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RELACIONES DE PODER: UN ANÁLISIS CUALITATIVO A PARTIR DEL PROCESO DE ELECCIÓN DE MODALIDADES EN ESCUELAS PÚBLICAS DE RAFAELA EN EL MARCO DE LA REFORMA DE LOS '90

Gabriela Virginia Andretich


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7.5. La nuevas perspectivas acerca del poder…

La ruptura de Lukes con las nociones conductistas –por la linealidad- previas de poder, vuelve la atención hacia modos de control menos evidentes y más cognitivos (donde se da más importancia al conocimiento) asociados con las problemáticas marxistas de hegemonía y “falsa conciencia”. Estas nociones más sofisticadas (cognitivas) ayudaron a explicar los resultados de los conflictos y la lucha política (o su ausencia) en una era posindustrial, de la información, en la que la manipulación de la opinión pública se ha vuelto un arte; ahora bien, los enfoques postestructuralistas –en particular la visión de poder en Foucault - van más allá tanto de las perspectivas conductistas como de las cognitivas.

Antes de entrar de lleno en Foucault, se hace necesario rastrear el concepto de poder desde la perspectiva marxista, incluso indagar en el propio Marx, aunque sea en los aspectos estrictamente relacionados con el tema del poder.

Se parte entonces de una mirada de Marx que invita a salirse de la inmediatez de lo “observable” y dirigir la vista hacia lo que está más allá de las cosas y de las instituciones visibles.

“Lo que descubrimos por detrás son relaciones, y es aquí dónde reside el poder, dónde podemos ubicarlo y tratar de aprehenderlo conceptualmente. No en el ámbito de la relación ser humano-cosa (núcleo del fetichismo y la cosificación), ni en el de la relación ser humano-naturaleza (espacio teórico en el que se mueve el materialismo metafísico de los ilustrados franceses del siglo XVIII o el DIAMAT soviético en el siglo XX) sino en aquella otra dimensión constituida por las relaciones de los seres humanos entre sí. Así como Marx descubre en su crítica de la economía política detrás de "las cosas" económicas las relaciones que han sido reificadas y cristalizadas en el proceso del fetichismo, igualmente podríamos pensar que detrás de estas "cosas" (por ejemplo, las armas) lo que hay no es más que relaciones de poder entre las personas. El ámbito del poder es aquél donde se producen, se constituyen y se reproducen las relaciones sociales. El ámbito donde se forman y se realizan (a partir de relaciones de clases conformadas históricamente) relaciones sociales, luego de lo cual tiene lugar su proceso de reproducción. A diferencia de lo presupuesto por la vulgata economicista del stalinismo, las relaciones sociales se conforman según la teoría marxiana de El capital a partir de confrontaciones y contradicciones entre los sujetos históricos intervinientes, es decir, a partir de relaciones de fuerza entre los polos. En este sentido, deberíamos (re)pensar la categoría que expresa la relación social de capital como una relación de fuerza entre los dos sujetos sociales involucrados: el capitalista (colectivo) comprador de la fuerza de trabajo y el obrero (colectivo) vendedor de esta última. Aquí dentro, al interior de la relación misma, reside la lucha de clases entre un sujeto social dominador y otro sujeto social dominado (que puede rebelarse y trastocar la relación social de capital). Si esto es cierto, el poder constituye el ámbito de las relaciones de fuerzas que atraviesan tanto las relaciones sociales como las relaciones políticas donde se producen y reproducen nuevas relaciones a partir de la ruptura de las anteriores” .

El filósofo italiano que retoma –desde sus primeros escritos- esta preocupación es Antonio Gramsci. Al estudiarlo, este realiza uno de los grandes aportes a la filosofía política y a la sociología del SXX. Más de cuatro décadas antes de que Michel Foucault formulara sus tesis según la cual el poder no reside sólo en el aparato del Estado, que no es una cosa sino que son relaciones, Gramsci llegó a conclusiones similares. Rcuperando las reflexiones de Lenin sobre las condiciones de “una situación revolucioria” redactó uno de los pasajes fundamentales de su obra Cuadernos de la Cárcel sobre “Análisis de la situación y relaciones de fuerza” donde separa amarras del marxismo ortodoxo según el cual de la crisis del capitalismo surgiría por arte de magia la revolución socialista. Ante esto, Grmasci sostiene que el capitalismo no se derrumbaría por sí solo, hace falta un sujeto organizado que lo derrote; a partir de una intervención. Esta intervención no se da “en el aire”, sino a partir de determinadas relaciones de poder y de fuerzas.

