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PLAN DE INTERVENCIÓN ESTRATÉGICA DE LA ZONA DE DESARROLLO INTEGRAL DEL SUR DE BOLÍVAR

Daniel Menco Rivera y otros



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A.2.4 ETNOGRÁFÍA Y ASENTAMIENTO

Los asentamientos poblacionales que se han presentado a lo largo de los siglos por grupos colectivos multirraciales o culturales, materializan la dinámica interespacial de los cursos migratorios que han conllevado a la presencia de una diversidad de relaciones socio-culturales al interior de cada territorio. En la confluencia de tales relaciones que dan vida social a un tejido humanitario determinado, la heterogeneidad y la secularización a través de un proceso gradual, que en ocasiones ha tomado los medios de la imposición, la imitación y la adopción por adaptación singularizada de aspectos relevantes, se han convertido en elementos deterministicos o causales en la aparición de los fenómenos de la transculturización y la aculturización, que se agilizan a mayor rapidez en el actual contexto de globalización.

En los marcos conceptuales de las teorías del desarrollo regional, el tema de la multiculturalidad en una nación o región se ha abordado como un factor que para propósitos de consenso o de unidad de pensamiento para la búsqueda del beneficio macro-social, dificulta la obtención de una solución óptima, por cuanto los imaginarios, las expectativas, las costumbres, los valores y las creencias, como elementos consubstanciales de un modus vivendi cultural particular, pueden resultar “disfuncionales” o ilógicos cuando como objetivo se quiera tender a un posicionamiento convergente de desarrollo equilibrado. En tales circunstancias se debe asumir el enfoque de la “territorialidad” de las políticas, o tomar como referencia para la comprensión de ello el campo del conocimiento que la psicología ofrece.

En el sur de Bolívar, las veredas que conforman la zona de desarrollo integral se estructuran ocupacionalmente por un proceso discontinuo de asentamientos transitorios y permanentes, en donde los procesos de colonización y de conflicto armado han marcado la pauta a la hora de demarcar el “orden” de factores en el devenir de la historia y de un presente inconcluso, inestable y desequilibrado.

De acuerdo a lo anterior, el perenne conflicto social de la desigualdad en la tenencia de la tierra junto a la territorialización partidista y la retaguardia militar de grupos ilegales con influencia en la organización social e ideológica de la población, han dinamizado y condicionado la apertura de una “aventura” socio-económica y espacial en el que diferentes actividades económicas y sus lógicas en las relaciones de producción, en cada etapa histórica, han tratado de contribuir en la definición de una identidad regional.

Por ende, del oro, la extracción maderera, el petróleo y la coca, con una singular importancia geoeconómica, han circunscrito en el alma y la memoria de los pueblos cuán efímero, decadente y perjudicial ha resultado ambiental, social y culturalmente el apego a una ilusión de enriquecimiento rápido.

Como se muestra en el cuadro A.2.2, el 81% de las familias encuestadas no son oriundas del territorio en el que se encuentran viviendo actualmente. Esta proporción de población no nativa es más elevada en Cantagallo, donde el porcentaje asciende al 92%.

Los anteriores datos pueden ser consecuentes con el hecho de que cada territorio se constituye por si mismo como un punto geográfico para la confluencia de diversas personas que quieran tomarlo como asentamiento permanente o transitorio, dependiendo de la actividad que deseen desarrollar. Así mismo, como fue expresado por los líderes comunitarios de las 36 veredas, sus jurisdicciones son espacios abiertos para todos aquellos que deseen habitar en ella, sin distingo de procedencia, raza y creencia, ya que lo que nos hace nacionales es el vivir en un territorio como el colombiano y por tanto ningún lugar legalmente establecido debe ser vedado para la ubicación y residencia de cualquier familia o persona.

Como se puede mostrar en la tabla A.2.3, la multiculturalidad es la unidad de congregación de todas las familias encuestadas que se encuentran viviendo en la zona de desarrollo, siendo sus lugares de proveniencia los elementos constitutivos del todo, llamado tejido social. En tales circunstancias, los departamentos de Bolívar, Santander y Antioquia, cuota partes territoriales del Magdalena Medio, confluencian con sus familias el 69% de la diversidad cultural que entraña a la zona de desarrollo.

