BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

OCIO Y VIAJES EN LA HISTORIA: ANTIGÜEDAD Y MEDIOEVO

Mauro Beltrami




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Santiago de Compostela: el camino a Santiago

Quizá Santiago de Compostela haya sido uno de los lugares más representativos vinculados al peregrinaje religioso medieval. La razón radicaba en que allí se encontraba el santuario de las reliquias de Santiago -patrono de España-, del cual había sido descubierta su tumba en 814. Los peregrinos se desplazaban hacia allí porque existía una creencia sobre la eficacia de Santiago respecto a la salud espiritual y física. Si se habla de Camino de Santiago, se hace referencia tradicionalmente a la ruta que los viajeros seguían una vez que pasaban los puertos pirenaicos; aunque, en realidad debe entenderse por aquel todo camino que condujera a Santiago de Compostela desde cualquier parte. La peregrinación hacia Santiago se transformó en todo un emblema de la época medieval. Dante, en su Vita Nuova, menciona que “peregrino se puede interpretar de dos maneras, en sentido lato y en sentido estricto. En sentido lato, en la medida en que peregrino es todo el que se encuentra fuera de su patria. En sentido estricto, no se considera peregrino sino a quién se dirige a la casa de Santiago, o vuelve de ella”.

Desde el siglo X la peregrinación a Santiago ya era próspera. Durante el siglo XI, los caminos que corrían desde Francia hasta dicho sitio se convirtieron en frecuentadas vías de comunicación: de hecho, el camino que llevaba a Santiago llevaba el bien significativo nombre de Camino Francés. En el primer tercio del siglo XII, la peregrinación a este sitio alcanzó un notable crecimiento, a partir de la acción de Diego Gelmírez, primero obispo y luego arzobispo de Compostela. Las estimaciones realizadas por el Centro Europeo de Estudios Compostelanos cifran la cantidad de peregrinos durante los siglos XI-XIII entre 250000 y 500000 individuos.

Miembros de todas las clases sociales participaban de la peregrinación, desde los estratos más bajos hasta los nobles, procedentes de Italia, Francia, el Sacro Imperio y otros lugares de Europa. Un poema de Fulberto, obispo de Chartres, destaca la diversidad de los lugares desde donde acudían los devotos:

Santiago el de Zedebeo,

El que Mayor es llamado,

Que milagros a millares

En Galicia lleva a cabo.

A cuyo espléndido templo

Viniendo las gentes todas

De todas las partes del mundo

La gloria de Dios pregonan.

Armenios, griegos, pulleses,

Anglos, galos, frisios,

Naciones, lenguas y tribus

Acuden con donativos.

Es destacable que en el transcurso del siglo XII -en 1140 concretamente-, el peregrino francés Aymeric Picaud escribió su “Liber Peregrinationis”. Tenía como objetivo aconsejar y prevenir al peregrino mientras estuviera en viaje, además de hacer propaganda religiosa. Se trataba de cinco volúmenes en donde se contaban las historias del apóstol Santiago, incluyéndose además un itinerario de viaje en el que indicaba el modo de llegar hasta Santiago partiendo desde Francia.

No obstante, no hay que creer que los viajeros que se dirigieran hacia Santiago lo hicieran únicamente con fines piadosos. Si bien existían peregrinos de éste tipo, también había una buena cantidad de viajeros que se dirigían hacia allí cumpliendo una pena impuesta o un castigo judicial, conjuntamente con los que eran simples escapistas que huían de algún tipo de castigo. Como se puede observar, la motivación para emprender viaje era de tipo más variado que la simple devoción hacia el santo.

La peregrinación hacia Santiago de Compostela hubiera resultado imposible sin el desarrollo de la hospitalidad; los peligros propios del viaje de la época, sumados al estado lamentable de las comunicaciones, hubiera hecho imposible emprender los viajes sin recurrir a aquella. Picaud en su “Liber Peregrinationis” instaba a dar hospitalidad al peregrino: la misma era considerada como un derecho del peregrino e implicaba un deber el ofrecerla, independientemente de la condición social del forastero. Es así que aparecieron un buen número de albergues y hospitales destinados a brindar ayuda a quiénes se encontrasen camino a Santiago. Hacia fines del Medioevo, pueden observarse por lo menos seis hospitales en Logroño, cuatro en Nájera y treinta y dos en Burgos. La existencia de hospitales era común a la mayor parte de las localidades que se encontraban en el camino del peregrino.


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