Siguiendo el desarrollo de Kohan, puede deducirse que la modificación de la relaciones de fuerza debe partir de una situación “económica objetiva” pero jamás se detiene allí. Si no se logra pasar al plano político general donde se trasciende la inmediatez corporativa, todo intento revolucionario va al fracaso. Es entonces en esa especificidad política donde se plantea el problema de lograr la hegemonía.

Como ya se mencionó, Gramsci retoma el concepto de hegemonía de Lenin. Este denominó con ese término a todo el complejo proceso a través del cual se ejerce la dirección de la fuerza social en la confrontación política de la lucha de clases. La dominación política, entonces, no se ejerce únicamente con la violencia y la represión del Estado. También se logra a través de la dirección política y la consumación de la hegemonía. La homogeneidad de la conciencia propia –dice Gramsci- y la disgregación del enemigo se realiza precisamente en el terreno de la batalla cultural.

“¿Qué es pues la hegemonía para Gramsci? No es un sistema formal cerrado, absolutamente homogéneo y articulado (estos sistemas nunca se dan en la realidad práctica, sólo en el papel, por eso son tan cómodos, fáciles, abstractos y disecados, pero nunca explican qué sucede en una sociedad particular determinada). La hegemonía, por el contrario, es un proceso que expresa la conciencia y los valores organizados prácticamente por significados específicos y dominantes en un proceso social vivido de manera contradictoria, incompleta y hasta muchas veces difusa. En una palabra, la hegemonía de un grupo social equivale a la cultura que ese grupo logró generalizar para otros segmentos sociales. La hegemonía es idéntica a la cultura pero es algo más que la cultura porque además incluye necesariamente una distribución específica de poder, de jerarquía y de influencia. Como dirección política y cultural sobre los segmentos sociales "aliados" influidos por ella, la hegemonía también presupone violencia y coerción sobre los enemigos. No sólo es consenso (como habitualmente se piensa en una trivialización socialdemócrata del pensamiento de Gramsci). Por último, la hegemonía nunca se acepta de forma pasiva, está sujeta a la lucha, a la confrontación, a toda una serie de "tironeos". Por eso quien la ejerce debe todo el tiempo renovarla, recrearla, defenderla y modificarla, intentando neutralizar a su adversario incorporando sus reclamos pero desgajados de toda su peligrosidad.

Si la hegemonía no es entonces un sistema formal cerrado, sus articulaciones internas son elásticas y dejan la posibilidad de operar sobre él desde otro lado, desde la crítica al sistema, desde la contra hegemonía…. si en cambio fuera absolutamente determinante -excluyendo toda contradicción y toda tensión- sería impensable cualquier cambio en la sociedad.

Entonces, al reflexionar analíticamente sobre las relaciones de poder y de fuerzas que caracterizan a una situación, Gramsci parte de una relación "económica objetiva", para pasar luego a la dimensión específicamente política y cultural donde se construye la hegemonía.

La conclusión a la que llega Gramsci en los Cuadernos de la cárcel, visualizando las relaciones de fuerzas en su conjunto, es la siguiente: "Se puede decir por lo tanto que todos estos elementos son la manifestación concreta de las fluctuaciones de coyuntura del conjunto de las relaciones sociales de fuerza, en cuyo terreno tiene lugar el paso de éstas a relaciones políticas de fuerza para culminar en la relación militar decisiva”.

Por lo tanto en el pensamiento de Gramsci "economía", "política-cultura" y "guerra" son tres momentos internos de una misma totalidad social. No se pueden escindir. Son grados y niveles diversos de una misma relación de poder que puede resolverse tanto en un sentido reaccionario (manteniendo el actual tipo de sociedad) o en un sentido progresivo, mediante una revolución” .

Este analista de la obra de Gramsci comenta que ni siquiera los especialistas, a pesar de ser grandes conocedores de la obra del italiano, advirtieron las consecuencias que se deducían de su concepción del poder y la política. Al separar tajantemente entre la cristalización económica por un lado - llamándola "estructura"- y la institucionalización política por el otro -llamándola "superestructura"- no se dieron cuenta que al concebir al poder en términos relacionales se podían resolver gran parte de las aporías que había dejado sin respuesta el marxismo "ortodoxo". Fundamentalmente en lo que se refiere a la lectura de El Capital de Carlos Marx”.