Uno de los aspectos con los que se podría establecer una aproximación del flujo migratorio poblacional en territorios donde la información secundaria es inexistente, sería en toma de referencia del tiempo de permanencia de las familias al interior de un territorio. En cuyo planteamiento se tendría que, cuanto mayor sea la proporción de personas ubicadas de manera reciente en un territorio, más dominante estaría siendo el patrón emigratorio de la población.

En la tabla A.2.4, se puede observar que alrededor del 50% de las familias encuestadas presentan un tiempo de permanencia en la zona de desarrollo superior a los 10 años. Las proporciones así referidas dan cuenta que el arraigo en el actual lugar de asentamiento es una conquista del territorio en lograr mantener cierto grado de estabilidad poblacional entre sus habitantes, no obstante las situaciones adversas que contravienen hacia las familias, como el hostigamiento frecuente de las fuerzas armadas ilegales, las fumigaciones indiscriminadas, que atentan en la dignidad de las personas.

Sin embargo, no es desconocer que dependiendo de las aspiraciones o motivaciones que indujeron y mantienen en la actual ubicación se puede explicar el por qué del apego y permanencia en una zona en la que el deber constitucional de la soberanía social del Estado es incipiente.

En la gráfica A.2.2, se muestra la relación entre la distancia de los lugares de procedencia y los motivos a que dieron lugar para ubicarse en su actual sitio de residencia. Se connota, que es más preponderante el porcentaje de familias que provienen de lugares lejanos y que tuvieron como causa primaria de ubicación la búsqueda de mejores ingresos por concepto de los cultivos agrícolas legales, siendo ello del 45%. Pero en contrariedad a lo anterior, también se resalta que alrededor de la cuarta parte de las familias tuvieron un motivo ilícito de obtención de ingresos para desplazarse desde lugares lejanos.

Lo anterior indica que, primero, el problema del acceso a la tierra continúa con su sendero inercial que erosiona la sostenibilidad natural de los ecosistemas en la zona de desarrollo integral ante la ampliación desmesurada del área de explotación agropecuaria, teniendo en cuenta que en el momento inicial de la ubicación cada familia significa mayor quema y tala de bosques, con la que queda determinada el espacio para su residencia y sustento familiar, ya sea mediante el cultivo de productos de pan coger, la coca o la pequeña ganadería.

Como segundo aspecto, la tradición agropecuaria en cultivos de subsistencia aún mantiene su papel preponderante como forma primaria de explotación del recurso tierra. Sin importar la distancia, las familias al abandonar sus lugares de origen conservan como patrimonio ancestral natural el seguir a modo perpetuo una relación básica en el uso y explotación de los predios tenidos a su disposición arraigándoles una vocación agropecuaria, desconociendo en algunos casos el perfil de los suelos. Es un ejemplo tácito, en el que la necesidad de la supervivencia toma su condición jerarca frente al accionar del hombre para conservar su vida y la de sus congeneres.

No obstante, no hay que descartar la importancia geo-económica estratégica que los municipios del sur de Bolívar tienen como parte constituyente de la zona del Magdalena Medio. En cuanto a ello, la tendencia de la población hacia los cultivos ilícitos adquiere singular importancia como alternativa rentable para el sostenimiento de las familias. Al analizar la gráfica, se encuentra que la participación de los cultivos ilícitos como causa de ubicación asciende al 36.61% y 62% teniendo en consideración la cercanía o lejanía del lugar de origen.

De otra parte, la estabilidad poblacional de cada territorio puede verse afectada cuando el tipo de asentamiento poblacional tiende a ser volátil en vista de las características económicas que presenta la base de la economía en forma particular. Cuando en un territorio la fuerza motora del sustento económico está estrechamente vinculada con actividades extractivas o de enclave, la corriente migratoria tiende a ser tanto implosiva como desestructurante por la forma como se produce y adquiere “maqueta” el asentamiento poblacional.

