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RELACIONES DE PODER: UN ANÁLISIS CUALITATIVO A PARTIR DEL PROCESO DE ELECCIÓN DE MODALIDADES EN ESCUELAS PÚBLICAS DE RAFAELA EN EL MARCO DE LA REFORMA DE LOS '90

Gabriela Virginia Andretich


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7.7.1. Nuevas formas de regulación

Para poder analizar los procesos regulatorios por los que atravesaron los actores de la escena educativa de los ‘90, es necesario una breve genealogía, tal como lo sostiene el texto de Birgin. “Analizar el trabajo docente como una forma/lugar de la regulación social, producto de un desarrollo histórico específico, implica rastrear su origen. En el S. XIX se establecieron nuevas relaciones entre el gobierno de la sociedad y el gobierno de los individuos. En particular con la profesionalización del saber, se produjeron nuevas formas de regulación social: se crearon ocupaciones que comenzaron a controlar la producción y reproducción de conocimientos de áreas delimitadas. Subyacía la confianza en que el saber experto, organizado en torno a las racionalidades de la ciencia y a cargo de comunidades especializadas, lograría liberar a las personas de las limitaciones de la naturaleza y les ofrecería el acceso a un mundo más progresista. Se construyó desde allí una forma de razonar sobre los problemas instrumental, secular y aparentemente objetiva” .

Popkewitz denomina a esta etapa “período de la cultura redentora”. Desde el Estado lo que importaba era no sólo la formación de un ciudadano adulto, sino también la creación de un niño autogobernado que se desarrollara como un adulto responsable, productivo y bien socializado; se trataba de prácticas orientadas a administrar socialmente la libertad individual en una sociedad democrática liberal. En función de esto, las ciencias sociales evolucionaron en consecuencia y proporcionaron el saber disciplinario que vinculaba las nuevas instituciones civiles con el Estado; su función era relacionar las ideas políticas de progreso con las disposiciones, sensibilidades y conciencia mediante las cuales participan y actúan los individuos. Se trataba de redimir a los niños, rescatarlos y salvarlos al convertirlos en ciudadanos productivos.

Esta cultura de la redención es clave para el ejercicio del poder, incluso relevante en el planteo de las reformas contemporáneas, aunque de forma reestructurada ya que el autor sostiene que los principios rectores de la cultura redentora eran los efectos del poder aunque oscurecidos por una retórica populista. Hace referencia en este desarrollo a otro contexto de producción distinto al de América Latina; es por ello que se hará una lectura de Popkewitz en tanto pueda aportar al análisis de la reforma educativa en los ’90 de Argentina.

“Las reformas actuales restauran tres lugares importantes como sedes de las prácticas rectoras o gobernadoras: el estado, las ciencias sociales y la práctica pedagógica.” Lo que antes suponía progreso y redención derivados de normas sociales colectivas, funciones comunes e identidades fijas ahora refieren a identidades múltiples, a la colaboración, la “comunidad local” y la resolución flexible de problemas.

Para que las escuelas obtengan éxito, se trata, siguiendo a Popkewitz de seguir algunos discursos patrocinados por el estado donde la función del gobierno consiste en desarrollar una política coherente que incentive a buscar cooperativamente soluciones locales a través de múltiples esfuerzos del gobierno federal (las jurisdicciones), las escuelas locales, la comunidad, los directores y los docentes. Para que esta propuesta funcione es fundamental la relación que se establezca entre las administraciones gubernamentales centrales, las provinciales, las regionales y las locales, también con los padres.

Salvando también aquí las distancias entre contextos de producción diferentes; se sostiene que la búsqueda de apoyo en lo local y en las familias tuvo su correlato en Argentina con una propuesta de descentralización muy particular durante la década de gobierno menemista (1989-2000).

El origen de este planteo de descentralización, tiene, en América Latina unos 20 años, se presentó esta opción de planificación cuando los países de la periferia comenzaron a desarrollarse y crecer pero territorialmente desparejos. En estos planteos iniciales, descentralizar implicaba aumentar el poder, la autonomía de decisión y de control de los recursos, las responsabilidades y las competencias de las colectividades locales (vecinales), en detrimento de los órganos del Estado central. “Se trata de una redistribución territorial del poder que permita poner fin al centralismo decisorio al que se responsabiliza de todos los males.”