Cabe aclarar que esta concepción de hegemonía ha sido desarrollada por Raymond Willliams quien, al analizarla, incorpora valiosos elementos para pensar el poder como producción y no sólo como reproducción de las relaciones dominantes. Dice que una forma integral de gobierno no se da solamente en las instituciones y relaciones políticas y económicas sino también en formas activas de la experiencia y la conciencia y esta última puede lograr una nueva hegemonía a que Williams denomina alternativa .

A través del concepto de hegemonía Gramsci incorpora –como noción central- la idea de consenso al tradicional materialismo histórico que privilegia el conflicto como categoría explicativa. En la formulación teórica de Gramsci adquieren un nivel central los vínculos entre la sociedad política y la sociedad civil, expresados con carácter orgánico de las relaciones entre representantes y representados.

“La clase dominante se constituye en hegemonía cuando no sólo mantiene el dominio sino también obtiene el consenso activo por parte de otras clases, integrándose en clase dominante. Esta integración de dominación y dirección aparece en los fundamentos de la teoría gramsciana del poder político, el cual no se agota en la coerción y el uso de la violencia sino que incorpora la dirección intelectual y moral como soporte de la legitimidad.

El poder surge como una relación de fuerzas sociales, cuya modificación depende del accionar concreto de los distintos grupos sociales en conflicto, en el proceso de instauración de una nueva hegemonía. La obra de Gramsci es una análisis del proceso de conquista del poder a través del desgaste de la hegemonía y de la legitimidad del sistema de dominación”.

Para continuar este desarrollo del concepto de poder –y centrando la mirada en cómo estudiarlo- hay que adentrarse en el pensamiento del Michel Foucault ya que es él quien lo aborda desde su campo de aplicación, las tácticas y las técnicas de dominación. Su análisis se orienta a develar las formas sutiles mediante las cuales el poder permea todas las instituciones e instancias sociales, constituyendo subjetividades sometidas basadas en el consenso de los dominados. A través de un proceso por el cual el dominador presenta sus propios valores como si fuesen universales y los dominados los internalizan o los hacen propios, se genera el poder disciplinario que no necesita de la fuerza para su funcionamiento.

Foucault, que considera al poder aún más invasivo e imperceptible que Lukes; se constituiría en el principal pensador sobre el tema del poder de la segunda mitad del SXX. A diferencia de Hobbes y del mismo Weber, para quienes el poder es una especie de característica emanada de quien lo ejerce, y a diferencia de Locke y Arendt para quienes el problema central del poder era el tema de su legitimidad, para Michael Foucault, quien intenta una “alternativa radical” en su visión, el planteo apunta más bien a cómo se ejerce el poder, mediante qué tecnologías, a través de qué procedimientos se lo ejerce y qué consecuencias y efectos se derivan de él. “No se está en presencia aquí de un poder que está enteramente en las manos de una persona que puede ejercerlo sola y completamente sobre otra. El poder es una máquina en la que todos están involucrados, tanto aquellos que ejercen poder como aquellos sobre los cuales éste es ejercido” .

Muchos de sus escritos están dedicados a revisar la postura sobre poder impuestas en la modernidad, sostiene al respecto que el análisis de este fenómeno sólo se ha efectuado a partir de dos relaciones: 1) Contrato-opresión, de tipo jurídico, con fundamento en la legitimidad o ilegitimidad del poder, y 2) Dominación - represión, presentada en términos de lucha-sumisión.

Para explicar esos supuestos sostiene que el problema del poder no se puede reducir al de la soberanía, ya que entre hombre y mujer, alumno y maestro y al interior de una familia existen relaciones de autoridad que no son proyección directa del poder soberano, sino más bien condicionantes que posibilitan el funcionamiento de ese poder, son el sustrato sobre el cual se afianza. El hombre no es el representante del Estado para la mujer, para que el Estado funcione como funciona, es necesario que haya del hombre a la mujer o del adulto al niño relaciones de dominación bien específicas que tienen su configuración propia y su relativa autonomía. Esta expresión encierra una concepción negativa de Estado por parte de Foucault.

Sostiene, además, que el poder se construye y funciona a partir de otros poderes, de los efectos de éstos, independientes del proceso económico. Las relaciones de poder se encuentran estrechamente ligadas a las familiares, sexuales, productivas; íntimamente enlazadas y desempeñando un papel de condicionante y condicionado; “no existe un poder”; en la sociedad se dan múltiples relaciones de autoridad situadas en distintos niveles, apoyándose mutuamente y manifestándose de manera sutil.