Por consiguiente, la reciprocidad en la correlación entre economías volátiles y estabilidad poblacional, además de prever un circulo vicioso donde el patrón de abandono gradual sería lo consecuente, también estaría como precedente la disonancia del establecimiento o ubicación con la cultura del arraigo o permanencia en el territorio y el respeto y la procura por la protección, conservación y mejoramiento del medio natural.

En las familias encuestadas, podemos observar que existe una pequeña sincronía entre el tiempo de permanencia en el lugar en el que se hallan actualmente ubicadas y el número de sitios en el que anteriormente habitaron, como se muestra en la gráfica A.2.3.

Lo anterior puede estar indicando, que las familias que tienden a cambiar de lugar con mayor frecuencia, al ubicarse en un nuevo lugar, comienzan con un proceso de acomodamiento y adaptación y en vista de que cada “mudanza” crea sus costos, prefieren esperar o incluso permanecer por un largo tiempo en el territorio. No obstante, dependiendo del factor motivador de la permanencia, el periodo de duración puede tanto acortarse como alargarse. Así, en los relatos de las familias encuestadas, las situaciones adversas que se estan presentando con relación al cultivo de la coca, como la falta de compradores, la disminución en los márgenes de ganancia, vía incremento de los insumos y estabilidad en el precio de venta, las fumigaciones y el acoso de los grupos armados ilegales, generarían un escenario de abandono gradual en la medida que la búsqueda de ingresos a partir del cultivo ilícito halla sido el móvil principal de la ubicación.

Bajo la anterior situación, que podría constituirse en un escenario tendencial para la zona de desarrollo si no se crean las alternativas de crecimiento económico y de desarrollo social, es donde se hace necesario promocionar una apuesta estratégica de reconversión productiva hacia actividades que contribuyan a una permanencia estable y consolidada de la población en el territorio. En tal sentido, es de considerar como aspecto favorable al cambio, la vocación ocupacional de la población, en el que el 44% de las actividades desarrolladas por la población estuvieron relacionadas con el sector primario de la economía. Y en la que desde el punto de vista del género, es el hombre quien con mayor participación se muestra como sexo dedicado a la actividad laboral en la economía agropecuaria, con el 62.68%, mientras que la mujer estuvo más vinculada con el sector terciario, con un porcentaje de ocupación del 84.85%, como se detalla en el cuadro A.2.3.

Por consiguiente, es rescatando, valorando, promocionado e incentivando la cultura agropecuaria de la población, que tienen como antecedente ocupacional, como se puede inicialmente abrir los senderos de una economía potencializadora, de curso legal y de satisfacción, en la que la vida y la dignidad del ser humano sean el principio supremo que guíen las acciones determinantes para consolidar un desarrollo económico incluyente, con perspectiva de género y amable con el medio.

* Las personas que no desarrollaban alguna actividad económica, se debió a que en aquel momento estaban en edad escolar, por lo que estaban estudiando.

En el horizonte programático de lo concebido como desarrollo, se debe tender a quebrantar el devenir inercial de lo desigual, discriminatorio y determinístico de las ocupaciones ejercidas al interior de cada tejido social. Cuando en una sociedad la escala de valores no se compagina con el avance de la humanidad, es común encontrar las malversaciones de contrariedad, reproche, intolerancia y desacuerdo, con las que se impide el camino expedito de la mejora o de aquello que la posibilita.

Es por ello, que si en la máxima de lo que es llamado civilización tanto el hombre como la mujer, como cuota partes del orden natural en el que se vive, reproduce y permanece, la noción de equilibrio conmina a la estructuración de un marco lógico donde lo horizontal adquiere espacio en la interacción social y lo piramidal cae en desuso, con mucha razón se ha de ser consecuente en permitir que la mujer escale posiciones, en la que lo sumiso abra paso a lo decidor, lo actuante en igualdad de derechos y hechos, y por tanto, la capacidad de autodeterminación sea más que el resultado de un reconocimiento dadivoso, una conquista histórica vedada por un esquema rancio de estereotipos y designios cósmico-universales.


 

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