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RELACIONES DE PODER: UN ANÁLISIS CUALITATIVO A PARTIR DEL PROCESO DE ELECCIÓN DE MODALIDADES EN ESCUELAS PÚBLICAS DE RAFAELA EN EL MARCO DE LA REFORMA DE LOS '90

Gabriela Virginia Andretich


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7.2. Notas que diferencian las escuelas entre sí y los estilos de relaciones de poder institucionales y de otros niveles del sistema.

7.2.1. Lo que las diferencia…

Las reformas promovidas desde las instancias centrales se resignifican en cada escuela generando procesos singulares; esta singularidad tiene que ver con distintos factores. Uno de estos es que hay que tener en cuenta que el poder debe analizarse desde una perspectiva histórica y situacional.

La identificación del poder no es solamente sincrónica, sino también diacrónica; no es una cuestión de relaciones momentáneas en el presente, tiene relación con juego de fuerzas anteriores y afectan potenciales relaciones futuras implicando a distintos grupos en diferentes momentos. El análisis del poder tiene, entonces, un fondo histórico en el cual son establecidas predisposiciones o inclinaciones que moldean y limitan las relaciones, las cuales son, a su vez, reforzadas por ella. Se puede dar la perpetuación de un cierto estilo de relaciones de poder .

Además, no se puede abordar el estudio de las relaciones de poder de un sujeto, grupo u organización sin tener en cuenta la situación en la que se encuentra. La situación implica el entorno, el ambiente que rodea al sujeto actuante, los centros de poder que pueden intervenir en caso de una activación del poder sobre alguien relacionado con él. El hombre vive en sociedad y, normalmente toda influencia que puede alterar la situación de uno de los miembros de un grupo afecta a los demás. (Castiglione: 200)

Estas consideraciones aportan para pensar las relaciones de poder en las escuelas abordadas. Hay que tener en cuenta básicamente que el sistema educativo argentino no fue ajeno a la historia política del país, sobre todo ha sido muy afectado por la última dictadura militar que generó una matriz de relaciones autoritarias que lograrían arraigarse en los actores educativos. De esto dan cuenta varios de los docentes entrevistados, ellos reconocen “resabios de autoritarismo” en el gobierno de las escuelas actuales, algunos incluso, admiten que los directores “tienen derecho” a decidir cuestiones centrales como la modalidad que tendrá la escuela.

Estas apreciaciones tienen validez para las dos escuelas estudiadas, son incluso una de las causas posibles del poco nivel de participación e intervención de la comunidad educativa en los asuntos de la enseñanza y el aprendizaje. Sistemáticamente, los planteos reformistas a nivel nacional, posteriores a la década del ´70, han instado a los actores a opinar sobre los cambios propuestos o implantados sin crear los mecanismos adecuados y pertinentes para que esto pudiera darse realmente quedando este impulso en una mera formalidad discursiva.

Cabe entonces pensar en lo singular de cada una de las escuelas abordas. Tal como ya se lo ha mencionado en este trabajo, ambas escuelas presentan una historia institucional particular. “LB” signada por una larga trayectoria como bachillerato nacional, atravesada no sólo por los avatares de la historia del país sino por la particularidad de la ciudad que le otorgó a la formación mercantil una supremacía superlativa haciendo de los bachilleratos comunes “cubos de deshechos” de las escuelas con otras terminalidades más atractivas para el imaginario colectivo local. La escuela “JD”, en cambio, con su corta edad es la muestra cabal de las luchas internas de un barrio entre un grupo progresista que aspira dotarlo de todos los servicios educativos y otros sectores que intentan no separar al barrio de los privilegios del centro de la ciudad; todo esto, teñido también de intereses político-partidarios puestos en juego en todo el proceso de conformación de la escuela.

Una diferencia interesante se presenta en el estilo de conducción de las dos escuelas, lo que marca el rumbo del proceso de modalización en ambos casos. Aunque este no fue un punto sobre el que se profundizó, sí se deduce de las entrevistas que la directora de la escuela “JD” presentó desde que se hizo cargo de la organización de la institución (en su segundo año de vida) una propuesta democrática, de constitución de plenarias institucionales para discutir distintos temas. Aunque algunos entrevistados sostuvieron que el modo de trabajo de esta directora está atravesado por algunas características político-partidario (de simpatía con el partido justicialista), los registros muestran el intento por dar participación a los docentes, padres y alumnos en la elección de la modalidad. La escuela “LB”, en cambio, muestra una dirección del proceso de modalización centrado en un grupo pequeño, conformado por la asesora pedagógica y los jefes de departamento, donde la participación es esporádica e informal, con un buen clima institucional.


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