Este filósofo francés habla del subpoder, de “una trama de poder microscópico, capilar", que no es el poder político ni los aparatos de Estado ni el de una clase privilegiada, sino el conjunto de pequeños poderes e instituciones situadas en un nivel más bajo”…. “En el análisis del fenómeno del poder no se debe partir del centro y descender, sino más bien realizar un análisis ascendente, a partir de los "mecanismos infinitesimales", que poseen su propia historia, técnica y táctica, y observar cómo estos procedimientos han sido colonizados, utilizados, transformados, doblegados por formas de dominación global y mecanismos más generales” .

Es en el texto “El sujeto y el poder” donde se trasluce una preocupación central por el cómo estudiar el poder en las instituciones, se plantea concretamente el análisis de las relaciones de poder a partir de un cierto número de puntos:

1.- El sistema de las diferenciaciones, que permite actuar sobre las acciones de los otros: diferenciaciones determinadas por la ley o por las tradiciones de status y privilegio, diferencias económicas en la apropiación de riquezas y mercancías, diferencias en los procesos de producción, diferencias culturales y lingüísticas, diferencias en el saber hacer (know how) y la competencia y así sucesivamente. Cada relacionamiento de poder pone en funcionamiento diferenciaciones que son al mismo tiempo sus condiciones y sus resultados.

2.- Los tipos de objetivos impulsados por aquellos que actúan sobre las acciones de los demás: el mantenimiento de los privilegios, la acumulación de beneficios, la puesta en funcionamiento de la autoridad estatutaria, el ejercicio de una función o de un comercio.

3.- Los medios de hacer existir las relaciones de poder: acorde a cómo sea ejercido el poder, por la amenaza de las armas, por los efectos de la palabra, por medio de las disparidades económicas, por medios más o menos complejos de control, por sistemas de vigilancia, -con o sin archivos- de acuerdo a reglas explícitas o no, fijas o modificables, con o sin los medios tecnológicos para poner todas estas cosas en acción.

4.- Formas de institucionalización: estas pueden combinar predisposiciones tradicionales, estructuras legales, fenómenos relacionados a la costumbre o a la moda (tales como los que se ve en instituciones como la familia), ellas también pueden tomar la forma de un aparato cerrado en sí mismo, con su loci específico, sus propias estructuras jerárquicas cuidadosamente definidas, una autonomía relativa en su funcionamiento (tales como las instituciones de enseñanza o militares), también pueden formar complejos sistemas provistos de múltiples aparatos, como en el caso del Estado, cuya función es poner todo bajo su égida, la existencia de una vigilancia general, el principio de regulación y en cierta medida también la distribución de todas las relaciones de poder en un entramado social dado.

5.- Los grados de racionalización: la puesta en juego de las relaciones de poder como acciones en un campo de posibilidades puede ser más o menos elaborada en relación a la efectividad de los instrumentos y la certeza de los resultados (mayores o menores refinamientos tecnológicos empleados en el ejercicio del poder) o incluso en proporción al posible costo (sea este el costo económico de los medios puestos en funcionamiento, o el costo en términos de la reacción constituida por la resistencia que se encuentra). El ejercicio del poder no es un hecho desnudo, un derecho institucional o una estructura que se mantiene o se destruye: es elaborado, transformado, organizado, se asume con procesos que están más o menos ajustados a una situación.

Parece interesante complementar estas categorías para mirar el poder en la escuela desde Foucault con algunas cuestiones expuestas desde la Sociología de las Organizaciones. Dentro de esta perspectiva, hay alguno autores como Gareht Morgan que reconocen que el poder es un fenómeno que está desigualmente distribuido y seguido por la división de clases; así las relaciones de poder en las organizaciones son vistas como reflejo de las relaciones de poder de la sociedad en general y, próximamente vinculadas a más amplios procesos de control social, por ejemplo, el control del poder económico, el sistema legal y la educación. Ante este planteo de luchas con fines claramente incompatibles sostienen una postura pluralista de poder distribuida entre los distintos miembros de la organización y fundada en fuentes que pueden aportar al estudio en terreno del poder.