Esta perspectiva descentralizadora se proponía como objetivos: democratizar los procesos sociales, aumentar la participación popular, reducir la injusticia social, favorecer la implementación de políticas equitativas y disminuir la burocracia. Tiene que ver con los planificadores latinoamericanos inscriptos en corrientes progresistas, localistas y regionalistas en su búsqueda de alternativas para la acción local y basándose sobre todo en el éxito que esta propuesta ha tenido en otros países. Sin embargo, alrededor de los ‘80 aparece como bandera alternativa para otra corriente: el neoliberalismo. Para éstos, el planteo de la descentralización tiene otros fundamentos. Su actitud se inscribe en los cambios que han afectado al capitalismo luego de la crisis de los 70, las modificaciones se expresaron principalmente en una internalización creciente de la economía capitalista y en el desarrollo de formas de producción basadas en la información; esto ha afectando significativamente -a nivel internacional- las condiciones para la valorización del capital y las modalidades de la organización social del trabajo. En este contexto, ha tendido a acentuarse la discrepancia estructural entre los procesos controlados por el valor (capitales individuales, obedeciendo exclusivamente al imperativo de la ganancia) y los procesos controlados por el Estado (actividades orientadas a mantener el orden social capitalista por encima de los intereses capitalistas individuales). Este último comenzó a ser observado como un obstáculo para la dinámica de la acumulación, sobre todo en los países latinoamericanos -como Argentina- signados por gobiernos intervencionistas como los populistas y desarrollistas; en definitiva se comienza a plantear una reforma estatal.

Los neoliberales –de la mano de Menen en Argentina- postulan la ejecución de una estrategia de modernización de los aparatos institucionales nacionales que incluye como componentes centrales la privatización, la descentralización y desregulación. “La bandera de la desregulación implica descentralización organizativa, transferencia de competencias, mayor responsabilidad de los centros, mayor autonomía para los profesores”. (José Gimeno Sacristán: 1993). En ningún momento se plantea la descentralización de las decisiones en cuanto a líneas de política educativa, esas quedan en manos de un gobierno central “fuerte profesionalmente”.

Aún cuando no descartemos que estos procesos de descentralización puedan conducir a resultados favorables a los intereses locales e institucionales y contribuir desde allí a mejorar la gestión pública no parece probable que permitan una efectiva aproximación a los objetivos preconizados por las corrientes descentralizadoras más progresistas porque resulta muy difícil intentar reducir la injusticia social, por ejemplo, si al mismo tiempo no se definen y aplican políticas que incidan explícita y deliberadamente sobre las raíces estructurales de los mecanismos dominantes de la distribución del producto social propio de países del tercer mundo.

Si bien la reforma planteó claramente estos postulados, muchos de ellos quedaros –en Argentina- sólo en la esfera del discurso, en la resignificación de los términos constituyendo una “ensalada neoliberal” (Puiggrós:1995).

7.8. Vuelta a los supuestos de anticipación de sentidos…

Los supuestos de anticipación de sentido condujeron este desarrollo con la intención de analizar y profundizar algunos puntos claves que permitan explicar las relaciones de poder del proceso de elección de las modalidades del polimodal desde un mesonivel.

Si lo que se quiere es analizar cómo se dieron los procesos de toma de decisiones en cuanto a la elección del polimodal al interior de organizaciones escolares para reconocer en ellos el ejercicio del poder, conviene mirar a este no ya como soberanía (atributo de algunos), sino como elemento productivo. De esta forma uno se mueve desde los actores que detentan el control hacia los sistemas de ideas que normalizan patrones y situaciones concretas (Popkewitz).

Es necesario entonces estudiar si las prácticas de la reforma en lo referente al polimodal, organizaron y confirieron valor a ciertos tipos de relaciones sociales, y al mismo tiempo qué regulaciones produjeron a través de estilos de razonamiento y de esquemas de clasificación empleados. Se podría, por esa vía, reconocer, a partir del sistema de ideas y razonamientos implícitos en las macropolíticas –y por ende en las reformas-, las relaciones de poder al explicitar el sistema de concepciones y raciocinio implícito en las prácticas cotidianas de los actores escolares. En este estudio en particular, la práctica seleccionada es el proceso decisorio de la elección de la modalidad.


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