Partido Regionalista de los Independientes (PRI) en 2006. Esta iniciativa es liderada por el carismático alcalde de Iquique (Región de Tarapacá), de origen izquierdista pero que ha cambiado varias veces de tienda política. Los líderes del PRI borran las fronteras sociales aclarando que su regionalismo "no es de derechas, de centro o de izquierda" y que los ciudadanos de las regiones "son considerados ciudadanos de segunda clase". En materia económica social, el programa del PRI se limita al punto 7 en una plataforma conformada por 10 aspectos. En este punto 7 se pronuncia por un reparto más equitativo de los recursos naturales622 pero no se indica a través de qué medios. Así, el PRI depende del carisma de figuras locales pero no cuenta con un programa que le permita efectuar alianzas con actores nacionales.

Por su parte la AIA ejerce un regionalismo cupular demandando el traslado a la RA, de oficinas públicas del sector minero y de casas matrices empresariales, pues "la RA es la capital minera de Chile". De este modo logra el traslado de las oficinas centrales de M.E.L. En el fondo de esta petición se expresa un deseo de reconocimiento hacia las elites locales623. Su discurso también retoma la constante histórica reprochando la protección del Estado hacia los agricultores del Sur. Por otro lado, el discurso regionalista ha sido utilizado para la defensa de sus intereses económicos. La AIA combatió el royalty a las EMN, sosteniendo que este impuesto quedaría atrapado en la Región Metropolitana y desincentivaría la inversión minera en la RA.

Los pequeños empresarios, junto con reclamar un trato más justo de las EMN, algunas veces han demandado preferencia por la mano de obra local. Los pequeños empresarios de la RA, ciertas autoridades públicas y algunos sindicatos locales, trataron de imponer cuotas de contratación de empleo local en el proyecto Fase IV de ME sin mucho éxito.

En cuanto a los actores populares, su regionalismo probablemente teme su división interna frente a elites locales unidas en torno a un sistema económico crecientemente globalizado. Ello no ha impedido alianzas ocasionales entre actores sindicales con grupos regionalistas de clase media y sectores ambientalistas (Comando del Cobre en Calama, privatización del agua y contaminación por plomo en Antofagasta, paro cívico en Tocopilla).

En realidad, los actores populares aportan a la idea regional promoviendo la cultura local, transformada en espacio de resistencia al estilo de vida importado de las elites. En particular, en la RA, segmentos de las elites funcionarias rechazan la inclusión del folklore andino-aymará dentro del folclore chileno. En el campo opuesto, se vinculan las tradiciones andinas y la música protesta, articulando artistas populares, grupos políticos, asociaciones indígenas, movimiento estudiantil universitario, pequeños artesanos, grupos ecologistas, comunidades cristianas, sindicatos, etc.

En conclusión, el regionalismo antofagastino se encuentra en el discurso de los actores sociales, pero refleja un sentimiento difuso de postergación, compartido por amplios sectores sociales y políticos, de gobierno y de oposición. Este regionalismo revindica la profundización de la descentralización administrativa y que las regiones dispongan de recursos autónomos. También se demanda la residencia de autoridades regionales y de representantes electos por sufragio universal; estos son "afuerinos que desconocen la realidad regional624". De igual forma se reclama por los altos precios de la vivienda y otros servicios básicos, pero sin concretarse una estrategia más global. Diferente al caso de la crisis experimentada por ciudades más pequeñas como Tocopilla, Taltal (y Mejillones a comienzos de la década), surgió una demanda radical y organizada por planes de emergencia.

El regionalismo de tipo moderado se puede explicar en el caso de las elites regionales. En condiciones de globalización, hay conformismo de las elites locales hacia los mecanismos de mercado. En el caso de los grupos medios inciden los avances tecnológicos en transporte y telecomunicaciones, que rompen el aislamiento del Norte de Chile, facilitando la emigración de las personas como válvula de escape a los problemas regionales. Además, sectores medios y profesionales perciben como símbolo de modernización su acceso a las grandes cadenas comerciales y a las redes de comunicación. Por otro lado, entre los líderes políticos regionales, perdura el temor de que el discurso regionalista se vuelque contra la capital regional y que el descrédito de Santiago ponga en entredicho la legitimidad de su propia fuente de poder625.

Estos factores influyen que en lugar de un movimiento regionalista, articulado y de masas, como se presentó en los años cuarenta y cincuenta, se reiteran argumentos regionalistas en el debate público. Podríamos habar de "estilos regionalistas" incorporados a un discurso más amplio que de un movimiento regional.

A pesar de la debilidad de las expresiones y asociaciones regionalistas en comparación a las décadas anteriores a 1973, parece haber un cierto renacer. Esto puede explicarse por la pérdida de confianza en los partidos políticos nacionales, la crisis económica social del año 1998, el debilitamiento del ritmo de crecimiento económico en la RA. Lo primero se manifiesta en la presencia, por primera vez, de un diputado regionalista (en la región vecina de Tarapacá), y de tres diputados independientes que renunciaron a los partidos por las cuales fueron elegidos. Lo segundo se manifiesta en la conformación de Comandos por la Recuperación del Cobre, en la movilización de Tocopilla y en general, por la activación del movimiento social.


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