Las fuentes de poder que pueden contribuir a una mirada distinta de lo ya planteado hasta aquí son: el control de los recursos escasos (como el dinero); el uso de la estructura, reglas y reglamentos de la organización entendidos como productos y reflexiones de una lucha por el control político; el control del conocimiento y la información; el control de la tecnología que proporciona a los usuarios de las organizaciones la capacidad de lograr resultados sorprendentes en una actividad productiva y también la habilidad de manipular su poder productivo y hacerlo trabajar eficientemente para sus propios fines.

También se mencionan otras fuentes de poder a las que recurren muchos trabajos centrados en las instituciones educativas en nuestro país, se trata de:

1. Poder de posición, que se refiere a la posición en la cual un individuo desarrolla su rol organizacional dentro de la estructura. Se destaca esta fuente como el acceso más común a una ó varias de las bases de poder.

2. Poder personal, que se relaciona con las características personales del sujeto tanto en el ámbito físico como en relación con los rasgos de personalidad. El “carisma” es el aspecto que nutre en este caso al ejercicio del poder. Suele ser esta fuente la más común en organizaciones laborales poco estructuradas o con fuertes componentes voluntaristas (asociaciones, sindicatos, algunas escuelas, etc.)

3. Poder de experto, fuente que descansa en la "pericia" ó competencia con la cual un sujeto llega a dominar información ó habilidades especializadas para poder anteponer sus decisiones a las de los demás. La pericia es una de las fuentes más potentes de poder, sobre todo en los grupos y organizaciones con una gran tendencia tecnológica. A medida que los trabajos se van progresivamente especializando, aparece la figura del "experto" de la que se sirve el grupo para conseguir propósitos sofisticados, lo que le confiere a éste (el experto) una gran posibilidad de poder.

4. Poder de oportunidad, que consiste en encontrarse en el sitio adecuado en el momento oportuno para tomar una determinada decisión que brinde la ocasión de ejercer el poder. En este caso, no es necesario ocupar una posición formal elevada en la estructura, sino más bien encontrarse en el "cuello de botella" del paso del fluido de procesamiento organizacional para poder controlar la información ó el acceso a una fuente superior de poder.

Volviendo al concepto central, se entiende entonces que para Foucault el poder no se posee o se detenta sino que se ejercita y no sólo en un sentido restrictivo (de coacción o prohibición) sino también, en un sentido positivo donde el poder estaría, también, incitando, convocando, activando. Desde esta posición se acercó y sirvió también de fundamento (aunque no compartió físicamente el momento) al movimiento del mayo francés que diera origen a la corriente institucionalista.

Cabe entonces y para cerrar este desarrollo un apartado para el Movimiento Institucionalista Francés en tanto aporta a esta última mirada del poder. Desde allí se considera que en toda institución conviven distintas fuerzas interactuantes: lo instituido y lo instituyente.

Lo instituido tiene que ver con la vertiente de lo reglado, lo establecido, lo pautado; necesario para que una institución se mantenga y permanezca en el tiempo. En efecto, toda institución se caracteriza por tener un orden que asegura su cohesión, su continuidad; pero la institución no es algo acabado, terminado, inamovible, no es una "cosa" sino una "práctica"; en su interior surgen fuerzas que niegan lo instituido, que luchan por cambiarlo. Es aquí donde aparece la fuerza instituyente como poder de concertación con lo instituido y como oposición a ello. Los actores instituyen acciones en vista a satisfacer necesidades o resolver problemas allí donde las normas instituidas no alcanzan para resolverlos, allí donde se producen fisuras o fracturas institucionales, donde se crean los espacios para proponer y hacer algo distinto. Los procesos instituidos e instituyentes son opuestos y complementarios ya que de su interjuego dinámico nacen los procesos de cambio en las instituciones. Cuando esto sucede, es decir que se instala una modificación en la institución es que se ha dado el proceso de institucionalización, síntesis de los dos anteriores. Este momento consiste en la recuperación de la fuerza innovadora de los instituyente por sobre lo instituido; aparecen nuevas reglas, que son las que permiten que la institución se perpetúe y comience nuevamente el proceso dialéctico de tesis, antítesis y síntesis .

Desde esta perspectiva y -pensando en la posibilidad de emancipación de los grupos oprimidos- el poder podría hubicarse en el momento instituyente, es decir, en el proceso movilizado por las fuerzas productivo-deseantes que tiende a fundar o transformar las instituciones como parte del devenir de las potencias y materialidades sociales .


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