BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

INVERSION EXTRANJERA EN EL DESARROLLO DE LA REGION MINERA DE ANTOFAGASTA (CHILE): HISTORIA Y PERSPECTIVAS.

Jan José Cademartori D.



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13.12. CONCLUSIONES

En este Capítulo se ha sopesado la estabilidad de la estrategia de desarrollo de la Región en función de los recursos de sus actores sociales. Podemos concluir que la estrategia oficial actual representa a la elite regional, cuya expresión orgánica es la Asociación de Industriales de Antofagasta (AIA). Esta elite es controlada por las grandes EMN de la minería, las cuales han formado una alianza estratégica poderosa con el gobierno regional.

El poder político de la AIA le permite compensar su debilidad numérica. El poder económico de las EMN se extiende en las áreas sociales, ideológica y política mediante el control indirecto de los medios de comunicación, la promoción de la caridad social, la pasarela de hombres políticos, el financiamiento de las campañas políticas. Este poder es combinado con un discurso centrado en la identidad minera de la Región, las posibilidades de formar un cluster en torno a la minería, la educación y el emprendimiento, la responsabilidad social de las empresas. Este discurso busca reproducir la estrategia económica. El Estado aporta a esta alianza cantidades importantes de recursos al gasto social (Capítulo 11) que permiten suavizar sus consecuencias.

De esta manera se descarta la hipótesis que la IED sea un mero recurso económico cuando controla las elites locales. Este control permite reproducir la estructura económica y política del enclave, y por tanto se aleja de la trayectoria imaginable por los actores sociales anclados al territorio (ver marco teórico). No obstante la fuerza de ese discurso, la encuestas muestran que la población no ésta claramente convencida. Esta tendencia se refleja en una tendencia a la reactivación de las organizaciones ciudadanas contra hegemónicas, tanto a nivel nacional como regional. Estas se manifiestan progresivamente a lo largo del período 1990-2005, especialmente después de la crisis económica de 1998. Estas tendencias parecen sobreponerse a una serie de pesados mecanismos reproductores a nivel nacional que han sido analizados en la última sección.

En la RA, surgen agrupaciones momentáneas que protestan contra la contaminación del medio ambiente. Si bien, éstas no son masivas, no forman movimientos sólidos ni tampoco cuestionan la estrategia global de desarrollo, en la práctica, disputan el discurso de los actores dominantes y provocan medidas gubernamentales (caso Tocopìlla). A futuro, los crecientes problemas ecológicos podrían fortalecer la conciencia ambiental de la región, sobre todo con la creciente escasez de los recursos hídricos.

También emerge la acción regionalista, consistente con una tradición histórica. Si bien se ha visto que el discurso regionalista es fácilmente acomodado para servir los intereses de los grupos dominantes, surgieron movimientos regionalistas por la recuperación de los fondos del cobre que alimentan una discusión más global. Asimismo, una vasta movilización ciudadana regionalista se confrontó a la privatización disimulada del agua potable. En el futuro, y a medida que se agotan las reservas mineras, los pequeños empresarios de la RA, encadenados precariamente a la industria minera podrían ser un actor relevante. También puede haber una reacción de los estratos medios inmigrados en la última década, en cuanto ellas se vayan enraizando en la región

El proceso más relevante, por su masividad y radicalidad, es la creciente organización de los trabajadores permanentes de la minería trasnacional y la de los trabajadores subcontratistas. Estos se encuentran en el corazón del aparato productivo y han comenzado a paralizar las minas. Si bien estos sectores se han movilizado por reivindicaciones económicas, se renueva su asociación con el movimiento sindical. El proletariado chileno históricamente ha sido y sigue siendo un actor político importante. Su acción podría generan alianzas nacionales que ofrecen la posibilidad de colocar en cuestión las características globales del modelo de desarrollo país.

En conclusión, el gobierno regional y los partidos políticos son débiles en comparación al poder económico de las grandes empresas y de sus medios de prensa. Los casos de la privatización del agua y la contaminación muestran la debilidad de los movimientos sociales en la región aunque ellos estén en ascenso. El regionalismo no constituye una fuerza coherente y sólida. De esta manera, los cambios que puedan generar los actores regionales dependen de los cambios que puedan producir en alianza con los actores nacionales (especialmente los sindicatos) en el poder central. La revisión de la estrategia regional esta condicionada al cambio en la estrategia nacional.


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